Partida Rol por web

Y efectivamente, tras el tapiz había algo escondido. Una puerta secreta llevaba a unas escaleras que descendían hacia las profundidades de la fortaleza. Pero había un problema, por aquellas escaleras ahora no se veía absolutamente nada. Ya no había antorchas que iluminaran la zona...

Fausto fue el primero en entrar en la habitación y sin que ninguno de los dos orcos fuera capaz de reaccionar, el explorador le cercenó la cabeza. Había abatido al primer rival sin que ninguno pudiera decir nada. Zurkor quiso apoyar a su compañero atacando al otro, pero a pesar de que estaba desprevenido, su armadura le protegió lo suficiente para no sufrir el golpe.

A continuación, el mago lanzó un rayo con su varita, dejando algo cansado a su rival. 

Aun furioso por el fallo en su movimiento anterior, el mediano volvió a balancear su arma buscando acabar con el orco sobreviviente. Elevando la cabeza de la guja por sobre la cabeza de su propio compañero, apuntó al cuello del orco que intentaba defenderse de los golpes de Fausto - Esta vez no escaparás - murmuró más para si mismo que para nadie más - Solo puedes tener suerte una vez - insistió intentando convencerse a si mimo

El arma, esta vez, golpeo justo donde Zurkor quería que golpease. El filo de la guja se clavó en el hombre del orco, casi cercenándole el brazo que aún no había podido empuñar un arma

Dreyden mantuvo la varita preparada por si entre Zurkor y Fausto no acababan con el orco que quedaba. LA verdad es que lo dudaba. Sus compañeros habían demostrado ser muy hábiles en combate.

-Buen golpe, Zurkor!

Fausto había acabado con uno de aquellos orcos cercenándole la cabeza, pero el otro todavía seguía en pie. 

Giró sobre su cuerpo mientras sus espadas realizaban un barrido en el aire acercándose al orco con un silbido cuando hendían el aire.

Eulendileas miró a todos lados mientras se mordía los labios. ¿Qué podía hacer? Sentía, como buen mediano, que debía bajar por aquellas escaleras sin esperar a nadie. Pero una voz lejana le dijo que quizá debía buscar algo de luz.

Y sí, era lo coherente. Miraría por aquellas puertas antes de tomar una decisión. Si encontraba una antorcha, entraría por las escaleras sin dudarlo. Si no... También.

Entre los dos hombres lograron abatir al segundo orco sin mucho esfuerzo. Por suerte ninguno había sido capaz de alertar a sus compañeros, así que podrían continuar infiltrándose en silencio y sin llamar aún más la atención. 

Tras rebuscar un poco en la sala en busca de alguna entrada secreta o alguna trampilla pudieron encontrar, bajo una de las literas, dos grandes sacos. El primero de ellos contiene 2.000 pc, 800 pp y 400 po. El segundo, dos corazas de gran calidad, una armadura de placas de gran calidad, un hacha doble orca de gran calidad, un mangual pesado de gran calidad, un alfanjón de gran calidad, un guantelete armado de gran calidad y una espada bastarda +1.

Esta cocina contiene un fogón encendido, una pila de madera, una mesa y un taburete de madera maltratados, y un estante lleno de platos de barro y tarros de condimentos. Una pesada olla de hierro está colgada sobre el fuego, y contiene unos 3 galones de gachas espumosas,

Una escalera en la esquina suroeste asciende, una puerta hacia el este lleva a lo que parece ser una especie de almacen y también hay una puerta principal que lleva hacia el sur.

Jed observó el botín de la escaramuza y silbó inconscientemente. Aquellas armas y armaduras eran muy valiosas. Otro s ehubiera dejado deslumbrar por el oro que se podía sacar por algo así pero Jed no vivía pendiente de lo material. Para él, el conocimiento era el tesoro más valioso, así que se sintió algo decepcionado al no encontrar nada que les fuera útil de verdad par liberar a los prisioneros.

-Parecen armas muy buenas. Estos orcos se han preparado bien. Sugiero que miremos qué se esconde tras la puerta a mitad de pasillo.

Kell, atento por si se acerca alquien por detrás.

- Lástima que esas armas son tan grandes - no puede menos que comentar el mediano, sorprendido por la buena factura del botín

- Deben valer unas cuantas monedas - asegura con ojo conocedor - No deberíamos dejarlas aquí. Si alguno quiere alguna que la tome, sino las puedo llevar en mi saco - asegura sin que parezca demasiado coherente su propuesta. Sin embargo a medida que toma cada uno de los sacos y los acomoda, para sorpresa de todos los presentes, los mismas "caben" en un morral que, a todas luces es sensiblemente más pequeño que cada uno de los sacos

Tras acomodar el tesoro en su morral mágico se dirige a la puerta y propone - Igual que antes? Uds abren la puerta y yo verifico que nadie nos sorprenda por la espalda? - El mediano aferra con fuerza su pequeña guja y pasa delante de la puerta que propone el mago, verificando que, mientras la abren ningún orco decida abrir la puerta que observan al final del pasillo

Perfecto dijo Eulendielas al ver lo que estaba en esa habitación. Necesitaba luz para bajar por ese pasadizo, y lo acababa de encontrar.

