Partida Rol por web

Mientras Rashaniel pensaba y se concentraba en la traducción, el resto se fijó en que la hoja de la daga con la funda negra refulgía por la acción de la luz de las velas y de la hoguera que la posadera había dejado encendidas para iluminar a sus clientes, el brillo era demasiado plateado para un arma de hierro. De hecho, era un brillo más claro, más puro, que el reflejo de la otra arma, pese a estar esquisitamente acabadas las dos.

Rápidamente, tanto Groland como Kerri, se dieron cuenta que la hoja del arma era de plata.

-Rash, podria lanzar un detectar el bien automatico, pero no uno maligno, para eso tendria que descansar y luego rezar a mi diosa.
saca los objetos, los pone juntos y tomandose su tiempo lanza un detectar el bien sobre ellos y el haz alcanza a sus compañeros y a todos los que estan en la mesa.
mientras estaba efectivo el hechizo señalo la hoja y digo. esa hoja es de plata. luego intento recordar a ver si me suena algun objeto intentando acordarme de los libros leidos

En aquel estado de mal humor causado por la discusión sobre Sirya, el plantón del hombre del bosque -Herl-, las confianzas de Lannet y el sueño, Groland no tenía muchas ganas de asistir a una clase sobre una criatura con la que no esperaba vérselas. Miró de reojo a Kerri. «Luz del sol, ajos, espejos, estacas, obleas… ¿Será cierto lo que dijo?», no pudo evitar pensar: en Faerûn, un guerrero siempre está atento a ese tipo de informaciones. Ignoró el comentario de Lannet.

La capa de Rash y los objetos de la caja fueron otra cosa del todo diferente. Groland apreció en primer lugar el forro dorado del interior de la caja: si el cofre ya parecía caro, aquel forro reforzaba la idea. «¿Cómo pudo llegar esto a manos de las mantícoras? ¿Algún desgraciado mensajero solitario? Está en muy buen estado: no debió de ocurrir hace mucho». Mientras Rash observaba la capa y el frasco, Groland tomó la daga de la vaina negra, que Kerri había señalado -correctamente- como hecha de plata. Era hermosa de contemplar. ¿Sería igualmente hermosa en el campo de batalla?

- Larak Vaelos.. sí, este aceite sirve para... encantar una espada... un bastón... un arma en general - Rashaniel estaba muy satisfecho de sus conocimientos sobre el idioma de los dragones. ¿Podría algún día usarlos con un dragón de verdad? - Si no recuerdo mal hay un hechizo muy similar.

Luego examinó cuidadosamente el libro - sin abrirlo - la capa y una de las dagas, que también había desprendido un aura.

- Veamos... la situación es así: no he aprendido un hechizo que me permita identificar objetos mágicos, así que tenemos tres opciones: o nos arriesgamos a usarlos sin saber qué hacen, o encontramos a alguien que los identifique o me va a tocar investigar qué distintas opciones de conjuros podrían haber lanzado sobre ellos y acotar... aunque me llevará algo de tiempo. Me parecería raro que estuvieran malditos de alguna forma, pero prefiero no arriesgarme, sobre todo con el libro. El libro tiene un aura de Evocación muy fuerte...

Mientras Kerri sacaba los objetos del cofre, los colocaba en la mesa y extendía su mano por encima elevando una plegaria a su nueva Diosa para que le permitiera detectar el mal, señaló el material de la daga y se concentró pensando si había leído en alguna ocasión sobre alguno de los objetos. Sería por el sueño, por desconocimiento o porque no estaba realmente concentrada, pero no le vino a la cabeza ningún pasaje ni texto que pudiera emparejar con dichos objetos.

Arue ya respiraba pesadamente, indicando con claridad que dormía profundamente, mientras Lannet se dirigía a la puerta de salida al ver que nadie había aceptado su ofrecimiento de compañía..."Pues nada, visto lo visto, me retiro. Pasad una buena noche, chavales.". La puerta se cerró detrás de él tan rápidamente que parecía que nunca hubiera estado allí. Su frase sonó frívola, casi alegre, pero alguno se percató de la mirada de desagrado que le lanzó a Kerri al verle lanzar un conjuro, justo antes de irse, ya que tampoco lo disimuló mucho.

