Partida Rol por web

Horus - II

Síij, síij !! (Cap. VII)

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28/06/2016, 13:12
Charlotte Dunne
- Tiradas (1)

Notas de juego

Estamos abocados a resultados desastrosos.......arrrrggg

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28/06/2016, 13:30
Nathan Morrison
- Tiradas (1)

Notas de juego

Mi pasado como jugador de Rune Quest me hace pensar en tiradas porcentuales pero ya no sé. ¿Se supone que cuanto más mejor?

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28/06/2016, 13:41
Udjat

A medida que os sumergís en el agua, y de mutuo acuerdo, agudizáis los sentidos para intentar observar algo extraño, algo que se os hubiera podido pasar por alto cuando llegásteis.

Al principio no notáis nada en absoluto, Enara chapotea y salpica riéndose encantada, y quizá por eso vuestros intentos son inútiles. La pequeña nada muy bien, no se ha dado cuenta de nada de lo que ha ocurrido arriba, y ahora está absorta en vosotros dos y lo que para ella es un juego.

Pero es Nathan quien, más alejado de la chiquilla y más centrado en el fondo del Cenote, se da cuenta de algo raro. Hay una especie de corriente. No llega a ser un remolino, pero el agua parece filtrarse por las paredes. Comprueba que se forman burbujitas, en un halo circular a más o menos un par de metros de la superficie. Como si el agua manara del interior de la roca hacia el vaso del Cenote. 

Eso de por sí ya es raro. Pero hay más.

Lottie se ha rozado al caer en el escalón, y aunque poco, está sangrando. Y Nat comprueba que el finísimo reguero de sangre ¡se mueve, se canaliza! como si fuera absorbido hacia el fondo del Cenote. El fondo está muy oscuro, así que no puede ver nada a menos que se sumerja y bucee... aunque no está claro cuánto tendrá que descender.

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29/06/2016, 10:05
Estel Highwater

¿Cuántas cosas pueden salir mal en un mismo momento?

La sensación comenzó en el momento en que, en vez de mantener los pies sobre la piedra como hubiera dictado la lógica, Estel comenzó a volar arrastrada por su agarre de la muñeca de Mike. Esto no es lo que debería estar pasando, hubiera pensado en cualquier momento su mente. Sin embargo, en ese instante, sus pensamientos formaban un túnel cuya luz era el objetivo de evitar la acción de Mike. Sólo pudo pensar en que llevada como un bólido, arrastrada como un pequeño satélite en el camino de un enorme cuerpo celeste, intentar placarlo iba a requerir cálculos mucho más complejos del que había hecho al inicio. Cálculos que podía hacer a ojos cerrados, que había sido enseñada desde hacía tanto tiempo.

Cálculos que, al soltar a Mike y empezar a ejecutarlos, supo irreversiblemente que iban a fallar.

Mamá jamás hubiera fallado al calcular esto, hubiera pensado en cualquier momento su mente. Sin embargo, en el momento en el cual la figura de Mike se escurría como una mancha de luz entre sus manos, sus pensamientos sólo formaron un túnel de desasosiego y desesperación. No pude, no pude, he fallado. Sólo atinó a poner las manos delante de su cuerpo, cuando el impacto contra la piedra fue tan claro como inexorable. Chocó contra la roca con la fuerza de un meteorito, cortándose piel, sangre y hueso, y rodó hacia un costado llevada por su propio impulso. El aire se fue de su cuerpo, deteniendo también sus latidos. Sus oídos se vaciaron como sus pulmones y, por un momento, sólo escuchó la terrorífica voz de su consciencia.

Lo van a matar, nos van a matar. Estúpido, ¡estúpido!

Su garganta arrancó un graznido desgarrador al intentar respirar, producto de sus costillas comprimidas. La cabeza comenzó a darle vueltas ante la falta de oxígeno, pero aquello no le impidió girarla hacia donde tenían que estar Mike y Omar. Vio cómo Sam se lanzaba tras el americano, como Omar prendido a su espalda lograba desviarlo. Como habían aparecido los dos guerreros haciendo un muro. Como el segundo levantaba su machete, y lo descargaba en la dirección de aquel conjunto de cuerpos y miembros que eran en ese instante Mike y Omar.

El corazón de Estel se detuvo. Ni siquiera intentó respirar. No, no, no, no, no…

La sangre irrumpió en su visión, inmediata, arrastrando la náusea de no saber su dueño y el mareo de no poder encontrar aire. Hizo un esfuerzo sobrehumano para respirar, arrancando un graznido agónico, y llevada por la adrenalina apoyó una mano desgarrada sobre la piedra para intentar erguirse. Necesitaba saber, necesitaba ver de quién era la sangre, que había comenzado a brotar de lo que parecía un hombro, como había brotado del de ella bajo aquel sol inclemente y lleno de astillas de metal y arena, y no podía ser que Omar viniera a sufrir lo mismo tras sufrir que ella lo hubiera hecho, y…

El grito de Mike fue suficiente para saber. La sensación de alivio fue tan fuerte que casi tiró a Estel nuevamente a la roca, pero su mente la mantuvo en aquellos escasos centímetros que había logrado erguirse. Que Omar no estuviera herido no significaba que no podía estarlo de nuevo. No estando tan cerca de los guardias, no estando tan vulnerable luego de la imbecilidad de Mike. Al ver que Omar se agachaba para atender a Mike, presionando un bollo de túnicas sobre su cuerpo, no, su hombro, Estel sintió un dolor antiguo y lacerante en el centro de su cuerpo, inyectado de una rabia milenaria y un desasosiego infinito. Volvió a ver el sol inclemente a través del cabello de Omar, a sentir el lecho de arena y escombros bajo su cuerpo en vez de la piedra sólida, a oler la muerte y la desesperación no en su sudor, sino en de él.

