Partida Rol por web

Después de lanzar su aliento y ver como los dos adversarios la ignoraban y se centraban en el mediano trepaparedes, Xanaphia aferró bien su lanza y se acercó a ellos dispuesta a hundir el acero en la carne de una de esas bestias insolentes.

-¡Eh! a ver si os atrevéis con alguien de vuestro tamaño.

El mediano continuó disparando su arco con bastante puntería y clavando una de sus flechas a uno de sus rivales. Jedemiah apuntó con su varita y lanzó un rayo debilitador al que tenía justo en frente, consiguiendo que perdiera bastante fuerza. Pero aún así, la criatura continuaba luchando ajena al conjuro lanzado sobre ella.

Después Zurkor arremetió con su guja contra el más herido, le atravesó su estómago y lo dejó en el suelo completamente muerto.  Y Xanaphia aprovechó también para atacar al que quedaba en pie encajándole también un buen golpe y acabando con su indecente vida.

Así, todos los enemigos habían sido abatidos¹ por lo que tenían libertad para explorar la sala y poder investigar todo el lugar. ¿Andarían en algún sitio los aventureros perdidos, o tendrían que seguir investigando aquella interminable mazmorra?²

Dreyden enfundó la varita y sonrió de nuevo al ver a Eulendileas.

-Bueno, bueno! Mirad lo que nos ha traido el viento! ¿Como estás, querido amigo? Pensabamos que no volveríamos a verte! ¿Alguna pista del paradero de los chicos?

El mago miró a los tanarukks muertos y a las puertas que custodiaban. No había que ser un genio para suponer que debía de haber algo importante al otro lado.

Zurkor respiró profundamente mientras dejaba que su ira desapareciera. Apoyando su guja en el piso mira a su alrededor y finalmente fue consciente de la presencia de Eulendileas

- Bienvenido - atinó a decir mientras tomaba aire - Espero que esta vez decidas acompañarnos - no puedo menos que añadir cansinamente

Al escuchar las palabras del mago asintió moviendo su cabeza arriba y abajo. Por el momento eso era más sencillo que intentar articular alguna palabra más

La mujer atacó con fuerza a la bestia elegida, parecía que le había hecho daño y ésta por fin se giró para encararse con ella, en un primer momento Xan se preparó para esquivar el golpe lo mejor que pudiese pero relajó la postura al ver como los ojos se le ponían en blanco. Asintió con una sonrisa cuando los dos adversarios cayeron al suelo.

Las palabras del mago certificaban que el nuevo integrante era conocido y, mientras oía la respuesta de qué se encontraba tras la puerta por la que había llegado, se agachó para registrar a los caídos. Las puertas que estaban custodiadas quizás estuviesen también cerradas y que alguno de ellos llevase las llaves era una posibilidad, aunque no descartaba encontrar alguna otra cosa. Si algo le había enseñado la profesión era que hasta lo aparentemente más inocuo podía ser útil.

¡Uf, sí que habéis tardado! Al final he llegado hasta aquí sin casi morir. Pero bueno, sólo casi, la verdad es que eso de engañar a estos imbéciles parece fácil, pero alguno es capaz de distinguir su cabeza de sus pies, y claro, engañar a esos ya no es tan sencillo... Miró a los cadáveres. Dos de estos estuvieron a punto de matarme, pero uno pegó al otro y me pude ir por la puerta que custodiaban. Esos otros dos no se de dónde han salido. Quizá han pedido refuerzos dijo, encogiéndose de hombros.

Por donde vengo hay más, unos...  empezó a contar con los dedos ocho, sí. Hay unas escaleras para llegar a ellos. Quizá se les pueda engañar para que bajen y se caigan, así será más fácil acabar con ellos, ¿no? No he descubierto nada sobre los secuestrados, pero creo que están por donde he venido.

Durante el encuentro se habían enfrentado a dos parejas de tanarukk. Por un lado estaban los dos primeros, que eran los que Eulendileas había dicho que se habían pegado entre sí, y por dónde había podido avanzar y evitar que lo matasen. Allí había dicho que había visto al menos a unos ocho individuos, lo que parecía indicar que parecía ser el lugar adecuado hacia donde dirigirse. 

Pero la segunda pareja de tanarukk había caído por defender otras puertas, por allí ninguno había investigado, pero también parecía que estuvieran protegiendo algún lugar importante.

Fuera cuál fuese, lo que estaba claro es que los aventureros secuestrados debían estar cerca, no había muchos más lugares por donde seguir. Y la fortaleza había sido investigada, prácticamente, en su totalidad. Así que, tarde o temprano, tendrían que dar con ellos. El problema era, elegir cuál era el camino correcto, pues quizá uno fuese más complicado que el otro, y quizá uno les llevase a casi una muerte segura.

El mago se acarició las barbas, pensativo.

-Bien, bien... el destino se enreda ante nuestros pies y nos ofrece más dudas... pero en nuestra mano está deshacer el entramado del tapiz de nuestro futuro y yo digo que empecemos por lo que tenemos más cerca, estas dos puertas - dijo señalando a las puertas Oeste.

Algo más relajado, sin la ira recorriéndole las entrañas el mediano asintió a las palabras del mago - Me parece bien. Veamos esas puertas y luego, si hace falta vemos las otras. Esos niñatos no pueden estar demasiado lejos, espero. Pero si sabemos que por allá hay ocho guardias, mejor asegurarnos primero que no estén en otro lado -

Los labios de la guerrera se fueron moviendo en silencio mientras escuchaba las explicaciones del recién llegado y sus manos registraban los bolsillos de los muertos. La expresión de su rostro decía que no había que preocuparse por nada, quizás solo estaba rezando por trastear con cadáveres o podría estar tarareando alguna obscena canción, lo único cierto es que acabó con varios objetos en las manos.

