Partida Rol por web

El Kraken miraba al monstruo y a los demás sin entender mucho más que la propia bestia. Él había entendido a la enana, por supuesto. Su padre siempre le habló en gigante y era una lengua materna para él. Su padre le había enseñado a hablar varios idiomas, aunque no sabia escribir ninguno.

El kraken repitio la pregunta de la enana en gnoll y dracónico, por si acaso sonaba la flauta.

*Queremos hacerte algunas preguntas. ¿Nos ayudas?

Sanya se sorprendió al escuchar al Kraken hablar en otros idiomas. Hasta ahora le había parecido un bárbaro analfabeto y se soprendió al darse cuenta de que quizás había más en él de lo que parecía a simple vista.

-¿Qué te parece? Menuda sorpresa! ¿Que hacemos si no contesta? Le atizamos otra vez?

Elianne torció la sonrisa y arrugó la frente. Lo dudaba, pero nada perdía por intentarlo.
Élfico y gnómico sumó a las pruebas.
—¿Entiendes a alguno de nosotros?

Luego se volteó hacia la enana y dijo en común.
—De nada sirve golpearlo, no aprenderá una nueva lengua. Creo que lo mejor será que lo duerma y ustedes terminen con él...— Elianne contrajo los labios, descontenta.
 

Sanya se encogió de hombros. 

-Al menos lo hemos intentado. 

La criatura seguía ahí, parada y sin decir nada. Si entendía algo de lo que le decían no parecía querer contestar.

Sanya se movió  un poco alrededor de la criatura para flanquear con el Kraken y, súbitamente, como un rayo, lanzó un tajo terrible con su hacha contra la bestia.

El kraken se preparaba para lanzarse sobre el osgo y apresarlo con sus brazos cuando la enana se le anticipó. Por si acaso, Kraken se preparó para la presa igualmente, aunque era harto improbable que el osgo sobreviviera al hacha de la enana.

Al llegar al establo se encontraron con Sanya y el Kraken preparándose para entrar en combate contra el enemigo que habían capturado. Daba la sensación que el intento de interrogatorio no había dado sus frutos.

Tras el ataque de Sanya, Elianne dio unos pasos hacia atrás para apartarse de la conmoción.*
Se llevó la mano al cinto y tanteó el mango de su daga ¿Pero qué iba a hacer ella? No es como si realmente fuera a poder hacer mucho, y bien podía lastimar al Kraken si el monstruo se sacudía... pero tenía que intentarlo. Si no hacía nada seguro alguien saldría herido.
La pelirroja apretó los nudillos en torno a la empuñadura del cuchillo, inspiró hondo, lo levanto a un lado de su cabeza y lo arrojó contra el prisionero.
Soltó el proyectil un segundo muy tarde, sus reflejos eran lentos, pero su mente veloz le permitió anticipar que algo podía estar a punto de salir muy mal.  

¡No! consiguió exclamar, con los ojos abiertos como dos cielos despejados. ¿Qué...?

¿Esperaba encontrarse a sus compañeros de búsqueda sentados alrededor de una mesa con el cautivo, bebiendo infusión humeante y comiendo galletitas, mientras disertaban sobre política? ¡Sin duda, no! ¿Que el interrogatorio hubiese alcanzado el punto de violento no retorno? Tampoco. Por desgracia, nada podía hacer ya al respecto, salvo cruzarse de brazos, lo que hizo, suspirar, lo hizo también, y observar la escena con la incrédula dignidad de quien contempla el clímax insatisfactorio de una obra de teatro.

¿Habéis averiguado algo? preguntó, aunque imaginaba que la respuesta sería equivalente a una sacudida de cabeza y un encogimiento de hombros.

Raellia observó confusa la situación nada más llegar, sin comprender muy bien qué estaba ocurriendo. ¿Acaso el humanoide se había soltado y suponía una amenaza? No había podido verlo bien desde la puerta, pero por el momento no reaccionó, sin saber muy bien qué hacer, más allá de preguntar por lo obvio:

-¿Qué está ocurriendo?-dijo la muchacha, esperando que hubiera una explicación mejor a la que era más probable: no hablaba y le iban a ejecutar.

Vaya... parece que ya a nadie le gusta la diplomacia en estos días. dijo Zarus apenas entró. Momento, momento. Calmense todos. replicó levantando las manos en señal de no violencia. Tu! Logras entender lo que se te dice? si la respuesta era que no entendía o no quería entender, ya daba lo mismo si lo mataban o dejaban con vida, lo que si era cierto era que había que neutralizarlo antes de que el dueño de la taberna se pusiera mas histérico de lo que estaba.

Para cuando quisieron intervenir, Sanya y el Kraken habían dado muerte al custodiado. El Kraken lo agarró por detrás haciéndole una fuerte presa. En ese momento, el cautivo agitó la cabeza como para salir de un extraño sueño y antes de que pudiera hacer nada vio como el hacha de la enana le cercenaba el cuello para dejarle un horrible tajo. 

