Partida Rol por web

El pequeño almacén aledaño al puente de Phaendar tenía la puerta rota y había servido como lugar de descanso a los hobgoblins. Pitu no había logrado encontrar nada allí. Tampoco conocía demasiado acerca del bosque. Los rangers no se encontraban en la parte sur que era la más cercana al pueblo, y sobre el bosque en sí, habían algunas criaturas salvajes. La vegetación era espesa así que una vez dentro localizar a los fugitivos no sería tarea sencilla.

Valk daba instrucciones para avanzar por el bosque, tarea que de buen agrado estaría haciendo Aubrin si se encontrara en perfectas condiciones, pero no era el caso. Los dos semielfos acompañaban al paladín y al resto de héroes, quienes tomaban la delantera. Hubo que moverse durante dos horas por un terreno muy complicado, hasta que era noche cerrada. Los aldeanos estaban cansados, exhaustos y faltos de energía anímica. Pronto se hizo evidente que sería necesario descansar entre los árboles, sin protección ninguna.

Aubrin tuvo que tomar la palabra.

- Si establecemos un pequeño campamento podremos dormir. No hay muchos sacos para pasar la noche, apenas tiendas. Hará frío y no se puede encender fuego. Habremos de agruparnos, no queda otra. Tratemos de dormir y mañana será necesario evaluar los alrededores.

Miró a los miembros del grupo al decir aquello.

- Cuando me encuentre mejor podré buscar a los exploradores. Entretanto hagámonos fuertes en este lugar, exploremos y consigamos pieles y provisiones o no podremos viajar mucho.

Indicó pues los víveres no eran demasiados. Parte de los fugitivos eran guerreros pero otros eran simples trabajadores que se mostraban atemorizados ante el nuevo entorno.

Ender se sentó junto a Aubrin mientras masticaba un duro trozo de cecina que le habían dado a modo de cena. Exhausto dejó la mirada perdida cerca de un minuto, escuchando las conversaciones de otros grupos cercanos.

Con la mirada aun un poco ausente se dirigió al grupo:

Necesitamos organizarnos, hacer inventario, designar grupos de forrajeo y quien tomará las decisiones. En aquellos momentos, Ender revivía situaciones de sus vidas anteriores inconscientemente. Pese a su apariencia, tenía la experiencia de varias vidas, aunque le fuera dificil recordar activamente cosas concretas.

Estamos demasiado cerca de la ciudad como para hacernos fuertes aquí. Mañana deberíamos decidir que hacemos.

Mientras fumaba uno de sus puros, el alquimista del grupo se apartaba un poco del grupo y se sacudía el polvo y el hollín que acumulaba en la ropa, provenientes de la quema del pueblo, así como de la reciente explosión. Escuchó las palabras de Aubrin y asintió con la cabeza, entrando de lleno en la conversación.

- Aubrin tiene razón. La mayoría de esta gente no son guerreros. Debemos buscar recursos en los alrededores y descansar antes de continuar. No os preocupéis por esos asquerosos hobgoblins. Están ocupados saqueando el pueblo y tardarán en darse cuenta de lo que ha pasado. Además, con el puente destruido tendrían que dar un enorme rodeo para seguirnos. Estamos a salvo. Por el momento... - Añadió el semiorca.

El bombardero loco revisó su mochila, y recordó que el hambre era de las peores cosas que se pueden pasar. No deseaba mas que descansar pero tendría que sacar fuerzas de flaqueza de donde fuera.

- Yo suelo recoger plantas y raíces por el bosque, el problema es que estamos en el lado opuesto al que suelo dirigirme, al otro lado del pueblo. No soy muy conocedor de este lado del bosque. Tendremos que ir con cuidado porque podía haber peligros, de eso,estad seguros. Vamos, pongámonos en marcha. Echemos un vistazo por aquel lado. - Dijo señalando con la mano.

Valk'Moor reunió a todos los que contribuyeron en la defensa de la gente durante el asalto, intentando que entre todos se coordinaran.

Esta gente en breve va a necesitar comida. Comenzó. No era mi oficio en mi tribu, pero puedo ayudar con eso, y supongo que los cazadores también podrán, aunque será una solución temporal, sois demasiados para mantenerlos así. Sin embargo mientras estamos fuera, algunos deberéis ocuparos de proteger a los demás.

Hizo una pausa mientras ordenaba sus pensamientos. ¿Alguien sabe a qué distancia está el poblado más cercano?

