Partida Rol por web

Habiendo seguido a Kerri al interior del edificio, Brand es sorprendido cuando de la nada siente un dolor intenso por todo su cuerpo, haciéndole soltar un gruñido de dolor entre sus dientes apretados e impidiéndole pensar con claridad durante unos momentos.

El guerrero, ofuscado por el dolor, no notó los dos espadazos que Faxlen propinó a la estirge, pero no perdió ni un segundo en cuanto percibió que el bicho aflojaba su presa: levantó sus brazos con todas sus fuerzas y, al advertir que la presa cedía, se contorsionó de tal forma que el propio peso muerto de su enemigo al caer fue suficiente para extraer la trompa de sus cerviz. Una vez liberado, aún permaneció en guardia unos segundos, para comprobar si se aproximaban más enemigos. En cuanto estuvo seguro de estar a salvo, dejó caer la maza y se llevó la mano libre a la nuca.

—Uffffffff... aahhhh... Sí, sí, bien... —bufó Groland, dolorido y asqueado, mientras se doblaba sobre sí mismo y se erguía estirado una y otra vez—. Hhnnng... joderrrr... Espero que no me haya quedado nada dentro... —gruñó apretándose la herida.

Pasaron unos cuantos segundos hasta que recuperó, no sin mohines, la compostura.

—Joderrr... ¡Stryges damné! —gruñó una última vez antes de calmarse. Levantó la mirada—. Ah... hm... gracias y... —El momento no duró demasiado, pues el cormyriense se irguió, se apartó del árbol y avanzó hasta donde estaba su maza, que recogió del suelo. No perdió la oportunidad de reventar de dos firmes pisotones los cráneos de los bichos muertos antes de ponerse buscar el camino de nuevo—. A ver si encontramos esos caballos de una vez...

Los dos aventureros siguieron buscando la ruta que les había llevado hasta allí, manteniéndose alerta a cualquier otro zumbido o signo de ataque que pudieran percibir, pues tenían claro que el bosque, cuanto menos, era peligroso.

Tras un rato andando, el fairhiliano encontró un rastro que le resultó familiar y tras unos minutos siguiéndolo, finalmente encontraron los caballos....y la mula. Una mula que a Groland le resultó familiar...

Decidieron coger el camino largo, pues estaba mejor indicado y bordeaba el bosque, además, así podían ir montados y harían el trecho mucho más rápido...

Groland y Faxlen se hicieron cargo cada uno de cuatro caballos. Groland montaba su propia yegua, a la que iba atada otra de las monturas, que a su vez llevaba atadas las riendas de las otras dos. En su mano libre, la izquierda, tiraba de las riendas de la mula, que cargaba con un amasijo de armas y armaduras orcas*. (El guerrero y los demás habían retirado ese botín de los cadáveres de la segunda patrulla y lo habían escondido en el claro, un procedimiento que Groland había aprendido de un viejo mercenario oriental.) De esta guisa cabalgaba Groland, que no había vuelto a abrir la boca desde el claro. Faxlen no podía saberlo -tal vez sí deducirlo-, pero Groland iba de un humor sombrío desde que, atando los caballos, se había encontrado al alazán de Greinh.

Faxlen andaba cabizbajo todo el camino, con rostro preocupado. "Hace algo más de una hora desde que dejamos a los compañeros recuperándose,¿Se encontrarán bien?". El resto del viaje Faxlen, estuvo intentando memorizar el camino de regreso. Así pues, con su espada corta, fue haciendo marcas reconocibles en los troncos y ramas de los árboles, no fuera que se volvieran a perder. 

-Groland, no se como decirlo..., pero agradezco lo que estáis haciendo por Fairhill. Se que debo estar causando más molestias que otra cosa. Lo que ocurrió en la plaza...era la primera vez que veía a un orco de verdad. Me paralizé y no supe reaccionar, además cuando vi caer a... - El chico se seco las lagrimas con el guante de su mano derecha-

"ñiñiñiñi, ¿¿és así como quieres que te conozcan??, ¿como el niño que no para de lloriquear por lo que le ha tocado?, ¡¡Tú lo elegiste!!, fue el camino que tomaste. Así que no hay ni lamentos ni dudas, sólo Honor y gloria..." 

