Partida Rol por web

El momento le pedía vomitar a Aire. No soportaba las muestras de cariño que estaba viendo, y mucho menos las del viejo chocho con Becky. Esperando que Cucaracha no se acercara a ella, avanzó lentamente y se colocó detrás de Tylbat. Las amenazas podían funcionar, pero si no habría que acabar con eos guardias cuanto antes.

¡¿Me estás amenazando?! ¡¿ME ESTÁS AMENAZANDO?! ¡A MÍ! Haz sonar la alarma-ordena al hombre-: necesitaré que limpien la sangre y se lleven los cadáveres.

Sí, Yerma.

Después se sucedieron las torpezas. La puntera de la bota de Jadewo tropezó con una losa medio levantada del pasillo, y se cayó de bruces. El soldado sacó su silbato, pero se le resbaló y se le cayó al suelo, con lo que no pudo pedir refuerzos. Puede que la grasa conjurada por Onfale tuviera algo que ver, puede que solo fuesen los nervios... jamás lo sabremos a ciencia cierta.

Yerma desenvainó su espada y avanzó a Tybalt, de modo que sintiera sus femeninos ojos hundiéndose en el alma, si es que un tiflin tiene de eso, como dos puñales clavados. La espada de Yerma chocó contra la de Tybalt, haciéndole una mella en el filo.

Luego fue Evea la que se sumó al ataque, hundiendo la espada en el hombro de Yerma, y obligándola a emitir un estruendoso quejido. El pasillo solo tenía diez pies de ancho, con lo que entre Evea y Tybalt bloqueaban el paso y protegían a sus débiles compañeros, pero Flame podría unirse al ataque desde el techo si quisiese.

Junto a la puerta, Cucaracha seguía probando llaves...

¡Click!

Y la puerta se abrió. Y allí, dentro del almacén, estaban las Gemelas de Flame, el jabón de Onfale, y otros efectos personales queridos por todos aquellos viajeros.

Aunque los tiflin no fuesen algo común en Vadrian, estaba claro que aquella mujer se había enfrentado a seres mucho más imponentes que Tybalt. "Será algo que tendré que ir trabajando..." Pensó con cierta decepción por no ser capaz de sobreponer su voluntad sobre la de un humano. Pero lo que no esperó el espadachín fue el terrible temperamento de la soldado ni su abrumadora aura. Algo en los oscuros ojos de la mujer que ahora se avalanzaba sobre él conseguía sobrecogerlo de una forma preocupante. 

Yerma blandió su arma buscando la suya, haciéndole una mella. Tybalt, aunque perplejo, observó cada uno de sus movimientos evaluando a su oponente. Ya le había quedado muy claro que no era una rival común y corriente, pero estaba seguro de que todavía ocultaba más. El click de la cerradura le devolvió parte de su ímpetu, permitiéndole hacer acopio de fuerzas para responder a la furiosa carga de la guerrera. Tybalt la rechazó y aprovechó el impulso para asestar un golpe no demasiado fuerte... Pero su objetivo principal había sido ganar tiempo para abrir la puerta del almacén y recuperar sus cosas. Así que se podría decir que ya habían ganado. Claro que sí.

Había algo de lo que había dicho esa mujer que había despertado al dragón que la benévola bruja llevaba dentro ( y es que todas las discípulas de Hala tenían, en el fondo, muy malas pulgas).

'¡DEJÉ CLARO QUE NO PODÍAIS VIOLAR SI NO DEJABAIS UN SUSTITUTO EN VUESTRO PUESTO!' - había gritado a sus subordinados. Una mujer que permitía tal vejación a otras mujeres no merecía existir. Parecía que las llamas de la ira consumirían a Leiath pero, por el contrarío, no se dejó llevar por el impulso de tirarse encima y arrancarle los pelos a esa arpía sino que se puso a rezar. Rezó a su diosa para que les ayudase a castigar a aquella vil criatura, para que diese fuerza a sus compañeros y acabasen con ella lo más rápido posible.

El "click" que hizo la puerta al abrirse fue música para sus oídos. Dulce miel en los labios ver cómo al soldado se le caía el pito. Nunca hubiera pensado que disfrutara con eso, viendo a otro perder su pito como, por lo que había pasado él en su infancia, pero lo disfrutó. Puesto que no había hueco para combatir, Onfale se metió de inmediato en el almacén a recuperar sus cosas. Al pasar junto a Cucaracha le felicitó a la vez que no podía evitar pensar en la torpeza de Becky antes, a pesar de que ésta les había salvado de la misma manera.

- Buen trabajo, Cucaracha.-  Por fin volvía a tener el jabón con el que lavarse y no menos importante, sus últimas adquisiciones y, como no, sus mágicas ganzúas con las que podría ir a cualquier parte si se lo propusiese. Cambió la pequeña daga por el puntiagudo y afilado estoque mágico y cogió todo lo demás.

