Partida Rol por web

Este complejo amurallado alberga una gran estructura de madera de una sola planta, que a su vez rodea un patio abierto. Las puertas del lugar suelen estar cerradas y vigiladas, aunque más por alarde que por otra cosa.
Se trata de la infame Escuela de los Filos, una escuela de lucha fundada hace casi una década. Sus intructores enseñan un acrobático estilo de lucha que se centra en la movilidad y el uso de armas ligeras; en pocas palabras, entrenan duelistas.

Iba a resultar casi imposible entrar sin ser visto en el lugar, más aún salir de él teniendo en cuenta la temporalidad de la ilusión. Quizás mi única posibilidad era aprovecharme de ella el máximo posible, pero de esa manera perdería el factor sorpresa por la posibilidad de llegar hasta el fundador.

Difícil, difícil... ¿que haría el amo?

Me pregunto a mi mismo, imaginando el sin fin de posibilidades que pudiera haber pensado el archiduque en su fortaleza de hierro. Provablemente se las ingeniaría para que el hombre viniera hasta él, pero la única opción que me permitiría ese camino sería cogerlo en el teatro mientras miraba embobado a Aydi desde el palco, o esperaba ansioso en su camerino, las cuales acabarían destrozando mi actual refugio.

También podría simplemente esperar a que muriera de viejo, lo que me resultaba inviable. Quizás optara por envenarlo, pero para eso debía buscar algún veneno capaz de acabar con él y averiguar el modo de que acabara tomándolo... demasiadas complicaciones.

Al final, la manera más sencilla era el asalto semidirecto aprovechando la noche, lo cual no reflejaba la dificultad de la tarea, pues me esperaban al menos dos muros que trepar. Inmediatamente lancé un vistazo al del exterior intentando evaluar si me sería posible la hazaña.

Quizás sería mejor aprovecharme de mi aspecto.

Considero conforme lo examino.

Tu pequeño tamaño te facilita enormemente colarte a través de algún barrote de la puerta. Aquello no debía suponer ningún trabajo para un lindo gatito como tú. Cuando logras colarte en el interior del edificio no encuentras por ningún lado al que debe ser el maestro de la escuela. Pero sí que encuentras a un par de personas, una joven gnoma y aún chaval humano. Ambos están hablando sobre lo triviales que son últimamente las clases y el poco interés que manifiesta Daryn por ellas.

Ese nombre me sonaba... ¿dónde lo había escuchado? ¡Ah cierto! Era el nombre del maestro de filos. Al parecer la ama Zarastaian no era la única que andaba descontenta con él, aunque dudaba que los sentimientos del humano y la gnoma llegaran a tal extremo. En cualquier caso, quizás consiguieran reunir el valor de ir a quejarse si esperaba lo suficiente facilitándome el localizarlo. Así que, me decidí a agazaparme y quedarme totalmente inmóvil mientras prestaba atención a su conversación.

Al poco tiempo los chavales miran la posición del sol a través de uno de los ventanales de la sala, lo señalan y se ponen a recoger sus pertenencias. Estaba claro que se les había hecho tarde. Así que se dieron toda la prisa posible para volver a su hogar. Seguían enfadados con el profesor, puesto que seguían quejándose sobre la poca importancia que daba últimamente a sus clases.

Ligeramente defraudado por que no me llevaran con el maestro, sólo me quedaba la opción de buscarlo por mi mismo.

Posiblemente tenga un cuarto arriba.

Pienso mientras empiezo a buscar las escaleras mientras estoy atento a cualquier otro sonido que pueda avisarme de un futuro encuentro.

¡Vaya! ¿Pero cómo has llegado tú hasta aquí? ¿He cosita bonita? Dijo aquel hombre que acababa de llegar a la Escuela justo cuando estabas dando vueltas en busca de su propietario. Luego se agachó y se puso en cunclillas al tiempo que hacía un suave bisbiseo para que te acercaras hasta él.

¿Será éste el hombre?

Definitivamente era mayor que los otros dos con los que me había cruzado, por lo que la posibilidad existía. Quizás debería haberle pedido una descripción a Aidi, pero eso ya quedaba tarde, debería arriesgarme.

Esperé unos segundos suspicaz, claramente no confiando en sus intenciones aunque las mías fueran más peligrosas, y después comencé a acercarme lentamente intentando descubrir lo que fuera que ocultara.

Al comprobar como te acercabas a él el hombre te tomó en brazos al tiempo que te acariciaba la barriga. Pero qué cosa más bonita eres. Dijo mientras se continuaba acariciando. ¿Tienes hambre, pequeñín?
 

Para mi desgracia no tenía todo el tiempo del mundo, y de atacarle directamente ahora tenía todas las de perder a pesar de contar con el factor sorpresa.

