Partida Rol por web

Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Lo que aconteció después. - Parte II.

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02/09/2014, 12:47
Russ "el Matatoros", jinete libre.

 Mes dos del año 149 de la Dinastía Targaryen. Castillo de Aguasclaras 

Mencionados: Roy, Bresa, Ruyara, Cysa, Brandon, Royne Ríos.

El patio de armas no era más que un lodazal helado de nieve pisoteada y sucia, pero los novatos seguían cruzando sus armas de madera empapados en sudor, ignorantes del frío y la gélida brisa por el ardor del entrenamiento. Russ contemplaba la escena desde lo alto de las murallas, cumpliendo su ronda como cualquiera de sus soldados, fija su mirada en los avances de su hijo Roy. El chico llevaba desde principios de año sin apenas dirigirle la palabra, enojado por el reclutamiento forzado que le había apartado del camino que hasta hacía poco iba a convertirle en uno de los leñadores del castillo.

El Matatoros no era hombre de vana palabrería, y los toscos intentos de acercarse a su hijo no habían dado el menor resultado. Roy seguía comiendo cada día en un hosco silencio, compartiendo mesa con su madre Bresa y sus hermanas, pero sin borrar esa expresión de enfado de su cara. Era hijo de su padre: testarudo y obstinado. Russ era consciente de los intentos de su esposa Bresa por hacer entrar en razón a su díscolo primogénito, pero las conversaciones entre los dos se apagaban en susurros siempre que el padre entraba en la habitación.

Russ meneó la cabeza, hastiado de dar vueltas a un problema sin aparente solución. El chico tenía que aceptar su destino y seguir adelante. Cada cual tiene su lugar en el mundo y no siempre es el destino que uno hubiera deseado para sí.

Una sonrisa, preñada de desacostumbrada dulzura, se dibujó en el curtido rostro del soldado cuando observó a sus dos hijas salir de los barracones en dirección a la Casa Señorial. Ruyara y Cysa se afanaban por cumplir con sus nuevos deberes como criadas en la casa de su Señor. Algunos de los jóvenes novatos cesaron de pelear para lanzar miradas de soslayo a la mayor de las hijas del Matatoros. Ruyara ya contaba con quince días del nombre sobre sus gráciles espaldas y su cuerpo empezaba a mostrar las formas de la mujer que un día sería. Un día que no estaba ya muy lejano... Russ frunció el ceño y apretó con fuerza el mástil de la lanza.

- ¡Eh! ¡Los de abajo! - Rugió destemplado- ¡Seguid con el entrenamiento y mantened los ojos en vuestro contrincante!

Los chicos levantaron la mirada hacia las almenas. Russ aguardaba con las piernas abiertas, en una postura claramente amenazante.

- ¡Si tengo que bajar ahí para que os concentréis en lo que estáis haciendo, os deshincharé las huevos a patadas!

Los muchachos volvieron a su entrenamiento en el acto, temerosos de enfrentarse a la furia del musculoso jefe de la guardia. Russ sonrió satisfecho, pero la sonrisa se le congeló en la cara al percatarse de la furibunda mirada que le brindó su hija. Mujeres... ¿quién las entendía...?

La ronda continuó sin novedad durante el resto de la tarde. El Matatoros visitó uno a uno los distintos puntos de guardia del castillo, intercambiando unas pocas palabras con cada uno de los soldados apostados. Desde que se cambiara la rutina de turnos, la guardia de Aguasclaras había ganado en presencia y eficiencia. Los nuevos parecían haber encajado bien y mejoraban día a día. No estaba lejos el día en que pudiera llamarles hermanos. Incluso Brandon, el hijo de ser Baltrigar, cumplía con sus obligaciones como el más humilde de sus hombres, a pesar de la sangre noble que corría por sus venas. El zagal tenía la educación de un noble y la humildad de un soldado; si continuaba así, algún día podría ser el nuevo jefe de la guardia: con la estampa de un aristócrata y la fidelidad inquebrantable de sus nuevos hermanos de armas.

El cambio más relevante lo había experimentado el antiguo Primera Espada, Royne Ríos. Después de un incierto periodo inicial de dejadez y desmotivación, había vuelto a emerger como uno de sus más activos soldados. Su renacimiento había sido inquietante: de la sombra de un hombre, con la mirada turbia por el vino y el resentimiento, a un guardián dedicado y cumplidor. Sus constantes citas de La Estrella de Siete Puntas y sus intentos de adoctrinamiento del resto de la guardia, le mantenían ligeramente alejado de la calidez de la hermandad entre sus compañeros de armas, pero efectuaba sus turnos con eficacia y seriedad, cosa que bastaba a Russ.

Poco a poco, la guardia del castillo iba tomando cuerpo e iba consolidándose como una familia compacta, que cuidaba de sus miembros como una manada de lobos huargos.


 

 Mes Siete del año 150 de la Dinastía Targaryen. Castillo de Aguasclaras 

Mencionados: Jack Pequeño Cuervo, Caster, Armase.

El Pequeño Cuervo apareció corriendo en la sala común de los barracones, resoplando por el esfuerzo de cruzar a la carrera el puente levadizo y la alba extensión del patio de armas.

- Cálmate, muchacho -le espetó el jefe de la guardia-. ¿A qué vienen tantas prisas?

El constante entrenamiento había convertido al delgado chico en un fibroso soldado. Los músculos de sus piernas y brazos no abultaban tanto como las del resto de los guardias, pero se dibujaban bajo sus ropas como cintas de duro acero.

- Russ... Señor -rectificó el joven Jack entre jadeos-, tres jinetes... se acercan al castillo.

¿Portan algún estandarte? - preguntó el Matatoros, levantándose de la mesa y tomando el cinto con la espada que había dejado a un lado.

- No, señor. -Una sonrisa traviesa apareció lentamente en su cara-. Pero uno de ellos es el hombre más enorme y más feo que ha parido madre.

Caster... -murmuró Russ, contagiado de la alegría del zagal.

El enorme soldado salió de los barracones con una de sus manazas apoyada sobre el hombro del joven Jack, a tiempo para contemplar la entrada de los recién llegados al castillo. Más de medio año sin esa mula pastando en la barbacana exterior, pero por fin volvía a casa. Russ se acercó al pequeño grupo que se estaba formando alrededor de los tres jinetes, levantando una mano en señal de saludo. El Caracortada descendió pesadamente de su caballo, acompañado por los relinchos agradecidos del agotado animal.

- Bienvenido, hermano -le espetó Russ con voz atronadora-. Eres más feo de lo que recordaba.

Y tú estás cada día más esmirriado -contestó Caster, tomando el antebrazo extendido de su compañero de armas-. ¿Te estás haciendo mayor, Matatoros? Deberían asignarte a las cocinas; lo único que podrías matar ahora con esas manos es un conejo enfermo.

Los dos veteranos soltaron sus carcajadas más taberneras, incapaces de demostrarse su afecto de otra manera. Russ mandó al Pequeño Cuervo en busca de Armase, con el mensaje de que se reuniera con los dos soldados en la sala de los barracones. Allí, compartiendo unos tazones de vino caliente, el jefe de la guardia y sus dos lugartenientes comentaron entre risas los avances de los nuevos reclutas y las pocos sucesos de importancia acaecidos durante el viaje de Caster a Rosby, mientras el Caracortada les contaba con su parquedad habitual su participación en el torneo del año anterior.

- Sé que harás lo que te salga del horcate, Caster, pero ya sabes que puedes tomarte un par de días de descanso antes de reincorporarte a los turnos de guardia -comentó Russ al finalizar la reunión-. Armase ha estado sustituyéndote en la barbacana exterior, pero supongo que querrás volver cuanto antes a tu bien amado cuchitril.

- Allí duermo mejor -contestó sonriendo el gigante-. Por lo menos no tengo que aguantar tus ronquidos, ni ver tu fea cara cuando te despiertas.

Russ rió de buena gana ante las chanzas de su hermano de armas, palmeándole la espalda como despedida.

