Partida Rol por web

Trompicón ya no nada tan rápido con tres pasajeros, cuatro contando al gato de Vaek, que aún asustado por la lava clava sus afiladas uñas en el brazo de su salvadora. Finalmente el calor le supera, y el caballo se hunde junto a sus numerosos pasajeros, dejando solo asomar en la superficie su equina cabeza. Entonces el gato trepa hasta la cabeza de Flame clavando sus uñas en el pelo rubio para evitar mojarse en lava.

Como una burla macabra, a quince pies de ellos, el cadáver de uno de los Farfulleros emerge limpio de carne, calavérico, de modo que se le ven los dientes como si sonriese. Parte de su cráneo de mono se rompe en fragmentos de polvo, y el cuerpo se vuelve a hundir.

¿Varrangoin?-los ojos de Becky se abren como platos al escuchar los consejos de Onfale-Eso tengo que anotármelo...

Mientras su disco flotante se acerca al grupo de náufragos, Becky saca entusiasmada de su mochila una pluma y un tintero para escribir en su libro.

Richard hace retroceder a su malherida montura, pensando que así la pone a salvo. Sin embargo, los dos rayos de Aire acaban con la amenaza del cancerbero, y el caballo pesado de guerra entra justo en la zona de la playa en la que el Varrangoin descarga un cono de aliento helado que también coge a Aire, Tyron y Tremens. Las otras dos bestias aladas se llevan a Rufus y a Viktor hacia la oscuridad.

Desde el lado oculto por la roca, Farastu se gira como si tuviese ojos en la nuca y detiene el proyectil de fuego de Kaevhens con una mano. Al monstruo amarillo aún le queda tiempo para dar media vuelta y derribar a Artho de un único y poderoso tajazo en el torso.

Siempre atento, el atlético y desconfiado Tremens, logra echarse a un lado para eludir la peor parte del imprevisto aliento gélido del bicho feo volador. Pequeñas esquirlas de hielo bañan el suelo donde un instante antes estaba Tremens... para fundirse al instante por el calor del entorno.

Maldito cabrón, ¿acaso creías que me pillarías? Iluso.

La cosa con respecto a los recién llegados parecía que marchaba... suficientemente bien, como para que pudiera centrar su atención sobre el maldito bicho del aliento.

-Comete eso y cierra el pico, mamón.

Una flecha voló certera sobre aquel bicho feo y correoso que le había intentado congelar con el ataque de aliento. Inmediatamente se movió de nuevo, apartándose de donde estaban el resto... ¿para alejar la atención del bicho sobre el resto... o para que al alejarse fuera un objetivo menos apetecible otras bocanadas de aire gélido por ser menos objetivos?

Vio como el monstruo volador escupía su aliento de hielo.

- ¡Ah sí!- Dijo aún a lomos de la montura de Alice.- Son inmunes a la energía de su propio aliento. Pero no os confiéis, los otros pueden escupir otra...- El mago se interrumpió cuando notó que se hundía en la lava y Perezoso buscaba con desesperación trepar hasta su cabeza.

No te hundas Trompicón, ahora nooo...

¡Estaba tan cerca de la seguridad de aquella plataforma mágica! La misma situación que con las riendas del caballo. Sólo tenía que estirar la mano para asirse al extremo y subir arriba. Sus músculos estaban elongados de tanto ejercitarse físicamante adoptando las ásanas que repetía una y otra vez. Pero no lo conseguía, no conseguía concentrarse con todo el cuerpo sumergiéndose en las llamas.

Un poco mas.

Hago todo lo posible por estabilizar a mi caballo y conseguir que no se muera.

No sabía cómo había ocurrido, pero de repente apareció a su lado el delgado perfumista montado en el caballo de la maga y la rescató cual flamígero caballero andante. Bueno a ella, a la acorazada guerrera y el escúalido gato. El equino no iba  a poder aguantar con todos ellos.

Meditó por unos instantes; tirar a Flame del caballo iba a ser dificil, ya que la exótica mujer dragón la daba mil vueltas en eso de combate cuerpo a cuerpo, el mago ya se estaba lanzando él solito a la lava y el gatajo... era solo pellejo no valía la pena ni molestarse en recibir un arañazo. Lo mejor iba a ser ayudar al caballo a llegar a la orilla.

