Partida Rol por web

Madame Eva resopló como un toro bravo. Les acababa de curar las heridas, ¿y ese guapo pero desconfiado mancebo de buenas nalgas aún tenía la desfachatez de dudar de ella? Eso le puso de muy mal humor, y contestó bordemente al pequeño niño...

¡¿Y yo que sé, mocoso?! Tendría primero que verla para saber qué enfermedad tiene. Y los ingredientes de cualquier receta se encuentran en la naturaleza: no puedo salir a buscarlos mientras tengamos esta plaga zombi ocupando el pueblo. ¡Además, estamos luchando contra Strahd! No tenemos tiempo para menudencias.

Ivalic bajó el mentón y miró al suelo. Ya el párroco Danovich había intentado sanarla con la magia protectora de los dioses, pero había sido inútil. Que la gitana no pudiese ni intentarlo hasta que todo el pueblo de Barovia fuese liberado se le antojaba demasiado tiempo. De todas formas, su madre todavía debe de estar guardando cama en la habitación de la posada en la que la dejó.

El pueblo solo contaba con ellos. No había milicias, hace tiempo que los habitantes del pequeño pueblecito a los pies del castillo aprendieron que organizarse y armarse para realizar patrullas en lugar de encerrarse en casa, equivalía a tontear con la muerte. Pero sin duda se les habrá enterrado con ellas a los valientes estúpidos que otrora arriesgaron sus vidas por las de los abuelos de los actuales lugareños.

Ni siquiera el Burgomaestre Kolyan Indirovich portaba armas ya que, al llegar a la madurez sin verse obligado nunca a desenvainar, legó su estoque y su armadura a su hijo hace mucho. Y no solo la mansión, en la posada tampoco había armas. Era visto que cuando Arik se hizo el héroe para causar la explosión, fue correctamente pertrechado.

Los hombres que por la noche hicieron guardia, a penas llevaban algo más que palos, hoces o dagas, pero lo hacían sin entrenamiento ni experiencia previa, a modo de voluntariado. No tenían a ningún superior al que rendir cuentas. La gente en Barovia o se esconde en sus casas o muere. No hay más autoridad que esa. Y en caso de necesitar mediación por disputas, acudían directamente al Burgomaestre para que juzgara el caso.

La puerta de la posada se abrió de par en par. Era el viejo carpintero, algo nervioso.

Se... señor... Teee-tenemos un problema. El prisionero que trajeron los paladines ha desaparecido. Se ha fugado.

Giussepe les hizo cruzar la plaza hasta la casa de los Veljoban. Sorteando a la gente que descansaba en el suelo sobre las mantas, pudieron subir las escaleras hasta el piso de arriba. Allí, una habitación abierta... La cuerda con la que los vigías le ataron aparecía quieta en el suelo, con formas serpenteantes.

Dejamos a dos hombres apostados en la puerta, señor. La llave de la habitación estaba echada, y el prisionero atado. Y a pesar de todo ello, al abrir esta mañana para dar de beber a ese tal Ludovico... Ya no estaba.

- "Madame Eva, este muchacho es un valiente que ha accedido a ayudarnos desinteresadamente. Al menos podríais ver a su madre e intentar diagnosticar su dolencia para tratar de dilucidar qué hierbas os harían falta.

¿El prisionero desaparecido? Algo así sólo puede haber ocurrido mediante hechicería...

¿Cómo es tan ducho en la magia ese medio-vistani? ¿Qué se sabe de él?" -

Irina cerró los ojos con fuerza. En verdad que, por cada cucharada de azúcar, se llevaban dos tarros de sal. La noble escuchó las palabras de Urik pero ni siquiercomentó nada. El cómo era irrelevante. La cuestión es que volvían a atener otro adversario por ahí.

-Os dije que debíamos matarlo. Él robó el amuleto y, seguramente, asesinó a mi padre. La próxima vez, el que se ponga entre ese Visanti embustero y yo, caerá bajo la espada de mi familia. No digais que no os he avisado.

Agacho la mirada un momento para después volver a alzarla y mirar directamente a Frau Irina Kolyana.

- "En aquel momento no teníamos forma de saber si era o no un inocente, o si sus palabras tenían un poso de verdad. Además, existía la posibilidad de obtener de él información necesaria para nuestra misión. Recordad al mago de la muerte que murió antes de poder decirnos nada que nos fuera de utilidad en nuestra lucha.

Frau Ashlyn y yo somos paladines, aunque de distinto origen. Nuestra sagrada misión es proteger a los inocentes. Y sí, estamos bien dispuestos para la batalla y para luchar hasta la muerte y más allá contra el mal que asola estas tierras. Pero no podéis pedirnos, Herr Irina, que asesinemos a alguien cuando todavía no tengamos manera de saber si es culpable o inocente, no mientras quede un asomo de duda razonable.

Su fuga mediante medios hechiceriles parece indicar que en efecto es un nigromante, un practicante de las artes oscuras. Si volvemos a verle, puede que nos veamos obligado a matarlo, aunque si fuera posible me gustaría escuchar lo que tenga que decir en su defensa." -

Ashlyn se alza levemente de hombros ante las palabras de Herr Urik.

