Partida Rol por web

He descansado muy bien para ser en lo alto de un edificio a medio derrumbar. Cuando miro todo lo que me rodea desde la altura, confirmo mis sospechas de que todo es igual, sin nada que destaque. 

Me coloco en la punta más externa y alta del tejado. Hago una serie de comprobaciones con un trozo de mosaico, dirigiéndolo hacia el sol para ver su reflejo. Comienzo a hacer una primera capa con las tejas apilándolas unas encima de otras pero con cierta inclinación hacia el sol, luego justo encima coloco los trocitos de mosaico. Espero que funcione

Tardas un buen rato en colocar del mejor modo que puedes los trozos de mosaico que fuiste recogiendo durante todo el día de ayer. Son los más brillantes, de colores claros, alguno hay que incluso parece de metal, también hay algún trozo de brillante bronce.

Cuando lo tengo listo me bajo del tejado y salgo del edificio. Me detengo en la entrada y con un poco de la pintura que llevo, me pinto tres yemas de los dedos y las dejo marcadas haciendo tres largas líneas horizontales en uno de los márgenes de la puerta principal.

Me alejo un poco y veo que es bastante visible a varios metros. Reanudo mi camino intentando seguir en dirección a la derecha.

Te alejas del edificio y compruebas que las marcas son visibles, al menos desde aquí. Sabes que en cuanto te alejes un poco y haya algunos edificios de por medio ya no las verás, pero seguirán ahí. El brillo de las teselas de mosaico que has colocado allá arriba será visible de algo más de distancia.

Si sigues caminando algunas horas más en dirección a la gran torre, a mediodía llegarás a un lugar como este:

La ciudad devastada parece llegar a su fin. Aún te queda al menos una hora avanzando entre las ruinas, pero puedes ver los últimos edificios a lo lejos, empieza a haber vegetación, algún árbol seco por ahí, verde hierba por allá, musgo... Hasta ahora el paisaje era completamente seco e inhóspito, no había ni tan siguiera un pájaro, ni un ruido. Pero aquí, quizá debido a la proximidad de las montañas, ya puedes ver alguno, y algún nido en alguna cornisa, e incluso puede que algo más grande si sigues caminando. Esas montañas nevadas a lo lejos parecen interponerse entre tú y la torre a la que te diriges.

Cuanto más me voy acercando al fin de las ruinas y aparecen esas montañas nevadas, más me extraña todo. Me detengo y empiezo a intentar recordar que desde fuera, en el palacio,  no se veían montañas y menos esas tan grandes, de ser así se deberían ver desde bastante lejos. La idea de seguir por ese camino no me convencía, seguiría andando pero rodeándolas en dirección derecha a ver qué me encontraba. 

En vez de seguir hacia las montañas prefieres seguir caminando por las ruinas de la ciudad, quizás con la intención de buscar algún sitio menos abrupto para llegar hasta allí. Sigues caminando, con tu mente intentando recordar si ayer esas montañas eran visibles desde el palacete del rey, sin prestar atención a lo que te rodea. Sin darte cuenta te metes en una trampa. Entre dos muros, los guijarros y escombros sobre los que caminas tiemblan y se desmoronan, y el suelo comienza a hundirse bajo tus pies.

Has pasado una mala noche y no has podido descansar bien. Unas risas, o al menos eso parecían, te lo han impedido. Quizá fuese sólo el viento colándose por una grieta, o quizá fueron pesadillas. El caso es que hoy has empezado a caminar, acercándote a la gran torre, pero cansada.

Ante ti el final de las ruinas de la ciudad devastada, a lo lejos, la torre. Y entre la torre y las ruinas un extenso bosque. Tendrás que cruzarlo si quieres llegar hasta allí. Con la mirada fija en la torre, y cansa tras la noche en vela, cometes un descuido y caes en una trampa. Los guijarros y escombros sobre los que caminas en este último trecho tiemblan y se desmoronan, y el suelo comienza a hundirse bajo tus pies.

Seguía pensando en esas montañas, intentaba recordarlas pero no lo conseguía. Estaba distraída y mientras seguía caminando  en uno de mis pasos noté cómo el suelo empezaba a moverse, al principio creía que eran tan sólo la inestabilidad de los escombros. Pero cuando empecé a notar que el suelo se hundía, si que me asusté, rápidamente di un impulso para dar una gran zancada y poner pie en tierra firme. A faltado muy poco 

Retomé el aliento tras el esfuerzo y todavía en shock me quedé mirando lo que pudo haber sido mi tumba, instintivamente miré a mi alrededor, esto es una trampa y alguien tuvo que ponerla. Envainé mi espada y en posición de ataque me giré a mi alrededor por si venían a ver si la presa había caído en la trampa. 

