Partida Rol por web

Fue apenas un instante, un parpadeo y volvía a estar montado sobre el águila.

¿Volvía? ¿No es la primera vez?

Los pensamientos eran confusos. No sabía si era Ibo o era Tareth el que soñaba que era la otra persona pero ambas identidades coincidían ahora en el mismo cuerpo.

Era extraño. Recordaba dos pasados diferentes. En uno recibía órdenes de Maedhros y cabalgaba sobre una de las grandes águilas. En el otro caía por un abismo oscuro.

Sacudió la cabeza como queriendo quitarse aquellos pensamientos de encima. No era momento para eso. Delante de él, de ellos en realidad ya que estaba acompañado de un variopinto grupo, un pequeño contingente de orcos buscaba sorprender la retaguardia del ejército élfico.

Uno a uno sus compañeros se lanzaron en picado, atacando a los orcos bien con arcos o bien con espadas en vuelo rasante. Tareth no quiso ser menos y se lanzó a su vez, dirigiendo su alada montura contra uno de los orcos pero estaban demasiado bajos y no consiguió alcanzarle.

-Ahora soy Aredhel, he regresado para deshacerme de esta maldición, una vez que Morgot muera ya no caerá sobre nuestras espaldas este castigo. Por la sangre derramada de mis hermanos Noldor lucharé hasta el final.-
 

Aredhel se baja agilmente del águila, acaricia su plumaje y saluda con una reverencia a modo de gratitud al señor de las águilas. - Mi señor estaré eternamente en deuda con ud.- Toma su espada y se dirige a sus compañeros de batalla: - Nos hemos reunido por un propósito en este lugar, tenemos un enemigo en común a quien derrocar, son tiempos de adversidades y enfrentamientos. Como nos dijo Maedhros "luchamos juntos o morimos solos" quien no sea capaz de enfrentar a Morgot puede irse y vivir con el arrepentimiento de un cobarde. -A pesar de mi desprecio hacia ciertas razas ofrezco una tregua para formar parte de esta batalla. -¡Por el fin de la oscuridad! Por los Noldor que derramaron su sangre terminaremos con esta maldición y seremos libres! - luego de su pequeño y audaz discurso se dirige en forma decidida al acecho de los primeros orcos que surgen en el paso con intenciones de atacarlos hasta morir. -Funesto, un verdadero desastre soy. -afirma deteniendo sus pasos al ver que su enemigo era peor de lo que imaginaba.

El aroma y el triste sabor de la batalla daba comienzo a un ataque muy aventurado para algunos.  Una lluvia de flechas procedentes del cielo alcanzaron a un gran número de orcos reduciéndolos en cantidad a pesar de que estas bestias estaban entrenadas para sufrir hasta morir. 

La astucia y habilidad de Kiara fue tan notable como su precisión en el ataque, el águila y ella era una sola persona en donde el mismo sentimiento jugaba con la valentía y el derecho a salir victorioso de esta batalla, derribando sin piedad al líder del primer grupo de orcos yaciendo en el suelo polvoriento con una flecha clavada en el ojo. Por otra parte Ross denotando experiencia en combate reduce un número considerado de orcos acorde a la cantidad de flechas que ha disparado. 

La fortaleza y la sangre Noldor hacen acto de presencia al ver un elfo (Galvan) como montado en un águila volando al ras del suelo va derribando orcos marcando en el campo de batalla que aún la furia de esa raza existe y ha cobrado vida a través de éste elfo tan valiente, su espada brilla en la oscuridad de los vasallos de Morgoth liberando a esas bestias de la agonía eterna. Aredhel invadida por la ira frena su ataque sumiéndose al miedo eterno que solo la maldición de Mandos puede otorgarle.

Por otra parte los Edain Evereth y Dedroc, valientes y osados atacan con fiereza a los orcos, éste último se lleva consigo las muertes de los portaestandartes por la precisión al disparar con su ballesta, mientras que la bella para su raza, Evereth blandiendo su espada y volando muy cerca de ellos dispersa a los orcos atacando por el flanco derecho rodeándolos.

Indis y Tareth producto de la confusión o simplemente porque este cruel destino no los prepara lo suficientemente rápido para atacar sin piedad, limita su fuerza ofensiva sin generar daño alguno en los orcos que comenzaban a desplegarse en pos de prevenir otro ataque sorpresa de éste grupo de élite ordenado por Maedhros.

