Partida Rol por web

Al ver como Owen tomaba asiento a la mesa, como uno más, Margaret frunció el ceño. No es que se le hubieran subido los humos a la humilde enfermera, si no que aquello iba en contra de todo lo que dictaba el protocolo. Cada quien, en su clase, debía conocer el lugar que le tocaba y si aquel hombre no era capaz de respetar unas sencillas normas de educación ¿qué más se podía esperar de él?

Guardándose sus opiniones para sí, alzó la copa ante el brindis pero sin el menor esbozo de alegría. No le agradaba la actitud del señor Cray como así tampoco creía que aquel fuera momento para festejos. Sin embargo una punzada de culpa la atravesó. Si Cray era inocente, corría el riesgo de no llegar a ver nunca a su hijo y eso era un castigo demasiado cruel, incluso para alguien que había asesinado a muchos en nombre de otros.

Dejó de divagar acerca de la vida y volvió a centrarse en el asunto de vida o muerte que los envolvía.

-Aunque me cueste admitir que estoy de acuerdo con alguien tan... desagradable como el señor Von Baach, ya han pasado unas cuantas horas y la conmoción no es excusa para permanecer en silencio. Me da la impresión que quienes no están colaborando con la investigación de las muertes y quién o quienes se encuentran detrás de ellas, permanecen callados para no incriminarse. No puedo asegurar que sea un signo ineludible de culpabilidad, pero que no se unan a los esfuerzos por hallar a los asesinos me da mala espina.

- Eso...Señorita Margaret, significa que ¿tendré el placer de gozar de vuestra compañía en el salón mientras asentamos la comida y analizamos lo que ha estado pasando? ¿Esa manera de colaboración  le parece adecuada?

No pudo evitarla. Intentó hacer buenas migas con las damas que rápidamente y de manera cortés no le habían hecho mucho caso, pero...que narices, si iba a morir al menos que quede en su recuerdo cosas bonitas.

Tras la muerte de Ágape, Margaret había prestado poca atención a la suerte que había corrido el señor Arbuthnot, pero llegados a ese punto, mejor apoyarse en una cara conocida que seguir estoicamente sola hasta el final. Si bien no lo conocía demasiado, era con el que más había llegado a intimar de los que vivían, por lo que le merecía algo más de confianza que los demás.

-Permítame corregirlo Sean. Soy una señora... Pero no tendré inconvenientes en acompañarlo al salón para continuar con nuestro ejercicio mental. Sir Gustave, usted debe tener conocimientos del proceder de la policía en estos casos. ¿Sería posible que elaboremos un protocolo para intentar aprovechar al máximo las pistas que tenemos? Cada hora cuenta y me temo que, si no resolvemos pronto esta situación, alguien más morirá esta noche.

Precisamente esa es mi intención señora. Primero situar a todos las personas sospechosas que podamos en el momento del crimen. En nuestro caso, ya que no conocemos el momento exacto del crimen, no tenemos un momento exacto, así que es casi imposible que alguien tenga una coartada continuada, sin embargo, gracias a intentar reconstruir los hechos, podemos detectar incongruencias como la que he expresado en forma de interrogantes al señor Dyle. En realidad, en un crimen normal, con los medios apropiados podríamos establecer una hora del crimen y estrechar el cerco temporal. En un caso como ese, los primeros sospechosos serían precisamente los que no habían salido de sus cuartos. Pero este caso es el opuesto. Al no haber un tiempo del crimen, creo que es válido pensar que los que no han salido de su habitación son menos sospechosos

Si la policía estuviese aquí, encerrarían a los sospechosos aislandolos e impidiendoles actuar. No sé hasta que punto podemos hacer esto, pero les propongo elegir a alguien, el más sospechoso y aislarle, si es posible, encerrandole en alguna habitación. Dado que todo apunta a que vamos a pasar otra noche aquí, creo que es nuestra mejir opción.