- Lárgate antes de que vaya a buscar una azada y termine el trabajo que empezó ese granjero.

Las carcajadas de los tres soldados dieron un poco de color al sempiterno blanco del Invierno de Aguasclaras.

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03/09/2014, 00:01
Randyl Lanzapartida, Guardia de Ser Pendrik

VIÑETA XVII. Años 149-152.

El tiempo pasaba y poco a poco iba recobrando su salud. La gripe había dejado su cuerpo maltrecho, débil. Con una buena alimentación y algo de entrenamiento, ligero al principio, más duro después, volvió a recuperar su forma.

El tiempo transcurría lento. Aburrido. No tenía mucho más que hacer que ayudar, cuidar y proteger a Ser Hadder. Y eso se hacía una tarea repetitiva. Aunque disfrutaba de la compañía del hombre, al que tenía cierto cariño y mucho respeto.

En el castillo las cosas transcurrían con normalidad. Y él se dedicaba a su único deber: servir a su señor.

A principios del año 151 Lord Hewet convocó a la celebración de un torneo en honor al nacimiento de su primer hijo a mitades de año.

Tras el largo viaje, el sobrepeso que Randyl llevaba encima le dejó muy dolorido. Las lumbares le quemaban, no podía casi ni moverse, con un dolor sordo y desquiciante, constante...

Así que tuvo que pasarse el torneo mirando desde los palcos. Una vez más, sentía que le fallaba a su señor. Una vez más se sentía inútil. No veía llegar el momento en el que demostrar su valía...  

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04/09/2014, 13:50
Theresa Nieve, Primera Espada.

Theresa Nieve, años 149-152. Mención a: Royne Rios, Ser Hadder, Randyl Lanzapartida, Caster, Jeremyed el Herrero.

Theresa limpiaba con orgullo la hoja de su espada. Una reciente adquisición, valorada en grado sumo por ella misma, por la que debía dar gracias a Jeremyed el herrero, que con sus habilidosas manos había conseguido fabricar un arma de su talla.

En medio de la metódica tarea, bajo la lumbre del corredor que se encontraba frente a las puertas de los aposentos de ser Hadder, la Segunda Espada echaba la vista atrás.

Mucho había sucedido durante los últimos años. Ser Hadder cada vez era más viejo, y ella, que acostumbraba a estar a su lado todas las noches, lo notaba y lo lamentaba especialmente, pues temía que su heredero no tuviese en estima sus indudables facultades como guerrera, y no la tratase con la deferencia con la que lo hacía ser Hadder.

Royne… Aquel que ahora era un desconocido, se había alejado irremediablemente de su lado. Tras innumerables charlas, guardias, ventiscas y fuegos compartidos. Los Siete, aquellos dioses falsos, junto a aquel septón fanático que nada tenía que ver con el pobre Eulocis, le habían llenado la cabeza de frases de la Estrella de Siete Puntas.

Y tras aquel incidente que tanta desdicha y vergüenza supuso para ella, habría sido casi imposible que siguieran siendo buenos amigos como lo eran antes. Pero aquello no había sido culpa de Theresa, y eso ella bien lo sabía. Y la mujer no estaba dispuesta a volver al lado de alguien que ahora la miraba como a una hereje.

Tras aquello, la Segunda Espada había llenado su mente y su vida de tareas. No quería pensar, no quería darle importancia a nada, menos al Invierno, que siempre se merecía su respeto. Había entrenado duramente, incluso había encontrado un digno oponente con el que descargar toda su fuerza sin miedo a provocar severas lesiones, que sin saberlo, había estado ahí, como una posibilidad, durante años.

El Caracortada se había mostrado siempre respetuoso con ella, pero en cuanto a las armas era una bestia. Él y Theresa habían proporcionado espectáculos dantescos en los campos de entrenamiento, desatando la fuerza de gigantes que ambos poseían. Theresa juraría que hasta había escuchado a algunos guardias rasos hacer apuestas al respecto. Y desde aquellas demostraciones, algunos la trataban con mayor deferencia y respeto.

Por ese lado estaba satisfecha, y sin embargo, seguía sintiéndose en parte vacía. En algunas ocasiones, creía estar delirando, pues echaba de menos su casa en el Norte. Los años se le echaban encima, y si bien no tenía pensado llevar una vida como la de cualquier mujer, sentía que las consecuencias de sus decisiones le sabían cada vez más amargas.

Un ruido la alertó, sacándola de sus pensamientos. Pero al mirar alrededor, descubrió que tan sólo se trataba de una criada del castillo, comenzando con sus quehaceres. Theresa no se había dado cuenta de que ya había transcurrido la noche.

Con un suspiro, se levantó, y miró a través de los ventanales. El alba. Pronto ser Hadder despertaría, y reclamaría la presencia de Randyl. Theresa se estiró cuan larga era y bostezó. Estaba decidida a ir a buscar a su compañero de armas, el único que le quedaba, y desayunar con él, antes de que el deber le llamase. Entonces se dejaría caer en los brazos del sueño, y como siempre, intentaría no pensar.

Saludó a todos los guardias y caballeros que a aquellas horas pudieran cruzarse con ella, y entró a la Casa de los Abanderados. Y al ver el fuego crepitar en el hogar de la sala común, sintió escalofríos.

“Sin pensar” se dijo. Y pasó de largo frente a las llamas que lamían la leña con avidez, dejando atrás los fantasmas del pasado reciente, maldiciendo a su vez a aquellos Siete en los que no creía, en concreto a dos de sus muchos y estúpidos rostros. El Desconocido, y la Doncella. Ellos tenían la culpa.

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08/09/2014, 23:18
Escudero Maegor Flores.

Viñeta XVII - Años 149-52. Maegor Flores - Menciones a Otto de Puenteamargo, Ser Madrigal Oakenshaf-Casagrande y Aletheia Casagrande

Una nueva vida. Había cambiado una vida relativamente plácida bajo el atento cuidado de sus tutores por el siempre ajetreado ritmo del castillo de Aguasfuertes. No era necesariamente una experiencia negativa, tan solo… diferente. Sí, esa era la palabra adecuada. Su aya, la Septa Maege Tyrell, hacía hincapié en enseñar al joven Maegor en que usara siempre los términos adecuados. El buen orador decía lo justo y lo necesario.

Para su propia sorpresa, pronto se integró en Aguasfuertes. Sirviendo copas en las mesas con diligencia y siempre esgrimiendo una sonrisa dócil y honesta, propia de aquellos que quieren caer en gracia sin hacer acopio de servilismo. No era algo que le hubieran enseñado, si no que le salía con naturalidad. A Maegor se le daba bien entender a los demás, era… un instinto. La Septa le dijo que en eso había salido a su padre.

Del cual, por cierto, apenas sabía nada.

Fue él quien lo trajo. Un día, un hombre alto y apuesto, rubio, se presentó en Altojardín. Y la Septa dijo que debía irse con él.

-Es tu padre, le dijo ella.- Pero no has de decir nada, a no ser que se te pregunte. Sé educado.

Siempre lo era, pensó él. Educado y discreto, como los niños de bien.

También descubrió que tenía un abuelo. Un hombre fuerte y de ojos cansados, pero con una sonrisa grande como la boca de un oso. Era extraño; le llamaba “gorrión”. Al parecer, le gustaban los pájaros… Y era muy gracioso. Incluso le hizo un regalo.

Una espada de madera, pequeña.

-Para ti es suficiente, gorrioncillo. – le dijo. – En  unos años te parecerá un mondadientes. Pero antes de volar, has de aprender a andar.

Y también estaba aquella señora grande, enormérrima de cabellos rojos como el fuego y sonrisa bonachona. Pero su mirada era triste. Él era tan sólo un niño y no lo entendía – que el motivo de su tristeza se debía a la mera existencia de Maegor -.

Aún tenía mucho tiempo para entender las preguntas difíciles de la vida. Aunque para una de ellas ya tenía la respuesta.

