Partida Rol por web

Ivy te contempló con tu pregunta y de inmediato bajó su mirada al suelo, como si hubiera algo en ella que la incomodase, o que no quisiera decir.

Amber, por su parte, se rió y sacudió la cabeza.

—Una de dos —dijo, levantando dos dedos formando una «V»—: o va a soltarle alguna trola que nos implica a nosotras y no quiere que lo sepamos —Bajó uno de los dedos—, o va a intentar seducirlo para convencerlo. Como sea —agregó, encogiéndose de hombros— me enteraré mañana. Porque dudo muchísimo que consiga traer a Émille, haga lo que haga.

Me crispó un poco que la loca se justificase. No sólo por lo de no invitarme, que ahí no iba a entrar, sino por no tener ni puta idea de cómo se escribía algo que no fuera chino. Apreté un poco los labios al escuchar su respuesta, pero en un primer momento no dije nada. En lugar de eso dejé que siguiera hablando, y entonces mi cabreo encontró otra dirección: Amber. ¿Qué había dicho qué? Eso iba a tener que hablarlo con ella.

Al ver que la pirada estaba a punto de irse decidí que las cosas no se quedarían así. Había que joderse. Venía, soltaba cuatro perlas y se piraba.

—No se llama caligrafía —la corregí—. Se llama no tener ni puta idea de que «Amber» es con eme y con erre —aseguré, y mi enfado no tardó demasiado en encontrar otro punto desde el que atacar—. Pero bueno, supongo que es normal en alguien que cita en «su habitación» sin decir quién es.

Al ver a Ivy incómoda y apartándome la mirada me sentí un poco mal. No era mi intención. Sin embargo, la sonrisa de Amber llamó mi atención. Escuché su respuesta y me encogí de hombros. Yo tampoco creía que Sun-yun consiguiera traer a Émille pero la verdad es que me entraba curiosidad por saber qué intentaría hacer.

Me levanté a por algo más de comida y me di cuenta de que estaba empezando a comer por glotonería. - No sé si esto es sano o no, pero está buenísimo... - Dije llevándome la comida coreana a la boca. - Pues nada, a esperar... - Me senté entre las dos chicas y de repente mi mirada cambió.

Miré Ivy y luego a Amber, con travesura. - O... ¿Y si vamos a verla sin que se entere?

Empecé a reírme con la broma de lanzaman y volví a retardar mi regreso a la fiesta. Era gracioso que dijera aquello de la erre y la ele como si fueran letras distintas, me recordaba a esas madres que no tienen hijos de dos años sino de 24 meses.

Pero no necesité ocultar mis dientes detrás de los dedos de la mano pues sus siguientes palabras cortaron toda broma para convertirse en algo muy, muy serio: había visto mi invitación y se la había aprendido. Eso llegaba al nivel de obsesión enfermiza que yo tenía con las fotos de Mike.

— Con esa letra no necesito decir quien soy, cada una de las decoraciones de la carta son mi sello personal, ¿o de verdad crees que alguien más podría tener tanto gusto? — parpadeé automandándome y sonrojándome por mi propio cumplido — Todas han sabido llegar, salvo Amis que se ha enfadado y se ha ido porqué no le gustan los besos o algo y entonces nos hemos ido de ella.

Puse los ojos en blanco en cuanto la pirada empezó a hablar. Joder, sí que estaba chalada si consideraba eso su sello personal. Y lo de llamarlo gusto, bueno... Lo peor era que se lo creería de verdad. Alguien que vestía con un pijama como ese. Puta tarada.

Luego, cuando siguió hablando y dijo aquello —supuse que de Alice— no supe ni qué responder. No entendía una mierda de lo que había pasado, pero tampoco tenía muchas ganas de saberlo. Sin embargo sí se me ocurrió algo para vengarme de Amber. Y además re-darme la razón.

—Bueno, te dejo irte —me despedí. Sin embargo antes de que se marchase añadí algo más—. Es curioso, porque Amber no creyó que fueses tú por el gusto de la tarjeta. Dijo que sólo podías ser tú porque no habría nadie más en el Instituto que no supiera escribir su nombre. Pero, eh, de puta madre, seguro que no le ha dado importancia —enuncié antes de volver a despedirme—. Pasad buena noche. Yo iré a cazar. —Ya que estaba y daba por hecho que le habría apetecido venir, decidí soltar una última puñalada mientras fingía consideración—. Te diría que vinieras, pero tienes algo más importante.

Si es que había que joderse. El mundo se iba a la mierda, teníamos demonios y subterráneos encima, mundanos muriendo... Y ellas se montaban una fiesta. No es que me cabrease que no me invitasen, por supuesto que no, sino lo inconscientes que eran.

—Ni te preocupes por eso —dijo la pelirroja con una sonrisa divertida cuando mencionaste la comida—: Émille te hará quemarlo todo entrenando, te lo aseguro. Así que come todo lo que quieras. 

Y cuando tu mirada se volvió traviesa, sus ojos acentuaron su brillo con una determinación que te hizo pensar que en aquel momento Amber se apuntaría a lo que fuese que propusieras. Asintió después con una risita. 

