Partida Rol por web

[HLdCN] 2x Diez Negritos

Planta Superior, Habitación 10

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19/02/2015, 15:42
'Director

Tras el día agotador, lleno de emociones y misterios, cuando llegas a la habitación y cierras la puerta a tus espaldas, una imagen ronda tu mente, la del caballero Sean Aburthnot y la criada, Eleanor Morstan, cuchicheando tras hacerse los encontradizos, contra toda norma de etiqueta y moral.

Es más, pudiste escuchar claramente que el señor Aburthnot le decía a la criada una sola palabra: -Biblioteca. - Luego miró con extrañeza y hombros encojidos una dirección, que te pareció ser la de la señora Jacqueline Dupont.

Notas de juego

Crítico al canto.

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19/02/2015, 21:39
Benoni Fausto Predatore

Notas de juego

O.O

O.O

O.O

No está mal para un medio-sordo. XDDDDDDDDDDDDDDDDD

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20/02/2015, 10:48
Benoni Fausto Predatore
Sólo para el director

Notas de juego

No puedo esperar la respuesta de la duda dudosa, así que avanzo. XDDDDDD Hoy estaré practicamente todo el día fuera, quizás pueda leer desde el móbil en el trabajo pero no postear, será un día muyajetreado :(

Así que dejo ya mis acciones:

A las 11h, doy un paseo hasta la Biblioteca donde he de encontrarme con mi amigo el buen doctor. Al llegar ahí, en un principio hago el distraído leyendo un libro, esperando a qué lleguen sea el doctor o los malos, si llega el doctor hablo con él hasta las 11:45h, si llegan el resto, hago como que estoy pasando el rato en la biblioteca.

Si nos sorprenden el doctor y a mí juntos, y atacan... Pues ya dirás, si es el doctor el objetivo imagino que no puedo hacer nada ni interponerme ¿no? De lo contrario quizás lo haga.

Si es a mí, pues se me gastará mi dureza :P

A las 12h. un poquito antes, pretendo estar en mi habitación a la espera de si cierta dama acude a la cita, (sino es que me la has espantado con la grabación :P XDDDDDDDDD o no ha entendido mi sencillo mensaje U.U porque con el abanico me perdí :P)

Después de desayunar dejaré un post escrito por si se pasase la dama, no tuviera que esperar, así se lo podrías publicar. ^^

Gracias por la paciencia. ^________^

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20/02/2015, 11:25
Benoni Fausto Predatore
Sólo para el director

El sr. Predatore era un hombre inteligente, sí, pero por desgracia no entendía el lenguaje de los abanicos. Afortunadamente, sí entendía el lenguaje de la lógica y el sentido común, y el lenguaje corporal de las mujeres, lo suficiente como para sentirse esperanzado.

Una caída de ojos y una sonrisa sin reserva era infinitamente más prometedor que una mirada cargada de odio o un sencillo, directo y desmedido bofetón.

Solo esperaba que aquél complejo, seductivo y sofisticado lenguaje secreto que lo había dejado embrujado y predispuesto a descender al mismo infierno de Dante, no hubiese cambiado, con gestos que desconocía, el sitio y la hora de aquella mágica cita.

El día mejoraba por momentos y la noche se presentaba deliciosa. Cuando de pronto, tan repentino como un iceberg rompiendo el casco de un transatlántico vino a romper sus expectativas la acusación infundada proveniente del gramófono. No es que aquello hubiese sacudido ni removido nada de su voluntad, pero Fausto temió el efecto que podía producir en su bella presa.

Le habían estropeado la noche y seguramente, con aquello, había perdido su posible futura tercera y última esposa y posiblemente el amor de su vida. No estaba de mi buen humor aunque no lo aparentase.

Cuando sonaron las doce en su reloj, se encontraba abandonando su chaqueta sobre la colcha de su cama, no creía que fuera a recibir visita alguna, cuando le sorprendió una llamada…

Notas de juego

Te dejo el post puesto solo "para el director" si mi bella inspiración acude a la cita y apareciera por aquí, publicaselo, por favor, así no tienen que esperar un día entero a recibir algo. ^^ 

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20/02/2015, 17:07
'Director

Cruzas el pasillo con precaución y encaras la puerta de la habitación número 10, no sin cierto nerviosismo, tanto por las emociones que este hombre te levanta como por la tensión de no saber si estabas haciendo lo correcto o si correrías verdadero peligro ante una insensatez semejante. 

