Partida Rol por web

 Padre... aunque sea una India... bueno usted a matado... se encuentra bien?  Necesario veo que hable, suelte esa rabia, por favor, quiero que usted este bien, es mi único amigo en el pueblo

Antes de empezar a hablar el reverendo se tomó unos segundos para poner en orden sus pensamientos. Era algo complicado, con todo lo que tenía encima, pero finalmente suspiró y se inclinó un poco hacia adelante, decidido a comenzar de nuevo.

Al hablar ahora su voz era más cercana y su tono era de total disculpa.

- Lo siento. - Comenzó. - La situación me supera, y en parte lo he pagado con usted. No volverá a ocurrir. - Aseguró, bajando la mirada. No estaba acostumbrado a tener que pedir perdón, pero en esta ocasión sabía que había errado.

- Lo que el Sheriff ha hecho con Cody no tiene perdón. - Empezó. - Esta mañana alguien ha intentado matarme. Acto seguido, ese hombre me ha asignado esta caseta, haciendo que ahora todo forajido suelto tenga interés en eliminarme. Y durante todo el día he estado recibiendo a la gente a la que llevo asistiendo años, totalmente desesperada y temerosa por lo que está sucediendo. - Explicó antes de hacer una pausa.

- Incluso la indígena, que no tiene nuestras mismas creencias, vino a hablar conmigo. Me dijo lo de Giesie, y también que moriría con él. Me explicó cómo se sentía y yo no pude hacer más que prometerle que llevaré su cuerpo con su pueblo. Son muchas cosas para un día, Wyatt, para usted, para mí, y para cualquier persona con corazón.

- En este día he descubierto muchas cosas. Más de las que querría saber, de hecho. - Continuó. - Una de ellas es un puñado de personas en las que podemos confiar. Como usted. Como Susie. Ella fue atacada también esta noche, y ha tenido suerte de salir con vida. Gente como nosotros que está viviendo con miedo. Y, como dice, esto tiene que parar.

- Yo defendí a Francis. - Le recordó sin ningún rastro de rencor o deuda, simplemente para introducir su siguiente punto. - El chico me cae bien y no creo que sea alguien malvado. Pero también sé que aunque él no empuñase el hacha estaba con Giesie y Riley, y eso tarde o temprano le pasará factura.

- Usted no puede caer con él, Wyatt. - Continuó entonces. - Es una de las personas con más conciencia que tenemos por aquí, y alguien bueno de corazón. No quiero que muera nadie más. Pero usted menos todavía.

- Lo siento también por buscar cómo salvarle sin consultarle, fue un error. - Siguió. - Pero el tiempo apremiaba, fue una decisión tomada en los últimos minutos antes del ajusticiamiento. No podía ir a buscarle, esperar a saber qué le parecía, y hacerlo entonces. Me gustaría pedirle que piense que si no sucede nada con Francis lo que he hecho no cambiará nada, pero si él acabara muerto ahora usted puede salvarse.

- Estoy dispuesto a hablar de todo esto largo y tendido cuando todo esto termine, - Se ofreció al final. - incluso aceptaré que me exija algún tipo de compensación, aunque no se me ocurre qué puede ser. Pero para eso ambos tenemos que salir de esto con vida y la cosa está complicada.

- Esta noche va a haber más muerte. - Auguró. Aquello era terrible, pero esconderse de la verdad no servía de mucho. - Sin embargo, si nos coordinamos bien, podría ser la última.

- Tenemos la ventaja de que sabemos quiénes son los asesinos. Lila me confesó quiénes eran sus compañeros, y también los de Giesie. Hardigan, Riley y Francis. Sé que se le quedó un nombre en el tintero, pero el atardecer llegó antes de que pudiéramos acabar de hablar. Por otro lado sé el nombre de un puñado de inocentes entre los que se encuentran usted y Susie.

- Sólo quiero pedirle una cosa, Wyatt. Lo haga Francis o no, supongo que se reunirá con Riley para planear el asesinato. Hable con él, por favor: convénzalo como sea, pero no deje que vayan a por un inocente. Ayúdele a escoger un forajido como objetivo. O guíele hacia alguien y vigile usted a esa persona si quiere. Pero si está en su mano impedir que más sangre inocente caiga al suelo, por amor del Todopoderoso... Hágalo. Muchos dependemos de usted.