Con esto también les animo a no permanecer solos. Si confían en alguien, busquen su cercanía. Quizás así aumentemos nuestra propia seguridad. Y si deben quedarse solos, atranquen las entradas a su habitación si es posible. Hoy muchos dormiremos con un ojo abierto. Confío en que eso ayude, pero no nos engañemos. Si hay asesinos sueltos, seguiremos corriendo peligro hasta que consigamos aislarlos.

No es nada definitivo, lo sé, pero lamentablemente, no contamos con muchas mejores opciones.

Dicho todo esto, vuelvo al inicio. El señor Dyle sin duda me dará una respuesta próximamente con la que seguramente me convenza de su inocencia, pero actualmente es mi punto inexplicado, y por tanto el foco de mis suspicacias. No es nada definitivo, pero si hubiese que aislar a alguien, yo le aislaría a él.

Por otro lado, las figuras pueden srr la clave. Si el asesino está jugando con nosotros (cosa que parece ser) o bien su ego nos lanza un desafío con la pista de las estatuillas, o bien nos pretende despistar con ellas. Confío en que sea el primer caso, pero les confieso que, si es así, aun no he podido encontrarle un sentido. Tengo varias teorías, pero no sé aun si nos pueden ser de utilidad... ¿alguien podría decirme lo que saben de los fallecidos? Por poco que sea, quizás sea de utilidad

La ceja de Penny volvió a alzarse cuando la exaltada francesa le dijo que ella estaba alterada. La contempló con mirada entre curiosa y divertida, con la misma actitud calmada que había mantenido todo el rato, pero pensó que ciertamente no era necesario que le respondiese nada más. Ya le había dado sus explicaciones y la doncella no parecía muy dispuesta a escuchar nada que no fuese su propia voz. 

- No merece la pena, Wes. - Dijo hacia él, poniendo una mano en su brazo y sin poder contener una pequeña sonrisa al escuchar su imitación.

- C'est la poêle qui se fout du chaudron. - Murmuró en un perfecto francés, adornado graciosamente por su acento británico. Una no se criaba en un reputado colegio para señoritas sin aprender el idioma de moda.

Después se unió a los que se dirigían hacia la mesa, no tenía más que decir y el señor Cavanough lo había expresado todo con gran claridad. Tuvo cuidado con no tomar nada que no hubiera visto a otro probar antes y aceptó con una sonrisa la copa que le tendía el caballero. Escuchó las conversaciones que tenían lugar mientras comía y tras la intervención de Everett se quedó pensativa un instante, haciendo memoria.

- En el rato que estuve en la biblioteca, el tema de conversación versó sobre la posible presencia de los anfitriones camuflados entre los invitados y de quiénes podrían ser en ese caso. Se planteó también la cuestión del porqué estamos aquí. Mencionamos un posible intento de extorsión o sencilla diversión. El señor Crowden mencionó la posibilidad de que estuviéramos aquí para pagar por nuestros crímenes. No sé en qué derivó la conversación después, pues me marché, pero en el rato que estuve no vi nada que pudiera resultar en la muerte de ninguno de los presentes. - Hizo una pequeña pausa y se encogió de hombros, mirando al muchacho. - En la cocina hablamos más o menos sobre eso mismo. 

Escuchó entonces a la señora Beddingfeld y sus ojos azules recorrieron a los que permanecían más silenciosos, pero pronto su mirada se vio atraída por el discurso del señor Cavanough y asintió cuando él mencionó sus dudas sobre las estatuillas horrendas. 

- Yo también creo que en esas estatuas -o más bien en la ausencia de algunas de ellas- está la clave. He estado dándole vueltas a esos versos, pero no he sacado nada en claro, si le digo la verdad. Sobre todo me escama que falten dos, cuando ha habido tres cadáveres.

Está claro que somos parte de un juego el tímido Erasmo se levantó de la silla y encendió un cigarro de forma muy nerviosa Un terrible juego ideado por unos anfitriones que nos han traido hasta aqui con engaños y tretas, unos anfitriones que hasta el momento ni siquiera se han mostrado ante sus invitados.

