Partida Rol por web

Tras las pruebas de Quidditch, Allison se reunió con sus amigos según habían acordado con Bane, y el mago no se anduvo con rodeos, proponiéndoles la prueba que debían afrontar si querían progresar. El estudio de diferentes runas, no se sorprendió al ver que la mayoría conocía ya de sobra casi todas ellas, tendría que esforzarse al máximo para no quedarse atrás.

- Vale. Vamos a ello. - se dijo poniéndose manos a la obra, aunque se estaba esforzando cuanto podía le estaba costando, tuvo que repetir cada ejercicio al menos una vez, excepto la runa de protección que logró copiar adecuadamente a duras penas. Soltó un suspiro, pero aún así no se detuvo, y gracias a la ayuda de Bane y sus compañeros terminó el ejercicio de runas.

Cansada pero satisfecha, dejó la pluma a un lado descansando su dolorida muñeca. Ayudando en lo que pudiera, aunque realmente habían acabado ayudándola a ella, tendría que ponerse a practicar en ratos libres, realmente si podían grabar ciertas runas en su varita y dotarla así de diferentes beneficios sería de lo más útil. - Entonces, ¿es posible grabar estas runas en la madera de nuestras varitas? Vaya, que práctico. - comentó en voz alta, esperando la siguiente lección de Bane.

Había estado todo el día esperando la clase. Aprender runas avanzadas era algo increíble, sobre todo a nuestra edad. Cogí uno de los cuchillos de serafín y miré las runas, parecían complicadas. No estaba muy segura de poder hacerlas pero lo intenté. 

Se me resistieron mucho. La primera tardé un buen rato en conseguir hacerla, e incluso después de conseguirla no estaba del todo segura de haberlo hecho bien. La última resultó casi imposible, pero entre la ayuda del profesor y algunas sugerencias de Artemis resultó más fácil y al final conseguí realizarlo después de un largo y agotador rato.

Por aquellos incidentes Kat había decidido practicar con la simbología. En una de esas secciones finalmente decidió hacer la pregunta, una que la estaba carcomiendo la curiosidad:

-Profesor Bane, tengo una duda: ¿Los Nefilim son descendientes de ángeles de verdad? De los que bajaron a la tierra antes del diluvio universal. También quería saber si Moisés era un mago. Como en la clase de historia de la magia nos han hablado mucho de los increíbles magos Egipcios pensé que tendría que usar magia si es que pudo vencerlos.

Eran preguntas basadas en su imaginación inquieta más no sin fundamentos. Si era cierto que los Nefilim usaban magia basada en las enseñanzas de dios eso quieria significar que muchos héroes en las escrituras podían usar ese poder. Todo en base a lo que vio en el mundo mágico.

Kat tienes una mente muy despierta igual que tu padre.

Veamos, ¿por dónde empiezo? Ya sé Moisés, en definitiva él no era un mago, sólo un elegido divino, sus poderes no eran propios, él era una especie de varita viviente. - responde Bane con tranquilidad mientras busca un libro debajo de su escritorio.

Nosotros, los Nefilim somos humanos con sangre de ángeles, en un inicio eramos sólo unos pocos, pero ahora estamos por todo el mundo, no es que seamos millones, pero somos unos cuantos miles y eso está bien. Los primeros Nefilim fueron los hijos del ángel Raziel con una mortal.

Pero conforme el tiempo fue avanzando, nuestra estirpe fue creciendo, pero nuestros enemigos se fueron haciendo más poderosos llevándonos al borde de la extinción, fue entonces cuando el ángel Raziel nos confió la copa mortal y gracias a ella nuestro número volvió a crecer, pero esa es otra historia. -dice Bane con una sonrisa.

Al oír esa respuesta se quedó con la boca abierta, no podía creer que hubiera "elegidos", su nana le había contado que Moisés era un gran guerrero y brillante estratega, que el había conquistado a los enemigos de Egipto en una campaña donde destruyera 13 ciudades en las fronteras del país, todo por la gloria de su Rey, el Faraón Seti. También le platicó que fue por sus tácticas y su guía que los Israelitas dieran sus primeros pasos para la conquista de la tierra Santa.

-Pero Moisés si era un Líder y Estratega militar ¿cierto?. Mi nana me dijo que el guió al pueblo de Dios en el principio de la conquista de la tierra Santa. Todo con el apoyo de las tablas de la ley, los 10 mandamientos.

La mente de Katherin maquinaba a mil por hora. Si Moisés si tenia poder ¿que sería de las tablas de la ley? Si realmente los 10 mandamientos en la caja de la alianza tenían del poder de dios serían una reliquia de increíble poder, como en las películas de Daitona Jones; ¿Estarian escritas en lengua rúnica como las talladas por la estela de Raziel?.

Tampoco ignoraba lo comentado por el Profesor Bane acerca del origen de los Nefilim. Curiosa como siempre preguntó:

-¿Que hay de Sansón o Jose el Soñador? ¿Tambien era elegidos o si tenían sangre Nefilim?

Todos y cada uno de ellos elegidos, los primeros nefilim surgieron casi en el medioevo, por lo demás, el talento de Moisés era más producto de su entrenamiento que de cualquier otra cosa.

Si alguien entrena lo suficiente, puede convertirse en un verdadero maestro en su campo, pero si te extra limitas, pues podrías llegar a quebrarte, el verdadero reto es encontrar el punto medio.

