Partida Rol por web

La Ciudad del Fuego

Según el historiador Bracku De Locksley, la Ciudad del Fuego es una de las Ciudades más bonitas de toda la Creación. Sus características torres y edificios, los más altos que se han podido construir, son obras de fantástica arquitectura ( por no hablar que construir una ciudad enorme junto y sobre a un volcán es una obra de ingeniería titánica ). La Ciudad del Fuego no es conocida por su magia, pero si por sus adelantos tecnológicos utilizando la energía de los volcanes para que sea autosuficiente. Por otra parte, rios de lava recorren algunas de las principales calles, los cuales son una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad.

-Número máximo de ocupantes: 30
-Número actual de Ocupantes: 0 / 29
-Seguridad: 8
-Recursos A: 3
-Recursos B: 8

DÍA 1

"La noche de los Gigantes Ciegos"

Los Bardos de las Ciudades cantan canciones sobre los Gigantes Ciegos, pero últimamente, las canciones se han vuelto un poco más... como decirlo... más cruentas. Los Gigantes Ciegos, una raza de gigantes que habitan las Tierras Sombrías, están saliendo de sus zonas de caza para adentrarse en los poblados y en algunas ciudades. Por eso los Bardos cantan canciones sobre ellos. Pero por ahora, no se han dado casos de hombres, enanos o cualquier otra criatura que hayan sido atacadas por los Gigantes. Lo que si se sabe es que están nerviosos. Nunca habían salido de su zona, pero hay algo que los asusta, o en su defecto, los espolea para que se internen en los bosques para cazas los animales. Se han recibido informes contradictorios sobre bestias que habitan en los bosques que están haciendo que la fauna del lugar busque otro lugar más tranquilo para vivir. Así como también, se han detectado ataques de seres que nunca se habían acercado a las personas, como si algo los animase a atacar, o como si algo les haya cambiado su forma normal de ser.

Algo está pasando en el Reino, y no es algo sobre lo que la gente desee hablar abiertamente. Aunque se escuchan rumores, cuchicheos, diálogos en voz baja sobre que un mal asola las tierras. Algunos hablan de que las viejas leyendas están tomando forma nuevamente y que el Mal Supremo está cobrando cada vez más fuerza mediante un acúmulo de seguidores... y aunque por ahora no se han recibido informes o escuchado noticias de ello, más vale estar preparado. Las Ciudades importantes han comenzado a levantar defensas por si la Noche Eterna se acerca...

Aunque la gente sabe que eso no será suficiente, se aferra al pensamiento que una simple barrera mágica o un muro de piedra podrá detener al Mal si este hace su aparición en el Reino.

Pero, ¡que diablos! esas son leyendas. Habladurías de viejas que pasaron de oreja a oreja hace ya mucho tiempo. Simples y meras historias para asustar a los niños... ¿Seguro?

Cinco de los mejores guerreros de la Orden de la Luz os habéis reunido hoy en la plaza de la Ciudad del Fuego. Un hechicero está tratando de traer al mundo al Mal Supremo y no podéis permitirlo, pues podría suponer el fin del mundo tal y como lo conocéis.

El problema es que no sabéis donde puede estar, apenas tenéis pistas y Umbría es muy grande.

Pero sois la Orden de la Luz y vuestro trabajo es resolver este tipo de conflictos, así que algo se os ocurrirá ¿No?

Los rumores de que un hechicero quería traer al Mal Supremo al mundo me tenían más que escamado, al igual que las historias de los gigantes. No sabía muy bien por dónde podríamos empezar a investigar pero lo que si que sabía es que haríamos todo lo posible para evitar que aquello ocurriera. Todo en lo que esté en nuestras manos y quizás algo más.

Caminaba con la vista al frente, en un estado de semialerta que rara vez abandonaba. Miraba el mundo a través de mi máscara pero el mundo no me miraba a mi gracias a ella. En mi espalda descansaba mi lanza, que parecía ansiosa por que derramara la sangre de aquellos que osaban perturbar la paz.

Llegué a la plaza y me apoyé en el muro de la fuente, esperando al resto de los miembros de la Orden. Espero que no tarden mucho, tengo ganas de acabar con esto de una vez.

Cassandra llegó a la plaza y se encontró con Palandras.

Vaya, tan puntual como siempre - dijo con su eterna sonrisa -Aún faltan tres. Espero que no se retrasen mucho, tenemos demasiado de lo que hablar. Asusta pensar que el destino de la humanidad podría estar en nuestras manos ¿Verdad?

La sonrisa de Cassandra me hizo sonreír a mi también. A pesar de mi máscara, se notó en la forma en la que relajé mi cuerpo. -Siempre soy puntual, sobre todo cuando hay cosas que hacer Cassandra. -comenté de forma condescendiente mientras una de mis manos jugaba con el agua de la fuente. 