La herida en su hombro tembló y tiró de sus músculos para dejarla caer, pero Estel se resistió con una determinación nacida del dolor y la ira. Mareada, miró a su alrededor buscando la posición de todos aquellos que habían quedado sobre la plataforma. Vio a Pacal impertérrito, con su sonrisa socarrona aún en sitio. Vio por el rabillo del ojo a Fadil, olvidado por todos menos por sí mismo. Vio a Sam y a Oliver, y a Melyssa en el suelo, y a los guardias frente a Pacal, y a los demás guardias más allá. No vio a Sean. Volvió a intentar respirar, con más éxito que agonía, y como si un velo se hubiese levantado de su mente comenzó a escuchar los gemidos de Sean más allá. No podía ver exactamente qué le había sucedido, pero el tono le bastó para escuchar la agonía. Alguien debía ir con él.

Omar había comenzado a hablar, sus palabras una bandera blanca incandescente. Estel observó las armas de los guardias cerca de ellos, la visión aun borrosa y nauseada por la falta de aire, tratando de dominar su mente para recuperar la respiración. Dentro, fuera. Dentro, fuera. Dentro. Su intuición le dijo que los guerreros no volverían a atacar si no volvía alguien a acercarse a Pacal, o al menos que Pacal se los ordenase. Pacal no ordenaría matarlos simplemente luego de todo el trabajo para llevarlos ahí. Estel había comenzado a reptar hacia donde estaban Mike, Omar y Sam, cuando escuchó hablar a Oliver. Sus ojos miraron a su alrededor y luego se clavaron en las armas de los guardias y en Pacal. Joder, Dios, ¿es que nadie se daba cuenta de cómo debían dirigirse a quien tenían enfrente? ¿Encima luego de haber visto lo que había sucedido?

La mano de Estel se extendió hacia el tobillo de Sam, cercano. Sam parecía continuar sin reacción. La sangre de Estel goteó sobre la piel clara de la estadounidense.

- Sam, ayúdalo – intentó decir Estel, la voz rasposa y haciéndole latir las sienes – Ayuda… a Omar. Mike lo… necesita. Sam.

Tocó luego a Omar, donde pudo, para hacerle saber que estaba allí con él. Apoyó ambas manos en la roca y trató de comenzar a arrodillarse, tambaleante y aún respirando a graznidos, pero absolutamente decidida.

Sean necesita... ayuda, Omar - trató de decir, entrecortadamente, mirando a Omar - No puedo... caminar por él. Pero puedo... hacer esto, aquí - señaló las túnicas ensangrentadas, y la presión sobre Mike.

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29/06/2016, 10:27
Estel Highwater
Sólo para el director

Notas de juego

No lo puse en abierto, porque me lo dijiste en privado. Pero Estel está pendiente de los movimientos de Fadil, sobre todo luego de escuchar los gemidos de Sean y de que Oliver se volviera a dirigir a Pacal de una forma que (ella considera) sólo podría traer más problemas. Está pendiente igual de un modo disimulado, sólo desde el rabillo del ojo, pues cree que no debería atraer atención sobre él.

La idea de Estel es obviamente alejar a Omar de los guardias. Su atención está en Mike, sí, pero también en las armas de los guardias que están más cerca, para poder reaccionar ante cualquier movimiento que hagan.

Dado que no se puede levantar aún, como me las descrito ante mis preguntas, lo que ha hecho ha sido reptar hacia Omar, Mike y Sam, e intentar incorporarse para sentarse allí, tratando de dominar su respiración con ejercicios como los que le enseñaron luego de su herida y recuperación (frente a los ataques de ansiedad y estrés). La visión de Omar volviendo a atender a una persona desangrándose por un hombro la ha llenado de rabia y de decisión.

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29/06/2016, 12:01
Nathan Morrison

La bocanada de aire nuevo entró en los pulmones del canadiense como un torrente fresco y vivificante. El chapuzón había sido largo... o quizá no tanto pero el azoramiento impuesto por la histeria del momento hacía que los pulmones no trabajasen como podían llegar a hacerlo en mitad de otro clima. Había que respirar... acompasar el aire entrante y saliente para optimizar la cantidad de este que alimentaba el sistema vital del improvisado buceador.

Una mirada cómplice grabaron ambas pupilas en las ajenas cuando se encontraron a flor de agua. Lottie y Nathan habían visto algo. Algo extraño. Pero al menos era algo. Espoleados por la premura y la sinrazón era más que suficiente lo que habían visto bajo el agua como para comprobarlo. Más aún... era más que suficiente como para entender que quizá si estaban frente a una posibilidad... una salida... un extraño mecanismo que les podría servir de ayuda. Un nuevo clavo aún más ardiente.

- Burbujas... - se limitó a decir Nat a su compañera como confirmación de lo que sus ojos y sus sentidos habían compartido.

Una mirada furtiva arriba. La altura era considerable y el sonido que llegaba amortiguado por el eco de la roca daba lugar a poca información, sesgada y distorsionada. Pero igualmente allí arriba había gente lo suficientemente importante como para no olvidarse de ellos. Suficientemente queridos como para no deshonrar su esfuerzo por contener a las huestes de Pacal. ¿Acaso eso era lo que hacían? Nathan clavó la mirada en el inicio de la escalera por la parte superior esperando no ver un desfile de soldados machetados blandiendo sus hojas con sed de sangre o... peor aún, con arcos o cualquier otra arma de proyectiles.

- Quédate con Enara... bajo los escalones, como te dije. Deja que me sumerja una vez más.

Un, dos, tres... tres respiraciones profundas, cortas y rápidas llenaron los pulmones de Nathan para permitirle una inmersión a todo o nada. Hacia el fondo. Hacia la negrura. Hacia la base de aquel teorema irresoluble hecho carne, máquina, agua y sacrificio.

Hacia la única esperanza.

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29/06/2016, 12:55
Omar Echenique

Volvió la cabeza hacia Sean tras la advertencia de Estel. Siempre en silencio, pálido bajo su bronceada piel, dejó que Estel lo sustituyera en la presión de la tela contra el hombro de Mike. Tomó su rostro entre las manos y depositó un beso en su frente.

-Cuida de él -susurró.

Se puso en pie y como si Pacal ya no existiera, avanzó hasta Sean. La postura de su pierna parecía imposible, con la rodilla y el pie marcando una dirección nada natural y el dolor que marcaba las facciones del francés, con súbitas ojeras y un color cetrino que casi apagaba sus pecas, hizo que su estómago sufriera un nuevo vuelco. Todo aquello era un desastre. Una pesadilla.

