Partida Rol por web

22 de Marzo, 1982 - Los Bloques

 Una noche espesa y sin estrellas, producto de la contaminación visual en la zona urbana, cayó sobre aquella ciudad. Eran las primeras horas de un nuevo día. A diferencia de los días anteriores, donde los rayos del sol despertaron a los agentes, esta vez los mismos ya se encontraban con los ojos abiertos. Posiblemente alertados por todo lo que estaba sucediendo e incapaces de irse a dormir.

 La misión avanzaba, de una forma u otra. La forma en la que avanzaba no era algo en lo que se pusieran de acuerdo los agentes, y era evidente con las interacciones que todos habían tenido con el grupo de piratas, que jugaba un rol cada vez más importante en toda la historia. Lo que sucedería hoy, podría marcar una continuación o un fin a ello...

 Las puertas del elevador se abrían para mostrar a Zaheera junto a aquellas dos personas misteriosas que venían con ellas en aparente paz. Era un total de 10 personas en aquella fábrica solitaria; y 11 si contaban la presencia del monito que estaba siendo atormentado por los chiquillos. Los agentes volvían a estar juntos, y ahora tenían en frente de ellos a una persona de gran importancia. Como ella misma les declararía en pocos segundos.

- He tomado la decisión de confiar en ustedes y hacerme presente. No me hagan arrepentirme de ello. Aunque supongo, de la misma forma, que ustedes deben tomar la decisión de confiar en mi. Pero eso no debe ser muy difícil: si se fijan en cualquier diario o canal oficial, verán que soy un perseguido político.

 El hombre se acomoda los anteojos. Mientras habla, podían ver que miraba a todos lados. Quizá al ser un prófugo de la ley del nuevo régimen, había desarrollado un incesante miedo a encontrarse agentes de Peggy a donde fuera. Retoma su discurso, aclarándose la garganta.

- Intentaré ser breve: soy Ko Taba, empresario tabacalero y el líder de uno de los partidos más grandes de este país. Por lo menos, hasta antes de que Peggy disolviera el parlamento y pusiera a una gran cantidad de políticos y disidentes presos. Actualmente, al igual que ustedes, me encuentro en la clandestinidad; y solo cuento de la protección de Aaron, un buen hombre y mi último guardaespaldas. Mi empresa de cigarrillos se vio atacada vilmente por este régimen y mis operaciones perjudicadas por ello.

 Esto último lo dijo con gran pesar, evidentemente siendo un hombre de negocios que apreciaba mucho su empresa y, sobre todo, las ganancias que la misma traía. Luego, miró a McTaker, Ivanov y Jones, y los señaló con su dedo índice.

- Me gustaría que se introdujeran ustedes tres, que supongo que son los compañeros de la Srta. Rajah... y luego, podemos hacernos todas las preguntas que queramos.

 Nuevamente en aquel depósito-guarida, los piratas se encontraban descansando y hablando entre si. Las conversaciones de los mismos eran bastante variadas, puesto que el día anterior fue uno en el cual hubo victorias pero también derrotas. Algunos piratas hablaban con orgullo de sus compañeros que habían conseguido la radio especial que les permitiría interceptar trasmisiones y mandar mensajes, mientras que otros miembros comentaban cosas negativas sobre el escape de los prisioneros y el "grumete McTaker". Además de que el sub-capitán Hinue seguía en mal estado debido a la paliza que le dieron los agentes antes de escapar.

 Giuseppe se encontraba sentadito contra una pared, disfrutando de un emparedado de jamón, que era de las pocas cosas que había en el menú pirata. El cardenal se había quedado solo desde que Henry se fue a hablar con otros piratas, pero el agente no estuvo falto de compañía por mucho tiempo más. Pues se acercó Kyle a él y se sentó a su lado, con una sonrisa un tanto amorfa debido a su desfigurado rostro.

 Se podía notar un cambio de actitud de parte de Kyle con el cardenal. Desde la ejecución, el aquel pirata desfigurado reconoce en Roni a otra alma sanguinaria como él.

- Hey, Stromboli... una pena escuchar lo de tu esclava. O tu asistente, como le quieras decir... Yo sabía que esos dos idiotas traían algo entre manos, pero no pensé que se iban a llevar la chica con ellos, ¿sabes?... ¿Crees que la esrén usando ellos? ¡Seguro que la querían para ellos, los egoístas!

Jack miró asombrado como Zeta bajaba por aquél ascensor con el señor de las gafas. ¿Qué demonios había estado haciendo y negociando su compañera? Pensaba que estaba acechante en las sombras a la espera de intervenir ¡pero resulta que les estaba buscando un trato con aquél tipo!

