Partida Rol por web

Mientras esperas la contestación de Phenios escuchas a un trío de hombres entrar en la catedral.

Esta impresionante catedral se alza sobre los edificios colindantes, y quizás sea la estructura más alta de todo Tormentos Cristalinos. Desde luego, es uno de sus rasgos más impresionantes. Los muros de piedra blanca de la catedral se elevan casi 100' sobre el nivel del suelo, y la gran cúpula de metal rojo y naranja que remata su estructura cuadrada añade otros 50' más a su altura. El radiante símbolo dorado de Pelor adorna los muros del templo, proclamando su fe con orgullo y sin sombra de duda. Pero a pesar de su grandiosa apariencia, el edificio parece un tanto abandonado e incluso algo sucio.

Un dolor atroz azotaba la cabeza de Phenios. No había dormido nada bien ésa noche, las pesadillas no le dejaban descansar y para colmo aún no había podido conseguir un arco...

Se incorporó en la cama poniendose las manos en la cabeza y, despues, frotándose los ojos. Cuando la mujer empezo a hablar se levantó de golpe y cuando terminó dijo -Perdone mis modales, señorita... Raellia. No he pasado muy buena noche.

-Dadme unos minutos que me ponga presentable y charlamos. -dijo el elfo mientras buscaba, se ponía la camisa y se ajustaba el jubón, apretando las correas. Se colocó el carcaz en la espalda y... entonces recordó, otra vez, que aún no tenía arco.

-Perdón por la espera mis señoras. -dijo con una leve sonrisa en los labios. -Mi nombre es Phenios. Encantada de conocerla. -añadió mientras con una leve reverencia le cojió la mano y la besó.

Al levantarse y volver a ver a Lyra recordó el incidente de la noche anterior y con algo de preocupación en el rostro dijo -¿Cómo terminó el incidente del puerto?

Raellia se sonrojó visiblemente ante aquel gesto.

-No es necesaria tanta galantería, simplemente soy una más. Pero parece que ha llegado más gente que podría necesitar ayuda. Podríamos echar un ojo, y mientras tanto... ¿Qué accidente del puerto? ¿Pasó algo grave? Espero que no. No me gusta ver sufrir a la gente. 

Ésa última frase la soltó algo decaída, recordando a los heridos de la catedral, y las miserias que había visto. Parecía que el sufrimiento ajeno le afectaba realmente. 

Al llegar, el grupo buscó al hombre que los había recibido horas antes. Y la cosa no era fácil...

El bullicio en aquel lugar no entendía de horas, y aunque comenzaba a oscurecer, los debotos de Pelor no dejaban de entrar para realizar sus oraciones. Pero Ethan lo tenía claro: si no encontraban a aquel hombre, preguntaría al primero que pasara por allí.

El objetivo era claro: conocer el estado de Anmeh.

-Se incendió, de forma extraña, una de las casas del puerto con alguien dentro. -empezó contestando a Raellia. -Y para colmo había criaturas grotescas en el interior. No se que pasó exactamente pero solo recuerdo volver hasta aquí y quedarme dormido.

Realmente Phenios no sabía que había pasado en el puerto y la única que podía saberlo era Lyra. Mientras esperaba a que la mujer les resolviese sus dudas se asomó por la puerta de su habitación para intentar ver a los hombres que habían entrado en la catedral.

kung fu conocia las intenciones de ethan y lo acompaño para cercar entre dos al sacerdote mas cercano que tuviera pinta de saber tal informacion que los aventureros estaban buscando

En estos casos lo mejor que se puede hacer es buscar por nuestra cuenta.La actitud lo es todo , caminad como si tuviéramos derecho a estar aquí y nadie nos preguntara adonde vamos..Al ver que los demás tienen intención de pedir permiso a los sacerdotes me desmarco del grupo y comienzo a deambular por el templo como si fese el mismísimo gran sacerdote.

- Pues si, la verdad, un grave suceso ha acontecido nuestra ciudad. La pasada noche dos columnas de fuego se alzaron en dos locales. El que más daño sufrió fue La Cabra de Mimbre, una posada regentada por Lankus Kurrid y que ahora ha quedado reducida a escombros y en cuyo derrumbe perecieron dos personas. El otro lugar, al que os referís, fue el Salón de las Rarezas de Anmeh. Anmeh está en una de las habitaciones descansando, ha sufrido mucho y cayó en estado de shock tras el suceso. 

Varios han sido los aventureros y habitantes que se han acercado por aquí en busca de ayuda o consuelo, pero como sabéis mi Iglesia no está pasando por uno de los mejores momentos. No tenemos dinero casi para mantenernos sin pasar mucha hambre y cada vez quedan menos adoradores de Pelor.