-Estoy aquí, Sean, a tu lado -dijo arrodillándose a su lado-. No intentes moverte -las manos en el pecho de Sean dejaban bien claras sus intenciones de inmovilizarlo. A un lado, un trozo de liana gruesa resultaba casi providencial. La cogió-. Muerde esto, Sean. Eso tiene que doler así que, por favor, nada de esfuerzos inútiles. No soy médico pero o tu fémur se ha roto o te has dislocado la cadera. Ahora cierra los ojos. Todo se arreglará -una mano siguió en el pecho y la otra comenzó a acariciar suavemente el pelo del hermano de Lottie, buscando que en medio de aquel desastre se relajara siquiera un tanto.

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29/06/2016, 15:43
Samantha Johnson

La desesperación salió en forma de grito al ver el machete descender y casi cortar el brazo de Mike, y cuando comenzó a brotar tanta sangre... No dudó en acercarse junto a un Omar presionando raudo sobre la herida con aquella túnica blanca que se teñía de rojo.

- ¡Mike!¡Mike!

Se sobresaltó al sentir la mano de Estel en su tobillo, y al verla en el suelo se dio cuenta de lo centrada que estaba como para no haberse dado cuenta del daño que había sufrido ella; y aún así tenía fuerzas suficientes como para presionar la herida cuando Omar decidió asistir a un Sean gritando de dolor. Tampoco podía pasar por alto el machete ensangrentado y la actitud de Pacal, por lo que mostró con cuidado sus manos desprovistas de armas e intenciones dañinas. Casi a cámara lenta se colocó la túnica blanca intentando aplacar la posible explosión de furia por parte de sus captores. Pretender era diferente a rendirse. Necesitaban comprar más tiempo.

- Déjame, Estel. Tampoco estás bien -En cuanto puso la mano sobre la tela ensangrentada la humedad llegó a sus ojos. El dolor de Mike era indescriptible y la situación igual de incierta-. Necesitas de todas tus fuerzas.

El estrés y nerviosismo amenazaban con agarrotar todo su ser. Mel había desfallecido y ahora estaba a los pies de unas bestias que habían llevado a uno de sus seres más queridos al borde de la muerte. Había tanta sangre...

- ¡Mike! Céntrate en mí -Se agachó y una cortina rubia les proporcionó cierta intimidad-, o ésto será el menor de tus problemas -Cómo pudo sonreír con tanta calidez escapaba a su entendimiento cuando las lágrimas comenzaron a surcar por su rostro-. Te necesito.

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29/06/2016, 16:19
Charlotte Dunne

Lottie llevó a Enara hacia los escalones, como Nat le había pedido, entreteniéndola para que siguiese pensando que estaban jugando. Se le hacía duro disimular delante de Enara, no tenía tanta mano con los niños, pero por suerte, la pequeña se lo estaba poniendo fácil y no se estaba enterando de nada.

Nathan se sumergió, en un intento de buscar algo de lo que le había comentado, algo a lo que agarrarse, algún tipo de salida o arma. Y ella no se iba a quedar parada esperando. Le hizo una señal a Enara de que esperase arriba, junto a los escalones y quieta. Cogió aire y se sumergió tras Nat. La niña, al principio, intentó agarrarla del pelo y jugar con ella, pero Lottie se impulsó un poco alejándose de las pequeñas manitas. Solo entonces se quedó quieta, suspendida en el agua y mirando a través de ella, buscando algo que les fuera de utilidad. Tras unos segundos, lo sintió en sus manos, en su cuerpo.

Burbujas…. ¿burbujas?

Sus ojos buscaron los de Nat. Se cruzaron un instante, antes que los de él se volvieran a mirar justo debajo de ella. Se inclinó e intentó ver lo que él veía, pero solo veía oscuridad allá abajo.

Salió a la superficie un segundo antes que Nat y, cuando este salió, tomando aire urgentemente como ella misma lo estaba haciendo en ese momento, sus miradas se cruzaron.

”Burbujas”- confirmó Nat.

Lottie asintió. No hacía falta más. Los oscuros ojos del canadiense le transmitían lo mismo que ella estaba pensando, lo mismo que sus ojos azules debían expresarle. Una posibilidad. Algo de lo que tirar.

Ten cuidado… No hagas ninguna tontería….¿vale?

Nat desapareció de su vista antes de que terminara la frase. Se abrazó entonces a Enara y la atrajo hasta la piedra que formaba los escalones que subían hacia el exterior. Agudizó el oído, pero no llegaba nada desde arriba, todo permanecía en silencio. Un silencio pesado y oscuro después de los gritos que habían llegado hasta el fondo del cenote. El segundo había sido de Sean estaba segura. Y ahora, no sabía lo que era peor, si escuchar gritos o no escuchar nada. El silencio era opresivo y solo hacía que su respiración resonase fuertemente junto a la de Enara, rompiendo el silencio de la superficie del agua. Intentaba no moverse, no agitar el agua siquiera. Le indicó a la niña una mariposa que se había parado en una de las lianas que caían hacia el agua. La soltó un segundo mientras la niña observaba a la enorme mariposa azul, segundo que aprovechó para mirar hacia lo alto con cuidado, intentando adivinar que ocurría arriba, si algún nativo bajaba ya a buscarlos, o cualquier otra cosa que le indicara que estaba pasando más allá de ella, Enara y Nat.

Al mirar hacia arriba se percató de una cosa. Eran blanco fácil para los nativos aunque estuvieran pegados a la piedra, sin contar con que todos los pares de ojos que había más arriba, en la superficie, tenían una visual perfecta del cenote. Y de ellos. No tenían escapatoria. Desde cualquier punto los podrían alcanzar con un proyectil, una flecha, una piedra, con cualquier cosa si querían hacerlo.

Alargó su mano y atrajo hacia ella a la pequeña.

No te acerques tanto, sino harás que eche a volar….

La mariposa era enorme y preciosa, seguro que Enara nunca había visto una igual. Enara.

