Partida Rol por web

Si había alguien a la que el muro no le importase, esa era Flame. La lagartona salió corriendo a toda velocidad, o al menos todo lo rápido que pudo, en dirección al muro para ayudar a izar a los viejetes. Su escama brillaba con tonalidades plateadas y cuando estuvo cerca de los recién llegados, extendió su brillo hacia ellos.

Desde allí se dedicó a ayudar a los recién llegados, no se fiaba ni un pelo de ellos, puesto que si estaban en aquel mundo por algo sería, pero era cierto que la jartá de enemigos que se les venía encima era bastante peligrosa. Así que cuantas más manos fuesen para colaborar mucho mejor. Aunque luego tendrían que conocerse y comprobar de qué pie cojeaba cada uno.

Gracias, joven-dijo a Onfale-, pero no podemos dejar a Lord Sauvage aquí. Además, solo huíamos del brujo que viaja en el elefante. No podíamos permitir que disipase la magia que nos protege de la energía negativa de este lugar. A la de tres. Uno, dos y mppph...

Entre Onfale y Lady Arquette tardaron seis segundos en aupar al pesado Lord Sauvage y su armadura y ponerlo en el lado seguro del muro. En cuanto terminaron ahí, la anciana abrió los brazos a la llegada de Aire para poder abrazarla.

El fraile, sin embargo, se mantuvo vigilando a Tybalt y sus movimientos... por si acaso.

A Leiath no le sonaba mucho el nombre de Heironeous. Sin duda era algún dios al que se le rendía culto lejos de su Barovia natal, pero ni siquiera sabría decir si es un dios bueno o malo. Sus conocimientos son muy pobres sobre el tema.

Tybalt puso fin a sus aspavientos al ver la reacción que había causado en los recién llegados. "¿Pero qué le pasa a esta gente?" Se preguntó contrariado. Tan solo pretendía ayudarlos a llegar sanos y salvos hasta el barco en el que se refugiaban. El que más recelo mostraba era aquel que decía ser el hijo de un tal Heironeous. Y es que el pobre tiflin no estaba acostumbrado a que lo temiesen. Generalmente era despreciado e incluso alguna que otra vez ignorado, aunque esto era preferible a cualquiera de las alternativas que se pudieran dar por los subterráneos de Li'Huriek. Pero no tardó en averiguar el motivo de tanta desconfianza. Y es que parte de su herencia procedía de una estirpe infernal y su apariencia, a pesar de compartir también parentesco con los humanos, recordaba más a su rama más diabólica. 

Un tanto contrariado, Tybalt regresó al barco al ver que Onfale y Flame ya se ocupaban de los 'invitados'. -Quizás sea mejor guarecerse en el interior o tras el barco para evitar la lluvia de flechas de todos esos esqueletos. Así puede que los obliguemos a acercarse lo suficiente como para que se internen en la burbuja y poder cargar contra ellos si hubiese que hacerlo.- Le dijo a la Bruja de Hala cuando llegó hasta ella. Esta vez se enfrentaban a un enemigo mejor organizado y más masivo que los esporádicos ataque que sufrieron hasta este momento. -Y si alguna puede lanzarles lo que sea para mermar su número, mejor incluso.- Comentó esta vez mirando hacia Alice, quien se había convertido en su camello de magia particular, y a la bipolar Aire.

Aire abrazó con mucha energía a su abuela, y se dejó casi acunar por ella. Pero no se olvidaba de sus dos abuelos. Y, aunque los tenía un poco más de respeto que a su yaya, no pudo evitar darles un beso a cada uno, y saltar a su alrededor. No se le escapó la mirada del fraile hacia Tylbat, y se acercó a su oído para susurrarle.

Es un machista que se cree que puede hacerlo todo mejor que yo, pero en el fondo es buena gente dijo, antes de alejarse de ellos dando saltos, hasta volver a su abuela.

Debemos ir al barco. Desde allí se puede disparar muy bien. ¡Vamos, vamos! dijo, tirando de ella, para regresar a su posición original.
 

Miró satisfecha como la zona del barco relucía con una luz argentea (sería por la cantidad de plata usada para ese caro conjuro), impregnada de la magia protectora de Hala. Mientras luchasen en esa posición, tendrían muchas ventajas.

Pero entonces fue cuando las palabras de la anciana recién llegada caló en los oidos de la bruja; se acercaba un ser que podía disipar magia. Maldita su suerte! Ese monstruo debía ser su primer objetivo. Entonces se le ocurrió una de sus ideas peregrinas que quiso compartir con sus compañeros, pues sin ellos no tendría ningún sentido.