Jadewo no perdió tiempo en lamentaciones, simplemente se levantó, espada en mano para decir.

-Evea, déjame sitio, atrás.

Los guardias habían empezado la pelea y habían intentado violarlas, cualquier juez les absolvería de los cargos. Ya tenían excusa para empezar la batalla, aunque la maga hubiera preferido seguir en modo sigiloso.

Ballesta en mano la Alice entro en el almacén, quería asegurarse de que no había ningún guardia que la pudiera entorpecer. ¿A quién le paso armas? Pregunto en voz alta, la maga prefería reservar sus conjuros para más adelante. 

Había algo en los ojos de esa mujer que no gustaba a Aire. Sólo podía haber una loca de los ojos, y no iba a ser esa guardia de tres al cuarto.

Así que desde su posición protegida, alzó el dedo y apuntó hacia Yerma. Unos dardillos rojos se formaron en la yema y salieron disparados contra su nueva enemiga.

Tybalt miró con detenimiento a su oponente: facilísima de vencer. No solo estaba en inferioridad numérica, sino que además contaba con un equipo de soldado regular, muy inferior a la potencia y el valor económico de los recursos que ellos habían logrado reunir como aventureros en sus viajes. Su análisis se vió confirmado cuando los proyectiles de Aire chocaron en la mismísima cara de Yerma, dejándola malherida.

¡¿Proyectiles mágicos?! ¡Odio los proyectiles mágicos!

Evea estaba segura de tener la situación controlada. Tenía la medida tomada a su rival, y lo sabía, pero no quería frustrar la autoestima de su chico. Tras hundir la espada en el estómago de Yerma, la retiró y retrocedió para dar a Jadewo la oportunidad de hacer las cosas a su manera. Yerma retrocedió un par de pasos llevándose la mano a la herida y marcando distancias con sus oponentes. Miró a Aire con furia vengativa y dijo algo, palabras místicas misteriosas...

בלינדקייט

Y a continuación Aire notó cómo por el borde de su campo de visión se empezaba a extender la oscuridad, dejándola poco a poco más ciega. La última maniobra de Yerma fue sujetar su espada larga con una sola mano, mientras con la otra cogía a la desesperada una bolsa de su cinto.

Mientras, por detrás de ella, junto a la entrada, su patético compañero varón se arrastraba por el suelo tratando de agarrar el silbato. Lo consiguió, y con la potencia de sus pulmones sopló con fuerza.

ptzzzzzzzzzzz... PTTTZZzzzzz...

Unas burbujas de grasa salieron por la abertura del objeto. Lo sacudió bien y volvió a intentarlo con el silbato más limpio.

¡¡¡PIIIIIIIIIIIII!!! ¡¡¡PIIIIIIIIIIIII!!!

Como el eco, en todo el edificio empezaron a sonar más silbatos. Los intentos de escapar discretamente habían fracasado.

¡Mierda!- El sonido de los silbatos indicaba al perfumista que su poderoso hechizo no había servido finalmente de mucho.

- ¡Rápido,coged vuestras cosas! ¡Tenemos que salir de aquí YA!- Apremiaba así a sus compañeros el perfumista algo aliviado porque sus ansiados objetos ya estaban con él.- ¡Vamos Leiath!- Sabía que la Bruja de Hala no abandonaría a lo suyos mientras combatían pero debían ir abriendo y asegurando el camino, para dar a los demás tiempo a coger sus cosas. No le gustó en absoluto las triquiñuelas que usaba la jefa de los guardias y observó qué efecto tenían en Aire antes de ponerse en movimiento. Mientras esperaba conjuró sobre si mismo alguna protección. Si iban a meterse en las alcantarillas iban a necesitarlas.

Le preocupaba el hecho de que aquella ladina mujer pudiese usar la magia. Esperaba que acabasen pronto con ella antes que pudiese hacer más daño y antes de que acudiesen los refuerzos.

Hizo caso a Onfale y recogió sus cosas lo más rápido que pudo. Recuperó asi mismo las pertenencias de Tybalt para dárselas en cuanto le tuviese al alcance. Luego se le ocurrió una idea, quizás no tuviese mucho tiempo pero, si Hala la sonreía, quizás tuviese suerte. Usó el conjuro que le permitía ver cosas mágicas y echó un vistazo a la habitación. Si algo brillaba lo metería también en la bolsa.

Dejando que Evea se encargara de recoger los objetos confiscados. Jadewo, espada en mano, tenía un objetivo claro; aquella miserable criatura que se cobijaba bajo la bandera de la ley, para perpetuar maldades. Así que le fue persiguiendo acero en mano para acabar con ella, y de paso asegurar el paso del grupo hacia la celda en la que Cucaracha había abierto un túnel...

Pero primero, tocaría reducir a impía mujer.