-Yo lo hubiera matado sin dudar ni un instante -dice sin más-. Era a mis ojos lo más sucio que un ser vivo puede llegar a ser: un servidor de la muerte. Ahora es tarde. En cuanto a su milagroso escape, ¿quién sabe?, quizá fue ayudado. 

La paladina contempla a Irina con los ojos cansados y tristes.

-Quedaos vos la armadura, mi señora: vuestra seguridad es ahora lo más importante. Herr Urik y yo buscaremos al sacerdote: vamos a necesitarlo.

- Yo nunca he llevado una de esas cosas, pero me gustaría probar algún día- dice Parriwimple para luego mirar al resto de sus nuevos amigos- ¿Qué queréis que haga Parriwimple? Parriwimple cree que deberíamos buscar también a Arik. Gertruda preocupada. 

- "Acompáñanos a buscar al Padre Danovich, Parriwimple. Si tenemos ocasión, destruiremos a más zombis y ayudaremos a más personas.

¿Tu tío no tiene armas y armaduras en su tienda?" -

-No os preocupeis Sir Urik, no os pediré que hagais nada. Tan solo que no trateis de evitarlo. Ya me habeis oido.

Irina sonrió ante la muestra de personalidad de Ashlyn. Aquello era lo que ella esperaba de un verdadero paladín.

-Yo tengo mi propia armadura. Puede que no sea mágica pero es mía. Creo que, si va a seguir ayudándonos, Parriwimple puede necesitarlas más que yo. Tuya, Parriwimple.

Ivalic negó con la cabeza ante las palabras que Irina le había dirigido.

-No, el padre Danovich no puede, ya lo intentó y no es capaz de curarla, aunque por supuesto que les acompañaré si van a rescatarlo, me cae bien y además me conozco el pueblo como la palma de la mano.

La respuesta de Madame Eva le entristeció, había puesto muchas esperanzas en ella tras verla curar a los otros. Al menos Herr Urik intentó hacerla entrar en razón, por echarle un vistazo no perdería nada.

-Herr Urik tiene razón, solo tenéis que ir a echarle un vistazo, yo os podría conseguir lo que necesitarais. O al menos intentarlo. ¡Se que el Conde Strahd es muy malo y debe morir, pero si no ayudáis a la gente enferma y dejáis que se mueran vosotros no sois mejores!

Ivalic intentó contener su rabia y las ganas de llorar que le estaban entrando. ¿Acaso nadie podía curar a su madre? Miró de nuevo a Herr Urik y Ashlyn, si la vieja no podía o no quería ellos seguro que si, los paladines ayudaban a la gente.
Se cruzó de brazos evidenciando su frustración y dejó a los mayores con el asunto del prisionero desaparecido, aunque una pregunta se le vino a la cabeza sobre el asunto.

-¿Donde lo encerrasteis había ventanas? Quizás salió por una de ellas.

Él se había escapado infinidad de veces por la ventana, era un truco sencillo para irse de casa sin que sus padres lo supieran, quizás el fugado había hecho lo mismo.

- "Por lo que han dicho no había ventanas, maese Ivalic. Creo que la explicación más probable es la hechicería.

Madame Eva, por favor, intentad atender a la madre de este valiente muchacho. Al menos diagnosticad su enfermedad y preparadnos una lista con los ingredientes que creáis necesitar para poder tratarla.

Ivalic, ayúdame a ponerle la armadura a Parriwimple. Es evidente que no le quedará tan bien como a su dueña, pero al menos este grandullón contará con algo de protección la próxima vez que un zombi intente morderle." -

Parriwimple sonríe de oreja a oreja a Irina.

- Gracias. Gracias. Parriwimple nunca se había puesto una armadura. Seguro que a Parriwimple le queda bien, y con ella, puede ayudar a sus nuevos amigos- dice ufano, para luego quedarse mirando al chaval que está con ellos y le mira con compasión- Seguro que cuando mis amigos encuentren al padre Danovich...- se agacha y le susurra al chaval con aire de confidencia- Son muy listos, ¿sabes? Hablan y discuten mucho pero porque son inteligentes, y no ceporros, como Parriwimple- vuelve a incorporarse y sigue hablando como si nada hubiera dicho- ... cuando encuentren al padre Danovich buscarán también a Arik y seguro que entre todos se nos ocurre como ayudar a tu madre. Además, como tendremos que salir, seguro que podemos buscar los infredi.. infredi... ingredientes esos. - tras la larga charla respiró profundamente algo confuso, y luego se dio un fuerte golpe en la frente- ¡El tio tiene de todo en la tienda! Él siempre lo dice. ¿Me ponéis ya la armadura?- terminó preguntando con la impaciencia de un niño.

Ivalic asintió ante la petición de ayuda de Herr Urik y se acercó para ayudar a ponerle la armadura a Parriwimpie.