—Vamos —dijo entonces, dándole un largo trago a su vaso hasta apurarlo y poniéndose luego en pie— pero es ahí al lado, así que shhhhh... —Llevó el dedo índice a sus labios, pero su gesto se vio enturbiado por una risita que sacudió sus hombros mientras se giraba para salir de la habitación.

Ivy levantó de nuevo la mirada cuando empezaste a hablar con complicidad, pero ella se lo pensó dos veces antes de ponerse en pie y cuando lo hizo, no parecía estar segura del todo.

—Vaaaale —dijo, alargando las sílabas—. Pero si hay mucho silencio nos volvemos corriendo. 

Me acababa de sentar pero mis piernas ya sentían que debían volverse a levantar. Sin embargo, esperaron a que Amber lo hiciera primero para asegurarse de que realmente había animado a las chicas a hacer lo que iban a hacer.

Tras la advertencia de la pelirroja me levanté del suelo despacio y asentí. Cuando Ivy dijo que se apuntaba una sonrisa enorme se formó en mis labios aprobando esa decisión al cien por cien.

Dejé que Amber fuera la que nos guiara, básicamente porque yo no tenía ni idea de dónde había ido Sun-yun, y la seguí con sigilo para espiar a la coreana.

Con la pelirroja en cabeza, tú en el medio e Ivy cerrando la pequeña comitiva, salisteis al pasillo y desde allí ya pudisteis ver a Sun-yun, parada en el marco de la puerta de una de las habitaciones que estaba más allá, hablando con alguien que estaba dentro. 

Amber se detuvo de inmediato y volvió a meterse en el cuarto de la coreana. Entonces sacó una estela del bolsillo y con una risita empezó a hacer un dibujo rápido en su muñeca:

En cuanto lo terminó, te miró y se acercó a ti con la estela en alto, como si estuviese dispuesta a pintar también sobre tu piel.

—Con esta runa podremos oír lo que hablen desde aquí —cuchicheó—. Te la haré detrás de la oreja para que funcione mejor. 

Me dolió en la cultura que nadie en el instituto supiera escribir en el alfabeto occidental, tal vez debería hacer un curso rápido para que además de leer pudieran escribir. Eso sería práctico, y cara de Mike podría ayudar. Mis seguidores de Twitter se volverían locos al vernos juntos, seguro que recibía más de cien amenazas de muerte. ¡Mínimo!

La ilusión de mis tripas se mezcló con la alegría de mi pecho con el deseo de Emille por mi noche al que asentí como si acabara de aceptar una misión muy importante.

— Me hubiese encantado —dije después tras su perfecta invitación y consideración en sustitución del "yo también te amo" que él entendería—. Gracias por entenderlo —reverencié con la espalda—. ¿Se puede ser más perfecto? —pensé al asumir que se moría por estar conmigo pero respetaba los asuntos de chicas.

— Otro día seguro, o pasa a buscarnos más tarde.
—Aunque veré doble ración de Vetalas, Kuris y tal. Quita, qué poco profesional sería...

— Buenas noches, Lalique —me despedí retomando el pasillo—.

Al ver que Amber se daba la vuelta comprendí que había visto a Sun-yun y trataba de esconderse. Me puse algo nerviosa del susto pero me giré de inmediato y entré tras Ivy, que iba la última.

Observé cómo una vez dentro de la habitación de la coreana la pelirroja se dibujaba un símbolo que todavía no conocía, hasta que me dijo para qué servía. Era la segunda que me hacía así que todavía me daba un poco de reparo. Sin embargo Amber me inspiraba confianza así que me aparté el pelo para que pudiera dibujar la runa sin problemas.

Mientras lo hacía miré a Ivy, buscándola con la mirada para sentir que estaba cerca. Aunque ahora estaba pasando por un rato divertido, todavía tenía muy reciente todo lo sucedido con mi familia. Bueno, y a mí misma. Pero ambas chicas me daban seguridad y como consecuencia algo de tranquilidad en el lugar en el que me encontraba.

Cuando terminó miré a Amber antes de hablar - ¿Y qué tengo que hacer ahora para que funcione?

Amber empezó a dibujar sobre tu piel en cuanto te apartaste el pelo y en cuanto la estela tocó tu cuello sentiste esa sensación de quemazón que ya habías experimentado una vez. Dolía como mil infiernos, como te imaginabas que podía doler un tatuaje hecho con fuego líquido, pero al menos la pelirroja dibujó con presteza y en apenas unos segundos la tortura había terminado. 

Entonces ella emitió una risita y miró hacia la puerta abierta antes de cuchichear.

—Nada —explicó—. Sólo concentrarte en el lugar que quieres escuchar. Es muy sensible, ya verás. Incluso puedes escuchar al otro lado de muros y todo. Pero si dejas de concentrarte, dejas de oír. 

Con esas indicaciones hizo un gesto pidiendo silencio y su atención pareció dirigirse en la dirección en la que habías vislumbrado a Sun-yun, delante de esa puerta. 

