Partida Rol por web

Y tal cómo había predicho...el Mal comenzaba a hacer mella entre nosotros. Antes de que pudiera darme cuenta de dónde estábamos la orca había vuelto a liarla, provocando que tanto ella como el Goblin murieran. -Joder... -fue lo único que pude decir al ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. 

Me acerqué hacia Ela y le puse mi mano en su hombro. Al parecer tenía especial afecto al pequeño goblin. -Siento tu perdida Ela... era un buen guerrero. -no es que fuera especialmente alguien sensible, pero podría comprender cómo se sentía mi compañera. -Pero debemos seguir adelante... debemos acabar con el Mal. Es lo que Pispantorín hubiera querido.

Derramo un lágrima por el pequeño verdoso, como le gustaba llamarle a Rufus. La lágrima recorre mi mejilla hasta caer sobre la suya. No me permito más tiempo para el dolor, debemos seguir con nuestra misión -Es tiempo de seguir, Rufus. Todos lo echaremos de menos.

Recojo el cofre de Julius que Pispas quería que yo guardase y le retiro todas las armas, armadura y pertenencias. 

Vaya vaya...

Digo al ver cómo de nuevo la velocidad del combate es superior a mi velocidad de reacción. Me inclino sobre el cuerpo que Ela lleva con un aire meditabundo.

¿Por qué no lo dejas un momento en el suelo? Creo que es hora de decidir...

Me reincorporo.

Desde luego que no era mi intención. La orca decidió, y murió. Se le dio una segunda oportunidad... y volvió a morir. Aunque es loable, creo que su tendencia a morir es... peligrosa. Sin embargo él murió en su intento de ayudar, en su maldición.

Miro a Gys.

Creo que el goblin no está... muerto. No del todo. Tal vez pueda hacer algo por él.

Miro hacia Rufus y le hago un ademán para acercarse.

¿Tú que piensas, pato?

¡Por mis plumas! ¿Puedes... puedes salvarle? - dijo Rufus, acercándose.

No lo he hecho nunca... pero creo que sí.

Mis manos tiemblan ligeramente, pese a que intento disimularlo con bastante acierto. Miro a Rufus nuevamente, pero no añado nada, solamente continúo esperando a que Ela deje el cuerpo en el suelo antes de hacer nada.

Escucho las palabras de Raenhmi mientras termino con el cadáver de Riora, es el castigo que brindabamos a los traidores y desertores en la compañía, y ella se lo merece por todo lo que ha hecho. 

- Haz lo que tengas que hacer pero trae de vuelta a ese pequeño piel verde. Se que puedes hacerlo, si necesitas ayuda, háznoslo saber - digo a la elfa para acercarme hasta donde se encuentran Ela y el cuerpo de Pispas.

- Dejémosla espacio para que pueda salvarle - susurro a Ela apoyando mi mano sobre su antebrazo con suavidad, para que se retire unos metros.
 

Antes de llegar a quitarle sus posesiones a Pispas, Raenhmi me pide que me aparte de su cuerpo un poco. No quiero dejarlo aún, pero parece que puede devolverle a la vida o al menos intentarlo.

Gys se acerca para ayudarme a incorporarme y apartarme. Aún estoy un poco tocada por todo lo sucedido pero me levanto todo lo deprisa que puedo y me aparto. Miro a Raenhmi -Si puedes traerlo de vuelta, hazlo. Pero te cuidado de que no le pase nada peor... Ya ha tenido bastante por hoy.

Rufus correteaba nervioso por la zona, sin pronunciar palabra, tan solo leves graznidos que denotaban su nerviosismo, mientras observaba atentamente a Raenhmi.

Pongo mis manos sobre su pecho delicado y comienzo a concentrarme, mientras siento la energía del trasgo, su vitalidad en mis manos.

Con una de mis manos saco un frasco de cristal.

Espero... no equivocarme y que pueda recuperarle...

Lo destapo y delicadamente lo dejo caer por su garganta, mientras escucho las sombras susurrándome, pero son tan lejanas que prácticamente se desvanecen. Me aseguro de que hasta la última gota moja su garganta, forzándole a tragar con cuidado.

Creo... que ya está... sólo hay que dejarlo... un poco de aire.

Digo, alzándome. Tal vez no haya parecido grandioso, pero desde luego ha sido más difícil de lo que imaginé.

