Partida Rol por web

El mediano miro a su alrededor y meneó la cabeza, preocupado por las manchas de sangre - Tengan cuidado - murmuró mientras se mantenía en la pared de la sala, dispuesto a colocarse sobre la puerta de la que surgían los ruidos

Jed frunció una vez más el entrecejo. Parecía haberse desatado una disputa entre los orcos. ¿Quizás un conflicto entre tribus? en cualquier caso, no parecía que los chicos fueran a estar por allí y el mago comenzaba a perder la paciencia. Un transmutador como él era, por definición, impaciente y deseó con todas sus fuerzas que algo cambiara, que tuvieran un golpe de suerte en su búsqueda. Aquellos sonidos, más allá parecían señalar lo contrario.

El mago se puso un dedo sobre los labios, se acercó a las puertas con los demás y se esforzó en tratar de escuchar algo de lo que se decía allí, en común o en orco.

¿Tal vez podamos entreabrirlas y asegurarnos?

Era una estupidez, pero el humano siempre había tenido más curiosidad que prudencia. Como parecía que los demás no estaban mucho por la labor, suspiró y acercó la oreja también.

En el piso inferior les esperaba un panorama parecido, con la salvedad de una puerta abierta y una cacofonía procedente de su interior. Xanaphia se acercó un poco y miró las puertas, para ver si las podían cerrar y dejar así a varios orcos fuera de la ecuación, pero no había ningún cerrojo ni nada parecido. Se supone que los muertos no necesitan de esas cosas y, por las runas traducidas, estaban en una especie de cripta. Luego su vista se dirigió a sus compañeros, por si alguno podía arrojar luz sobre lo que pasaba dentro, pero debía de haber demasiado ruido y no pudieron entender nada.  

La guerrera tuvo el impulso de entrar allí dentro y acabar con los que estaban impidiendo que oyese sus propios pensamientos, no es que estos fuesen muy brillantes, pero eran suyos y se merecían ser atendidos por su creadora. Por suerte, o por un poco de sentido común, se controló y se giró hacia la escalera. Todo su cuerpo iba en tensión mientras se encaminaba de vuelta para descender al siguiente nivel, sus labios se movían levemente y un murmullo, inaudible a causa del ruido, acompañaba a sus pasos.

Al ver como la extraña semielfa decidía seguir descendiendo, asintió con su cabeza e hizo señas al resto de los presentes que siguieran sus pasos. Con todo, el permaneció sobre la puerta de la cual surgían los ruidos, dispuesto a acabar con cualquier problema que pudiera surgir mientras sus compañeros comenzaban a transitar la escalera.

Una vez que todos hubieran desaparecido de su vista, pensaba seguirlos rápidamente con su habitual estilo para moverse entre los distintos niveles: pegado al techo de los mismos

Dreuden asintio, aunque la curiosidad por saber que habia pasado exavtamente entre los orcos era grande. Lamentablemente,lo prioritario eran los chicos, asi que se dirigio de nuevo a las escaleras.

Cuando llegó a la escalera se dió cuenta que ya no había más niveles, que no podían descender más, un error de principiante que sólo podía achacar al agobio de estar bajo demasiada tierra y roca para su gusto. Se giró soltando un bufido bajo y con el ceño fruncido, casi parecía que el destino los llamaba para que entrasen por aquella puerta abierta a lo desconocido pero su entrenamiento, y su instinto de supervivencia, le dijeron que mejor se asegurasen que no había nada tras las otras puertas de ese nivel.

-Si te puedes asomar para ver qué pasa, -susurró en dirección al techo donde se encontraba el mediano - existe la posibilidad de que nuestros jóvenes aventureros estén ahí dentro, mientras comprobaré que las puertas están cerradas.

Y se dirigió a hacer lo que decía.

El presentimiento de Dreyden parecía confirmarse. Aquello no tenía pinta de calabozos. sin embargo, presa de la desesperación, escuchó a Xanaphia y decidió echarle una mano comprobando puertas. Era cuestión de tiempo que alguien encontrara a los orcos que habían vencido en la superficie.

-Vamos, moveos...

Zurkor se asomó y al mirar tras la puerta pudo ver un denso humo y escuchar el potente resonar de metal contra metal. Hay demasiado humo y polvo como para poder ver mucho más, pero también hay mucho ruido y quizá pudieran adentrarse por la sala sin hacer mucho ruido. Y colocárse estratégicamente en los objetos que hubiera por el camino.

Lo que está claro es que esa sala es una forja de armas y armaduras. Hay seis hogares de roca situados en nichos a lo largo de los muros y un gran yunque negro se alza delante de cada fuego Otros objetos incluyen atizadores de hierro para avivar las llamas, tenazas de hierro para sujetar el metal y fuelles de madera y cuero para mantener los fuegos a buena intensidad y barriles de agua sucia para enfriar el metal.

Desgraciadamente hay al menos una docena de orcos en esta sala y un orog que debe ser el líder de la forja. Pasar a través de todos ellos puede ser una tarea excesivamente complicada.

El resto de puertas que comprobaron estaban cerradas, así que no había más posibilidades que avanzar por la forja.