¡Maldición!

Sólo me quedaba una forma de culminar con éxito ésta tare, intentar convencer al fundador de la escuela de que dejara tranquila a Aydi. Para ello debía aprovechar ésta forma, en la que al menos tenía la opción de trastocarle y llegar a despistarle lo suficiente para que tuviera en cuenta el mensaje.

- Maestro de filos, deje en paz a Lady Zarastian.

Le respondí a su tonta pregunta y tras ello me quedé observándole con sorpresa porque hubiera dejado de acariciarme la barriga. Pues mi única opción era esa, hacer llegar mi mensaje como el efecto de algún hechizo, además así podría averiguar si en verdad era él el fundador o llevaba el mensaje a alguien.

Daryn soltó al hermoso gatito en cuanto lo escuchó hablar. Pero... ¿Qué demonios eres? Dijo irónicamente el que parecía ser el Maestro de los Filos. ¿Y cómo sabes tú eso? Dijo ahora con cara aún más de extrañeza. Yo no la he hecho nada. Y no sé muy bien de qué me estás hablando. ¿Te ha dicho ella algo? Dijo mientras trataba de volver a cogerte.

Parece ser que si era el fundador de la escuela. Mejor, así podría seguir hablando para intentar convencerlo y no únicamente buscar la manera más rápida de escapar.

- Lady Zarastian no es buena para usted - le indiqué mientras comenzaba a lamerme la pata para limpiarla, claramente sin darle importancia a que me hubiera dejado caer e ignorando completamente sus preguntas - Además no le interesáis... pero parecer ser que estáis tan cegado con su brillo que no os dáis cuenta de ello. Simplemente necesitabáis alguien que os lo dijera y así volvieros a centrar en vuestros desorientados pupilos.

Prosigo cambiando poco después a la otra pata, ignorando cualquiera de las acciones del humano.

Parecía que el joven se había acostumbrado rápidamente a escuchar a un gato hablando, porque decidió colocarse en cuclillas para escucharte mejor. Un momento, ¿tú cómo sabes eso? Volvió a repetir. Creo que te equivocas, tarde o temprano lo conquistaré. Dice negando con la cabeza. Y además, que tiendrá que ver mis pupilos en todo esto.

Que terco podía ser el humano.

- ¿Acaso acostumbráis a medir vuestras palabras cada vez que veis, o no veis, un gato? - le pregunto, dándole a entender cómo puedo saber varios asuntos - Vuestros alumnos opinan que habéis perdido interés en ellos y tarde o temprano esto provocará el fracaso de vuestra escuela. Respecto a Lady Zarastian la he escuchado asegurar que está harta de rechazar vuestras pretensiones, aunque sabe mejor que yo lo buena actriz que es y quizás sus buenos modales le ayuden a mantener absurdas esperanzas.

Seguía hablando como si nada, como si mis intenciones fueran únicamente ganas de hacer algo correcto, lo cual era cierto en parte, ya que me interesaba disuadirlo por mi propio beneficio.

- Sin embargo, os daré una pista más sobre ella que os ayudará a recapacitar... ¿dónde creéis que estaba el anillo del gobernador?

Las palabras del lindo gatito parecían estar haciendo mella en su semblante. Poco a poco su cara se iba cambiando y mostrando un rostro más infeliz y reprimido. No podía creerse que su conciencia, pues así es como había decidido que era ese gato, le estuviera diciendo todo aquello. Cuando estuvo a punto de asentir con firmeza, el gato le lanzó una bomba sobre ella, una pista para recapacitar.

¿De qué anillo y de qué gobernador hablas? ¡No entiendo nada! ¿Dónde estaba el qué?
 

Ésta vez si me preocupo lo suficiente como para mirarle, como si algo no me cuadrara y sus dudas me hicieran pensar.

- ¿Flinigan no es el gobernador? Es extraño, las gentes no suelen hablar con tanto afecto de alguien que no es su gobernante... mis disculpas por el término Maestro de Filos.

Me excusé ante Daryn por la equivocación para acto seguido erguirme sombre mis cuatro patas, sacudir la cabeza y despedirme.

- Aunque no importa. Simplemente centraos en vuestra escuela y, si os creeis capaz de manteneros alejadas de ella, volved a verla actuar. No hay motivos para que no disfrutéis del teatro si tenéis las ideas claras. Buenas noches Maestro.

Concluyo, imaginando que ante las dudas que atenazaban su corazón tardaría bastante en acercarse por los aledaños del teatro, lo cual era suficiente para mí y lograban que mi presencia en este lugar llegara a su fín.

Ahora veamos qué es Lady Zarastian...