Partida Rol por web

No logro recobrar la compostura, así que sigo gimoteando mientras escucho las palabras del doctor.

- ¡NO! - Grito con amargura - ¡NO ME ENCUENTRO BIEN! ¿NO ES A CASO EVIDENTE QUE QUESTOY HECHO UNA MIERDA? ¿NO HAY UN POCO DE INTIMIDAD EN ESTA MALDITA RATONERA?

Estoy herido en el alma, en mi corazón podrido de latir. Observo unos instantes la cara impasible que me mira desde la puerta. Un casi imperceptible movimiento de su ceja derecha deja entrever su desacuerdo con mi actitud. Pienso de repente que no es culpa de ése hombre que yo esté aquí. Es culpa mía. Sólo mía.

- Lo siento, doc. - Le digo, intentando contenerme más allá de lo posible - Usted no tiene culpa. Es sólo... que no sé qué me pasa. - Miro el suelo y las sábanas. Clavo mis ojos en las ropas ahora pobladas de manchas encarnadas. Por unos instantes, algo de lucidez logra abrirse paso en mi mente convulsa y, con los ojos clavados en la almohada, le digo - No sé si será esa porquería que nos hacen beber o a qué puede deberse, pero desde que entré en este lugar tengo pesadillas horribles que me atormentan si piedad.

Por primera vez en esta hospitalización este hombre se ha mostrado humano, posible se pueda recuperar algo de lo que és, parece  ser que en crisis se vuelve más sensato, sin embargo eso no deja de  curioso su afirmación sobre la medicina, más cuando no se la ha tomado. Pienso.

Con calma respondo a su actitud agresiva,  y simplemente me encargo en observar y escuchar. Parece que por fin se rompio esa careta de hombre perfecto sin problemas.

Acepto tus disculpas, digo observandolo,  Estoy acá para ayudarlo Julio, es que acaso, ¿antes no habia tenido pesadillas?, ¿de que tratan?

- No. - Respondo al doctor, titubeando - Bueno... sí. Pero desde que estoy aquí son a diario.

Miro al doctor antes de proseguir.

- Todo el mundo tiene pesadillas de vez en cuando. ¿No es así, doc?

Poco a poco, logro recomponerme y recupero algo la serenidad.

- Dice usted que puede ayudarme, doc. ¿En serio? ¿Cómo pretende hacerlo? ¿Hablando? ¿Drogándome? ¿Sumiéndome en un estado de dependencia de la droga, como ése desgraciado que recorre los pasillos lamiendo las gotas de sangre adulterada que caen sobre las baldosas? - Sacudo la cabeza con una mezcla de incredulidad y asombro, por verme en ese estado tan vulnerable ante este desconocido.

Hablas de Eduardo. Lo miro de manera calma sabiendo que me gusta hablar de las personas por sus nombres, no por seudonimos. El tiene un problema como todos acá Julio, y no, ni siquiera drogandose, o bebiendo uno logra escaparse a uno mismo. Me acerco un poco mas. Uno puede esconderse de todo, de principes y del sabbat, se puede esconder de la familia, y puede evitar algunos problemas, pero  "de la unica cosa que uno no puede escapar", es de uno mismo...

Me explico mejor. A veces, cuando las personas entran a este lugar, vienen con tantos problemas, que esos mismos se confrontan en este espacio. Hago un signo con la cabeza. No se porque pasa eso, no es en todos los casos... pero sucede..

Las pesadillas son nuestros miedos más intimos que salen de la carcel que uno le ha construido mientras esta despierto... y a veces cuando salen, no solo arrojan miedo sino también una que otra verdad.

Digo con calma.

Julio, el unico que puede controlar esos monstruos eres tu. Señalo. pero no encerrandolos nuevamente dentro de esa coraza de hombre sin problemas que has construido, sino, confrontandolos, y en parte, dejandolos ir..

Cuando se quedan dentro del pecho son como seres que se alimentan de tus emociones, de tus miedos, de tus inseguridades, y crecen.... digo de manera directa,  por más que la maldición como hijos de Cain nos afecte, y en parte nos haga menos humanos, hay un recuerdo emocional que se queda dentro de nosotros, y trata de salir...

Sonrio de manera cauta, no es malo que salga, es el signo de que muy en nuestro interior seguimos siendo humanos.

- ¿Humanos? - Miro al doctor con cara de asombro - ¿HUMANOS? - Repito a voz en grito.

