Partida Rol por web

Esta habitación contiene tres literas con colchones llenos de paja podrida. Usada en el pasado como un barracón de los defensores de la fortaleza, sirve ahora como alojamiento de dos orcos. Uno de ellos está dormido, mientras que el otro echa mano a su arma que tiene cerca y se queda mirando a Xanaphia con ojos preocupados. 

Dreyden adelantó su varita y disparó un rayo hacia el orco despierto, que pasó por encima de su cabeza. A continuación, retrocedió para dejar pasar a Zurkor o quien lo necesitara.

Los ojos de la mujer solo vieron dos cosas en la habitación, a los orcos, uno dormido y el otro sorprendido. Sin pensarlo exhaló el aliento mortal por su boca sobre el que le devolvió la mirada mientras se acercaba para utilizar su arma, lo primordial era que no debían ser descubiertos, si conseguían someter a uno de los dos e interrogarlo sobre el paradero de los jóvenes o las mazmorras era un plus. 

Al ver como sus compañeros reaccionaban atacando a lo que hubiera dentro de la habitación, Zurkor sostuvo la guja con su zurda mientras extraía un dardo de morral y se acercaba a la puerta.

Al descubrir por si mismo la situación, balanceó su brazo hacia atrás e impulso la pequeña arma, buscando el pecho del orco que parecía despierto.

Jairee avanzó y en un mismo movimiento desenrolló su latigo y golpeó al orco sin decir una palabra, pero sonriendo.

Las heridas de Eulendileas parecían hacerle entrar en razón. Quizá podía contra el huargo, pero no había que arriesgarse si no era necesario. Así que, vigilándole, y aprovechando el ruido del agua, empezó a caminar lentamente hacia las escaleras, para volver a bajar y seguir investigando.

Xanaphia descargó su aliento a los dos orcos que había en la habitación, el primero logró esquivarlo, por muy poco, pero el que estaba durmiendo pereció al instante. Después, entró Jairee y remató al que quedaba en pie.

Una vez más, aquellos orcos no habían supuesto un impedimento para la misión y habían logrado derrotarles antes de que dieran la alarma. El problema es que no había ni rastro de escaleras que descendieran, y continuar por la puerta que quedaba era un peligro, Xanaphia había podido ver una reunión de orcos y alguien más allí. Así que sólo había tres opciones, volver a salir al patio y encontrarse con el draco dormido, subir las escaleras que habían encontrado y buscar otro lugar por donde bajar, o bien entrar en la reunión y comenzar con una batalla tan épica que probablemente no saldrían con vida.

Eulendileas logró dar esquinazo al huargo y sin que le viera pudo moverse sigilosamente para volver a bajar por las escaleras. Había distraído a los dos orcos, que habían huido hacia arriba. Y al huargo que estaba investigando la sala en la que antes se encontraba. Así que ahora era la oportunidad del mediano de continuar con su labor de infiltración y con el riesgo que eso suponía. 

Otra cámara octogonal de 50' de diámetro os recibe, con su techo abovedado alzándose a 20' por encima de vuestras cabezas. 

Dos cataratas caen a través de la chimenea de 20' de ancho que se inicia en el techo y cruzan a través de un orificio similar excavado en el suelo, para ir a estrellarse a gran distancia en las profundidades.

Los muros de este lugar están adornados con frescos que muestran legiones de orcos masacrando a humanos, elfos y enanos en el campo de batalla, e incendiando varios castillos y asentamientos. 

Unos nichos poco profundos contienen cuatro estatuas de guerreros orcos en actitud de rugir mientras sostienen hachas dobles.

En el centro de los muros oeste, norte y este hay puertas de doble hoja y en el lado sur puede verse una estrecha escalera descendente que es por donde habéis llegado. Hay runas orcas gravadas en las puertas occidentales.

Desgraciadamente habrías dado esquinazo a dos de los orcos anteriores, pero ahí había otros dos más que al verte llegar se pusieron en posición de combate.