Se acercó a la pila de madera y guardó todo lo que pudo en su mochila, dejando una fuera para hacerla arder. Después, acercó el trozo de madera al fuego, hasta que la convirtió en una bonita antorcha.

Tras estar preparado, volvió por donde había llegado y se dirigió de nuevo al pasaje.

Esta habitación contiene una litera de madera con un colchón relleno de paja, un cofre de madera cerrado con llave y un estante de macera vacío que ha visto mejores días. 

Los aventureros sorprendieron a un par de humanos charlando tranquilamente. 

La luz de Eulendiles logra iluminar la escalera por donde el mediano quería bajar, pero lo que no se podía imaginar era un ataque tan rápido y que llegara tan de sorpresa. Dos orcos estaban esperándole al final de la escalera, y cuando terminó de bajar, su sexto sentido le advirtió de su presencia, pudiendo esquivar el ataque de los lanceros.

Era momento de bajar y enfrentarse a ellos, solo, o de salir huyendo y rezar por que no le siguieran.

Se agachó a tiempo de esquivar la lanza, y miró como se perdía en la oscuridad

¡Qué manera de dar la bienvenida! se le escapó cuando vio a los orcos en la oscuridad.

Tenía pocas opciones. O continuar y enfrentarse él solo a los dos orcos, o salir de allí...

O bueno, había otra opción.

Se llevó la mano al cuello y dijo las palabras mágicas. El cristal empezó a brillar mientras convocaba al escarabajo. Y, en esos momentos, decidió que la llama era demasiado peligrosa, le delataba con demasiada facilidad. Así que lo vió obvio. Lanzó el trozo de madera contra los orcos, sin ninguna intención de atacarles, simplemente de que cayera cerca de ellos y les deslumbrara.

Jed ni se lo planteó. Al ver aquellos dos, sacó la varita, señaló a uno de ellos y la activó. Un rayo de luz púpura cruzó la habitación y chocó contra uno de ellos.

-Al ataque, compañeros!

- Pero... no son orcos! - exclamó el mediano acercándose a la habitación con la guja empuñada - Aunque no parecen prisioneros - tuvo que reconocer mientras se se plantaba en medio de la puerta, dispuesto a impedir que ninguno de ellos escapara

- Quienes sois? - preguntó sin saber si atacar o simplemente defenderse - Y no se os ocurra gritar. O intentar atacarnos. El mago, aun, no os hizo daño - completó al darse cuenta que el extraño rayo no les había causado, aparentemente, ninguna herida - Pero yo no lo haría cambiar de opinión -

-Si no os moveis no os pasará nada. Si ése (dirigiéndose al que ha atacado con la varita) se mueve, la epxlosión ralentizada se activará!

El gesto de Eulendileas no sirvió para deslumbrar a los orcos, pues necesitaban más luz que esa para cegarles, pero sí que sirvió como distracción necesaria para que el escarabajo se materializase en la sala.

La impresionante criatura llamó la atención no solo de los dos orcos que habían atacado al mediano, sino de los otros dos que custodiaban el otro extremo. 

A pesar del escándalo que se formó por el combate, nadie más apareció en la sala. Los cuatro orcos fueron terriblemente devorados por el otro amiguito de Eulendileas dejando libertad total para continuar husmeando por la zona. 

El mediano estaba ante una cámara octogonal de 50' de ancho con un techo abovedado de 20' de altura. Los muros están adornados con frescos que muestran a los horrendos dioses orcos creando la raza orca, dándoles forma a partir de la misma tierra.

Los murales también muestran a los orcos forjando armas, y cuatro nichos huecos contienen estatuas de tamaño real de combatientes orcos golpeando tambores, aunque de la estatua de la esquina noreste sólo quedan escombros. 

Al norte, hay un juego de puertas con runas orcas grabadas, en el arquitrabe, y al sur una estrecha escalera que desciende.

De frente, al oeste, otra escalera ascendente, similar a la misma por donde has llegado.

Y en el centro, un foso octogonal de 20' de diámetro se abre en el medio del suelo y se hunde en la oscuridad, aunque el sonido de una cascada asciende desde las profundidades. 

Tras el ataque sorpresa, uno de los dos humanos se interpuso para proteger al otro. Y antes de atacar comenzaron a murmurar una serie de palabras en un idioma que a Jedemiah le sonaba extrañamente familiar. 

Después, el que estaba siendo protegido habló: La pregunta es quiénes sois vosotros que entráis en nuestros aposentos lanzando ataques mágicos sin sentido alguno.