-¿Qué deseas ser de mayor, pequeño Maegor Flores?

-¿Yo? Pues… caballero. Como mi señor padre, sí.

Quiero ser caballero. Como los de las historias, como debía de ser. Porque todos los héroes y personas importantes eran caballeros y señores.

Y él quería ser importante.

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09/09/2014, 20:13
Maestro de Armas Otto de Puenteamargo.

Vineta XVII - Otto de Puenteamargo – Años 149 a 152. Castillo de Aguasclaras

El tiempo pasaba. Nuevas caras poblaban el castillo tras el duro invierno y algunos brotes crecían y enraizaban. Raíces firmes, jóvenes y fuertes, mientras las ramas viejas, laceradas y magulladas por la inclemencia del tiempo, el frío y la nieve. Jueces severos e inflexibles, daban a cada uno lo suyo sin concesiones o connivencias. No, a todos les llegaba la hora: y todos recibían lo que se merecían. Ni más, ni menos.

Otto miraba por el parapeto. Pensativo, su mirada se perdía en el horizonte. Lo bueno de vivir, pensó, es que todo acaba viéndose con perspectiva. Todo con el paso del tiempo se volvía relativo.

Hace nada, unos años, o quizás toda una eternidad, viajaba con poco más que lo que llevaba sobre los hombros. Años curtidos por la espada y el camino, de viajes, amores y otras lecciones. Un poco después, otra eternidad, se había prendado de una mujer a la que amaba y desdeñaba a partes iguales. Tuvo un hijo, un criajo que apenas sabía andar, pero tenía su misma mirada.

Hoy, era un caballero. Era un hombre con prestigio, un luchador nato. Y ahora, un noble. Quién lo diría si le vieras hoy, pensó. Se había casado con una muchachuela, una chiquilla de cara bonita y entrada en carnes. Hacían buena pareja. Parecían quererse.

Y luego, ¡resulta que tenía un nieto! Un pequeño Madrigal, pero este parecía más tranquilo y educado. Vio en su mirada inocencia e ilusión. Admiró la decisión de su hijo de acogerlo y que no se criara entre faldas, bajo la mirada protectora de una Septón. Un nieto suyo no acabaría de mayordomo, pensó él. Menuda tontería. En unos años, haría de ese chiquillo otro orgullo: sangre de Tyrell, sangre de Puenteamargo.

Pasaban los años, sí, y la vida seguía. Pronto otros tomarían su lugar, y otros tendrían historias que contar. Ahora, recuperado de sus heridas, Otto pasaba los días ocupado con los reclutas. Sabía que no todos estaban hechos para aquel oficio, pero al menos les enseñaría a no ensartarse con sus propias espadas.

Aún tenía un último cometido, un último estudiante.

Y entonces, su papel habría terminado. Todo lo demás dependería de ellos. Uno ya había aprendido a volar.

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01/01/2015, 02:48
Rolls el Maestro Albañil.

Viñeta XVII -  Rolls el Albañil – Castillo de Aguasclaras.

Año 149 de la Dinastía Targaryen

Rolls es el nuevo maestro albañil, él y su hijo Royle son los que hacen todo el mantenimiento de las murallas, y también de las partes de los edificios interiores que son de piedra y argamasa, aunque ahí siempre trabajan en cooperación con Blantel y su hijo Dod, pues las vigas, suelos y techos son de madera.

Hoy Rolls parecía distante, se movía prácticamente por inercia. Parecía que nada de lo que pasará le importara un poco. El haber repetido tantas veces el trabajo que en ese momento estaba realizando, era lo único que evitaba que se aplastara sus dedos entre las rocas que estaba uniendo.

Eran sus pensamientos lo que lo tenía tan elevado, distraído, fuera de sí. En su cabeza se estaba debatiendo el propósito de su existencia, que desde hace un tiempo algo reciente, el, la venía considerando como falta de emoción y sentido.

Oh vaya tarea tan rutinaria que puede ser a veces la albañilería. Y en esos momentos, en los que la rutina acecha, la mente comienza a divagar para librarse de esa triste realidad, a la que forzosamente te lleva la rutina.  Es ahí que se da cabida a tantos pensamientos, es ahí que uno comienza a filosofar y a cuestionarse muchas cosas.

Hace ya casi un año, cuando me enteré de que Tobías, el entonces Maestro Albañil junto a su familia y a Sam, partirían rumbo a Varamar. Se decía que irían a realizar unas reconstrucciones a unas estructuras atacadas por un dragón.

Recuerdo una extraña alegría que surgió en mi cuando supe la noticia. Lo recuerdo perfectamente, pienso que ahora lo recuerdo más que antes. Porque no me había dado cuenta hasta hoy, de lo ingenua y apresurada que fue esa alegría.

 Todas las personas en nuestro interior, aunque muchas veces no lo queramos admitir, tenemos un deseo por poder. Subir un escalón más hacia la vida que siempre quisimos. Y todo lo que hacemos, muchas veces hasta involuntariamente, es para actuar en pro de lograr “subir ese escalón”.  Es por eso que el día en que los demás albañiles partieron hacia otro rumbo, yo sentí esa alegría debido a que iba a avanzar ese escalón.

Sin más compañeros que compartan la profesión, era evidente que yo sería Maestro Albañil. Todas las ganancias de los trabajos serían mías. La oportunidad de demostrar mi valía había llegado.  

Pero ahora me doy cuenta de lo ingenuo y ambicioso que fui en ese momento. No me di cuenta del arma de doble filo en la que me estaba metiendo.  Por un lado sí, me convertí en Maestro Albañil, pero a la vez el trabajo es demasiado para tan poca mano de obra.

Y hoy mientras junto una piedra con la otra me doy cuenta de todo.

De repente, comienzo a dejar de divagar. Comienzo a dejar de lamentarme. Si bien es cierto ahora todo es más difícil, recuerdo que para conseguir cosas buenas se debe trabajar duro. También estoy seguro de que todo esto me ha unido más con mi hijo. A falta de mano de obra, el comenzó a ayudarme para que yo logré dar abasto. Es un gran muchacho mi hijo, fuerte, responsable y trabajador. Estoy seguro de que llegará lejos.

Con esos pensamientos motivadores, el trabajo que hace uno pocos segundos parecía rutina, ahora ya hasta le volvió a parecer divertido.   Una sonrisa amplia se dibujó en su rostro, elevando su bigote y llamando la atención de su hijo que lo había estado observando.

- En que piensas querido Padre, si es que puedo saberlo. Le pregunta Rhoyle con mucha intriga.

-Pues en que me alegro de tenerte como hijo, me alegro de cómo está mi vida en este momento y en que ¡me alegro de ser quien soy!  Le responde Rolls con gran entusiasmo.

Parecería que por fin había encontrado una paz interior que le permitiera disfrutar a pleno del día a día.

Mes 2

Se ha fijado la fecha para la boda entre Ser Madrigal y Alethéia Casagrande. Por lo que se le ha encargado a Rolls junto con su hijo, Blanted, Dod y algunos más, la reparación del Septo del Castillo. Ya que se espera que todo esté perfecto para la celebración de la boda. La relación entre albañiles y carpinteros cada vez parece más estrecha, ya que en varias ocasiones les toca cooperar y trabajar juntos.

Se ha venido susurrando por ahí, que el trabajo de Rolls no es tan bueno como el del anterior maestro albañil, Tobías. Esto ha llegado a oídos de Rolls, quien con sus energías recientemente renovadas, planea usar esta oportunidad, para demostrar la calidad de su trabajo.

Rolls llama al grupo que estará trabajando en la reconstrucción para decirles una cuentas palabras, mayormente de motivación:

-Camaradas, amigos, se nos ha encomendado una muy importante misión. Este trabajo no puede ser tomado a la ligera, ya que lo que hagamos puede llegar a ser memorable y digno de admiración por todos los asistentes de la boda. Si lo hacemos bien, muchas oportunidades laborales pueden surgir. Yo, Rolls, hoy frente a todos ustedes, hoy me comprometo a dar lo mejor de mí, para de esa manera llevar a cabo con éxito esta tarea.