Groland, por su parte, cogía y admiraba la daga de plata, sopesándola en tamaño y equilibrio. El arma estaba muy bien equilibrada, y el cordel que llevaba era como un "cinto de paz", que se podía desenganchar para tener libertad de movimientos con el arma o enganchar y enrollar para mantenerla segura dentro de su vaina. El filo era agudo y estaba seguro que cortaría como mil demonios. Mirando la hoja de plata, sólo le venía una palabra a la cabeza una y otra vez, escuchada en muchas historias alrededor de las hogueras en los caminos, en su época de mercenario, "Licántropos". Había escuchado una y mil veces a sus compañeros de viaje, en los muchos que había hecho, hablar sobre cómo las armas bañadas en plata eran especialmente útiles contra los cambia-formas.

Saliendo de su ensoñación, se quedó mirando las dagas, pero aparte de reconocer que ambas estaban muy bien hechas**, y que eran muy bonitas, no se le ocurrió nada más. Los comentarios de Kerri le trajeron a la memoria alguna que otra historia que había escuchado también sobre vampiros, los ajos, las estacas....sí más o menos le cuadraba, pero desde luego, la clérigo había profundizado mucho en el tema. Eso de que los vampiros no se acercaban a los espejos era nuevo para él, por ejemplo.

Rashaniel tradujo lo que ponía en la poción, revelando que era un aceite con propiedades mágicas. Tras eso y unas pocas explicaciones más, se sumió en un silencio contemplativo, haciendo a su cerebro funcionar a todo trapo...

Sirya, a quien apenas Groland le había dedicado una mirada, permanecía callada esperando, aún, algún tipo de felicitación o adulación por sus actos, cosa que no parecía que se fuera a producir.

Llegas a la siguiente conclusión, después de calentarte mucho la cabeza:

- Las Armaduras y objetos de protección, suelen llevar asociados conjuros de Abjuración.

- Las Armas u objetos ofensivos, suelen llevar asociados conjuros de Evocación.

- La escuela transmutación suele estar asociada a aumentar/disminuir las capacidades/habilidades de las personas u objetos, o a los atributos físicos o mentales.

Ahora bien, también te han enseñado que la magia no es algo fijo, ni inmutable. Un arma podría estar afectada por un conjuro de abjuración, haciendo a su portador más complicado de impactar, o una Armadura podría tener un conjuro de evocación que le permitiera lanzar por la boca del casco un chorro de llamas con un dragón....

Lo único seguro que obtienes tras tu meditación, es que si supieras que alguno de los objetos se activa mediante una palabra de mando, podrías estudiarlo más detenidamente e intentar averiguar, sin medios mágicos*, cual es la palabra que lo activa.

Pero no se te ocurre ninguna forma de saber qué magia contiene un objeto mágico si no es con magia**.

Con la mano en la barbilla, Rashaniel alzó la cabeza al escuchar la puerta y sonrió.

- Había cogido algo del botín, ¿sabéis? - sin embargo, no parecía molesto. Al fin y al cabo, lo consideraba un pago justo por llevarles las cosas hasta allí - Algo pequeño, una joya. Lo importante está sobre la mesa.

Empezó a andar alrededor de los bienes, deslizando los dedos sobre la superficie, acariciándola. No le había pasado desapercibido que sus compañeros no habían comentado nada sobre el término "evocación", así que decidió explicarlo más asequiblemente:

- La capa tiene el aura típica de los hechizos protectores, los asociados a armaduras y escudos. Probablemente sea una capa protectora - siguió girando, deteniéndose en cada uno - Una de las dagas, la que no es de plata, y el libro tienen el mismo tipo de aura, el asociado al daño, a las espadas, esas cosas. En la daga imagino que será un hechizo que la vuelva más afilada, pero en el libro me preocupa... quizás al leerlo desatemos algo indebido.

