Partida Rol por web

Cogió el trozo de tela, extrañado. No esperaba un contraataque, no tan pronto. ¡Apenas les había dado tiempo a tomar tierra! De cualquier modo, debería ser algo importante para que todos los mercenarios hubieran vuelto. Tenía a casi toda la gente en la ciudad, al mando del contramaestre Nestos...

-El maestre ha bajado con el grupo de refuerzo. Hacía falta un traductor, habida cuenta de que...

Uno de los marineros empujó a Dan, por que éste echó mano a un arma que llevaba al cinto, queriendo desarmarle en un descuido. Los marinos de guardia se quedaron mirando, sin creer lo que estaba sucediendo, mientras espadas se desenvainaban y arcos les apuntaban.

Uno de ellos saltó por la borda, dispuesto a escapar a nado hacia la Nymeria. El propio capitán hizo ademán de llevar la mano a la empuñadura de su espada, pero Valença se acercó para estorbarle la maniobra con una amenaza de su punta.

-¿¿Pero qué demonios pretendéis??

Liv se apresuró a adelantarse tomando de la mano a Connor que parecía dubitativo ante aquella situación, se detuvo a unos pasos del capitán.

-Capitán, esto es lo que es y nada más. Tomamos una decisión y en esa decisión me gustaría que estuvieras de acuerdo pues te tengo en alto aprecio pero si dices que no, no podré hacer nada al respecto y sabes si llevamos las de ganar.

Tal vez los otros no estuvieran de acuerdo con ella pero quería darle esa oportunidad al capitán. Antes que respondiera musitó algo al oido de Connor.

-Nunca he pedido nada a nadie, no te alejes de mi.

Aquello podía significar muchas cosas pero ella no necesitaba que nadie la cuidara y todos lo sabían. Ya sólo aguardaba la respuesta del capitán.

Todo se precipita, como no podía ser de otra forma. Valença maldice para sus adentros no poder meterle dos cuartas de acero al maestre hideputa.

Los cabrones tienen suerte.

Uno de los marineros salta al agua. Va a dar la alarma. Que la de. Meterle un tiro por la espalda sería dar la alarma antes y tampoco cree que sea buena idea matar a un marino y ponerse a todo el resto de culo.

Que nadie tire sobre él. Ha tomado su decisión y tiene cojones.

La sacerdotisa habla, pero a Valença le parecen palabras vacías. El capitán no puede darles la razón ni permiso.

Lo que Liv quiere decir, señoría... Dice, sin dejar de apuntarle con la espada, con algo de desgana, como si fuera más un trámite que una amenaza real. Es que esto no está siendo lo que debía ser. Nos hemos metido en guerras de paises extranjeros que ni nos vienen ni nos van. El maestre se ha dedicado a idear armas que son una afrenta a los dioses. Con los cañones y el fuego del Corazón se dispone a matar miles de personas más de las que ya ha matado.

Aquí Valença se rasca un momento la cabeza con la mano libre. No es nadie para dar lecciones de moral, pero tampoco es un asesino de boca ensangrentada.

Entiendo que hay gente que tiene que morir, capitán, pero el precio ya es excesivo. Tenemos un puto Corazón de los Deseos y lo único que hemos hecho con él ha sido quemar cosas.

En este punto el espadachín va mirando a los marinos. Los necesita a ellos, no al capitán.

Además, ¿qué se va a hacer con este corazón? Lo usará el banco de Hierro para ganar aún más dinero? Lo diseccionará Dox para saber como crear lluvias de fuego? ¡Que los jodan a todos! Yo digo que lo usemos para irnos a un lugar apartado y vivir como reyes. ¡Ya hemos sangrado bastante! Tomemos este barco y vayamos donde nos salga de los huevos! Hasta podemos ir a ese sitio tan lejano y formar una colonia de verdad, y dejar de jugar a los soldaditos con estos orientales. ha llegado al hora de que elijamos nosotros nuestro propio destino.

Mira un momento por la borda y observa al marino alejarse. No tienen mucho tiempo.

Los que se quieran venir, conmigo. Los que no, ya pueden saltar como el amigo. Nadie os hará daño.