Zurkor miró con curiosidad a la extraña semielfa capaz de lanzar su aliento de la forma que lo había hecho - Espero que no nos hayamos equivocado - murmuró para si antes de sonreír y mirar a los presentes - No me gusta la idea de volver a ver a ese Draco, así que yo, antes que nada verificaría que pasa con estas escaleras. Es cierto que no bajan ... - agregó encogiéndose de hombros - Pero en una construcción orca me espero cualquier cosa. quizás hasta tienen las celdas en la parte superior -

-Yo tampoco tengo ganas de interrumpir el suelo de un draco o la reunión unos señores de la guerra orcos. Sugiero que subamos y busquemos una manera de llegar a los calabozos desde allí. 

Los dos orcos no fueron un problema, lamentablemente no tuvieron opción de hablar y decirles la dirección correcta. La guerera vio la mirada que le dedicó el mediano y le sonrió abiertamente.

-"Señores" de la guerra orcos y "señor" ogro, -puntualizó al comentario del hombre -nosotros también nos habíamos planteado las celdas arriba pero en las habitaciones de encima de la sala principal no parecían estar, solo cuatro orcos jugando en vez de hacer guardia en la salida a las almenas. Probemos esas escaleras.

Dejando las habitaciones atrás y en contra de cualquier lógica, decidieron subir por las escaleras para encontrar las posibles mazmorras de la fortaleza. 

Ahora llegaron a la parte superior de la fortaleza, junto a unas almenas de un metro de alto, que rematan los parapetos de la muralla exterior que se alza más de cinco metros por el patio. En algunos lugares del parapeto hay almenas derrumbadas, pero puede decirse que la muralla exterior permanece en gran medida, intacta. La intensa lluvia forma charcos poco profundos en diversos lugares, aunque los parapetos están diseñados para canalizar el agua a través de los orificios en la base de las almenas y verterla al exterior de la muralla. Desde ese punto es difícil ser descubierto, pues las almenas proporcionan cierta cobertura desde el interior del patio o el exterior de la fortaleza

La lluvia golpeó la cara de la mujer cuando asomaron a la parte superior de las murallas, allí no había nada, solo una puerta y buenas vistas. 

-Me da que esa puerta es la que he visto antes desde el interior, está custodiada por cuatro orcos jugando. -la semielfa calló un momento mirando hacia el vigía solitario -Alguien diestro y sigiloso* podría intentar hacer un prisionero al que podamos sacar información.

Se sentía un poco mal por no haber conseguido dejar a ningún orco vivo en la habitación, aunque eso no lo admitiría en voz alta, no había querido arriesgarse a que diesen la alarma y se habían quedado sin pistas. Su mirada se paseó por el patio y de repente un escalofrío recorrió su columna, no fue debido al frío que empezaba a atenazar sus ropas si no a un pensamiento que no tardó en verbalizar. 

-No es posible que la entrada esté debajo del draco, ¿verdad? Vosotros qué puertas habéis investigado, nos debe faltar algo.

- Yo hasta aquí había llegado, pero desde afuera - reconoce el mediano sin alzar el tono de voz, reacio a que el guardia lo escuche.

-Quizás yo pueda llegar hasta el, solo que no se si podré dominarlo mucho tiempo, por lo menos sin matarlo - añadió - quizás pueda ir hasta allí, y distraerlo para que permanezca en silencio mientras Uds se acercan - propuso

- Despues de todo no creo que nadie espere que alguien llegue por donde yo pienso llegar - bromeo verificando que podía moverse a través de las paredes sin inconvenientes - Cuando esté frente a el le pediré ayuda para subir, no creo que me la de, pero si soy lo suficientemente educado, tampoco creo que de la alarma. Y espero que Uds sean lo suficientemente rápidos como de alcanzarlo antes de que entienda lo que está pasando -

Zurkor observó con cuidado el lugar, midió las distancias y, colgándose la guja en su arnés se preparó para emprender la travesía...