Finalmente se detuvo, quedándose frente a Sirya.

- Esto estaba bajo llave por una razón, y has hecho un buen trabajo, muchacha - dijo, sonriendo, aunque tenía el ceño fruncido, preocupado por el libro.

Antes de que se fuera Lannet, Groland compartió con sus amigos lo que había recordando viendo la daga de plata: que la plata era eficaz contra los licántropos y otros cambia-formas. Cuando el mediano se largó, Groland no le dedicó ni una mirada. Sin embargo, cuando Rash mencionó que se había llevado algo, el hombretón montó en cólera.

—¡JODER! ¡Maldito medio-hombre! —maldijo aporreando de nuevo la mesa.

Sólo la actitud apaciguadora de Rash y la súbita consciencia de las horas que eran -los clientes, Glarian e incluso Arue estaban durmiendo- le hizo calmarse. «Bien: que se lleve una piedrecita si quiere… ¡Y que los demonios le lleven! ¡Será lo última que toque de todo esto!», pensó furioso para sus adentros. Se concentró en el -sorprendentemente fantástico- botín que tenían delante.

—¿Para encantar una espada? —preguntó, tomando el frasco de aceite en sus manos, recordando las palabras del mago—. ¿Encantarla cómo? Y… ¿Por cuánto tiempo?

Luego, rechazó de plano la idea de usar alguno de los objetos mágicos sin conocer antes sus poderes: le parecía de locos. Mucha mejor opinión le merecían las alternativas: que Rash dedicara un tiempo a estudiarlos o que algún experto los estudiara para ellos. Groland sugirió que se los llevaran a Shandrill. Si la sacerdotisa no pudiera ayudarles, quizás existiese un experto arcanista en el pueblo. Podían usar el tesoro común que Rash guardaba para pagar sus servicios e incluso para reparar la armadura en mal estado. Mientras analizaba la armadura que el mediano había traído, Groland recordó la oferta de Kerri de que, o bien se la quedase él, o bien se la quedase Kerri y él se quedase la de la clériga.

—Gracias por la oferta, hermana, pero no tengo claro que sea de mi talla... —murmuró el cormyriense mientras trataba de adivinarlo—. Y para vestir la tuya tendría que hacerle más apaños que a esta —comentó en tono divertido, mirando el cuerpo delgado de la sacerdotisa—. Además: el padre de Ariadne está haciéndome una nueva.*

En otro momento también dijo:

—Me extraña que Lannet haya traído este gurruño de ropas ensangrentadas: ¿por qué no traer sólo la capa? —preguntó desconfiado: el bribón mediano no era idiota—. Y si no sabía de la capa… ¿Por qué traer las ropas, entonces?

Y finalmente, acercándose más al medio-elfo:

—Oye, Rash… Me he fijado que llevas todo el botín encima cuando salimos por ahí… Creo que sería mejor que lo dejaras en algún sitio seguro... —Pensó en la casa noble. Pensó en Lannet. Pensó en la casa del magistrado. Pensó en Lannet. Y en Sirya.— ...como el templo.

Tenía ideas sobre cómo repartir el resto de los objetos entre todos, pero antes quería resolver estos asuntos.

Al final Lannet se llevo las 30 monedas de oro que le ofrecí, era un justo pago por haber traído todo esto, la verdad es que esto valía mucho mas, aunque la mirada que me echo cuando lance el hechizo... no parece que le haga gracia la magia, o quizás sabia lo que lanzaba?
Groland no sabia si decidirse por la armadura, asi que le dije:- Bueno, lo dejo en tus manos, la proteccion que tenga sera mas o menos la misma, con la que tengo que con esta, pero aparentare estar mas protegida, y eso siempre viene bien cuando hablas con gente importante. en fin, en tus manos queda.