Al terminar de hablar Rolls, unos comienzan a gritar eufóricos en señal de aprobación, otros aplauden y así todos se comprometen dar lo mejor de cada uno para llevar a cabo esa tarea. 

Año 151 de la Dinastía Targaryen

Mes 1

El Septo del Castillo ha sido restaurado por completo, Rolls junto a sus compañeros de trabajo, han logrado realizar una labor digna de admiración. Los estragos causados por el ataque pirata de Isaura Pike son casi imperceptibles.

Cuando Rolls contempla su trabajo finalizado, sus ojos se ponen vidriosos, abraza a su hijo y piensa, con una de sus peculiares sonrisas que levantaban su bigote dibujada en su rostro:

Vaya..Pero sí que me ha quedado bonito este trabajo.

Y al parecer no solo Rolls pensaba eso, ya que luego de terminar la restauración, todos los rumores que hablaban mal de la calidad de Rolls, respecto a la de Tobías, comenzaron a disminuir en gran medida.

Parece que para Rolls y su familia, todo su esfuerzo, finalmente está siendo recompensado. 

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18/01/2015, 10:18
"Familia, Deber, Honor."

VIÑETA XVIII: AÑO 153 D.A.:

MES 1:

- Tras la muerte de Brosten el Leñador, tras ser ejecutado por Ser Trycian por orden de Ser Hadder, un gran silencio se apodera de todo el Castillo durante semanas.

- Un silencio denso, pesado y opresivo. Presidido por la cabeza clavada en una pica de Brosten, en la entrada del Castillo.

- Las noticias sobre lo sucedido corren como un incendio de Verano, pero para el pueblo llano, Brosten no es un villano, sino una figura triste y trágica.

- Su padre murió en lo que para muchos fue un desdichado accidente, pero no hubiera obtenido siquiera una justicia testimonial de no haber incitado al pueblo a protestar y a exigir un juicio. Finalmente lo hubo, pero muchos saben que fue una pantomima. Royne a duras penas cumplió ninguna condena por la muerte del anciano.

- Tras eso, Brosten cayó en la depresión y cejó en su empeño, pero ya era tarde, pues uno de los hijos del señor había hecho averiguaciones en Villamanzano, averiguaciones que le incriminaban.

- Brosten fue rápidamente juzgado sin que apenas se alzaran voces en su defensa y más rápidamente sentenciado por Ser Hadder y ejecutado por Ser Trycian.

- Hay variados puntos de vista sobre el asunto, aunque la mayoría sencillamente rehúsa hablar del tema, y todos sienten una enorme tristeza.

FINALES DEL MES 1:

- A Aguasclaras llegan dos cuervos, uno de Roca Casterly, otro de Timón de Piedra.

- Ser Hadder Tully nombra Primera Espada a Theresa Nieve y Segunda Espada a Randyl Lanzapartida. Les asigna cometidos diferentes a cada uno. Theresa será la protectora principal del propio Ser Hadder, mientras que Randyl se concentrará más en la familia de su señor.

- El Maestre Ammon lee ambas misivas recibidas mediante cuervos mensajeros y comparte la información con su señor Ser Hadder.

- Carlysle, cuarto hijo de Ser Baltrigar, se incorpora a la guardia del Castillo.

- Chalton, quinto hijo de Ser Baltrigar, se convierte en Ayuda de Cámara de Ser Hadder, con visos a convertirse en pocos meses en el futuro Mayordomo de Aguasclaras.

PRINCIPIOS DEL MES 2:

- La comitiva de Lord Swann llega finalmente al Castillo de Aguasclaras.

- Consiste en dos carruajes nobles y algunos carromatos de suministros. En un carruaje viaja Lord Allos Swann con varios criados, en el otro su hija Rowenta Swann con unas pocas criadas. Les acompaña una escolta de veinte hombres de armas, seis de ellos a caballo. El más grande y fuerte de la comitiva se llama Gerrik el Labrador, y es un conocido de Caster "Caracortada", aunque esta vez no lleva sólo un hazadón, sino que además lleva una armadura de cuero tachonado, una gran hacha de dos manos, una maza pesada, y cabalga sobre un recio pony del Valle.

Oddsman by Ryan-Alexander-Lee

- En teoría, la boda tenía que ser entre Rowenta Swann y el Escudero Horace Crakehall, apodado por algunos maliciosamente "El Enanito" debido a uno de sus últimos desaciertos en un torneo. Sin embargo, Lord Swann negocia con Ser Hadder que la boda sea con el Escudero Pendrik Tully, el Heredero de Aguasclaras.

Al conocer ésto, los Crakehall se sienten gravemente ofendidos y no asistirán a la boda.

MES 2:

- Boda entre el Escudero Pendrik Tully y Lady Rowenta Swann (en adelante Lady Rowenta Tully).

- Lord Swann sufraga los gastos de la boda y el banquete es magnífico, aunque los únicos invitados son todos los habitantes del Castillo (hasta el último guardia y criado recibe su ración de venado, su pan con jamón curado y su frasca de vino rojo) y los miembros de la comitiva de Timón de Piedra.

- Lady Rowenta se quedará a vivir en la Casa Señorial, en el Castillo, como parte de la familia del señor feudal (dormirá en la habitación de Pendrik Tully). También se queda una doncella personal (Johanna), otras tres criadas y un guardaespaldas (Gerrik el Labrador).

- Lady Arianna Tully queda encinta. Durante su embarazo, a medida que transcurran los meses, el joven Charlton irá asumiendo cada vez más las funciones y tareas de un verdadero Mayordomo de Aguasclaras, con ayuda de la Segunda Ama de Llaves Tanya.

MES 4: VIAJE A LANNISPORT:

PARTICIPANTES TORNEO EN LANNISPORT:

- Ser Trycian de Dorne, Pendrik Tully, Haudrey Ríos, Gwraidd Tully, Randyl Lanzapartida.

- En el viaje Pendrik contrae la gripe y Ser Trycian un leve resfriado.

FINAL DEL MES 4:

- Rebosante de entusiasmo por su labor como nuevo guardia del Castillo, Carlysle propone una misión de avasallamiento en Solaz del Soldado para luchar contra el contrabando y otros delitos en ese pueblo. Convence de su propósito a su hermano mayor Brandon, y a Roy, hijo del Matatoros.

- Russ autoriza la misión, aunque establece como cordón de seguridad que Jack "Pequeño Cuervo" y Caster "Caracortada" se mantengan cerca, en segunda línea, por si surgen problemas.

- Los tres jóvenes guardias agitan el avispero de Solaz del Soldado en un momento de distracción de Jack "Pequeño Cuervo", que les pierde de vista. Caen en una emboscada de Bonhart el Cazarrecompensas y son asesinados por su espada. Jack es emboscado por asesinos que le disparan un virote de ballesta y le clavan una puñalada por la espalda.

Caster llega a tiempo de ver agonizando a Jack y le exige al curandero local, Metetripas, que lo salve. Jack hace un tremendo sobreesfuerzo por despertar para alertar a Caster, pero ésto acelera letalmente el efecto del veneno del virote de ballesta y su corazón se para irremisiblemente.

Ante la muerte de Jack, Caster acude corriendo al callejón detrás de la Posada del "Ciervo y el Jabalí", donde un mendigo le ha dicho que están siendo atacados los chicos. No llega a tiempo para salvarlos, pero sí para enfrentarse a su asesino.

- Entretanto, Ser Hadder pasea por las almenas del Castillo de Aguasclaras en compañía de Russ, jefe de la guardia, quien en ese momento le comenta la misión en la que participa su hijo Roy en Solaz del Soldado. Ser Hadder se alerta en grado extremo y envía a Russ, Armase, Ser Madrigal y Ser Baltrigar al pueblo para anular la misión de los chicos y hacerles volver de inmediato.

