Partida Rol por web

En el interior de aquel bosque me siento mucho más a gusto, casi como en casa podría decir. Es como si aparentemente, pudiera sortear cualquier obstáculo, muchas veces me perdí y tuve que ingeniármelas para encontrar la salida, así que esta vez no será muy distinta, espero.

Cuando me encuentro con el lobo me detengo expectante a su próximo movimiento, pero me asombra que permanezca inmóvil, entonces deduzco que tiene un comportamiento semejante a los de mi región. En Hiperbórea adiestrábamos algunos lobos adentrándonos en el bosque.

Era todo un arte, que aprendí a controlar. Primero hay que tener el conocimiento de que su naturaleza, no es agresiva si no se sienten amenazados. Debes mostrar la fuerza y la seguridad suficientes, a través de los ojos y de la posición del cuerpo. Ellos se quedan observándote y huelen que no quieres atacarle porque no tienes miedo. Que este lobo se haya quedado parado observándome es un buen comienzo para intentarlo.

Debes mostrar la fuerza y la seguridad suficientes, a través de los ojos y de la posición del cuerpo.

El lobo te mira, camina despacio describiendo círculos en torno a ti. Te huele, huele tu fuerza, si te mantienes firme no olerá miedo. Tiene curiosidad, se acerca un poco más. Puedes ver algunas heridas sobre su peludo cuerpo, él está atrapado aquí igual que tú, notas, puedes notar, que él te necesita tanto como tú a él. Sin embargo aún no tienes su confianza, y mucho menos su obediencia. Recuerdas cómo en Hiperbórea los tuyos doman lobos, osos, y otras criaturas de los bosques. Debes acercarte, dejar que se acerque, y luego pelear con él, sin armas, demostrarle tu fuerza, tu superioridad, sin herirle. Sólo una demostración así dejará claro quién manda, quién es el Alfa. En otras circunstancias sería más complicado, un lobo salvaje se tardarían días o semanas en domar; pero este lobo ya perteneció a alguien, ya fue domado una vez, ya sabe lo que es obedecer; así que sólo tendrás que recordárselo. El duelo ya ha empezado, si decides retirarte él habrá ganado.

El cielo se nubla súbitamente, unas nubes oscuras aparecen de la nada y se arremolinan violentamente. En cuestión de segundos estalla una tormenta. Zeus lanza un letal rayo contra el cuerpo de la joven amazona.

Pongo mis manos a la vista del lobo y poco a poco me voy acercando, calculo la distancia perfecta para abalanzarme sobre él y voy directamente hacia su costado con la intención de tumbarlo en el suelo.

No consigues apresarle, y el lobo se revuelve contra ti. Intenta morderte pero no te alcanza.

Todavía lo tengo relativamente cerca, así que lo intento de nuevo. Esta vez pruebo agarrándole las patas traseras y poniéndome de espaldas a su cabeza, por si me muerde que lo haga en mi carcaj

Vuelve a escurrirse entre tus manos y vuelve a intentar morderte, esta vez ha estado cerca...

Como veo que estoy cerca, me animo y lo vuelvo a intentar, soy una bárbara tozuda e insistente

Esta vez le agarras y le inmovilizas. Abos rodáis sobre la maleza del suelo del bosque. Intenta soltarse, es fuerte, pero le sujetas con firmeza. Se rodea e intenta morderte, pero puedes con él. No dejas que pueda contigo. Al cabo de un rato se rinde. Baja sus orejas y deja de resistirse. Has ganado.

Entonces le sueltas y empieza a correr a tu alrededor. Salta, jadea. Sale corriendo y lo pierdes de vista entre unos arbustos. Te quedas sola bajo los árboles.

Por el momento ese lobo sabe quién manda de los dos. Cuando vuelva a aparecer es cuando se decidirá realmente, hasta entonces, aprovecharé las horas de luz que me quedan.

Lo primero será ir buscando un sitio donde pasar la noche, mientras tanto, voy dando pasos sigilosos para no asustar a mi posible presa, hace días que no como caliente. Me parece ver a lo lejos unas matas de unas hierbas que recolectaba mi madre, recuerdo que daban mucha energía pero había que dosificarlas. Me acerco y sí son, corto un manojo y me meto una pequeña bola en la boca, el resto me las guardo en el petate.

Decido priorizar, y me pongo a buscar mi refugio. Sigo adentrándome en el bosque y veo un sitio perfecto, se trata de un hueco de tamaño mediano entre varios árboles. Busco algunos troncos y los coloco de manera que pueda hacer una estructura que pueda cobijarme, seguidamente corto hojas de plantas cercanas y las dispongo tal y como me enseñaron, la raíz para arriba y las hojas para abajo, así si llueve, el techo vegetal facilitará que el agua siga su curso natural hacia abajo. Coloco mi saco dentro.