Tras el primer ataque por parte del grupo de élite ordenado por Maedhros el señor de las águilas Thorondor realiza una señal a sus hijas indicando el lugar en donde arrojarlos para liberarse del fastidio de ser jinetes de quienes no tenían el derecho ni la potestad de pedirlo. Una vez que descienden de forma brusca pueden apreciar todo el paisaje a su alrededor, se encontraban a un par de kilómetros entre escarpados riscos y abruptas cañadas, por el momento y desde su alcance se observaba a simple vista que las hordas de orcos se estaban preparando para un nuevo ataque.

Pero una voz resuena en lo alto de aquellas montañas portando una actitud insatisfecha y hostil, esta vez Thorondor ha tomado la palabra: 

- Nadie en esta tierra salvo Manwë tiene el honor de ordenarnos. Seremos su jinete cuando por sus manos derroten un dragón o por sus pies lleguen a nuestros nidos. - luego de aquel breve discurso el señor de las águilas emprende el vuelo junto con el resto de sus hijas, dejándolos solos y desamparados en un sector alejado del campo de batalla.

Una importante misión han de cumplir, Maedhros cuenta con su basta experiencia y su voluntad de cuidar este territorio del avance de Morgoth porque es vital salvar la retaguardia del ejercito de quien los ha enviado, de uds dependen la vida de muchos. 

Allí a lo lejos, les espera una batalla muy dura que marcará un antes y un después de acuerdo a la decisión que tomen.

¿Como podremos detener el avance de esas hordas? - dice Ross al divisar las filas de orcos, mira atenta a su alrededor, con sus ágiles pies de elfo trepa a lo alto de una gran roca que parecía haber caído desde los bordes de una de las cañadas que los rodeaban.

-Necesitamos detenerlos en un punto lo bastante estrecho entre estas cañadas, no tenemos tiempo de poner trampas ni emboscar - dice la hermosa elfa de corta estatura mientras entorna los ojos y mira en busca de algún punto en forma de embudo a donde el numero no fuese ventaja para las bestias armadas con toscas armas.

- Debemos emboscarlos en un punto. - digo explorando las prosimidades. Debemos acabar con la Cadena de Mando.

- Si conseguimos aniquilar a la Cadena de Mando la moral de la tropa se irá reduciendo hasta que finalmente huyan en desbandada.

- ¿Tenemos algún material además de nuestras armas? - pregunto. ¿Cuantas Armas de Proyectiles tenemos y cuantas armas de Combate Cuerpo a Cuerpo?

Parece ser que Heldor Anduin tuvo un sueño extraño mientras sobrevolaba aquellas montañas sobre una de las hijas de Thorondor. Era un policía de otro de mundo. Un mundo desolado, destrozado, contaminado y con extraños bichos. Dolido por la muerte de su esposa y buscando venganza.

Volvió a la realidad cuando la voz de Thorondor resonó en su cabeza mientras, en el sueño, caía hacia la negrura de un gran abismo. Ya pensaría en el sueño más adelante. El águila que montaba le dejó bruscamente en el suelo, junto a sus nuevos compañeros del grupo de élite que fue seleccionado para Maedhros.

Se recolocó el arco mirando hacia sus compañeros. Había tres Edain. O eso parecían. Pero él sabía que era el único Haladin. Los demás eran elfos. No diferenciaba bien las razas de elfos. Sólo conocía bien a los Noldor. 

-Perfecto. Los elfos son formidables luchadores. Y esa Edain... Atractiva. Y parece fuerte. Para estar aquí debe de serlo. Pensó mientras miraba a Evereth

-Desde luego, esa es la mejor idea. Pero... ¿De qué enemigo estamos hablando? Si son lo que creo, los orcos no sucumben ante la muerte de su líder. Tal vez se desorganizarán, pero si son gran número no podemos contar con que huyan.-Camina hacia un árbol cercano. 

-Habrá que eliminarlos hasta que dejen de ser una amenaza. 

Llega cerca de un árbol y con ágiles movimientos sube a éste. Se posiciona en la rama más alta que puede. Y observa hacia donde supuestamente vienen. Sopesando número de orcos y opciones. Apoyando la visión de la Elfas. 