Armase sale el primero, pues se encontraba de guardia y ya estaba plenamente equipado. Los dos caballeros se detienen a ponerse sus armaduras, por lo que salen después.

Una vez salen, Ser Hadder ordena a Edder "Clavopié" (que se queda de guardia en la barbacana principal) cerrar las puertas. Lady Rowenta, ajena a todo lo que está sucediendo, decide en ese momento salir a cabalgar con su guardaespaldas, desoyendo las voces de alto de Edder. Gerrik abre las puertas y ambos salen al galope, antes de que Eddder pueda bajar corriendo las escaleras de la barbacana y barrarles el paso.

En ese momento, sale también el Escudero Horace Crakehall a caballo con un pretexto.

- Armase llega a tiempo de ver a Caster derrotado por Bonhart, que se encuentra muy debilitado por la pelea. Se enfrenta a él, pero finalmente recibe una herida mortífera y cae fuera de combate. Al oír los cascos de otros tres caballos (los de Russ, Ser Baltrigar y Ser Madrigal), Bonhart huye. Cuando los tres llegan, ven a Metetripas atendiendo a Caster (aunque al principio no saben si le está atendiendo o atacando).

La actuación del rudo curandero y enterrador local salva las vidas de Caster y Armase justo cuando un cercano edificio se incendia. La chusma local de la cercana posada sale a sofocar el incendio y reacciona con hostilidad ante los representantes feudales. Ser Madrigal escolta a Metetripas para recoger su carromato de enterrador y volver a recoger a muertos y moribundos. Finalmente salen todos del pueblo y regresan al Castillo.

Poco después del regreso al Castillo, regresan también Lady Rowenta y su recio guardaespaldas, y algo después el joven Horace Crakehall.

- Metetripas recibe numerosas amenazas para que diga quién ha matado a los chicos, o para que salve a los moribundos, pero no suelta prenda, aunque sí logra estabilizarlos lo suficiente para que lleguen con vida a las más sabias y expertas manos del Maestre Ammon.

- El curandero de Solaz de Soldado explica lo sucedido en una reunión en el Salón Principal ante el señor feudal y sus hombres. Pide también entrar al servicio de Ser Hadder, quien le acepta en el castillo como nuevo ayudante del Maestre Ammon.

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MES 5:

- Dod y su padre Blantel se esmeran durante todo el año en fabricar un arco largo para Darién "Piel de Lobo". En un momento dado, reciben encargo de Lady Rowenta de fabricar un gran escudo de madera con el emblema de la Casa Swann para Gerrik el Labrador. Los Carpinteros aceptan el encargo y se ponen a ello.

TORNEO EN LANNISPORT:

- El Espada Leal Randyl Lanzapartida elige no participar activamente en ninguna de las pruebas del Torneo. En su lugar se concentrará en la seguridad y ayudará a los Escuderos en las justas cuando sea necesario (adoptando temporalmente el papel de su escudero).

- Pendrik se encuentra bastante resfriado, por lo que elige no inscribirse en la justa noble.

- Gwraidd y Haudrey se presentan a la prueba del estafermo y a las eliminatorias posteriores en justas contra escuderos y caballeros nóveles no probados (en realidad es una práctica tremendamente mal vista el armar caballero a alguien que aún no ha probado su valía, algunas Casas lo hacen ocasionalmente y luego esos "caballeros nóveles" acarrean un tremendo estigma social a lo largo de toda su carrera). Ambos superan la prueba y las eliminatorias siguientes, clasificándose para poder participar en el Primer Lance de la Justa Noble. A Ser Trycian, que ya tiene un elevado palmarés y prestigio por su participación en anteriores Torneos, le eximen de estas pruebas previas.

Escudero Gwraidd Tully, el Buen Hermano.

- En representación de la Casa Targaryen y Desembarco del Rey participan: El Príncipe Aemon Targaryen (el sobrino menor del Rey, un muchacho de quince años), Ser Valinor Fuegoscuro (Lord Comandante de la Guardia Real), Ser Galfried Velaryon de Marcaderiva (sobrino menor del campeón de la Corona, Ser Ysle Velarion).

- Por la Casa Lannister se presentan: Lord Loren Lannister (cabeza de la Casa, Guardián de Occidente), su hijo menor el Escudero Jaesin Lannister (el torneo se celebra en su honor, por su dieciséis día del nombre), Ser Jonn Lannister (sobrino de Lord Lannister), y el campeón banderizo de los Lannister: Ser Goldwin Reyne de Castamere.

- Por la Casa Baratheon se presentan: Lord Corwen Baratheon (cabeza de la Casa, Guardián de Oriente), su hijo y heredero Ser Sarmión Baratheon (sobradamente conocido por sus grandes logros en varios Torneos), Ser Qoylan Estermont (banderizo de los Baratheon y reconocido justador).

- Por la Casa Arryn se presentan: Ser Jasper Arryn (Heredero del Valle), Ser Harrold Arryn (2º hijo de Lord Arryn), y el banderizo Ser Elbert Royce de Piedra de las Runas.

- Por los Tully (de Aguasdulces) se presentan: Ser Endymion Tully (2º hijo de Lord Hoster Tully y Castellano de Aguasdulces), Ser Horwin Tully (nieto directo de Lord Hoster Tully y candidato a ser algún día el cabeza de la Casa Tully tras su padre Ser Harlon), y Lord Linn Mallister de Varamar (señor de la Casa Mallister).

- En representación de los Stark de Invernalia: Acuden tres banderizos: Ser Rowley Bolton el Cruel (sobrino de Lord Bolton, y un viejo conocido de los torneos), Ser Harmond Umber (Heredero de la Casa Umber de Último Hogar), y Ser Karlon Karstark de Bastión Kar (Heredero de la Casa Karstark).

- Por la Casa Tyrell de Altojardín se presentan: Ser Leo Tyrell (Heredero del Dominio y renombrado justador), Ser Landon Tyrell (2º hijo de Lord Tyrell).

- Por el Feudo de Piedrasviejas: Ser Trycian de Dorne el Temible (Campeón de Piedrasviejas), el Escudero Gwraidd Tully (segundo hijo del caballero hacendado Ser Hadder), y el bastardo Haudrey Ríos.

- En el primer lance: El Príncipe Aemon descabalga a Ser Jonn Lannister (sobrino de Lord Lannister), aunque da la sensación de que el Lannister se ha tirado del caballo.

Ser Valinor Fuegoscuro (Comandante de la Guardia Real) gana sin problemas a Ser Landon Tyrell.

Ser Qoylan Estermont derrota a Ser Galfried Velaryon de Marcaderiva.

El Campeón Baratheon, Ser Sarmión, vence a Lord Loren Lannister haciendo un alarde de fuerza física.

El Escudero Haudrey Ríos vence en una aparatosa justa al Escudero Jaesin Lannister (el heredero de la Casa Lannister).

Ser Goldwin Reyne de Castamere no tiene problemas para vencer al Heredero Karkstark con insultante facilidad.

Lord Corwen Baratheon vence a Ser Horwin Tully (nieto de Lord Tully) con la fuerza propia del venado coronado.

Ser Jasper Arryn usa su técnica superior para descabalgar al Heredero de la Casa Umber.

Ser Endymion Tully (Castellano de Aguasdulces) logra vencer en tres pasadas muy reñidas a Ser Harrold Arryn.

Ser Trycian de Dorne (Campeón de Piedras Viejas) vence sin problemas a Ser Elbert Royce (banderizo del Valle).

El Escudero Gwraidd Tully de Piedrasviejas y Lord Linn Mallister se descabalgan mutuamente, pero gana el Escudero porque toca el suelo después. Un halcón que pasa en vuelo rasante les distrae.

Ser Rowley Bolton "el Cruel" alancea al caballo de Ser Leo Tyrell (Heredero del Dominio), una táctica muy sucia que le vale la victoria. Quizá porque los jueces no estaban mirando en ese momento.

