Partida Rol por web

Alzo la ceja sorprendido por las palabras del goblin.

- Elegido ¿Yo? Eso es imposible – niego con la cabeza - Hay gente mucho mejor, hombres y mujeres que lo merecen, que viven y luchan por el bien. Joder – miro las palmas de mis manos que tiemblan ligeramente - Yo perdí mi honor y mis ideales hace muchos años. Maldita sea, si no puedo ni soportar mi reflejo en el espejo. Los dioses y su gran sentido del humor – murmuro.

¿Como voy a ser un digno portador de ese poder? – me pregunto, recordando al joven mercenario idealista que un día fui. Él si lo era. Miro a mí alrededor, veo a Ela, a Pispas y al resto de mis compañeros. Umbría te necesita, Gys, sabes que no puedes darles la espalda – cierro los ojos y los vuelvo a abrir al escuchar a la recién llegada hablar. Sabes lo que tienes que hacer.

- ¿Señales? Siempre pensé que los elegidos eran leyendas, cuentos para los niños, historias para dar esperanza. Y ahora me dices, que controle mi poder. ¿Pero que poder? No se que puedo ser capaz de hacer, necesito ayuda. Si debo ser un elegido, lo seré, pero quiero estar preparado para acabar con el hechicero y en eso, solo podéis ayudarme vosotros. Por favor, ayúdame a comprender y a manejar mis poderes. Y más ahora, que sabemos donde descansa y tenemos la oportunidad de destruirlo.

Me mantengo en silencio mientras todo sucede, de aspecto inalterable incluso durante la transformación, sólo con los ojos entrecerrados y mis orejas se mueven levemente.

No creo que nadie sea más adecuado que vos, Gys.

Digo, sencillamente. Inclino mi cabeza a modo de reconocimiento para mi compañero, ahora elegido del agua del pasado.

¿Y nosotros... ahora qué?

- Bueno, bueno, bla, bla, bla, yo no soy, él no es, no me lo merezco y más bla. - Dijo Julius. - Aquí tenéis esto por las molestias y ya os podéis ir regresando por dónde habéis venido. -

Julius arrojó algunas cosas a la mesa para vosotros.

• Comida x2
• Poción de Vida x2 [Cura 2PV]
• Poción de Destreza [ +1 DES durante 24 Horas ]

- Coged lo que necesitáis y venga, media vuelta que tenemos trabajo que hacer. -

- Creo que eres un poco duro de oído, Julius, si supiésemos como regresar a nuestro tiempo o época, ten por seguro que lo haríamos, pero no es el caso. Tu te haces llamar elegido, joder, pensaba que yo era una mala elección, pero sinceramente eres peor que yo. Os hemos pedimos ayuda, hemos traído con nosotros el cofre que necesitabais  y nos lanzáis objetos, una bonita forma de tener limpia la conciencia, ¿no? - respondo al enano recogiendo los objetos que nos arroja - Espero que tengáis suerte en vuestra cruzada de esta noche.

- Si no os importa los guardo yo, y os lo reparto cuando estemos lejos de aquí - digo al resto de mis compañeros -

- Julius, deja de darles por saco. - Dijo el jóven hechicero. - A ver, si han llegado aquí por mi culpa, seré yo el que se encargue de ellos y de intentar que regresen a su tiempo. Tu dedicate a lo tuyo que yo me hago responsable de ellos. Y si tienen que acompañarnos hasta el Monasterio, pues nos acompañarán. Así que no quiero escucharte gritar o decir alguna gilipollez de esas que sueles soltar. -

- Faldnag tiene razón, enano. - Dijo Daryia. - Han venido aquí a ayudarnos, aunque ellos no querían, y además, uno de ellos es el Elegido del Agua. A mi me da igual que vengan un rato con nosotros, mientras el puto pato deje de mirarme las tetas. Además, creo que podré enseñarle algo a este muchacho fornido. -

Se acercó a Gys y le palmeó el culo.

- Tienes mucho que aprender, ciervo. -

Asiento agradecido a las palabras de Raenhmi, el rey de la torre y de Daryia. 

Por fin un poco de colaboración y de ayuda, la vamos a necesitar para salir de aquí.

- No lo se, pero eso lo comprobaremos en el combate contra el hechicero, Raenhmi.

- Gracias, Fladnag - respondo y cuando estoy a punto de hacer lo propio con la oferta de Daryia para enseñarme a como controlar mi poder, siento como su mano golpea mi trasero.

- ¿Eso también era una lección? - pregunto algo sorprendido. 

La suerte comienza a sonreírnos...