Lo que está claro es que lo que ha sucedido ha sido algo muy extraño, seguramente sea algo mágico o sobrenatural.

Los tres hombres que andan por la catedral, son tres hombres robustos, uno grande y pelirrojo, otro encapuchado y el último algo más delgado y moreno.

El sacerdote hace caso de vuestras peticiones y sin que sea necesario que hagais ninguna maniobra extraña os lleva a la habitación de Anmeh. Parece que el hombre ya está algo mejor y un poco más recuperado. Yace sobre la cama, tumbado y descansando, parece que pronto se marchará de allí.

-Si, un extraño acontecimiento. -digo corrovorando las palabras de Lyra. -Y tranquila, yo os ayudaré en todo lo que esté en mis manos. -añado con una leve sonrisa.

Giro la caveza sólo un instante para tener controlado a los tres extraños que acaban de entrar. -Creo que han entrado tres aventureros. Voy a recibirles si os parece bien. Así podreis terminar de hablar. -digo mientras me vuelvo hacia la puerta de la habitación para salir e ir a recivir a los visitantes.

-Mi único interés es ayudar, señor Phenios, y quizá éstos nuevos visitantes sepan algo, o quieran colaborar con una buena causa. Creo que yo también debería hablar con ellos. Si me disculpáis, suma sacerdotisa, debo ver si es posible recabar más información o encontrar a alguien más que quiera ayudar. 

La joven paladín se acercó a los tres hombres que acababan de entrar en la Catedral. Tenían pinta de aventureros, quizá podría convencerles de ayudar al templo y a las buenas gentes que se encontraban allí... O lo mismo habían acudido aquí con ésa intención.

-Saludos, amigables aventureros. Os ruego que perdonéis mis modales, pero... ¿No habréis venido por algún casual a ayudar al templo? ¿O hay algún otro motivo que les haya traído aquí?-dijo, con un tono amigable y una sonrisa tanto en sus labios como en sus ojos. 

Sigo de cerca a Raellia para saber las intenciones de ésos tres hombres aunque no digo nada. Me quedo expectante esperando a que contesten justo detrás de la mujer.

Cuando se dirigían hacia el camastro donde se encontraba Anmeh, que por cierto tenía mejor cara que cuando lo habían dejado horas antes, una joven acompañada de un elfo se les acercó preguntando si se disponían a ayudar al templo de Pelor.

Por sus ropajes y armadura, parecía ser una paladín, pero lo que sorprendió a Ethan fue lo directa que había sido en entablar conversación con ellos. Ni tan siquiera había dicho su nombre! Y aquel silencioso elfo gris... debían ser prudentes y no explicar más de lo necesario.

-Hemos venido a ver a un conocido que ha padecido un desgraciado accidente... Y tu nombre es...?

La verdad es que lo sucedido en el museo, ya de por sí, era misterioso. Y junto con la moneda y su enigmática inscripción, lo mejor era hablar lo justo y necesario de ello.

-Lo siento, tiene razón. Mi nombre es Raellia, Raellia Filosolar, y soy una paladín recién llegada que busca como ayudar a las pobres gentes de por aquí.

Una expresión triste afloró a su rostro cuando prosiguió:

-Por desgracia, parece que las desgracias afloran en ésta ciudad, y hay demasiadas cosas que hacer... La iglesia de Pelor, que ayuda a los necesitados, se está viendo en problemas... Y además, lo de ésas dos explosiones. Quiero ayudar, pero estoy bastante perdida, y sola no llegaré muy lejos.

Recuperando la sonrisa, concluyó:

-Por éso os he preguntado, parecéis gente aguerrida, y seguro que vuestra ayuda vendrá bien a todos los necesitados. 

Ethan tuvo una idea...

-Explosiones? Hemos oido alguna cosa... Habéis descubierto algo sobre ellas? Su origen? Quién las ha provocado?

Puede que la fortuna se inclinara hacia su bando y descubrieran alguna cosa más sobre su "encargo". Aquella paladín parecía buena persona y, si tenían información sobre lo ocurrido, podrían unir esfuerzos y resolver el misterio de las explosiones.

-Por cierto... mi nombre es Ethan.

Hay tantos necesitados.... digo con cierto desden.De todas formas ya tenemos otras cosas en que ocupar nuestro tiempo y no podemos dedicarnos a ir reparando injusticias.

-Encantada Ethan-sin embargo, la actitud del otro extraño la dejó un poco descolocada-No veo por que no pueden ser las dos cosas compatibles... Y hay muchos necesitados, pero pueden ser menos si todos decidimos colaborar. Sin embargo, volviendo a lo de las explosiones... No, no sabemos nada, yo acabo de llegar a ésta ciudad.