-Ehhmm, no te preocupes, no he dicho nada. Todavía estoy un poco atontado.-

Ante la insistencia de explorar el edificio y las pocas cosas que hacer mientras señor oso y señor ratón volvían, seguí a Brand y Kerri al interior del edificio, igual que hizo Rash. La assimar parecía dispuesta a hacer que la matasen actuando de manera tan impulsiva pero claro: era nueva en esto. Y todos los aventureros novatos quieren explorar todo al dedillo, matar toda la maldad del mundo y recibir las gracias de decenas de inocentes salvados. Y todo el mismo día.

En cuándo entré al edificio el hedor se me tiró encima cómo un chapuzón de verano y rápidamente me cubrí la nariz y la boca con la capa (que aunque no estuviese muy limpia era seda de princesa comparado con la inmundicia del lugar).

- Por todos los dioses habidos y por haber... - susurré con voz áspera justo antes de escupir en una esquina. El olor se me metía en el cuerpo de mala manera - salgamos de aquí antes de que alguien muera entre vómitos.

Kerri entro sin pensárselo, pues sabia que aquel orco llevaba el mal con el y al entrar comprobó que era un sacerdote maligno, y había que destruir su templo y limpiarlo por entero, al menos el altar. Se sorprendió mucho de ver aquella estatua sin tocar ni profanar, pero no encontró nada en su mente que le dijera por un casual cual podía ser la causa. y tampoco el dolor tan intenso que sentía en todo su cuerpo al avanzar paso a paso hacia el altar, solamente su fuerza de voluntad la mantenía en pie y evitaba que se diera media vuelta y se largara llorando. Al llegar al altar miro a la figura del servidor angelico San Cuthbert y levantando la espada grito: - POR SAN CUTHBERT!!! y mi espada desciende como un rayo para partir en dos la vela y apagarla por estar en medio del altar. Al caer al suelo la piso con rabia contenida soltando toda la frustración de no haber podido acabar con el maléfico sacerdote. Una vez hecho eso lanzo detectar magia y me giro todo al rededor y después descorriendo la cortina del fondo entro dentro.

Mientras avanzáis por la capilla, intentando contener el dolor, lográis identificar que os están afectando dos conjuros simultáneamente. Uno de ellos es un conjuro llamado "Profanar" (Evocación, Maligno) y el otro uno llamado "Perdición" (Encantamiento, miedo, enajenación). También identificáis como parte esencial de ambos conjuros la vela....probablemente sea lo que está haciendo funcionar dichos conjuros. 

Por otro lado, una pequeña parte de vuestra mente toma nota de la imagen impoluta del servidor angélico, y deducís que probablemente, el sacerdote Orco, de alguna manera retorcida, estaba permitiendo al Dios "contemplar" o "sentir" las atrocidades que cometía allí dentro....como si le dejara ver por el ojo de una cerradura. Sabéis que los templos están consagrados a sus dioses, y que de ésta manera, hay una especie de "comunión" entre la entidad divina y el lugar. Normalmente, la entidad es capaz de "notar" lo que está sucediendo en en lugar, de ahí que se hable de "profanar" templos, de no incitar la ira de los dioses..etc..... Al dejar esa estatua impoluta, es probable que el Dios pudiera "sentir", pero no "actuar" abiertamente......

Kerri se acerca al altar, apretando los dientes, a pesar del dolor que siente desgarrándole por dentro....pero la vergüenza y la furia que siente por dentro por no haber podido participar en el combate, por haber caído tan pronto y haber supuesto un peligro para sus compañeros, más que una ayuda, por ver la profanación del templo e imaginar las vejaciones y sacrificios humanos que se habrán hecho aquí, pues a sus ojos es evidente que en ése altar se ha sacrificado gente y que varios de los huesos que hay en el suelo son humanos....todo ello, la ayuda a llegar a la base del altar, paso a paso. 

Otea a su derecha, mirando con respeto al servidor que permanece impasible ante su escrutinio, mientras saca su espada poco a poco y la coge con ambas manos por encima de su cabeza. Centrando su mirada en la vela negra, siente una nueva oleada de dolor, de miedo, de angustia....la oleada parece querer consumirla, dada la intensidad con que la golpea, pero se mantiene firme y con un grito de rabia "¡POR SAN CUTHBERT!" baja la espada y parte la vela por la mitad.

 En ése mismo instante todos dejáis de sentir ése dolor, esas arcadas y angustia que os hacía estar medio-doblegados....ése miedo que os impedía avanzar. Desaparece y queda como un mal recuerdo.....pero el olor y la escena a vuestro alrededor permanece. 