Espera la decisión para poder levar anclas y pedirle a Liv que conjure un viento propicio con el corazón que los aleje de la ensenada de forma rápida y segura, sin tener que soltar un sólo cañonazo. Está dispuesto a responder a la violencia con violencia, pero prefiere evitarla.

Liv se quedó de una pieza, a veces tenía ganas de matar a Valença y no precisamente rápido. Estaba cansada de aquella situación y de como todo el mundo están ansioso por algo que no sabía o no conocía. Cerró los ojos suspirando profundo y mirando al capitán, los demás podían irse, los que quisieran: ella quería salvaguardar la integridad del capitán.

Sí, iba a usar el corazón pero no iba a permitir que nadie lo apartara de ella. Ya no. Se acercó a Connor buscando su refugio y por si Valenca se volvía loco de pronto, contaba con él o al menos eso esperaba.

-¿Capitán?

La sacerdotisa estaba poniéndose de malas.

¿Le iban a robar la nave? Aquello era una locura, y no solo por que sus compañeros se vengarían, si no por todo lo que implicaba. Así que sonrió, sardónicamente, aunque consciente de que si sacaba la espada un par de arqueros le dejarían hecho un colador. Por eso, lo que quería era ganar algo de tiempo para retroceder hacia su camarote, poco a poco.

-Esa isla que mentáis pertenece a Braavos mediante tratado con el imperio dorado. Ésta nave... en la que habéis embarcado durante casi un año, pertenece a Braavos.

Parecía querer convencer a sus fieles, convencerles para que intentaran algo. Aunque dadas las circunstancias, aquello podía acabar en un baño de sangre.

-¿Escapar hacia el horizonte? Si esa es vuestra intención, os sugiero que escapéis lo más lejos posible, por que cuando la flota de Braavos llegue a éstas aguas, y ya le falta poco... os buscarán para colgaros por traidor -negó, despacio- Podría haberme esperado ésto de Rogare, o de cualquiera de los orientales. Pero... ¿De vos, señor Valença? Un braavosi, con tanto que ganar en el nuevo mundo que estamos construyendo...

Sonrió nuevamente, ya cerca de la puerta del camarote. Ésta vez parecía amenazador.

-Llegáis tarde. El maestre ya ha entregado los planos de sus armas al señor del mar, usando la vela de cristal. Pronto, todo Poniente y Essos sentirán el poder de las nuevas armas. ¿No queréis que nada cambie? Todo ha cambiado ya. Sin embargo, no es tarde... todavía podéis bajar las armas. Perdonaré ésta traición si no volvéis a pisar MI barco.

El discurso de Valença había hecho dudar a unos cuantos, pero no a los suficientes. Inspirados por la valentía del capitán y sus palabras, uno de ellos se acercó a uno de los cañones pequeños de la cubierta, dispuesto a usarlo. Helyx le lanzó un flechazo que le dejó tieso en el sitio. Pero fue el detonante para que los marineros trataran de defenderse. Algunos saltaron por la borda, poco dispuestos a hacerse matar por nadie. Otros, iban a ser rápidamente reducidos por los asaltantes.

Pero en lo que concernía al capitán, éste entró en el camarote rápidamente, sacando pies como buen esgrimista, y fuera del alcance de los arqueros desenvainó su estoque braavosi para iniciar una pelea, posiblemente a muerte, con su antiguo subordinado. Si uno lo pensaba friamente, aquello era muy braavosi: el que ayer era aliado, mañana era enemigo. A los hombres de su tierra les encantaban los lances de honor por un quítame allá esas pajas.

Al final las cosas iban a acabar como debían acabar. Un barco no se gana sin violencia. la libertad no se consigue sin violencia. Siempre ha sido así. Nadie da nada por nada.

Fue tras el capitán y allí, en aquella cubierta, era donde uno de los dos iba a perder la vida. Valença creía que iba a ser el capitán. lo había visto luchar. Era bueno, pero no lo suficiente.

Tras un intercambio rápido de ataques notó como su espada arañaba la carne del capitán.

Sólo me sabe mal que no seais vos el malnacido de Dox

Paró la primera estocada. Aquella iba a ser una lucha a corta distancia, muy marrullera, haciendo uso del mobiliario para atacar o estorbar a su oponente. Lanzó otra estocada en respuesta, y recibió una cuchillada que le traspasó el coleto, haciéndole bastante estropicio. Desesperado, tiró una segunda estocada mientras intentaba llegar al ventanal. Quizá, y solo quizá, su única posibilidad era escapar de allí.