No se ustedes pero yo quiero salir de este lugar en el que me siento atrapado a expensas de un terrible plan con quien sabe que proposito. Quizás deberiamos preocuparnos por eso en vez de lanzarnos acusaciones los unos a los otros.

Ademas, si la señorita apareciera envenenada, nuestro buen doctor seguramente tuviese tiempo para reaccionar y mantenerla entre nosotros

El doctor sonrie por la ocurrencia -si alguien nota sabor a almendras amargas, temblores, sudores frios o paralisis de la lengua, por favor acudan a mi rápidamente. Tal vez aun se le pueda salvar-

Cuando Owen se sienta a su lado, auqnue por un momento frunce el ceño luego decide dejarlo pasar y le va comentando algún detalle de los platos que va probando, ya que el no debe estar muy familiarizado con la cocina francesa

Sigue el resto de las conversaciones con atención aunque sin intervenir demasiado, como dicen algunos es imposible asegurar nada a estas alturas. Aunque la pregunta de Gustave al señor Dyle queda pendiente

-sobre las dos estatuas y tres víctimas. Creo que a la señorita Agape no le corresponde estatua ya que no fue asesinada, sino que se suicido. Si podemos creer las palabras del señor Barrow, ella y Fausto estan felices de haberse reunido en el mas alla. Tal vez había una historia de amor entre ellos y al encontrar a Fausto muerto Agape decidio poner fin a su vida. Trágico, pero cuadra. Si podemos creer al señor Barrow claro-

"¿tal vez era eso lo que querías decirme anoche Fausto? ah, te echare de menos"

Gracias Doctor por sus consejos, a saber a cuantos habrá visto en persona con esos síntomas, sobre lo que dice el Señor Cavanough de encerrar a alguien no es mala idea, pero a quien? El mas sospechoso puede ser el mas inocente y viceversa, sin olvidar que doncellas y mayordomos siguen trabajando como si nada rodeados de asesinos, m as inquietante aun, siguen como si nada rodeados de un violador y las mujeres salen solas de noche? Esto es una locura, en caso de que el servicio siga aquí cual es la causa? Buen sueldo…., una paga extra… o quizás el servicio sean los propios anfitriones… sea como fuere yo si fuera uno de ellos estaría muerto de miedo, otra cosa que no entiendo es como saben de nuestras dotes, tenemos amigos en común? Quizás alguna de las victimas sean familia o amigos de los anfitriones… muchas muchas dudas tengo.

La señora Bennett cogió con precaución la taza de te que Owen le ofreció y asintió tímidamente ante sus palabras, en parte tenia mucha razón, por otra parte tanto el escritor como el doctor hablaron sobre el veneno y eso la tranquilizo a la vez que la preocupo por partes iguales, mas razón para necesitar una tila, por lo que se arriesgo a probar un sorbo y después otro hasta vaciar media taza, para acto seguido esperar paciente a esos 15 minutos.
-Al menos es sabor es bueno, pero no se a que sabe el veneno, no puedo creer que este pensando en esto.

En silencio durante ese largo tiempo escucho que Owen seria padre, eso siempre era tema de celebración, por lo que le provoco una sutil sonrisa, pero amargamente desaparecida al recordar al instante después donde estaban y que estaba sucediendo.
-Creo que ya pasaron los 15 minutos...

-Corroboro las palabras de Penny respecto a la cocina, a su llegada, nosotras a penas habíamos intercambiado unas palabras, cada una buscando cafe y leche, al llegar ella, empezamos a preguntarnos sobre los dueños y si seria posible que ellos estén entre nosotros.-Quiso aportar en referente a lo ocurrido en la cocina.