Como teza el viejo adagio: Ni tan lejos de la llama que te enfríes, ni tan cerca que te quemes. - dice Bane con una sonrisa.

-Ah, ya veo.-Musitó la Rubita.

Así Kat bajo la cabeza con cierta decepción, había creído tontamente que los elegidos serían gente con sangre angelical.

Intentando olvidarse de la vergüenza de hace poco la Rubita vio todo a su alrededor, ahí vio la varita de Bane y esto la hizo hacer una pregunta válida:

-Profesor Bane, ¿Como se pueden poner runas en la varita?. Artemis se las puso a la suya y ahora es mucho mas fuerte.

La verdad Katherin, no es tan difícil, los nefilim grabamos objetos todo el tiempo. Es sólo cuestión de tomar la estela y dibujar las runas escogidas.

Lo complicado es encontrar la combinación de runas adecuadas y para ello debemos tomar en cuenta la duración de cada runa, pues hay algunas runas que se borran al paso del tiempo, otras son más permanentes. - responde Bane mientras saca una espada y unas dagas depositándolas en el escritorio, para luego quitarse su abrigo y remangarse la camisa exhibiendo sus antebrazos llenos de runas. (4 runas en cada uno de ellos)

Ya lo ves. Yo puedo guiarte en el proceso, pero sólo a ti, pues este arte es sólo para un verdadero nefilim.

Las palabras de Bane fueron inquietantes, entre que las armas anti-demonios hasta el propio Bane estaba tatuado simbología en sus brazos. Siendo una niña no le inquietaban los tatuaje pues éstos eran algo común por su vecindario, Billy boy tenia todo su torso saturado de dibujos y blasfemias, diciendo cosas como que se tatuaria todo el cuerpo, incluso la lengua

Curiosa tocó las marcas del Profesor Bane, el intrincado diseño de las runas la tenia impresiónada, semejante maestría en el trazo de las runas así como su complejidad eran increíbles, parecía ser un trabajo hecho por manos divinas pues no había mago que supiera hacer algo así, al menos que ella supiera.

Viendo que sus amigos se esforzaban constantemente ella no iba a quedarse atrás. Miro a Bane y le dijo:

-Enseñeme por favor, profesor Bane. No dejare que Artemis o Hellen peleen solos, también tengo que ayudar.-dijo para después quitarse el anillo del cuello, enseñándoselo-Pero primero, ¿puedes decirme que hace este anillo? ¿Me permite volverme invisible, hablar con los animales o algo así?

Ese anillo no sirve para nada de eso, sólo te sirve para tres cosas: 

La primera de ellas te identifica como un miembro de nuestra familia ante otros Nefilim, quiénes gustosos te darán la mano si los necesitas.

​Segundo - responde Bane extendiendo el dedo índice y medio de su mano derecha formano una "V". - Te permite acceder a cualquier instituto o enclave nefilim, incluyendo la isla de Idris y tercero.

​Estás muy joven para lo tercero y son usualmente los varones quienes usan el anillo para eso. - dice Bane con una ligera sonrisa en sus labios. 

Así que mejor te lo cuento cuando tengas edad para ello.

Bane te conduce hasta su despacho y te invita a tomar asiento.

Muy bien señorita Greystoke, tiene toda mi atención. - dice Bane colocando el escudo sobre un caballete para luego sacar su estela y empezar a grabar runas sobre el mismo.

Ya tras ver tantas runas, especialmente a Artemis y Kat, ya no me resultaba tan extraño ver a Bane usándolas a pesar de que también era consciente del hecho de que andaba dándoles clases particulares sobre ellas a varios del grupo.

- Ya ha pasado un mes e imagino que habrá llegado a ver mi recuerdo de lo acontecido en la casa de los gritos, así que quisiera saber si ha reconsiderado mi petición de enseñarme a combatir.

Pregunto sin rodeos abrazando el libro sobre estados de la materia como el tesoro que era.

Bane te observa con detenimiento.

Se supone que Weasley se encarga de ello, ¿Qué podría enseñarte yo que Weasley no pudiera enseñarte? Dímelo Hellen y con gusto te ayudaré.

Según recuerdo ofrecí enseñarte a usar runas, pero me dijiste que no te interesaba. - dice Bane con naturalidad.

El club de duelos no había ido mal, pero necesitaba algo diferente que no entraba dentro de las estrictas reglas del duelo mágico.

- Combate sin varita - respondo a su pregunta - No dispongo de tantas formas como las que usted puede adoptar y mi capacidad mágica... - niego con la cabeza - Dejémoslo en que debo ser muy original para poder superar a mi adversario, lo que me obliga a adoptar mi forma animal para pelear. Y si a eso le sumamos que no quiero convertirme en autodidacta buscando problemas con otros alumnos, pocas más opciones me quedan.

Explico mi situación a ver si al final podía comprenderla.

Y bien. ¿Qué quieres aprender? Puedo enseñarte a combatir sin varita, pero ye aseguro que cualquier combate que inicies acabará con alguien muerto.

Tu adversario o tú, aquí no hay medias tintas. Matas o te matan. Es por ello que los hombres como yo no somos aurores y casi nunca enfrentamos a otros humanos.

Sabiendo eso, ¿Aún qyieres mi ayuda?

Inspiro profundamente antes de responder, pues desgraciadamente ya era consciente de eso.

- Soy la única que podría hacerlo. Ninguno sería capaz de vivir con ese peso en la cabeza.

Respondo con cierta amargura al reconocer estar dispuesta a sacrificarme.