Partida Rol por web

Ramond apartó una rama baja para pasar mejor, y echó un vistazo a los mercenarios que le seguían.

Sabéis que no sé seguir rastros ni orientarme por el bosque, ¿verdad? ¿Para qué me trajisteis?

Estaban dando bastantes vueltas. Según Ramond, encontraron el cuerpo de Malocchio Aderre al oeste, y bastaba con seguir sus propias sombras durante la mañana, con el sol a sus espaldas. Sin embargo, a tramos, los árboles del bosque formaban cúpulas espesas que les envolvían en penumbra, y desorientaban a Ramond.

Arf, arf...-resopló, fatigado-Creo que es por aquí.

A pesar del cansancio, Ramond avanzaba a un ritmo muy vivo. Parecía que los castigos corporales sufridos durante la noche le habían azuzado para seguir adelante pasara lo que pasara. Ramond empezó a obsesionarse, empezó a tomar distancia con respecto al resto de la comitiva, obligándoles a acelerar el paso para no perderle de vista y haciendo caso omiso de las peticiones para que se detuviera. Casi parecía un alma en pena, vagando por la arboleda.

¡Es por aquí! ¡Más deprisa!

Genann parecía un perro apaleado, con la lengua fuera y jadeando mientras intentaba seguir el paso vivo del guardia. A aquel ritmo no llegaría muy lejos y lo sabía, cargando con su petate y más preocupado de no perder de vista al amoratado Ramond que de disfrutar del hermoso entorno o de tratar de percibir cualquier elemento trascendente para un druida como el crecer de un  helecho en el borde del camino.

-No puedo más -jadeó deteniéndose y agarrándose los costados al tiempo que se doblaba por la cintura-. Ni un paso más. Por los robles centenarios de mis bosques, ¿qué le han dado a este hombre?

El llamado Ramond empezó su tarea de mala gana, pero ha medida que avanzaba por el bosque se le vio más motivado para continuar, llegó un punto en que parecía no darse cuanta de que estaba acompañado y seguía avanzando a un ritmo infernal, estaba influenciado por el extraño bosque? O era el miedo a seguir recibiendo golpes? Fuera por el motivo que fuera, sus compañeros estaban acosando el paso el marcado por el humano, por suerte Menon pudo mantener el tipo, se ve que ir de aventuras con guerreras tan fuertes como Quiora o Fedora le estaba dando más aguante.

- Tenemos que seguir adelante, cuanto antes lleguemos, antes podremos irnos y solucionar este entuerto.

Seguramente el mercenario iba tan rápido por miedo a que la semiorca le diese una colleja. Y es que la mestiza le pisaba los talones. El aire fresco le estaba sentando de maravilla.

Pero otros no parecían estar en tan buena forma como ella e iban quedando atrás. Quiora, más consciente de ese hecho que Ramond, al parecer, intentó agarrar al soldado por uno de sus cinturones para frenar su avance.

- Ey campeón, para un poco, es que no ves que les va a dar un jamacuco?!

Será mejor que los 'señoritos' que van montados se bajen y anden un rato, no creéis?. Así descansan los que estén agotados. Por turnos, digo yo. Si no, no vamos a llegar de una pieza a donde quiera llevarnos este loco.

Debiluchos...

Tras el despertar y el desayuno, y esperar a que los magos y los clérigos hicieran sus estudios arcanos y rezos a sus respectivas deidades, respectivamente, el grupo entero se puso en marcha hacía el bosque, guiados por Ramond. El camino fue bastante agradable, más aún para Fedora que iba a lomos de Mandryva, su reciente yegua. Iba junto a Sapo, también en su montura, y al otro lado Alarico, también sobre su caballo. El resto del grupo, tras un rato siguiendo los pasos acelerados del soldado, no paraban de jadear, posiblemente debido al cansancio. Con todo y con eso, para no aburrirse, quiso entablar conversación con los otros dos que tenía a su lado. Primero empezó por Sapo:

- Pensarr en lo que desirr anoche, Sapo. Crreerr que corrtar mio pelo. Dejarr corrto, quisás porr aquí. - Dijo, sin mirar al gnomo, pero formando unas tijeras con los dedos de su mano derecha y sosteniendo su pelo a una determinada altura. A media altura del cuello, para ser exactos. - Perro también comprrarr tinte. Colorr rrubio, yo querrerr. Quisás tinierr en castillo. Yo preguntarr cuando rregrresarr, da. - Dejó las palabras en el aire, pues tampoco es que pidiera opinión, más bien tenía claro que quería cambiar su aspecto, quién sabe el porqué.

