Partida Rol por web

 Al separarme de Margarita, la nube de solaz y paz se desvanece a cada paso y vuelvo a verme inmerso en el túnel de desesperación en que se ha convertido aquel inóspito lugar. Al ver la cara seria y rutinaria de la enfermera lidiando con el paciente enganchado a la medicación, vuelvo a la realidad con la efectividad de una bofetada.

 - Esto tiene que acabar cuanto antes. - Pienso, cada vez más lleno de ira. - No hago nada aquí, entre estas paredes que aprisionan mi alma. No necesito estar aquí rodeado de locos y desquiciados que a duras penas controlan sus propios esfínteres.

 Intento mantener la cabeza fría y tragarme la amargura de mi ira con cada paso que me acerca a la enfermera, mientras urdo alguna estratagema que me permita evitar el consumir aquella píldora.

 - Quizá pudiese fascinar a la enfermera y convertirla en mi aliada aquí dentro. - Pienso, sin escrúpulos de utilizar mis habilidades vampíricas con ella. - De momento, quizá un intento de acercamiento seductor será suficiente. Si consigo distraerla con ello, quizá no sea demasiado difícil hacer como que me trago la medicación, sin hacerlo realmente.

 Llego a su altura, utilizando tomo mi magnetismo ante ella, e ignorando al otro interno.

 - Hola Beatriz - La saludo con mi voz aterciopelada y sensual - ¿Tienes algo para mi?

 Espero para ver su reacción a mis palabras.

De repente los ojos de la enfermera se fijan en ti, sientes que esta mujer trata de controlarse (evidentemente esta mujer es un ghoul) pero poco sabes que la tienes encantada. "Si, su medicina". Responde, un poco atontanda, mientras te da el vaso.

 Tomo el vaso con la mano derecha y me acerco a la enfermera, despidiendo toda la sensualidad que soy capaz.

 - Tienes cara de cansancio, Beatriz. Este trabajo debe ser agotador. - Mientras le digo esto, mi marmórea mano se alza suavemente hasta acariciar la mejilla de la enfermera con el dorso. - No es justo que una mujer como tú, abnegada y con una voluntad de hierro, desgaste su existencia con trivialidades como ésta. - Le digo mientras hago sonar mi píldora en el vaso de plástico.

 - Permíteme, Beatriz. - Mi mano pasa a acariciarle el cuello suavemente, aunque no tanto como lo haría un amante, si no como lo haría un médico. - Estás muy tensa - Presiono zonas sensibles en ese área de su anatomía, para provocar un pequeño acceso de placer.

 Cuando la enfermera cierre los ojos, con un rápido movimiento (celeridad) vuelco el contenido del vaso en un bolsillo de mi traje.

 - Necesitarías un masaje, Beatriz. Eso aliviaría tus tensiones - Entonces retiro mi mano del cuello de la enfermera y la miro con una sonrisa. Acto seguido hago el gesto de tomarme el contenido del vaso de un trago y busco el otro vaso con vitae para hacer pasar el hipotético mal trago. Pongo la misma cara que ya he puesto las anteriores veces que realmente tomé la medicina.

 - Cuando tengas un rato libre, no dudes en venir a verme. Te dejaré como nueva. - A modo de despedida, le guiño un ojo con una sonrisa que derretiría el acero. Giro sobre mis pies y me vuelvo a la habitación.

Volteas sonriendo mientras que el joven adicto te mira mientras te alejas. Te has salido con la tuya, sin dudas alguna, ¿pero a que precio?.  Sin embargo en ese momento no piensas en eso, en ese momento te sientes triunfante, lograste engañar a la puta enfermera y no tomarte esa medicina,  y sí puedes evitar tomar  ese veneno mejor, sólo debes ser más inteligente... mucho más inteligente.

Cuando volteas ves que la mujer hermosa que observaste el dia anterior cruzar cerca tuyo y abrir la habitación al lado tuya. No puedes evitar quedarte fascinado, es en realidad muy hermosa, no tanto como Margarita pero lo es, tu sangre toreador de vez en cuando te tiende una trampa.

Miras por encima del hombro, la enfermera no esta. No importa.

 Observo la hermosa figura de mi vecina de habitación y desisto de entrar en mi cuarto, prefiero contemplarla. Nunca he podido resistirme a la visión de una obra de arte, y desde luego que esta mujer merece ser contemplada con detenimiento, pues cada curva y cada gesto destilan sensualidad y hermosura a partes iguales.

