Partida Rol por web

Esta extensa construcción de madera, una de las más grandes de la villa, sobresale por encima de las casas cercanas. El astillero también es la casa gremial de los constructores de barcos; aquí, sus miembros construyen casi todas las barcas de pesca, barcos mercantes y demás buques que pueda necesitar la villa. El cuerpo central alberga las oficinas, salas de reuniones, almacenes, y cuarteles para los trabajadores locales. El ala este se dedica a la construcción de pesqueros, mientras que la occidental se reserva para otros tipos de barco.

En aquel momento hay dos barcos en construcción en cada ala. Una vez que la nave sea navegable, se lanza por una de las  varias rampas que sobresalen directamente del edificio.

La noche se acercaba poco a poco, lo cual me favorecía dado que me permitiría localizar algunas presas que devorar para poder fortalecerme y dado que necesita evitar el contacto con los lugareños, la caída del sol no hacía más que ayudarme a pasar desapercibido.

A pesar de ello, el día se había hecho eterno. Tuve que contener las ganas de vomitar cuando empezó la ceremonia por el humano ahogado. Pasar horas en recobecos demasiado pequeños incluso para mí mientras buscaba rastros o permanecía a la espera de que se despejara la calle. No obstante lo único que podía hacer aparte de eso, era vigilar que en verdad nadie llegara a descubrirme.

Afortunadamente la caza parecía dar sus frutos. Había sido fácil suponer que algunas alimañas locales intentarían rapiñar comida de alguno de los almacenes, los barcos que regresaban con el pescado, o incluso de la basura que generaban con la limpieza de las criaturas del mar y cuyo olor llenaba todos los recovecos donde me había guarecido, por no mencionar que de fortalecerme acabando con los lugareños podría resultar mucho más problemático.

En estos momentos había localizado un gato pardo bastante raquítico y al que le faltaba un trozo del rabo, para mí un detalle sin importancia, pues no le habría hecho ascos a ningún animal. Además, seguramente no fuera el último.

Me acerqué cuidado de que no me viera porque siempre podría optar por escapar al sentirse amenazado, a pesar de que yo únicamenete era más alto porque mantenía mi cola intacta. Imaginaba que, llegado el momento, saltaría su instinto territorial e intentara echarme... pero sabía que era lo suficientemente fuerte como para acabar con él sin un rasguño.

Quizás fuera su instinto, o un olfato similar al de Lady Zarastian, pero el felino se había girado hacia mí en cuanto me hube acercado a cierta distancia. Lamentablemente, me encontraba lo suficientemente cerca como para saltar hasta él y atravesarlo con mi aguijón.

Demasiafi fácil.

Pensé mientras miraba a mi derredor, cercionándone de que nadie me hubiera visto antes de comenzar a comer. Una vez cercionado de ello, me subí sobre el animal, como si por un casual pudiera levantarse y escapar, y acto seguido me dispuse para sacarle los ojos. La única parte suficientemente blanda a la que podía acceder en infinidad de criaturas tanto aquí como en el infierno.

Acabada la comida, eché una mirada al cielo. La noche se acercaba inexorable. Eso me daba nuevas oportunidades para explorar la ciudad aprovechándome de las desventajas de los ciudadanos.

Edita máster: Te llevo allí y te voy a poner en destinatario oculto. Para que no te puedan ver.

El mayor negocio de Tormentos Cristalinos es la pesca, siendo la comida típica local el marisco. Esta pujante industria se centra en la sección suroridental de la ciudad, concretamente en siete grandes almacenes donde los pescaderos venden sus capturas a los engargados de limpiar y preparar el pescado, para después enviarlo a los mercados o restaurantes de la villa.

Cada uno de los almacenes está dirigido por una de las siete familias de pescadores residentes, con al menos pudientes arreglándoselas en los edificios apiñados a su alrededor. Las barcas de pesca abarrotan los muelles, donde el tráfico es intenso al amanacer y al traer las capturas al anochecer.

Esta sección de la ciudad también alberga el rentable gremio de pescadores; cada uno de los almacenes hace las veces también de casa gremial.

Al parecer la egocéntrica actriz seguía sin volver a necesitar mis servicios, o por lo menos temían que pudieran entrar a robarles durante la noche como para dejarme un lugar por el que colarme, aunque también fuera para evitar que Lady Zarastian escapara si en verdad era el monstruo que yo intuía. Podía ser incluso el origen de los extraños ruidos en una taberna, pero ya me enteraría mañana si algún grupo alocado se había atrevido a investigarlo.

En cualquier caso, esta noche me concentraría en permanecer alejado de cualquier problema, salvo que decidieran buscarme sin tener en cuenta mis deseos, al fin y al cabo pudiera ser que la mediana lograra sobrevivir e intentara localizarse, o que la gente residente en el barrio me descubriera, o incluso la misma guardia llegara a cazarme, o quizás alguna de las familias de pescadores decidiera abarcar más y escogiera esta noche para actuar y yo mismo me viera involucrado en medio.