Entonces estallo en una carcajada casi fantasmal, utilizando todo mi potencial de voz, sin reprimirme.

- JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Seguramente mi risa es escuchada por todo el pasillo y en muchas de las habitaciones adyacentes.

Tras un rato de carcajearme de las palabras del doctor, le digo:

- Hace muchas décadas que me di cuenta que lo único que queda humano en mi es el recuerdo. El recuerdo del pasado que interfiere en el presente como un fantasma que sólo pretende asustar a los vivos por envidia de no poder compartir sus mismas vivencias. Pero no, doc. Le aseguro que no hay ya nada de humano en nosotros, más que las apariencias... y quien crea lo contrario es digno de estar aquí, pues su locura es evidente.

Me levanto de la cama, donde aun estaba sentado y miro al doctor con agudeza.

- ¿Es eso, verdad doc.? Es eso lo que le hace haber elegido pasar la eternidad tratando enfermos mentales, pasarla recluido como ellos en esta colmena de sinsentidos. ¿Me equivoco? Usted lo que desea es volver a ser humano y lo que intenta es rescatar el resto de humanidad que pueda haber en nosotros y así encontrar un camino para lograrlo.

Vuelvo a reír, aunque esta vez de forma más sarcástica.

- ¡Pobre infeliz!

Y le sostengo la mirada, con media sonrisa aun en mis labios.

Me quedo observando la reacción de Julio, su cambio de estado de animo es congruente con un estado bipolar, su cambio de animo hace ver, cómo el mismo, no es capaz de controlar sus emociones, ni siquiera sus instintos, es una lastima, que al tratar de lastimar a los demás, se lastime a si mismo. No me ofendo por sus palabras, en realidad las analisó, sus acciones, hablan mucho sobre el paciente, no sobre mi, pero parece que él solo ha encontrado esa forma de comunicarse.

Julio, lo miro muy tranquilo, lo que piense yo o sienta, no es lo importante, lo importante es lo que sientas usted, ¿no es cierto?, lo miro, si la humanidad no fuera importante en un vampiro, entonces no sufriria, porque es por la humanidad que se siente dolor y culpa,  le digo con paciencia, y es así que aunque seamos monstruos, como usted dice, el ser humano que una vez existio en nuestro ser es el que se activa, cuando sufrimos, y más, lo miro sabiendo que daré en el clavo, cuando lo hacemos por amor..

Miro al doctor con altivez, mientras le escupo las siguientes palabras como si las cargara de veneno:

- Amor. ¿Qué sabrá usted del amor? - Mi mirada se endurece aun más, si cabe - Usted, que lo analiza todo desde una supuesta racionalidad, seguro que el amor no es para el Doctor Marcus Linus más que una mera reacción metabólica. ¿Me equivoco?

Camino por la habitación, sin apartar la vista del doctor, cualquiera que me viera me asemejaría a una fiera enjaulada.

- De acuerdo a su definición, es usted más inhumano que cualquiera de los aquí recluidos. - Le espeto sin miramientos.

Contemplo su cara impasible, su mirada que evoca pensamientos condescendientes por mi persona me hiere más que las palabras que pronuncia.

- Amor... Nadie en el mundo ha podido amar más de lo que yo he amado. Más de lo que todavía amo... Y con todo y con eso, no por ello dejo de encarnar a un perfecto monstruo. - Me detengo en mi deambular y me enfrento directamente al doctor - Y, ¿sabe qué? Ella también me ama. ¿Es eso a caso un problema? No. No lo es. Y no voy a permitir que usted se empeñe en demostrarme lo contrario, pues no admitiría esa ofensa. Y soy aun de aquellos que creen que las manchas del honor deben lavarse con sangre.

Mi mirada muestra determinación. De hecho, en mi mente, acabo de ensartar el corazón del Doctor con un florete veneciano y alguien grita 'Touché'.

Julio da pelea, es claro que en estos momentos no escucha razones, es un hombre agresivo a pesar de su elegancia, no puede controlarse. Analiso su discurso, y BINGO, ha salido a colación un "ella", algo que no se habia hablado pero que estaba seguro que estaba oculto.

¿ella? digo de manera calma, veo su reacción frente a mi señalamiento, no señor Julio, no estoy acá para convencerlo de nada, si siente que ella lo ama por mi esta bien, lo miro, ¿porque tendría que decirle lo contrario? digo sin saber exactamente de lo que me esta hablando, pero seguro que estoy haciendo un reflejo,  es evidente que ahi esta saliendo el delirio, aspecto que no pienso cuestionarle por ahora.

