Partida Rol por web

Pronto el curioso grupo salió del pueblo. Aunque pronto es un decir. Menos mal que Varikov estaba acostumbrado a andar todo el día que si no, ya estaría cansado. No tardaron mucho en tener compañía, de la indeseada, claro. ¿Había otro tipo de compañía para el enano? Solo su lobo y ya no estaba en este mundo.

El Trampero ya tenía bastante con rascarse el culo y mantener las distancias con el pequeño demonio mocoso, como para usar también un arma y acabar lo que esos incompetentes no eran capaces. Aquello era ya costumbre. Los grandes guerreros interpretando sus papeles de perfectos ineptos en una comedia sin gracia. Ni la gitana, que usaba esas palabras que suelen decir los magos y brujas, que nadie entiende y que seguro que no significan nada, ni ella era capaz de despeinar al muerto y no era por el poco pelo que le quedaba…

Poco a poco parecía que los hombres despertaban y empezaban a acertar con sus golpes, las mujeres solo demostraban que ese no era su lugar. Todo el mundo sabe que deberían estar o en la cocina o en alguna cama… No sirven para más.

Puso los ojos en blanco, acalló sus voces con un gruñido interno y sacó el hacha.

El disparo de Ivalic se incrustó en un ojo del muerto, reemplazando su antiguo globo ocular, pero no pareció importarle demasiado.

¡No, niño, no! Con eso puedes lastimar a un perro, pero a los zombis hay que rajarlos. ¡Dagas! ¡Espadas!-en ese momento, otro garrotazo de Parriwimple terminó de arrancar la mandíbula colgante-...o garrotes, si tienes la brutal fuerza de un oso.

Varikov por fin se animó a ayudar, pero fue de nuevo la espada del magistral Caballero del Cuervo el que se hundió en el cuello hasta la mitad. El tajo quedó abierto, y el cuello frágil. Otro golpe más, bien dado, y la cabeza saldría por el aire. La garra del zombi arañó el escudo de Herr Urik con una fuerza que le hizo tambalearse, pero mantuvo la vertical. El ojo sano miró de soslayo a la cantidad de guerreros que le habían rodeado.

Oh-oh...

Irina se alimento de la rabia que generaba aquella frustraacion creciente. Mentalmente, se refugio en los recuerdos de su adiestramiento.

Un paso lateral, gira sobre ti misma, aprovecha la inercia del giro y extiende el brazo...

El giro se completo y la espada familiar hendio el aire con un silbido en direccion al cuello del no muerto.

Parriwimple intentó golpear nuevamente al zombie, pero había demasiadas personas alrededor y no dio toda la fuerza a su brazo por miedo a equivocarse y dar a alguno de sus compañeros, con lo que su golpe solo tocó al zombie lateralmente, sin causarle daño alguno.

Con un rápido movimiento, volteo mi espada argéntea por encima de la cabeza para acabar golpeando el punto exacto que ya había debilitado previamente en la criatura, separando la cabeza de los hombros de esa abominación no muerta.

¡Bien le di!

Ivalic levantó ambos brazos de alegría, aunque esta le duró tan poco como tardó Madame Eva en gritarle que sus disparos eran inútiles contra esa criatura. Parecía que llevaba razón, el zombi ni se había enterado, pero claro ¿Que esperaba? Al fin y al cabo tan solo era un niño con un tirachinas. Pensó en la pequeña daga que tenía en el cinturón, eso serviría pero tendría que acercarse al zombi y eso le daba mucho miedo, además cada vez estaba más destrozado, era probable que no necesitaran su ayuda.

-¡Animo! ¡Ya casi está!

Guardó su tirachinas y empuñó la daga con muchas dudas, aunque intentó agarrarla con firmeza, la mano le temblaba un poco. Her Urik volvió a golpear al zombi causándole otro tajo más, quizás fuera el definitivo.

Si ese golpe no termina con él iré a ayudarles.