Asiento con la cabeza ante las palabras de Gys y me dispongo a moverme para algo, pero entonces la chica rara le da un golpe en el trasero a Gys y le miro con un gesto de extrañeza, o incluso sensiblemente hiriente, decido alejarme un paso de la parejita y tomo al pato con delicadeza, si no se resiste en exceso.

Los otros elegidos. ¿Cómo encontrarlos? El tiempo corre en nuestra contra.

Es todo lo que digo, forzándome a dejar mi mirada algo más neutral.

Me sobresalté al ver que tras leer aquel pergamino todo volvía a dar un giro drástico al relevarnos a Gys como uno de los elegidos para combatir al Mal Supremo. En mi interior ardía una chispa de envidia pues anhelaba dicho poder para mi, ser capaz de enarbolar todo el poder posible para acabar con mi enemigo. Bueno, al menos lo conoces y lo acompañarás para ayudarle en lo posible, aunque te cueste la vida. 

Poco me importaba con tal de acabar con el Mal Supremo... el resto era bastante secundario. Me acerqué a Gys y posé mi mano sobre su hombro. -Si los Hados han decidido que tu portes tal poder... no deberías dudar de tus capacidades Gys.. -bajo mi máscara se podía dislumbrar un amago de sonrisa. -Te acompañaré allá donde vayas e intentaré protegerte aunque me vaya la vida en ello. Todo con tal de el Mal Supremo sea derrotado. -nunca había sido una persona afectiva tras el asesinato de mi familia, aquello eran más que palabras para mi; aunque quizás ellos no se dieran cuenta. 

Tras sostenerle la mirada durante unos segundos, paré a un camarero que pasaba por allí y le cogí un buen muslo de avestruz con una jarra de cerveza y me puse a comer con ganas. Si íbamos a ir a pelear, quería ir a hacerlo en las mejores condiciones posibles.

Miro a la recién llegada con extrañeza ante sus palabras, antes de responder:

¿Me estás diciendo que el tal Malsu de los cojones tiene su base en el Monasterio? - Me giro hacia Lady Ela antes de decir: - ¿Pero no se suponía que el sitio era un lugar seguro, del Bien Supremo? Nuestros amigos se fueron allí para intentar que Lady Talashia, la niña de nuestra época, aprendiera a controlar y despertar su poder. 

Me giro de nuevo hacia la recién llegada para oír las tonterías que dice, con las que parece estar de acuerdo el Julius de esta época. Respiro lentamente para calmarme mientras abro y cierro los puños, tenso y a punto de saltar:  

Yo he hecho un Juramento de Sangre para vengar la masacre de mi clan. En mi época descubrí que el puto Malsu fue el responsable de dicho exterminio, así que me importa tres cojones en que época estamos, si son vuestros putos enemigos o mis putos enemigos, voy a matarlos. Voy a matar a todos los acólitos del puto Malsu que me encuentre antes de que me maten a mi. ¿Y sabéis que? Vuestra opinión me importa una mierda de Gobbo.

Miro a Lady Raenhmi mientras habla con Gys y aleja a Rufus de las cercanías de la recién llegada, para evitar más líos y que yo acabe cometiendo alguna tontería, por lo que le dedico un rápido saludo con la cabeza antes de decir:

Creo que ahora nosotros tenemos un trabajo que hacer, Lady Raenhmi. Tenemos que proteger a Maese Gys, el Elegido del Agua, ya que él si podrá atacar, herir y matar al puto Malsu, además de procurar encontrar la forma de volver a nuestra época para buscar al resto de elegidos y darle por el culo al puto Malsu en nuestro tiempo.

Asiento sin decir nada cuando Gys recoge los objetos que nos ha tirado Julius con cierto desprecio.

Finalmente las primeras palabras coherentes del cuarteto de elegidos de esta época provienen del mago Fladnag y parecen causar un buen efecto en la recién llegada, por lo que se relaja e incluso bromea con Gys. Los humanos y sus estúpidos rituales de apareamiento, pienso, aunque Talashia y Julius siguen tan herméticos como siempre.

En cuanto a la forma de encontrar a otros elegidos, Lady Raenhmi, no tengo ni la más remota idea, la verdad, la última vez que vi a Lady Talashia, la de nuestra época, estaba buscándolos y se dirigía hacia el Monasterio en busca de ayuda para aprender a controlar su poder y para saber como localizar a los demás elegidos. De todas formas estoy casi seguro de que igual que esta - Digo señalando a la recién llegada. - Ha sido capaz de detectar la presencia de un nuevo elegido, y ellos se han dado cuenta de su cambio, espero que Maese Gys, el Elegido del Agua, sea capaz de detectar la presencia de otros como él de alguna forma, para que podamos encontrarlos primero y reunirnos con ellos lo más rápido posible, para que ellos cuatro sean capaces de cargarse al Malsu.