 El juego que acabo de desplegar con la enfermera hace que haya vuelto a saborear el placer de la seducción y ese sabor aun está demasiado fresco en mis labios como para dejar pasar una oportunidad como esta para continuar jugando. Aunque esta vez con un objetivo de categoría. Así pues, antes que ella tenga oportunidad de hacer algún comentario, le digo:

 - Bonsoir, mademoiselle - Mi aterciopelada voz acaricia con estas palabras sus sentidos, como seda enredada en su grácil cuello. - Permítame presentarme. Mi nombre es Julio. Parece que somos vecinos y soy partidario de estar siempre a bien con el vecindario, especialmente cuando se trata de una mujer tan hermosa como usted. - Avanzo un paso hacia ella - ¿Mariana, verdad? - Le tiendo la mano, a modo de presentación, cuando me la da, mis dedos acarician la suavidad de su piel mientras alzo su mano a mis labios y le regalo un suave pero cálido beso en el dorso - Enchanté.

Mis ojos se iluminan  ante el hombre guapo. Es usted el primero al parecer que vale la pena entre todos estos perdedores. Digo de manera infantil mientras  respondo a sus encantos con  orgullo, es hermoso, y realmente maravilloso, sólo un toreador tiene ese encanto, sí, esa soy yo, Mariana digo de manera coqueta mientras   jugueteo con mis manos, ¿qué hace un hombre como usted en un lugar como este?

Mira a la mujer a la que seguía. Esperaba que no se relacionase su crisis con su presencia, por lo que terminaría de ahuyentarla con su actitud excéntrica. Aquello era un lugar extraño en general, pero en comparación, sus crisis y rarezas sobrepasaban con mucho al resto

Se masajea la nuca aún, intentando relajar la tensión acumulada durante aquel tiempo, habían sido momentos muy intensos. Esperaba contar con una noche de sueño reparador
Saluda a Julio con un gesto de mano, intentando no interrumpir la conversación

 - Ésa es una buena pregunta, Mariana. De hecho yo me he hecho esa misma pregunta varias veces sin encontrar respuesta, pero ahora, al tener la oportunidad de contemplarla, de hablar con usted, de conocerla... Quizá ahora esa pregunta tenga una respuesta que le de sentido a todo esto. - Le respondo con una sonrisa seductora, mirando fijamente sus hermosos ojos.

 Mientras contemplo cómo la bella Mariana se muerde el labio como reacción coqueta a mis palabras, por el rabillo del ojo veo a Andrew, que parece saludar con la mano.

 - Vaya... Mal momento. - Pienso cuando veo que parece tener ganas de interrumpir nuestro juego. Desvío un momento mi mirada hacia el recién llegado y arqueo una ceja como toda respuesta. Acto seguido vuelvo a dedicar mis ojos por entero a la contemplación de Mariana.

 Cuando estas mirando de reojo a Andrew ,  vez que se acerca Eduardo y te mira de reojo con desden. Se dirije a Andrew ignorandote totalmente, lo cual es un alivio, pues al parecer te quitara a ese idiota de encima.

Aquì esta este manipulador... digo mirando de reojo a Julio,  como si no me hubiera dado cuenta de lo que hizo.. hay que conocer a las personas. Hola Andrew, le doy la mano mientras miro de reojo a Mariana. Heyy que tal si vàmos y nos tomamos algo al salòn... digo de manera amigable

Jeje usted es encantador Julio, en realidad. Sonrio viendo la actitud tosca de Eduardo, aqui la gente es muy chismosa, no lo pueden ver a una  acompañada de un hombre maravilloso porque ya vienen a molestar. Seguro entonces saldra adelante pronto. Le digo con voz seductora

Le estrecha la mano con calidez. Aquel muchacho le agradaba, tan solo por la búsqueda que parecía tener siempre hacia todos. Como si siempre necesitara estar con alguien, o tener una presencia a la que dirigirle una palabra

Me trae recuerdos de alguien...

Piensa mientras sonríe casi para si mismo

-

Te sigo, Eduardo...

- le asiente cuando comienza a caminar a su vera y continuo hablando por lo bajo con el preguntandole una cosa que me ha llamado la atención.

Ves que el hombre rubio sigue a Eduardo murmurando por lo bajo mientras Mariana se muestra aliviada por  aquello.

 Me alivia que se hayan marchado aquellos dos y le muestro una sonrisa de complicidad a Mariana, pues es evidente que ella también prefiere que no estén.

 Mientras le hablo, miro a Mariana recorriendo cada curva de su rostro con mis ojos, perdiéndome en el azul de sus ojos y acariciando sus mejillas con mi mirada.