Pispas comienza a toser frenéticamente y, de pronto, sus ojos se abren como platos. El primer rostro que ve es el de la elfa Raenhmi y poco a poco va viendo al resto. Rufus se encuentra muy cerca de el.

Poco a poco se va incorporando, al principio le cuesta un poco pero en cuestión de minutos se siente como nuevo.

Observé lo que ocurría con los ojos como platos bajo mis máscara. Tanto el "funeral" que Gys le hace a la orca como el ritual que parece llevar a cabo la elfa de ébano. -¿Qué has hecho Raenhmi? -pregunté con la voz cargada de interés, carente de agresividad. -¿Por qué no lo hiciste con el resto de nuestros compañeros caídos? No te estoy atacando... es que no comprendo muy bien en que consiste todo esto. 

Pero el goblin parece volver a la vida... impulsado por lo que la elfa ha hecho. La miré con aprecio y asentí. -Tus propias acciones hablar por ti. Dices que has estado sumida en la oscuridad... pero parece que la luz guía tus actos. -Miré al goblin y asentí. -Bienvenido de nuevo Pispantorín... parece ser que los hados prefieren que seas tu mismo quien lleve a cabo tu venganza.

¡Verdosín! ¡Verdosín! - dijo Rufus con alegría, pero se quedó callado unos segundos y pronto cambió su tono de voz a uno mas serio - Mira que morirte así, idiota, menos mal que has vuelto, porque sino habría ido al infierno a darte una patada en el culo.

Espero encogida y conteniendo la respiración mientras Raenhmi hace su ritual. Todo sucede rápido y parece que bien. Pispas está de nuevo con nosotros y me alegro tremendamente de que así sea -¡Pispas! ¡Estás aquí de nuevo! -Me acerco efusiva hacia donde lo dejé inerte. No quiero atosigarle pero no puedo evitar mostrar mi alegría. Me agacho en el suelo a su lado -¿Cómo te encuentras?

Se trata de elecciones.

Respondo con una apenas perceptible sonrisa al ver que el goblin ha vuelto a la vida.

No puedo decidir sobre la vida o la muerte de todo el mundo. Ni confiaba en todos ellos del mismo modo. Ni demostraron estar de nuestro lado tan férreamente.

Sólo entonces miro a Palandras y pronuncio una palabras que muy pocas veces he hecho anteriormente.

Gracias.

Pispastorin había regresado de la muerte. La verdad, es que ahora, el grupo volvía a estar completo. Quitando a Riora, que daba más problemas que soluciones, este grupo tenía unos sentimientos entre ellos que eran mucho más fuertes que una simple Unión, o como algunos lo llamaban, una maldición.

El grupo al completo, avanzó por el camino hacía la aldea.

Allí, suponían, que podrían encontrar alguna respuesta o por lo menos, el mercado de la zona para reponer fuerzas.

Al acercarse, se dieron cuenta que la gente del lugar estaba bastante nerviosa. Muchos caminaban rápidamente, de un lado al otro mientras que otros, se mostraban parcos y reticentes ante los nuevos aventureros que estaban llegando. Al llegar a unos metros de la aldea, pudieron ver un mercado en el centro de la plaza con algunos puestos, una taberna junto al mismo y además, algunas casas bajas a su alrededor.

Rufus, no se lo pensó dos veces y salió por patas hacía la taberna, y casi se golpea con un hombre que estaba entrando a ella.

- ¡Pero qué demonios! ¡Voy a matar a ese pato! ¡Y al dueño del pato! - Dijo a los gritos. - ¿Es qué no hay educación en esta Ciudad? Además, ¿a quién se le ocurre dejar a un jodido pato con gafas suelto? -

El hombre miró hacía todos lados, como buscando algo. Seguramente al dueño del pato o quién sabe qué.

- Me cago en la leche. Me llaman para venir hasta aquí, el mismísimo culo del mundo y ya la primera en la frente. -

-Buen trabajo, Raenhmi – digo a la elfa al comprobar como consigue devolverle la vida al goblin. Es el primer golpe de fortuna en unos días un tanto aciagos.