Se había agarrado con fuerza a las crines de Trompicón para no caerse del todo al ardiente lago que la rodeaba. Dejó fluir la magia de su diosa hacía el caballo mientras rezaba por su su curación

El mediano estaba confuso y no tenía ni idea de que hacer. Así que hizo lo que más le gustaba. Usar su arco, no sin antes anunciarlo Yyyyy EL MEDIANO HÉROE COGE SU ARCO. DAAaaaaaaAAAAMAS y CabaleroooOooOooOOs. MÁAAAxima expectación. EH-EH-EH-EH! FOOOOSCO, FOSCO (EEEEEEEEEH!) FOSCO TE QUIERO. Gracias, gracias. El mediano coge su arco tensa. FOSCO SI LE DAS TE DARE UN HIJO. Va por ti guapa... dijo guiñando el ojo a Flame. Y estaba claro que era Fosco el único que hablaba, pero intentaba imitar las voces de otros personajes. El último grito recordaba al de Flame y el anterior era un público muy numeroso. Su flecha voló para impactar en aquella criatura y acto seguido se puso a bailar. Dio una vuelta y dijo Yeeeeah! Y AHORA DAME A MI PERRO MALDITA PALOMA SIN PLUMAS! dijo muy cabreado. 

¿Habrá funcionado? Necesito algo más de tiempo. Ellos aun se pueden salvar.

Los miro fijamente, estoy al tanto de todo lo que ocurre y quizá por eso logro reaccionar a tiempo; justo cuando veo desde el cielo un destello blanquecino medio azulado que se dirige contra mi. El cuerpo se mueve sólo. Doy un salto de pie en pie, moviendo mi cuerpo para eludir las muchas esquirlas friolentas; pero por supuesto que eran muchas. Algunas logran impactar en mi.

Resisto con estoicismo el dolor y el daño, como el enano que soy, y creo que ya es momento.

¡¡¿SE QUIEREN MORIR EN EL MAGMA PUTOS?!! ¡A NADAAAAAAAAAAAAAAAAAAAR!- Apasionado como siempre dejo un grito en el aire. A simple vista es igual que los demás, aturdidor y molesto. Pero no, en él viaja la superviencia de alguien que sufre. El sonido extiende una parte de mi.

No veo más que recuerdos de sufrimiento y dolor. Pura supervivencia en un plano maldito. Y acá la vía que escogí fue ésta, la de vivir. Como ellos que deben sentirlo como yo al redoble de un...- BOM BOM.. TURUN TUN TUN... BOM BOM... TURUN TUN...

Toco los tambores. Palpita mi vida en la de ellos. ¡Tienen que llegar a la costa! Los necesito para escapar.

La alabarda se apresuró a terminar con la expectativa de escape, por un instante se reflejó en su mirada el dolor y un grito de rebeldía intento salir de su congestionada garganta, sin embargo el pequeño celador es mucho más fuerte de lo esperado, lejos está el paraíso para los que como él se han sentado a cabalgar en las espaldas de tantas dueñas, las sustancias de la felicidad, la tortura, el látigo y redondos pechos duros cual guijarros. -Una espada, por lo menos me hubiera gustado morir por medio de la espada, enviado a la tumba por el arma de los benditos. Prisionero siempre y eternamente, condenado a la piadosa purificación del celador-

Murmullos y rodillas dobladas, su rostro golpea el suelo y una roca corta la mejilla izquierda, sus queridas armas no vieron la luz del fuego y esperaron infructuosamente el llamado de la sangre, la piedad del carcelero ajusta su cuello y abre el camino a algún plano distante donde las almas quizá no sean torturadas tan terriblemente como lo fueron en vida, ¿quién sabe?, quizá las lágrimas que fluyeron como ríos al matar a la mujer se conviertan en torrentes de sangre que le lleven a la paz. La quietud y la señal de lo vedado, una palabra en el aliento de lo muerto y lo existido, el camino al futuro de lo vivido pero… La tregua no toca facilmente a quienes no la consiguen.

Una expresión de terror y sorpresa cruza el rostro de Kaevhas al contemplar como Farastu de tiene su torrente de fuego para luego abatir de un golpe con su arma robada a Arthos. Aquel ser parecía sacado de una pesadilla y casi igual de intocable.

