Partida Rol por web

Dreyden frunció aún más el entrecejo. Aquel osgo estaba diezmando a los guerreros y él no podía hacer nada. En su mente no paraba de repetirse que deberían haberse detenido a descansar. Si tuviera su magia... 

Lamentablemente era tarde para lamentarse. El mago sabía que iban a morir allí pero no se resignó. La muerte... el ambio definitivo... un transmutador como él no podía temer al cambio!

El mago se quedó conde estaba y activó la magia de su cinturón curativo sobre Zurkor, aunque aquello lo pusiera al alcance del osgo.

Xanaphia, arrastra al pequeño hacia atrás! Corred todos! Huid y escondeos!

Ver como los dos medianos caían inconscientes casi al unísono fue el detonante, aunque que el tono en las palabras del 'mayor' se pareciese tanto al utilizado por su madre ayudó mucho, y la guerrera no dudó en obedecer.

Xanaphia se agachó, intentando mantenerse a distancia del arma del temible osgo, cogió el pequeño cuerpo del caído y corrió desandando el camino que los había llevado hasta allí. 

Jedemiah se desplazó lateralmente para usar dos cargas de su cinturón curativo y así recuperar a su compañero Zurkor. El mediano recuperó la conciencia pero aún yacía tirado en el suelo. Instantes después dio otro paso lateral para alejarse del osgo. 

Xanaphia hizo todo lo posible por ayudar al otro mediano y trató de arrastrarlo lo máximo que pudo para llevarlo consigo, pero era demasiado peso como para poder cogerlo en brazos y llevarlo consigo. Aún así, se lo colocó en un hombro y empezó a moverse con dificultad.  

El osgo que pudo ver como Xanaphia se escapaba con Eulendileas, optó por enfrentarse al que tenía más cerca y en pie, el mago Jedemiah. Dio un paso hacia delante y descargó toda la energía de su martillo contra él. El mago sintió como todas sus costillas se quebraban y como la sangre empezaba a encharcar sus pulmones, por suerte había logrado sobrevivir al golpe y aún se mantenía en pie. 

Los ballesteros se prepararon para disparar a la chamán del dragón que huía, por suerte su armadura bloqueó ambos virotes. El arquero también intentó evitar que huyera, pero se puso tan nervioso que terminó clavando su flecha en la espalda de su líder provocando un fuerte rugido de odio por lo que acababa de suceder.

Xanaphia notó los virotes golpeando su armadura con apenas fuerza como para hacerle más que una ligera muesca, también oyó el quejido del osgo y estuvo tentada de echar una mirada atrás para ver qué sucedía, pero apretó los dientes mientras sujetaba su carga inesperadamente pesada y siguió alejándose de la maldita puerta. Intentó ocultarse de la visión de los guerreros a distancia y esperó que sus compañeros pudieran seguirla en breve.

El mediano pensó que no tenía salvación, pero para su sorpresa se mantuvo vivo. Si bien perdió el conocimiento apenas unos segundos, de alguna manera abrió los ojos y se encontró tras el osgo que avanzaba sobre sus compañeros. Sin dudarlo se puso de pie y se lanzo por la puerta, esperando que el monstruo no pudiera volver a golpearlo.

En su mano, seguía llevando la pequeña guja, esperando tener la ocasión de utilizarla si el osgo se les volvía a acercar

Jed mandó a Kell junto a los demás y uso su varita para intercambiarse con él. 

-CORRED, INSENSATOS!!

Xanaphia huyó en dirección a la fragua cargando con Eulendileas entre sus brazos. Ir en aquella dirección era un auténtico peligro. Habían logrado atravesarla gracias al sacrificio de Jairee y Atara, pero nada les garantizaba que hubieran acabado con todos los orcos que había allí. En absoluto. Aún así, tampoco había muchas opciones, pues aunque aún tenían que explorar gran parte de la cueva en la que se hallaban, ya se sabía el dicho, más valía lo malo conocido, que lo bueno por conocer.

El mediano intentó ponerse en pie, pero el osgo intuyó que podía sufrir un nuevo golpe por la espalda y volvió a golpearle en las costillas con su martillo volviendo a dejarle inconsciente.

Habían abandonado al mediano a su suerte, pues ahora el aura de Xanaphia ya no le alcanzaba para sanarle, y el mago se había intercambiado con su halcón para huir de allí. 

Cuando el osgo vio el ave, se vio tentado de golpearle con el martillo, sabía de qué se trataba, era el familiar del mago y por lo tanto, herirle a él sería como matarle, pero prefería evitar que los enemigos huyesen. Por eso salió detrás de ellos, y la pobre Xanaphia iba tan cargada que no tardó en volver a darla alcance. Por fortuna, y gracias al aura que recubría su cuerpo, Eulendileas pudo despertarse, y aunque se encontraba muy malherido, había recuperado la conciencia, facilitando así la huida del trío que aún se mantenía en pie.