 - Sabe qué, a penas he deambulado por el centro desde que llegué. Sólo conozco la sala grande y este pasillo. Quizá usted y yo podríamos dar un paseo y me enseña los lugares interesantes que pueda haber por aquí. Me pregunto si hay algún sitio donde sentir la brisa fresca de la noche en la cara. ¿Qué le parece? ¿Me concedería el gusto?

 Le ofrezco mi brazo gentilmente.

Que galante es, Pues sera un gusto mostrarte las esquinas de este lugar... de locos pienso, le acepto el brazo y lo aprieto una vez cerca, que sensual es, es realmente esplendido. Hay una puerta que da a una visión maravillosa del mar. Y diciendo eso camino hacia la zona común.

Tras las rosas en la cama todo desaparece, fue un momento rápido, pero casi inconsciente. La chica se fue tan rápido como pudo, al parecer no era buena idea que estuviera en la misma habitación. Después de que han terminado te quedas un momento en un estado de shock, es como si el encantamiento, propio de tu defecto toreador aun estuviera presente, y sin embargo te sientes confundido, sin ser racionalmente consciente del por qué.

Cierras los ojos casi inmediatamente cuando la luz del sol toca la tierra y el amanecer da un nuevo día para los mortales. No tienes el peso de la medicina, te sientes libre.

Sin embargo, tienes un sueño extraño..

Te encuentras en una habitación sin ventanas ni puertas, las paredes están pintadas de pulcro blanco, pero tu estas confundido, pues es un espacio sin vida, sin color. Tocas las paredes con tus manos, y estas están llenas de sangre...

¿sangre?... ¿de quién?

Confundido miras hacia una esquina, y ves a Margarita inerte, con el torax  abierto, y con su corazón  humano desprendido y sangrante, inundando toda la esquina de ese cuarto blanco.

Vuelves a ver las paredes, y se anota una palabra con sangre.

ASESINO.

Estas aterrado, vas hacia Margarita quien esta muerta. La  tocas y lloras desesperado frente a  su cuerpo, lloras sangre, una y otra vez...

Y de repente abre los ojos.

Y simplemente te dice.

Codiciabas tanto mi amor, que me sacaste el corazón a la fuerza.

En ese momento, despiertas.

- ¡NOOOOOOOOOOOOO! - Me despierto sobresaltado y descubro que un grito desesperado, roto, casi gutural inunda la habitación. Tardo unos segundos en darme cuenta que es mi propia voz y el recuerdo del sueño recién vivido me vuelve a sacudir como un puñetazo en la mandíbula.

Mis manos cubren mi cara, como para intentar arrancar de mis ojos tanto horror, cuando miro mis dedos, están manchados de sangre. Sangre que brota por mis ojos en sustitución de las lágrimas mortales. Cuando acabo por entender que todo ha sido un sueño me desmorono en la cama, sollozando y ensuciando las blancas sábanas del rojo lúgubre de mi dolor.

- Nunca te haría daño, amor mío... nunca... - Digo entre sollozos involuntarios mientras retuerzo entre las sábanas mi angustia. - Margarita... yo... - Rompo el llanto, como no hiciera quizá en décadas.

Tu grito parece ser sordo en ese lugar, aunque has gritado fuerte en apariencia nadie te ha oido. Lloras de manera amarga frente a esta situación, parece como si el sueño se repitiera en tu mente, una y otra vez, es más, sientes el olor de la sangre  de ella, ese olor que en parte te es conocido, ya habías tomado de su sangre...

Lloras, y tiemblas a la vez, sientes que alguien abre la puerta, miras, y es curioso, la puerta de tu habitación al parecer no se ha movido.

Sigues llorando, hasta que la tristeza te inunda y simplemente las lagrimas de sangre no te salen. Hace mucho no llorabas así, pero ¿porqué?

La visión de Margarita no se presenta, dado que no te has tomado esa medicación y que has burlado a las enfermeras, no sabes el porqué no está.

De repente se escuchan dos golpes en la puerta.

Abro la puerta tras golpear dos veces, el olor a sangre me impacta al abrir, ya se que anda haciendo este paciente, pero como se su tendendia desafiante y opocionista a las normas, y a la autoridad procedo a decir simplemente con tranquilidad, tratando de ignorar lo que ára mi es evidente.

Buenos dias, señor Julio, se que mi visita no es muy esperada,  y reconozco la antipatia que el paciente me tiene, pero hay que tratarlo con cuidado. Debo pedirle que se presente a mi oficina en cuanto pueda, tengo algo que decirle... hago una pausa y le miro..¿se encuentra bien?