Partida Rol por web

Asiento antes las palabras de Ela y medito unos segundos mi respuesta:

No os preocupéis Lady Ela, nunca expondré a nadie, tengo mis propios motivos para matar a los acólitos del puto Malsu, y no les va a extrañar cuando vean a un puto goblin cargando contra ellos gritando incoherencias, es más estoy bastante seguro de que el traidor de Abaliv y, seguramente, su puto hermano estarán esperando que lo haga. - Sonrío y me encojo de hombros, hasta que palpo la ballesta y mi sonrisa se torna cruel, antes de continuar: - Ese es el motivo por el que me he agenciado esta preciosidad. Cada vez que nos movemos de un sitio a otro, voy en guardia, como recordareis de cuando cruzamos el portal, y preparado para disparar en cuanto me encuentre con Abaliv. Aprovechando el alcance de la ballesta, le voy a soltar un virotazo nada más verlo con la intención de dejarlo seco en el sitio antes de que pueda hacer nada, después, si tengo tiempo otro virotazo o un repaso con la espada y se acabó el traidor de Abaliv. Con su hermano haré exactamente lo mismo. - Miro a Ela un instante antes de continuar: - Se que su hermano pertenece a la Orden por lo que vos no estaréis de acuerdo con ello, pero yo no tengo restricciones de ningún tipo más allá de las dictadas mi sangre y mi conciencia.

Miro a Palandras al oír sus palabras, sus motivos para unirse a la Orden y sus palabras sobre la venganza.

La diferencia entre nosotros es que yo sólo vivo por y para la venganza, sin restricciones de ningún tipo como las que os impone a vosotros la Orden. Yo no tengo que justificarme ante nadie, sólo ante los ancianos de mi clan, y dado que han sido asesinados, mi único objetivo en la vida es regar su camino por el más allá con la sangre de sus asesinos. - Me encojo de hombros levemente antes de decir. - Tal vez para vos no sea suficiente matar a los acólitos, pero dado que sólo los Elegidos pueden matar al puto Malsu, tal y como dice el pergamino, y dado que yo no soy uno de ellos, mi función es la de facilitar el camino de los Elegidos hacia el puto Malsu, por lo que voy a matar a todos los hijos de puta que me encuentre y que me molesten sin remordimientos ni dudas.

De pronto algo sucede en el Monasterio y una energía oscura es vertida contra el cielo que se oscurece a su paso y se va formando un gran ojo de fuego sobre el negro cielo que va apoderándose del firmamento. Los Elegidos de esta época se ponen nerviosos y se impacientan, por lo que Julius encarga a Faldnag que nos proteja mientras avanzan.

Yo no necesito una "niñera", hace ya muchos años que dejé el corral de los gobbos, pero no te preocupes, los goblins sabemos pelear y yo estoy muy, pero que muy motivado. De todas formas, no soy yo quien va a decidir el proceder de nuestro grupo, si fuera por mi cargaría a tu lado para enseñarte a matar escoria.

Una nuevo personaje, que hasta ahora os había observado, por fin interviene.

¡Vamos, no hay tiempo que perder!

¡El que faltaba! Por fin te pronuncias, pensaba que te habías vuelto mudo...

Cuatro elegidos, un hechicero loco y gente del futuro... Menudo grupo.

En una cosa estoy de acuerdo con el impetuoso Arthian - dijo mirando a Gys y los demás - Tenemos que movernos, así que decidir ya que hacer.

Observo el cielo ennegrecido con un ojo surgiendo en él, según parece todo parece complicarse y los cuatro elegidos se muestran impacientes por partir allí. La verdad sea dicha, yo no estoy muy seguro de que adentrarnos en el corazón del monasterio sea la mejor opción en estos momentos.

- Danos unos minutos, Julius, esto hay que meditarlo un poco.