Respecto a lo demás, creo que la capa si es de protección deberían llevarlo o los de primera linea o los que tengan menos protección, como Rash, Las dagas yo o las vendería o las usarían quienes sepan usarlas, desde luego la de plata hay que quedársela, no sabemos que nos podemos encontrar en el bosque. Respecto al libro, si dices que tiene un aura de protección, lo mas seguro es que sea un hechizo de de daño, explosión o lo que sea, deberías estudiarlo mas a fondo antes de abrirlo.

El tiempo iba pasando como en un reloj de arena, grano a grano, inexorable e impertérrito a los acontecimientos. La salida de Lannet había sido aceptada por unos de buen talante, por otros con ganas de solicitar explicaciones al mediano. La cuestión es que el mediano ya no estaba allí. 

El mal tiempo seguía fuera, viento, lluvia, temperatura demasiado baja para la época del año...

La puerta se abrió una vez más, dejando entrar una figura embozada y protegida del frío y de los elementos con una gruesa capa, pero que enseguida reconocisteis al desembarazarse de ella nada más entrar. Era Arlen, que miró hacia la mesa y, tras colgar la capa, se dirigió hacia allí con pasos firmes y seguros. Los ojos del hombre soltaban chispas mientras se acercaba.

Sirya pegó un respingo en su sitio, soltando un ligero "oh oh...". Parecía querer meterse bajo tierra, pero ya no era posible. Su padre la había visto. 

Toda conversación enmudeció mientras el magistrado se acercaba a la mesa. "¿Qué haces aquí, hija?" dijo, haciendo especial hincapié en la palabra "hija", como todos pudieron percatarse sin mucho esfuerzo. "No pienso volver a casa, padre." soltó la joven, que se había puesto en pie y miraba a su padre en clara postura de desafío. 

Arlen la miró con dureza, directamente a los ojos, mientras un ligero temblor le movía el labio inferior. No era difícil adivinar que el hombre estaba haciendo un gran esfuerzo por no dejar salir la ira que sentía en ése momento. "Sirya, vas a venir a casa conmigo, tu madre está muy preocupada. Mañana hablaremos de ésto. Recoge tus cosas y despídete de ésta buena gente.", el tono del magistrado no dejaba lugar a la negociación o la discusión. Tajante y claro. 

La joven se mantuvo en silencio durante unos momentos, indecisa sobre la respuesta que dar. Miró de soslayo al grupo con el que quería partir, pero tampoco es que le hubieran prestado su apoyo incondicional, sobretodo el bruto de Groland, que le había besado sin su consentimiento...aunque a ella le había gustado, en el fondo. Antes de entrar en la posada era su magnífico héroe, su enamorado, su ángel de la guarda....."Maldito bruto..." pensó, haciendo un mohín con los labios. Aquello parecía inclinar la balanza hacia un lugar. ¿Cuál? Eso era lo complicado de acertar en una chica llena de hormonas y sueños como Sirya. "De acuerdo, vuelvo a casa por que quiero. Buenas noches, señores." dijo, haciendo una ligera reverencia hacia el resto del grupo.  La joven recogió sus pertenencias, su capa, y se dirigió al exterior. Justo antes de salir, con una sonrisa algo maliciosa, se giró hacia Groland..."Hasta mañana, Groland, mi buen guerrero...". La puerta se cerró con suavidad.

Aquello fue como una puñalada en el corazón de Arlen, que cerró los ojos y respiró varias veces antes de volver a abrirlos. "Groland....¿podemos hablar un momento? En privado." señaló la mesa que estaba más alejada, cerca del fuego, justo donde se había sentado un rato antes Ariadne, y con paso cansado. 

Al llegar el guerrero a su lado, Arlen no le dejó hablar alzando una mano y pidiéndole que le dejara hablar primero. "Mirad, Groland. Me han llegado noticias a mis oídos, noticias que recorren ya todo el pueblo y son la comidilla de todas las comadres y alcahuetas de Fairhill. Sé que mi hija es una muchacha hermosa, además de inteligente y testaruda....¡Por Freya! ¡Es más testaruda que mi mujer y yo juntos!" 