Estoy convencida de que ese es el camino para encontrar a los que están secuestrados. Yo puedo llamar su atención, mientras que vosotros os ocultáis entre los vapores de la sala. Intentaré aguantar lo máximo posible y después iré detrás de vosotros. Creo que es importante que logréis rescatar a esos pobres desgraciados. Dijo Atara sabiendo que muy probablemente aquello supusiese un sacrificio, pero sería la oportunidad que sus compañeros necesitarían para llegar hasta el final.

Dreyden se sobresaltó ante las palabras de la guerrera. A todas luces era una decisión arriesgada y poco sensata pero algo en los ojos de la mujer le convencieron de que aquello era lo que ella ansiaba de verdad, sacrificarse por ellos y por su mision. La verdad es que él poco sabía de ella. Quizas estuviera harta de la vida y había elegido ese camino para reunirse con sus dios en un destello de gloria.

El mago apoyó su oscura mano en su hombro.

-Eres muy valiente. Esos chicos vivirán por tu decisión, te lo juro.

Mientras la semielfa miraba una puerta el mago se ocupó de la otra, Xanaphia negó con la cabeza y parecía que el hombre no tenía mejor suerte, ambas estaban cerradas. En esas el mediano volvió y contó, entre susurros apresurados, lo que había podido ver y lo que no. No había nada claro y la guerrera estaba por decir que avanzasen con cuidado cuando Atara soltó su discurso, Xan sabía de su aversión por los orcos pero lo que se proponía hacer era casi un suicidio. Abrió la boca para oponerse pero el anciano se le adelantó y eso le dio tiempo para pensar, no estaba de acuerdo con su decisión pero nada podía decir para hacerla cambiar de opinión. 

-No permitas que te hagan prisionera o tendré que ir a rescatarte -dijo medio en broma medio en serio mientras estrechaba su brazo.

Pensaba ponerse en algún lugar desde el que poder abatir al último que saliese, al menos le quitaría a un adversario.

- Bien - la felicitación salió de la boca de Zurkor a regañadientes. No le gustaba que alguien se ofreciera para lo que parecía una misión suicida, por lo que la aconsejó - En cuanto te vean sube las escaleras. Con algo de suerte consigues esconderte en algún sitio más arriba - le propuso mientras se planteaba "y con suerte se van todos los orcos o, solo se quedarán unos pocos y podremos acabar con ellos"

- Danos unos minutos para escondernos - le solicitó mientras se trepaba por las paredes y se ubicaba exactamente sobre la puerta de la forja, donde nadie lo vería, por lo menos mientras no miraran hacia atrás. Con cuidado, buscó los huecos de sombras que producían las pocas antorchas y permaneció quieto y en silencio, con la guja a su espalda y un dardo en la mano, dispuesto a lanzarlo si alguien lo descubría

- Ya estoy preparado -

Atara y Jairee decidieron optar por sacrificarse por los demás. Juntos tratarían de ganar algo de tiempo para enfrentarse a las bestias que pudieran hallarse en aquel lugar. 

Al abrir la puerta se pudo ver un denso humo y el potente resonar de metal contra metal. Había demasiado humo y polvo como para poder ver mucho más, pero también había mucho ruido, Atara y Jairee aprovecharon que se encontraban distraídos para atacar. Xanaphia y Zuror aprovecharon la sorpresa para atacar sin que fueran vistos, pues se habían escondido entre las brumas de la sala.  Después los tres aventureros que habían decidido seguir adelante, decidieron colocarse estratégicamente en los objetos que había por el camino para no ser descubiertos.

Lo que está claro es que esa sala es una forja de armas y armaduras. Hay seis hogares de roca situados en nichos a lo largo de los muros y un gran yunque negro se alza delante de cada fuego. Otros objetos incluyen atizadores de hierro para avivar las llamas, tenazas de hierro para sujetar el metal y fuelles de madera y cuero para mantener los fuegos a buena intensidad y barriles de agua sucia para enfriar el metal.

Desgraciadamente hay al menos una docena de orcos en esta sala y un orog que debe ser el líder de la forja. Pasar a través de todos ellos habría sido excesivamente complicado si no hubiera sido por sus dos compañeros.

Gracias al sacrificio de sus compañeros lograon aprovechar el caos causado para avanzar hasta la siguiente sala. Solo le separaba de ella una triste cortina. Estaban ya tan implicados que ya solo te quedaban dos opciones, avanzar o morir. Así que, aprovechando las brumas causadas por los vapores de las forjas, tomaron el pomo de la puerta y lo abrieron.

Afortunadamente el lugar estaba despejado y alcanzaron una nueva sala. Esta vez era una cueva toscamente excavada con un techo de más de tres metro. Delante había tres pilas de metal en bruto, dos depósitos de piedra, uno lleno con armaduras y otros con armas. No se pararon a investigar lo que había en los pilares, pues si alguien corría la cortina podría descubrirles y ya no habría nada que hacer.

Así que tomaron el túnel que había excavado y se adentraron a lo desconocido.

Justo cuando salieron del túnel dos tanarukk armados con unas afiladas hachas y unos prominentes colmillos te descubrieron. Ahora ya sí que no había vuelta atrás.