Una media sonrisa apareció en el rostro de Adam Strong al escuchar las palabras de la forastera. No había dicho nada más mientras ella entraba, y ahora se sentía sin saber muy bien cómo explicarle lo que pasaba por su cabeza. Aunque no tardó en encontrar las palabras.

- ¿Crisis de fe? - Preguntó mirándola a los ojos. Durante esas horas había sentido cómo un viejo calor había ido creciendo en su pecho, y ahora sabía con la más absoluta de las certezas que no desaparecería hasta que no hubiera tenido una conversación con el Sheriff. Una que no iba a acabar bien, eso era seguro. - No, para nada. - Negó con suavidad. - Ojalá.

- Que Dios nos observa es una realidad. No es algo que pueda siquiera dudar. - Empezó a explicarle. - Pero para llevar eso - Dijo antes de hacer un gesto hacia el alzacuellos. - hay que cumplir dos cosas: estar contento con él, querer representarle, - Comentó de manera rápida, como si fueran la misma. - y adoptar no sólo sus creencias, sino también sus métodos. Y ahora mismo no estoy en condiciones de cumplir ninguna de las dos. - Aseguró. La cadencia natural posterior sería un suspiro, pero este no llegó a abandonar sus pulmones. En lugar de eso conservó los ojos sobre la mujer, tomándose su tiempo.

- Cody no está bien, no. Pero lo estará. - Dijo antes de hacer una pausa. - Es huérfano. Uno más del Oeste. Sus padres murieron hace unos meses y él ni siquiera ha terminado de comprenderlo. - Explicó antes de que sus ojos se encendieran levemente, mostrando una ira más que contenida. - Ese hombre no tenía ningún derecho a hacer lo que ha hecho. - Aseguró, mascando cada palabra.

- Stolesouls y Prescott están enamorados- dijo, aún afectada por lo ocurrido- Prescott es uno de los que nos están cercando, al igual que Riley. -expuso- Por su parte, Lila me confesó que trabajaba con otras personas distintas. Ella y Red. 

Al escuchar a Rosalind Strong bajó la mirada durante un instante, recordando los últimos momentos con la aborigen.

- A mí también me lo dijo. - Confesó. - Era lo que quería comentarle a usted antes del atardecer. También supe lo de Stolesouls... y alguien ha hecho alguien al respecto, poniendo a Prescott en la misma situación en la que estaba Lila. Espero que podamos salvar a Stolesouls, como hicimos con usted.

- ¿Es consciente - Empezó entonces. - de que esta información es como una bomba de relojería, verdad? Usted y yo ya éramos unos candidatos perfectos hace unas horas. Como se sepa que sabemos esto...

- Si lo que dijo Lila es cierto, - Añadió luego. - el más peligroso de todos es Hardigan. Con su actitud está ganándose el favor de mucha gente. Además es con quien ahora Francis se encuentra a escondidas.

Maybelle escuchó todo el discurso del reverendo con seriedad, contemplando al hombre en silencio y sin moverse hasta que terminó de explicarse. 

Cuando guardó silencio, la mujer se calló la respuesta obvia, "Pues mátelo", pero no era difícil leerla en sus ojos. Tan sólo asintió con la cabeza y empezó a liar un cigarro. - Puede que a los del pueblo les parezca raro que no lleve eso puesto. - Comentó, mirando brevemente el alzacuellos. 

Terminó de preparar el cigarro y lo prendió en silencio. La garganta empezaba a rascarle, haciéndola consciente de que estaba fumando más de lo habitual en los últimos días. Pero ciertamente, había poco más que hacer en ese agujero de mala muerte. Fumar, beber, matar y morir. Su propósito no había avanzado lo más mínimo y en ese momento se veía envuelta en una situación que no quería, pero de la que no era tan sencillo salir. 

No dijo nada hasta que soltó el humo de la segunda calada. Entonces miró al reverendo e hizo un gesto con la barbilla, llamando su atención. - ¿Cuál es el plan? ¿Necesitan que haga algo esta noche?