      Oye, cariño, ¿este vestido me hace parecer gorda?
      ¡Claro! ¿Acaso es un vestido mágico?

Las voces de la cabeza de Varikos estaban tan aburridas que empezaron a contar chistes. No había nada peor para un enano gruñón como él. En realidad, sí, los niños y sus risas chillonas.

      ¿Papá, es verdad que en muchos países de África un hombre no conoce a su mujer hasta que se casa?
      ¡Eso sucede en todos lados, hijo!

Con su hacha en la mano, el Trampero se dirigió al zombie inmortal. Agarró fuerte el mango y… Nada. Otras risas burlonas dentro de su hueca cabeza le despistaron.

      Le dice la novia a su novio:
      Cariño, llevamos más de 15 años viviendo juntos, ¿por qué no nos casamos?
      ¿Casarnos? ¿Y quién nos va a querer a ti y a mí?

La cara de Varikov empezaba a cambiar de color. Ajeno a lo que pasaba a su alrededor, puso una de sus manos sobre la frente y negó con la cabeza. Esto seguro que le pasaba por tanto bañarse. Ahora ya no había una costra protectora de suciedad que impedía escuchar todo lo que se decía ahí dentro.

      La vida es como un moco: intragable, dura y a veces no te deja respirar.

El zombie ya había recibido por todas partes, más que una ramera en un campo de batalla. Pero el hombre rechoncho necesitaba distraerse de sus voces. Hizo otro intento de golpearlo.

      Papá, ¿soy adoptado?
      ¿Tú crees que te habríamos elegido a ti?

-¡Muere, voto a Pelor! -dice. Luego, titubeando un tanto, se puntualiza a sí misma:-. ¡Muere del todo, de una maldita vez!

Después de descuartizar, triturar y pulverizar al zombi en una enajenación propia del salvajismo (y la euforia religiosa), Madame Eva recoge la cabeza del zombi y la examina con detenimiento.

Uhm... ¿Y si...?

Con su daga de plata, hace palanca para desincrustar la canica de Ivalic de la cuenca ocular.

Vaya... ¡Quién lo encuentra se lo queda!-dice, mirando el interior del cráneo através del hueco del ojo.

La vieja gitana mete dos dedos en el interior de la bola de bolos zombi y hurga hasta sacar una joya negra manchada de sangre y bilis. Un ónice, valorado en cincuenta piezas de oro.

¡Soy rica! ¡Riiiiicaaaa! Ya no os necesito, rufianes. Me marcho a unas tierras de las Brumas más tropicales.

El ónice se resquebraja y estalla en un puñado de esquirlas sin valor.

Jooooo...

Miro con abierta reprensión a Madame Eva, quien ejemplifica todos los estereotipos por los cuales los vistani son tan vilipendiados en todas las tierras de las Brumas.

El humor de Varikov había sido asesinado por sus voces. No tenía ganas ni de burlarse de la gitana y su desgracia. Además, ¿desde cuándo se encuentran joyas en las cabezas de los muertos andantes? Miró al zombie y escupió el suelo. Empezó a hacer un cálculo mental. Si a los apestosos vitstani se les suma también otros apestosos como ese… Eso daba un claro resultado de ¡muchos más zombies!

Con un gruñido mostró su descontento y luego miró hacia arriba al resto del grupo. Hasta el puñetero niño era más alto. ¿O solo lo parecía?

- ¡Sigamos! dijo con su ronca voz, y marchó.

- "Sí, con no muertos tan poderosos como este puede que ni el templo esté a salvo de su presencia." -

Ivalic no pudo reprimir un gesto de disgusto a pesar de la buena puntería que había tenido aquella vez cuando la vieja Madame Eva sacó la canica donde debería estar uno de los ojos del zombi.