Finalmente, incluso Palandras parece alegrarse por la situación y se apunta a la fiesta.

- ¿El Monasterio un lugar del Bien Supremo? Bueno, para serte sincero, Pispas, eso era antes, y es lo que venimos a cambiar nosotros. Tal vez en tu época sea nuevamente un... - El hechicero se quedó callado.

Sacudió con la cabeza para quitarse ese pensamiento de su cabeza.

- Bueno, a lo que íbamos, vamos a por el Mal Supremo y acabemos esto de una vez. -

Mientras Pispas comienza a recitar las palabras del pergamino algo me hace pensar en el libro que vi en el mercado y en Gys, una especie de intuición me hacía pensar que podía haber algo especial en él. Hasta ese momento no había vuelto a pensar en los elegidos de los que nos habló Julius en la nación de los magos y era el momento de retomar la búsqueda. Me acerqué a tocar a Gys pero justa cuando le rozaba una fuerza me lanzó al otro extremo de la habitación.

Entonces todo se volvió oscuro unos segundos. Cuando recuperé la consciencia tras el golpe me incorporé con la ayuda de Pispas. Estaba bien, sólo un poco aturdida por el golpe. Todos parecían alegrarse por las buenas nuevas, habíamos encontrado uno de los cuatro elegidos. -Algo me decía que podías ser especial, Gys. Y no me he equivocado. Me alegra que vayamos allanando el camino, ahora solamente tenemos que encontrar a los otros tres. No es que sea una tarea fácil, pero puede que con algo de mi intuición podamos conseguirlo.

Parece que todos están de acuerdo en proteger a Gys, y están en lo cierto. Ahora mismo es el más importante de entre todos. Tendremos que tener cuidado con nuestros pasos y no arriesgar su vida.

El Julius del pasado nos insta a irnos ya, pero no sabemos cómo hacerlo -¿Cómo nos vamos a ir si ni siquiera sabemos bien cómo hemos llegado aquí? Vamos a necesitar algo de ayuda mágica -digo mirando a Fladnag ya que es el que parece querer colaborar con nosotros. No en vano, estamos aquí gracias a él. Y a pesar de lo que parecía al principio no nos ha ido tan mal.

Miro a mis compañeros -¿Ir al Monasterios? ¿creeis que es buena idea? Sabemos que los elegidos del pasado deberían ganar, pero nuestra presencia puede que afecte negativamente al futuro si nos arriesgamos a perder a Gys.

Las palabras de Ela me dejan sin saber muy bien que decir, asiento mirándola a los ojos con respeto y en parte admiración.

- Gracias por pensar así de mi y por ese voto de confianza, Ela. Tienes razón, tu intuición nos esta ayudando mucho. Parece ser que al final venir a estas tierras ha sido la mejor de las ideas – respondo.

Todos mis compañeros dan su opinión con respecto a lo que hacer, y curiosamente parecen coincidir en la idea de protegerme, incluso Palandras hablar de dar su vida si es necesario. Eso es algo que no voy a tolerar.

- Creo que os confundís un poco, nadie y digo nadie, va a dar la vida por mí, no soy más valioso que ninguno de vosotros, así que quitaros de la cabeza todas esas ideas. Yo no hubiese descubierto lo que soy sin vuestra ayuda, así que no estoy dispuesto a perderos a ninguno. Lucharemos unidos como hemos hecho en las tierras sombrías y saldremos victoriosos una vez más. Tratadme como antes, como a un igual, porque en el momento en el que me intentéis proteger de todo mal, nuestros enemigos se darán cuenta de lo que soy, y es mejor que se confíen, para poder clavarles nuestro acero en su garganta. Además, si alguien tuviese que sacrificarse, sería yo, que para eso soy uno de los elegidos, y fin de la discusión – digo a todos mis compañeros – Ya que ha quedado esto claro, sigamos con el resto de cosas. Sobre ir o no ir al monasterio, no lo tengo del todo claro, siempre se ha hablado que fueron los cuatro elegidos los que derrotaron al hechicero, si ayudase seriamos cinco. ¿No estaríamos cambiando en cierta manera la profecía o lo que narices sea, que anunciaba el encuentro final contra el mal supremo? Es como bien ha dicho Ela, ¿Y si intervenimos alterando por completo el pasado y el futuro, y no para bien precisamente? Complicado – paso mi mano derecha sobre mi barbilla - Creo que debemos dejar seguir el transcurso de la historia, pero ya que estamos aquí, no podemos dejar pasa la oportunidad de recopilar cualquier información útil sobre el hechicero que nos pueda ser valiosa en nuestro tiempo. Observar sin intervenir.