Finalmente, el calor de tu fuero interno puede más que tu razón y llamas suavemente a la puerta.

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20/02/2015, 17:11
Benoni Fausto Predatore

El sr. Predatore era un hombre inteligente, sí, pero por desgracia no entendía el lenguaje de los abanicos. Afortunadamente, sí entendía el lenguaje de la lógica y el sentido común, y el lenguaje corporal de las mujeres, lo suficiente como para sentirse esperanzado.

Una caída de ojos y una sonrisa sin reserva era infinitamente más prometedor que una mirada cargada de odio o un sencillo, directo y desmedido bofetón.

Solo esperaba que aquél complejo, seductivo y sofisticado lenguaje secreto que lo había dejado embrujado y predispuesto a descender al mismo infierno de Dante, no hubiese cambiado, con gestos que desconocía, el sitio y la hora de aquella mágica cita.

El día mejoraba por momentos y la noche se presentaba deliciosa. Cuando de pronto, tan repentino como un iceberg rompiendo el casco de un transatlántico vino a romper sus expectativas la acusación infundada proveniente del gramófono. No es que aquello hubiese sacudido ni removido nada de su voluntad, pero Fausto temió el efecto que podía producir en su bella presa.

Le habían estropeado la noche y seguramente, con aquello, había perdido su posible futura tercera y última esposa y posiblemente el amor de su vida. No estaba de mi buen humor aunque no lo aparentase.

Cuando sonaron las doce en su reloj, se encontraba abandonando su chaqueta sobre la colcha de su cama, no creía que fuera a recibir visita alguna, cuando le sorprendió una llamada…

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20/02/2015, 17:12
'Director

A la puerta se encuentra la señora Ágape Stolness, deslumbrante como siempre, que es recibida por el elegante don Fausto e invitada a pasar.

La habitación es grande y suntuosamente decorada.

Notas de juego

Podéis charlar entre vosotros, ambos estáis como destinatarios.

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21/02/2015, 13:14
Ágape Stolness

Me preguntaba y una mil veces qué era lo que me había llevado hasta aquella puerta. Contemplé el número 10 con el entrecejo fruncido, y me dije que no era una niña, y que podía hacer lo que me diera la gana en mi vida. Las reprimendas que me daba mi madre sobre si mi comportamiento era impuro o no volvieron a mi mente en una ráfaga de flashes, que me hicieron asquearme de mi propia infancia y adolescencia. Ahora, era libre.

—Y haré lo que me dé la gana— murmuré, como si aquel dorado número fuera el culpable de todo lo que mi mente acababa de recordar.

Cuando la puerta se abrió, sonreí ampliamente, y sentí un leve escalofrío al ver aquellos pozos negros por ojos. Musité un “Buenas noches” sin ni siquiera reconocerme a mí misma.

Penetré en aquella habitación,  y me olvidé por un momento el motivo por el que estaba allí. Miré cada rincón de aquel cuarto, y sonreí, como si acabara de entender el truco.

—Su habitación es mucho más bonita que la mía— indiqué, haciendo un gesto con la mano—. Aunque la mía da hacia el mar, y tiene una preciosa terraza— me sinceré, asintiendo, pensando que, más o menos, estábamos empatados.

Dejé el abanico sobre la cama, cerca de la chaqueta de Fausto, y lo miré, algo nerviosa. Tragué saliva con dificultad, y pestañeé varias veces, notando mi corazón salírseme por la boca, y mis piernas temblar. Recordé lo que había visto horas antes, cuando iba a mi habitación, y consideré que podía ser un buen tema de conversación para romper el hielo.