Se que Pispas y Palandras están dispuestos a unirse a la lucha, y llevarse por delante a todos los acólitos del hechicero oscuro que puedan, Raenhmi se mantiene callada, ya me ha dejado claro que a donde vaya, ella me seguirá. La única opinión que me queda por saber es Ela, me acerco hasta donde esta, para tratar de decidir cual es nuestra mejor opción.

- No lo veo claro, es más aunque me joda decirlo, esta no es nuestra lucha, ellos son los cuatro elegidos. No se, tengo la sensación de que si vamos, van a estar más preocupados por nosotros que por acabar con el hechicero, y tal vez más que una ayuda seamos un estorbo – trago saliva – Yo optaría por quedarnos, pero quiero saber tu opinión.

Parece que las cosas se precipitan en esta época y el Mal comienza a surgir. Los cuatro elegidos están preparados para la lucha, una lucha de la que sabemos saldrán victoriosos. Y parece que nosotros debemos tomar la decisión de si participar en ella o no.

Nadie quiere mojarse mucho y tomar una decisión que puede que afecte a nuestra época y a los acontecimientos futuros. No me puedo creer que la decisión recaiga de nuevo en mí, menos mal que estoy preparada para este tipo de entuertos y hasta ahora parece que mi intuición no me ha fallado. Tengo una idea clara de lo que creo que debemos hacer, aunque me da cierto miedo en equivocarme en una misión tan importante.

Gys me pregunta abiertamente sobre mi opinión, como esperando que sea yo la que le abra los ojos -Estoy prácticamente segura de que no debemos intervenir. Esta lucha es algo que ya ha sucedido y los elegidos salieron victoriosos en ella. Creo que intervenir podría alterar el resultado de los acontecimientos. -Miro fijamente a los ojos de Gys -Espero no equivocarme, no me lo perdonaría, pero creo que nosotros no vamos a poder aportar nada en este momento pero sí lo podremos hacer en el futuro. No podemos arriesgarnos a estropear las cosas. Yo me quedo, pero no quiero tomar la decisión por vosotros.

No sé si con elegidos o sin ellos, pero si las cosas se han precipitado aquí, posiblemente también pase en nuestro... tiempo.

Entonces asiento con la cabeza.

Quizá debamos de ir con ellos hasta llegar a la cuna del Mal Supremo... y allí ir a nuestro tiempo. Y matarle en ambos tiempos a la vez. Tal vez ese sea el único modo de terminar con él definitivamente. O de, al menos, dormirle.

Al escuchar las opiniones de Ela y de Raenhmi carrespeé para llamar la atención de todos. -¿Y si los cuatro elegidos del pasado consiguieron la victoria gracias a nuestra ayuda pero no quedó registro de ello para crear una especie de paradoja temporal? Quizá el no ir influya negativamente... quizá no ir haga que el Mal Supremo gane y que nuestro futuro cambie. Un futuro en el que igual ni existimos. -todo el tema de los viajes en el tiempo era algo muy peligroso. Tan peligroso que la existencia de todos nosotros podría estar en juego. Podría incluso intentar salvar a mi familia... pero no sabría qué hacer.

Escucho las palabras de Ela con los ojos clavados en los suyos, ha pensado muy mucho sus palabras, me sorprende lo sosegada y calmada que se encuentra, solo se nota la preocupación al pensar que pueda errar con su decisión. Raenhmi da su opinión, asiento con la cabeza al escucharla. Y bien Gys, es tu turno de decidir.

- Mi corazón me pide luchar pero mi cabeza pide calma y cordura. Recuerda tu promesa. Me quedare contigo Ela, es lo correcto - aprieto mi mano derecha  - Están capacitados para vencerlo, y yo no estoy preparado para usar mis poderes aún. No es ni nuestro momento ni nuestro tiempo para enfrentarnos al hechicero.