Asiento ante los comentarios de Lady Ela y de Maese Gys.

No niego que tengáis toda la razón, Lady Ela. - Digo en voz baja agachando las orejas mientras hablo. - Es más, por experiencias pasadas, es muy probable que tengáis toda la razón. Por desgracia yo vivo para la venganza, y sólo puedo pensar en matar a cuantos más enemigos mejor, antes de morir, para que el nombre de los Ilquar sea recordado y temido.

Medito unos instantes antes de decir:

Observar sin intervenir es muy difícil, Maese Gys. - Hago un gesto con el brazo como si abarcara tanto la taberna como lo que hay a su alrededor antes de decir: - Si un grupo de acólitos del Enemigo ataca esta taberna o el mercado, ¿os quedaríais mirando? Me temo que yo no podría. Mientras la sangre de los mios no sea vengada, mataré a todos los acólitos del Enemigo que pueda antes de morir o de que me maten ellos a mi.
Dejo escapar un leve suspiro y me encojo de hombros antes de continuar:
De todas formas, se que los presentes tenemos el mismo fin, acabar con el puto Malsu de los cojones, aunque los caminos que seguimos son distintos. Yo sólo soy un Guardián de la Caravana, y por tanto soy simple, me gustan las cosas simples, y los planes sencillos: Matar a Abaliv, matar a Adearic, averiguar si Maxra sirve al Enemigo y si lo hace matarla. Son unos planes sencillos y fáciles de ejecutar. Yo no suelo ver mucho más allá de los objetivos que ya tengo delane. Sin embargo Lady Ela y vos pensáis y actuáis con la vista fija en el futuro y en sus consecuencias, por eso me gusta viajar con vosotros, me aportáis una visión de conjunto de la que carezco y que es necesaria para lograr mi principal objetivo, acabar con Malsu.

Compruebo las armas mientras medito unos instantes antes de decir:

Se que no queréis que os llame Elegido o que os trate como a tal, pero si no lo hago no os haría caso ni me plantearía la posibilidad de retener mis espadas y mi ira en presencia de los acólitos del puto Malsu, del Enemigo o de la madre que los parió a todos. Por eso, aunque no os guste, voy a trataros como lo que sois, aunque os hable como a un hombre normal.

Me giro hacia Lady Ela y le hago una reverencia.

A vos os respeto tanto o más que a él, me habéis demostrado vuestra sabiduría y vuesta inteligencia en más de una ocasión, por ello os haré caso también a vos, y trataré de ser un poco más comedido. Si consideráis que no es buena idea acompañar a estos hasta el mismo Monasterio y combatir a su lado, os haré caso, a regañadientes, pero os haré caso.

Escucho atentamente las palabras de Gys y éstas me hacen pensar. Creo que en parte tiene razón en lo que dice, no nos conviene que nuestros enemigos sepan de él -Tienes razón en algo, Gys. Es importante que el enemigo no sepa quién eres pero aún así hay que protegerte lo máximo posible. El plan debería ser intentar que pases desapercibido como alguien esencial en esta lucha pero no por ello debemos dejarte actuar a lo loco. Te puede la pasión y eso puede traernos problemas.

Inmediatamente Pispas nos da su opinión, entiendo y respeto su sed de venganza, puede que yo actuase igual que él si me hubiesen tratado de matar, pero hay objetivos principales que la venganza en estos momentos y al menos veo que es capaz de discernirlos. Le echo una mirada de aprobación -Te entiendo perfectamente, Pispas y sé como te sientes. Aunque la venganza es algo que puede que sea más fuerte que tú, debes intentar pensar con frialdad. No nos sirve de nada que consigas vengarte de alguno de esos que quisieron matarte si por el camino les das ventaja al resto exponiendo el Bien Supremo -Le sonrío -Pero sé que lo entiendes y que te das cuenta de qué es lo que debemos hacer. 