Es curioso como actua el inconciente,  seguramente el siente que ella no lo ama, quien sea a quien se refiera, y por eso, me acusa a mi de decir eso.

Julio. digo de manera calma. No todas las personas quieren dañarlo, comprenda eso. Digo de manera clara. yo no soy su enemigo, aunque sienta que lo soy, no lo soy,  tampoco lo son las enfermeras.

Creo que esto me da la oportunidad de decirle, lo que pensaba comentarle más tarde. Digo  de manera clara. Usted acepto venir acá y estar bajo mi tratamiento, y seré yo quien le de el alta, pero eso dependerá de su comportamiento.

Digo de manera clara. Le rogaria el favor que no vuelva hacer lo que hizo con Bety. Lo miro. El personal aca trabaja bajo mis ordenes, le dan la medicación que creo que le es conveniente. Lo miro. Lo que hizo es una falta grave, y puede producir consecuencias. De manera firme añado. De ahora en adelante tendrá que ir a mi oficina, yo mismo le dare su dosis.

No me gusta decirle esto señor Julio, pero es claro que sí vuelve a causar este tipo de problemas, me veré obligado a tomar acciones por su seguridad que seguramente no serán de su agrado.

Conciente de que respondera de manera negativa le digo de manera muy tranquila.

Qué tenga una buena noche Julio.

Y tras decir esto salgo.

Miro duramente al doctor mientras me sermonea, como un padre regañando a un hijo travieso. Por mis adentros me río de esta situación, pero prefiero no variar mi rostro y permanecer serio e impasible mientras el psiquiatra lanza su amenaza y se va.

- ¿Qué va a hacer? ¿Darme unos azotes? ¿Atarme para obligarme a medicarme? - Pienso amargamente cuando el doctor cierra la puerta de mi habitación. 

Me arranco la ropa manchada de sangre y la arrojo a un rincón. Agarro las sábanas y las utilizo para limpiar el rastro que la vitae ha dejado sobre mi piel. No consigo más que difuminar la sangre sobre mi marmóreo cuerpo, dándome un aspecto algo más saludable. Qué ironía.

Busco una toalla en mi habitación y me dirijo a las duchas. Debo desprenderme de esta pátina de sangre y amargura que me cubre el cuerpo.

Cuando sales por ahi, ves que Diego ha salido de su habitación parece desubicado.  Sin importar vas directo a las dichas, igual necesitas un baño, romper la ropa no fue un acto muy inteligente, pero que importa. En las duchas no hay nadie por el momento, esta solo, ni un otro paciente esta ahi. No sabes sí Diego te siga, no estas seguro.

Aun estoy muy alterado, aunque intento que no se me note.

Entro en la ducha sin fijarme si ése tal Diego también entra detrás de mi y pronto tengo el agua caliente deslizándose por mi cuerpo. Me recreo en ello, me relaja y me ayuda a recuperar el control.

Pienso en la ropa que he destrozado hace un instante y maldigo mis entrañas por ello. Creo que aun me queda un traje en la maleta y alguna ropa de sport, así que podré salir del paso. Luego llamaré a Henry para pedirle que me envíe ropa.

Buenas noches.

La cortesía no pelea con nadie, así que saludo a Julio y paso a uno de los cubículos, para quitarme la ropa y bañarme. Sin embargo, en mi cabeza quedaron dando vueltas las imágenes de Emma saliendo de la habitación de Andrew.

Y mientras, me enjabono y me tomo mi tiempo bajo el agua, para despejarme.

Tras un buen rato bajo el agua, donde dejo pasar los minutos como si cada uno de ellos se llevase un poco más de sufrimiento hacia el sumidero, cierro el grifo y salgo de la ducha y me comienzo a secar mi cuerpo con la toalla. Me dirijo hacia los espejos, mirandome en ellos mientras libero a mi piel de humedad.

Antes no hice caso alguno de Diego, pues no estaba de humor, pero si aun estuviera por aquí lo saludaría.

Miro con curiosidad las demás duchas, sin moverme de donde estoy, para saber si hay alguien más o si, por contra, estoy solo.

Diego guarda silencio mientras se ducha, pero cuando te asomas, vez que viene alguién quien muestra sorpresa y desagrado al encontrarse con tigo: Eduardo.

