Partida Rol por web

La aparición del guardabosques, cual espíritu demoníaco invocado en un ritual, fue más que apropiada. Así se evitarían tener que recorrer los caminos para encontrarle y podrían resolver sus dudas, y debatir sus próximos pasos, durante el próximo día.

- Tomad asiento, Herl - dijo el mago, deliberadamente acercando un asiento lejos de Groland. Estaba seguro de que estar lejos de la imponente forma física de su compañero podría relajar  al guardabosques lo suficiente como para bajar la guardia y dar más información de la necesaria - Precisamente estábamos hablando de vos. Por ahora lo que puedo deciros es que no hemos descartado vuestra solicitud de ayuda para vuestra... amiga. Pero llevamos el tiempo suficiente en el camino como para no querer obtener toda la información posible antes de meternos a ciegas en un asunto peligroso. Así pues, ¿qué podéis contarnos?

Groland no recibió con buen humor el disgusto de la medio-drow con la idea de esperar: ayer a mediodía le había parecido que ella estaba más receptiva. El guerrero se molestó ligeramente por el -aparente- cambio de actitud.

—Ya tuve en cuenta esas circunstancias —aclaró escuetamente—. No esperaremos de más.

Fue entonces cuando Herl entró en el salón. Groland tomó nota del aspecto envejecido del hombre. «Debe de ser muy mayor, si es cierto que es un mestizo», razonó.

—Sí... Y contádnoslo como si no supiéramos absolutamente nada —gruñó el cormyriense en un inusual arranque de humor que no pasó desapercibido. A la vez, se recostó en la silla, los brazos cruzados.

Escuchó, fascinada, la historia de Ariadne. Estaba repleta de cosas y sucesos increíbles para la mente de la joven Sirya. No interrumpió en ningún momento y cuando la bardo terminó se quedó momentáneamente traspuesta, aún hipnotizada por las palabras y el sonido del instrumento.

- Muchas gracias por contármela- dijo, agradecida. Había aprendido que no debía fiarse de Groland. Muy guapo y muy aventurero, pero no había parado de ser un grosero. ¡Ella se merecía a un hombre mejor! ¡O elfo! ¡O enano!- Debo regresar con mis compañeros. No te interrumpiré más.

Para cuando Syria regresó había un hombre con el resto del grupo*, así que se sentó y prefirió no interrumpir. Al parecer hablaban de un encargo. ¿En qué acabaría la cosa?

- Si seria interesante escuchar tu historia y que ayuda debemos proporcionar y quien es tu amiga. dijo mientras se sentaba hacia adelante apoyando un codo en la mesa y sugetandose la cabeza con la mano de la misma.

Tenía curiosidad por escuchar lo que aquel anciano semi-elfo tenía por decir, porque era viejo y no se veían muchos así, por lo que me acomodé en mi asiento y escuché con atención, ignorando la mirada disgustada de Groland. 

Como ya todos habían hablado con él y dado su consentimiento para que se sentara y hablara, no añadí nada, ya no hacía falta. Sorbí de mi cerveza, la segunda. La cena había estado deliciosa, ahora tocaba bajarla con otra jarra. 

Tenía que dejar de acostumbrarme a la buena vida, ya era la segunda noche seguida que me pasaba con la bebida más de la cuenta. "Pero ayuda taaaanto a ignorar a Kerri...." pensé, mirando con una sonrisita el borde de mi jarra...

Herl se detuvo a unos prudentes pasos de la mesa, escuchándoos y observando con cierto recelo en su mirada vuestras reacciones. Parecía dispuesto a saltar en cualquier momento. Tras las diversas invitaciones y peticiones de explicaciones, el semi-elfo negó con la cabeza. "No. Ése no era el trato. Te dije que si aceptabais, os daría más detalles, no al revés. No hay trato." 

Con rapidez, se giró y desanduvo el camino hasta la puerta, cogiendo su sobretodo y poniéndoselo de nuevo. Antes de salir por la puerta, se detuvo a decir por encima del hombro "Será mejor que acabéis con ése Vampiro del castillo, y pronto, antes de que sea tarde. ¿O no tenéis ojos para ver que las tormentas cada vez son peores?" 

Un portazo después, se había ido. 