—Señor Predatore— comencé, en el tono más confidencial que se me ocurrió—, cuando iba a mi habitación, tras aquella horrible velada que nos han brindado los anfitriones— suspiré, elevando mi flequillo—, vi a los hermanos Wesley y a Penny Barrow cuchicheando. Sin ni respetar las normas de etiqueta y protocolo— lo miré, intrigada—. ¿Cree que se conocían de antes? Porque me parece muy curioso que, después de marginarse ese par por ahí, de repente, decidan hablar con alguien— bufé por la nariz—. La verdad esos dos hermanos no me caen muy bien. Yo nunca he tenido hermanos, ni mayores ni pequeños, pero esa no es manera de comportarse dos hermanos. Dios, si parecen amantes más que familiares— solté sin filtro previo. Realmente, lo pensaba, y me hacía estar mosca bastante a menudo—. Además, aquella voz del gramófono no los mencionó— indiqué, susurrando, como si las paredes pudieran oírnos—. Dijeron muchas cosas de cada uno de nosotros, que, por cierto, usted se llevó la palma— añadí, sonriendo, divertida—, pero no de ellos. No los mencionó por sus nombres. Creo— me apresuré a añadir, pues no estaba ahora muy convencida.

Me crucé de brazos, y me senté en la mullida cama, mirando hacia delante, a ningún punto en concreto.

—No entiendo por qué nos han reunido aquí a todos nosotros, caballero— dije, encogiéndome de hombros—. Realmente, no lo entiendo. 

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21/02/2015, 21:42
Benoni Fausto Predatore

Cuando fue hacia la puerta no esperaba tener tanta suerte, pensó que posiblemente sería alguno de los otros invitados necesitado de Dios sabía qué. Más probablemente alguno de los que encontró en la biblioteca. Pero no fue así, el destino se le mostraba generoso y Fausto podía posiblemente recoger las fichas de la mesa.

Cuando la abrió y encontró de pie a la señorita Stolness se sintió deslumbrado, algo que no permitió que aflorase en su semblante. Cada vez que la veía se le antojaba más radiante y apetitosa, y el hecho de verla ahí, frente a él, tan cerca, y mirándolo directamente con aquellos ojos cristalinos que desprendían un mismo deseo con esos labios carnosos y esas mejillas sonrosadas y llenas, consiguieron desbocarle los latidos, y ella pudo gobernar su indomable voluntad. Algo arduamente difícil en un hombre de la talla del Sr. Predatore, hecho a tener tratos con los hombres más rudos y a conseguir el favor de las mujeres que más se hacían rogar.

- Buonanotte, mia signorina.- Respondió a su vez con una ancha sonrisa propia del león antes de hacer presa. Aspirando aquél delicioso aroma que seguía sin saber definir, le tomó la mano con suavidad, y la acompañó adentro de la habitación apenas rozándose sus palmas. Sin retenerla lo más mínimo contra su consentimiento, pero como hipnotizándola hasta el interior, sin apartar los ojos de esa mirada voraz. Le robó unos instantes la mano y la besó antes de devolvérsela a la vez que le dedicaba una observación intensa de arriba abajo. -Una dea in terra.- Valoró con sinceridad y sin reprimirse levantando ambas manos y haciendo una larga calada.

Nuevamente, sin moverse de donde estaba, la siguió hasta la cama, paso a paso, viéndola alejarse, a largos trancos de esas piernas movidas con la misma gracia natural que una gacela, y al contemplar aquél abanico depositado con manos refinadas, suspiró entre recuerdos ya grabados y gratos para siempre.

El italiano se deleitaba con el cuadro completo, atesorando su sonrisa tímida, el tono sabroso de su voz: suave, distinguido y delicado. Que no creía la suerte de tenerla suya, en ese momento en su habitación.

-No tiene porque ser “mía”.- Respondió refiriéndose a la habitación que ella valoraba. -Pudiendo ser “nuestra”. – Añadió, finalmente, con descaro, a la espera de algún signo que mostrase que ella se encontraba igualmente débil en su presencia. Fausto estaba acostumbrado a controlar a su entorno, y su fuero interno le sería difícil abandonar esa baza. –Aunque si prefiere terraza y mar, quizás podamos arreglarlo de otra forma, si la suerte me sonríe en otra ocasión.

Se rió al contemplar su rostro, pero sin burlarse de ella. Imposible. Demasiado hechizado lo tenía aunque no quisiera demostrarlo.