- Segundo Lance: Ser Valinor Fuegoscuro descabalga sin problemas a su pariente, el Príncipe Aemon Targaryen.

Ser Sarmión Baratheon, con una fuerza formidable, impacta con su lanza en el centro del escudo de Ser Qoylan Estermont, propulsándolo lejos de su caballo.

Al Escudero Haudrey Ríos le sonríe la fortuna y logra descalificar al Campeón Lannister, Ser Goldwin Reyne de Castamere.

Ser Jasper Arryn y Lord Corwen Baratheon se descabalgan prácticamente a la vez el uno al otro, los jueces determinan que la victoria es para el Heredero del Valle.

Al chocar Ser Trycian y Ser Endymion Tully, la lanza del dorniense se astilla y desgarra la garganta del Castellano de Aguasdulces. La rápida intervención del Maestre y sin duda un milagro de los Siete, logran salvar al caballero de la Casa Tully de una muerte segura.

Algo parecido ocurre inmediatamente después en el encuentro entre el Escudero Graidd Tully y Ser Rowley Bolton, la lanza del joven Tully apodado el "Buen Hermano" se astilla, y un pedazo atraviesa un ojo del Bolton, acabando con su vida al llegar al cerebro.

- Tercer Lance: En el lance que confronta al Lord Comandante de la Guardia Real y a Ser Sarmión Baratheon, el Fuegoscuro parte su lanza torpemente contra el suelo y decide rendirse.

La lanza del Escudero Haudrey Ríos se astilla al chocar contra Ser Jasper Arryn, aunque por suerte esta vez no hay que lamentar heridas, si bien hubiera podido ser un golpe mortal.

Ser Trycian de Dorne no se sofrena ante el segundo hijo de su señor feudal, lo catapulta con prodigiosa fuerza contra el graderío.

- Cuarto Lance (Semifinal): En el segundo pase, pues en el primero ni se tocan, la lanza de Haudrey Ríos se astilla una vez más y la lluvia de proyectiles cae como granizada contra la armadura de Ser Sarmión Baratheon, quien acaba cayendo al suelo.

Ser Trycian de Dorne, al no tener rival, pasa directo a la Final.

- Final: Se enfrentan maestro y alumno, el Campeón de Ser Hadder contra el Bastardo Afortunado de Piedrasviejas. Ambos se golpean mutuamente con las lanzas de justa, pero el impacto de Ser Trycian es mucho más potente, por lo que Haudrey cae al suelo mucho antes.

MES 6:

- Se hace evidente que tanto Lady Arianna como Alethéia Casagrande están encintas, aunque la Comadrona Sysa parece preocupada, si bien públicamente dice que no hay que preocuparse y que todo marcha bien con ambos embarazos.

- Primero de mes: Llegan desde Port Lannister: Ser Trycian de Dorne, el Escudero Pendrik Tully, el Escudero Gwraidd Tully, el Escudero Haudrey Ríos, y el Segunda Espada Randyl Lanzapartida.

- Los Crakehall presentan al pequeño de la familia, Jorah, ante Ser Hadder, pues el niño ya tiene edad para ser nombrado Paje. Ser Hadder accede y Jorah Crakehall se convierte en Paje del Castillo de Aguasclaras.

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Pocas semanas después que regresen del torneo Pendrik, Gwraidd, Haudrey, Ser Trycian y Randyl llegan al castillo ocho nuevos trabajadores para el mismo, que dicen haber sido contratados por Gwraidd y entran dentro del servicio.

Nada más empezar el año, antes de ir al torneo, Gwraidd salió en varias expediciones a diversos asentamientos. Gwraidd ha hecho multiples excursiones a los distintos asentamientos del feudo. Sin embargo la diferencia fue, esta vez, que el propósito de los viajes pronto fue evidente. Estaba contratando gente para el feudo.

Village by d3fect

Medieval village 10 by indigodeep

Concretamente tras viajes a Aguasturbias, Solaz del Soldado, Campotrigo y Orillita, termina contratando a:

Medieval Fabric Dyers by shutupandwhisper

* Arkon. Leñador. Nacido en Solaz del Soldado en el 131.

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* Tom El Brasas. Peón, nacido en Campotrigo en el 139.

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* Droman. Peón. Nacido en Campotrigo en el 138.

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* Bor "Espuelas". Ayudante de cuadras. Nacido en Orillita en el 136.

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* Berta. Criada. Nacida en Campotrigo en el 139.

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* Daula. Criada. Nacida en Campotrigo en el 139.

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* Shaira. Criada. Nacida en Campotrigo en el 138.

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* Cordam. Jardinero. Nacido en Campotrigo en el 133.

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- El Castillo permanece completamente cerrado y aislado desde los sucesos de Solaz del Soldado. Los guardias de Russ hacen agotadores turnos dobles, pues la seguridad ha sido reforzada. Nadie tiene permiso para entrar ni salir, excepto los Cazadores del Forestal Darién "Piel de Lobo", quien envía patrullas para vigilar los caminos y el bosque alrededor del Castillo, para alertar en caso de un posible ataque.

- Durante este mes, poco después que las puertas se abran para que entre el nuevo personal de servicio, las puertas vuelven a abrirse para que salga Gwraidd Tully, acompañado de Armase y de Edder "Clavopié".

MES 7:

- Blantel y Dod entregan a Gerrik un escudo de madera de calidad media-buena, con el emblema de la Casa Swann pintado en él. La pintura es bastante artística, lamentablemente, comenzará a estropearse en cuanto el escudo sufra golpes, si, por ejemplo, se usa para entrenar.

- Edder regresa al Castillo apurado en el Mes Siete, anunciando que Gwraidd ha tenido un accidente y se ha roto una pierna, pero que está bien, se encuentra con Armase en la finca familiar de Orilla Azul, atendido por Lumila y Soraya. Lamentablemente, el nuevo caballo de Gwraidd tuvo que ser sacrificado. Probablemente no podrá estar de vuelta hasta el Mes Ocho.

- Ser Hadder anuncia su intención de otorgar las espuelas a sus hijos Pendrik y Gwraidd, nada se dice de Haudrey, el más meritorio, lo que sorprendente y mucho a todos los habitantes del Castillo y se convierte en la comidilla de la rumorología. ¿De qué manera habrá ofendido el Bastardo Afortunado a su anciano padre?

- Tratan de ocultarlo, pero cada vez es más evidente que Ser Hadder se encuentra muy mal de salud, que a menudo tose sangre. El Maestre Ammon, por su parte parece día a día más flaco, más pálido y más consumido. Algunos dicen que el día menos pensado se volverá transparente o algo así.

- El viejo cocinero Viterrand se está quedando ciego, y son los nuevos criados y su esposa quienes se ocupan cada vez más de las tareas de cocina.

- Blantel el Maestro Carpintero también está mal de salud, y su hijo Dod se encarga cada vez más de la carpintería.

- Durante todos estos meses, Ser Baltrigar Tormenta está cada vez más furioso e intratable. Destroza infinidad de monigotes de entrenamiento y de armas de madera. Incluso discute airadamente con cualquiera que ose dirigirle la palabra, siempre al borde justo de la violencia. Al parecer está furioso en extremo porque Ser Hadder no ha ordenado todavía un ataque total frontal contra Solaz del Soldado y mantiene el cierre del Castillo.

- Lady Rowenta se siente prisionera, enclaustrada en el Castillo sin poder salir a cabalgar.

- Alethéia insiste en que debe de viajar cuanto antes a Casagrande, que su bebé tiene que nacer allí. Dice que de lo contrario, nacerá muerto.

Alethéia Casagrande.

- Brocelyn va a Solaz del Soldado, pero al parecer vuelve de balde, sin haber averiguado absolutamente nada.