-Os creía un vividor, pero no un traidor... ¡Braavos jamás olvida una afrenta!

Pero ¿qué diablos? Que Valença la ignorara estaba bien y se lo esperaba pero no el capitán. Negó con la cabeza furiosa pero a la espera de lo que pudiera suceder no sólo entre los dos espadachines sino también con el resto, los que no habían saltado al mar. Liv miró a Connor, tal vez la ayudara a decidir si actuar o simplemente esperar a ver en qué terminaba aquella estupidez.

A su grito de traición casi logra alcanzarle con el arma. Valença hace un extraño requiebro que evita la espada contraria. El capitán está herido, y no puede ganar, pero el tiempo es oro. Y más ahora.

Le mete una patada a un taburete que le estorba, para acortar distancia con el capitán y acabar con esto, a la vez que evita las cuchilladas contrarias e intenta encajar las suyas.

No os pongáis melodrámatico, capitán. El Banco de Hierro no lo merece.

Con la segunda parada, Valença desarmó al capitán. Su espada cayó de su mano, y él se acercó para amenazarle. Quería que se rindiera, pero él no iba a hacer tal cosa. Si no podía salvar su barco, trataría al menos de salvar el honor. Así que ni corto ni perezoso, se lanzó al mar por la ventana abierta en su camarote, junto al fanal de popa. Después de todo, no era uno de esos capitanes que se hundían con su barco.

El braavosi se asomó, viendo como se alejaba nadando con cierta dificultad. Helyx se situó a su lado, preparada para disparar una flecha si él lo ordenaba.

-Hemos hecho prisioneros -dijo desde la puerta- Pero son solo tres. ¿Los tiramos por la borda?

En verdad la prioridad en aquel momento era levar anclas, soltar trapo y alejarse de allí antes de que alguno de los nadadores llegara hasta las pequeñas carabelas y diera la voz de alarma. El tiempo, en aquel momento, era oro.

Aquel hombre iba a ser un estorbo si lograba llegar vivo. No les serviría de mucho que llegara a tierra. Era un buen tipo. Alguien a quien seguirían los demás. No como ese cabrón de maestre. Lo seguirían también, claro que sí. Pero no con fervor como al capitán. Nadie daría su vida por la rata escurridiza de Dox.

Miró a Helyx y asintió en silencio. No era una buena forma de morir pero, a fin de cuentas, no hay buenas formas de morir. Que se joda. Ha decidido. Podría haber vivido pero ha decidido morir. Y quiere ver como el capitán muere. Se lo merece.

Lástima. Valar morghulis.

Susurra para él mismo, aunque es imposible que Helyx no lo oiga.

Dan le informa de la situación, que ya está bajo control. Todos parecen aturdidos, pero aquí hace falta ponerse en marcha.

Que arrimen el hombro. A trabajar en los aparejos. Si remolonean los pasas a cuchillo y al agua con ellos. hemos de salir de aquí cagando leches. Si prefieren ser perros de Dox y el Banco de Hierro a Hermanos Libres les dejaremos en la primera parada. Sin heridas y con la parte del botín que se les adeuda y que aún no han cobrado.

Liv, os lo ruego, necesitamos viento para salir de aquí, o enviad una ola que deje los barcos sobre los tejados de la ciudad, o haced lo que os plazca, pero ayudadnos a salir de aquí con el Corazón.

Connor, supervisad los hombres. Necesitamos de vuestro carisma para mover a estos haraganes. Valéos de la Mantícora para que os ayude en las tareas naúticas.

Valença observa todo aquello, incrédulo. Son carne muerta. El capitán tenía razón. El Corazón es su única carta, pero algo en su fuero interno le dice que con la llegada de las armas de fuego el Corazón morirá junto la Eterna. algo le dice que han de ponerse a salvo pronto, antes que la codicia de Dox ahogue las maravillas pasadas como el Corazón.

Observa por la borda. Busca un barco pequeño. Uno de esos esquifes orientales de papel y bambú. No son muchos y no son lo bastante marineros como para manejar el barco de Larazys.