Enara no está asustada… nunca lo ha estado

Aquel pensamiento la arrasó por lo evidente que era. Porque era normal que no estuviese asustada, tenía lógica si no se había percatado de los movimientos que habían tenido lugar arriba.

Pero debería de estarlo si la hubiesen tratado mal…o no hubiese estado a gusto. Pero está feliz, no tiene miedo

Todo se había desarrollado tan rápido que no había caído en la cuenta de aquel pequeño, o gran, detalle. Ella nunca había mostrado miedo, incluso les había insistido en ir a hablar con Pacal como si fuera alguien a quien mereciera la pena conocer o, por lo menos, hablar. Ella misma había dicho que había estado en su casa. Aunque quizás era simplemente que Enara era el señuelo para tenerlos a todos allí, la piedra de cambio para que no intentaran nada, y Umayma hubiera decidido, a su manera, dejarla a un lado en sus planes. Era tan pequeña e inocente que desde un primer momento a Lottie se le había hecho complicado pensar que su futuro fuera también participar en aquel sacrificio del que les habían hablado.

-Pequeña golondrina, ¿mientras que Nat vuelve quieres que juguemos a un juego? Yo te hago una pregunta y me respondes y después preguntas tú y respondo yo. ¿Vale? Venga, empiezo yo y así ves como es el juego. ¿Cómo has llegado aquí con estos hombres? Estamos lejos de casa… ¿Te han traído en avión? ¿Te han tratado bien desde que estás con ellos? Sobre todo, con Pacal. Habla bajito para no asustar a la mariposa... Por cierto, es una mariposa Monarca. Pueden ser azules como esta y naranjas, pero la azul es mucho más bonita, ¿verdad?

Le acarició el pelo mojado, apartándoselo de la cara y dándole un beso sobre él. La mantenía abrazada con un brazo mientras que con el otro se agarraba a la piedra llena de musgo, mirando a la mariposa, protegiéndola con su propio cuerpo por si desde arriba alguien intentaba alcanzarles con algo. Sentía pavor al dar la espalda a todo, a no saber qué se le venía encima. Pero no tenía otra opción. Y, en algunos momentos, era mejor la ignorancia que el conocimiento, aunque su oído estaba alerta a cualquier sonido que pudiera producirse arriba o cerca de ella.

Y no podía hacer otra cosa mientras Nat no volviera. Y aquello la llenaba de angustia. Confiaba en él, pero saberlo allí abajo, solo, sin nada más que sus manos para defenderse y la capacidad de sus pulmones para mantenerlo con vida, no le convencía.

Confía en él, Charlotte. Sabe lo que hace.

Pero sus ojos volaron de la magnífica Monarca azul a la superficie del agua, en el mismo punto en el que Nat había desaparecido apenas un par de segundos antes. Estaba totalmente en calma. Ni siquiera una onda que indicase que Nat estaba allí abajo. No quitó sus ojos de aquel punto mientras escuchaba a la pequeña, mientras que la sentía junto a ella, mientras que sentía la soledad que le rodeaba en aquel cenote aun sabiéndose observada por tantos pares de ojos como lo estaba. Sus dedos se aferraron más fuerte aun al musgo, nerviosos, arrancando pequeñas porciones. Solo habrían pasado un par de segundos, quizás tres, quizás no más de cinco, pero le parecía que había pasado una eternidad desde que Nat se había sumergido.

Nat, ¿dónde estás? Sube… sube…no aguantes demasiado…no me dejes aquí con la pequeña…

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30/06/2016, 11:49
Enara

Miraba la mariposa con verdadera admiración. Además, lo cierto es que era un ejemplar extraordinario, incluso a ojos de la propia Charlotte. Enorme, de un azul brillante y metálico. Tan profundo que el agua del Cenote parecía verde a su lado. 

-Es preciosa... -Levantó su manita pero la detuvo en el aire, temerosa de asustarla tal y como acababa de decir Lottie. La mariposa aleteó y se posó en la piedra del escalón. Volvió a bajar la mano, y acarició el musgo que crecía junto a la roca, fascinada por todo lo que la rodeaba. -...nunca había estado en un sitio así.

Pero las palabras de Lottie la sacaron de su ensoñación. 

-¿Un juego...? ¡Vale! -Escuchó con atención, el ceño fruncido.- Oye, eso no es una pregunta, son muchas. Tres. ¡Sé contar muy bien, sabes? Mucho más que eso, sé contar montones, y sumar también, y restar, y.... muchas cosas.

Se frotó la nariz con la mano, ladeó la cabeza, y siguió.

-Pero bueno, a ver. No sé cómo vine aquí. Pacal vino al Internado, eso lo sé, se metió en mi cabeza. Estaba allí cuando vinieron Omar y Estel, pero no me dejó decírselo. Fue muy raro. Cuando se fueron me dormí, y me desperté en mi habitación de aquí. Me habían vestido como ahora, y me estaban peinando, y me pusieron flores en la cabeza. Las mujeres, varias mujeres. No las entiendo cuando hablan, ¿sabes?, pero me sonríen, y me dan comida y bebida. Me trataron muy bien, sí. Luego.... bueno, luego fue lo de la casa de rojo, y Pacal y el pinchazo, pero tampoco me dolió demasiado...

Asintió vehemente.

-¡Ahora me toca a mi!. Mmmmm.... ¿Tienes novio?

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30/06/2016, 13:44
Charlotte Dunne
Sólo para el director

Rió con ganas mientras la estrechaba en sus brazos. Los niños la sorprendían muchas veces y Enara no había picado, la había pillado a la primera.

-Vale, vale. ¡Claro que sabes sumar, pequeño diablillo! ¿Y muchas cosas más…? Ummmm ¡vamos a tener que hablar tu y yo!

- ¿Qué estuvo en el internado cuando…? –la pregunta salió sola cuando escuchó a Enara. La sorpresa fue mayúscula. Pacal había estado en Suiza. ¡¿Pero cómo?! Aquello planteaba muchas y nuevas incógnitas a la francesa, que escuchaba atenta el resto del relato de la niña. Se quedó en silencio cuando esta terminó de hablar, intentando relacionar todo lo que le había dicho con lo que ella sabía o podía llegar a imaginarse.