Acto seguido, Kerri pone una de sus manos extendida delante suya y se concentra, comenzando a dar la vuelta sobre sí misma.....

Llegáis hasta el castillo en ruinas, y podéis ver en lo alto del campanario dos figuras que os saludan. Una es Jerinor y la otra es Lannet. Ambos llevan los arcos en las manos y permanecen atentos a su alrededor, dando unos ligeros paseos en sentido horario mientras otean el horizonte y a su alrededor. 

Al llegar al castillo, os percatáis que las verjas de hierro que estaban cerradas al iros, siguen cerradas al volver...así que tendréis que entrar por otra vía, y evidentemente, los caballos no trepan paredes.....así que dais la vuelta por uno de los laterales hasta llegar al terraplén de la pared Oeste, y desde allí, con cuidado, introducís con cuidado las monturas por entre las estacas clavadas en el terraplén, haciéndolas pasar una a una al patio exterior. A unos 15 o 20 metros de donde estáis, en el tronco de un árbol, podéis ver los restos de un cadáver de lo que parece un humano o elfo, con una enorme saeta de metal incrustada a través de su pecho en el árbol, que lo mantiene allí de pie, como una advertencia. 

Una vez dentro del patio, no veis a vuestros compañeros, aunque sí que os fijáis en que los Orcos están casi desnudos y muchos movidos del sitio, como también veis un montón de armas y armaduras que han amontonado en mitad del patio interior, al lado del pozo...... parecen haber también otros enseres más pequeños.....y escucháis en ése momento un ruido metálico, como el de una espada chocando contra piedra proveniente del interior del edificio llamado "campanario".....

Al entrar en el edificio, lo primero que notáis es el fuerte olor a Orco que hay aquí dentro, un nauseabundo olor a heces y "orquicidad"* inunda el lugar. Cuando vuestros ojos se acostumbran a la penumbra, os dais cuenta que habéis entrado en una capilla. 

Al entrar, un fuerte dolor se instala en vuestros pechos, estómagos y cabeza, un dolor que no es normal, emana de algún sitio.....un dolor que incluso en algún momento hasta os impide respirar de tan fuerte que es. Pensáis por un momento qué hubiera pasado si hubierais entrado aquí dentro a la carga..... Enfrente vuestro, a unos seis metros, veis el altar de la capilla con una única vela encendida en él, justo en el centro, flanqueado por sendos candelabros de pie largo, con tres sujeciones ondulantes y otras tantas velas semi-derretidas en ellos, apagadas. Enfrente del altar hay marcas en el suelo donde deberían haber estado seis bancos de madera, pero no están, al igual que unas marcas en las paredes que delimitan lo que deberían ser tapices...que tampoco se encuentran allí....hasta que os fijáis en una especie de "jergones"...cuatro... hechos con trozos de madera y restos de tela que hay cerca de las paredes...., también con restos de comida y otros restos inidentificables. Ahí es donde dormían los Orcos que vivían aquí dentro. Es posible que tanto los bancos como los tapices fueran de buena calidad, ahora ya no son más que el jergón que un Orco usaba para descansar....

Las paredes, otrora sobrias y con tallas de buen gusto para realzar su belleza, ahora aparecen llenas de runas impías escritas con sangre y restos de heces resecas por doquier...allá donde posáis los ojos veis una alabanza al Dios-Demonio Orcus, así como restos de heces y sangre. El olor metálico en el aire es inconfundible. También podéis observar hornacinas con restos de esculturas destrozadas, así como marcas de golpes y más runas, más sangre y más heces en esos lugares....excepto en una estatua. 

En la pared derecha, en mitad de la sala aproximadamente, veis una figura que representa a un servidor angélico de San Cuthbert** de pie, con las manos unidas delante de él en actitud de rezo y una corona de espinas en su cabeza....así como una espada enfundada en su cintura. La figura está intacta por completo, no tiene ni una sola mota de polvo. 

Al final de la sala, detrás del altar, a la derecha hay una cortina de color marrón que cuelga del techo, que parece separar ésta sala de una sala posterior.....como si fuera una puerta. La cortina está semi-corrida y podéis vislumbrar unas escaleras de caracol que parecen ascender....