Jack asintió ante las palabras de Zeta, agradecido también por las felicitaciones. - Sam y los otros niños ¿os podéis encargar del pirata un momento mientras los mayores hablamos un momento en privado? - no iba a levantarse de aquél pirata hasta que, ya fueran los niños u otra persona, se hiciera cargo de que no se iba a escapar de ninguna forma.

Espero que sea bueno lo que nos hayas conseguido Zeta. - comentaba dedicándole una pequeña sonrisa a su compañera. Después de todo lo que habían pasado juntos, confiaba en ella ciegamente.

Era evidente que Giuseppe no se sentía del todo cómodo con la situación que aquellos dos compañeros le habían obligado a soportar, tenían ante ellos una forma de acabar con el ejercito de Peggy sin involucrar -demasiadas- víctimas inocentes. Y al parecer, decidieron no solo rehusar esta posibilidad, sino dejarle tirado en una situación claramente hostil.

¿La muerte de aquellos dos?. Quizás fuera Roni el que jalara el gatillo y el que degollara con el cuchillo; pero el que los puso frente a la Sombra de la Muerte que representaba Giuseppe no habían sido otros que ese ruso y el Americano. A fin de cuentas, la misión es lo principal, y para ello Roni necesita sobrevivir.

-Lo que esté pasando con ella no es de mi incumbencia. -Indicó con sobriedad- Pero lo que sí sé es que una vez que nos los encontremos, capturarlos con vida no será una prioridad para mi. -Dijo mientras llevaba una mano a la pistola que le había dado el Capitán Pirata- A los traidores, muerte... y si esa chica les ha ayudado... bueno, digamos que la "has visto tu primero".

"Cierto es. Amigo Irlandés"

Me acerco a Sam, como para darle un par de palmaditas en la espalda en dirección a la puerta y le susurro "Luego te lo cuento todo. Sin secretos". Lógicamente le miento como un bellaco, pero necesitamos poder confiar en ellos, y para eso es necesario que ellos confien en nosotros.

Cuando nos aseguremos de que están fuera, le dedico una mirada furtiva mirada a Zeta. Aunque no hemos entrenado juntos, seguramente todos seguimos el mismo libro -¡de la era del rey Salomón!- Entre espias sabemos cuando hacer un leve y disimulado asentimiento, señalando que "se puede confiar en alguien", o cuando rechazar la mirada, diciendo que "preferiría no estar aquí"

 Los agentes accedieron a hablar con aquel misterioso hombre que se presentó con lujo de detalle, pero preferían hacerlo en un lugar más privado. Zaheera propuso utilizar la oficina en la cual había conocido a aquellos dos hombres, lo cual fue aceptado por los agentes. El Sr. Taba, por su parte, tampoco se opuso a la idea. Sin embargo, la que tuvo algo para reprochar fue Sam. Que, a pesar de las palabras de confianza de McTaker, se sentía excluida de la conversación que iban a tener los demás.

- ¿Los mayores? ¡Hey, yo también quiero participar de la r-

 El Sr. Taba no dejo terminar a la niña, interrumpiéndola sin consideración.

- ¿Y dejar a tus hermanitos solos con aquel pirata sanguinario? ¿Qué pasaría si lograse zafarse? Tres son mejor que dos... Vamos, Sam, eres una niña inteligente. Sabes que esto es lo mejor.

 Sam mostró un claro disgusto en su rostro, pero aceptó lo que dijo aquel hombre y se quedó con sus hermanos vigilando al pirata amarrado. Los tres niños se sentaron sobre él. Ni siquiera entre los tres equiparaban el peso del agente Jones, pero era suficiente para inhabilitar cualquier intento de escape de aquel atemorizado sujeto.

 De a poco los agentes, Ko Taba y su guardaespaldas subieron al elevador, buscando un lugar más privado y lejos de las orejas furtivas que quisiesen conseguir información valiosa. Antes de apretar el botón para irse, sin embargo, la voz suave pero firme de hombre más joven se hizo escuchar. Ofreciendo una alternativa a lo que decidió el Sr. Taba.

- Yo podría quedarme con los niños, señor...

 Ante aquella pregunta, Ko le dedicó una sonrisa al hombre. Pero no una sonrisa amigable o de simpatía. Era una sonrisa burlona llena de sorna. Como si le hubiesen propuesto la cosa más disparatada del mundo.

- ¿De quién eres guardaespaldas, Aaron?

 Ante aquella pregunta obviamente retórica, el hombre joven se llamó al silencio.