Lentamente, mientras Ágape hablaba buscando un tema de conversación, él se movía como quién sabe perfectamente donde van sus pasos. Abrió el mueble bar, del que dejó a la vista unas botellas y sacó un par de vasos y copas. -¿Qué beben las Diosas cuando descienden para dar una passeggiata por  tierra de los mortales?- Indagó dispuesto, como buen galán, a llevar una copa al gusto de la dama a quién servía.

 –¿Hermanos? ¿Usted cree?- Refrenó una carcajada, mientras tragaba humo y controlaba el fluir de la botella.

 

 Luego, se sirvió a sí mismo y se acercó, ahora sí, a pasos hasta que pudo alargar el brazo sin esfuerzo y entregarle con lentitud estudiada y a consciencia, mientras la inspeccionaba como si el tiempo, y la noche entera estuviera a servicio de los dos. –Veo que a usted, tampoco le pasa una desapercibida. Que tampoco se ha creído esa obra de opereta. ¿Verdad? Como ha observado ni son sus nombres ni comparten sangre, no más que con la misma probabilidad que usted y yo. Y la fortuna nos sonríe porque no es así. Y brindo por ello.- Alzó la copa y si ella hizo lo propio brindó y bebió.

-¿Horrible? A mí me ha parecido deliziosa… la velada.- Le dedicó una mirada significativa que no dejaba espacio a dudas sobre lo que quería decir. -Respecto, a ese discurso grabado. Dijo muchos… disparates.- Puntualizó.  Sonrió afablemente y con la ceja levantada pactó silenciosamente con ella que era mejor su versión. -Quién pensaría que una joven tan bella y como vos, sería capaz de asesinar a sangre fría su esposo. ¡Impossibile! Yo no obviamente. Hay mucho de rumor y poco de cierto en esa grabación. Yo de usted, no me preocuparía. Es más lo olvidaría.

Centrémonos al presente. Carpe diem, decían nuestros sabios ancestros. No sé porque nos han reunido, quizás mañana podamos seguir nuestra velada fuera de la isla. Pero me alegro que nos hayan reunido. ¿No concuerda conmigo? ¿Qué trajo una joven a ésta isla?- Preguntó fingiendo buscar un sitio donde sentarse.

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22/02/2015, 20:15
Ágape Stolness

Estando en aquella habitación, no sabía por qué, pero me encontraba a gusto, como si, en lugar de sentir que estaba siendo indecorosa y una fresca, y mil cosas más, fuera una persona decidida que había seguido a su corazón en un impulso sincero.

Cada vez que contemplaba aquellos ojos negros, y notaba cómo me devolvía la mirada, algo en mi interior se movía, como si tuviera una bestia en mi pecho y ronroneara de felicidad. No me importaba el qué dirían, ni las normas de etiqueta ni ese circo social que se había montado alrededor de cada una de las personas, y las relaciones que teníamos con ellas, como si cada vez que quisiéramos estar con alguien, tuviéramos que pedir permiso.

Me gustaba pensar que tenía libre albedrío para hacer lo que quisiera, y con quien quisiera, por lo que estar en aquella habitación por la noche, sin nadie más que él y yo, a solas, sin ningún tipo de presentación previa, o ceremonia social, me entusiasmaba, y me hacía sentirme fuerte, poderosa. El poder desplazarme con libertad por donde yo quisiera, y hablar con quien me diera la gana, y llegar más lejos si, simplemente, me apetecía, me agitaba por dentro como una marea poderosa, y me indicaba que si bien los tiempos no cambiaban, yo no pensaba seguirlos.

Y tal era mi sentimiento de libertad que apenas me acordaba de la velada de la noche, o, más concretamente, de las palabras que habían salido por aquel gramófono, porque Fausto me puso mejor al corriente cuando hizo aquella sugerencia de que bien aquellos dos no tenían por qué ser hermanos.

Pestañeé varias veces, y me deslumbré con su inteligencia. No me había percatado de aquel detalle, pero, aparte de sr un hombre extremadamente calculador, era inteligente. Noté algo en mi interior que me cosquilleó, y sonreí para mis adentros, pensando cómo un hombre como él estaba en un sitio como éste.