- Flame,Tybalt y Onfale, acercaos a mí, porfavor.

La jóven sanadora se quedó meditabunda unos segundos tras los que luego siguió hablando.

Señora - dijo refiriendose a la recién llegada, tómandola como lider de su vetusto grupo- venid vos también con los vuestros, quizás os interese mi plan o quizás usted nos pueda aconsejar otra cosa sobre lo que les presigue.

Esperó a que llegasen hasta ella para contarles su idea. Esta consistía en volver invisibles contra muertos vivientes a los guerreros para que estos pudieran sortear la comitiva de mueros vivientes que acompañaban al brujo, de la que se encanrgarían los hechiceros como ella, y asi llegar hasta su objetivo principal y darle una muerte rápida.

Onfale acudió a Leiath como un perrito faldero ante la llamada de su ama, ansioso por recibir su recompensa en forma de bendiciones de Hala. Habían logrado ayudar a los tres viejos y había conseguido que la poderosa mujer se fijara en él.

- Yo he visto luchar a esos elefantes antes.- Su Creador, además de comerciante, había participado en algunas guerras en las que Onfale había podido observar, desde la comodidad de la tienda donde se refugiaba el harén, cómo se desarrollaba el combate.- Son torres móviles inexpugnables. Su piel es dura, no sé ahora que está en ese estado, pero una vez sufren daños masivos huyen despavoridos causando bajas por donde vayan, sin discriminar aliados de enemigos.* - Con el elefante fuera de control al mago le sería casi imposible conjurar y tendría que bajar a tierra firme, donde sería más vulnerable.-O matamos al elefante centrándonos en él o subimos a la torre donde se refugia el mago.- Miró a Flame, pues ella trepaba como una lagartija. La boca de su estómago ya de por si pequeña se encogió ante el recuerdo de su adorado Perezoso. Si lo tuviera con él ahora él mismo se hubiera ofrecido para acabar con el nigromante.- Yo podría cegar al paquidermo o al monstruo de dos cabezas para que no resultara una amenaza.- Al menos lo intentaría pues la última vez había fallado estrepitosamente.

Un mago, repitió la Alice como una estúpida, ¿Quién es ese mago? ¿A qué escuela pertenece o a que orden? ¿Es muy hábil? La maga pelirroja comenzó a realizar preguntas como una metralleta, solo faltaba que preguntara el número de talla de ropa interior que gastaba el hechicero que cabalgaba el elefante. Toda información era útil si tenían que enfrentarse contra él.

Ahhh…. Por cierto yo soy Alice Lignan, la gran maga, atacante de la Torre de Stabcrow, superviviente de la villa de Vor Ziyden y un montón de títulos mas Dijo mientras hacia el gesto de continuar con la mano. Pero ahora no hay tiempo para presentaciones formales.

Lady Arquette susurró una respuesta sobre el machismo de Tybalt:

Ma petit, a lo largo de tu vida te encontrarás con muchos mâles que creen que su deber es echar sobre sus espaldas la responsabilité de hacerlo todo ellos-miró de soslayo a Lord Sauvage-. Pero eso no quiere decir que esos mâles sean malos. ¿Entiendes?

Los ancianos siguieron a Flame, Onfale y Aire hasta la base del barco. Allí volvieron a necesitar ayuda para trepar a cubierta, pero ahora tenían la opción de refugiarse en el interior del barco ante la lluvia de flechas como proponía Tybalt. En lugar de eso, tuvieron una reunión improvisada.

Conozco l'incantation que dices, petit-dijo a Leaith-. Pero en cuanto toques al éléphant para trepar hasta la cabina, el efecto de l'incantation  se disipará. Además, seguro que los squelettes no te ven, pero los muertos vivientes más perspicaces tienen mentes lo suficientemente fortes como para a veces lograr atravesar la ocultación de un esconderse contra los muertos vivientes. Mais cependant, se puede intentar a pesar del riesgo...

Los monstruos se seguían acercando. Y a medida que se hacían más visibles, se pudo distinguir mejor entre las costillas del elefante a un curioso pasajero. Un esqueleto humanoide distinto al de los arqueros, mejor ataviado con una poderosa armadura. Desde el interior del torso, bramó al exterior...

¡SÉBASTIEN, MALDITO FRAILE! ¡HOY ES MI DÍA DE SUERTE! ¡AL FIN PODRÉ VENGARME POR HABERME MATADO CUANDO ESTABA VIVO!