El reverendo sabía de sobra lo que la mujer pensaba al terminar. Evidentemente él haría lo que tenía que hacer. Ya se lo había dicho en cuanto ella había entrado. Sin embargo cada cosa tenía su momento, y algo así mal planteado podía terminar en tragedia.

- No llevar eso implicaría dejar de ser un confesor. - Comentó entonces. - Y voy a utilizar los secretos de esta gente para sobrevivir. - Aseguró con rotundidad. - Los vamos a utilizar los tres. - Completó entonces, mirándola a los ojos.

- Luego, ante su pregunta, la observó durante algunos instantes antes de hablar. - Yo ahora iré a ver qué regalos nos han traído Giesie y los demás. - Explicó. - Preveo una noche movida. Cuatro ataques, cinco tal vez. Con un poco de suerte, seis. Salvo que tenga alguna oferta adicional, usted sólo asegúrese de sobrevivir.

Maybelle mantuvo la mirada del reverendo sin decir nada, expresando con su silencio aceptación. Sin embargo, una sonrisa de medio lado se esbozó en sus labios con las últimas palabras del hombre. No pareció sorprenderse por la cantidad de ataques que preveía el sacerdote. Lo cierto era que después de lo sucedido no le extrañaba en absoluto que el pueblo entero tomase las armas. Y era consciente de que ella no contaba con demasiados amigos entre los habitantes de Bala Dorada.

- Haré todo lo posible por dormir con un ojo abierto. - Aseguró antes de añadir algo más, con una pizca de ironía. - O beberé lo suficiente para no enterarme si deciden volarme los sesos. - Se encogió de hombros. - Quién sabe.

Llevó el cigarro a sus labios y aspiró una nueva bocanada larga, con la que apuró hasta la colilla, antes de hablar de nuevo. - Le dejo entonces que haga su parte, Adam. Se hace tarde y tendrá que descansar después.

Se puso en pie y guardó la bolsa de tabaco. - Ha sido un placer conocerlo. - Hizo una pequeña pausa y lo miró a los ojos. - Espero que volvamos a vernos mañana. - Rozó el ala de su sombrero y empezó a caminar hacia la puerta. Sin girarse, añadió algo más antes de salir. - Cuide de la señorita Watson.

- ¿Hardigan? ¿Usted cree?- preguntó, confusa- ¿Cuál es su papel en todo esto Reverendo? Yo ya le he comentado cuál es mi estrategia. Y ahora me planteo a quien emborrachar esta noche, porque con unas sospechas tan altas optar por Prescott no sería algo eficiente. Es mejor poder descartar a otros. 

Adam Strong asintió ante las primeras preguntas de la cantante. Su rostro estaba ligeramente endurecido desde lo sucedido en las votaciones, pero aún así le dedicó una mirada amable antes de volver a hablar.

- Es usted la primera persona que me pregunta esto. - Comentó, aunque no parecía por ello incómodo. - En algún momento de la noche yo me acercaré a los que han caído durante el día. Giesie, Lila... Ya sabe. - Empezó a explicar. - Les prepararé para darles sepultura, aunque a ella he prometido llevarla con su pueblo. Si llevan encima algo que nos permita comprobar qué era lo que hacían, bueno... - Dijo, dejando la frase a medias. - Se lo diré.

- Si duda sobre a quién emborrachar, Rosalind, tenemos dos opciones: fiarnos de las palabras de Lila, o no hacerlo. Si toma la segunda, compruebe a Riley, por ejemplo. Pero si decide confiar en lo que dijo emborrache al Coronel o a McFinnigan. Son dos de los pocos que no me han dado ninguna pista, y eso me escama.

- O siempre puede beber conmigo. - Se ofreció al final, con una sonrisa amarga. - Con todo lo que está pasando no me vendrían mal unas jarras.

Cuando vio que el reverendo la llamaba, Susie lo dejó todo con disimulo y tras unos minutos llegó a la caseta con paso rápido. Seguía teniendo las ojeras, aún más marcadas que antes. Entró sin llamar, pasó y se sentó de nuevo en la misma silla de antes mientras observaba al reverendo con curiosidad.

¿Qué pasa, padre? ¿Alguna novedad? Porque yo sí tengo cosas que contar...