El arpa dejó de sonar. 

Ariadne dejó de tocar y el silencio que siguió durante unos momentos a las palabras de Herl llenó la posada. 

Las palabras de Herl, que había abandonado la posada adentrándose en la noche y en la tormenta sin dudarlo ni un instante, dichas con tanta seguridad, os llegaron al alma. "Vampiro". "Tarde". "Tormentas peores". 

¿Qué había de verdad en todo ello? ¿Todo? ¿Nada? ¿Parte? 

Ariadne miraba al suelo intentado recordar..."Sí que es cierto que...antes de irme yo, mencionaron que unas pocas personas habían desaparecido cerca del viejo castillo. Pensé en las Stirges, pero...si Herl lo dice...." La muchacha parecía atribulada realmente. "Creo que debo irme a ver a mi padre. Os dejaré para...os dejaré a solas. Demasiadas emociones." acertó a decir. 

La muchacha salió de la posada, tras recoger sus cosas y ponerse su sobretodo. De nuevo la puerta se abrió, dejando entrar aire frío, congelado casi, al interior. "¡Ma...maese Lannet! ¿Vos aquí? ¡¿Qué hacéis fuera con éste frío?!" se escuchó fuera de la posada, pues la puerta aún no se había cerrado del todo. "¡Ah m..mu..muchacha, mis ojos se alegran de v..ve...verte, desde luego, desde luego....¿no pp..podrás echarme una mano para entrar ésto tan pesado verdad? ¿No? Ya decía yo...s...si..siempre me toca hacerlo todo a mí al final, al vago Lannet. ¡Joooooder que frío!¿Puedes al menos esperar un momento y llevarte a Gema a su establo, en las tres jarras, ¿por favor? Anda..sss..sé buena, así no me tt...toca volver." Tras un momento de pausa, se escuchó la respuesta de Ariadne "Está bien, pero date prisa, hace frío y quiero estar en casa pronto." 

La puerta se entreabrió de nuevo, entrando por ella una figura achaparrada a la que reconocisteis como el halfling Lannet, con un sobretodo chorreante encima de su capa gris y sonriente, aunque con pinta de estar aterido. "Eh...¿alguien me ayuda?"

Al ver a Sirya, sus cejas se alzaron con un gesto de sorpresa, para al momento,  iluminarse con una sonrisa "vaaaaya.....así que mi exploradora favorita ha levantado el vuelo. ¡Ya era hora! Mira que te lo he dicho veces...espero que tus padres se lo hayan tomado bien, siempre han sido tan protectores contigo y con tu hermano....". Se acercó a la joven y le dió un par de golpes amistosos en el brazo..."¡Eh...si queréis a alguien que convezca a alguien de algo, que entre en algún sitio sin que nadie se entere, o que pueda abrir una cerradura difícil....¡ella es vuestra mujer! Tiene madera y yo mismo la he...em....aconsejado...jeje..."

**

Tras entrar los bultos que el Halfling traía en una mula temblorosa, aterida y cansada, con pinta de estar realmente cansada, el Halfling se despidió de la mula y de Ariadne y cerró la puerta de la posada, acercándose a las llamas de la chimenea. "¿Qué os pasa? Ni que os hubiera mirado un muerto..." dijo, bufando con fuerza en sus manos, tras percatarte que la mayoría de vosotros mostrabais rostros serios y taciturnos.

"Mirad, os voy a alegrar la noche." dijo, acercándose a vuestra mesa, trasladando los bultos poco a poco, pues ya dentro de la posada no corría prisa. "Quita eso de ahí, ponlo allá. Fuera, esa jarra fuera, que está vacía, traed una de vino caliente, llena, y una copa para mí, gracias.". El hedor a bestia que despendrían los bultos era fuerte. Lo reconocisteis sin problemas. Mantícora.