Necesitan un barco más modesto. Volar la Santa Bárbara del galeón. Que todos crean que han muerto. Con el Corazón y un esquife podrían hacerse invisibles y salir de la ciudad sin ser vistos y con la tranquilidad de saberse no buscados asentarse en un lugar plácido, como ricos hacendados y llevar una vida de lujos.*

Busca con la mirada a la mantícora, la persona con más autoridad marítima de a bordo.

¡Mantícora! ¿Crees que lo podemos conseguir?

Le pregunta señalando el propio barco. Buscando alternativas.

-No lo haré...- fue la respuesta del ponienti.

No había otra respuesta para ella en ese momento. Él estaba ya con la adrenalina en las venas, su lanza y escudo en las manos, y su atención dividida en mil y un frentes. Esto no podía acabar bien, pero esperaba sobrevivir junto a la sacerdotisa.

Cuando la sangre comenzó a correr y el capitán y Valenca empezaron su duelo braavosi, Connor protegió con su cuerpo a Liv. Su lanza se adentraba en la carne del desafortunado que intentaba acercarse de más, y su escudo empujaba al herido. El combate no fue largo, pero lo suficiente como para que su ánimo decayera.

-¿Esto está bien?- le preguntó a Liv en voz baja -¿Es este nuestro destino? ¿Convertirnos en traidores?-

Él había desertado. La Eterna lo sabía, pero los demás no. Pero desertar no era lo mismo que asesinar a sus compañeros.

Del capitán no sabía nada, ya que el combate los había separado, pero las palabras del braavosi le dieron a entender que había ganado o que su contrincante había escapado. De todas formas, esas palabras le generaron enojo ante el sarcasmo del espadachín. Pero no dijo nada, no ayudaría a esa situación.

¿Qué estamos haciendo? se preguntó Connor sin responder a la arenga de Valenca, y observando toda la situación con ojos incrédulos.

Liv parpadeo confundida por todo lo que estaba pasando, no había sido su intención que las cosas terminaran así. Siempre creyó en el capitán y creyó que podían ponerse de acuerdo. Puso su mano en el Jim de Connor y negó con la cabeza. Sabía que estaba en peligro pero no desarmada, aquello no podía ser el final.

-¡No, no vamos a terminar así tú y yo! Muertos tal vez pero así no.

Miró a Valenca y negó con la cabeza.

-No era así como debíamos hacer las cosas y lo sabes. ¡No estamos juntos en esto!

Si Connor no estaba de acuerdo en lo que ella iba a hacer tal vez no podría dar el siguiente paso pero confiaba en él y claro estaba Rhllor. Si el otro no recapacitaba, usaría la vela y luego el corazón sin remordimientos.

Valença mira a los dos tortolitos, pasmado. De ella no le sorprende. De él sí.

¡Por todos los diablos! ¿Pero qué coño os pensábais? ¿Que el capitán iba a ceder su nave simplemente con pedírselo? No me ha defraudado. Ha hecho lo que debía hacer un buen capitán... Pero vosotros... Esto ya lo habíamos hablado antes. ¿Qué coño os pasa? Os parece bien servir a un monstruo enfermo de oro como el Banco de Hierro, meteros en guerras internas de paises extranjeros, matar a cientos de personas, quemar flotas, jugar con niños reyes... Todo eso os parece bien, pero tomar un puto barco y agarrar por las pelotas al destino, eso no. Eso está mal. Está bien. Si lo preferís podéis bajaros aquí y ahora. O matarme. Con el Corazón no os ha de costar mucho, mi señora. Haced eso, entregad el Corazón a gente como a Dox. Destruid la Reliquia de vuestra religión, venga. Sed un perro fiel del Banco de Hierro. Si no es así dejad de lado esos escrúpulos de septón y poneros a la faena. Ambos. Tenemos un barco que sacar de aquí. Y dos barco enemigos que en nada nos querrán enviar al fondo del mar.

Mira a ambos con cara de alucinado.

¡VENGAAAAAAA!

Les grita, como una especie de amenaza para que reaccionen. Que lo maten o que obedezcan. Pero que actuen.

Había sido una mala muerte para el capitán Flaeryn, pero quizá se la había "buscado". Ellos habían trazado la línea, y mantenerse leales a una causa que ni les iba ni les venía les parecía una mala inversión.

