Partida Rol por web

-Estoy de acuerdo, dejadlo ahí. Si sobrevivimos, cargaremos con ello a la vuelta.

Filos se maldijo por no haber previsto aquello y haber pedido unas antorchas en el pueblo.

-Me temo que yo no traigo antorchas y por aquí no vamos a encontrar. Esos hijosdesumadre no las necesitan. yo puedo crear unas luces danzantes pero solo duraran un minuto. Se os ocurre algo mejor?

Aquella oscuridad podía ser un problema, aunque afortunadamente había modos de sortearla, y estaban a su alcance. Pelor era dios del sol al fin y al cabo, y Cástor podía invocar parte de su radiante presencia para que les alumbrara en aquel lugar. Alzó su símbolo sagrado con una breve plegaria musitada entre labios, y después la cabeza de su maza empezó a brillar. Decir que sería como un sol en miniatura, aparte de blasfemo, sería demasiado presuntuoso, pero al menos si arrojaba una luz similar a una antorcha, y por tanto podrían continuar.

-Puede que no dure mucho, así que es mejor que no nos demoremos. 

Filos ladeó la cabeza en aprobación ante la ayuda de Cástor. Luego acarició a su búho. su vista en la penumbra iba a ser clave para avisarles de cualquier cosa rara.

-Perfecto! Tanto, tú atento, avisame si ves peligro.

- Vayamos pues.- Huesos tomó la posición que le tocaba en el medio y avanzó con lanza y escudo.- Yo también puedo aportar algo de luz, cuando la tuya se extinga.

Castor conjuró algo de luz sobre su maza. Ahora podían ver lo que era un estrecho pasillo. Avanzaron a través de él hasta llegar a otro pasillo que salía a través de un agujero. Estaba claro que aquel pasillo era un túnel creado en la cueva de los trasgos, ahora la zona ya estaba algo más iluminada por antorchas colocadas en puntos estratégicos de la mazmorra.

Cuando accedieron al interior del túnel se encontraron con un gran osgo seguido de dos trasgos más. El gran oso llevaba un escudo en el brazo en el que estaba recién escrito en torpes letras en común: "Gran Bronk"

¡Hora de luchar! Grita el gran osgo en común.

Filos apretó los dientes. Aquel era el verdadero combate. Debían derrotar al osgo rápidamente y Filos solo tenia un conjuro ofensivo más.  El filo del ocaso se debatió entre un enfoque más táctico o cargar como un desesperado.

La luz de Cástor fue más que suficiente para avanzar y, cuando ya vieron antorchas que iluminaban el pasillo, la compañía apareció también. No eran un grupo sigiloso de infiltrados sino que los trasgos, y un enorme osgo, estaban ya advertidos de su presencia. Huesos no destacaba por su agilidad. Cuando se quiso dar cuenta Filos ya corría hacia el inevitable combate.

Por supuesto, allí estaban los problemas, Cástor sabía que no podían andar muy lejos. Aunque la verdad esperaba más trasgos, y no un osgo. La presencia de aquella criatura podía complicar las cosas. Sobre todo con la rapidez que demostró el condenado monstruo, pillando por sorpresa al devoto de Pelor, que apenas pudo hacer otra cosa que aferrar con fuerza su escudo y rezar porque su defensa fuera suficiente. 

Ante la atenta mirada de sus compañeros, Filos volvió a descargar un chorro de colores hacia sus enemigos. El Gran Bronk cerró los ojos apenas unos instantes, pero sus dos compañeros trasgos cayeron al suelo completamente dormidos. El osgo se frotó los ojos para desperezarse y entonces cargó contra el que les acababa de intentar hechizar con tan poca puntería que tan solo logró golpear al aire. ¡Muerte a intrusos! Gritó. ¡Muerte a intrusos!

Filos vió cómo los dos tenientes del osgo caían bajo el sueño mágico de su hechizo y aprovechó el fallo en ataque del osgo para desjarretar un tajo brutal con su enorme hacha. El Filo del Ocaso logró un impacto considerable, arrancando pelo, carne y sangre del pecho de la criatura.

El renqueante Huesos sonrió al ver caer a los dos trasgos lo que implicaba un terrible final para el osgo. Eran tres contra uno. Aún así no podían confiarse. No sabían a cuántos más enemigos tendrían que enfrentarse.

- ¡CAE!- La voz de Huesos sonó ahora potente como si hubiera rejuvenecido de repente. La energía canalizada de su dios le daba fuerzas.

Aquel enorme ser debía caer si querían acabar con la amenaza para las buenas gentes del Acantilado Verde. Y desde luego, Cástor se ocuparía de que así fuera. Empuñando con fuerza su maza, se echó encima del enemigo, en apoyo de Filos.