Omar y Estel no le habían contado nada de lo que provocó su visita urgente a Suiza, ni de lo que allí pasó. No habían tenido oportunidad. Bueno, eso había pensado ella. Pero ahora, tras escuchar a Enara la duda que le surgió fue, ¿no tuvieron tiempo de contarle a ella lo que pasó allí, no se dieron cuenta de lo que pasaba realmente o no habían querido decírselo para no asustarla? Pero no, desechó rápido esas opciones. Si Omar o Estel hubieran visto al raro o relacionado con todo lo que ahora estaban viviendo, nunca hubieran accedido a visitar Egipto.

Y había que considerar a partir de ahora que, aparte de aquella sustancia rosa en aquel aparato en el que los habían metido, había otra forma de viajar en el tiempo, de llegar allí y a su propio tiempo. Pacal la usaba, le quedaba claro. Y había traído a Enara de aquella otra forma de manera que ella no había sufrido lo que ellos. Y, lo más importante. No era un viaje de un solo sentido. Pacal había ido a Suiza a por Enara. Padre e hijísima sabían a donde los enviaban, con lo cual ellos o alguien más había estado allí y había vuelto para contarlo. Y, por descontado, Umayma también sabía.

Nuestra llave para volver es este cenote o Pacal…

No se había dado cuenta de que Enara la miraba curiosa. Hacía rato que había terminado de hablar, pero Lottie se había despistado en sus pensamientos. Volvió a la realidad e intentó recordar rápidamente lo que la pequeña le había preguntado. Se la quedó mirando, sonriente.

-¿Tienes ganas de tener un tito, eh? Que si tengo novio, quieres saber….-se quedó un instante mirando a la mariposa, pensativa. Respiró hondo y soltó el aire lentamente. Menudo sexto sentido tenía la niña para preguntar. La pregunta del millón. Ya le gustaría a ella-No, aún no. Es difícil, ¿sabes? He tenido que trabajar mucho y muy lejos, por eso tú y yo nos hemos visto poco y no pude ir con tu hermano y Estel a verte a Suiza. Y ya sabes que he estado trabajando con monos pequeñitos y de cola larga, se llaman lémures. Se hacen mucha caca y a los chicos no les gustan las chicas que están todo el día en el campo, lejos de casa trabajando con bichos… y oliendo a caca de mono. Pregúntale a Sean cuando lo veas. Él te contará lo mal que olía yo y mi coche cuando vino a verme a Madagascar-le contestó riendo, pero con un velo de nostalgia o tristeza, demasiado sutil para que la pequeña lo detectara-Algún día te llevaré a ver los lémures, ¿te apuntas? ¡Prometo que no dejaré que se hagan caca cerca de ti!-levantó la mano en señal de promesa, sonriéndole a la pequeña-¿Y ahora me toca a mi, no? Ummm a ver….¿qué puedo preguntar? Cuéntame eso del pinchazo. ¿Te dijo Pacal para que era?

A la vez que le preguntaba, le quitó el pelo de la nuca con suavidad y acarició el dibujo que tenía ahora allí, observándolo atentamente. Era de un color extraño, como una especie de árbol, Omar lo había descrito bien. Pero no podía llegar a determinar nada viéndolo. No había nada demasiado enrojecido como para suponer que lo que le habían inyectado estaba causando algún tipo de reacción, la niña no se rascaba y, salvo el dolor del pinchazo, parecía que no le había causado más incomodidades pero viniendo de Pacal y, por defecto, de Umayma, aquello debía tener algún tipo de sentido o propósito que ahora se les escapaba.

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30/06/2016, 16:57
Fadil Jannan

Había sido como si hubieran dado una señal y todo el mundo hubiera salido disparado, decidido a hacer lo que fuera en todas direcciones. Pero no Fadil. El egipcio era un hombre práctico, y a pesar de eso, y de su carácter extrovertido, era un hombre reflexivo, que pensaba antes de actuar.

Por eso no se precipitó incluso cuando todas sus alarmas interiores aullaban, incluso cuando se dio cuenta de lo absurdo de algunas reacciones, o de lo peligrosas. Haciendo un esfuerzo sobrehumano se mantuvo en el lugar en el que estaba, justo en el momento de ver como Lottie cogía a Enara y se iba escaleras abajo, seguida de un Nat mucho más ducho en cuanto equilibrio se trataba, y por tanto mucho más hábil en cuanto a las posibilidades de ayudarlas a llegar a las aguas del Cenote sanas y salvas.

Sea lo que sea que haya pensado Charlotte que van a hacer una vez lleguen allí...

Y presenció la cadencia de desgracias que se sucedían una tras otra, como si se tratara de un acto de The Rocky Horror Show. En apenas unos segundos Mike había salido a la carrera, embistiendo a uno de los guerreros y siendo abatido y herido gravemente por el otro. Sean, quizá no siendo tan mala idea, se había subido por una liana que no había tardado en ser cortada, y ahora yacía en el suelo descoyuntado. Los demás estaban intentando paliar los efectos de esas decisiones, y de las suyas propias al procurar detenerlas. Omar, Estel, que había salido muy mal parada de su intento de placaje, Sam... sus esfuerzos eran desesperados. Mel cayó desmayada, sin poder aguantar la tensión, y Oliver le hablaba al tal Pacal con aire resuelto.

Toda la contención se esfumó, y Fadil, ahora sí, salió como un resorte hacia Sean. No podía hacer nada por Mike, más que compresión, y ya la estaban haciendo. Pero podía reducir la luxación de cadera. Sabía como hacerlo, por suerte había visto hacerlo muchas veces a su padre, que había sido médico, y uno muy bueno. Antes de morir...

También era cierto que nunca lo había hecho él, y que era un crío cuando lo vió hacer. Pero sabía que era urgente actuar, o podía ser irrecuperable.

-Omar. Ayúdame. Hay que reducirle esa luxación, o se le van a necrosar las arterias lesionadas. Hay que hacerlo ya. 

No se molestó en bajar la voz, Sean estaba prácticamente desmayado del dolor, y si no era así, lo estaría a la primera manipulación.