MES 8:

- A mediados de mes, regresa Gwraidd en compañía de Armase y de dos nuevos criados. la costurera Brinia y el ayudante de cocinero Garner. Mientras que los habitantes del castillo están pálidos y demacrados por efecto del Invierno y del severo racionamiento impuesto por la Segunda Ama de Llaves Tanya tanto a nobles como a plebeyos; Gwraidd Tully llega visiblemente regordete y sonrosado. Es obvio que Lumila y Soraya le han cuidado bien en la vieja finca familiar de Orilla Azul. Los Orillenses le han dado también un carromato con provisiones: varios barriles de fuerte cerveza rubia amarga y sabrosa, y sacas llenas de harina.

- A finales de mes, siguiendo órdenes de Ser Hadder, el Maestre Ammon manda cuervos con invitaciones a distintos nobles del Tridente, de Desembarco del Rey y de Timón de Piedra para asistir a la ceremonia de entrega de espuelas a Escuderos de Aguasclaras. La Ceremonia se producirá en el Castillo de Aguasclaras el Primero del Mes Once.

Algunos no responden, pero otros lo hacen anunciando el envío de representantes: Ser Horwin Tully, de Aguasdulces; Ser Galfried Velaryon (sobrino del Campeón de la Corona Ser Ysle), en representación del Trono de Hierro; el Maestre Semmeris, en representación de la Ciudadela de Antigua; el viejo Ser Haris Swyft, en representación del Guardián de Occidente; el aún más viejo Ser Carlyon Swann, tío-abuelo de Lady Rowenta; y los cercanos Lefford de Solaz del Soldado.

MES 9:

- Este es un mes prácticamente desprovisto de sucesos. Crece cierta paranoia en el Castillo, las guardias siguen reforzadas a turnos nobles, por lo que lo que apenas descansan para dormir y poco más. Los cazadores y el Forestal siguen con sus patrullas por las tierras de los alrededores. Crece el malestar y la tensión, al tiempo que disminuya la comida y se impone un severo racionamiento, que no hace más que alterar aún más los ánimos.

MES 10:

- Ser Hadder autoriza a Alethéia Casagrande a marchar, escoltada por Ser Madrigal, a Casagrande para dar aluz allí. Insiste en que la Segunda Ama de Llaves les acompañe para velar porque Alethéia tenga todo lo necesario. La Comadrona Sysa permanecerá en el Castillo para cuidar de Lady Arianna, cuyo embarazo también es de riesgo.

El embarazo de Alethéia Casagrande progresa bien (y se espera el nacimiento para el Mes 1 del Año 154 D.A.), pero ella ha estado insistiendo en que algo no está bien con el bebé y que debía de viajar de inmediato a Casagrande, pese a que está hinchada, entumecida y con una barriga tremenda. La Comadrona estaba bastante preocupada, pues en efecto los signos del embarazo no parecían nada propicios. Tanya también está muy preocupada cuando acompaña a Alethéia y a su esposo a Casagrande, y espera que las parteras de ese pueblo sean realmente buenas.

The Village by LastDarkAutumn

- Durante todo este mes y el anterior, se ha ido gestando un enorme malestar en el Castillo, con Haudrey Ríos y Ser Baltrigar crecientemente irritados y amargados.

- A lo largo del mes, sobretodo en la cuarta semana, van llegando invitados: los nobles que han respondido a los cuervos, con sus escoltas; y representantes de los cercanos señoríos del Feudo. Muchos traen regalos, aunque otros vienen de balde. La mayoría de los regalos no son muy caros, pero algunos son muy apreciados con tantas bocas que alimentar: barriles de vino rojizo, barriles llenos de manzanas, o de arenques en salmuera, o de encurtidos de Dorne, jamones curados, larguísimas ristras de salchichas y morcillas, tasajo, grandes ruedas de queso, y ánforas de miel, así como sacos llenos de patatas y de cebollas, y cestas de mimbre llenas de huevos.

Medieval kitchen by lukkar

Ser Monte Lefford y Ser Bryan Lefford (apodado a sus espaldas Ser Estirado) llegan escoltados por el viejo Capitán Sanguedor el Sanguinario y por seis de sus mejores sargentos mercenarios, que lucen cotas de mallas tintadas de negro y espectaculares hachas de acero pulido abrillantado. Enseguida piden (o exigen) el pan y la sal, casi nada más cruzar la barbacana. Para Pendrik Tully traen de regalo una decorativa daga con un filo curiosamente rojo. Para Gwraidd una pluma de oca de gran calidad.

Ser Horwin Tully (quien quizá algún día se convierta en el señor de todo el Tridente) llega acompañado de dos nobles muy menores y de dos guardias rasos. Sus regalos son sendos escudos metálicos de caballero, con el emblema Tully en colores vivos y brillantes (los colores de Aguasdulces, no los más apagados de Aguasclaras).

Soldier by waronmars

MES 11:

- El Primero de mes se produce la ceremonia de entrega de espuelas, que se realiza del modo tradicional, incluyendo ritos como el de velar las armas por parte de los Escuderos que van a ser nombrados Caballeros durante toda la noche anterior al día de la ceremonia. La ceremonia está llena de boato y pompa, con los nobles pronunciando palabras elogiosas y grandilocuentes hacia los dos hijos legítimos de Ser Hadder.

Entretanto Haudrey es enviado a encargarse de los caballos de los invitados, junto con Crann el Maestro de Cuadras.

Durante el festín, se hace evidente que nadie piensa que Pendrik haya acumulado suficientes méritos como para ser nombrado Caballero, aunque sólo Ser Baltrigar airea abiertamente esta opinión, yéndose después a beber vino con Haudrey a los establos.

Ser Horwin pronuncia palabras de hermandad y afirma que su abuelo le envía para estrechar lazos de sangre indivisibles entre el tronco y la rama, y para "aprender sobre el valor y el honor" del propio señor de Aguasclaras, anunciando así su intención de permanecer como invitado una temporada en el castillo, después de la ceremonia.

Sir Nordan Gram by SamC-Art

- Durante el banquete, se produce un lamentable suceso en el Castillo: un enfrentamiento verbal entre Haudrey y su anciano padre Ser Hadder como nunca se ha visto. Se pronuncian palabras muy gruesas e hirientes, para gran consternación de todos los presentes, pues esto ocurre en el Salón Principal, ante numerosos testigos.

Haudrey decide exiliarse y marcharse del Castillo, pero Ser Hadder le ordena a Caster "Caracortada" que le siga y vele por él.

- Al día siguiente de la ceremonia, los invitados se despiden y se marchan, con la excepción de Ser Horwin y su séquito, que permanecerá en el Castillo varios meses.

- Más avanzado el mes, con ayuda de la Comadrona Sysa y de algunas mujeres del Castillo, Lady Arianna da a luz a una niña. El bebé parece débil y enfermizo, y son muchos los que en secreto creen que no sobrevivirá para ver el siguiente año. El parto ha sido muy difícil, y la propia Lady Arianna probablemente tarde meses en recuperar la salud.

- La Segunda Ama de Llaves Tanya regresa al Castillo de Aguasclaras desde Casagrande, escoltada por un hosco mercenario desembarqueño que está a sueldo de los Casagrande.

- A finales de mes, hay una cierta sensación de desolación y desasosiego crecientes en el Castillo. El último día del mes, Ser Hadder ha transmitido extrañas órdenes. Ha enviado a los guardias a hacer inventario y reparación de todas las armas en la armería.

Envía a Ser Trycian y a Crann al Largo a pasear a todos los caballos del castillo, pues están desentrenados y algo patosos tras meses sin salir a cabalgar.

- Darién "Piel de Lobo" y todos sus cazadores han sido enviados a patrullar cerca de Cabaña de Brom y de Sept de la Bahía, pues últimamente se han producido robos y atracos en esos lugares. Los caminos han vuelto a no ser seguros, y algunos afirman haber visto entre los atacantes a un joven noble refinado y a un tipo grande y brutal con una gran cicatriz en la cara.

Medieval France by Azot-2013

Tan sólo el joven Brocelyn está de guardia esa mañana en el Castillo, y no parece extrañarle que Ser Baltrigar haya dejado su caballo ensillado, preparado y completamente equipado ante el Salón Principal.