Cuando escucharon aquellas negativas, ella preparó una flecha en el arco pero todavía no la tensó. Dan permanecía con una postura equidistante, mientras la Mantícora era una de las principales interesadas en consumar aquella "traición". Las manos se acercaron a las empuñaduras de las espadas.

Aquello podía ponerse muy feo.

Connor sólo sabía que algo: R'hllor tenía las respuestas que estaba buscando, la redención. Y ahora, Liv era lo más cercano al Dios que conocía. Había visto las cosas que lograba, había podido ver su bondad detrás de la máscara de frialdad y poder... no se podía negar que R'hllor la había elegido. ¿Para qué? No lo sabía, pero él creía que de esa forma, protegiéndola, su redención llegaría.

Entendía el enojo del braavosi, pero a la vez, no sentía odio hacia él o hacia ninguno de todos ellos. Justamente eso era lo que le daba una sensación que le decía "todo esto es un error".

-Valenca, no estamos de acuerdo con la matanza, pero tampoco está bien el derramar la sangre de los que fueron nuestros compañeros- dijo con seriedad, pero bastante tranquilo para la situación que estaban todos pasando -Si debo luchar contra tí, lo haré, pero no es mi deseo, no quiero derramar sangre que he protegido todo este tiempo- miraba al espadachín, pero también a Dan, a Ben, a Helyx y hasta a la Mantícora.

Le molestaba mucho sentir esa confusión. No tenía claro el por qué había accedido a traicionar a los braavosi, pero a la vez no estaba de acuerdo con sus métodos. De todas formas, había algo en la reunión con la Eterna que no le dejaba tranquilo al pensar que podían llegar a separarse.

Miró a Liv un momento, pero luego miró a los demás.

-Todos escucharon lo que la Eterna dijo. Debemos acabar con el Mago amarillo, pero así, matando a los que fueron nuestros aliados, no es la mejor forma de lograrlo. Necesitamos toda la ayuda posible, y si no nos gustaban las formas de ellos, hagamos las nuestras, pero no caigamos a su nivel, derramando sangre amiga- miró especialmente a Valenca -De nada nos servirá el Corazón y alejarnos al rincón más alejado del mundo si la Sombra gana las batallas venideras. Algún día tocará nuestra puerta, y no creo que sea cuando ya estemos cansados de vivir-

Lo dijo todo de un tirón, como si no se hubiese detenido a pensar lo que diría... y eso mismo había sucedido. Bajó la lanza. No quería derramar más sangre amiga. Antes lo hizo y no lo debería haber hecho, la confusión lo había cegado. Pero ya no más.

¡Mirad allí, por todos los dioses! hay dos barcos que nos van a volar por los aires si no hacemos algo. No es momento de ponerse a hablar como viejas.  Ellos no van a tener reparos en matarnos. Yo no fui el primero en atacar, Connor. Vos lo habéis visto. Ellos han elegido su destino. Ofrecer resistencia. Así que no vale la pena lamentarse por lo que no se puede cambiar. Por eso os repito que si no os gusta lo que está pasando ahora ya os podéis bajar. Yo creo que ya no hay vuelta atrás. Si queréis acabar con el Brujo Amarillo ese, es fácil. tenemos el Corazón... Aunque una flota de Braavos también viene hacia aquí.

No hablemos más, cojones. Elegid. Ahora. O saltar, o venir con nosotros o matarme. Si me matáis siempre pdoréis decir que habéis sofocado la rebelión... Si os cree Dox. Acabemos con toda esta mierda. Tenemos bastente oro en las bodegas como para ser ricos mil veces sin usar el corazón. Lo devolvemos a la Eterna, que es con quien debe estar y nos vamos a un sitio tranquilo. Esta no es nuestra guerra.

hace una pausa y mira a la pareja muy fijo. 

Y no voy a hablar más. No tenemos tiempo que perder. Quiero una decisión YA.

Avisa, muientras se perfila, con el flanco de la espada adelantado, dispuesto a vender cara su vida. No se va a dejar matar como un corderito. Sería absurdo morir por los cañones de las otras dos naves mientras se bate. No va a dejar pasar ni un segundo más.