Antes de entrar a hablar de las personas que nos habían acompañado durante la velada, pues era algo típico inglés: hablar de lo que no estaban, sonreí indicándole que, para la siguiente vez, quedáramos en mi habitación.

—Así puede disfrutar de cómo su habitación es mil veces mejor que la mía— hice un mohín, fingiendo tristeza—. Veo que, según el poder que tenga la persona, le dan una habitación u otra. Como yo simplemente soy una viuda apenas me dan nada, pero usted siendo un reputado hombre de negocios, temo que le han dado la mejor— acompañé mis palabras con un aspaviento de manos—. Mañana por la noche, acuda usted a mi habitación— lo invité, sin percatarme aún de lo que significaban aquellas palabras—. A la misma hora que hoy— indiqué—. A las doce. Y podremos disfrutar de las diferencias que su habitación tiene de la mía.

Ensanché la sonrisa, sabiendo lo mucho que podía romper a un hombre, y más a Fausto, pues una cosa era mi inocencia, y otra muy diferente mi capacidad de observación, y me aproveché de mis propias armas, sabiendo el poder que tenían sobre él.

Las diosas no lo sé— respondí, divertida—, pero yo tomaré lo que encuentre. No le hago ascos a nada— dije, mirando las copas y la botella—. Eso mismo está bien.

Asentí, y corroboré, de nuevo, que aquel hombre era inteligente. Ni por asomo se me había a mí ocurrido que no fueran hermanos, aunque se comportaran de manera rara para serlo.

—Si no lo son, ¿por qué lo fingen?— pregunté, sorbiendo un poco de la bebida, pensativa—. ¿Por qué no se comportan como una pareja normal en lugar de tener que mentir a los demás?— sabía que mi pregunta tenía muchas posibles respuestas, pero quería que Fausto me respondiera para que sacara todo su potencial. Si podía alguien deslumbrarme, y dejarme con la boca abierta, era un hombre inteligente. El dinero, las joyas, las grandes mansiones, y los caballos preciosos no me importaban. Un hombre con cerebro era lo que me hacía enloquecer en mi interior, y supuse que eso era lo que me había llamado la atención de Fausto.

Pegué una carcajada cuando Fausto comenzó a hablar de la voz del gramófono, y me quedé sonriendo. Él podía decir lo que quisiera, pero yo no me iba a engañar a mí misma negando lo evidente.

Vamos, Fausto— lo miré intensamente, sonriendo—. Por supuesto que lo hice— le confesé, aunque nunca supe por qué mi gran secreto lo desmenucé allí mismo delante de una persona a la que acababa de conocer—. Mi marido era un arrogante que se tomaba demasiadas licencias conmigo. Se pasaba, y dejaba de ser un caballero por el día, para convertirse en un animal por la noche— relaté no sin cierto odio en la voz, sintiendo que necesitaba que lo oyera, que lo supiera—. Su destino fue su merecido— sentencié.

Hice un gesto con la mano, como si quisiera quitarle hierro al asunto, y bebí otro trago suave de la copa.

—He venido aquí para buscar inspiración— contesté, mirándolo—. Hace un tiempo escribí un libro, y me gustaría poder escribir otro. Así que, acepté la invitación para tener unos días de retiro, y poder encontrar a la Musa que se me escapa— dije, y lo miré—. ¿Y usted? ¿Qué hace aquí?— lo pregunté sin decoro—. ¿A qué ha venido? 

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22/02/2015, 23:58
Benoni Fausto Predatore

Tras ver frustrado como una estudiada estrategia para que lo invitase a sentarse a su lado fracasaba, Fausto no desistió ni se dejó vencer por tal menudencia y se lanzó con osadía tomándose tal libertad, depositando a una silla cercana su chaqueta y un libro forrado con piel teñida de rojo un ejemplar único de El príncipe de Maquiavelo que había tomado minutos antes como prestado de la mansión. –Espere que no le importe. Esa silla es estrecha para mí, y esos sillones quedan lejos para tener una buena charla.- Se excusó. –Además, la belleza me gusta contemplarla de cerca.