Pasaron varias horas antes de que el reverendo estuviera en disposición de hablar de nuevo. Hablar con Cody y tranquilizarle con respecto a lo sucedido lo primero. Dejarle las cosas claras al Sheriff lo siguiente. Luego hablaría con Susie. No había dado tiempo antes del ajusticiamiento: luego ya habría oportunidad.

Cuando ese momento llegó se podía notar la crispación del reverendo. Su tono a la hora de hablar era ahora, eso sí, mucho más seco, sin poder apartarse de la mente la imagen del pequeño Cody empuñando un arma. El hombre tenía la chaqueta abierta, mostrando sin ningún tipo de reparo la camisa ensangrentada. Sus ojos se encontraban aún encendidos por un enfado a medio masticar y sus manos descansaban sobre la mesa, tomando de vez en cuando una especie de amuleto indio para jugar con él.

- Cientos, Susie, cientos. - Le dijo, totalmente desmejorado, haciéndole un gesto para que se sentase. - Pero tú primera. - Dijo formando una sonrisa cansada. - Sé que tienes algo que contarme.

La camarera tenía también un aspecto horrible tras lo que habían presenciado. Sin embargo, la actividad la había mantenido ocupada, a pesar de que su mente seguía centrada en el cadáver de Giesie. Observó con ojo crítico al reverendo. Sabía que había pasado unos momentos terribles. Pero también había sentido algo cuando disparó a Lila. Como si fuese algo de mutuo acuerdo. El reverendo no había mostrado sorpresa alguna. Susie suspiró.

- Supongo que lo justo es intercambio por intercambio... Creo que habías hablado con Lila de antemano sobre lo que iba a ocurrir. Y para poder dormir tranquila esta noche, necesito saber que era la culpable. Si confesó de alguna manera. Yo por mi parte he descubierto que la agente de Pinkerton sabe más de lo que parece. Sabía que estaba herida y dónde.

La mujer siguió observando al reverendo, pero no añadió nada más. Pensaba en la desgracia de aquellos dos jóvenes enamorados y se le revolvía el estómago.

- Ambos eran culpables, pero de grupos distintos. - Sentenció Adam Strong con voz grave, aún con el amuleto de la india en las manos. - Finalmente ella me confesó lo de Giesie. - Explicó antes de mirar a la mujer a los ojos. - Hablamos. Mucho. No compartía nuestras costumbres, pero no quería morir. Y menos aún quería que lo hicieran los dos recién llegados.

- Me he comprometido a llevar su cuerpo a su padre cuando todo termine y podamos irnos. - Continuó después. - Si yo no pudiera, Susie. - Dijo, dejando claro lo que eso implicaba. - ¿Podrías hacerlo tú?

Susie escuchó las palabras del reverendo en silencio, procesando lentamente su significado. Durante unos segundos, calló. Pero después abrió la boca y sus palabras fueron duras.

- Eran culpables... Pero de grupos diferentes. Me estás diciendo, entonces que hay dos... Bandas o grupos de personas que están asesinando en Bala Dorada. Y eso no me gusta nada. Además, si sospechaba que sabías que era una asesina, ¿por qué se resignó a morir sin luchar? Buscaba quedarme en paz, pero lo único que siento es inquietud. Algo me dice que esto no ha acabado.

Durante otro momento permaneció pensativa.

- Sin embargo, intentaré hacer cumplir tu promesa si por algún motivo no puedes. Aunque al final fuese la India quien nos clavó el hacha por la espalda, supongo que todas las almas merecen la salvación, ¿no, padre?

- De hecho... - Empezó Strong, tras asentir a su pregunta sobre el alma. - El grupo de Lila fue quien fue a por ti. El otro se encargó de El Ravender. Lo mío... - Dijo antes de girar sus muñecas, mostrando las palmas de sus manos. - De eso aún no tengo explicación.

- Murió sin luchar porque sabía que Giesie estaba perdido, y no quería vivir sin él. Se amaban. - Explicó mirándola con calma. Sentía el cansancio pesándole en los hombros, todo lo sucedido en el día... Pero aún tenían mucho por hacer.

- Hizo un último acto de arrepentimiento. - Siguió después. - Me dijo quiénes eran los otros forajidos, tanto sus compañeros como los de Giesie. - Enunció antes de hacer una pausa. - Son muchos, Susie. No sé cómo vamos a salir de esta.