- Recuerda Raenhmi, esto ya sucedió y según los escritos, los cuatro elegidos derrotaron al hechicero supremo, provocando que quedase dormido, como también afirmaron que volvería a alzarse. Estoy completamente seguro que nuestra misión en este lugar ya ha sido cumplida, debemos dejar que las cosas aquí ocurran. Además se te ha olvidado un detalle importante, necesitamos al resto de elegidos para enfrentarnos a él y vencerlo - contesto a la elfa de ébano mientras me sorprendo un poco por las palabras de Palandras.

- Palandras, creo que hubiese habido constancia de ello, recordar las palabras del pergamino. Yo no voy a ir y entiendo que querais ir a destruirlo, joder todos lo queremos, pero esto es el pasado. Sabemos que vencieron. Busquemos al resto de elegidos y acabemos con ese malnacido en nuestro mundo. Os toca confiar y creer. 

- No se puede separar el grupo. - Dijo el joven hechicero. - Julius, no podemos dejar que vaguen libres por un pasado que no les pertenece. Ya podrían estar trasteando con el mismo y sabes que eso a mí... -

En ese momento, el jóven se cogió el pecho y puso los ojos en blanco durante unos segundos.

- Mierda. Han accedido. - Continuó. - No te preocupes, Julius, yo me quedaré con ellos y descubriré la manera de mandarlos nuevamente a su tiempo, mientras tanto, id sin mí. Ya os alcanzaré antes. -

El hombre miró a los viajeros del tiempo y sonrió.

- Os quedáis juntos, da igual dónde vayáis. Si os quedáis aquí, me quedaré con vosotros, y si os vais con ellos, os seguiré, pero está claro que no podréis intervenir en nada de lo que suceda allí arriba. Mientras tanto, iré pensando como envíarlos nuevamente a vuestro tiempo. -

Escucho atónita a mi compañero Palandras y a la elfa decir cosas con poco sentido. Me da la sensación que Raenhmi no ha entendido lo que nos explicó Fladnag en la torre, el Mal fue dormido y vencido en esta época, eso no va a influir en lo que pase en la nuestra, en la nuestra se está despertando en estos instantes y lo que tenemos que hacer es volver para conseguir acabar nuestra misión, la de nuestro tiempo, la de encontrar a los nuevos elegidos.

Y Palandras se pone a hablar de algo que denomina paradojas temporales y cuyo sentido ahora mismo no acabo de entender, creo que ni él mismo lo acaba de entender, al igual que la elfa. Casi le prefería cuando se limitaba a estar calladito y pegar leches.

Me planto delante de todos después de escuchar las palabras de Fladnag -Ya habéis escuchado a Fladnag, "no podremos intervenir en nada de lo que allí suceda". -Miro a Palandras -Y yo no pienso ir allí y como parece que tenemos que ir todos juntos como equipo, la cosa está más que clara.

- Pues no se hable mas. - Dijo el último de los Elegidos. - ¡Vamos! No tenemos tiempo que perder. El Mal Supremo ya está despertando y cuando lleguemos tendremos que medirnos con ellos. Que Fladnag se quede aquí con ellos, que defiendan el pueblo si es necesario. Nosotros nos vamos. -

Miró a los viajeros por última vez.

- Espero veros dentro de algunos años, amigos. Ahora, esto no es un adiós, es un hasta luego. Hechicero, cuida de ellos y mándalos a su tiempo. Son necesarios allí. -

Y tras decir eso, los cuatro elegidos salieron corriendo en dirección a los montes a una velocidad que no parecía natural.

Tras unos segundos, cuando los elegidos desaparecieron en el horizonte, el hechicero habló.

- Bien, parece que nos hemos quedado solos. - Dijo. - Si queréis volver a vuestro tiempo, tenemos que realizar un ritual entre todos. Sino, será imposible que regreséis y como ha dicho nuestro amigo, sois más necesarios allí que aquí. -

El hechicero cogió un cuenco de barro de la taberna y se acercó a todos vosotros.

- Necesito que cada uno deposite en este cuenco, una gota de su sangre y un mechón de pelo. Con ello podremos comenzar el ritual. -

Al menos ya esta decidido que no nos movemos de aquí.