-¡Eh! ¡No es justo! ¡Esa canica es mía! Aquella vieja era muy rara y no le caía bien, no había podido ayudar a su madre y había hecho llorar a su hermana, ahora encima quería robarle una de sus preciadas municiones. ¿Para que quiere usted una canica? Es mejor que me la devuelva por si tengo que dispara otra vez. Quizás no le hice tanto daño como una espada o una daga, pero no podrá negar que le dejé sin ver por un ojo, de algo sirvió mi disparo.

Quería ratificarse como un elemento útil del grupo, más allá de poder portar una antorcha por las noches o conducir al grupo por el pueblo. Sabía que había prisa por continuar y llegar a la iglesia para rescatar al padre, pero no quería perder su preciada canica. Cuando la joya que sacó del interior del zombi se le evaporó de las manos hecha añicos no pudo evitar cierta satisfacción.

¡Te está bien merecido, vieja bruja!

-Este zombi parecía mucho más fuerte y resistente que el resto ¿Verdad?

Tenía la sensación de que todos los zombis a los que había visto enfrentarse a los paladines antes habían caído mucho más rápido, esperaba que tan solo hubiera sido una casualidad y que simplemente no lo hubieran golpeado tan fuerte como otras veces.

- "Desde luego no parecía un cadáver reciente, ni mucho menos un vistani. Y esa gema en el interior de su cabeza hace pensar en una nigromancia muy avanzada y poderosa. Si esa cosa venía del viejo cementerio es posible que el Padre Danovich esté en apuros..." -

Con desafección, Madame Eva soltó la canica de Ivalic obligándolo a estirarse para cogerla en el aire.

Tan guapo y con tan pocos conocimientos mágicos...-dijo, mirando a Urik-Lo único que significa el ónice, es que no se trata de una obra de Strahd. En el campamento vistani, con solo una mirada, hacía que los caídos volviesen como zombis. A lo lejos, sin meter ónices en cráneos ajenos, ni ná. Esta criatura que acabáis de matar sigue otra receta. Lo cual me lleva a pensar que es obra de otro poder, aliado o enemigo de nuestro enemigo, que puede servir a Strahd o ir en su contra.

A todos se les vino a la mente el nigromante recientemente fugado. Aceleraron el paso hasta la iglesia, como aconsejó el Caballero del Cuervo. El edificio seguía tan sereno como ayer, casi bucólico. Lo preocupante es que no se oían piares de pajarillos, ni se veían mariposas revolotear. Trataron de abrir la puerta y la encontraron cerrada, como es lógico con todas esas oleadas zombis vagando por las calles.

Irina apoyo el oido en la puerta, tratando de captar algo del interior. La puerta estaba logicamente trabada para defenderse de los zombis. Que el viejo porton hubiera aguantado le dio algo de esperanza a la noble.

-Tendremos que buscar otra entrada. Habra que revisar el perimetro y buscar otro acceso o una ventana que podamos alcanzar escalando.

Pego la oreja izquierda a las pesadas puertas de madera, intentando escuchar el interior de la iglesia.

Por el camino, Varikov no pudo disfrutar del sonido de los pájaros ni de los ruidos que hacían otros seres más útiles y agradables que sus compañeros... o que sus voces. Un pajarito come una semilla en un lugar, la caga en otro y hace algo bueno, los insectos también, pero los humanos… Bufó descontento y empezó a mover más aprisa sus cortas piernas.

Al llegar a la iglesia, ya no había sonidos de la naturaleza que escuchar y parecía que los otros casi todos se habían quedado sin habla. Varikov prestó atención un rato. Agudizó su oído y lo escuchó todo. Todo lo que decían sus voces, claro. Tenían un debate sobre cocina de lo más interesante.

     La cocina que había en la casa del burgomaestre no me gustó nada...

     La de la posada es peor, da asco comer ahí.

     ¿En serio? Menos mal que el fuego lo purifica todo.

Miró como los otros se iban de un lugar a otro en búsqueda de otra entrada, ya que la puerta principal parecía atascada. Sacó el hacha y empezó a dar pequeños golpes en la puerta con el mango. Luego esperó para ver si el cura se dignaba a abrirles.