´Entro a las duchas y ha sorpresa, la persona que menos quería ver el día de hoy.

Qué gran sorpresa encontrarme con el señor Julio. Digo con total sarcasmo. Mira idiota, por tu causa me he ganado un problema, lo miro con desprecio, así que evita hacer tus jueguitos inutiles al lado mio, o te arrepentirás.

Pateo una   de las sillas de madera.

Maldito burocrata tramposo, ¿crees que puedes engañar a todos aquí?

Desconozco quien más esta en las duchas. Camino y  me dirijo a la ultima ducha con una actitud agresiva.

Ahora que había conseguido calmar mis ánimos, llega este pusilánime amenazándome. Por un instante, la relativa calma que había conseguido al ducharme me abandona súbitamente, recibiendo una explosión de adrenalina empujada por la necesidad de liberar todas las frustraciones que he ido acumulando estos días. Como un relámpago*, le salgo al paso antes que entre en ninguna ducha y de una palmada en el pecho lo empujo hasta que su espalda da contra la pared.

Me acerco a él, con mirada desafiante, mientras murmuro:

- Escúchame bien, drogadicto imbécil, aquí el único que debe andarse con cuidado eres tú. Debí suponer que te irías de la lengua, pues tu estabilidad emocional es la de un insecto. No se te ocurra amenazarme, insultarme ni dirigirme la palabra si quiera, o te aplastaré como la cucaracha que eres. ¿Me has entendido, despojo?

Mi mirada muestra una rabia enorme. Exagerada. Pues focalizo en Eduardo toda mi tensión y frustración, como si él fuera el culpable de mi estado y de mi agitación interior. A cualquier mortal le helaría la sangre mirar a mis ojos en este momento.

Tranquilamente, entro a una de las duchas donde dejo que el agua me relaje un poco. Me quedo bajo el chorro tratando de no pensar, disfrutando al fin de un corto momento de paz sin recuerdos ni pensamientos que me atormenten. El agua arde un poco en las cicatrices, y recuerdo que llevo al menos un día sin usar la crema cicatrizante que creo mi sire. Espero que Julio no las vea, ya que no quiero que nadie me pregunte o me haga recordar lo que pasó. Sin embargo, desecho de inmediato ese pensamiento y trato de volver al estado de mente en blanco que había logrado alcanzar.

El ruido me hace volver a la realidad. Oigo a Eduardo hablarle agresivamente a Julio, y lo último que falta en este sitio es que haya una pelea como si fuera un colegio. Cierro la ducha y me envuelvo con la toalla, secándome. Luego me visto, cubriendo las marcas que dejó mi pasado.

Eduardo, cálmese. Este no es el lugar y esa no es la forma de dirimir problemas. Si tienen algún inconveniente, bien pueden hablarlo con el doctor. No es necesario que sea agresivo. Que tengan una buena noche.

Me dirijo a mi habitación, sin decir nada más. Una vez llego, cierro la puerta, busco la crema, me quito de nuevo la ropa y procedo a ponerla en mis cicatrices lo mejor que puedo. En silencio, espero a que se seque antes de vestirme de nuevo. Veo el cuaderno sobre la mesa, y el libro que he tratado de leer en vano. Sin embargo, siento que no quiero quedarme encerrado de nuevo, sino que quiero caminar, salir a tomar el aire fresco al jardín. O bueno, salir a que el viento me de en la cara, ya que respirar es un asunto del pasado. Cuando estoy listo y vestido de nuevo, salgo hacia la sala común y el jardín. Y mientras, me esfuerzo por no pensar a menos que sea necesario.

Tras ver que  Diego se aleja sin decir más, ahora yo soy el malo,  pienso con ironia, a mi no me jodes. Digo fuerte, y dado que tengo al maricon muy cerca le doy un cabezaso. Y saco a relucir mis garras gangrel,   te puedo marcar tu cara maricon.

Justo me distraigo un momento y ya hay problemás. ¿Qué pasa acá? digo con autoridad. Eduardo guarda tus garras si no quieres pasar un tiempo en el agujero, digo con autoridad, señor Julio, salga del baño,  en esta institución no se permiten peleas.

Por el cabezaso, no caes al suelo pero si te apoyas en la pared. Eduardo te mira con odio, guarda sus garras,  y sale del baño. Sales con algo de ira a la habitación, y tras unas tres horas de aparente tranquilidad, una enfermera te llama para una diligencia.