-Inmovilízalo así, cargando todo tu peso sobre la pelvis para que quede plana, apoyándote en ambos lados. Y yo...

A la vez que Omar actuaba como le decía, Sean lanzó un aullido de dolor y quedó inconsciente. Fadil entonces cogió la pierna del pobre pelirrojo e hizo un movimiento, suave pero firme. No se escuchó nada, pero fue evidente que la cabeza del fémur había vuelto a su sitio.

La frente del egipcio estaba perlada de sudor, y cuando levantó los ojos se encontró con la mirada fría de Pacal.

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30/06/2016, 16:59
Pacal

Mudo testigo del baile montado a su alrededor, Pacal seguía impasible. No se había movido ni un milímetro cuando Mike casi llegó a él, dispuesto a derribarle. Tampoco se alteró cuando su guardián sajó de un tajo el hombro de su atacante, cuando Estel se lanzó en plancha contra la roca viva, o cuando Sean cayó como un fardo de las alturas. No dio muestras de haberse enterado de que Charlotte se llevaba a Enara hacia el Cenote, y que Nathan las seguía. No impidió que intentaran restañar la hemorragia, con las túnicas destinadas a vestirles. No parpadeó cuando Omar le habló, y luego Oliver. 

Pero observó la maniobra de Fadil con mirada fría. Y cuando acabó, se volvió hacia los hombres que habían empezado a salir desde el túnel y les dijo algo que ellos no pudieron entender. Y luego a la chiquillería.

De inmediato los niños se dirigieron a las escaleras del Cenote, y empezaron a bajarlas. Los hombres dejaron paso a algunas mujeres que habían llegado por el túnel, equipadas con recipientes con agua y una especie de esponjas vegetales. Moviéndose rápidas se acercaron a cada uno de los que sangraban, y las empaparon con la sangre, que escurrían en el agua de los recipientes, hasta dejar las heridas limpias.

Los guerreros se sumaron a los otros dos guardianes, unos cogieron a Mike del suelo, con bastante cuidado, y otros también a Sean. Uno de ellos sustituyó a Sam en la compresión del hombro, aunque no lo hizo con las túnicas, sino con un manojo de esas esponjas vegetales. Tendió las túnicas a una de las mujeres, que se fue con ellas también hacia el fondo del cenote.

Se llevaron a los dos muchachos inconscientes hacia arriba, por el túnel. Otro se acercó a Estel y otro a Mel. Cada uno tomó a una de ellas en brazos, delicada pero firmemente, y salieron tras los otros dos. 

En la cornisa quedaban pues Omar, Fadil, Samantha y Oliver. Y en el agua seguían Lottie, Enara y Nat. Además de la nube de niños que estaban bajando las escaleras con soltura, la mujer con las túnicas empapadas en sangre, y el resto de mujeres y hombres que habían llegado por el túnel y que ahora se repartían entre la cornisa, las escaleras, y la boca del túnel.

Y, por supuesto, Pacal...

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30/06/2016, 18:41
Sean Dunne

Lo úlitmo que vió Sean, con la vista nublada, mareado como si de una simple Mel se tratase, fue a Omar tratando de socorrerle. Aquel era un hombre, sí señor. Mike y Sean estuvieron hablando con Pacal, tratando de hacerse entender, cerca, muy cerca. Quizás con algún aspaviento como el de juntar los dedos como cuando se trata de hablar italiano sin hablarlo. Durante todo ese tiempo, los guerreros estuvieron tranquilos. Pero entonces llegó Omar... y sus dos cojones. Y le sostuvo la mirada a Pacal, como uno de esos pistoleros de espagueti western. En serio... Sus ojos son más amenazantes que un americano y un francés juntos. Y eso se nota. Bastó una mirada de Omar para que los guerreros viniesen en tromba hasta el umbral de la cueva. Omar es una leyenda.

Hace algunos años Estel le contó a Sean una de las historias de guerra sobre Omar que al francés más impresionaron. Omar llevaba en brazos a un niño. Tras sus pasos, un soldado trataba de darles caza. Subieron por un terraplén que se detenía abruptamente cinco metros por encima de los escombros de un edificio bombardeado. Entonces vino el sonido de martilleo del fusil, y las palabras en árabe dando el alto. Omar se paró en la cúspide de la rampa, y desde allí vió un obus semienterrado, sin detonar. Vio un obus. Vio un maldito obus y no pestañeó. Los vascos son así de irreductibles, no pensaba entregar aquel niño al soldado. Omar saltó. Mantuvo al niño abrazado a él con un solo brazo, mientras la mano libre arrojaba una moneda de cinco peniques al culo del obus. Omar sobrevoló la explosión antes de que ascendiese lo suficiente como para ocultarle. Aquel soldado se fue pensando que había sido un acto suicida. Para otro sí lo sería. Omar siempre sabe lo que se hace. No se llevó más que unos rasguños mientras que con su cuerpo protegía al niño, rodando ambos por las piedras afiladas de los escombros del edificio. Esas cosas son las que hacen grandes a Omar.

Nunca supo si Estel se lo había inventado para tomarle el pelo, o en verdad aquella anécdota era real. Lo duro era ver el brillo de los ojos de Estel al contarlo. Sean no puede competir con la larga sombra de Omar. No puede. Porque Sean solo es una hormiga roja tratando de llamar la atención al lado de un león. Y los ojos de Estel siempre se pierden en su melena.

Hubo más figuras acunclilladas junto a Sean. Notó la humedad de la esponja. Las palabras de Fadil. Pero Sean estaba al límite de su resistencia. Una lástima. Le habría gustado estar en mejores condiciones delante de las indígenas, algo más presentable. Porque al contrario que con Estel, Omar no ha tenido tiempo de deslumbrarlas, y Sean aún tiene una oportunidad de brillar.

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30/06/2016, 20:20
Mike Yaddow

Tendido sobre la piedra intentó resistir el dolor. Toda la energía que había tenido para evitar a sus compañero e intentar placar a Pacal se había esfumado de repente, se sentía débil y apenas podía moverse, cada vez que lo intentaba movía la parte de la herida y se acrecentaba el dolor, así que prefirió no hacerlo. Primero Omar, después Estel y finalmente Sam intentaron ayudarlo, la presión en la herida hizo que soltara otro grito de queja.