Susie clavó la vista en un punto fijo más allá del reverendo y así permaneció durante unos minutos. ¿Sería cierto? Era verdad que Lila se había sacrificado por Giesie, por lo que debía amarle de verdad. También era cierto que sabía que estaban condenados, por lo que era posible que hubiese confesado. El reverendo era una persona persuasiva a pesar de su talante calmado. Lo que le extrañaba a la camarera, que si de algo sabía era sobre la naturaleza humana, es que la joven india hubiese delatado además al resto de forajidos. Su mente saltaba rápido de una idea a otra. ¿Y si Lila le había mentido al reverendo, sabiendo que tenía ya un pie en la tumba? Preguntas y más preguntas. Tras aclarar un poco sus pensamientos, volvió a mirar a Adam Strong. Había una nueva determinación en su mirada.

- Está bien. Intentaré creer que Lila no te ha mentido sabiendo que su hora se acercaba. Necesito que me digas todo lo que sabes. Yo también tengo un par de fuentes de información e intentaré sonsacarles lo que sea necesario. Vamos a ver, padre, ¿de cuántas personas en cada grupo estamos hablando? ¿Quiénes son? Podemos intentar descubrir más sobre ellos, averiguar si realmente son lo que Lila decía que eran.

La mujer se llevó una mano a la cara y se frotó los ojos.

- Hay tanto que hacer... - Suspiró.

No sabia nada del ataque a Susie. Recibió la mera idea cerrando los puños con tensión mal contenida. Pero nada dijo. Si daba crédito a las palabras del Reverendo, ¿seria verdad lo de un segundo grupo de salvajes sadientos de sangre? ¿qué le pasaba a ese pueblo? ¿Qué le pasaba a la gente?

Mudo. Y con el rostro cansado y agrabado. Asintió una sola vez a sus frases e hizo ademán de girarse y salir.

Lo había oído todo, pero quizás se veia superado con todo aquello. Quizás necesitaba reposo o la meditación de unas horas. Recomponerse. Igual aceptaría la petición de Strong o quizás no haria otra cosa que meterse en un agujero y llorar. Puede que hubiese hecho algunos actos heroicos en su vida pero eso no lo hacía necesariamente un héroe.

Giesie, Lila, Hardigan, Riley y... Prescott. ¿Aun faltaba un nombre? -Si la chica se guardó un nombre... -dijo al fin. -Posiblemente. Posiblemente fuera porqué esa persona no quería que sufriese ningún daño.- Es la conclusión que llegaba al ponerse en su piel. De ser así, eso solo les legaba una persona y el avispado hombre religioso debería de saberlo igual. -Rosalind.- dejó que sonase como un quejiido su tiro verbal.

Terminó de girarse. -Si. Si veo al senyor Prescott. ¿Qué nombre doy? ¿El de ese tal Red?- Solo esperó una leve confirmación o otro objetivo antes de perderse y mezclarse en la noche.

Al escuchar la respuesta de la mujer el hombre tardó algunos segundos en responder. Cuando lo hizo su voz fue pausada, dando a cada palabra su importancia.

- Confío en que las personas que me dijo del grupo de Giesie son ciertas. Les odiaba por traicionarle, pues ambos le votaron. Sin embargo, en cuanto a sus propios compañeros tengo más dudas. - Explicó antes de hacer una pausa. - También he contrastado esa información con lo que alguna persona bien enterada sabe, y parece cierto: En total quedan al menos cuatro, y dos de ellos son Riley y Francis Prescott. Y es casi seguro que otro será Hardigan.

- Comprendo - Susie suspiró. Estaba tan cansada que ni reaccionó al escuchar los nombres, había sido un día demasiado intenso, con demasiadas sorpresas. Sintió un gran dolor al escuchar el nombre de Red, sin embargo
Lo conocía de hacía años. Le respetaba. El reverendo vio sus pensamientos reflejados en la cara de la camarera.

- Veré qué puedo hacer al respecto. Pero necesitamos una forma de asegurarnos de su culpabilidad una vez son ajusticiados, no quiero que la muerte de inocentes recaiga en mí. No sé cómo podemos hacerlo, si habrá alguna manera de saber quién miente y quién no...