 El elevador llega al piso superior, donde tras dar un par de pasos el grupo se encuentra con la entrada a una pequeña oficina, que posiblemente es utilizada por el capataz de la fábrica cuando la misma está en funcionamiento. De a poco, todos ingresan; con mayor confianza entre los agentes y aquel dúo de hombres desconocidos. Pero todavía había pesadez en el aire, producto de la desconfianza natural en los extraños. Especialmente, cuando estás en una misión secreta.

 El Sr. Taba se para en frente de los agentes, con Aaron detrás suyo. El hombre esperaba a que los agentes tomaran la palabra, aparentemente.

 Las palabras del cardenal eran frías y cínicas, justo lo que a Kyle le gustaba escuchar. Incluso al propio pirata desfigurado le dio un escalofrío al oír que Giuseppe cedía con total tranquilidad a la adolescente Sam. Lo cual era, por supuesto, algo que le encantaba a aquel hombre, que había puesto sus ojos sobre aquella chica desde el momento en que la vio en el campamento en la selva.

- Estoy realmente agradecido, Stromboli. Muchos piratas aquí... se hacen los santos y me tratan como un... bicho raro, pero tu... me entiendes, ¿verdad? Cuando son jóvenes, muy jóvenes... es algo especial...

 Kyle seguía escupiendo repulsivas palabras, quizá en un intento de encontrar a una persona que le comprendiese o incluso se identificase con sus sentires. Pues hasta el pirata más bárbaro y sanguinario necesita a alguien con quien compartir sus inquietudes.

- Como sea, hablemos de lo que sigue aquí en Los Bloques... ¿por qué no me cuentas a dónde fueron Dojo y tu antes de que los tres fuéramos a buscar la radio? Estoy seguro que el capitán tiene algún contacto en esta isla, pero es un tío muy reservado y a veces nos oculta cosas...

El Padre no quería hablar acerca de a dónde fueron él y el Capitán, si este había decidido no traer a nadie más, sería por algo, ahora lo que se buscaba era que la gente callara la boca hasta el momento en el que los Bloques cayeran ante la presión pirata, a fin de cuentas, era mejor una panda de piratas que la que sea que estuviera gobernando.

-Los Santos están en el cielo, -indicó con solemnidad- aquí abajo solo hay demonios y otros monstruos con forma humana. Y un monstruo no tiene porqué temer a la hora de seguir sus impulsos y deseos. ¿O acaso un león bendice la cebra que va a devorar?. ¿Le tiembla la mano a la hora de matar o aparearse?. No. Son criaturas mucho más simples, criaturas más cercanas a Dios que el resto de los hombres que complican todo con pensamientos de moralidad, de bondad y de justicia... -El hombre de Dios negó con la cabeza- El Plan de Dios es perfecto e inescrutable, si a ti te gusta esa joven y puedes hacerlo... es porque Dios así lo ha querido. ¿No?.

El Padre dio la bendición, de forma figurada, a aquellos sentimientos que Kyle Kunai tenía al respecto de la gente más joven, todo justificándolo en el Plan perfecto que tenía el altísimo. Sea como fuere, con tal de no darle largas, decidió inquirir más en ese aspecto de la conversación.

-Si Dios no hubiera querido que los que han muerto murieran, no nos habrían puesto en esta isla. Habría encasquillado la pistola o nos hubiera fulminado con un rayo... ¿Dios lo hizo?. Por supuesto que no, por lo que era parte del Plan Divino... ¿No crees?. -Inquirió el cardenal- De todas formas... ¿Qué es lo que buscas hacerle a la muchacha?. Porque todo lo que me vayas a decir, lo ha dicho Dios.

Al llegar a aquél lugar tan relativamente acogedor, se sintió extrañado, pues desde que habían desembarcado siempre habían pasado la noche o visitado lugares bastante deprimentes. ¿Le dejarían echarse una siesta si lo pedía por favor? No, no, no debía pensar en dormir, estaban pasando cosas muy extrañas allí que aún no le había encontrado explicación, pero para eso había subido, para que se las explicaran...

¿Por qué nadie hablaba? ¿A que estaban esperando? Miró el reloj, nervioso, quizá estaban esperando a alguna hora en concreto o a que pasara algo en especial, pero no pasaba nada. Miró de un lado a otro y finalmente a los hombres que les habían invitado a subir. - ¿Alguien va a empezar a hablar de lo que decíais que teníamos que hablar? ¿O es que se ha muerto alguien? - miró también a Zeta con cara de estupefacción. ¿Por qué aquellos tipos se estaban haciendo los interesantes?