Por un buen rato estás atenta a cualquier mínimo movimiento que haya en torno a ti. Nada ocurre. Al menos no en la superficie. Si miras hacia abajo, hacia el fondo de la trampa, verás que es un pozo algo amplio y profundo, y muy sombrío, del que notas que asciende una corriente de aire. Si prestas atención te parece oír una risa lejana, o un ruido similar. Aunque está oscuro, aprecias que algo brilla ahí abajo, hay algo metálico entre los escombros.

Es todo tan confuso, que me siento descolocada y me cuesta concentrarme. No puede volver a ocurrir, casi muero por no estar alerta.

¿Ahora un pozo del que parece que sale una corriente de aire, será una especie de alcantarillado? ¿quién estará ahí abajo?

Supongo que el monstruo andará cerca y esta es una de sus trampas, tengo que estar muy atenta. Continuo mi camino pero esta vez avanzo más despacio observando todo a mi alrededor con más atención.

Caminas durante un par de horas entre las ruinas. Todo lo que te rodea es igual que antes, más templos, domus, teatros, escaleras y columnas. Piedra inerte y estéril. Mosaicos y estatuas amenizan tu caminata. En el horizonte la torre, que intentas mantener a tu izquierda como referencia para no perderte. A veces giras un par de veces y te sorprendes caminando sobre tus pasos, con la torre a tu derecha, otras debes descender a una hondonada en la que la pierdes de vista, y cuando vuelves a subir la torre está en el lado contrario al que pensabas. El sol es otra referencia. Así, avanzas despacio, atenta a cualquier señal, y atenta a lo que te rodea, sin encontrarte con nada singular, nada que llame tu atención o que singularice un lugar en concreto. Sólo a veces el viento trae a tus oídos esas risas lejanas, perceptibles en mitad de todo este silencio, entre toda esta quietud.

Antes de que atardezca me propongo a encontrar un sitio lo suficientemente alto como para ver el punto luminoso que coloqué en el tejado de aquel edificio.

Está atardeciendo y aún tienes algunas horas hasta que anochezca. En tu camino subes a un lugar alto y buscas el brillo del artefacto que construiste. Confías en poder encontrarlo. A lo lejos ves un pequeño punto brillante, te sorprende su posición, bastante más lejos de lo que pensabas. Debe ser aquello de allí, no puede ser otra cosa.

Desde aquí arriba ves también las montañas nevadas que dejaste atrás, están lejos, ahora ya no están frente a ti, sin embargo la torre sigue estando distante, y ahora un frondoso bosque se interpone entre ella y tú.

Teseida cae en la trampa, golpeándose contra algo cortante en el fondo del pozo. Por un momento está desorientada, ensangrentada, aturdida...

Estaba sorprendida por todo lo que había caminado, al ver lo lejos que quedaba el punto de mosaicos que hice en aquel tejado.

Allí arriba busqué la manera de poder quedarme a pasar la noche y cenar, me pareció buen sitio y hasta que anocheciese podría decidir qué camino tomaría a la mañana siguiente, en relación con el paisaje que veía. Todo era muy desconcertante.

Ahora ya las montañas las dejé lejos, y un bosque me separaba de la torre. La idea de adentrarme en un bosque me daba cierta confianza, estaba más acostumbrada a cruzarlo en Hiperbórea, así que, de alguna manera podría saber los peligros que ocultaba.

Poco a poco va llegando la noche. El lugar en el que estás te parece suficientemente seguro. La noche vuelve a pasar sin problemas, nada ocurre. A la mañana siguiente caminas hasta el borde del bosque, donde tus sentidos se agudizan. Aquí hay más estímulos que en las ruinas, hay árboles, pájaros, y arbustos.

Las ruinas van entremezclándose con los árboles, hasta que poco a poco apenas quedan piedras a tu alrededor, sólo verde. El bosque es sombrío y profundo, las copas de los árboles son cerradas, y apenas dejan espacio entre ellas para poder ver el cielo, al tiempo que dejan pasar poca luz.

No he descansado muy bien y mi cuerpo lo nota, creo que iré muy despacio. 

Durante un par de horas caminas entre la maleza y bajo las copas de los árboles. No puedes ver el sol, sólo la luz que se filtra a través de las hojas. No hay caminos, ni referencias, sólo árboles, rocas y arbustos. Pájaros que emprenden el vuelo asustados de tu presencia y algún pequeño roedor que huye al verte.

Temes haberte perdido, empiezas a desorientarte de nuevo, sin saber cuánto tiempo ha pasado desde la última ruina que viste, el aire parece más denso aquí, como si el bosque se cerrase sobre sí mismo y el aire atrapado entre el húmedo suelo y las tupidas ramas sobre tu cabeza no pudiese escapar y renovarse lo suficiente.

A lo lejos notas algo moverse, un brillo, unos ojos. Hay algo ahí delante, algo que intenta no ser visto, ahora inmóvil. Pero eres de hiperbórea, el bosque es tu medio, has crecido en él, y distingues la silueta de un lobo negro que te observa desde la distancia. Parece estudiarte, olerte.