Seguidamente escuchó su propuesta. La mujer era osada al proponer un segundo encuentro, el italiano sintió los latidos de su interior amenazando con estallar llevados de la emoción de tal perspectiva. -Cualquier habitación será mejor al resto, si cuenta con su presencia. Usted dirá lo que quiera. Pero no puede engañarme. Es una Diosa, una afrodita vestida de exquisitas prendas de piel humana. Y sus ojos cristalinos como las aguas inmaculadas así la delatan, haciendo que los hombres suspiremos cruelmente por querer beber de ellos por la eternidad.- Otra sonrisa suya, casi calculada y con un punto maliciosa que la hacía infinitamente más interesante y deseable. -Huuummm… de acuerdo. Como negarle nada a una dama, y menos una sencilla petición.- Acordó divertido. –Sus sonrisas me pierden y me condenan.- Confesó. –Mañana a las doce en su habitación. Ahí estaré.

Recogió el abanico, y lo apartó también de la cama, no fuera que accidentalmente lo pudiera aplastar, cosa que lamentaría sobremanera. Al dejarlo en la silla comentó: -Aunque si viene a cambiar la cita al último instante… tendrá que compartir eso que hace con esto, pues me temo que se código secreto se me escapa. – Se rió, aunque le había resultado increíblemente sensual como hablaba sin más voz que aquella. Muy excitante.

Cambiaron de tema, y el no pudo negar la conversación a la joven, que dilataba la espera pero que la hacía más ansiada, más desbocada y más intensa. -Porqué lo fingen.- Declaró levantando exageradamente los brazos, dibujando un ancho semicírculo con el humo del cigarrillo. -Pues porque me temo que tendrán muchas cosas que ocultar. Quizás ella era casada y él su amante, y decidieron matar a su esposo, llevarse su fortuna y huir bajo nombres falsos. Se encogió de hombros. ¿Qué sé yo? - Se rió.-  Es solo una de muchas posibilidades. Además, esa enigmática mujer es muy rara, y está llena de intrigas y de engaños.- Tomó aire más cargado de humo que de oxígeno. -Verá, hará cosa de una hora quedé en la biblioteca con un amigo, el doctor Champlain. No le voy a aburrir con los detalles, cosas de negocios. Mi sorpresa cuando ahí lo encontré acompañado de esa misma señorita, y una joven del servicio. Cosa más rara, dirá usted. Pero nada más lejos de la realidad. Esta tarde encontré cuchicheando esa misma criada, la señorita Morstan con el señorito ese que no se desprendía de la estela de usted y su amiga. El señor Aburthnot, creo. Luego, han dedicado una mirada significativa a otra signorina… cuyo nombre no recuerdo, esa que tiene apellido francés. Soy duro de un oído pero les he oído decir con claridad decir: Biblioteca. Así que los esperaba encontrar ahí y no creo que tramasen nada bueno por mucho que algunos argumentaban insomnio. Perdone, parece que estoy divagando. Jajaja pero no es así. El quid es que la señorita en cuestión, la supuesta “hermana” se encontraba algo azorada con la interrupción y ha manifestado haber quedado ahí con un caballero (el cual, obviamente no ha aparecido) .

Hizo una larga pausa dedicándole una mirada cargada de intención como si los hechos hablasen por sí mismos. Se acercó más a ella, lentamente y aprovechando su interés por su relato. Su olor lo embriagaba e inundaba sus sentido hasta el punto que lo cegaba y no veía nada más. Entonces le susurró: -¿Comprende?- Y sin dejarle espacio a cometer un error de juicio en su interpretación se avanzó. -Como buena dama, usted sabrá mejor que yo que esas cosas, cuando son ciertas, no se cuentan a la ligera delante de desconocidos ¿No cree? Menos aún, cuando ambos- se señaló después de ella.- hemos tenido a esos dos más por amantes que por hermanos… No sé qué propósitos aguardan esos cuatro, pero está claro que solo el joven y obeso Crowden era el único de los siete que ha caído ahí por casualidad.

