Finalmente el camino hacia Barovia concluye sin más problemas. Llegan con la noche ya cerrada, aunque la taberna de la plaza aún continuaba abierta. Quizá el tabernero ya se había acostumbrado a su presencia y lo estuviera esperando.
Las cosas poco a poco iban a mejorando, el pueblo parecía que se iba recuperando de la infección nigromántica. Los cadáveres de los zombies ya habían sido eliminados y los habían prendido fuego.
En la taberna había más gente que otros días, a pesar de las horas tardías que eran. Los Barovianos parecían estar esperando a la llegada de todos ellos. Querían escuchar sus andanzas, sus gestas y sus aventuras. Y la presencia del hombre mono, no resultó inadvertida para nadie. Ese era un completo desconocido para todos ellos.
El tabernero les sirvió una buena y jugosa comida y una buena cerveza. Dejaba claro que hasta la calidad de la "taberna La Sangre de la Niña", había mejorado en calidad y cantidad.
En cuanto el grupo entró por la puerta se hizo el silencio, y con gestos curiosos los observaron mientras uno a uno, iban tomando a siento.
Cuando Ashlyn entró la última con el cadáver de Haiayel al hombro, unos cuantos se acercaron para ofrecerles su ayuda y pedirles disculpas por lo sucedido. No preguntaron nada, simplemente se mantuvieron a la espera de que la paladín de Pelor le diera órdenes sobre como proceder con el cadaver.
Entré en la taberna y todos se quedaron en silencio, observándonos. Eso, no sabía por qué, me irritó.
Alese, quiero hablar contigo a solas recalqué esas palabras. No quería que los demás descubrieran lo que me pasaba.
- De acuerdo, vamos.
Acompaño a la señora verde.
- Dama Ashlyn, creo que es hora de enterrar a Haiaiel- le dijo a la mujer-. Yo le ayudaré a llevarlo a lugar sagrado y enterrarlo allí, si me dejáis- se ofreció el caballero del cuervo.
Alejadas dentro de la taberna, y sin dejar de observar a los demás por si alguno tenía intención de acercarse, comencé a hablar
Alese, no es fácil para mí decir esto... La Dama Ahogada me hizo algo cuando me miró. Su mirada, llena de odio, ejerció un poder sobre mí fatídico, demasiado agresivo... Me ha dejado sin fuerzas, sin capacidad para nada. Tengo que concentrarme para andar, y no puedo caminar y hablar a la vez. Me ha dejado tocada, y me temo que no se pasará en un día. No tengo voluntad ni para levantar mi espadón...
La cara verde se tiñó de pequeñas motas coloradas debido a la situación. Soy una mujer fuerte y siempre lo he sido, no me gusta pedir ayuda... Pero ahora mismo sólo era un estorbo si seguía así.
- Este combate nos ha dejado muy mermados, la verdad es que se echará de menos la ayuda curativa de los iluminadores, aunque fuesen más estirados que el palo de una lanza.
Alese examinó a la dama verde, con cuidado, tratando de averiguar qué le había sucedido.
¿Niveles? ¿Características? ¿lívido? ¿Qué es lo que le hizo exactamente?
Le ha dejado "atontada" durante tres días.
- No estoy segura, había visto estos síntomas pero siempre pasaban por sí mismos al cabo de unos minutos, nunca he visto que durasen tanto tiempo... Mañana intentaré algo, a ver si tenemos suerte.
Asiento ante las palabras de Urik..Yo tambien desearia acompañaros en estos momentos de recogimiento y poder decir un ultimo adios al hermano Halayel .
Yo, si no os importa, brindaré por su alma desde aquí.
CAMARERO, saca la mejor de tus bebidas que hoy brindaremos por el alma de un valiente.
El veterano se sentó en una de las sillas soltando un quejido por el dolor de espalda.
La dama asiente con la cabeza y dedica una sonrisa cansada a Urik, Fisteus y los pueblerinos que se acercan a ofrecer su ayuda.