Y finalmente, los arqueros decidieron no ir tras ellos, se quedaron en la sala donde se encontraban para disparar al cuerpo inerte de Zurkor y evitar que se volviese a levantar. Para así, darle definitivamente una terrible muerte.

- Ugh - exclamó el mediano tras recibir el ultimo martillazo. Con los ojos cerrados permaneció en el piso, dejando caer su arma y tratando de respirar

Arraman vió a Zurkor en el suelo mientras corría y su cerebro se disparó a toda velocidad. El mago recorría los pasillos corriendo, buscando un lugar donde esconderse para dejar que el osgo lo pasara por alto.

Eulendileas se despertó en el follón de la huida. Notaba cómo su cuerpo prácticamente volaba y, cuando se quiso dar cuenta de lo que pasaba, ya le habían dejado en el suelo y estaba obligado a salir corriendo. A su lado iba la mujer que no conocía y, pocos pasos por detrás, Jed.

¿Qué ha pasado, dónde está Zurkor? ¿Y cómo te llamas? ¡Yo soy Eulendileas!

Cuando notó que su carga despertaba lo dejó en el suelo para poder ser más rápidos, se giró momentáneamente justo para ver al osgo propinar otro golpe al mediano abandonado y salir tras ellos. Apretó los dientes, no le gustaba dejar a nadie detrás y ya llevaban demasiadas bajas en aquellas catacumbas, las palabras del mediano recién despertado de la inconsciencia hicieron que tomase una decisión, si suicida o heroica ya se vería pero tenía que intentarlo.

-Xanaphia, -dijo casi en un susurro -voy por él.

Cogió el frasco granate de los dos que llevaba en su bandolera y se lo lanzó al osgo, esperaba que las llamas lo despistasen lo suficiente como para darles tiempo a esconderse.

Zurkor había quedado atrás, mientras que el resto hacían todo lo posible por huir del combate. Jedemiah se escondió tras la primera puerta que encontró, mientras que Eulendileas seguía huyendo de allí. Entonces Xanaphia se giró para ayudar al mediano y fue a lanzar el fuego alquímico que tenía en la mano cuando tuvo tan mala suerte que le explotó encima. Entonces, el osgo la alcanzó y la encajó otro duro golpe con su martillo. 

Por fortuna fue capaz de soportarlo y además Zurkor había dejado de sangrar. Así que si lograban derrotar al osgo y a sus secuaces, podrían sanar al mediano que había caído en combate.

Segundos después, quienes les alcanzaron fueron los ballesteros y el arquero, que también les habían seguido hasta allí.

Zurkor permaneció tendido, sin reaccionar a lo que pasaba a su alrededor aunque, de alguna manera algunas de sus heridas se comenzaron a cerrar

Con todo, sus ojos permanecieron cerrados y su respiración casi inaudible

Después de quemarse a lo bonzo, de forma accidental pero ese fue el resultado, Xanaphia entendió que no podía seguir con el combate si quería vivir otro día. Y quería. Necesitaba recuperarse de las heridas sufridas y reducir aquel castillo a escombros hasta mas abajo de sus cimientos. 

Con una muda disculpa al mediano tendido, esquivó el temible martillo y salió corriendo en busca de un lugar donde poder despistar a esos seres.

Si pensaban que Eulendileas iba a quedarse allí a combatir, lo tenían claro. Si los medianos habían sobrevivido tanto tiempo no era por esa suerte que les perseguía, era porque sabían cuándo escapar de un combate totalmente desigual y volver cuando estuvieran preparados. O encontraran a gente más grande y fuerte que su enemigo. O cuando el enemigo estuviera durmiendo y pudiese pasar por allí como si no pasara nada.

No, no era el momento para hacerse el héroe. Eulendileas siguió corriendo como un loco.

Mientras Eulendileas y Xanaphia se marchaban del lugar, Jedemiah recurría a su magia para cambiar de aspecto y convertirse en orco.

El osgo siguió tras ellos, y de pronto, la chamán y el pícaro se encontraron con los orcos que habían dejado atrás en las fraguas. Habían ido sorteando gran cantidad de obstáculos y evitando entrar en combate. Jairee y Atara se habían sacrificado para abrirles a ellos paso, pero no habían logrado derrotarles. Por eso Xanaphia y Eulendileas se hallaban rodeados. Al menos una decena de orcos les acababa de impedir el paso para seguir adelante. Y el osgo y los arqueros, de los que estaban huyendo les habían dejado a sus espaldas.

Aquello era el fin. Zurkor prácticamente muerto, Jedemiah escondido como una sabandija y tan solo ellos dos delante de todo el peligro.