Pero eso no era lo importante ahora. No debía dejarse vencer... No habían llegado tan lejos para ser asesinados por un monstruo de aspecto ridículo. Así que de nuevo concentró su poder en la palma de la mano, pero ésta vez decidió darle una forma mucho más concentrada con la esperanza de llamar la atención del carcelero y así distraer su atención sobre Arthos. -¡Eh, tú, fantoche amarillo!- Le espeta a Farastu para llamar su atención. -¿Por qué no vienes a medirte conmigo?- Continúa con la provocación. Quizás no fuese buena idea atraer así al carcelero, pero el libro de Becky tenía una premisa muy clara en cuanto al número de integrantes del grupo. -¡In igne orbis!- Exclama a la vez que una esfera concentrada de fuego surge de su mano directo hacia aquel ser amarillo y repugnante. 

Tras lanzar el hechizo, Kaevhas sujeta su lanza y camina hacia atrás preparándose para recibir a Farastu. -Vamos... ven a por mi.- Murmura sin perder de vista los movimientos del carcelero.

La maga miro con resignación al caballo que se estaba hundiendo lentamente en la lava, ya estaba perdió ¡Pero aun le quedaba una última carta! Recordó el pergamino que había aparecido en su mochila durante el viaje por la cueva, no sabía de donde había saldo, no sabía si alguien lo había deja en su mochila o si la magia latente de la cueva había actuado sobre uno de los pergaminos en blanco.

Saco el pergamino del estuche, parecía totalmente nuevo, era un hechizo complicado que nunca había lanzado. Lo reservaba para escribirlo en mi libro. Alice comenzó a recitar las formulas del pergamino, cada palabra que pronunciaba desaparecía del pergamino. Cuando todas las palabras se habían borrado del pergamino, este estallo en llamas y el humo envolvió al cuervo.

Hollín se quejo del humo, pero empezó a volar en dirección a Trompico, y a sus compañeros por un momento se había olvidado de ellos. Tenía que decidir a quién salvar, una decisión complicada. ¡LO SIENTO TROMPICO!, tendrás que aguantar un poco más. ¡Hollin apunta a Leiath!. El cuervo haciendo las veces de un Stuka, se lanzo en picado contra la bruja de Hala.

La muchacha abraza a su osito de peluche con fuerza. Ha conseguido acabar con el perro de dos cabezas de manera rápida y efectiva.

¡Bien, mi querido Aristóteles, lo hemos conseguido! empezó a lanzar a su oso por lo alto, recuperándolo mientras se reía. Y en una de las ocasiones que le cogía al vuelo, Aire se dio la vuelta asustada ¿Pero qué dices...? comenzó. Obviamente su oso le había avisado del ataque helador que se la venía encima.

¡Aaaaah! gritó, mientras se apartaba como podía. Solo una parte de su cuerpo sufrió el golpe, su brazo derecha parecía congelarse. Y allí, en esa mano...

Aristóteles... ¡Aristóteles! el osito de peluche se había llevado la peor parte. Tenía un tono azulado. Y estaba frío. Frío como un muerto. Aire le cogió con las dos manos y empezó a agitarlo. ¡ARISTÓTELEEEES! gritó, histérica. ¡NOOOOOOO! Su grito era agónico, como si la estuvieran torturando. Se acercó al oso a la cara y lloró. Pero cuando levantó la mirada, sus ojos volvían a ser del color de la noche.

Se acercó hasta el borde de la lava sin dejar de mirar a su enemigo. Alzó la mano apuntando a la criatura alada, y movía los dedos, haciendo gestos diferentes con ellos. Cada vez más rápidos, pero con gran precisión. Sus palabras parecían acompañara a esos movimientos. Terminó con el puño cerrado. Y, al abrirlo, un poderoso rayo de fuego nació en su mano con un objetivo claro.

Contemplo con desesperación los últimos estertores del noble animal. Uno más de tantos golpes asestados por mi plano natal.

Las flechas de Tremens y Fosco, al no ser de plata, son insuficientes para auyentar al monstruo volador, que ahora luce dos flechas clavadas en el cuerpo. Pero ya cuando Aire lanza un enorme proyectil de fuego, el Varrangoin se da por vencido. La criatura se marcha volando de nuevo al nido. Tiene más posibilidades de comer intentando robarle un trozo de Rufus o un trozo de Viktor a uno de sus congéneres.