Escuché las palabras de mis compañeros en silencio, terminando de comer. Bebí de un trago lo que restaba de mi cerveza y entonces, sólo entonces, me permití hablar. -Yo también vivo para la venganza Pispas. -comenté alzando la voz para que me escucharan todos. -Esa es la razón por la que me uní a la Orden de la Luz: acabar con el Mal Supremo y así culminar mi venganza. Sus siervos acabaron con lo único que he amado: mi familia. Lo destruyeron todo y me destruyeron a mi en el proceso. -no sabía por qué estaba contándole mi historia a ellos. Algo que jamás le había contado a nadie. -Matar a sus acólitos está bien... su sangre regando el suelo, alimentarte de su dolor, de su agonía... todo eso está bien, pero no es lo mejor que podrías hacer. Debemos acabar con su líder pues nuevos acólitos podrían ser llamados a filas. Acabemos con el Mal Supremo... muerto el perro, se acabó la rabia.

Miré entonces a Gys con serenidad y negué. -Poco me importa que me dejes o no protegerte. Tu eres más valioso que yo y punto. Si con mi sacrificio consigo acabar con todo esto lo haré gustoso. Y si para ello tengo que atarte para poder hacerlo lo haré y no tendré ningún tipo de remordimiento. -me caía bien el mercenario. Pese a que no pertenecía a la Orden, su forma de actuar y de ser asemejaban mucho a los ideales que ésta imponía. 

Los vuelvo a mirar y suspiro. Son tercos como mulas, no vas a convencerlos, olvídate de eso. La única forma de mantenerlos vivos que conozco, es no arriesgarme en exceso para que ninguno de ellos se exponga a un peligro. Antes era tu vida la que ponías en riesgo, ahora es la de todos ellos. Maldita sea.

- Si fuese sencillo no estaríamos metidos en este embrollo, Pispas - sonrió levemente - Lo mejor sera actuar en función de la situación en la que nos encontremos, cuando llegue ese momento tocara decidir que opción es la adecuada. Y por cierto, ya hemos vivido bastantes situaciones comprometidas como para que dejes de llamarme Maese, con Gys a secas vale - termino diciendo guiñandole un ojo y apoyo mi mano en su hombro.

Busco con la mirada a Ela, coincidimos en las formas de hacer las cosas, no en su totalidad como es lógico, pero ahora mismo su instinto y sus ideas nos están llevando por buen camino. Además parece conocerme mejor de lo que creía - Se que soy un guerrero puede que algo pasional, eso va con mi naturaleza, pero no voy a actuar a lo loco, tienes mi palabra. Evitare ser el primero en cargar contra mis enemigos, aunque sea parte de mi instinto natural. Nos jugamos mucho y no quiero cargar sobre mi espalda con muertes innecesarias. Así que os proporcionare apoyo a los que se encuentren en primera linea de combate, hasta que llegue el momento de enfrentarnos al hechicero. 

Y por ultimo, cruzo unas palabras con el paladín, también quiere cobrarse venganza por lo ocurrido a su familia.

- Tranquilo, Palandras, no sera necesario llegar a esos extremos, aparte atado no sería útil. Se lo que debo hacer. Y deberías de hacer caso a las palabras que le ha dicho Ela a Pispas, pueden ayudarte a combatir con mayor eficacia contra el mal supremo.
 

Una de las ventanas de la taberna, daba a los montes y al monasterio, y por ella, se podía ver la construcción sobre la montaña. De repente, un temblor sacudió la tierra y todos mirastéis por la ventana a ver que sucedía. El Monasterio, pareció temblar sobre la montaña hasta que desde la torre más alta, un haz de luz negra como la noche salió disparado hacía arriba, golpeando las nubes que se arremolinaban por encima de los montes, agujereándolas y llegando hasta el cielo azul.

Lentamente, todo el cielo sobre el monasterio comenzó a ponerse del negro más oscuro, creciendo lentamente en toda su circunferencia.

Desde dónde os encontrabáis, os pareció observar como el cielo se partía en dos, rajándose de arriba abajo, mientras lo que parecía ser un enorme ojo rojo salía de él.

- El ritual ha comenzado, debemos darnos prisa. - Dijo la muchacha.

- Se ha adelantado. No tenemos tiempo que perder. - Dijo el pequeño Julius. - Tu, Fladnag, encargate de proteger a estos mientras avanzamos. No sabemos que nos podemos encontrar en el camino hacía el monasterio y mientras uno de los Elegidos del "futuro" esté aquí con nosotros, tenemos que protegerle a él y a todos sus compañeros. ¿Lo entiendes, verdad? -

El hechicero asintió.

Después, Julius os miró a todos y a cada uno.

- Si vais a venir con nosotros, por todos los Dioses, protegeros. Nosotros sabemos bien lo que tenemos que hacer, pero no podemos estar haciendo de niñeras mientras lo hacemos. No sabemos que criaturas tendrán en el Monasterio para su protección, así que, tened cuidado. Y si os queréis quedar aquí, todavía estáis a tiempo. -