-¡Por la gloria de Pelor!-exclamó, mientras descargaba un potente golpe. 

Filos trató de golpear con su gran hacha al gran Bronk, pero éste logró pararlo justo en el último momento gracias a su escudo. Mientras, Ramase trataba de usar sus conjuros para ordenarle tirarse al suelo, sin ningún tipo de efectividad. El gran Bronk parecía resistirse a sus conjuros. 

Castor cargó contra el Gran Bronk armado con su maza, el clérigo golpeó con tanta fuerza en su cara que la dejó gravemente desencajada y sangrante. El osgo cayó al suelo en un instante, sangrando muchísimo y además completamente inconsciente.

Despejado el camino, con los enemigos dormidos o inconscientes, era la oportunidar pefecta para rematarles y continuar. Pero se hallaban ante una bifurcación, donde tres posibles caminos se hallaban ante ellos. Ir hacia la derecha, por donde venían los trasgos y el Gran Bronk, continuar de frente. O finalmente ir hacia la izquierda.

- El gran Bronk...- Soltó Huesos por la boca casi escupiendo las palabras con evidente desprecio mientras clavaba su guadaña ceremonial en uno de los trasgos que Filos había dejado inconsciente.- Os dejo los honores.- Filos se merecía matar al otro y Cástor, el bueno de Cástor, había destrozado al osgo de un mazazo. Se le pusieron los vellos de punta.- Terrorífico...- Negaba con la cabeza a la vez que miraba al clérigo del radiante Pélor.- Quizá queráis interrogarlo.- Preguntó antes de seguir, aunque no sabía si podría hablar pro la sangre que salía de su cabeza. Se les habrían varios caminos por delante. Para Ramase estaba claro.- Por mí iríamos por el pasillo de donde venían éstos. Supongo que si han caído estará más despejado ahora. El líder de los trasgos se llamaba, Dárax, o al menos eso dijo el druida exiliado. Así que esto no ha terminado.- Antes de continuar debían registrarlo todo.

Filos gruñó cuando la armadura salvó al gran trasgo pero suspiró aliviado cuando Cástor se las apañó para tumbarlo.

Sin dudar ni un segundo, se apresuró en ejecutar a los dos lugartenientes y se reunió con sus compañeros para decidir qué hacer. Filos se quedó con el escudo del osgo, para poder actuar como defensor más efectivamente si era necesario.

-Estoy con Ramase. Es de suponer que éstos vienen de allí. Registralos bien, a ver si encontramos algo que nos ayude, porque, si tienen muchos osgos más, esto se va a poner complicado.

-Esperemos que no vengan muchos más... Pero esta cosa se refirió a si mismo como Gran... ¿Bronk? Diría que siendo el "Gran" lo que sea, no debe haber muchos. Aunque es solo una suposición-añadió Cástor, encogiéndose de hombros al final de aquellas palabras, mientras esperaba a que Ramase terminara el registro. 

- Sí, al menos los otros serán más pequeños.- Estaba de acuerdo con Cástor por mal que le sentara. Amenos que fuera un alarde de un gran ego, el adjetivo del "gran" Bronk indicaba que , o no había más entre los trasgos, o era el más corpulento.- Ayudadme a registrar, no seáis vagos.- Cuando acabaron Ramase se preparó para seguir por el camino acordado.

Tras registrar los cuerpos caídos, los aventureros decidieron tomar el camino de la derecha por el que sus tres enemigos habían llegado. Avanzaron varios metros hasta llegar a un par de puertas de doble hoja. Una basta representación de un monstruo de rostro peludo ha sido dibujada en las puertas con la frase:

 "Sala del Gran Bronk"

Está escrita de un modo zafio y en caracteres comunes y rasgo. Una serie de marcas han sido halladas en el lado derecho del marco de la puerta.

Estaba claro que aquella sala era la habitación del enemigo que acababan de derrotar, pero la representación del dibujo simulaba a alguien de un tamaño mucho mayor y con un rostro mucho más fiero. Sin nada que temer abrieron la puerta para seguir investigando.

Era una pequeña sala limpia y relativamente ordenada. En un rincón parecía haber un huevo de tamaño des proporcionado, no parecía ser de ningún ave, sino de una criatura mucho mayor. 

 De unos siete kilos de peso este debe ser el huevo de alguna criatura grande. Con sus propias escamas visiblemente dañadas, pero que aún reflejan la luz de manera similar a los de caparazones de escarabajo, parece ser que este huevo ha sufrido mucho hasta llegar aquí.

 La extraña cáscara se nota mínimamente tibia y ocasionalmente emite extraños chirridos y raspares que podrían provocar dentera entre aquellos con remilgos.

Filos se preguntó la naturaleza de aquel huevo y trató de recordar algo de su instruccion que le ayudara a identificarlo.