Tras sus breves palabras con el ilusionista del grupo, fijó sus ojos en Alarico Maldonado, del que seguía desconfiando, aunque puede que ahora un poco menos después de las explicaciones que le dieron y dió el mismo.

- Así que tu serr clérrigo, ¿da? Tuyo poderr serr muy bueno parra sanarr herridas, perro aún nesesitarr prráctica, mirrarr que pasarr otrra noche... ¡Aaaahhh, catastrrof! Ya no estarr enfadada, perro tinierr cuidado prróxima vez. Mejorr usarr tu poderr parra currarr vivos. Si, muchio mejorr... - Volvió a dejar sus palabras en el aire, no buscando respuesta del otro interlocutor.

De pronto, las palabras de Quiora sacaron al trío que iba sobre monturas de sus pensamientos o cualquier cosa que estuvieran haciendo. La norteña aprovechó para contestar a la mestiza.

- Quiorra tinierr rrasón. Esos debiluchios parreserr cansados... - Comentó a Sapo y Alarico, no viendo que las palabras de la semiorca iban con ella pues había usado la palabra "señoritos", lo cual la excluía, claro estaba.

Viendo que Ramond apretaba el paso, la guerrera de espadas bastardas no tuvo problemas en seguirlo, gracias a su ya mencionada montura, aunque también le avisó de que no corriera tanto para no dejar al resto del grupo rezagado.

- Rramond, no corrierr tanto o camarradas desfallecerr. ¡Alto o yo contarr a Grramley tuya insuborrdinación! - Le espetó al guardia para que aminorase el paso, aunque viendo que no cesaba en su empeño, volvió a amenazarle con algo peor. - ¡Alto ahí o yo dejarr a solas con Quiorra! - Añadió.

- ¿No te sería más cómodo tenerlo como el mío?- Respondió a Fedora dejando caer la capucha de su túnica dejando al descubierto el estropicio de pelo que tenía. Lo llevaba corto y despeinado. Quedaba patente, por los trasquilones que se apreciaban en el cabello, que debía cortarse el mismo el pelo con el filo de una daga o algo así. No era un trabajo muy meticuloso.

Que Quiroa diera lecciones de educación a Sapo ya decía mucho de la falta de empatía que demostraba el gnomo. Sin embargo Lentejuela, su mula, lista como pocas, mordisqueaba al mago para hacerlo reaccionar.

- Oh...- Corrían rumores de que el maestro de Sapo se había transmutado en una mula y que era Lentejuela. Eso le recordaba los esfuerzos de su mentor por dulcificar sus bastos modales. Disculparse era gratis.- ¡Perdón, perdón!- Se acercó montado en Lentejuela hacia Alanis para dirigirse a ella.- Señorita, si necesitas que Bigotes suba a lomos de Lentejuela, no hay ningún problema.- Le había caído bien la comadreja y el contacto físico con los animales no le molestaba.

—Pues sí. No sé que le han dado, pero en esta región parecen estar todos locos. Si no uno por una cosa otro por la otra. Venga, a correr a lo loco por el bosque.— Respondió con estas palabras a Genann ante el comentario del druida sobre la prisas de Ramond.

Corvino también se encontraba fatigado. Aunque era un hombre acostumbrado por su antigua ocupación a caminar largas horas por el bosque, recolectar leña y volver con ella cargado, ya los años empezaban a pesarle. El ritmo de la carrera hacía que su ropa se rozara con la herida del pecho produciéndole un continuo escozor, aunque la última vez que la había mirado esta parecía estar cicatrizando rápido. También contaba con el hecho de que ahora la bolsa de monedas le pesaba un poco más. Sea como fuere estaba sudando.

Sin embargo, eso no había agudizado la percepción del viejo leñador ni su vieja costumbre de poner mil ojos en el bosque. Buscaban una cabaña, pero el viejo también buscaba señales de paso por el bosque. Ramas rotas, pisadas, senderos animales y otras marcas de paso. Para alguien no acostumbrado el bosque podría parecer todo igual, un continuo tapiz de pardos y verdes; pero Corvino sabía reconocer los árboles y las hondonadas para situarse y poder desandar el camino si fuera necesario.

Esperaba eso si, que cuando se diera el regreso se produjera a un ritmo más relajado.

—¡Un momento! ¿Habéis visto eso?— Dijo el viejo.

Corvino señaló al suelo, y su perro se acercó a olfatear. Movía su cola como si supiese que esta noche iba a tener sexo: era el rastro reciente de dos perras que habían cruzado el camino en este punto, y se habían marchado por la derecha, entre los arbustos.