Negó con el dedo cuando cambiaron la conversación. Selló sus palabras acercándo unos dedos a sus labios sin llegarlos a rozar. -No mi deliciosa señora, no lo hizo. No lo hizo si nadie la vio hacerlo. Si usted está libre de todo cargo no lo hizo, créeme. No se culpe de cosas que no ha hecho, entiendo que se culpe del hecho de desear una mísera muerte a alguien quién lo merecía, y que cuando supo de su suerte pensó que había obrado cierto su pensamiento, pero la mente no posee tal poder.- Negó con un sutil gesto y le dio una mirada elocuente insinuando que alguien podría estar grabando o escuchando. No era buena idea esa confesión. Su rostro quedó así accidentalmente cerca de ella. -¿A qué he venido?- Repitió completamente ebrio de su aroma y sus feromonas. -A pesar de lo dicho, no esperaba encontrar aquí a nadie conocido. Así que vine solo de vacaciones.- Se acercó un poco más a ella vaciando de un último trago el medio vaso que se había servido. -Buen paisaje.- Tomó delicadamente y con gestos elegantes la copa de las manos de ella. -Aire fresco.- Dejó ambos recipientes a la seguridad del suelo. -Puramente placer. Susurró con los labios tan cercanos a los suyos que con el más leve movimiento se rozarían, dejando pasar las yemas de sus dedos tan cerca de su piel que pudo sentirlo y así fue cuando la acarició en la mejilla con el dorso. Con el aliento tan cortado y la sangre hirviendole tanto que casi se hacía imposible no besarla.

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23/02/2015, 01:04
'Director

Si alguien os hubiera dicho que, a estas alturas y en una isla como esta, en una situación tan disparatada como la presente, encontraríais el amor, vuestras carcajadas habrían ensordecido a vuestro interlocutor. Pero así fue. Un amor muy fuerte, muy profundo, de una intensidad como nunca recordáis haber sentido antes.

A pesar de ello, o quizá en virtud de ello, aquella noche no pasa de una promesa de felicidad y os despedís paladeando lo que os podría esperar a la noche siguiente... si ésta llega.

Notas de juego

Cada mochuelo a su olivo.

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23/02/2015, 01:07
'Director

Empujas la puerta de la habitación de Don Predatore. Oyes su respirar pausado, rítmico, sonoro. Tu silueta se recorta en el suelo de la habitación por mor del resplandor tenue que se cuela del pasillo a través de la puerta por la que has entrado. Poco dura esa luz, pues cierras la puerta a tus espaldas.

Sacas de entre tus ropas un arma con un moderno silenciador. Aun así, cuando estás cerca de la cabecera de la cama, tomas un cojín y lo colocas contra el cañón de la pistola.

Dos balazos con ruido de palmada impactan en el cuerpo dormido. Un cuerpo que se debate al sentirse agredido y que trata de alzarse, como si los dos impactos no fueran suficientes como para acabar con su vida. El horror de ver levantarse a la víctima te impulsa a dar un golpe con la culata del arma en la cabeza del italiano, que cae desplomado en la cama.

No sabrías decir si muerto, pero la tensión del momento te impulsa a huir, y así lo haces.

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23/02/2015, 01:27
'Director

Dos disparos y un golpe en la cabeza. Eso no sería suficiente para acabar con la vida de Benoni Fausto Predatore. Habías resistido ataques incluso peores. Además que, precisamente en las circunstancias en que te hallabas, habías preferido dormir con la camisa táctica puesta. Se trataba de una modernidad aun escasa, pero bastante efectiva. Su tejido era capaz de frenar una bala lo suficiente como para que su penetración no fuese mortal. Evidentemente ante un calibre grande no habría servido de protección, pero un calibre normal, previamente frenado por silenciador y cojín, era algo que podía detener aquella maravilla que llevabas alrededor del torso.

Lástima que el golpe en la cabeza te dejara sin sentido y no pudieras echar tus manos sobre el agresor.

Sea como fuere, a penas tenías tiempo para volver en ti cuando, siendo la realidad aún borrosa y todavía preguntándote si lo vivido había sido un sueño o algo real, creíste notar que un ruido presagiaba lo peor.

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23/02/2015, 01:27
'Director

Algo no iba bien. Un olor a pólvora impregnaba el aire. Un cogí tirado en el suelo, bastante fuera de lugar, un Don Predatore que parecía revolverse en la cama, como luchando por incorporarse, como un cocodrilo que trata de elevar su cuerpo usando sus cortas patas, pero sin mucho éxito.