Xanaphia se levantó y miró en dirección contraria a las puertas señaladas por sus compañeros. Achicó un poco los ojos, que volvieron a adquirir su suave color azulado, forzandolos a ver más allá de lo normal, intentando ver al otro lado de la cueva, y habló mientras se acercaba al mago.

-He encontrado estas cuatro pociones, supongo que serán para recuperar energías, si lo confirmas las repartimos y seguimos explorando.

El mago agarró los viales y los fue examinando uno por uno a contraluz para determinar si le resultan conocidas o no.

-Veamos... 

Eulendileas se encogió de hombros. Estaba claro que, en compañía, no se lanzaría el primero a la batalla. No quería sufrir más golpes innecesarios. Así que se quedaría en la retaguardia, atacando con sus flechas e insultado a los orcos que se acercaran.

Muy bien, pues vayamos por esas puertas a ver si hay suerte. ¿Quién sabe si nos encontraremos con algún tesoro interesante? encontrar a los humanos tenían que encontrarlos, pero no se había metido hasta allí por encontrar las manos vacías, eso lo tenía claro. Dejadme echar un vistazo a la cerradura...

Eulendileas abrió la puerta que no parecía tener ningún peligro:

Ocho pilares sostienen el suelo de esta espantosa cámara, y cadenas y grilletes de hierro cuelgan ominosamente de cada uno de ellos. Los muros contienen cientos de pequeños nichos que albergan pilas de cráneos y huesos de humanoides, mientras que una plataforma cuadrada de 3 metros de lado y 30 centímetros de altura surge del centro del suelo, con una concavidad en forma de humanoide de más de dos metros de largo tallada en su pulida superficie.

El techo sobre la plataforma consiste en una bóveda situada a más de 5 metros de altura y pintada de modo que parezca un gran ojo sin párpado.

Dos túneles de piedra toscamente tallada rompen el muro norte, mientras que una harapienta cortina gris oculta una salida de tres metros de ancho del muro sur.

En el centro de la sala y terminando de ponerse una armadura se halla un orog enorme rodeado de cuatro orcos que parecen estar ayudándole. Han debido de huir la lucha con los tanarukk y justo ahora mismo han terminado de prepararse para el encuentro. Un quinto orco está detrás del orog armado con su arco, en cuanto el mediano abrió la puerta disparó la flecha, pero la suerte de los medianos siempre estaba del lado de Eulendileas, por eso había llegado solo tan lejos. Y en el momento del disparo, la cuerda del arco se rompió y se quedó totalmente inservible, salvando de lo que parecía una muerte segura.

- Oh, Oh - las palabras del mediano surgieron casi sin darse cuenta al notar la presencia de los cinco orcos y el orog frente a ellos - Casi que me quedo con los ocho guardias - añadió mientras aferraba la guja con fuerza y se preparaba a resistir el embate de los orcoides

El mago se agachó instintivamente cuando el arco se rompió y dió gracias a los dioses por la suerte que habían tenido. Aunque, tras ver el contigente que les esperaba allá dentro, el arcanista tuvo que contener un escalofrío. Para colmo de males se había quedado casi sin conjuros. Chasqueando la lengua el mago sacó su perla de poder y la usó para recuperar su último conjuro, uno de sus preferidos, el de grasa

-Zurkor, creo que deberíamos luchar en la puerta para minimizar la ventaja numérica y sacar el máximo provecho de mi grasa...

Después del reparto, la guerrera vio como el nuevo joven se acercaba a la puerta, sin tiempo para nada más Xan se preparó para continuar, sus ojos volvieron a refulgir rojizos y aferró la lanza con fuerza. La imagen que apareció ante ella la hizo maldecir entre dientes, sin perder un instante echó mano a la lanza corta que llevaba a la espalda y la lanzó contra el adversario más cercano.

-¿Algo con lo que atrancar la puerta? -susurró a sus compañeros.

No quedaba claro si lo decía para encerrar a los orcos dentro y seguir buscando, o si era para que nada ni nadie escapase.

¡Eh! gritó Eulendileas, al ver cómo el orco intentaba atravesarle con una flecha. Por suerte, la cuerda se rompió, y sólo se quedó en un intento. ¡Imbécil! ¡Mira bien lo que haces! ¡Es que tu cerebro de mosquito no te da para más o qué! gritó, alzando el puño enfurecido. ¿Qué se había pensado ese cerebro corto? ¿Que podía atacarle sin más?

Sin pensárselo mucho y sin hacer mucho caso de sus compañeros, sacó una flecha y disparó.

Tras ver el repentino ataque, los aventureros se prepararon para el combate y lograron reaccionar antes que sus enemigos. Jedemiah preparó un conjuro de grasa, mientras que Zurkor se preparó para defenderse ante un posible envite. Eulendileas disparó al del arco roto clavándole su flecha en el hombro. Después Xanaphia atacó con su lanza que terminó por atravesar al orco más cercano acabando con él al instante.

Los tres orcos cargaron sus ballestas y lanzaron todos sus virotes contra el mediano que había abierto la puerta. Tan solo uno de ellos logró alcanzarle pero le rozó en un hombro, de todas maneras el mediano estaba tan grave que aquella simple herida por poco le termina dejando inconsciente. 

Luego el del arco roto soltó el arma y sacó su escudo y también su espada corta y se preparó para entrar en combate cuerpo a cuerpo.

Finalmente, el gigantesco osgo cargó contra Jedemiah, pero Xanaphia se puso en medio impidiendo el paso golpeándola con un hermoso martillo y haciéndole polvo las costillas. Por suerte el aura de escudo hizo que el osgo recibiera algo de daño por culpa del ácido que salpicó al golpear a la chamán.