El hombre se tomó un momento de pausa para seguir hablando, como si recapacitara y pensara detenidamente lo que estaba diciendo. "Sé que no puedo retenerla a mi lado todo lo que me gustaría...y como su hermano, me dan disgustos de vez en cuando. Quiere ver mundo, ser como los héroes o aventureros con los que su "tío" Lannet le ha llenado la cabeza....maldita sea su estampa....aunque en el fondo sé que aprecia a mis hijos, pues ha estado con ellos casi más tiempo que yo, y los quiere con el alma. Mi mujer y yo somos conscientes de ello. Pero eso no quita que me muera de preocupación cada vez que uno de mis hijos sale sin avisar. Un día ya no podré detenerla, se escapará y hará alguna locura, aunque sea ella sola. La conozco bien y sé de lo que es capaz." El hombre, ahora mismo, parecía realmente preocupado y necesitado de un hombro amigo. Por alguna razón, se estaba abriendo a Groland, al que apenas conocía de nada. 

"Ella....Sirya se ha empeñado en ir con vosotros......contigo, y siendo sincero, no me gusta nada, no quiero que a mi hija le pase algo, pero....entiendo que con vosotros estará mucho más segura que yendo sola." Arlen se mesó la barba. "Me inspiras confianza, Groland. Sólo te voy a pedir una cosa, de un padre, a un hijo. Intenta que no le pase nada. Te lo agradeceré con el alma. Es una responsabilidad muy grande, pero te pido, por favor, que la aceptes. Cuida de mi pequeña." 

Arlen, tras la larga perorata, se calló, con los labios fuertemente apretados y rascando la mesa de madera con sus uñas, en un gesto nervioso. Su mirada no se cruzaba con la de Groland, pues estaba cabizbajo. Pese a la escena de enfrentamiento con su hija, se le veía derrotado, él sabía que estaba derrotado de antemano. 

Al ver a Arlen se alegro, no queria que Syria fuera con ellos en contra del consentimiento de su padre, pero tampoco que no fuera, pues era muy habil y les vendria bien seguramente, pero la superproteccion de su padre mandaba, el era su padre, asi que o se independizaba o se atenia a las consecuencias.
Cuando le dijo a Groland que si podian hablar Kerri se puso seria, desde luego la conversacion iba a ir en relación a su hija y al guerrero, esperaba que Groland puediera ser diplomatico y capear el temporal que le venia encima.
Se miro la armadura bellamente graba que portaba, con ribetes dorados y figuritas y luego miro la armadura agujereada que tenia delante y empezó a pensar si la merecia la pena... Aun no lo sabia lo pensaria por la mañana y decidiría si merecia la pena.

Luego miro a Arue que dormia placidamente y que mañana se levantaria con un dolor de cabeza seguramente. y por ultimo a Rash que era el unico que permanecia con ella sin dormitar y le pregunto:- Cuanto crees que tardarias en averiguar exactamente que es cada cosa?, mañana por la mañana yo se lo llevare a Shandrill, a ver si nos lo puede averiguar, se que si tiene ese conocimiento no tendra problemas en averiguarlo, aunque seguramente tengamos que pagar los ingredientes o una donacion al templo por el favor.

La atención del guerrero voló hacia la puerta cuando ésta se abrió de nuevo, a esas horas de la noche, en una noche como aquella. Curiosamente, no mostró mucho alivió cuando vio que se trataba del magistrado, e incluso se puso visiblemente tenso cuando Arlen se acercó a ellos. Igualmente tenso permaneció, erguido sobre la silla y mudo, mientras éste hablaba con su hija, y mucho más tenso aún se puso cuando la niña le incluyó en aquella discusión. Para cuando se levantó y se fue a la otra mesa con el magistrado, parecía que llevara una escoba metida por el culo. El magistrado le habló durante unos largos instantes. Luego, habló él.