Sonrió al escuchar las palabras de Ela. Es todo un carácter. 

- Eso espero yo también - respondo a Arthian.

Los cuatro elegidos ponen rumbo hacía el monasterio dispuestos a cumplir con su tarea, mientras nos quedamos al cuidado del hechicero, a ver si es capaz de mandarnos de nuevo hacia nuestro tiempo, pidiéndonos para ello nuestra sangre y pelo. Cojo un cuchillo de la mesa y con rapidez me corto un mechón de pelo, para a continuación pasar la hoja por mi mano y derramar en el cuenco mi sangre junto con el mechón.

- Lo único Fladnag, es que no han podido enseñarme nada acerca de mis poderes - digo dando un paso atrás dejando que el resto del grupo se acerque.

Parece que la decisión ha sido tomada. Espero que el resto de mis compañeros no se opongan, pero creo que ya poco pueden hacer.

Fladnag dice algo sobre un ritual para devolvernos a nuestro tiempo y... ¿quiere un mechón de nuestro pelo y una gota de nuestra sangre? ¿Soy la única a la que le parece raro? -pienso. Pongo cara rara y estoy a punto de preguntar pero... tampoco hay mucho más que podamos hacer, estamos en sus manos, sólo espero no acabar de nuevo en el lugar equivocado.

Miro a Gys y espero a que haga el ritual de corte y cuando acaba extiendo mi mano para que me pase el cuchillo. Limpio la hoja con la ropa y me hago un corte en la punta de dedo índice para dejar derramar un poco de sangre en el cuenco que Fladnag nos ofrece. Después corto un mechón de mi melena y lo deposito en el mismo. -Espero que sepas lo que te haces Fladnag.

Al ver lo que el grupo había decidido suspiré resignado. -Pues nada... no hay diversión. -comenté un tanto frustrado. El joven rey de la torre nos pidió un mechón de pelo y una gota de sangre. 

Al ver que mis compañeros accedieron a hacerlo hice lo propio, pero usando mi propia lanza para cortarme el perlo y después pincharme la mano, dejando que parte de mi sangre regara su preciosa hoja. Bebe... es la única que catarás de momento. Tras esto, dejé que mi sangre gotee sobre mi mechón de pelo. -A ver si no terminamos en otro mundo. -dije con sorna, siguiendo los comentarios de Ela.

- Yo tambíen, Ela, yo también. - Dijo el hechicero mientas pasaba el cuenco por todos.

-No sabes lo mucho que me tranquilizan tus palabras, Fladnag, no lo sabes bien - respondo al mago con una sonrisa forzada en mi rostro, esperando a que el resto de compañeros corte un mechón de pelo y derramen su sangre, para poder regresar a nuestro tiempo.

Yo que pensaba que el Fladnag de nuestro tiempo se comportaba así por la edad...

Me quedo callado mientras se plantean las diferentes posibilidades de acción y cuales deben ser los pasos que debemos dar y cuales pueden ser sus consecuencias. Finalmente la decisión tomada es la de no intervenir en lo que va a acontecer aquí y centrarnos en lo que acontece en nuestra época y tratar de solucionar nuestro propio lío.

Asiento con un leve gruñido cuando la decisión se toma y levanto una ceja cuando Fladnag nos pide un mechón de pelo y una muestra de sangre, ya que es una petición extraña, pero, como yo de estas cosas no entiendo, acabo encogiéndome de hombros y haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia. Desenfundo una de mis dagas y me corto algunos de mis escasos pelos para cumplir con la parte del mechón de pelo y los arrojo al cuenco; después coloco la mano abierta sobre el cuenco y apoyo el filo de la daga sobre las viejas cicatrices del juramento de sangre y con un corte limpio añado un nuevo corte a la mano, apretando el puño para que la sangre gotee dentro del cuenco.

Dado que no tengo mucho pelo, lo compenso con sangre. - Digo sonriendo e indiferente al dolor.