Debías actuar rápido si querías acabar con el italiano, pues parecía que se estaba despertando de un mal sueño. No te lo pensaste dos veces. Saltaste sobre él con la soga entre tus manos. El mafioso se encontraba boca abajo en su cama y caíste sobre sus riñones, como si pretendieras montar un potro desbocado, aunque este potro carecía ya de mucha fuerza.

Aun así, el italiano se debatió con bastante energía, pero la tenacidad de la presión de la soga alrededor de su cuello y cerrándose tras este con la hábil presa de tus manos, hacía rápidamente su trabajo.

En treinta segundos, la falta de irrigación sanguínea al cerebro hizo perder a Benoni Fausto Predatore el sentido. La presión continuada provocó que la asfixia envenenase su propia sangre a los cuarenta y cinco segundos. Tras un fatigoso minuto de presión, la víctima ya no se movía, pero sabías que debías continuar un minuto más, para asegurar que nada podría hacer ya para salvar su vida. Y así lo hiciste.

Una vez el mafioso hubo muerto, recobraste el aliento, no sin dificultad, y abandonaste el escenario del crimen.

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23/02/2015, 01:34
'Director

Notas de juego

Sí. Has muerto. Has sido elegido por dos asesinos diferentes esta primera noche. El primero te ha quitado tu resistencia, el segundo, la vida.

En cuanto pueda abriré la escena de los muertos.

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23/02/2015, 01:36
'Director

Finalmente, cuando regresas a tu habitación, logras conciliar el sueño, aunque te cuesta y mucho, en pos de la excitación en que tu cuerpo está sumido tras la velada en la habitación de Fausto.

Tanto es así, que despiertas en cuanto comienza a clarear al día y, sin poder aguantar un minuto más sin ver a tu amor, te deslizas hasta su habitación, cuando todos aun duermen.

Lo que encuentras allí no tiene nombre. Bueno, sí, tiene un nombre, es el horror más impactante que hayas podido contemplar.

Fausto está muerto. Por poco que el mareo en que te sumes te deja razonar, ves que ha sido disparado, golpeado y, finalmente, estrangulado. Tratas de reanimarlo, pero es imposible. Te manchas de sangre, lo besas, intentas un masaje cardíaco sobre un cadáver, tus lágrimas se derraman sobre él. 

No puedes sufrir la pena y el dolor que te embargan. No. Habías pasado media noche en vela maravillándote por el hallazgo, y ahora esto. La broma de la vida había dado su campanada final. Y final sería para ti también.

Con la mirada perdida, el rostro desencajado y el corazón roto en mil pedazos; abres el ventanal que da al exterior. No piensas, sólo actúas. Te lanzas de cabeza al duro suelo que te espera, indolente, diez metros más abajo. El cuello se parte y no ves nada más.

Notas de juego

Las cosas de los enamorados... ainsss...

En cuanto pueda abriré la escena de los muertos.

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16/03/2015, 01:47
'Director

En el momento que finaliza la noche, antes de volver a la Laguna, como presientes que debería suceder, vuelves a la que fue tu habitación. Un pellizco de nostalgia, quizá. Volver a la Laguna para volver a contemplar el rostro de Ágape sumergido en las aguas, no es algo que ansíes más que para torturarte. Ágape está aquí, entre los vivos. Así que tomas la determinación y, haciendo uso de una fuerza de voluntad más allá de la razón, logras negarte a la llamada de la Laguna, cuando la perturbación hace acto de presencia.

Finalmente, la perturbación cesa y tú aún permaneces allí. En tu habitación. Miras por la ventana. Está amaneciendo.

Notas de juego

Podrás escribir en esta escena, para lo que gustes. Al comienzo del día, estarás presente entre los vivos, aunque no serás visible... salvo sorpresas.

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16/03/2015, 14:36
Benoni Fausto Predatore

Notas de juego

O.O

¿No estoy ni vivo ni muerto? ¿Ni podré usar ni pasar la información? U___u' 

Por cierto, creo que al final te saltaste uno de los tres paseos. XD