Dreyden se mesó la espesa barba.

Zurkor es más que sigiloso, Xanaphia, confia en él. Lo ideal sería capturarlo vivo y sacarle información pero me temo que no llevo preparado ningun conjuro de compulsión para sonsacarle. Lo mejor sería dejarlo incosciente y llevarlo de nuevo a abajo para obligarle a hablar de una forma más... tradicional.

En cualquier caso, Zurkor, te recuerdo que tengo la varita de transposición. Puedo enviar a Kell y transportar a Xanaphia o a cualquiera bueno en el cuerpo a cuerpo a donde él esté para que sorprenda al orco por la espalda.

Eulendileas iba feliz por el camino. Se había dejado a dos orcos y al huargo detrás, así que decidó que ya podía ir tranquilo. El tesoro, los hombres secuestrados... ¡Todo estaría a la vuelta de la esquina! Y a él le reconocerían como Eulendileas el Magnífico, Eulendileas el Grande, el MataOrcos, el DestruyeGentuzaQueDebíaNoHaberNacido...

Sus pensamientos volaron tan altos que no se dio cuenta de ir en silencio, ni de mirar antes de girar en las esquinas. Y claro, pues como no, allí estaban los orcos, preparados para darle otra bienvenida.

Eulendileas tuvo un escalofrío, pero su mente se puso a trabajar. Esa habitación tenía lugares para esconderse, sólo necesitaba una distracción suficiente para evitar sus ataques...

¡Oh, mierda! ¿Cómo podéis dejar a ese huargo suelto? ¡Atadlo, es que al final os va a pegar un bocado en la cabeza a vosotros con esa cara de hambre que tiene! gritó como un loco, señalando detrás de los orcos.

Cuando Kell va a moverse para acercarse junto al guardia, se da cuenta de una cosa. A lo largo de toda la muralla de la fortaleza hay varios guardias que protegen el exterior. Cada uno está colocado en un punto estratégico para alertar de cualquier posible intrusión por el exterior. Jamás pensarían que la amenaza pudiera llegar del interior como iba a suceder en ese momento. Pero Kell avisó del resto de guardias. Si uno de ellos desaparecía de su puesto, tarde o temprano alguno lo vería y daría la alarma. Así que sería mejor seguir investigando y moverse por las murallas tratando de hacer el menor ruido posible y sin llamar la atención. Exactamente igual que había hecho uno de los medianos, pero que llevaba tanto tiempo desaparecido que era muy probable que le hubieran dado caza ya. Aunque no parecía que nadie hubiera dado la alarma todavía.

Antes de intentar nada acabemos con el drako, cualquier alarma nos lo echará encima y ahora podemos acabar con él mientras duerme. Yo me ocupo, cubridme.

Jairee no veía manera humana de seguir escondido y adentrarse más, por lo que veía la oportunidad de matar a un enemigo tan peligroso de un solo golpe como algo muy jugoso.

Tras la distracción de Eulendileas, los dos orcos se miraron extrañados y no pudieron evitar salir corriendo en busca del huargo que andaba suelto por la fortaleza. Efectivamente, aquel intruso tenía razón y resultaba que podría ser un auténtico peligro no vigilarlo.

Habiéndose librado de los dos orcos, esa planta había quedado completamente despejada. Debía actuar rápido no vaya a ser que se dieran cuenta de su treta y bajaran a buscarle. Además, ya eran muchos los orcos que había ido dejando atrás, y como todos se pusieran de acuerdo para buscarle iba a estar en un auténtico peligro.

Aquella sala tenía tres puertas, una hacia el oeste, otra hacia el norte y otra hacia el este. Eulendileas venía del sur. La pared del este era la que estaba vigilada por los dos guardias que acababa de engañar. Mientras que las demás estaban desprotegidas. 

La sala es octogonal y en las paredes donde no hay puertas, hay unos nichos con estatuas de guerreros orcos en actitud de rugir mientras sostienen hachas dobles.