Esta vez el fuego de Kaevhas sí daña al carcelero, pero Farastu tiene alguna resistencia al fuego que mitiga mucho la importancia de las quemaduras. El mágico de guerra tiene lo que quería: ahora toda la atención del carcelero. Habría sido un plan magnífico si no fuese por el tremendo corte que la alabarda robada le causa. A Richard poco parece importarle. Sigue volcando su atención en el caballo tendido en el suelo.

El disco de Becky al fin transporta a Onfale hasta la orilla, mientras la maga termina de anotar la información sobre el Varrangoin y comienza a guardar de nuevo los bártulos en la mochila. El rescate va viento en popa, y Alice lee al fin el pergamino. Entonces el cuervo Hollín abandona el hombro de su ama y vuela sobre el lago de lava. Primero se posa sobre el hombro de Leiath. Cuando se dispone a tocar a Flame, el Gato de Vaek se adelanta. ¡Como si fuera la primera vez que el gato ve utilizar un pergamino de teleportación! Como quien caza un canario, el gato arcano se abalanza. Al contacto, la magia del pergamino se completa: Alice, Leiath y el astuto gato desaparecen para aparecer un instante después en otro lugar de la cala.

Atrás quedan Flame y Trompicón. El caballo ligero despierta revitalizado por la magia de Leiath y el aura de Flame. Pero, desorientado, el daño de la lava le vuelve a sumir en un sueño antes de que pueda nadar ni un solo palmo. Trompicón se vuelve a hundir, y Flame nota cómo el dolor empieza a cubrirle de nuevo por la cintura. Pobre animal... Si tan solo Onfale hubiese ido directamente a la playa, si tan solo Leiath hubiese lanzado un conjuro de mayor poder curativo, si tan solo su ama le hubiese elegido en lugar de a sus compañeros de viaje... Un solo quizás y Trompicón se habría salvado.

Bueno. Listo. Ya escribí todo lo que necesitamos saber sobre el Varrangoin. Desde aquí no veo a Farastu-aclara, usando la palma de la mano de visera para otear a su alrededor- ¿Hemos ganado ya?

Furioso al ver que no puedo hacer nada por ayudar a mi caballo salgo corriendo contra el Farastu, atacándole con mi espada de gran calidad.

Con otra amenaza desapareciendo del panorama, Tremens vuelve a centrar su atención en el maldito Farastu el feo. De nuevo vuelve a desplazarse, ¿a caso no podía estarse quieto? Para ubicarse relativamente cerca a la par que Richard, rebilitado y malherido, carga contra el odioso ser. Una vez ubicado se planta de nuevo, encoca una nueva flecha y la suelta contra el malnacido. 

Flash

Otra vez, la puntería del Dos Peniques resulta certera, clavando la punta de su flecha en su objetivo.

A pesar de estar preparado para recibir la carga de Farastu, el tremendo golpe consigue alcanzar a Kaevhas de manera implacable. El mago trato de evitar el ataque a la vez que intentaba desviar la alabarda con su lanza, pero la tremenda fuerza de su rival se sobrepuso a la habilidad del mago.

La fuerza del impacto lo hizo trastabillar hacia atrás pero, aprovechando el impulso, cogió distancia con el carcelero con un pequeño salto seguido de unos pasos cortos para estabilizarse. Se llevó una mano al lugar donde la alabarda le había alcanzado. La armadura lo había salvado de un funesto en ese mismo instante, pero el formidable golpe había hecho mella en el mago. El dolor del impacto nublaba su mente y vio sangre al retirar su mano. -Todavía no estoy muerto...- Dijo en un susurro mientras afianzaba su posición flexionando las piernas y empuñando su lanza hacia adelante en un gesto defensivo. El trauma del ataque del carcelero se iba disipando poco a poco a medida que la adrenalina ganaba presencia en su torrente sanguíneo. El combate se tornaba más difícil de lo esperado, pero al joven mago todavía le quedaba algún as en la manga.

Los segundos andaban y la sangre seguía escapándose por la formidable herida en su pecho, ahora el flujo vital nutría el suelo de Carceri, el desconsuelo de los condenados parecía sustentar la fuerza de la prisión y de sus carceleros, para los penados la muerte se reconciliaba en un doloroso y a la vez dulce descanso, alivio que Carceri no iba a procurar…

Mientras la fuerza mágica convocada por aquella maga, de nuevo otra más poderosa que él, Onfale olfateaba su esencia para reconocer el conjuro.