Al imitarla y concentrarte te llegó una voz de chico, su tono rudo y borde era inconfundible, se trataba de Émille. 

—Bueno, te dejo irte —decía—. Es curioso, porque Amber no creyó que fueses tú por el gusto de la tarjeta. Dijo que sólo podías ser tú porque no habría nadie más en el Instituto que no supiera escribir su nombre. Pero, eh, de puta madre, seguro que no le ha dado importancia —En ese momento la pelirroja a tu lado enarcó las cejas, pero tu atención seguía puesta en esa conversación lejana—. Pasad buena noche. Yo iré a cazar. Te diría que vinieras, pero tienes algo más importante.

Un instante después te llegó la voz de Sun-yun, un poco más clara, tal vez por estar más cerca o a menos muros de distancia.

— Me hubiese encantado —dijo ella—. Gracias por entenderlo. Otro día seguro, o pasa a buscarnos más tarde. Buenas noches, Lalique.

Entonces te llegó de nuevo la voz de él.

Me sentí satisfecho cuando pareció decir con sinceridad que le hubiera encantado. Que se jodiera. Eso demostraba que había mejores cosas que hacer que una fiesta a la que sólo podían ir tías. Y luego, cuando me dio las gracias por entenderlo, dejó claro una vez más que estaba como una puta cabra, o que no pillaba nada. Bueno, las dos cosas.

Con su propuesta de que pasase más tarde negué con la cabeza.

—Paso —zanjé de manera simple antes de disponerme a cerrar la puerta.

—Abúrrete mucho —dije en respuesta a sus últimas palabras. Sabía que alguien como Alice, por ejemplo, habría puesto su mejor sonrisa falsa y habría dicho lo contrario, pero yo no era de esos.

Asentí a la rápida explicación de Amber y yo también intenté concentrarme lo más rápido posible imitando lo que hacía, sin siquiera mirar a Ivy para saber si ella también lo haría.

Me mantuve en silencio y de repente escuché la voz de Émille. Era muy curioso escucharlo desde allí, con la puerta cerrada y desde aquella distancia, pero no me distraje con tal de atender a lo que decía.

En su línia, parecía que respondía a Sun-yun después de que la coreana hubiera intentado que viniera a la fiesta con su habitual tono brusco. Sin embargo, sabía que eso no sólo afectaría a Sun-yun, así que sólo con echar un ojo a Amber pude ver que le había afectado a ella también.

Al volverme a concentrar acabé por escuchar la voz de Sun-yun y la despedida de Émille, haciendo que me desconcentrara por la posibilidad de que Sun-yun volviera y nos descubriera. Ay, pero si no se nota que estamos escuchando. Me dije mentalmente, cuando me di cuenta de que había sido absurdo sobresaltarse. Sin embargo ya no me concentré más, imaginando que la coreana volvería en cualquier instante.

Sonreí encantada cuando Emille dijo que pasaría y seguí sonriendo después con sus últimas palabras aunque no sabía si era un "aburrete" de esos que las chicas de la resi usaban mal como el "ojalá te mueras" que en realidad significaba que lo pasara bien o quería que me aburriera para que fuera mejor cuando se pasara él. Pero en cualquier caso el reto estaba hecho y además me había llevado su amor prácticamente confesado.

Suspiré deshinchando todo mi corazón y los vapores de mi cabeza. ¡Qué gran noche!

Floté hasta mi habitación y si no había ningún problema me metería de nuevo con el enamiramiento colgado de mis labios y la magia brillando en mis ojos y preguntaría "a quién le tocaba ahora".

En ese momento Sun-yun entró de nuevo por la puerta, con una sonrisa en los labios y los ojos brillantes. En el interior, las tres chicas estaban de pie, Amber y Melissa cerca de la puerta e Ivy un poco más atrás, mirando hacia el suelo como si fuese lo más interesante del mundo.

La pelirroja miró a Sun-yun al entrar y luego miró a su espalda, tras la que no venía nadie. 

—¿Y Émille? —preguntó, con un tono que parecía indicar que ya sabía o suponía la respuesta a esa pregunta y que las que más le interesaban eran las siguientes—. ¿Qué pasa cuando se falla un reto? ¿Tienes que pagar una prenda o algo así?

Tardé unos segundos en prestar atención a las chicas todavía en mi nube y aun cuando miré a Anbel tardé un poco más en escuchar y no solo oírla.

— ¿hm? —pedí que repitiera lo que fuera que decía pero ya se encargó mi cabeza de ponerme al día— Dice que luego pasa y que nos lleva a cazar, y que le daba igual no venir a la fiesta pero le hubiese gustado salir conmigo a eso.

Apoyé la espalda en la puerta y me dejé caer con un suspiro buscando a A.B. con los ojos para advertirle que se estuviera calladita como si me secreto solo pudiera señalando ella.

— Nadie falla nunca —le dije a Anbel—. Si no respondes haces el reto y si no haces el reto, respondes. Pero puedes poner la regla que quieras.

— ¿Y bien, quién quiere jugar ahora?