Y delante del Altar, está Kerri, a la que oís gritar "¡Por San Cuthbert!" y veis como descarga su espada en la vela, partiéndola en dos. Al instante, el dolor y las náuseas, así como un miedo que os estaba impidiendo pensar con claridad, desaparecen como por ensalmo....y veis como Kerri extiende uno de sus brazos delante de sí y comienza a dar la vuelta sobre sí misma....

El dolor, las náuseas, el grito y el sonido de la espada de Kerri golpeando el altar de piedra os han impedido daros cuenta de que alguien ha entrado en la capilla a vuestras espaldas.....

Casi me abalanzo sobre la loca de la assimar al verla cómo poseída, pero ante todo era pragmática y no me arriesgaba a que el hedor o una alocada Kerri acabase conmigo. Sin embargo, cuando partió en dos esa vela noté como algo enorme se alejaba de mí, y aunque el hedor seguía siendo repugnante, no notaba ya dolor ni pesadez.

- Bien jugado, rubia. - susurré aún sin apartar la capa de mi nariz ni mi boca. 

Tenía que admitir que debía dejar de ser tan escéptica ante los poderes de los dioses. Al parecer no eran sordos para todos, pues la mujer que tenía delante acababa de demostrar que los tenía de su lado. La vi concentrándose, sin duda lanzando algún tipo de hechizo, pero mis conocimientos sobre el tema no eran muy amplios así que no podría decir qué hacía. 

Me decidí a salir a respirar un poco de aire mientras terminaban con sus rituales. Nunca había sido muy fan de la "esencia de orco deluxe". Al girarme casi di un brinco y dejé caer la capa para llevar la mano a mi espada larga. Craso error para mis fosas nasales.

- Joder, menudo susto. La próxima vez picad a la puerta. - dije entonces a los recién llegados mientras me abría camino para coger una bocanada de aire sin regusto a mierda y sudor.

- Sí... - asintió, retirándose las lágrimas de dolor de los ojos. El muchacho parecía haber estado a punto de desmayarse - Esa vela era el centro de dos conjuros... supongo que Brand también se dio cuenta.

Incorporándose, se limpió con la manga el sudor de su frente, y observó la estatua del ángel con los brazos cruzados.

- Creo que la perversidad de ese clérigo era mayor de lo que imaginamos. ¿Veis cómo está impoluto? Creo que quería que los dioses viesen a través de él, que observaran todas las atrocidades que cometía aquí - dijo, negando para sí. Luego se giró, comprobando que tanto Faxlen como Groland habían vuelto - ¿Ha habido suerte, amigos?

Mientras caminaban de camino al castillo de Eralión, Groland trataba de no pensar demasiado en Greinh y Hathol y concentrarse en cualquier otra cosa: los pájaros, los árboles, su yegua, el reparto del botín, la fama... que Greinh ya no iba a poder disfrutar... ¡Mierda! ¡Eres un sensiblero, gordo! Eso es malo para tu oficio... ¿Qué diría tu padre? Por eso se alegró cuando Faxlen rompió el silencio para agradecerle lo que estaba haciendo por Fairhill y... y... un momento... ¿Qué está haciendo? ¿Está llorando? ¡Oh, no, por favor! ¡Ese chico iba a conseguir que Groland se ablandara todavía más! ¡La vida es dura, joven De Fleur! ¡Eso es lo que habría dicho el señor Ostrich antes de darle un fuerte bofetón! Venga, gordo, dile algo, haz que se calle... Por suerte, Faxlen dejó de lloriquear casi al momento.

—Eh... uh.... no... no pasa nada, amigo... Es normal sentirse... hm... Es normal. No pasa nada.

...fue todo lo que fue capaz de decir Groland antes de enmudecer de nuevo.

***

Un rato después, el deteriorado camino les llevó hasta las mismísimas puertas del castillo, que, como era de esperar, seguían infranqueables. Mientras rodeaban el castillo, Groland saludó a los aprendices de vigías. Hacer subir a los animales por el terraplén oeste no fue especialmente difícil aunque el cadáver clavado en el árbol y el olor general a muerte y orcos (si es que no es lo mismo) los puso algo nerviosos. Una vez dentro, Groland pudo ver que los orcos habían sido desvalijados en su ausencia y el botín había sido apilado a un lado. Bien hecho, chicos, pensó para sus adentros. Lo que no le gustó, en cambio, fue no ver a sus compañeros por ningún lado. ¿Dónde están todos? ¿No estaban la clériga y la montaraz tan malheridas? Si no fuera por Jerinor y Lannet, el guerrero habría pensado lo peor.