No tenía mayor complicación alcanzar a Ramond y obligarle a esperar. Mandryva, la yegua de Fedora, adelantó al soldado falkovniano y se interpuso en su camino para que no pudiera seguir. El paso vivo de Quiora también le permitió sujetar el cinturón del guía.

¿Qué hacéis? Ya casi hemos llegado-protestó-. Es ahí delante.

Aunque la mente trastornada de Ramond no sabía a santo de qué venía tanta queja, el humano también estaba sudoroso y sin aliento debido al fuerte ritmo de la caminata. Pensaron que estaban ante una bifurcación (seguir al guardia al frente o a los rastros de las perras a la derecha), cuando todo se trifurcó y un sonido potente estalló a la izquierda.

¡Bang!

No todos allí estaban familiarizados con las armas de fuego y las cualidades de la pólvora, pero en el caso de los cuatro mercenarios que habían detenido al terrorista antes de ir al castillo, aquel ruido resultaba una especie de versión más pequeña de la explosión del atentado en Karina.

Las pequeñas piernas de Dalabrac intentaban seguir el ritmo de locos que el guía estaba imponiendo, le resultaba extraño que tras un buen rato de no saber exactamente el camino y dar tantas vueltas, ahora se dirigiera con tal paso seguro por el camino. El sudor le perlaba  la  frente, sin embargo aguantaba el recio paso mucho mejor que algunos de sus compañeros aunque el debía dar dos pasos por uno solo de la mayoría de ellos.

Cando sentía que sus piernas le iban a  explotar por el cansancio  Fedora retuvo al guía y le pudo acortar distancia, entonces se recostó en un árbol a recuperar el aliento.

 Observo con curiosidad  como el perro del viejo al parecer encontraba un camino alterno al del guía

-ya decía yo tantos golpes le hicieron pupa  el cerebro a ese y no tiene ni idea de por dónde nos lleva-

Estaba hablando al grupo cuando el sonido llego a sus oidos

¡Bang!

Tal sonido le parecio como el de una explosión mágica o el fracaso de un laboratorio alquímico , se espavilo y oteo en todas las direcciones buscando el origen del tal estallido.

—Mi sabuheso ha encontrado el rastro de dos hembras. Perras de caza, imagino. **—

Oyo la detonación y atisbó entre el bosque intentando buscar el origen. 

—¿Hola, hay alguien por ahí?—

Sin reconocer la naturaleza del sonido se dirigio hacia su origen sosegadamente. Intuyó que habría algún cazador cerca, y no quería sobresaltarlo. 

—¡Oiga! ¿Puede oirme?—

-Qué ha sido eso?

La semiorca dejó libre a Ramond, sacó su hacha del cierre que le permitía llevarla a la espalada, y se preparó por si salía algo de la espesura del bosque.

Se había formado mucha algarabía en el lugar. De un lado, por tener que parar en su ímpetu a Ramond y por otro porque Corvino había conseguido detectar alguna especie de rastro de perros, cosa que podría ser algún tipo de pista o al menos eso pensaba Fedora.

Con todo y con eso, el grupo entero quedó en silencio en el momento que escucharon aquel estruendo. Raro a la vez que familiar para la norteña, que trataba de ubicar el lugar del que provenía.

- ¡¿Oírr eso?! ¡Menon, Sapo, Quiorra, serr como prrimerra noche aquí! ¡Poderr serr terrrorristas otrra ves! ¡Deberr irr a investigarr! ¡Terrrorristas no estarr con Malochio Aderre y si cogierr a uno con vida tal ves esplicarr lo de muela negrra y demás...! - Congeturó, sacando una de sus espadas bastardas, viendo que la semiorca hacía lo propio con el hacha que llevaba encima.

Cuando frenaron a Ramond, justo en la encrucijada, Genann se detuvo de nuevo, jurando por lo bajo y cagándose en toda la guardia de la Garra y en especial en el que los guiaba, mientras se agarraba el costado.

-Arf, arf, arf -jadeó la mirada clavada en el suelo que el perro de Corvino había olisqueado con evidente interés y con el rabo más tieso que un palo. Fue recuperando la respiración, poco a poco, y terminó por enderezarse completamente cuando un seco estampido le hizo dar un respingo y encogerse como una tortuga dentro de su caparazón. Miró en la dirección del sonido, admirado del temple de sus compañeros quienes parecían reconocer tras el mismo la presencia de un humano y estaban dispuestos a hablar calmadamente con él, antes de acusarle de terrorista y trocearlo después a golpe de hacha y espada.