Espero unos segundos hasta que Pispas consigue recuperarse del ataque de tos, con Ela a su lado para acercarme hasta donde se encuentra – Ya era hora de que te despertases, podías avisar que tienes el sueño profundo así no nos hubiésemos preocupado por ti – bromeo para seguidamente extender mi mano y ayudarle a incorporarse – Me alegro de tenerte otra vez con nosotros.

Ahora si podíamos continuar nuestro camino, y por fin alcanzamos una aldea, entonces Rufus sale disparado hacia la posada, la verdad es que un buen trago no me vendría nada mal, aparte tal vez consigamos sacar algo de información. Parecía buen plan hasta que de nuevo surge un nuevo imprevisto, en forma de bronca con un desconocido

- Te pido disculpas por el comportamiento de mi compañero, además no creo que sea necesario llegar a matar a nadie – me acerco con calma - ¿Que tal si te invito a una jarra de cerveza por la molestia y olvidamos el asunto? – pregunto a sabiendas que el alcohol siempre suelta la lengua de la gente. 

Estoy en El Reino de los Muertos, y de pronto noto como una fuerza tira de mi y me arrastra fuera de allí. Noto un dolor intenso en el pecho y siento arcadas, hasta que mi cuerpo vuelve a respirar, ya que parece que le cuesta volver a hacerlo. Siento un fuerte acceso de tos y comienzo a toser de forma descontrolada, al abrir los ojos la fuerte luz me deslumbra hasta que, poco a poco, mi vista se adapta de nuevo.

Lo primero que veo es el rostro de Raenhmi, reclinada sobre mi y la cabeza de Rufus que se encuentra a su lado mirando muy de cerca lo que ocurre. La tos me hace incorporarme y me quedo sentado en el suelo, mirando sin comprender muy bien lo que ha pasado.

He muerto. - Digo con dificultad ya que tengo la boca seca. - Se que he muerto y he estado a punto de llegar a las Grandes Llanuras, pero finalmente mi rua me llevó al Reino de los Muertos. Estaba allí con otros caídos en esta guerra y ahora estoy aquí.

Miro a mi alrededor comprobando que todos están allí antes de decir:

Muchas gracias, Lady Raenhmi. - Digo solemnemente, inclinándome hacia ella todo lo que puedo y llevando el puño cerrado al corazón. - Puesto que vos quien me ha reclamado para que vuelva a este reino. Ahora mi vida es vuestra y vuestros enemigos son los mios.

Las palabras de Palandras me hacen recordar a Riora, pero lo descarto enseguida:

Muchas gracias, Maese Palandras. - Digo girándom hacia él e inclinando la cabeza en su dirección. - Aunque más que gracias a la voluntad de los hados, yo diría que es gracias a la voluntad de Lady Raenhmi que, como bien decís, camina por el lado de la luz, ya que son nuestros actos son los que nos definen, y no nuestro pasado.

Muchas gracias, viejo amigo. - Le digo a Rufus. - Se que habrías sido más que capaz de ir hasta allí a patearme el culo de vuelta hasta aquí, y yo te lo agadecería, ya que allí no había ni un triste bar donde poder tomarse una cerveza con tranquilidad.

Lady Ela. - Digo inclinándome hacia ella para saludarla. - Debo reconocer que ahora mismo me encuentro mejor de lo esperado, mucho mejor de lo esperado. Y desde luego muy contento de estar aquí gracias a la intervención de Lady Raenhmi.

Maese Gys, los goblins siempre somos muy dormilones, pensaba que era algo que todo el mundo sabía ya. - Continúo la broma. - Yo soy quien más se alegra de haber vuelto.

Me levanto lenta y trabajosamente, ya que a mi cuerpo aún le cuesta funcionar e comienzo a dar unos pasos, cuando me sobreviene un agudo dolor de cabeza, al regresar de golpe todos los recuerdos de lo acontecido en el Reino de los Muertos, por lo que acabo rodilla en tierra, hasta que pasa el dolor y me levanto con el semblante triste.

Tengo buenas y malas noticias. - Digo con tristeza - Tal y como nos dijo Riora, Braka está en comunicación con el Reino de los Muertos. Aunque sigue vivo la muerte de todos sus hermanos lo hecho sensible al más allá y su consciencia ha creado un limbo donde las almas de los caídos se reúnen y pueden ayudar a resolver los males de Umbría. Por desgracia, allí acaban todos, sin importar cual sea su bando, como es el caso del asesino Z. Aún así, no me gustó lo que vi y oí, por lo que intenté organizarlos un poco, les conté lo poco que sé y lo que sospecho sobre quienes son los “Siervos del Mal”, como Z, que están asolando Umbría y que es necesario poner en claro los conocimientos de todos y cada uno de ellos para que Braka o algún otro, consiga traer esa información hasta nosotros y hasta los demás héroes.