Escarbo en varios puntos, casi haciendo un semicírculo delante y otro detrás de mi refugio, y entierro unas estacas que he fabricado de ramas gruesas. Una vez colocadas, las cubro con hojas para que no se vean. Unas trampas bien colocadas, le quitan todo ventaja por sorpresa a tu atacante cuando cae en ellas.

Dejo un montón de ramas preparadas en el lugar en el que haré una pequeña candela. Ahora que tengo esto listo, retomo la búsqueda de mi cena.

El bosque parece estar cansado, al igual que tú tras tanto esfuerzo. Todo lo que haces es cerca del mismo sitio, sin alejarte demasiado para no perderte. Tienes la sensación de que si lo haces, si vas un poco más lejos, ya no sabrás diferenciar un árbol de otro y quizá no puedas encontrar el refugio que has construido para esta noche. Aunque el bosque sea tu elemento no deberías confiarte.

Notas que la luz empieza a menguar, no sabes qué hora es, pero te parece una eternidad lo que llevas aquí, en este trozo de bosque. Debes darte prisa si quieres cazar algo.

No me podía creer la suerte que había tenido, ¡me iba a poner las botas! 

El tamaño del ciervo era un poco grande para llevarlo al hombro, tenía que arrastrarlo pero no quería que ningún otro animal pudiese seguir su rastro de sangre hasta mi refugio. Cubrí su herida presionando con hojas, de esta manera, tardaría un poco en volver a brotar sangre y como no estaba muy lejos me daría tiempo de llegar.

Aún así, soy precavida y cogí un par de ramas lo suficientemente rígidas pero con hojas al final, las crucé formando una equis y puse mi presa encima, debido al propio peso del ciervo no se separarían. De esa manera podría ir tirando de ella agarrando las patas trasera y las ramas,  a la vez que avanzaba. Pero no dejaría un surco muy pronunciado gracias a las hojas finales, aún así, el camino de vuelta lo hice con un pequeño zig-zag.

Con las ramas que utilicé para transportarlo, pude hacerme un soporte para atravesarlo y colocarlo encima del fuego. Mientras la candela prendía, limpiaba y descuartizaba a mi presa. Cuando lo tuve limpio de vísceras lo rellené con las mismas hojas con las que cubrí sus heridas, darían un rico sabor a mi asado. 

Me puse cómoda y me serví un poco de cerveza, la carne ya estaba en su punto. Corté una pata trasera, empezaría por una, seguramente caerían las dos. En ese momento de total armonía con mi entorno y mi estómago, sentía que los dioses me estaba recompensando. Sea lo que sea que esperen de mí, mañana seré toda suya, hoy me voy a dormir que me lo he ganado.

La cena de ciervo te sienta de maravilla. Estás sentada frente al fuego, descansando un poco antes de dormirte, cuando ves algo moverse entre unos arbustos. Demasiado tarde, el mórloc salta sobre ti empuñando una pequeña lanza.

El pinchazo es certero, y te ensarta por un costado. Debes reaccionar rápidamente pues los Morlocs nunca van solos.

Cuando más tranquila estaba, a punto casi de dormir, algo me ataca saltando sobre mí. No alcanzo a ver bien de quién se trata, siento una gran punzada en el costado y trato de revolverme contra lo que sea y echar mano de mi espada, pero no alcanzo.

Tu ataque falla y el mórloc vuelve a atacarte con su pequeña lanza. Es una criatura muy desagradable, maloliente, de la estatura de un niño, pero con las facciones y extremidades deformadas. Se lanza sobre ti, pero esta vez esquivas el pinchazo.

Como no consigo llegar a empuñar la espada, intento zafarme de la extraña criatura, pero no estoy ágil, he comido y bebido demasiado. 

El morloc lo vuelve a intentar, y esta vez te alcanza.

No era capaz de quitarme de encima aquello y mi cuerpo empezaba a resentirse, sólo recibía daño. Intenté coger cualquier cosa a mi alcance, un palo o un puñado de tierra para poder echárselo a los ojos a ver si podía tener alguna ventaja.

La horrenda criatura no parece mostrar ninguna piedad. Vuelve a intentar pincharte.

Cuando le lancé la tierra a los ojos pude tomar ventaja y me dio lugar para poder agarrar mi espada. Y con toda la energía pude acumular,  intenté darle un buen golpe.