Tiro supervivencia para comprobar los rastros de la encrucijada.

Escuchar para detectar la presencia de lo que sea en el origen del estampido y potenciales conversaciones en susurros, ruidos y demás.

Y avistar como complemento para descubrirlos físicamente. La tirada es con el bonus sin sombras. Si consideras que el lugar es sombrío, habría que añadirle un +3.

El sonido de la explosión hizo que la juiciosa Lentejuela se agrupara con el resto de su rebaño, formado por extraños humanoides, pues es lo que hacían las mulas ante la amenaza de un depredador. Desde su lomo, Sapo observó que las impetuosas Quiora y Fedora desenvainaban las armas.

- Me da que pensar que éste guía nos quiera llevar directos a una emboscada.-Ramond parecía nervioso así que prefería fiarse más del perro del viejo Corvino, aunque siendo tantos no temía acercarse al origen de ese estallido.

Alarico había mantenido un profundo silencio desde que habían interrogado al noble. No se sentía satisfecho, en absoluto satisfecho para ser claros, con su comportamiento con el tema del muerto viviente. Aunque no había tratado de fortalecerlo, era posible que lo hubiera hecho, y cómo había podido producirse tal cosa le enfadaba sobre manera. Pero ahí estaban, después de todo. Interrogando al señor de esas tierras como si tuvieran derecho a hacerlo, y como si importara en algo que el Señor de un dominio saliera de caza de personas.

¿Tan distinto era de cazar ciervos, por ejemplo? Las personas eran animales, eso era todo. Y aunque era desagradable y no le gustaba la idea de matar sin necesidad, o de echar a perder instrumentos útiles... no era algo que fuera a criticar de quien, además, precisaba ayuda y estaba dispuesto a pagar por ella. Sí, una vez que hubiera demostrado ser útil, tenía que hablar nuevamente con el noble, puesto que mucho podía serle de utilidad sobre todo si, como parecía, tenía problemas con muertos vivientes y maldiciones.

Lo primero, es lo primero- dijo para sí mientras acompañaba al grupo, observando el lugar por el que el guardia les llevaba. En ese momento escuchó las palabras de Fedora y negó con la cabeza.

- La práctica siempre es necesario, es cierto, gracias por vuestras palabras Fedora- dijo con amabilidad- Sin embargo temo que fuera algún tipo de... trampa mágica. O de extraña reverberación entre mi poder y lo que había animado a ese muerto viviente- explicó sin ocultar su perplejidad- En fin... es lo que tiene. Ahora, debemos buscar todos como poder obtener un premio en nuestra misión. ¿No os parece? En cuanto a dejar que alguien se monte en mi montura... bien, sin duda no es mala idea. Y si alguien lo pide- miró con intención a Alanis aunque luego miró más serio, y siempre cordial, al resto- lo haré, por supuesto. Todos estamos juntos en esto.

En todo caso, y por desgracia, la posibilidad apuntada llegaba tarde. El guardia ya indicaba que habían llegado, y sonaban ruidos de combate.

Todo parecía ir bien pues Corvino encontró un rastro que quizás podía guiarles hasta el lugar del suceso al fin, un momento para detenerse y poder descansar un poco mientras recopilan los datos necesarios, pero el sonido de una explosión los pone alerta a todos, están siendo atacados, será algo natural? Las guerreras se ponen en guardia, como es normal, el resto se muestra entre desconfiado con nuestro guía y extrañado por la situación.

- Que todo el mundo cubra el terreno que tiene alrededor, hay que averiguar de donde ha venido ese sonido, formad un circulo y que nadie pierda de vista a sus compañeros!

Algo de organización podría marcar la diferencia ahora, pero con tanta gente es dificil saber lo que pasaría.

¡Cómo te atreves, gnomo! ¡No os estoy enviando a emboscada alguna!-dijo Ramond, ofendido.

Aún así, el guardia seguía intentando seguir todo recto, en una suerte de baile con la yegua Mandryva mientras trataba de rodearla. La otra persona que no se quedó a la expectativa fue Corvino, que se alejó entre la espesura, hacia la izquierda. El rastro que había encontrado era reciente, pero no se había acercado lo suficiente al perro que mordió a Genann para saber si había sido macho o hembra. Con esos datos, relegó a un segundo plano el rastro encontrado y fue a investigar el origen del disparo.