Su pregunta me hizo encogerme de hombros de una forma un tanto cómica. -¿Asustado? Yo más bien diría ansioso. Tengo demasiadas ganas de llegar al fin de esto, de encontrar a ese hechicero y rebanarle la cabeza de un tajo. 

Me dirijo hacia la plaza con andares despreocupados, agarrando con una mano la empuñadura de mi fiel espada. El rumor de aquel hechicero, junto con la actitud de los gigantes, no me daban opción a duda: la amenaza era real. "Y no tardará mucho tiempo en desaparecer..."

Veo a Cassandra y a Palandras. Me pregunto si habrán llegado hace mucho tiempo... aunque en realidad me da igual. De todas formas, aún falta gente por llegar.

Saludo a Palandras con un gesto leve de cabeza, y me situó al lado de Cassandra.
- ¿Qué hay del resto? -pregunto sin aparente interés. Miro alrededor, buscando algún rostro conocido con la mirada.

- ¿Y tu hermano? -le digo a Cassandra, mientras miro en otra dirección con el rostro inexpresivo.

Me vuelvo hacia Palandras cuando éste habla:
- Igual sí deberías de estar un poco asustado... No sabes los horrores a los que podrías llegar a hacer frente... -le digo pausadamente, mientras una sonrisa maliciosa se asoma en mi rostro- y quizás no estés preparado. Le miro con expresión sarcástica, esperando que no malinterprete mi comentario con malicia.

-Camino con seguridad hacia la plaza, nunca dejo que se note mi preocupación. La verdad, es que tampoco estoy más preocupada de lo habitual, un hechicero, el Mal Supremo... parece que empiezo a acostumbrarme a que nos acechen todos los males.

Veo al fondo cómo se reúne el grupo, cuento tres personas, yo diría que me falta alguno... Empiezan a saludarse, no acelero el paso, sigo mi marcha como hasta ahora y cuando llego a ellos les saludo con mi habitual ironía -Saludos, compañeros ¿me echabais de menos? veo que no soy la última en llegar...

Miro alrededor y no veo que nadie más se acerca, por el momento. Me dirijo entonces a Cassandra -¿Qué sabes de tu hermano? Creía que a estas alturas ya habría vuelto.

Saludé a ambas mujeres con un asentimiento de cabeza cruzando mis brazos de forma despreocupada. No obstante, las palabras de Korina me hicieron reírme por lo bajo de una forma un tanto cínica. -Créeme que he visto muchos más horrores de lo que hayas podido imaginarte. -mis palabras reflejaban la amargura de alguien a quien su pasado atormenta. Un pasado que por mucho que desee jamás podré dejar atrás. -Estoy más que preparado porque no temo morir si así consigo mis deseos. No es que desee la muerte, pero no voy a dejar que el miedo a morir me domine. La pregunta es: ¿Estás tu preparada? -la pregunta no iba con mal tono. Al contrario, intentaba crear una especie de pique amistoso.

- Oh, vamos... -bromeo, mirando a Palandras con gesto divertido- pensaba que ya habías superado tus miedos a las marionetas, Palandras.

Me aparto un mechón de pelo me tapaba la cara, y le digo seria al guerrero:
- Siempre estoy preparada.

Agarro con más fuerza la empuñadura de mi espada, y con un último atisbo de sonrisa sarcástica a Palandras, me vuelvo hacia Ela:
- Vaya, Ela, siempre destacaste por tu perspicacia... -digo en tono amistoso, en referencia a su comentario de que no era la última. - ¿Alguien sabe algo del que falta?

Mardodia llegó a paso rápido.

Lamento la tardanza, me han retenido ciertos asuntos. Podemos comenzar de inmediato.

Mardodia no era precisamente la persona mas habladora de la Orden. Disfrutaba mas combatiendo que manteniendo un tranquila conversación.

Cassandra saludó a Mardodia y se dirigió a Korina y Ela, pues ambas le habían formulado la misma pregunta.

Mi hermano está en una misión extremadamente importante y secreta, no se cuando volverá. Nosotros cinco debemos encargarnos de esto.

En fin, creo que ya podemos comenzar la reunión: Tenemos a un poderoso hechicero que pretende renacer al Mal Supremo, algo que solo conocemos de las viejas leyendas por lo que no podemos tener claro cual es su poder, pero si está claro que no nos interesa que eso suceda. Hay que encontrar a ese hechicero antes de que sea tarde y por si fuera poco, por ahí afuera hay siervos del Mal, dispuestos a ponernos mas complicada la tarea...