La aparición de aquel hombre junto con la agente Zeta hizo que Vladimir alzara una ceja con algo de confusión, sin embargo las palabras de ella le hicieron decidir dar un voto de confianza al empresario. Antes de irse, aún con las palabras de McTaker, se acercó a la joven Sam. -Volveré en unos minutos.- Le aseguró, pues esperaba que aquello no se extendiera demasiado.

Una vez arriba, se cruzó de brazos. El primero en hablar fue Jack, al parecer molesto de que no se estuviera diciendo nada. El agente ruso suspiró. -Han muerto muchos en estos pocos días, amigo. La pregunta es, ¿qué tantas más muertes harán falta?- Su mirada saltaba de Taba a Zaheera y viceversa. -Bien, ¿qué sabe de nosotros, y qué es lo que quiere?- Preguntó directamente, sin hostilidad.

Observo a mis compañeros. Ya han dicho cuanto habia que decir.

Hay un momento para las risas. Para querer construir un enano fabricante de Whiskey Islandés, o para convertir a Vlad en vampiro.
Este no es uno de esos momentos.

Zeta se mantuvo en silencio mientras el ascensor subía, reordenando todas las ideas que tenía en su cabeza e intentando darle un sentido antes de explicarlas. Sólo había estado un par de minutos en esa oficina después de separarse de su compañero y parecía que fueron horas donde habían descubierto demasiadas cosas a pesar de no sorprenderse. Ya era algo que intuyó desde que bajaron del barco.

Sus compañeros, impacientes, pedían de manera lógica explicaciones a lo que estaba pasando y parecía que la mujer era la única que podía tener la mitad de esas respuestas. Tomó aire mientras se acercaba a la mesa del escritorio, apoyándose levemente mientras cruzaba los brazos en torno a su pecho.

Empezaré desde el principio.- No quería irse por las ramas pero necesitaba explicar algunos datos que sólo conocía Jack al haber estado continuamente con ella.- Sospeché de Roni desde la primera reunión. Transgredió las órdenes que nos habían dado buscando en todo momento la salida más sanguinaria cuando teníamos que hacer justo lo contrario, así que desde que supe sus intenciones le denuncié a la Agencia y les puse a conocimiento de sus movimientos.- Miró a su compañero Jack. Él había escuchado todas las conversaciones que tuvo con sus superiores y, a pesar de estar de acuerdo entonces, Zeta quiso achacarse toda la culpa para que el posible malestar del grupo recayera sólo en ella.- Pedí su expulsión inmediata, incluso me propuse voluntaria para su detención que, a día de hoy, sigue vigente.- No había tenido todavía ese encuentro, pero si llegara a darse lo llevaría ante la justicia, ahora con más motivo.- Me remonto a hace unos minutos.- Dejó el walkie sobre la mesa a modo de desviar la atención sobre el objeto.- Imagino que todos lo habréis escuchado, ¿verdad? – Miró a los Agentes, esperando no haber sido la única.- Por si alguno tenía dudas, era Roni. No creo que haga falta decir nada más al respecto.- Si lo habían escuchado no necesitaba repetir sus palabras ni interpretarlas, habían quedado lo bastante claras.

Cuando me separé de Jack, subí al piso de arriba y tuve un encuentro con Aaron.- Miró al guardaespaldas, omitiendo toda la pelea que hubo por medio al no verlo necesario.- Él y su protegido, el señor Taba, escucharon el mensaje, sumado a que vimos cómo matabais al pirata. Viendo comprometida nuestra situación y tras decirme que no estaban con Peggy, la única solución que encontré fue decirles la verdad.- No podía hacer otra cosa. Le pedía confianza a un hombre que la apuntaba con el cañón de una pistola después de ver cómo sus compañeros mataban a un pirata, era eso o empezar una lluvia de sangre.

Zeta alzó una mano para pedir un momento silencio pensando que alguien iba a intervenir al reconocer que dos civiles sabían sobre la Agencia y ellos, un error que ningún agente podía tener, mucho menos cuando estaba tan avanzada la misión.

Yo misma denunciaré mi caso ante la Agencia y me pondré en manos de un juicio disciplinario.- Posiblemente la expulsarían, mínimo una suspensión de sueldo y trabajo durante varios meses mientras investigaban su caso, y era una consecuencia que había asumido para proteger al resto.- Pero ahora mismo estamos ante un problema mucho mayor, Roni. Si se ha aliado con los piratas o la propia Peggy nuestra posición está seriamente comprometida, sobre todo la de Jack y la mía.- Miró de nuevo a su compañero ya que ambos estaban directamente infiltrados entre sus filas. Después se dirigió a los dos restantes, Vlad y Angus.- Vosotros estuvisteis más tiempo con él, ¿qué sabéis?