Genann aprovechó el tiempo para buscar huellas. Vió la de los dos perros que ya había encontrado Corvino, y huellas de botas más antiguas, de por lo menos hace una semana. En realidad llevaba viendo pisadas casi desvanecidas durante toda la mañana, ya que prácticamente toda la totalidad del bosque había sido explorada para encontrar a Malocchio hace nueve días. Después, el druída trató de escuchar algo en la profundidad del bosque, captando el sonido casi inaudible de un violín tocando. El ruido de música, del que solo Genann se había percatado, venía de más adelante, en la misma dirección a la que Ramond ponía tanto esfuerzo en dirigirse. Lo que pasaba era que las dos perras estaban aumentando su ventaja cada segundo que pasaban allí plantados, y Genann no era un cazador, él no seguía rastros. Necesitaba que Corvino regresase pronto para guiarle.

¡Bang!

Un segundo disparo les hizo temer por la vida de Corvino, pero el hombre no tardó en volver con un curioso relato...

Corvino había avanzado lo suficiente hacia su izquierda para ver entre la espesura el final del bosque: un río. En el medio del caudaloso río había anclado un balandro de cincuenta pies de eslora con las letras VIRAGO pintadas en la proa.

En el breve instante en el que estuvo vigilando, solo vió un tripulante. Se trataba de un ser humano de mediana edad, que se paseaba por la cubierta armado con una pistola. Corvino llegó a ver a ese navegante disparar su arma contra el propio río, y posteriormente se volvió con el resto del grupo de aventureros sin ser visto.

Seguramente se trate del río Noisette. Es navegable-y también explicó lo que era una pistola a los más profanos-. Una pistola es algo así como... como una varita mágica que hace ese ruido cuando suelta un fogonazo. ¿Podemos irnos ya? Al frente nos sigue esperando el lugar donde encontré a Malocchio.

¡Cómo te atreves, gnomo! ¡No os estoy enviando a emboscada alguna!-dijo Ramond, ofendido.

Torciendo el gesto, la norteña señaló con karatel'nyy, una de sus espadas, a Ramond, mientras proseguía el paso de este sobre su yegua.

- ¡Cuidarr tuya lengua, Rramond! ¡Yo rresponderr porr míos camarradas, y eso incluirr a Sapo! ¡Si tu tenierr valorr parra hablarr así a mío camarrada, tinierrlo también parra rrespondierr a mía rréplica! ¡Rrecorrdarr mías palabrras! - Dijo con gesto serio al soldado.

Las palabras y los ánimos fueron calmados por la llegada de Corvino, que había vuelto a explorar por la zona izquierda, avisando al resto de la presencia de un barco, entre otras cosas. Pero también salió de los pensamientos de Fedora todo aquello cuando, en la lejanía, se volvió a escuchar el sonido de uno de esos disparos, que encabritó a Mandryva, teniendo la guerrera que calmar a su montura con sueaves caricias en el cuello del animal.

El soldado volvió a dar información, tanto sobre el río que quedaba a su izquierda, donde Corvino detectó el barco, como de la procedencia del sonido, amén de la existencia de unos artefactos parecidos a varitas mágicas que emitían dicho ruido al ser usados.

- Varritas mágicas serr muy rrarras aquí. En mi Nortalia natal las varritas no haserr tanto rruído... - Comentó, pensando que era algún tipo de varita mágica, debido a la explicación.

Después, viendo el ímpetu de Menon, su compañero el psiónico, trató de calmarle los ánimos, para que no se desviase de su tarea principal.

- Trranquilizar, Menon. Nuestrro trrabajo serr clarro. No interresarr barrcos ni varritas mágicas ahorra mismo. Seguirr a Rramond y luego ya verr... - Trató de calmar los ánimos de su camarada.

Sapo seguía sospechando de Ramond y envalentonado por la protección que le otorgaba la mujer norteña siguió, cabezota, con si idea.

- Si el barco está anclado no se va a mover de ahí.- Para eso se echaban las anclas.-¿Te ha visto su tripulante?- Preguntó al viejo que parecía haber pasado desapercibido.-Ramond está nervioso de lo que puede concluirse que nos oculta algo. Quizá nos lleve a una emboscada o no quiera que encontremos algo.- Recordaba que les habñia costado que la Garra les dejase al guía. ¿Habrían soltado a los perros para dar caza a algo antes de que ellos llegaran?- Han pasado nueve días desde que Malocchio se perdió, no perderemos información vital porque persigamos ese rastro un poco más y volvamos luego. Los perros se mueven rápido, cuanto más dilatemos nuestra partida más terreno nos sacarán.