-AHHHHH

Cerró durante un momento los ojos intentando aguantar el dolor. Siempre había sido muy quejica, sobre todo cuanto más pequeña era la herida más se quejaba para que su hermana y Sam pudieran reírse de él y de lo quejica que era, pero cuanto más seria era la herida menos se quejaba pues era cuando realmente no quería preocuparlas. Sin embargo no podía aguantar el dolor sin quejarse. Había ladeado la cabeza y lo había visto antes de que llegaran a taponarlo. Era un corte tremendo en el hombro, hasta le había parecido ver el hueso, con algo así dudaba de volver a poder mover aquel brazo, aunque lo que realmente dudaba era que sobreviviera a aquello con la de sangre que estaba perdiendo. Y no era el único, había visto a Mel y a Sean en el suelo, y a Estel sangrando, los iban a matar a todos allí, Omar parecía estar casi entero, al igual que Fadil y Oli, a Charlotte, Nathan y la niña los había perdido de vista, ojalá hubieran conseguido escapar entre todo el revuelo que se había organizado, pero había demasiados guardias.
De repente la luz cambió de color y todo adquirió un tono dorado, el tono que daba el pelo de Sam al filtrar la luz. Su voz fue como un bálsamo. Con esfuerzo levantó la cabeza para mirarla y movió el brazo que tenía intacto, al moverse le dolió pero apretó un poco la mandíbula para darse fuerza y poder tocar la mejilla de Sam, una lágrima tropezó en uno de sus dedos. Siempre preocupándose y siempre a su lado en los malos momentos.

-Sam. ¿Estás bien? ¿Y Mel?

Las lágrimas por la mejilla de Sam le dolían casi tanto como su herida, nunca le había gustado ver llorar a ninguna de las dos y debía admitir que muchas veces lo habían hecho por su culpa. Reunió fuerzas para decir algo más pero entonces comenzó a notar movimiento y como alguien apartó a Sam de su lado, intentó agarrarla pero sus lentos movimientos ni siquiera pasaron cerca de su amiga.

-¡Soltarla cabrones!

La protesta no fue demasiado enérgica, pero era todo de lo que Mike disponía. De repente se vio alzado entre varios guerreros y una de las túnicas que tenía en el hombro, ahora ya totalmente roja por su sangre, fue sustituida por algo extraño, algo parecido a una esponja. De momento no parecía que fueran a rematarlos, pero hicieran lo que hicieran él no podía hacer nada, su cuerpo apenas le respondía y solo sentía un tremendo dolor cada vez que se movía. Una gran impotencia se apoderó de él. Miró a Sam.

-Sam, yo... yo... Cuida de Mel por favor, haz lo que te digan.

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01/07/2016, 16:41
Udjat

El agua no estaba fría, no como podría pensarse en un primer momento, siendo un Cenote. Nat no recordaba cómo la había notado cuando aparecieron allí, estaba demasiado ocupado tratando de sobrevivir. Pero ahora, llenando sus pulmones de aire y sumergiéndose, nadó sintiendo incluso bienestar.

La negrura se acercaba poco a poco, había bastantes metros de profundidad para aguantar a pulmón libre, pero el bailarín estaba acostumbrado a mesurar su respiración, a regularla. Siguió el hilillo de sangre que se arremolinaba yendo hacia el fondo, siguiendo un curso tenue y cambiante. 

La inmersión le llevó más y más profundamente. A medida que descendía lo que antes eran apenas formas en una oscuridad total iba conformando perfiles y relieves, acostumbradas sus pupilas a la falta de luz. Rocas, y el lecho. En el lecho, brillando, objetos. Comprendió que aquél era un lugar de sacrificios: Copas, joyas, oro y cerámica. Y huesos. Huesos humanos. Cráneos, esqueletos. La mayoría de tamaño pequeño, posiblemente de niños.

Y en la roca, antes de llegar al fondo, de nuevo, una corriente sutil. Una que, sin embargo, no producía burbujitas. Porque, según pudo comprobar mediante el hilo de sangre, no iba de la roca al agua, sino al revés. Era como si la sangre, y el agua, se filtraran esta vez hacia el interior de la roca.

No pudo comprobar más. El aire se le había terminado hacía rato, y la opresión en el pecho era asfixiante. Debía subir de inmediato...

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01/07/2016, 16:53
Enara

Enara la escuchaba mirándola con gravedad, muy seria. Asintió de nuevo vehementemente. 

-¡Me apunto! -La afirmación fue contundente, y rompió la seriedad en el rostro de la chiquilla, que sonrió de oreja a oreja, ilusionada con la propuesta. -¡Y no me importa que se hagan caca! ¡Jajajaja! ¡Yo también hago caca! ¡Pfffff!

El sonido no fue nada comparado con la cara de asco fingido que puso. Y en seguida siguió, mientras sonreía, apartando ella misma el pelo de su nuca para que Lottie la siguiera acariciando.

-Me haces cosquillas. ¡Me gustan las cosquillas! No sé si es por el pinchazo, las noto más. Y la pregunta... a ver... me lo hizo Pacal pero no me dijo por qué. Fue en la casa roja de arriba de todo. Había una fiesta, con todo el mundo cantando y riendo, y diciendo que sí, como hoy decían, ¡Síiiii! ¡Síiii! Me habían puesto la túnica y las flores en mi cuarto, y me acompañaron hasta arriba, y allí Pacal me levantó el pelo y me pinchó. Luego me dejó hacer lo que quisiera, bailé, corrí. Me fui a un lugar lleno de comida, y me puse hasta arriba. Luego me acompañaron de nuevo a mi cuarto, cuando ya se hacía de noche, para dormir. Y cada día hago lo mismo, y juego, y paseo. Bueno, lo del pinchazo y la fiesta no. Eso no ha pasado otra vez hasta que habéis venido vosotros.

Hablaba y hablaba, reía, y estaba relajada y tranquila. 