Segundos más tardes la criatura quedó inconsciente en los brazos de el Kraken y pocos segundos después murió tiñiendo de sangre toda la ropa del semigigante.

Elianne se mordió el labio inferior y apartó la vista del cruento espectáculo. Se alejó de él con la excusa de recoger su daga, que había quedado unos metros atrás luego de su lanzamiento fallido.
—No había forma de comunicarnos con él... No respondía a ningún idioma que nosotros conocieramos.— Desvió la vista al suelo—Preferíamos poner fin a un peligro sin sentido.

Pena, arrepentimiento, impotencia ¿verguenza? Mil emociones se pasearon por el rostor de la peliroja.

Sanya lo miró sin compasión ninguna, cuando recordó el tajo que le había dado la noche anterior a ella misma. 

-Tanto esfuerzo en arrastrarlo para nada...

La enana se encogió de hombros y se alejó unos pasos del cadáver.

-¿Qué hacemos ahora? ¿Vamos con los demás a negociar por el carro? Personalmente, yo volvería a patear el bosque hasta encontrar a esos rufianes. No puede ser tan difícil esconder un campamento de bandidos.

Lucrecia se encogió de hombros. Ante actos tan definitivos como aquel, no había posibilidad de dar media vuelta y caminar sobre los propios pasos.

Tenemos un carro, comenzó su explicación, pero está dañado, necesitamos un carpintero para arreglarlo, y por absurdo que parezca, nos aseguran que no hay ninguno en Puente Brandon.

Como dice Sanya, quizás la mejor alternativa sea seguir buscando en el bosque, continuando donde lo dejamos anoche, opinó. Si no encontramos ninguna pista de los ladrones, podemos buscar un carpintero mañana, y probar con el carro.

Sea cual fuere el resultado de la búsqueda, deberíamos con los compañeros que han ido a la ciudad esta noche para compartir lo que encontremos y decidir nuestros siguientes pasos.

Sanya miró a Lucrecia, poco convencida.

-No sabemos cuanto van a tardar o si van a volver siquiera. Podrian venderlo todo y decidir quedárselo. Esa ciudad es así, no te puedes fiar ni de tu hermano. No perdemos nada por dar una vuelta por el bosque y ver si localizamos a esos tipos. No hace falta luchar contra ellos, sólo localizarlos.

Luego podemos volver y, si han vuelto para esta noche, poner las cosas en común pero, imagínate que no vuelven. Yo no puedo permitirme pagar otra vez lo de anoche. Deberiamos aprovechar el tiempo.

El Kraken miró a ambas.

-EL KRAKEN VA CON LA ENANA! AL KRAKEN NO LE GUSTA EL HOMBRE DE LA TABERNA!!

La ciudad era así, Lucrecia lo había comprobado en sus propias carnes, pero ninguno de ellos procedía de ella. Todos ellos compartían un destino común: ser pobres, recién llegados en un lugar donde a nadie les importaba lo que fuese de ellos.

Uno de ellos es un sacerdote de Ilmater que ha renunciado a los bienes materiales, y lo protege su hermana. Dudo que vayan a quedarse con el puñado de monedas que consigan, dijo, tamborileando con los nudillos en el marco de la puerta. De reojo, podía ver cómo la sangre que manaba del cuello del monstruo empezaba a formar un charco en las tablas. Probablemente, se filtraría por los poros de la madera y ya no habría forma de limpiarla. De cualquier modo, creo que estamos de acuerdo en proseguir la búsqueda. Si encontramos la guarida de los ladrones, decidiremos qué hacer con ellos en ese momento. Con respecto al alojamiento, yo misma me encargaré de costearlo si tenemos que regresar y nuestros compañeros no han aparecido.

No le gustaba la idea de enemistarse con quienes estaban en su misma situación. Y sobre todo, aunque la perspectiva de compartir el botín y la recompensa no era atractiva, más cuerpos implicaban más posibilidades de salir con vida. Las expectativas de beneficio se derrumbaban ante la posibilidad de no sobrevivir a la empresa. Aunque no le gustaba mostrarse supersticiosa, muy adentro de sí, estaba convencida de que había agotado su suerte al escapar ilesa de la mansión abandonada.

¿Estáis en condiciones de pelear? preguntó. Sanya acabó malherida la jornada previa, y tanto Raellia como El Kraken lo estaban un día antes, la última vez que los había visto antes de partir hacia Puente Brandon. Era justamente esa la razón por la que había desistido de buscarlos.

Elianne asintió con la cabeza. Físicamente estaba intacta, y aún le quedaba algo de poder mágico para el resto del día.
Luego miró al cielo ¿Volveía a llover? Realmente no quería volver a quedar bajo la lluvia.