Partida Rol por web

Me quedo un momento alerta por si se acercara alguno más. Cuando creo estar a salvo, me siento con mi espada en mi regazo, por el momento no me despegaré de ella. Busco en mi petate los ungüentos que traía y me los unto en las heridas, tengo varios pinchazos y el dolor me hace estremecer cuando me los aplico. Para aliviarme, bebo cerveza y me mantengo alerta ante cualquier sonido. Cojo algunos troncos que tenía para la hoguera además de los que me sobraron de hacerme la estructura del refugio y los coloco delante de mí, apoyados contra el "techo" de mi refugio, haciendo una especie de jaula, yo me posiciono detrás, así si alguien quiere atacarme antes se topará con ellos y podré despertarme a tiempo. Tras esto, apago mi hoguera.

A la mañana siguiente, cuando abres los ojos, el lobo está ante ti, al otro lado de las estacas, inmóvil, mirándote fijamente, esperando. Tiene el hocico lleno de sangre, al parecer ha desayunado mórloc. Es hora del segundo asalto.

Anoche bebiste hasta restaurar tu salud por completo, pero eso enturbió tu mente y no te has dado cuenta de que el lobo se ha acercado. Por suerte para ti ninguna otra criatura ha venido a visitarte mientras dormías.

Poco a poco me despierto y lo primero que veo es al lobo, parado frente al refugio y mirándome. Entiendo que no va a atacarme él primero porque, en ese caso, ya lo hubiese hecho.

Me muevo lentamente, y sin apartar la vista a mi visitante, compruebo mis heridas y veo que están mucho mejor, cicatrizan bien. Poco a poco, comienzo a retirar los palos desmontando así, mi jaula de madera. Mis movimientos son muy irregulares, voy echando al suelo troncos del lado derecho y luego del izquierdo, trato de confundirle y que no pueda adivinar mis siguientes pasos. Con el último tronco en la mano, me detengo frente a él y lo dejo caer, con bastante fuerza, en el espacio que hay entre los dos. Y lanzándole una mirada desafiante, doy un paso a mi izquierda y seguidamente dos a mi derecha, sin apartar la mirada.

Ante tus movimientos, el lobo parece confuso en un principio, pero finalmente se lanza sobre ti, dando un salto y clavando sus colmillos en tu brazo.

Tenía sus colmillos en mi brazo, sentí un profundo dolor y eso me produjo más rabia y fuerza para, con la otra mano cogerle por el cuello y empujarlo contra el suelo. Cuando lo tuve tumbado, eché todo el peso de mi cuerpo sobre él. 

El lobo sigue aferrado a tu brazo, pero se suelta. Intenta morderte de nuevo sin lograrlo.

Intento empujarlo con todo mi cuerpo, pero de costado para tratar de tirarlo al suelo.

Sus fauces se abren pero muerden al aire. Para nada parece más tranquilo el lobo.

Vuelvo a intentar embestirlo y tirarle al suelo, quiero dejarlo paralizado y tumbado.

Le sujetas y esta vez le tienes. Está inmovilizado pero intenta zafarse. Se retuerce, se gira con fuerza, intenta morderte, patalea, y finalmente desiste. Se rinde, deja de agitarse y se queda manso.

Has demostrado al lobo, por segunda vez, quién manda. Eres la Alfa, le has sometido, le has domado. Puedes ponerle un nombre, y cuando le llames acudirá a ti. Este lobo además, ya que perteneció a otro dueño hace tiempo, conoce algunos trucos que no necesitas enseñarle.

Cuando noto que finalmente se rinde a mi superioridad, voy aflojando mi fuerza contra él poco a poco y a la vez comienzo a acariciarlo -Tranquilo, calma tu instinto porque ya no lo necesitas- cada vez noto que está más manso.

Aunque sé que se ha desayunado a los restos de mi amigo de anoche, saco de mi petate una porción de ciervo. Primero se la dejo caer cerca de su hocico y cada vez voy acercando más mi mano, hasta que consigo que coma directamente de ella - Buen lobo, tranquilo, sé que te gusta un poco menos hecha la carne pero...no esperaba tu visita. Creo que tengo que ponerte un nombre a ver...déjame pensar...siempre nos hemos visto de día, entonces te llamaré Sköll, que era un lobo, hijo de Fenrir,  que  perseguía el carro del dios Sol, todos los días para devorarlo, igual que tú, que has intentado devorar mi brazo-  mientras le hablaba daba pasos hacia mi refugio pero ofreciéndole su premio para que me siguiera - Sköll toma..., Sköll ven...- 

Antes de comenzar mi camino dediqué un rato a curarme todas las heridas, las de hoy y las de ayer. Recogí mis cosas y comencé el camino pero esta vez tenía buena compañía.

El lobo te obedece, y cuando le sueltas se queda un momento a tu lado, lamiéndote la mano.

- ¡Auff!

Cuando empiezas a caminar ladra, da un par de vueltas a tu alrededor y sale disparado a través del bosque, y le pierdes de vista.

Sigues caminando durante unas horas, el bosque es denso, y en muchas zonas apenas puedes ver el sol por la frondosidad de las copas de los árboles. La humedad llega a ser asfixiante a veces. Sköll te está esperando sobre un pequeño montículo, pero no te mira a ti, mira en otra dirección.

Ahora tenía un compañero de viaje, pero me surgía una difícil elección, avanzar siguiendo mi instinto o confiar en que Sköll me guiase.

Suponía que anteriormente ya había sido domado por alguien, ¿pero qué habría pasado con él o ella?. Estaba claro que no le fue demasiado bien porque nadie salió jamás, a menos que, no fuera alguien del exterior. Tal vez, éste era su hogar desde siempre, pero y ¿porqué no se lo comío el monstruo? puede que fuese su mascota, muchas preguntas se agolpaban en mi cabeza.

Decidí que por el momento, dejaría que Sköll me fuese marcando el camino hasta que mi instinto me dijese lo contrario.

Siguiendo a tu nuevo amigo, miras hacia donde él mira, y descubres a dos mórlocs más, sentados en el suelo descansando. Parece que no te han visto ni notado tu presencia, parecen cansados y confiados.

Acaricio a Sköll en señal de buen trabajo, me ha llevado hasta estos dos bichos y en silencio, es muy listo mi lobo.

-Ataca- y le señalo a los monstruitos. Mientras él se va hacia uno, yo disparo mi arco y le doy. Guardo mi arco y envaino mi gran espada, comienzo una carrera hacia ellos.