Incialmente, Groland dejó hablar al magistrado, pero amagó una protesta cuando el hombre habló de los rumores que le unían con Sirya. Aún así, se contuvo. Cuando vio que Arlen no buscaba el enfrentamiento con él, no obstante, no volvió a protestar y escuchó atentamente, en silencio, hasta que su interlocutor terminó de hablar.

—Eh… uh… Gracias —comenzó, agradeciendo al magistrado su confianza.

El guerrero se apoyaba con los brazos en la mesa, una mano sobre la otra, sin saber qué hacer con ellas. Tampoco miraba a Arlen. Titubeó. Luego, decidió aprovechar el talante aparentemente receptivo de Arlen empezando por lo más sencillo.

—Ejem… Escuche, magistrado, antes de nada: lo que dicen sobre… hm… sobre Sirya y yo, aquí, anoche… Fue al revés: ella…

Se detuvo. «¿Voy a decirle a este pobre hombre que su hija es una fresca que se lanzó sobre un desconocido en medio de una taberna llena de gente?». No, no lo iba hacer.

—Su hija tropezó y cayó sobre mí, nada más. —Una mentira piadosa: los dioses se lo perdonarían.— No haga caso de lo que dicen: la gente inventa. —Eso era cierto.— No tengo ningún interés en su hija, se lo juro. —Y eso también.— Su hija sólo finge interés por mí para molestarle a usted, seguro —mintió, de nuevo—. Es una chiquilla.

Se tomó unos instantes antes de seguir con el otro tema. Era un asunto más delicado.

—Luego está eso de que su hija quiere irse de aquí y conocer mundo… —Carraspeó. Se removió en la silla. Probó a ser amable.— Le comprendo: yo tengo una hermana y también me habría preocupado si ella hubiera querido eso. —¿Había funcionado? Qué demonios: había que seguir.— Y sabemos que quiere venirse con nosotros… Pero mire: ¡es que no hay un «nosotros»! —añadió encogiéndose de hombros, algo harto de esa cuestión—. Mis compañeros y yo apenas nos conocemos de hace unos días. —De nuevo, se encogió de hombros.— Al final, cada uno seguirá su camino. Hemos tratado de explicárselo a su hija, pero no ha querido entenderlo. —Tomó aire: no quería decirle a Arlen que no pensaba cuidar a su hija. Decidió posponer ese punto y tirar por otro lado.— Si le tranquiliza, hablaremos con Sirya y haremos que entienda todo esto. Ya verá como entra en razón —mintió por tercera vez.

Esperaba que los dioses no llevaran también la cuenta.

No le sorprendió la llegada del Magistrado pero sí la disciplina que mostró delante suya para no levantar la voz y mantenerse firme. Sin duda alguna se trataba de alguien muy acostumbrado a lidiar con gente de todas las clases y había acumulado buen temple en negociaciones. Se despidió con un cabeceo de Sirya sin saber si al día siguiente se presentaría en la Casa Noble dispuesta a seguir de aventuras, pero miró de reojo a Groland cuando le dedicó aquellas palabras. No le estaba ayudando en nada.

- Quizás no pueda sacar mucho más de lo que ya sé - dijo, frunciendo el ceño - Puedo hacer un listado de posibles hechizos y las opciones, dependiendo del aura, pero eso depende de lo concienzudo que sea. Si decides ir a ver a Shandrill, iré contigo. No dudo que tenga muchos conocimientos, pero no me alejaré mucho de estos bienes mágicos. Hay que impedir que los curiosos los manipulen así como así.

» Ahora que está todo más tranquilo, os comentaré algunas cosas que he oído por el pueblo. Esperemos a ver cómo acaba la charla de Groland y os cuento.

De acuerdo Rash, iremos mañana por la mañana a ver que nos puede decir. y no se, pero la cara del magistrado no presenta nada halagüeño para Groland.