-¡Guau! ¡Vas a parecer un auténtico guerrero Parriwimpie! Espera, estate quieto, si te mueves no puedo hacer nada. Miró hacia arriba, Parriwimpie era demasiado alto. Pues tendrás que agacharte o... Mejor me acerco una silla. Subido a una silla podría llegar a la altura suficiente para ayudar al paladín a ponerle la armadura a su amigo. Gracias Parriwimpie, se que tu y los paladines me ayudaréis. Herr Urik ¿Estoy bien aquí o muevo la silla un poco?

Se había puesto a la espalda de Parriwimpie pensando que en esa posición sería de más utilidad, aunque quizás Herr Urik lo necesitara en otro sitio.

Voy apretando las correas lo justo. Demasiado tensas y se partirán cuando Parriwimple haga un movimiento brusco. Demasiado laxas y la armadura apenas protegerá lo suficiente.

Al cabo de un rato sonrío levemente y dictamino:

- "Creo que se la hemos puesto lo mejor que podíamos. Ahora es el momento de partir en busca del sacerdote." -

Ashlyn sonrió ante el espectáculo. Aquella camisa de mallas era excepcional, pero aunque su sencilla colocación no precisaba ninguna ciencia ni ritual era evidente que para el enorme Parriwimple el acto revestía de una trascendencia suprema. Y todos supieron dar el empaque preciso al asunto.

Cuando el momento pasó, la paladina saludó las palabras de Herr Urik con un leve cabeceo. Asió del pomo de la puerta y la empujó saliendo al exterior con rapidez .

     Ja, ja, ja, ja, ja, “el pozo es hondo, pero al final se acaba saliendo de él...”

     ¡Este Ismark es un bromista!

     Creo que al dueño de la cabeza por donde rondamos no le hace mucha gracia.

     Tampoco le gusta que estemos por aquí ji, ji, ji, ji.

Varikov bufó descontento cabreado por lo que pasaba tanto dentro de su cabeza como fuera. Se preparaba a mandar a ese ama-hermana a la mierda cuando la gitana lo dejó con la boca abierta. Se alegró saber que tenía otro don, aparte de dejar ciegos a los hombres con su cuerpo desnudo.

- Y la tu madre tien razón, mozu, hazle casu, le respondió al niño dejándole claro que no quiere verlo desnudo. ¿GraciQUÉ, ho...? Varikov era un enano duro y malo, no pretendía ser gracioso ni con su forma de hablar ni con nada. Déjame tranquilu que si no voy date una hostia que te van a parecer dos.

El trampero no se fiaba de nadie, ni siquiera del niño. Los humanos son traicioneros. Sus propósitos en la vida giran alrededor del dinero y el poder. Son capaces de vender hasta a sus propias madres por unas monedas que luego pierden intentando ganar más. Daba por hecho que sus compañeros no querían escuchar esas palabras así que se las guardó para él.

Al enano empezaban a congelarse las pelotas así que era un buen momento subir al "nido" que le habían prestado, y que poco usó, y buscar su ropa. ¿Estaría ahí? Tarde o temprano lo iba a averiguar. Se bajó del banco y tuvo que ahogar un grito. Unos pelos rebeldes, de los muchos que poblaban su culo, se habían enganchado en el banco y fueron arrancados sin piedad cuando deslizó su trasero sobre la madera. Subió las escaleras con un andar raro y no tardó casi nada en volver a bajar. Era la mitad de un humano y tardaba la mitad en vestirse, sin tener en cuenta las mujeres humanas, claro.

Al llegar de nuevo abajo tuvo que prestar mucha atención a lo que decía Giussepe y aun así se enteró más por lo que dijeron los otros. Así que el nonigromante se largó. “Ya metimus la pata'n el tiestu” pensó, con lo que le habían costado pillarlo…

- Yo también tendría intención de matarlo si me estaría acusando de haber acabado con la vida de mi padre… Dijo mirando fijamente a los ojos a Irina. Ese chaval se escapó porque era su única posibilidad de seguir con vida. Cualquiera de nosotros lo haría, no me digáis que no.

El niño volvió a hablar y, por un instante, Varikov tuvo la mejor idea del día. Acabar con su madre y de paso con su sufrimiento y, como el mundo ya estaba lleno de huérfanos, podían usar al chico para distraer a los zombies en algún momento. Es verdad que no tenía posibilidades de sobrevivir, pero sería lo mejor para todos… Por supuesto que no lo dijo en alto. No quería volver a escuchar al señor capita chula y guay como vuelve a llamarlo caótico, sea lo que sea eso. Él ya tenía una amplia lista de ingredientes el hacha, la ballesta, un cuchillo...

- "Por una vez coincido con maese Varikov. Me da la sensación de que no sabemos apenas nada de lo que pasa en este desafortunado lugar. Necesitamos saber más antes de ejecutar a alguien sin más, sin tener la certeza de su culpabilidad, tan sólo indicios." -

Irina ignoró el comentario del paladín. Ya le había avisado de lo que pasaría cuando encontraran a Ludovico de nuevo. Que él pretendiera hablar o tomar el té con él le daba completamente igual a la guerera. Ludovico era un muerto viviente más, igual que un zombi. Estaba ya muerto, solo que aún no lo sabía.

-Bien. Si hemos acabado de ponernos guapos, creo que es el momento de matar alimañas y rescatar a un párroco. En marcha, caballeros...