¡¿Esa voix...?! ¡ARANTHAM, SACO DE MERDE! ¿FUISTE TU EL DEL DISIPAR? ¡VOLVEMOS A ENCONTRARNOS DESPUÉS DE TANTOS DÉCENNIES! ASÍ QUE ORCUS RECOMPENSA ASÍ A SUS SERVANTS CUANDO MUEREN... ¡MEJOR! ¡ASÍ TE VOLVERÉ A DESTRUIR, SUCIO SACERDOTE, Y PODRÉ VENGAR A MIS COMRADES POR SEGUNDA VEZ!

Como dos viejos cascarrabias, el sacerdote muerto y el vivo siguieron intercambiando improperios y amenazas. La trifulca versaba sobre el oficio de las madres de cada uno de ellos, y en menor medida a una pequeña aventura que había sucedido hace sesenta años. Antes de que Fray Sébastien se uniese a Lady Arquette y Lord Sauvage, un pequeño grupo de sacerdotes de Heironeous trataron de desarticular una secta de orcus instalada en una mazmorra olvidada. Solo Fray Sébastien sobrevivió... aunque Arantham se convirtió en muerto viviente tras su derrota.

Aún así... si un venerable clérigo de Orcus viajaba en el interior del elefante, ¿a qué poderosa criatura se le guardaba el honor de cabalgar sobre el lomo? Una mano delgada de hueso y pellejo asomó entre las cortinas y las apartó para ver mejor, lo que desveló a su vez su rostro a sus antiguos amigos.

Kaevhas estaba muy desmejorado, pero es que la muerte no trata bien a la gente. Desde la altura del elefante, contempló la cubierta cara por cara, como reprochando individualmente el destino dispar que había tenido cada uno. Vió a Alice perder la cabeza, y ahora ella estaba viva, y Kaevhas no. Vió a Flame caer, y al arriesgar su vida por ella, Kaevhas perdió la suya. La mano del mágico de guerra apretó de rabia la tela de la cortina...

Nos volvemos a ver... Y veo que habéis cuidado los unos de los otros después de dejarme atrás...

La distancia va amortiguando la voz de Kaevhas, al no haber gritado. Llegan a los oídos de los jóvenes con la intensidad de un susurro (los tres recién llegados han perdido algo de capacidad auditiva con los años), como un reproche pasivo agresivo. Y entonces los ojos de Kaevhas se encienden de un antinatural rojo ira.

Aire asintió mientras miraba a Lady Arquette y la ayudaba a llegar al barco, pero no la contestó. Meditó sus palabras y decidió que era lo lógico. Le hubiese gustado acercarse a Tylbat y acariciarle la cabeza a modo de comprensión, pero con el combate tan cercano no lo podía hacer. Así que volvió a su puesto, en aquel en el que había lanzado los conjuros el combate del día anterior. Y miró el espectáculo.

La magia comenzó a invadir las venas de su cuerpo, haciendo que su sangre viajara a mayor velocidad de lo que estaba acostumbrada. Los ojos volvieron a su color negro y una macabra sonrisa apareció en su rostro.

Vaya, un antiguo amigo. ¿Cuál es el plan esta vez? dijo para sus compañeros. Sus manos empezaron a soltar chispas de todos los colores. La magia quería entrar en juego.

Diferentes planos desconocidos se alinearon para ver lo que ocurría en aquel plano negativo y otros tantos se plegaron en una mueca de asombro ante la inesperada aparición. Como si de otra jugarreta del destino se tratase, un viejo conocido reaparecía ni más ni menos que dirigiendo a la hueste de no muertos que se acercaba hasta el barco. Tybalt, completamente ajeno esta cadena de catastróficas desdichas, no podía hacer más que expresar su confusión antes las palabras del ser que viajaba en el palanquín del elefante. -¿Os conocéis?- Preguntó sin atreverse a conjeturar si eran o no amigos, pues las palabras de aquel no muerto disipaban rápidamente cualquier sombra de duda aun a pesar de la sutilidad del sujeto para expresar su rencor.

Aire, en su faceta más sombría, fue la primera en preguntar qué plan debían seguir. -Sinceramente, lo tenemos complicado con ese contingente de arqueros.- Dijo el tiflin levantando la vista hacia los esqueletos que marchaban al unísono. -Por el momento creo que lo mejor será ponerse a cubierto y si alguno puede hacer algo para reducir la cantidad de esqueletos, tampoco estaría de más.- Comentó mirando fugazmente y de reojo a la anciana que acababan de incorporarse al grupo. Sabía que los usuarios de magia tenían un límite para lanzar sus conjuros pero dada la situación tampoco sería descabellado agotar todas las reservas de uno para evitar morir y otras cosas desagradables.