De pronto se escucharon gritos y gorjeos. Un grupito de niños estaba bajando las escaleras del Cenote en vuestra dirección.

-¡Mira! ¡Vienen a buscarnos!

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02/07/2016, 17:37
Nathan Morrison

El cuerpo del chico hizo gala de su buena forma física, su dinamismo y su completa habilidad serpenteando hacia la negrura del fondo del cenote. Los brazos avanzaban no sin esfuerzo mientras las poderosas piernas se movían con presteza para abarcar más y más metros. ¿Cuánto podría haber descendido? La presión en los oídos advertía de que quizá bastante más de lo que podría llegara a ser recomendable pero ya ten cerca del lecho de roca era imposible no bracear un poco más hasta el lugar dónde le esperaban... ¿respuestas?

No. No parecía que las noticias que allí abajo pudieran llegarle fueran a ser buenas. Las formas semibrillantes, ajadas por la ausencia de luz y el manto de moho, en perfecta armonía con el blancor malsano de los huesos antiguos, dieron al fondo del cenote un aspecto lúgubre y fantasmagórico. Contrastaba con aquellos maravillosos colores de las flores que ofrecían a libación pura a los recién llegados arriba en la superficie. Regalo envenenado habida cuenta de la respuesta de Pacal, pero hermosas igualmente.

Y al final, igual daba, el lecho auguraba un futuro aciago. Un alfa y un omega establecido en el mismo lugar y que indicaba que, en caso de regresar al cenote, no sería para regresar a la máquina y, por lo tanto, al ya lejano siglo veintiuno, sino más bien para encontrarse con la postrer parca a merced de los cuchillos ceremoniales de aquellos nativos. No había salida. Ningún pasaje... ninguna oquedad fortuita por la que poder escabullirse. Ni él a solas ni Lottie con Enara. Aquello era un vaso que parecía llenarse desde las paredes del mismo. De fuera a dentro. Quizá de forma antinatural pero nada de lo que estaba sucediendo lo era, con lo que el funcionamiento de una fosa común subacuática maya tampoco era esperable que fuese a tener el más mínimo atisbo de cordura.

Y sin embargo, el hecho de que aquello careciese de lógica hacía que, en cierto modo, pudiese atender a una lógica alternativa y... ¿común? ¿Y si aquella piscina improvisada era el extremo de una maquinaria capaz de existir a través del tiempo y el espacio? ¿Y si los cuerpos exangües que se arrojaban allí enviaban sus "almas" a través de un túnel atemporal al Egipto contemporáneo para cumplir los designios de Umayma? Un nuevo clavo al rojo. Brillante y atractivo... pero tan débil que no merecía la pena prestar atención al mismo. Y, sin embargo era información. Información de esa que Pacal no sabía que sus cautivos poseían. Fuese o no cierta, era una baza. Cuando uno juega al poker sin cartas ha de improvisar una baraja propia.

Los pies del bailarín se impulsaron con cautela en el suelo del cenote. Le dio aprensión aquel tacto de muerte en las plantas... como si una oportuna garra huesuda y carcomida por el paso del tiempo pudiese extenderse y agarrarle para no dejarle escapar. El cuerpo esbelto ascendió en un movimiento continuo y ondulante. La meta, el oxígeno tan necesario, parecía inalcanzable y extraordinariamente lejana pero por el camino pensó que quizá podría haber buscado un cuchillo ceremonial o algo con lo que defenderse. Quizá la asfixia le proporcionó algo de sobriedad, algo de esa necesaria calma que había perdido al seguir sin control a Lottie escaleras abajo y entendió que estaban a merced de Pacal. 

Se pusieran como se pusieran.

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02/07/2016, 17:37
Nathan Morrison

El agua clara como el cielo que la arropaba se rompió como un espejo. Con urgencia... con furia... con prisa por exigir su aire, el cuerpo de Nathan emergió con el sonoro estrépito que formó el oxígeno al irrumpir de nuevo en los pulmones del bailarín. La caja torácica le ardía y las sienes, que habían advertido al chico sobre la necesidad de ascender hacía mucho rato, galopaban desbocadas por el dolor. Los brazos se agitaron tratando de asir ese aire... intentando que no se lo arrebatase nadie o las consecuencias serían fatales.

Por fin la respiración se fue calmando. Solo unos segundos. Unos pocos más. Los ojos enfocaron y pudieron ver como los niños descendían los escalones desde lo alto del cenote hacia la superficie del agua. Aquello podría haber tenido mil interpretaciones en la mente de un Nathan despierto y sagaz. Pero no en aquel bailarín canadiense que había pensado que jamás volvería a respirar. El trayecto había sido largo y el resultado, nulo. Una vez aquellas "estrellitas" que la apnea extrema deja en la visión del buceador se hubieron desvanecido, sus ojos buscaron con avidez a Charlotte y a Enara. Allí estaban... al pie de las escaleras. Bajo una cobertura absurdamente imposible pero aún juntas. Nat negó con la cabeza. Se sentía fracasado y como tal acabó apartando los ojos de los de Lottie.

- No hay salida... - rubricó con un hilo de voz.

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03/07/2016, 12:32
Udjat

Los niños llegaron hasta donde estaban Enara y Lottie, junto al primer escalón de piedra. Y detrás de ellos, bajando con más parsimonia, una mujer con algo de tela roja y blanca en las manos, lo que parecía... sí, era un amasijo de túnicas de las que les habían preparado para ellos, sólo que empapadas en sangre.

Enara no se lo pensó dos veces cuando los primeros chiquillos le tendieron las manos para que subiera. Se agarró a ellos, y la alzaron al escalón, sacándola del agua entre risas. Inmediatamente la rodearon, y empezaron a subir de nuevo. Todos juntos, con Enara enmedio.

La mujer esperó a que pasaran, y bajó a su vez hasta el escalón. Una vez allí se arrodilló y sumergió las túnicas, una vez y otra, hasta que toda la sangre que contenían se diluyó en el agua. Luego les sonrió, les tendió la mano, y les dijo algo en lengua maya. No la entendieron, claro, pero por sus gestos comprendieron que les invitaba a subir otra vez.