Las palabras de Ela, Palandras, Gys y sobretodo las de Fladnag no son muy tranquilizadoras. 

Espero que puedas dejarnos en el lugar y sitio correcto. - Digo sonriendo al mago, hasta que mi sonrisa se torna cruel antes de continuar. - Y a ser posible cerca de alguno de los acólitos del puto Malsu, para decirles hola, ya sabes.

Después me retiro unos pasos a la espera de ver lo que sucede y para entretenerme me pongo a comprobar el correcto funcionamiento de la ballesta para que esté lista para el momento en el que nos encontremos con los traidores.

No sé qué sucederá, pero lo haremos lo mejor posible.

Es todo lo que digo, aunque algo más aliviada al ver que podremos marcharnos y, quizá, tomar la decisión correcta.

Con uno de mis estiletes de plata rasgo mi piel y dejo que caigan algunas delicadas gotas. Cuando me dispongo a cortarme el mechón de pelo medito por unos segundos. No, ese no. Y sin más, corto un mechón y se lo ofrezco.

Noche 5

¡Cariño, ya estoy en casa!

Las cartas están sobre la mesa. Los Elegidos tardan en aparecer y supuestamente, son ellos los únicos que pueden acabar con el Mal Supremo. Sin embargo, los esbirros del Mal Supremo, campan a sus anchas en muchas de las ciudades, ahora destruidas y los que caminan por la tierra, saben muy bien que hacer: Despertal al Mal de una vez por todas. Las cartas están echadas y nadie sabe bien quién ganará esta mano.

La noche esconde maldad.

La noche esconde a los asesinos.

La noche permite que ellos actuen a espaldas de todos, mientras los defensores de la Luz intentan pararlos de cualquier manera. Muchos de ellos han caído presa de los asesinos y por ahora, el Mal sigue actuando con impunidad en toda Umbría. Las Ciudades han caído, ahora las pueblan ejércitos de no-muertos que corrompen todo a su paso y destruyen todo rastro de vida que se puedan encontrar en ellas.

Los supervivientes, no pueden hacer más nada que unirse a sus filas, vendiendo sus almas.

Y todo esto, antes que el Mal Supremo despierte.

Pero falta poco...

Muy poco...

Mientras tanto, el Hechicero completo el ritual y apartándose un poco del grupo, comenzó a canturrear un salmo, al mismo tiempo que revolvía lo que había en el cuenco y cerraba los ojos. Lentamente, un portal comenzó a aparecer justo delante de él, un poco a su derecha, y otro muy similar, apareció a su izquierda. Los dos portales se abrieron al mismo tiempo, mientras Fladnag terminaba de recitar el hechizo.

El Hechicero os miró con una sonrisa.

- El portal de la derecha, os llevará a la Ciudad de Fuego, el de la Izquierda, a las Tierras Heladas. - Dijo el Hechicero. - En la Ciudad de Fuego encontraréis la muerte y desolación, mientras que en las Tierras Heladas, os recibirán con los brazos abiertos. Allí el Mal no ha penetrado todavía y seguramente encontraréis a algunos conocidos. -

Fue en ese momento, cuando el haz de luz negra del Monasterio comenzó a crecer.

- Aquí, el Mal Supremo ha despertado. Tenemos que vencerle. Si cuando paséis por el portal veis que todo está cambiado, es que hemos fallado. Y ahora, una última cosa... estáis vinculados al Portal, por lo que deberéis decidir a cual entráis... y todos tendréis que ir a ese Portal. Si alguien decide ir por el otro... bueno, no estoy muy seguro que puede pasar con vosotros si eso pasa. Tened cuidado. -

Fladnag sonrió.

- No os diré que nos vemos en el futuro, por que allí, ya estoy muerto. Ahora os dejo, tengo trabajo que hacer. - Y diciendo esto, salió corriendo a una velocidad terrible hacía el Monasterio.