Flame sonrió al ver a Kaevhas. Ya se estaba acostumbrando a ver siempre a viejos amigos convertidos en nuevos enemigos, no le extrañaba que aquello sucediese, pues había visto como los viejos enemigos se convertían en nuevos amigos. Desde que Flame tenía uso de razón había vivido miles de hechos desagradables, y de vez en cuando todavía recordaba al inutil del bardo que conoció en su primera expedición. Justo donde conoció a Víktor. El caso es que de momento no podía actuar, sin una ballesta o ningún arma que le sirviese de ataque a distancia no podría hacer nada. Así que solo le quedaba proteger al grupo con su brillo plateado y esperar a que estuvieran lo suficientemente cerca como para actuar.

Leiath, empieza por expulsar a todos esos esqueletos, Ayash es débil contra ellos, así que si alguien tiene un arma contundente, dijo pensando en el osito de Aire, que me lo deje porque puede que lo necesitemos. Dijo guiñándole un ojo al tiflin, al final también había cogido confianza con el semidemonio, combatir codo con codo a veces ayudaba a crear lazos, especialmente cuando era lo más parecido a un hombre que tenía cerca.

Las sabias palabras de aquel anciano le hacían dudar sobre su super plan. Si bien es cierto que con un golpe de suerte se podrían acercar al enemigo invisibles, si alguien les viese en el camino significaría un gran fracaso y la muerte para todo el grupo. Y si algo había aprendido Leiath de todo lo ocurrido era que SIEMPRE pasaba lo inesperado.

Y en eso estaba justamente pensando cuando la cabeza, o lo que quedaba de ella de Khaevas asomó del elefante y les amenazó de muerte. Su pobre alma había quedado atrapada y transformada en un ser espantoso.

Eso le dió más fuerza y voluntad a la jóven bruja, dispuesta ahora a acabar con tanto mal y liberar a su compañero caído.
El ejército de esqueletos quedaba bien visible, eso significaba que también la verían bien a ella y al símbolo sagrado que portaba. Flame tenía razón, era el momento de usar la artillería pesada.

Usad toda la magia que tengais de área para acabar con esos esqueletos- dijo respondiendo a la pregunta de Aire. - Tybalt y Flame podríais terminar los virotes para poder lanzarlos?

Dejó la pregunta en el aire y se dispuso a acometer su parte en aquella batalla. Aunque posiblemente no fuese una gran idea llamar la atención sobre su persona, debían acabar con todos esos arqueros. Alzó con determinación el símbolo de Hala.

La fría mirada de Kahevas se clavaba en cada uno de ellos como un puñal. Afortunadamente Onfale iba convenientemente cubierto con un velo, irreconocible hasta que por la proximidad de sus cuerpos el perfume lo delatara. Además el perfumista no tenía demasiado que ver con el proscrito del Cárceri, realmente ninguno de ellos salvo Becky o Aire, la cual seguramente ya lo habría olvidado por completo. Permaneció a cubierto escuchando las viejas rencillas que se mostraban ante sus curiosos ojos.

-Si lo que dice el fraile es cierto, disiparía también el silencio.- Ni ponía en duda al viejo ni quería poner en tala de juicio a Leiath. Le preocupaban los arqueros por su gran número y porque iban bien comandados y puede que no se acercaran lo suficiente. Entonces Leiath elevó el símbolo de la todopoderosa Hala y Onfale cayó de rodillas,sumiso, obnubilado por su poder.

-¡Loada sea! -Flame pedía un arma contundente. El mago acaricio la maza que le había dado Becky. No solía utilizar ese tipo de armas pero su forma y peso sí que le eran familiares. La elevó en el aire haciendo señas a Flame para que la tomase si así lo deseaba.

No le vendrá mal.-Pensaba el perfumista con malicia.

Yo también tengo algo “especial” para esos esqueletos, pero esperare a que estén dentro de la burbuja para lanzar los conjuros. Dejo respondiendo a la pregunta parapetada contra uno de los laterales del barco.

La maga se quedó paralizada al comprobar que el mago no era otro que Kaevhas. No había tratado mucho con él de hecho apenas lo conocía, pero su despedida no fue bonita ni amable. ¡Mierda! Seguro que ahora también aparecerá el enano y su maldito tambor de cuero.

Desde la cima del elefante, Kaevhas asomó una mano en señal de alto.

¡NOS RETIRAMOS!-ordenó a sus tropas.