Con un fuerte estruendo, el sonido de la destrucción provocada por los explosivos, los últimos habitantes vivos de Phaendar corrieron hacia el bosque. Habían conseguido sobrevivir, que no era poco, pero podía ver en sus cara el cansancio y la pena por las pérdidas recientes.

Sin pensarlo mucho buscó a su fiel compañero Brunhilda y acarició su cabeza. -Buenas chica...- El manso animal se había portado bien. Cogió sus riendas y la condujo junto al resto, bosque adentro. 

Como decían sus compañeros, los Hobs tardarían en seguir su pista, si es que estaban interesados en hacerlo... La horda tendría que cruzar el río por otro sitio, o construir una pasarela. Hasta entonces estarían a salvo, pero no podían perder tiempo.

Sabía moverse por los bosques, ya que pastaba en ellos con su rebaño cuando aún lo tenía, antes del anterior ataque que cambió su vida. -Yo también puedo cazar algo.- Era diestro siguiendo huellas. Solo necesitaban explorar algo y establecerse hasta que Aubryn y el resto se encontraran mejor, momento en el que comenzarían a buscar a los exploradores que podrían ayudarlos.

Al echar la cabeza atrás, justo después de apagar en el suelo si puro ya acabado, vió como era cierto que muchos de los que les acompañaban eran meros ciudadanos de la caída Phaendar. Parroquianos que no sabrían valerse por sí mismos y sobrevivir en el bosque. Fuer por eso que durante el camino, Xander se tomó su tiempo para ver si podía recolectar bayas, raíces y todo lo que pudiera ser de utilidad en la supervivencia.

El grupo de huídos lo componían personas normales que no habían tocado nunca un arma, pero también algunos guerreros. Entre todos organizaron lo que fue la primera guardia, de la primera noche en aquél espeso bosque que se extendía junto a Phaendar.

Las horas transcurrieron despacio y entre los sollozos de varias personas que lo habían perdido todo, y habían perdido a sus seres queridos. Sólo los mejor preparados para una vida fuera del pueblo lograron descansar lo suficiente. Dormir casi era una falta de respeto hacia las pérdidas de la mayoría, pero también era necesario pues al día siguiente la vida continuaría, y sería una vida difícil sin la protección de las casas.

Tras salir el sol, Aubrin no tardó en buscaros para mantener una reunión. La exploradora-clérigo había advertido quiénes llevaron la iniciativa durante la huída, quienes semejaban ser los más valientes y también los más poderosos. Había que asegurar el bosque, además había que adentrarse más en él para evitar ser descubiertos. Como ya habían advertido, sería necesario conseguir víveres para todos ellos. Descansar y planear.

El grupo había entendido que la era necesario seguir moviéndose, ahora en un grupo menor. Los guerreros que acompañaron a los héroes permanecerían en el campamento, salvo el valiente Rex, que acompañaría al paladín. Los exploradores semielfos actuarían como vigías, de modo que tampoco se alejarían demasiado.

Viendo que la protección del campamento estaba garantizada dentro de lo posible, los cinco miembros más expertos caminaron unas millas alrededor para comprobar que todo estaba en orden, mientras la gente se reponía de la marcha del día anterior. A la hora, pudieron ver entre los árboles los restos de una construcción. Era una vivienda de madera en pésimo estado, una casa abandonada. Antes de pensar más, Ghion y Pitu detuvieron al resto.

- Mirad, está plagado de abejas.

Anunció el oráculo y como todos sabían, las plagas de insectos eran un gran problema.

- ¡Maldición! No tengo muchas ganas de recibir picotazos de esos insectos. Si hay abejas, deberían tener su colmena cerca. Y las abejas dan miel. Mmmm... - Sopesó Xander en voz alta, mientras se sostenía el mentón, pensativo.

- ¿Tenéis alguna idea de como desacernos de las abejos? Yo podría lanzarles unas bombas que seguro que acabaría con gran parte de ellas, pero vuestras armas serán algo inútiles, con perdón. - Añadió, refiriéndose a los guerreros del grupo, los cuales portaban grandes y afiladas armas.

Ender se cruzó de brazos mirando el lugar pensativo con una expresión de disgusto. Ninguno de mis conjuros servirá contra insectos, aunque supongo que las bombas podrían servir...

