Partida Rol por web

Tras la bofetada que le dio Balo a Zynna, Redhawk que estaba allí esperando a que terminaran de hablar, salió corriendo dispuesto a derribar al orco. Pero éste, como si le hubiera visto venir, fue capaz de esquivarlo sin ningún problema. Zynna se frotó la mejilla donde había recibido el golpe, y aprovechó también para desenfundar la lanza y tratar de clavársela a su rival. Pero el orco volvió a esquivar el golpe sin tan si quiera hacer esfuerzo alguno.

Néstor contemplaba atónito el combate que se estaba desarrollando en su propia iglesia. No esperaba que la arena fuera a llevarse de esa forma, y no estaba dispuesto a dejarlo pasar:

¡Dios Kord, todo poderoso, maestro de las armas y la guerra, llama a mi aliado para proteger esta iglesia de los daños que pueden provocar estos extranjeros!

Y entonces un haz de luz comenzó a brillar cerca del orco.

A continuación, Balo volvió a propinar otro bofetón a Zynna, que no pudo hacer nada por remediarlo. Pero ella vio un hueco en sus defensas y aprovechó para devolverle el golpe*. E inmediatamente desenfundó su espada bastarda para llevar aquel combate a algo más serio.

Pero Lucrecia aprovechó la ocasión para lanzar un conjuro sobre Balo, uno más rápido y quizá más efectivo que el de Néstro. El orco se quedó boquiabierto, incapaz de hacer nada durante unos segundo. No estaba en ese momento en condiciones de hacer absolutamente nada.

Finalmente Boudiko desenfundó su cimitarra y escudo preparándose también para el combate.

Desenfundo mi arma e intento una maniobra básica de derribo y noqueo, bastante potente, pero aún así, los orcos son bastante fuertes...

Zynna aprovechó que Balo aun estaba desarmado para intentar volver a hundir la lanza en su costado. Sin embargo, la suerte no parecía estar de su parte aquel día y, una vez más, su lanza erró, quizás por la confusión que suponía aún aquel segundo bofetón que recibió por parte de la criatura.

Sin embargo, eso no hizo más que enrabietarla mas. Ella era una guerrera, no una botarate. Asi pues, volvio a atacar Balo, con más fuerza y más furia, esperando que esta vez su determinacion fuera suficiente para herirle.

La espada de Balo fue directa al torso de Redhawk en busca de partir en dos al ser que había intentando derribarle.*

Quizás todo habría quedado en una disputa a golpes, y arrastrando al orco por la calle de una de las piernas hasta lanzarlo al mar. Quizás simplemente atarle una pierna a la rama de algún árbol para que los niños se divirtieran golpeandole, pero cuando el orko se hizo con su arma, dejó claro que aquello había cambiado totalmente. El animal buscaba sangre, y sangre tendría. La suya.

Alzó la cimitarra para descargarla contra la bestia ahora armada.

La culpa era de ese animal. ¿A quién se le ocurría liarse a mamporros con una mujer —o con nadie, en cualquier caso— en una catedral? Vaya pregunta, a un imbécil redomado...

Pero la reacción de los demás no había sido la más afortunada tampoco. Armas fuera y a destripar al cerdo. En un santiamén se habían echado encima del orco con sus espadas y cimitarras y lanzas, y Lucrecia no había tenido espacio para dejar inconsciente al orco, como pretendía, sin afectar a los demás al mismo tiempo.

Después de dar un segundo golpe a Zynna y verse rodeado de enemigos armados, el orco había reaccionado de la única forma que podía esperarse de alguien con tan poco juicio: desenvainando. Al menos, su conjuro había conseguido evitar que tratara de cortarle la cabeza a nadie.

—No lo matéis —pidió—. Está bajo control. Limitaos a reducirlo y defenderos, por favor.

El destino del orco le importaba bien poco. Alguien que recurría a la violencia con tanta premura no era más que un parásito que estaba mejor muerto, o viviendo por su cuenta en medio de ninguna parte. Sin embargo, no quería verse involucrada en un asesinato en la catedral de Kord.

La muchacha se alejó de la melée tanto como pudo, manteniéndose a distancia suficiente como para seguir conjurando.

Si Balo sigue consciente, lo mismo que en el turno anterior:

Redhawk aprovecha que Balo está atontado para tirarle al suelo y derribarle. Con el orco prácticamente fuera de combate, Zynna  logra clavar su lanza entre las costillas de su enemigo, haciéndole un ligero tajo que comienza a sangrar.