Quizás solo necesiten un empujoncito.

Me descubrí pensando antes de caer en que para sacar algo de ello necesitaría más información y no me apetecía molestarme en conseguirla. Ya tenía otras cosas más interesantes, puede que incluso averiguar algo sobre la secta que alejaba a los feligreses del dios sol, ya que podría tener aliados en la ciudad y no darme cuenta de ello. A saber, meditaría mis opciones esta noche un rato y ya vería que hacer de mañana en adelante.

Las primeras luces comenzaban a colarse conforme los primeros ruidos de gente dirigiéndose a los barcos o lonjas comenzaban a aparecer o eso era la impresión que tenía a estas horas tan tempranas. En cualquier caso, esto sólo significaba una cosa, era hora de moverse y,por lo menos, había tomado una decisión en este tiempo.

Dejé de apoyarme en la pared sobre la que había estado esperando y me estiré hasta que noté como se herizaban todas mis escamas.

[K]Muy bien mi señora, veamos si ya has perdido el control.[/i]

Pensé antes de salir hacia el teatro.

El mayor negocio de Tormentos Cristalinos es la pesca, siendo la comida típica local el marisco. Esta pujante industria se centra en la sección suroridental de la ciudad, concretamente en siete grandes almacenes donde los pescaderos venden sus capturas a los engargados de limpiar y preparar el pescado, para después enviarlo a los mercados o restaurantes de la villa.

Cada uno de los almacenes está dirigido por una de las siete familias de pescadores residentes, con al menos pudientes arreglándoselas en los edificios apiñados a su alrededor. Las barcas de pesca abarrotan los muelles, donde el tráfico es intenso al amanacer y al traer las capturas al anochecer.

Esta sección de la ciudad también alberga el rentable gremio de pescadores; cada uno de los almacenes hace las veces también de casa gremial.

Con cuidado Argot andaba por los almacenes del puerto cubierto con la capucha de su túnica y evitando las miradas de la gente. No podían verle tal y como era, su cabeza valía dinero parece ser y no podía permitirse pagar por protección. Debía encontrar dinero, información o algo que le pudiera salvar de la enfermedad o del enano cabrón. Necesitaba información sobre aquel cabrón, así que tendría que encontrar algo. Sólo tenía aquel cuerpo extraño que parecía estar echo para el agua más que para la tierra. Sabía que el enano tenía una entrada por las alcantarillas o eso creía, la única opción que podía tener era encontrarla. Dispuesto a encontrarla se dirigió a las alcantarillas de aquel lugar y rezar por no perderse.

Desesperado por la falta de entradas se dirigió a los muelles, allí tal vez alguien comenzaría a cantar algo. Capucha echada evitando cualquier mirada, esperaba que pudiera hacerse pasar por una raza que aunque exótica no atrajera demasiada atención. Preguntaría pues alguien sabría quien suministraba al enano o donde encontrar gente introduciendo cosas ilegales en la ciudad. Necesitaba encontrar respuestas y si arriesgaba su vida... bueno esta vez estaba justificado quería volver a su vida normal con una cara que no atrajera tantas miradas.

Molesto por todo lo que faltaba de información sobre aquel maldito enano, Argot se le ocurrió que tal vez podría aprovecharse de su situación. Ahora parecía ser menos ágil en tierra pero sin duda en el agua sería mucho más rápido. Decidido a encontrar respuestas se acercó al río y se sumergió en el. Pretendía hacer un minucioso estudio del los puertos bajo el agua para buscar zonas que los contrabandistas pudieran estar usando para introducir mercancía bajo el agua o entradas secretas. Todo lo que estubiera fuera de lugar.

Poco antes de tirarte al mar, ves que un par de personas, uno de ellos dirías que es un drow, se están acercando hasta los almacenes. Justo en ese instante te tiras al mar en busca de algo que pueda resolver todo aquel asunto. No encuentras ninguna entrada, pero entre las redes de uno de los almacenes encuentras unos extraños pedazos de coral negro. No se parece a ninguno de los arrecifes cercanos.
 

A esta hora del día el muelle está prácticamente vacío ya que las barcas zarparon con el amanecer.

Era bastante más grande de lo que había imaginado. La drow escurrió la mano por el interior de su capucha meciéndose el cabello mientras otea va a su alrededor el trajín preparando los almacenes, y no tardó en cubrirse la parte inferior de su rostro, dejando visible ahora tansolo sus ojos, ya que se le hacía nauseabundo aquél intensísimo olor a pescado.

- Llegamos. Demos una vuelta por aquí - dijo a su compañero.