El paladín miraba a las abejas con tranquilidad. Supongo que podríamos encender unas antorchas... en mi poblado espantaban las abejas con humo para llegar a los panales. Dijo mientras se encogía de hombros...

De todas formas, ¿Estáis seguros de que queréis entrar en esa cabaña? no debe haber nada útil.

Mientras hablaba, el paladín miraba alternativamente a su espada y al enjambre.... sin duda para este combate le sería totalmente inútil...

Con el campamento asegurado, Pitu estaba más tranquilo. Eso les permitía buscar recursos y explorar el bosque mientras el resto descansaba y los combatientes montaban guardia. 

Cerca del improvisado campamento, una construcción en penoso estado entre los árboles les esperaba. Aunque custodiada por una enorme colmena que seguro no se alegrarían de su presencia. -Vayamos a ver que hay...- Opinó. Con las bombas de Xander no durarían mucho, aunque por si acaso sacó su honda y la cargó con un proyectil de pesado plomo. 

Avanzando hacia aquél lugar abandonado pronto la proximidad permitió ver el enjambre de avispas revoloteando en el exterior de la vivienda, justo cortando el paso. El número de insectos era considerable y no invitaba precísamente a acercarse. Rex agachó las orejas mientras que los héroes meditaban acerca del mejor modo de abordar toda esa gran cantidad de pequeños enemigos que podían ser mortales.

La casa se encontraba abandonada y en mal estado. Aquellos muros hacía tiempo que no eran habitados.

Si sumamos tus bombas a nuestras armas, seguro que entre las dos nos apañamos. No puede ser peor un enjambre que una horda de hobgoblins asesinos... dice Ghion en clara alusión a lo sucedido en Phaendar.

Mmm de todas maneras y antes de que Pitu se lance al ataque, comenta antes de que el cabrero se vaya trotando contra las abejas, habéis visto que hay otro camino por ahí? Su dedo señala hacia el sur.

Podríamos ver si se puede rodear el lugar, investigar un poco y ver si es necesario enfrentarnos a las abejas o las podemos dejar atrás.

Por si acaso, va desatando su mayal del cinto.

- Mmmmmm... - Alexander adoptó una expresión pensativa, acompañándola de una retirada de su sombrero con una mano, para dejar rienda suelta a su otra mano y poder rascarse compulsivamente el cráneo.

Aquello dejaba a la vista la fea cicatriz que portaba y que su sombrero tapaba magistralmente.

- Si, creo que tienes razón. Usaremos mis bombas como último recurso. Tratemos de dar un rodeo, a ver si podemos despistar a ese enjambre. Preferiría no tener que usar las bombas, y menos contra esos bichejos. Sus picaduras puden ser muy dolorosas... - Añadió.

Sin embargo... si tenemos que huir por cualquier cosa tendríamos a un enemigo a la espalda... En fin, vosotros direis, pero no nos quedemos mucho tiempo aquí o las abejas tomarán la decisión por nosotros.

Dejémoslos por ahora. Terció el paladín. Si no nos acercamos no deberían atacarnos... Vayamos por el camino del sur.

Valk'Moor no se caracterizaba precisamente por rehuir los combates, sin embargo estos animales salvajes tampoco les habían hecho nada, y no era necesario matar a todo lo que se encontraran...

Tenía mucha curiosidad por saber qué había en la casa. Les confesó a sus compañeros. Pero no sé si la suficiente como para acabar con esos pobres insectos... Además, en la aldea cuentan historias muy divertidas sobre los recolectores que trataban de sacar miel sin la protección adecuada. Terminó con una carcajada.

-En la casa puede haber víveres! O algo de utilidad que ayude a los refugiados...- Comentó. El belicoso Halfling apenas tenía miedo a nada, ya no...

Sacó su honda del cinto y la cargó con una pesado plomo. -Rodeemos la casa aunque nos acabarán atacando en cuanto nos acerquemos... Prefiero iniciar el combate a pedradas hasta que se acerquen...- Comenzó a girar el brazo y la muñeca sobre su cabeza mientras arrancaba al un silbido peligroso. -Permiso para abrir fuego!- Preguntó mientras miraba a sus compañeros a la espera de su aprobación.

Tranquilo Pitu... ¿Que piensas que va a hacer una piedra contra miles de avispas? Tan solo las bombas de Alexander pueden hacer algo. Vamonos.

Tomó la decisión y empezó a caminar, no estaban preparados para luchar contra esa voragine de criaturas.