Galvan examinó el camino que recorrerían las hordas de orcos. Quizá en algún punto, con ayuda de su magia, podría causar un derrumbe que bloquease el paso y se llevase a unos cuantos por delante. Probablemente no impediría que el ejército pudiese atravesar ese obstáculo, pero los retrasaría. Aquellos riscos por los que los orcos pretendían colarse para llegar hasta la retaguardia parecían el lugar idóneo para sus planes. Pero su magia no podría lograr su propósito desde allí. Tenía que acercarse y sin la ayuda de las águilas, llevaría su tiempo. Sopesó si era posible llegar a la parte superior. Un lugar que les ofrecería sin duda una ventaja táctica incuestionable.

-¡Vamos, a los riscos!, desde allí detendremos su avance.

Sin esperar una respuesta Galvan comenzó a correr hacia su objetivo. Era crucial llegar antes que el enemigo para preparar la defensa. El elfo corría ligero por la llanura. Su rostro permanecía impasible, como si aquello no le supusiese ningún esfuerzo. Sus pies parecía que apenas tocaran el suelo. 

¿De que Material Disponemos?

Raciones de comida para dos días (lembas para los elfos y comida seca para los humanos), sus armas, cantimplora. Nada más. 

Rain: No logras encontrar nada, al menos a simple vista.

Kiara: El sendero oculto tiene una zona de paredes altas y si llegan a la parte de arriba de esas paredes aledañas podrán emboscarlos desde las alturas, estarían 4 metros de altura y es curvo, lo cual sería fácil sorprenderlos.

Galvan: Al revisar con la mirada, descubres que en la entrada de esas paredes altas ideal para organizar una emboscada, existe una zona de derrumbamiento que puede detener y encerrar el paso de los orcos pero tiene una contra imposibilita el ingreso de más aliados. 

- Serán muchos pero lo único que tienen es eso, su número. - digo a Anduin. Si causas las bajas adecuadas se retirarán en desbandada. Luego señalo la parte de arriba de las paredes aledañas al sendero por el que entrarán los orcos. - Ahí arriba. - comento. Ese es el lugar perfecto para la emboscada. Los tendremos a tiro y estaremos perfectamente protegidos de sus arcos, si es que tienen claro.

Anduin:  Son cien orcos aproximadamente. 

Para ser precisa el grupo de orcos es ahora de noventa y cuentan con varios jefes de grupo, al menos cinco. Pueden emboscarlos pero deberán acercarse.

Puedes tener todo lo que mencionas de equipo menos el veneno. Ese objeto especial te costará un punto de destino.

Nota: "útiles para encender el fuego de la pipa" solo de la pipa, ¿Ok?

Único equipamiento:

Raciones de comida para dos días (lembas para los elfos y comida seca para los humanos), sus armas, cantimplora. Nada más. 

Si desean tener mas objetos deberán gastar un punto de destino. Por ejemplo un morral completo de cosas, un arma secundaria (por ejemplo un arco o lanza), un escudo, cuerda, fechas/virotes extra y un objeto "especial". 

Kiara: Solo disponen de un arma y en el caso de arco disponen de un carcaj con treinta flechas.

Dredoc llegó al suelo y sacó su espada y su escudo.

Puede que sean muchos, pero sea como sea tenemos que detenerles. Tal vez la muerte de sus compañeros no los amedrente demasiado Dijo mientras sopesaba el peso y se aseguraba las correas de su equipamiento pero la amenaza de su muerte sí, sobretodo si no hay nadie que los organice. Luchadores!, Seremos pocos pero tenemos que hacer un tapón en un cuello de botella mientras los tiradores les van disparando a los que aún no pueden luchar. Estamos en diez contra uno, pero con que matemos a una cuarta o tercera parte y sigamos pareciendo amenazantes, el resto, sin organización, debería empezar a plantearse su misión. Miró alrededor, buscando ese hueco que necesitaban.

Necesitamos a alguien rápido que los atraiga al cuello de botella que buscamos: Alguien que les haga creer que es un explorador del grupo: Irán a por él para que no avise al grueso de nuestro ejército, y le dirigirá a nuestra emboscada. Me ofrecería yo, pero la rapidez no es mi mejor virtud.