¿Alguna idea? ¿Donde podríamos buscar mas información? ¿Nos movemos todos juntos o por separado? Tenemos que hacer algo...

Cassandra parecía bastante alterada.

Tranquilízate Cassandra, se supone que somos los más preparados para esta misión, ¿no? No creo que con todo lo que tenemos a nuestras espaldas nos tengamos que poner nerviosos, hemos sido entrenados para hacer nuestro trabajo.

Con respecto a tu hermano, pues tendremos que arreglárnoslas sin él...

Me dirijo al resto -Bienvenida Mardodia, siempre es un plaver volver a verte.

Siempre me ha gustado tu chispa natural, Korina...

Y con respecto a ti, Palandras, parece que tengas hoy pájaros en la cabeza... ¡Céntrate a lo que estamos!

¿Tenéis alguna información que pueda ser de ayuda para empezar a buscar? ¿o preferís ir al sitio más evidente? Por supuesto considero que debemos ir todos juntos.

Miré extrañado a Ela, pues no comprendía en absoluto a qué venía lo que me estaba diciendo. -¿Yo? ¿Pájaros en la cabeza? ¿Descentrado? ¿Has bebido de buena mañana Ela? -pregunté seriamente.

Sin dejarle tiempo a contestar miré a las cuatro mujeres. -Deberíamos empezar a indagar por los bajos fondos, saber qué se rumorea respecto a ese hechicero. Lo de separarnos... como mucho en parejas, pero nadie debería ir sólo, podrían tendernos una emboscada. 

Un joven recluta llegó apresurado ante vosotros

-Tal como nos solicitó Cassandra, os hemos traído recursos para vuestra misión. No es mucho pero es lo mejor que hemos podido reunir.

Y os dejó ante vosotros:

-Espada (ATAQUE +2 DAÑO +1) x1

-Hacha (ATAQUE +2 DAÑO +1) x1

-Armadura de cuero [Reduce en 1 el daño (por ataque). Tiene 3 usos. (Puede ser reparada)] x1

Miro a Palandras con cara de pocos amigos -Dejémoslo. Hemos venido aquí a trabajar. De momento creo que no deberíamos separarnos, ni siquiera en parejas. Seremos más fuertes unidos. También se me había ocurrido empezar a buscar a ese mago por los bajos fondos, podríamos ir a las Tierras sombrías, aunque podría ser un poco arriesgado. Tal vez la ciudad de los magos sería una buena opción de primera parada antes de adentrarnos en tierras más peligrosas. ¿Qué opináis? -comento con todos los presentes.

De repente veo cómo se acerca un chico que nos trae objetos de utilidad para la batalla. No hay para todos, somos cinco y sólo recibimos tres. -Buena idea Cassandra, perdir algo de ayuda, cualquier cosa nos será de utilidad. ¿Cómo lo repartimos? -digo mirando a mis compañeros. -A mí, personalmente me vendría bien la armadura, si nadie tiene inconveniente me gustaría cogerla, el resto de cosas no me resultan excesivamente necesarias ahora mismo. No sé cómo vais vosotros de armados.

-La idea de ir a la ciudad de los magos también es buena. Aunque quizás deberíamos aprovechar que estamos en la ciudad del fuego e intentar averiguar algo por aquí. -razoné observando los objetos que nos habían traído. Ningún arma puede compararse con mi lanza, además de que no creo que le haga gracia que la "sustituya". 

La armadura de cuero era bastante interesante... pero Ela ya se la había pedido y no me apetecía perder el tiempo dirimiendo quién se la quedaba. -Por mi no hay problema. Estoy servido. -dije palmeando mi lanza, que reposaba en mi espalda.

Por mi sin problema, coger todo lo que necesitéis. Yo ya voy servida con lo que tengo.

Preferiría ir todos juntos pero me temo que el tiempo apremia y cubriremos mas espacio separados.

Voy a acercarme hasta la ciudad de la Tierra, según me han dicho ha sido afectada por el Mal recientemente. Quizás haya alguna pista allí. Todos los que así lo deseen, pueden venir conmigo. Saldré a la noche.

Totalmente de acuerdo con Cassandra. Y me gusta la idea de Ela, por lo que partiré a la nación de los magos, con quien quiera acompañarme. También saldré a la noche.

Si alguien quiere quedarse e investigar la ciudad del Fuego a fondo, como decía Palandras, también podría ser útil.

-Yo voy contigo Cassandra. Pero ¿por qué no investigamos antes por aquí? -pregunté intentando aprovechar el tiempo. -De aquí a que salga la noche hay tiempo. Debemos aprovechar que estamos aquí ¿no? -estaba ansioso por hacer algo útil, de encontrar a todo bicho malvado que pudiéramos para erradicarlo. -Sobre todo si después vamos a dividirnos.