Tras varios movimientos, pronto quedaron varios objetos encima de la mesa. "Eh...me ha costado un día entero entre ir y volver, además de asegurarme que no había más bichejos de esos por los alrededores y tal, que por suerte, no los habían....pero...¿cómo os iba a dejar en la estacada? Ayer, tras veros tan cansados, decidí ir a hacer un viaje a la cueva, porque...¿para qué esperar? ¡Y que se adelantara algún ladrón! ¿Veis? Aquí está todo...ale, a repartir. Bueno, yo he hecho el trabajo más duro, que ha sido cargarlo todo y traerlo, con riesgo de mi vida..." en cuanto vio como algunos endurecían la mirada y se giraban hacia él, enseguida añadió, cada vez en voz más baja..."pero como vosotros habéis matado a las bestias y casi habéis muerto...creo que con unas cuantas monedas me conformo..._{para mis gastos y eso....y una gema o dos..."} 

Encima de la mesa, Lannet fue vaciando sacos, dejó una armadura de mallas y placas de tamaño humano, llena de perforaciones de púas de mantícora, que a los ojos de un usuario de armaduras pesadas, claramente necesitaba pasar por un herrero para ser reparada. Probablemente la reparación fuera algo costosa, aunque no tanto como adquirir la armadura nueva.***

También dejó un saco con un montón de prendas desgarradas dentro. Otro saco más pequeño con 103 Dragones, 205 lágrimas y 100 puntas. Entre las monedas, habían también 3 granates (de unos 50 dragones cada uno) y una perla rosada (de unos 250 dragones). 

También dejó en la mesa un viejo y desgastado libro, casi destrozado por la acción del tiempo y algún que otro garrazo o mordisco, pero, al parecer, con varias páginas aún legibles. Rashaniel, tras mirarlo unos momentos, supo que estaba delante de un libro de conjuros de viaje, uno que sería propiedad de algún mago muerto por aquellas bestias, y rescatado de la mugre por el Halfling. 

El último saco contenía un pesado cofre de hierro, con bonitos acabados y repujados, lleno de arañazos y marcas de dientes, junto a una gran y gorda cerradura de gran calidad. Era grande, macizo y pesado. Y Duro. "Em...no lo he podido abrir, pero oye, aquí está. Bueno...realmente no lo he querido abrir hasta que estuvierais delante, por la emoción de ver que hay dentro. ¿Alguien se atreve o le tiro yo?" dijo, frotándose las manos con cierto deleite. Le dió un codazo a Sirya, con poco disimulo..."¿Qué...te animas?". Desplegó, delante del cofre, unas herramientas envueltas en una funda de cuero. ****

La respuesta del guardabosques le sorprendió y decepcionó a partes iguales. ¿Pretendía que aceptaran su propuesta sin más, sin saber a qué se atenían? Probablemente Herl estaba poco acostumbrado a tratar con las demás personas, pero aún así, no podía pedir a unos completos desconocidos, por muy héroes del pueblo que fueran, que aceptaran un trato a ciegas. Eso dejó chafado al semielfo, que había sentido cierta complicidad con el mestizo pero como tantas personas a lo largo de su vida, había resultado ser menos de lo que esperaba. Al menos, pensó, Groland y Arue, y más recientemente Kerri, habían sido mucho más. Estaba contento de haberles encontrado.

Sus últimas palabras le dejaron pensativo, y tan sumido en las nieblas de su razonamiento como estaba, no se dio cuenta de la llegada del Halfling hasta que empezó a revolver las cosas de la mesa.

- Un vampiro. Entonces, ¿es cierto? ¿Dentro del Castillo hay un vampiro? Eso encajaría con las prisas de Shandrill, aunque ¿a qué viene tanto secretismo? ¿Qué gana al no decirnos abiertamente que hay una criatura tan abominable y legendaria como aquella? - con el nudillo del dedo índice entre los labios, la mente de Rashanie bullía de actividad - Hemos ganado tiempo: es un tema que debemos atender por la urgencia y la cercanía. Más tarde podemos decidir sobre los otros peligros que he oído hablar.

Plom. Una camisola de mallas sobre la mesa le sacó de golpe de su ensimismamiento, y vio cómo ante ellos se desplegaba una gran cantidad de objetos. Aquello apestaba a animal salvaje, y era un aroma que para él ya era inconfundible: Mantícora. Lannet había ido él solo a por el contenido de la cueva. ¡Qué arriesgado! Pero desde luego, todo un detalle. Bien se habia ganado unas cuantas monedas por el servicio. 