—Alto. —Groland acababa de bajar del caballo y se había tensado de repente, alerta. Pasaron unos segundos—. ¿Has oído eso? —preguntó al chico de Fairhill sin mirarle.

En un segundo Groland ya estaba corriendo hacia el campanario, maza en mano. ¡UGH! ¡QUÉ PESTAZO!, exclamó para sí el guerrero al cruzar la puerta. Su atención no se centró mucho tiempo en el tufo, ya que un fuerte dolor le hizo doblarse sobre si mismo de forma que casi suelta su maza y cae al suelo en posición fetal.

—¡¡Joder!! ¿¡Qué demonios...!? —dijo entre dientes.

Con dificultad, se obligó a observar la habitación, en busca de lo que pudiese estarle produciendo esa tortura: vio la capilla destrozada, corrompida y convertida en barracón; vio la estatuilla incorrupta de un celestial coronado de espinas*; vio a sus compañeros sufriendo como él, y vio a la sierva de Lathander arremetiendo con su espada contra la vela que había en el altar. Al momento, el dolor desapareció como por arte de ensalmo.

Cuando Arue pasó junto a él y salió del edificio, Groland estaba recuperando todavía la compostura. Iba a preguntar qué cojones acababa de pasar, pero las palabras de Rash resolvieron de forma satisfactoria, o al menos suficiente, sus dudas. Por otro lado, disipado el dolor, el olor de la habitación no era mucho más horrible que el de una tienda llena de mercenarios y mercenarias sudorosos, embarrados y cubiertos de sangre propia y ajena, así que Groland se internó unos pasos más en la sala.

—Sí, sí, los caballos están fuera... Lo cogimos todo —respondió el guerrero a la pregunta de Rash, refiriéndose tanto a las monturas como al botín que habían dejado escondido en el claro. Distraidamente se llevó la mano a la nuca y se tocó la herida que le había hecho la estirge: la sangre ya había hecho costra—. Sin problemas. —Paseó la vista por la sala.— Entonces... ¿Esta es la capilla que nos habían dicho?

Seguramente Kerri sepa lo que hay que hacer. Al preguntar, se fijó en las escaleras de caracol del fondo. Aquello le recordó algo. Un momento... Recordó lo que le había parecido ver en torno a la torre suroeste durante el combate. No debo permitir que nos vayamos sin ver qué hay allí.

Parecía que la respuesta no había satisfecho a Rashaniel, que quizás esperaba más.

- Sí, supongo que ésta es la capilla que nos comentaron - dijo, mostrando una expresión inocente - Eh... Groland, ¿habéis visto por dónde escapó el sacerdote orco?

Groland se dio la vuelta y miró hacia su compañero, prestándole verdadera atención por primera vez.

—Euh... pues... no, la verdad es que no... Ni siquiera...

Una pequeña idea se abrió camino en la mente del cormyriense: tal vez, sólo tal vez, debería haber ido tras la pista del sacerdote. El hombretón se sonrojó notablemente, pero se dio la vuelta al momento, tratando de que nadie se diera cuenta. ¡Dioses! ¡Por supuesto que debería haberlo hecho! ¿¡Qué les voy a decir ahora...!? De repente, Groland parecía extrañamente interesado en las escaleras de caracol.

Respiré el "puro" aire del patio y observé a las monturas. Sonreí al verlas en perfecto estado. Eran buenos corceles y el hecho de dejarlas en medio de un bosque durante horas podría haber sido fatal para ellas. 

Con la cabeza despejada volví a entrar en la capilla para encontrarme al señor Oso mirando con sumo interés las escaleras de caracol. No sabía qué me había perdido, pero podía leeer suficientemente bien la expresión de Groland.

- Entonces, ¿Subimos esas escaleras antes de irnos? - pregunté con una ceja enarcada - Los amigos de la magia tal vez queráis asegurar que el camino es seguro. No me ha hecho mucha gracia el truco de la vela por parte de Tavik, la verdad. Y cuándo terminemos con esto tal vez deberíamos volver al pueblo. Un sacerdote sin tropas sigue siendo peligroso si le da por vengarse de lo que hemos hecho sobre un montón de aldeanos sin defensas.