En ese momento el haz de luz que estaba junto a Balo se materializa para dar lugar a un extraño ser. Una especie de bola luminosa que comienza a brillar con gran intensidad para cegar allí a todos los presentes, y así por fin, finalizar aquel combate que se estaba desarrollando en la Catedral de Kord, y cuyo sacerdote no estaba dispuesto a permitir.

Un muro de piedra de casi dos metros y media de altura rodea este edificio de piedra. Los tejados están cubiertos de tejas de color sangre, y los laterales de la elevada estructura consisten en enormes pilares tallados para representar a diversos hombres y mujeres luchando, cada uno armado con un arma diferente o realizando alguna proeza de fuerza. Como si estas esculturas no bastasen para definir la función del edificio, un gigantesco disco de piedra con el símbolo de Kord pende sobre las puertas gemelas de roble de su fachada

Llego al interior y lo primero que hago es ver si Néstor está bien. Néstorr, está usted bien?, que ha pasado?, qué fué esa luz? Le asalto con una batería de preguntas para ver si consigue aclararme lo que había pasado.

LLego a la catedral y aunque permanezco en los laterales intentando no llamar la atención, no puedo evitar que algo ha ocurrido.

Saludos ¿qué ha ocurrido? pregunto acercándome al hombre que habla con el sacerdote

El guerrero se gira un momento ante la intrusión del extraño, pero tiene tiempo antes de que el sacerdote conteste y le explica brevemente lo sucedido.

Eso estoy trratando de averriguarr, estábamos rreduciendo a un orrco que se puso violentoo, porrfín estaba en el suelo y de golpe un destello nos hizo desaparrecerr. Nestorr, explíqueme que ha pasado y si el rresto no ha sufrrido daños.

-¿Ese Orco dijo su nombre?- no es que conozca a muchos, pero siempre está bien mantenerse alerta frente a estos sucesos extraños. Tal vez en un encuentro futuro me venga bien saber a qué me puedo estar enfrentando.

Un muro de piedra de casi dos metros y media de altura rodea este edificio de piedra. Los tejados están cubiertos de tejas de color sangre, y los laterales de la elevada estructura consisten en enormes pilares tallados para representar a diversos hombres y mujeres luchando, cada uno armado con un arma diferente o realizando alguna proeza de fuerza. Como si estas esculturas no bastasen para definir la función del edificio, un gigantesco disco de piedra con el símbolo de Kord pende sobre las puertas gemelas de roble de su fachada

Sí, estoy perfectamente. Ese orco se llamaba Balo y se inscribió en la arena que se realizará justo en cuanto el sol se ponga. Pero por lo que se ve, confundió el vestíbulo de la catedral con la arena, y a los presentes con sus rivales. Como los demás tampoco se comportaron como es debido, simplemente me ocupé de sacaros de aquí a todos.

No permito batallas en mi iglesia, no si no son en la arena. Así de simple.

Un muro de piedra de casi dos metros y media de altura rodea este edificio de piedra. Los tejados están cubiertos de tejas de color sangre, y los laterales de la elevada estructura consisten en enormes pilares tallados para representar a diversos hombres y mujeres luchando, cada uno armado con un arma diferente o realizando alguna proeza de fuerza. Como si estas esculturas no bastasen para definir la función del edificio, un gigantesco disco de piedra con el símbolo de Kord pende sobre las puertas gemelas de roble de su fachada

Al llegar, encontró allí al Sacerdote y al caballero que los había ayudado. Se acercó hasta ellos con paso decidido y aquel aspecto serio y firme que traía consigo. Se detuvo junto a los interlocutores, escuchando las últimas frases de Nestor.

Que ellos no se habían comportado como es debido. Claro, debían esperar a que los mataran sin defenderse. Estos sureños eran imbéciles en el mejor de los casos. Pero ahora debía tratar con ellos, por poco que le gustara aquella ciudad, por poco que le gustara aquella gente.

- Buenas tardes. - No, allí no estaban ni Lucrecía ni Zynna. - Me disculpo si nuestro comportamiento no fue correcto. - Fuimos atacados, nos defendimos y nuestro comportamiento es el incorrecto. No me extraña que entre Lyra y Nestor esten perdiendo adeptos. - No veo aquí a las dos mujeres que me acompañaban, y es necesario que las encuentre para seguir nuestra investigación. - Le informé, esperando -sin mucha esperanza- que me dijera donde estaban las mujeres.

Después observé al hombre de la armadura, Redhawk, que nos había ayudado con anterioridad. Le tendí la mano, con un gesto amable y agradecido. - Gracias por la lucha de antes. -