Vuelvo ahora, cielito...

Con su hombre al mando, Evea entra en el almacén con Aire para recoger sus cosas, y se pierde la excepcional estocada de Jadewo. De la espada mágica del humano rubiales brotaron chispas eléctricas que potenciaron el golpe. La escasa ropa de Yerma se rasga dejando ver su estómago quemado por la electricidad y su chainmail bikini. Eso le enseñará a esa malvada para que la próxima vez compre una armadura menos provocativa y más funcional.

A pesar de todo, Yerma aguanta en pie, tambaleante. Una vez más, se ve obligada a retroceder ante el poder de sus rivales un par de pasos. De nuevo una mala mirada, está vez atravesando a Jadewo hasta el corazón de su alma, pero en esta ocasión no conjura nada... Esta vez, el secreto estaba en su bolsa...

¡¡¡SPLORCH!!!

Arrojada a los pies de Jadewo, la bolsa explota como un globo de agua salpicándole de un líquido viscoso, pegajoso, asqueroso y otras cosas terminadas en "-oso". Mientras esa maniobra tenía lugar, el patético guardia del suelo deja el silbato, se levanta y se coloca al lado de Yerma desenvainando la espada. Ambos bloquean el pasillo de modo que no puedan escapar escaleras arriba, o por la puerta hasta el patio, o por el pasillo hasta las celdas de los hombres.

Y entonces, en el otro extremo del pasillo en forma de ele, las otras escaleras empiezan a resonar con los pasos de los soldados. Los refuerzos llegarán pronto, Yerma solo debe retenerles cinco o seis segundos más...

¿Y el chico? Pregunto con ingenuidad la maga. ¿No vamos a rescatar al puñetero mocoso que nos ha robado? Alice no estaba preguntando por el chico de manera altruista, preguntaba por él ya que era el único que podía guiarles hasta sus pertenencias robadas.

Al ver que Onfale se dirigía de nuevo hacia su celda, la maga pensó lo obvio, el perfumista había perdido un tornillo y puede que algo de aceite. Puede que estar encerrado con tanto macho alfa en una celda le hubiera sentado mal. ¿Pero que haces?, por ahí se vuelve a las celdas.

La maga comprobó que no quedara ninguna pertenencia en la sala.

A pesar de que la mirada de la oficial logró desconcertar y afectar al guerrero, este reaccionó a tiempo para poder eludir la peor parte del efecto del contenido de la bolsa asquerosa.

Sin dar cuartel, el hombre siguió acosando a la mujer, estaba muy debilitada por su descarga eléctrica y el tajo... El joven avanzó unos pasos pero cuando blandió la espada, la capa pegada a un lado del estrecho pasillo por culpa del contenido de la bolsa hizo que el movimiento fuera lo suficiente fluido como para alcanzar a la maldita oficial.

Aire notó cómo una magia externa quería penetrar en su mente, y posiblemente dejarla ciega, ya que notaba que el contorno de su visión se iba reduciendo... Pero la muchacha no había llegado hasta allí para que un truco tan absurdo pudiera con ella. Se llevó la mano a la cara mientras sacudía la cabeza. Al levantarla, sonrió a la bruja de pacotilla... Y la lanzó un beso

Más suerte la próxima vez

Alzó las manos, pensando en conjurar algo más poderoso que unos dardos mágicos. Pero antes incluso de poder pensar el conjuro, antes de que la magia brotara, Evea tiró de ella y la hizo entrar en el almacén.

Y salió. Vio que Onfale se dirigía a las celdas, y entendió que quizá conocía alguna otra salida. Quizá no era lo normal, pero se fió de él. Metió la mano en su bolsillo de componentes mientras sonreía a la soldado que sabía usar magia.

Aprende. Al sacar la mano, en la palma llevaba unas gotas de agua y un poco de polvo. Se lo acercó a la boca y susurró unas palabras en el lenguaje de la magia. Esos componentes se mezclaron mientras viajaban lentamente hasta llegar a la cabeza de la mujer soldado y rápidamente se expandió. Una nube oscura, anunciando tormenta, se generó en menos de un segundo. Y enormes trozos de granizo mágico empezó a caer sobre los dos soldados, agrediéndolos con fiereza.

- No hay tiempo.- Contestó a Alice. Él también quería encontrar al chico para recuperar sus cosas pero la alarma había sido dada y no sabían cuántos soldados podría haber allí.- Hay una salida por aquí. Seguidme.- Apremió a las mujeres que parecían reticentes con sus indicaciones. Echó la vista hacia atrás preocupado por Tybalt. Afortunadamente Aire se dejaba de tonterías y usaba su poderosa magia. Él hizo lo mismo.

- Lammmmmmm , ¡¡muladhara varma!!- Se protegió en caso de cruzarse con soldados o lo que pudieran encontrar en las alcantarillas.