-Buen hombre, ¿Dónde está el cementerio? ¿tenéis una pala que pueda utilizar para enterrarle?- le pregunta a alguno de ellos.
Permite que me una a tu brindis abuelo. - dijo Thokk sonriendo un poco y sentándose junto al guerrero. Thokk había permanecido en silencio desde la aparición del hombre mono y la muerte del inquisidor. Habían tenido sus más y sus menos pero habían luchado juntos y juntos habían librado a Barovia de la amenaza de los muertos. - Saca también algo de comer, podría comerme un buey. - dijo al camarero cuando se acercó.
Yo sé por dónde queda el cementerio, y con gusto os acompañaré si me lo permitís, estoy en deuda con él por dar su vida intentando liberar del mal mi tierra.- y cayó, sabiendo que decir más era inapropiado en ese momento, su lugar de nacimiento ya no es el que era y los espías del mal estaban por todas partes.
Don Urik hizo una sentida reverencia a Ashlyn. Tras esto miró a Fisteus y le dijo:
- Maese Fisteus, ayúdeme a llevar el cuerpo. Y, si fuera tan amable de guiarnos, Dama Irina, se lo agradecería enormemente- pidió el caballero del cuervo a sus compañeros.
¿¿Abuelo??.- el veterano enarcó una ceja al escuchar a Thokk
Cuidado con lo que dices jovencito, todavía puedo patearte ese culo peludo que tienes.
Wolkot agarró la botella y llenó otro vaso para Thokk.
Igor ya se encontraba sentado tranquilamente en la posada cuando el resto del grupo llegó. Había descansado algo, no lo suficiente tras el ataque de las sanguijuelas, así que así siguió tras la entrada de sus compañeros.
Ya se había ofrecido a Ashlyn a participar en el entierro de su compañero, sin embargo las fuertes creencias religiosas de esta le habían llevado a declinar su oferta, por ello, cuando entró con el caído no intervino ni se ofreció de nuevo.
Allí se quedó en la posada esperando a que concluyeran con los ritos funerarios y con ganas de saber cuál era la estrategia a seguir tras la obtención de aquella nueva reliquia.
Chicos, rolead el enterramiento de Haiayel y que también os sirven comida. Yo por mi parte no tengo necesidad de intervenir, porque ahora mismo no va a pasar nada relevante. Al menos no mientras estéis despiertos XD
Por aquí- indicó Irina convencida.
Saliendo del bar a la derecha, continuaron la calle en sentido noroeste hasta llegar al cementerio. Ya era de noche y aunque la entrada estaba iluminada por unas antorchas, no se veía nada del cementerio.
Hay que seguir este camino de la izquierda, aquí se hallan algunas zonas preparadas para nuevas tumbas.- Irina cogió una antorcha y le dio otra a Don Urik, continuaron un poco más por un camino pedregoso hasta dar con un hueco en la tierra.
Con la ayuda de Fisteus, Don Urik llevó el cuerpo del fallecido hasta el cementerio, siguiendo siempre el camino que Irina les indicaba. Detrás Ashlyn les seguía a corta distancia.
Al llegar al mismo, buscaron un lugar donde dejar el cuerpo. Irina le cedió una antorcha al caballero para buscar un buen sitio donde enterrar a Haiayel.
Tras un rato, encontraron un buen lugar. Urik volvió a por el cuerpo de su compañero caído y tras acercarlo, comenzó a cavar en riguroso y solemne silencio, tan solemne como el manto negro plagado de estrellas que les cubría.
Tras un buen rato cavando, el nicho estaba listo para recibir a su morador. Don Urik miró a Ashlyn y haciendo una reverencia con la cabeza habló.
- Mi dama, es la hora- comenzó-. Si lo deseas y tienes con qué, puedo prestarme a amortajarlo- se ofreció el caballero, aunque preveía que la mujer no tuviera tales atuendos.