-Y sobre quien salio a noche y quien no. La verdad es que solo podemos saber de quienes hemos admitido salir y que con quienes nos hemos cruzado o quedado pueden corroborarlo, por otra parte otra gente que no se haya reunido con lo que han nombrado hasta ahora, bien pueden haberse quedado en su habitación, a ver invitado a otro o incluso haberse reunido en otro sitio sin ser vistos o escuchado por otros. Con lo que pretendo decir es que: Quienes dicen a ver estado solos, tan solo tienen su palabra en cambio los reunidos pueden corroborarlo el resto, por lo que descartarlos es un tanto absurdo, decir una mentira es tan fácil como ser mal educada.-Comento un tanto acalorada, seguramente por culpa de los nervios. Quiso dar otro sorbo, pero la tila ya había perdido todo su valor. Sobre las estatuillas, ella a diferencia del resto no tenia una teoría, pero las palabras del doctor le pareció las mas correctas.

Escucho a uno de los mas jóvenes y quiso responder al menos a una de sus preguntas.
-Hijo, perdón tal vez le moleste. ¿Sr o Snrt.Schuls? Tal vez pueda responder a una pregunta sobre el violador y las mujeres, escuchando el gramófono, sus victimas eran jóvenes, mas jóvenes que ninguna de nosotras hoy, por lo que estaría yendo en contra de su forma de pensar y por lo que e escuchado hasta el momento de ese horrible hombre, es de ideas concretas. Por otra parte, si alguna de nosotras mañana amanecería muerta y violada.-No pudo evitar que su voz temblada al decir aquello.-Entonces él seria el objetivo de todas las miradas, no creo que aun siendo un asesino se expusiera tanto.

Everet al escuchar a la Señora Bennett sonrió y se coloco junto a ella para seguir la conversación.

Me alegra que alguien me escuche al fin  Señora, todos los que hemos matado lo hemos hecho de alguna manera, seria obvio determinar si a sido una escena manipulada o forzada que una propia de algún asesino, asesino silencioso en este caso ya que ninguno escuchamos los disparos, ni  el supuesto suicidio, ya que cuando lanzas a una mujer al vacio o ella se lanza por si misma lo mas natural es que grite, tampoco hay nota de suicidio propiamente dicha, con lo que me lleva a pensar dos cosas, el asesino era un verdadero profesional dada su suerte al no haber sonidos de disparo y que la Señora Agape fue drogada o golpeada antes de ser lanzada al vacio.

Von Baach ya se encontraba comiendo en la mesa con los demás, sin ningún temor de hecho, su convicción de que si alguien lo quisiera muerto en esa cena sería envenenado o de alguna otra forma, pero fácilmente cumpliría su objetivo. De pronto, percibe en boca de una de las comensales las palabras que nombraban su apellido.

- No se porqué me cataloga como alguien desagradable, Señora... Disculpe, ¿Cuál es su nombre si me permite preguntarlo? Pregunta mirando a Margaret Beddingfeld.

Mientras mira con extrañeza la mujer que lo trataba de desagradable sigue a la escucha de lo que sucede en su costado... Una Señora y un niño tirando indirectas de su crimen.

- Ejem!, Señora quedese tranquila que no está en las edades que me interesan, créame que puede salir a las horas que desee, no se preocupe yo la escolto si lo estima conveniente... Ahora si alguien la llegase a ultrajar, no creo ser el culpalble... Dice mientras suelta risotadas burlonas entre palabras.

Luego vuelve a mirar a Margaret Beddingfeld.

- Está bien, tienes razón. Soy desagradable... culpable de eso. Toma y bebe de una copa de vino.

-Margaret Beddingfeld, señor Von Baach... Y ya ve, usted mismo ha respondido a su pregunta -la mujer no pudo evitar crispar su expresión ante la escena acontecida. Sin embargo, aunque Von Baach era culpable de crímenes atroces y se jactaba de ello, la Beddingfeld no creía, al menos por el momento, que aquel monstruo fuera la mente retorcida que se escondía tras los asesinatos de Crowden y el italiano. El rubio encontraba su placer en otra clase de sufrimiento.

Se sintió un poco incomoda al ver como aquel muchacho se acerco tanto a ella, y mas sabiendo que era el artífice de la muerte de su propia madre.

-Puede tener razón en sus palabras joven, pero en ese aspecto tal vez todos y casi todos sean.-Trago saliva y cerro los ojos.-Seamos profesionales.