- Uhm... - dijo, tomando el libro de conjuros. Era un hallazgo importante, ¿encontraría algo de valor? ¿Algún conjuro que pudiera memorizar? Luego pasó los dedos sobre el arcón, parecía pesado - Dejadme un momento...

Cerró los ojos y susurró unas palabras. Como si intentara interpretar un grabado, deslizó las yemas de los dedos sobre su superficie mientras éstas dejaban un suave fulgor azulado que apenas duraba unos segundos.

Sopesaste los daños que mostraba la armadura y dedujiste que, aproximadamente, costaría un tercio del valor normal de mercado el repararla, o sea, unos 200 Dragones. No estaba del todo rota y se podía arreglar, quedaría bien, lo que significaba que era un buen hallazgo. Una buena armadura a un tercio de su precio.

Pero el cofre y el libro eran demasiado tentadores, así que apartaste rápidamente ésas conclusiones para luego y, mientras los demás hablaban*, te concentraste en el conjuro que, poco a poco, te fue revelando información.

Los primeros segundos detectaste magia. Sí, había magia allí....segundos después, varias auras mágicas superpuestas se reveleron ante tus ojos, mientras parpadeabas sorprendido, pues no esperabas ver varias. Lo que vino a continuación te dejó sin aliento. Poco a poco las auras se fueron separando y aclarando, como sabías que iba a suceder, pues el conjuro funcionaba así. Dentro del saco de ropajes desgarrados y ensangrentados algo emitía un aura de abjuración débil. Otra aura, mucho más potente, de evocación fuerte, surgía del interior del cofre, que te impedía percibir con claridad un aura más, también en el interior del cofre. El libro de viaje, por suerte para tí, desprendía también diferentes auras mágicas, superpuestas unas a otras y haciéndo difícil su apreciación, lo que significaba que tenía conjuros escritos (y legibles) en su interior. 

Total, cuatro auras. Una te la esperabas, el libro. Quizás te esperabas magia protegiendo la cerradura del cofre, pero no es así, no hay magia en el exterior del cofre ni en su cerradura.

Mientras sus compañeros hablaban, Rashaniel analizaba con ojo clínico los distintos productos que Lannet les había conseguido. Tras obrar su magia - la mesa había brillado con un sutil fulgor para luego desvanecerse como el rocío de la mañana - asintió satisfecho, y luego se incorporó. Se inclinó sobre la cota de malla y empezó a analizarla: deslizó los dedos sobre las anillas del pecho, presionando con suavidad. Comprobó el grosor del blindaje a través de los agujeros causados por las púas de las mantícoras, y luego tocó con los nudillos, escuchando el resonar del metal.

- En buen estado... recién forjada... contando los materiales - el mago estaba empezando a hacer cálculos mentales - Yo calcularía unos 200 dragones. Nueva, ojo. Pero claro, habría que repararla... afortunadamente no hay corrosión, ni quemaduras... Si el herrero nos hace precio, por unos 66 dragones estaría como nueva. Es un buen hallazgo.

Quedó pensativo. Quien terminara usando la armadura - Groland, Kerri o incluso Jerinor, tan parte del grupo como cualquiera - no le importaba. No tenía mucho sentido que les hablara del libro porque no lo entenderían, así que movió a un lado las joyas y monedas para hacer balance y miró el cofre.

- Hay algo dentro. He percibido un aura. Podéis abrirlo sin miedo porque no hay ningún conjuro - alzó el dedo, sonriendo pícaro - no sé si hay algún mecanismo, claro. Eso no puedo saberlo.

Luego tomó la bolsa de ropas ensangrentadas con delicadeza. Le incomodaba su aroma el tacto de la suciedad y la sangre. Pero había visto algo y tenía que confirmarlo.

Dejo hacer a Rash, pues es un experto, luego digo:- Groland, te interesa la armadura, tu eres el que mas al frente vas a estar. si no la quieres tu, la cogeré yo. Creo que el Herrero nos hará un buen precio, ya que estará agradecido por salvar a su hija. si no la quieres y te quieres quedar con la mía también puedes, es una armadura de bandas de gran calidad como veras por su diseño y sino podríamos vendérsela al herrero.
Respecto al Cofre quizás Lannet tenga razón, Podría intentar abrirla Sirya, así comprobaremos su pericia y si la pasa algo con alguna trampa la curare sin problemas y ademas hay varios templos por lo que no tendrá peligro si hay alguna trampa que se active.
- Por cierto Rash, que te ha atraído de la bolsa?