Miro a Lady Ela antes de continuar:

Allí también me encontré a Dacen y a Lady Baesa - Digo con tristeza - Intenté saber lo que les había pasado, pero no fue posible. Me temo que haya podido pasar algo malo en el Templo Milenario. Dacen dijo de se había separado de Lady Talashia para buscar más ayuda y que había acabado muerto, Lady Baesa dijo algo sobre un monje que supo que era de los malos, algo sobre que el monje le dijo que tenía que pasar unas pruebas y que aparecieron unas figuras del pasado, entre ellas otra Lady Talashia, que les dijo que venían del futuro. Ya sabéis como hablaba Lady Baesa, era un poco extraña y a veces es difícil comprenderla.

Me giro hacia los demás antes de decir:

Creo que debemos avanzar lo más rápido posible hacia el Templo Milenario, para tratar de averiguar lo que ha ocurrido allí. Supongo que una vez allí encontremos la respuesta a lo que decían Lady Baesa y Dacen, o, por lo menos, allí encontraremos a Lady Talashia y al Maese Weispell, y tal vez a Ragkrul, el gigantesco orco que los acompañó allí.

Una vez recuperado de la experiencia y, acompañado por amigos de confianza, avanzo hacia la aldea donde espero que puedan darme alguna indicación sobre cómo podemos llegar lo más rápidamente posible al Templo Milenario y sobre lo que está ocurriendo en la zona. Una vez en la aldea, vemos que en ella hay un mercado y una taberna. Ahora mismo necesito ambas cosas, pero no se si tendremos tiempo para una ronda en la taberna, pienso sin abrir la boca, hasta que Rufus parece que ha tomado la decisión por sí mismo y corre hacia la taberna. Pobrecito, no creo que en un sitio como este tengan una buena cerveza de trigo, si es que tienen de algún tipo, pienso al verlo correr a toda la velocidad que le permiten su cortas patas mientras aletea de felicidad. Van tan lanzado que no ve al humano que está entrando en la taberna y con el que casi tropieza, algo que el humano parece llevar muy mal y acaba amenazando a Rufus, a su dueño, y diciendo algo de que lo han enviado.

Ese pato no tiene dueño, es libre. - Digo tras tomar aire para parecer lo más calmado y frío posible. - Pero si se te ocurre intentar matarlo, o si tan siquiera intentas atacar al pato, probaras mis espadas. Puede que sea un incordio, pero es mi puto incordio y no vas a ser tú quien me lo arrebate. - Digo posando las manos en las espadas. - Ahora bien, dada su falta de modales, estoy totalmente de acuerdo con mi compañero, así que te vamos a invitar a una cerveza, o a dos si son pequeñas, para compensarte del susto que te ha dado. Nosotros también necesitamos descansar del viaje, aunque sólo sea el tiempo de tomar una pinta, para recuperarnos del cansancio del camino y de nuestras últimas aventuras. Después, podréis seguir con vuestros asuntos, de la misma forma que nosotros continuaremos los nuestros, aunque si conocéis la zona tal vez nos podáis ayudar, estamos buscando la forma más rápida de llegar al Templo Milenario para encontrarnos con unos amigos allí.

Me quedo esperando a ver la reacción del humano ante mis palabras, sonriendo, pero con una mano sobre una daga y la otra en la empuñadura de la espada, por si se pone violento.

El desconocido asintió y sonrió. Al parecer, la invitación a una cerveza había calmado los ánimos del momento, sin embargo, en ese instante, un hombrecillo pequeño, con gafas, se asomó a la puerta y cogió del brazo al desconocido.

- Hombre, ya estás aquí. Vente, que tenemos que hablar. - Dijo el pequeño. - La cosa se está poniendo bastante peliaguda en los Montes y en el Monasterio. Creo que tendremos que adelantar... -

Miró a los demás con el ceño fruncido y se quedó callado.

- Esto... eso... que vengas. Que tenemos cosas que hacer. -