Por otra parte el violador no tardo en sacar punto a lo dicho por ella, por lo que se llevo una mirada de reproche, algo que seguramente hasta le aria gracia.-Ya lo ha visto joven Schuls.-Ya que aun no le había respondido ha como referirse a él decidió usar su apellido simplemente.-Ese hombre a corroborado zafiamente lo dicho por mi.-Ni siquiera se digno en mirarlo.

- En ningún momento, señorita Eleanor, -dije con cierta musiquilla al haber notado la molestia en el tono de voz de la sirvienta- he negado que estuviese en la biblioteca. Sólo he dicho que usted y el señor "Albert" pretendían reunirse... Y por lo visto no he sido la única que se ha percatado de los cuchicheos. Gracias a Dios. -Hice un leve gesto con la cabeza en dirección a la viuda, Sally Miles. Agradecí que alguien más en la sala tuviese ojos y se hubiese dado cuenta de ello. Habían sido taaaan taaan obvios.

Mientras interviene el resto, como ya es costumbre, me quedo callada y continúo anotando datos en la libreta. Me resultaba curioso que, de repente, alguna gente comenzase a reconocer que se conocían entre ellos cuando en un principio no debía ser así. Era lógico, pensé, que se lo hubiesen querido callar, pero igualmente eso perturbaba mi tranquilidad.

Al servirnos la comida, aproveché para recuperar fuerzas. Había sido una noche demasiado tensa, y no quería que la que se aproximaba me cogiese sin fuerzas. Si alguien venía a por mi, al menos le daría guerra.
No comenté nada al respecto de que el señor Cray fuese a ser padre, pues lo cierto es que sólo podía pensar en la mala suerte que había tenido, aunque sí que alcé la copa y le dediqué una sonrisa.

- Sinceramente, no entiendo por qué le ha cogido tanta tirria al señor Cavanough. -Miré a la sirvienta con abre fácil incorporado*.- Es cierto que ha sido el primero en hablar y que por ello podría tratarse de uno de los asesinos para así tenernos en el bote (aunque en realidad, estando como estamos, cualquier excusa vale para acusar a alguien, como ya han mencionado), pero en ningún momento ha dicho nada descabellado, es más, todo parece tener bastante lógica al menos de momento. Y parece querer ayudar. ¿Por qué se centra tanto en él? Sobretodo cuando hay gente que ha estado reuniéndose en secreto y que, al ser descubiertos, han tratado de hacer como que no ha ocurrido.

- Eso, son los pequeños detalles de los que hablo. Escusas raras, e incongruentes, que necesitamos más tiempo para estudiar, el gramófono que el pobre Owen no recuerda quién se lo dió o si ya estaba el disco puesto...La agresividad exacerbada de la sirvienta que sigue sirviendo... poco más me llama la atención de todo esto parece que necesitaremos más tiempo....puesto que por las noches supongo que volverá ha haber todo ese trasiego de gente, y puesto que no se me ha permitido tener esa charla que la Señorit...ra, señora Beddinfield...¿Qué tal si nos encontramos en la noche en el salón?  así quien quiera venir que venga y nos libramos de escusas absurdas al día siguiente...el padre de mi abuela era Alemán, me ayuda a ser pragmatico y directo....pero con bastante menos grima que aquí nuestro amigo Von Baarch

Entre todos los comentarios, su nombre había salido a relucir varias veces, así que Morstan tomó de nuevo la palabra:

-Si quedamos el señor Dyle y yo o no, visto lo visto, no es determinante, pues más gente lo hizo. Como dije, yo sólamente acudí a la biblioteca, y a Dios pongo por testigo que no cité allí a nadie. Si quieren creerme o no, allá ustedes. Yo no he matado a nadie. Quienes estuvieron en la biblioteca, que no fueron pocos, saben lo que allí se habló, y que yo no dije una sola palabra. La grabación nos afectó a todos, y nadie sabía que era la peor noche para salir del cuarto. Dios no lo quiera, pero.. ¡quizás debemos tener más cuidado con quienes salgan la noche que nos espera! -se santiguó. Tras una pausa, continuó:

-El gramófono estaba en la zona de servicio, como se dijo, sin uso, y lo trajimos porque me pareció que aquí sería más útil, como finalmente sucedió al pedir ustedes mismos música. No sé nada del disco ni la grabación que en él estaba. No fui yo quien puso en marcha el gramófono, ni quien eligió el disco justo, ustedes lo vieron. Y ya lo de que los miembros del servicio podemos ser los anfitriones.. -Hizo una mueca de disgusto-.. Ahora que saben todos lo que nunca quise que se supiese, he de admitir que fui obligada a venir por carta, so pena de hacer publica esa infame acusación, que truncaría mi vida. No quería que ello sucediese, ¡fuí extorsionada! -comenzó a llorar levemente de la vergüenza-.. Allá ustedes si no me creen, ¡pero no los he servido por gusto! ¡Me obligaron a venir, y seguro que no fui la única, admítanlo! Seguro que hubo más cartas amenazantes parecidas a la mía que les hicieron venir. Pero tengo mi obligación y mis principios, y cumplo mi trabajo. Eso, ante todo -dijo, a modo de conclusión, sentándose.

Sally Miles creía que ya habían discutido bastante, y cada uno tenía su forma de pensar. Sería difícil llegar a un acuerdo, y lo malo es que eso implicaba que seguirían habiendo asesinatos por las noches. También surgió la idea de encerrar a alguien. La viuda se limpió la comisura de los labios  para deshacerse de restos grasientos de la cena antes de hablar.  -  Encerrar a alguien sin tener idea de quien encerrar puede salir tan mal como bien. Y viéndonos, llegar a un acuerdo sobre a quien privar de su libertad no va a ser fácil tampoco.

Algunos de los que estaban allí también tocaron el tema de sus reuniones nocturnas, sin dejar nada en claro. En realidad, al menos en cuanto a la joven americana se refería, estaban en la casilla 0.  -  Ya expresé mi opinión y repetirse no es mi estilo, aunque sigo pensando que los asesinos, si no los que se han reunido, al menos sí se encuentran entre los que han dicho levantarse esta noche. Me sigue pareciendo menos arriesgado decir que se han levantado para hablar con alguien o al servicio que decir que no se salido y que otra persona le contradiga. Se conozcan o no la casa, siempre pueden ser vistos u oídos, tanto si se mueven mucho como poco.

Dejó la servilleta en la mesa y se preparó para levantarse. Su opinión era tan válida como la del resto, pero por razones obvias, cada uno se atendría a la suya propia.

-Tsk- Bufo desde un lado de la habitación sin poder ocultar mi desdén cuando oigo la versión de la señora Bennet. -Claaaaaro.- Pienso con ironía y cinismo- Es más fácil sean asesinos los que no hemos salido de nuestras habitaciones que no tú, que andas conspirando en secreto con Penny desde que llegaste a la isla.

Pese a todo no digo nada más, ya está todo dicho y no quiero enfadarme más así que me limito a sacudir la cabeza con incredulidad y decido centrarme en algo más útil.

-Si ninguno de vosotros hubiese pedido la música- Digo mirando al Sire, pues creo recordar que fue él quien la pidió - Nadie habría subido el gramófono.

Cómo sea. Seguramente estaba todo calculado y preparado, cómo todo desde que llegamos. Alguien está jugando y nosotros somos las fichas.

Las estatuas representan a diez de nosotros. -Digo en tono resignado- Seguramente las diez personas que verdaderamente estamos aquí engañadas. Las víctimas o cómo decían los versos del señor Predatore y el señor Crowden “diez negritos".

Lo peor de todo es que eso significa que los demás. Todos los que no tienen una estatua asignada es porque o son asesinos o son personas que han venido aquí con algún propósito oculto. - Finalizo mirando descaradamente a Penny y a Prudence.-¿Verdad mademoiselles? - Les digo a ambas mientras levanto una copa a su salud.