No iba a hablar del posible Vampiro, eso eran palabras mayores, enfrentarse a un Vampiro!, intente recordar que características tenían de los libros que devoraba cuando estaba en la gran Biblioteca.

Groland había asistido impertérrito al plantón de Herl: si alguien despreciaba su ayuda, tenía por norma no darle la satisfacción de verle cabreado o justificándose. ¿Y a qué había venido eso del vampiro y las tormentas? Que Ariadne lo creyese, vale, pero… ¿Un montaraz? «Los cuentos de Shandrill son muy populares», se dijo, aunque una sombra de duda acababa de aparecer en su cabeza.

La aparición de Lannet hizo que dejase de pensar en el tema durante un rato, pero también le hizo recordar rápidamente lo que le disgustaba de aquel mequetrefe. Seguía sin saber por qué Flowright y Jerinor no le querían cerca, pero empezaba a compartir su opinión. Además, que el mediano recomendara a Sirya para ir de aventuras no le haría ningún favor a la chica ni aunque pudiera abrir veinte cajas como aquella manejando las ganzúas con el culo. Pero lo que peor sentó al guerrero fue que Lannet hubiera hurgado en el botín que él y los demás se habían ganado. En su botín. ¿Quién le aseguraba a Groland que el miñoca ese no les había robado la mitad de lo que había en la cueva? ¡Y encima quería una parte! El cormyriense ignoró las preguntas de Kerri. Aporreó la mesa con las dos manos, haciendo caer varias cosas al suelo.

—¿CON QUÉ DERECHO TE HAS PUESTO A HUSMEAR EN NUESTRAS COSAS, MEDIANÍA? —rugió, poniéndose en pie.

Tras escuchar lo que el semi-elfo dijo, y lo que no dijo, Arue no tenía muy claro qué había sucedido. Por un lado parecía que el tal Herl se buscaba lo que encontraba, pero por otro, entendía la dificultad para confiar en otros que parecía tener el bastardo, pues en alguna ocasión, ella también había sido así. De todas formas, aplicando la lógica, si el que necesitaba ayuda era él (o una amiga de él, por extensión), lo normal era que hubiera cedido, aun a regañadientes. Quizás no era tan urgente como le había dado a entender a Rash. Decidió ignorarlo y pensar en otra cosa.

La entrada de Lannet con el tesoro le puso en guardia. Algo tenía el mediano que a ella no le terminaba de gustar, pero sin embargo, allí estaba, en una noche de perros, con el tesoro. No le gustaba, pero parecía que al resto sí, así que se relajó unos momentos, pero todo se puso tenso de nuevo con la reacción de Groland.

Realmente le fastidiaba no haber podido ir en persona a investigar, eso le daría la oportunidad de salir de Fairhill, donde no se encontraba cómoda del todo, y además, parecía que Kerri estaba de acuerdo, así que tocaba llevar la contraria.

"Sí, ¿con qué derecho?" apoyó al Sr. Oso.

El mediano miró a Groland levantando las cejas y congelando su sonrisa en la cara. "Ehhh....tranquilo muchacho." dijo, separando las manos y poniéndolas con las palmas hacia abajo. Su sonrisa transmutó en una faz seria, algo que no quedaba bien del todo en él, como si no estuviera habituado "Que yo sepa, no eran "tus cosas", si no el tesoro abandonado en la cueva de unas mantícoras, que cualquiera hubiera podido llevarse. Por suerte para vosotros, yo soy más rápido pensando y obrando que otros. Y dos, ¿he dicho uno? bueno, da igual...dos, ¿no es suficiente prueba de buena fe que estoy aquí por voluntad propia, entregándote el tesoro? Podría no haber venido. ¿No crees?"

Parecía algo enfadado, pero su argumentación era en cierta medida razonable.

Recuperó la sonrisa poco a poco, dejando las dos manos encima de la mesa, lejos de todo, mirando a Groland a los ojos.

