Partida Rol por web

El compañero de Filos se libró de la telaraña sin más problema mientras los gritos y aullidos seguían escuchándose por toda la zona. Aún había mucho camino por el que adentrarse y seguir descubriendo el lugar. Pero ya no había ni pizca de iluminación y a menos que alguien fuera capaz de ver en la oscuridad, ya no tenía forma de ver qué es lo que pasaba en ese lugar y aún menos saber hacia dónde se dirigía.

-Fijaos en estas telarañas. Por aquí no pasan los trasgos. Esta caverna puede echar para alante hasta el inframundo. Es mejor que nos aseguremos de limpiar el resto de la guarida antes de aventurarnos más por aquí. Demos la vuelta y exploremos el último pasillo.

- ¿Y tu ave?- Contesto un Huesos con al respiración entrecortada pro el esfuerzo de apresurarse con la pesada armadura.- Ah, está ahí...- ¿Tanto escándalo por sólo eso?- Si luego volvemos por aquí con el fuego de una antorcha nos desharemos de la mayor parte de la pegajosa telaraña, aunque habrá que tener cuidado con las arañas.

- Arjkerozo jur jur jur- cacareó Cólera mientras se revolcaba entre la mugre, ilusionada con algún momento próximo en que pudiese convertir aquella habitación en su nido de pestes- Menkántah, zí; ¿kuándo zeramío?

Tendría que ser más tarde pues su jauría quería ir por otro lado y con ellos siempre había gritos, crujir de huesos y dulce sufrimiento ajeno; no se lo perdería por nada del mundo.

Bien restregado su cuerpo en mugre se sintió lista para continuar la persecución de goblins.

Finalmente el grupo de aventureros se negó a seguir investigando aquella zona y dio media vuelta para investigar uno de los caminos que aún les quedaba. Cuando llegaron a la encrucijada del principio se dirigieron por el pasill oque les quedaba por investigar.

Tras andar varios metros empezaron a oler algo, parecía como si los trasgos estuviesen cocinando algo que no olía nada mal. El pasillo terminaba en dos puertas. Una que daba hacia la izquierda, de donde procedía el olor y otra que daba a la derecha.

Filos olfateó al aire, curioso pero, igualmente, tenía claro que debían terminar de explorar la totalidad de la guarida y, luego, si se terciaba, volverian a repasar lo ya explorado.

Cástor observó con cierta desaprobación en el rostro el comportamiento de Cólera. Aquello no podía ser bueno para él, y no ayudaría precisamente a que hicieran muchos amigos fuera.

-Luego habrá que lavarte...-rezongó por lo bajo, mientras desandaban el camino... Hasta aquel peculiar olor. ¿Qué diablos estarían cocinando? Y más importante aún, ¿de verdad querían saberlo? Aquellas cosas eran capaces de lo peor, y sinceramente esperaba que algunas de las peores posibilidades que le venían a la mente no se cumplieran. De todos modos, con la maza presta, se preparó para seguir aquel olor con sus compañeros. 

Todos se percataron del suculento olor que llegaba desde una e las puertas. Mejor. Si pillaban a los trasgos cocinando es que no estaban advertidos de su presencia allí. Huesos señalo la puerta y se preparó para el combate.

- Alguno de nosotros debería vigilar la otra.- No fuera a ser una trampa.

Los trasgos no son tan espabilados. Ni son buenos cocineros! Que no te extrañe si es que están ahora mismo todos cocinando los cuerpos que dejamos! No somos suficientes como para separarnos. Es mejor seguir juntos.

Finalmente trataron de abrir la puerta de la izquierda. Era allí de dónde venía ese rico olor. Pero cuando trataron de abrir la puerta se dieron cuenta de que estaba cerrada con llave. Instantes después escucharon algo en el interior que solo Filos logró entender.

¡Dejadme en paz, pesados! 

A disgusto Cólera avanzó hacia la puerta, el olor a comida que ni sufría ni sangraba le desagradaba sobremanera, provocándole arcadas y convulsiones al caminar hasta que se acostumbró al olor. Se sintió mejor y relamió cuando cayó en la cuenta que si alguien cocinaba es porque alguien vivía al otro lado, alguien que podía gritar de dolor y morir bajo sus garritas y dientecitos.

- Jurjurjurjur... -rió bajito, ilusionada ante lo que estaba a punto de ocurrir.

Filos se puso en guardia. Había alguien allí dentro.

-Alguien ha dicho "dejadme en paz, pesados!". Creo si seguimos llamando acabará abriendo. 

Vuelvo a llamar más insistentemente.

La puerta estaba cerrada. Pero aquello no detenía a Filos, quien volvía a llamar insistentemente. Quien quiera que fuera no quería ser molestado, así que se preparó para la batalla.

Cástor estaba preparado para todo... Salvo para lo que dijo Filos. Observó a su compañero alzando una ceja, con una mirada de incredulidad que apenas duró un par de segundos. ¿En serio la cosa que hubiera al otro lado había dicho eso? ¿Es que realmente no eran conscientes del peligro que estaban sufriendo en aquella madriguera desde que llegaron? Sinceramente, resultaba algo confuso... Y también un poco insultante. 

Pero de un modo u otro, no iban a dejar en paz a lo que sea que estuviera cocinando, así que asintió ante su compañero cuando llamó, aprestando sus armas y preparándose para plantar cara a lo que saliera de allí. 

Por mucho que Filos golpeaba la puerta, no hubo forma de que nadie abriese. Estaba claro que quien hubiese detrás de verdad quería estar tranquilo.

La molestia de Cólera se volvió monumental, acostumbrada a ser el centro de su propia atención y a ratos de los demás, el que  ignorasen su presencia se le hacía la más atroz de las afrentas. El deseo por hacerle daño a quienquiera que estuviera al otro lado dominó su pequeño cuerpo y, apoyando la cabeza contra la puerta, comenzó a empujar con sus patas, arañando el suelo y levantando tierra.

- ¡Gjjjjrrrr! -gruñó gutural mientras hacía fuerza.