"Además, te juro que no he tocado nada." le dijo, ladeando ligeramente la cabeza y con cara de inocente.

El mediano se defendió con vehemencia, sonaba razonable...hasta que puso esa carita inocente.

Era más falso que un Dragón* de madera pintado de amarillo. "Ha cogido algo."

Un movimiento imperceptible de la mano izquierda del mediano hacia un pequeño saquito que colgaba de su cintura, que corrigió inmediatamente, fue toda la pista que necesitabas. "Ahí".

Kerri trató de recordar en lo leído en sus largas horas de estudio sobre los llamados "Vampiros". Criaturas de la noche, señores de la Oscuridad. Sabía que eran criaturas no muertas poderosas a las que temer, que solían refugiarse en ataudes, a los que tienen que regresar durante el día para descansar, normalmente en lugares oscuros y húmedos, con grandes cantidades de tierra cerca. Comparten el gusto por la decadencia y la nobleza de los liches. Son fáciles de reconocer para un observador avispado, ya que no emiten sombra alguna y no se reflejan en ningún espejo, por lo que suelen evitarlos. Si hay ratas, murciélagos o lobos cerca, es posible que también hayan vampiros, pues suelen tener ése tipo de servidores, parecen tener una especie de afinidad hacia éstos seres.

Pero...sabía que había más. Recordaba haber leído en algún sitio que existían libros y manuales específicos como el "Vampirismo, verdades, mitos y leyendas" de su biblioteca natal, que ahora mismo le vendría muy bien, pero no lo tenía al alcance....

Se estrujó los sesos intentando recordar alguna pieza de información más...estaba ahí, podía casi tocarla con la punta de los dedos...cerró los ojos concentrándose*

Kerri miro a Groland y Arue y luego a Lannet y dijo:- Vamos, nos ha traído las cosas, que ladrón hubiera echo eso?, la mayoría lo hubiera escondido sin problemas y nos habríamos quedado sin nada, menos mal que al menos Lannet a recuperado algo, deberíamos estarle agradecido y sacando 30 Dragones se los da diciendo:- Por mi parte tienes mi agradecimiento, no puedo ofrecerte ninguna joya por ahora porque no se lo que opinaran al final los demás. Gracias Lannet.
Y de repente se le abrieron los ojos como que un Flash cruzara su cabeza, al momento arrugo la nariz y mirando a la mesa fijamente se meso la barbilla mientras estaba claro que intentaba recordar algo... algo importante...

- A ver, a ver - dijo, alzando las manos tras levantarse - Vamos a calmarnos todos. Sí que es verdad que nosotros limpiamos aquel nido, pero eso no nos da legítima propiedad sobre el cofre y lo demás. 

Miró a Groland y a Arue seriamente, y luego desvió la mirada a Kerri.

- Nos ha traído las cosas, y todo por qué, ¿por un pago por el transporte? Y sin necesidad de que se lo hubiéramos pedido. Ha sido todo un detalle, y en vez de ponernos a gritar como locos, lo que se merece es un "gracias" sincero - inclinó la cabeza, conciliador, y finalmente miró a Lannet - Además, él dice que esto era lo único que había, y nos está diciendo la verdad, ¿no, Lannet?

Groland estaba visiblemente cabreado, y el apoyo de Arue no hizo más que encenderle aún más, pero la reacciones de Lannet, Kerri y Rash consiguieron sembrar la duda en su mente. «¿Y si me he pasado?». Por supuesto, una cosa era dudar, e incluso darse cuenta de que se le había ido la oya, y otra muy distinta retractarse.

—Lo que tú sepas o dejes de saber me suda la polla, amigo —soltó en un tono cargado de amenaza, aún de pie—. Si yo mato al monstruo y tiene cosas, son mis cosas —Lanzó una larga mirada de odio al halfling.— Espero haberme explicado bien. De cara a futuras... ocasiones semejantes —concluyó.

Se volvió a sentar en su sitio. ¿Que el mediano les había hecho un favor? Pues sí, pero que no pretendiera que Groland le diera las gracias, ni una palmadita en la espalda, ni treinta dragones, como la locatis de Kerri. Que abrieran aquella caja de una maldita vez. Empezaba a tener ganas de irse a la cama.