Dentro del Salón Principal están todos los nobles del Castillo, incluído Ser Horwin y los nuevos caballeros, Ser Pendrik y Ser Gwraidd, pero Ser Hadder ha insistido en que todos dejaran sus armaduras, espadas y dagas en la Herrería de Jeremyed, pues de repente tiene un celo obsesivo en que estén limpias y brillantes. Muchos lo atribuyen a su enfermedad, aunque nadie se atreve a sugerir en voz alta que la conducta del señor feudal pudiera ser delirante. El Maestre Ammon no parece preocupado por estas excentricidades y él es quien ejerce de médico personal de Ser Hadder.

- Durante la comida, irrumpe en el Salón, completamente armado y acorazado, Ser Baltrigar. Puede que haya bebido de más, pues últimamente parece demasiado aficionado al vino, desde la muerte de sus hijos. El Caballero Tormenta muestra una mala educación grosera en la mesa, además de haber desobedecido flagrantemente las órdenes de Ser Hadder sobre la limpieza y pulido del armamento. Ser Hadder se lo recrimina en público y es entonces cuando comienza la discusión más desagradable ocurrida en el Castillo desde que Ser Hadder es su señor feudal, superando en intensidad incluso a la discusión que produjo el exilio forzado de Haudrey.

Ser Baltrigar culpa a Ser Hadder de la muerte de sus hijos, y Ser Hadder, en un momento de cólera, afirma que tan sólo eran bastardos sin valor y que ellos mismos con su estupidez causaron su muerte y la de dos valerosos muchachos, Roy y Jack "Pequeño Cuervo". Estas palabras enfurecen a Ser Baltrigar hasta extremos insospechados. Avanza hecho una furia hacia la silla feudal, varios hombres tratan de detenerlo, pero el Tormenta los machaca a puñetazos con sus puños armados por pesados guanteletes de acero. Cuando llega ante, Ser Hadder, que le aguarda impasible sentado en su asiento de señor feudal, Ser Baltrigar desenvaina su acero y apunta con su espada hacia el pecho de su señor. Ambos se increpan y se llaman bastardo el uno al otro. Ser Hadder se levanta desafiante, aunque por un momento tose y se tapa la boca, ocultando después la mano a la espalda. Ser Hadder se enfrenta a la espada que le apunta al pecho y algunos testigos dirán después que es el propio Señor de Aguasclaras quien da el paso final que le ensarta en el acero del enfurecido Tormenta.

Ser Baltrigar Tormenta arranca su espada del pecho de Ser Hadder Tully, quien cae muerto al suelo, y huye del Salón ante la consternación generalizada y los gritos de todos, hombres y mujeres. Nadie logra detenerlo, pues va completamente armado con armadura pesada y espada, mientras que todos los presentes están totalmente desarmados.

Casi a la salida del Salón, el joven Gerrik le embiste en un acto más dotado de valor que de sensatez, pero Ser Baltrigar le rompe la nariz con el duro pomo de acero de su espada, dejándolo inconsciente en el suelo.

Ser Baltrigar monta a lomos de su caballo de guerra, que le aguarda en el Patio de Armas a la salida del Salón Principal, y cruza la Barbacana (que su hijo Brocelyn se ha dejado abierta, aparentemente por descuido). De este modo, Ser Baltrigar Tormenta huye del Castillo tras asesinar a su señor feudal, con destino desconocido.

MES 12:

- La conmoción causada por la muerte de Ser Hadder es terrible. Ser Pendrik Tully no parece capaz de hacerse cargo de la situación, pero Ser Horwin da un paso al frente y ayuda en todo cuanto puede.

Son enviados hombres en busca de Darién y los cazadores, y también de Ser Trycian e incluso de Ser Madrigal a Casagrande.

- Ser Horwin ofrece una recompensa por la cabeza de Ser Baltrigar, aunque inicialmente nadie sabe por donde empezar a buscarle. Con la ausencia de los cazadores no había nadie capacitado para seguir huellas en el Castillo, y encima poco después una nevada ocultó todo posible rastro.

- Se lleva a cabo el funeral por Ser Hadder, y al terminar el mismo, Lady Olenna anuncia su intención de viajar a Sept de la Bahía para unirse a las Hermanas Silenciosas.

Lonely Chapel by pollux101

- Brocelyn va a investigar a Solaz del Soldado, enviado por Ser Horwin para dar la noticia allí a los mercenarios del Capitán Sanguedor y los Bandidos de Kurst el Señor del Crimen y para ofrecer la recompensa por la captura o muerte de su padre, Ser Baltrigar Tormenta.

Brocelyn llega al Castillo casi a final de año, con la noticia de que Ser Baltrigar es ahora un caballero mantenido a las órdenes de Ser Monte Lefford, y bajo su protección.

No sólo eso, Haudrey (quien ahora es conocido como el Bastardo Rencoroso) está en Solaz del Soldado a las órdenes de Kurst, apoyado por el gigantesco Caster "Caracortada". Se dice que Haudrey es el cerebro tras la renovada actividad criminal en la zona Sur del Feudo de Piedras Viejas, que está detrás de muchos robos y atracos.

- El Maestre Ammon desaparece sin dejar rastro. Parece como obra de un embrujo. Todo lo que se encuentra en sus estancias es su túnica vacía en una silla, como si se hubiera desintegrado. No parece faltar nada de sus posesiones, ni hay indicios de que haya salido en ningún momento del Castillo.

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19/01/2015, 00:29
Ser Trycian de Dorne.

VIÑETA XVIII: AÑO 153 D.A.

Ser Trycian de Dorne.

Mes 5, Torneo en Lannisport

Lannisport… nunca he estado ahí aunque supongo que es un lugar tan bueno como cualquier otro para ganar un torneo. Hace años que no gano uno, desde el día que entré al servicio de Ser Hadder. Solo un segundo lugar en Altojardín fue mi consuelo como justador, pero ahora vengo decidido a ganar.

Cruzamos la distancia que separa Aguasclaras con Lannisport sobre nuestros caballos. La comitiva está compuesta por Pendrik, Gwraidd, Randyl, Haudrey y yo. Todos somos guerreros, mejores y peores, pero todos combatientes. Si a alguien se le ocurriese intentar atacarnos, solo se encontrarán con lanzas y espadas para entregarse directamente a las entrañas.

El viaje sucede en paz aunque el frío hace mella en la salud de Pendrik y mía. Yo me cojo un resfrío y el heredero se coge una gripe sumamente fuerte. Eso no es bueno pues solo implica que nuestro desempeño se verá mermado. Aun así no pierdo las esperanzas y sé que seremos capaces de imponernos ante todo ese montón de pomposos idiotas que saben lucirse más que luchar.

Finalmente llegamos al puerto de los Leones que junto con Roca Casterly es una de sus mayores guaridas. La comitiva es recibida sin ninguna gloria y no nos extraña en lo más mínimos. Somos tipos rudos y no nos importa en lo más mínimo no contar con los lujos de otros. Para ser sincero, me siento mucho más seguro dentro de nuestra tienda que entre sus muros. Los Lannister son traicioneros y no confío ni en sus ladrillos.

Haudrey me dice que no tiene con qué competir, cosa que imaginaba pues el joven no ha sido capaz de ganar nada digno que tener como capital. Me acompañan al mercado y soy capaz de negociar por una armadura y un caballo. Nada del otro mundo ni un lujo pero bastará para que pueda participar tal como Gwraidd y yo.

El torneo empieza pero ignoro todas las competencias que no sean la justa noble. Aparte del malestar que tengo por mi resfrío, la verdad es que no me importa ninguna otra competencia menor. Como soy un veterano de las justas, conocido como tal, no es necesario que me mida con el estafermo ni contra los escuderos novatos, por lo que soy designado de inmediato como un competidor para la primera ronda.

Haudrey se bate contra el estafermo y le impacta pero el mayal de este lo derriba. Niego con la cabeza y le miro de forma amenazante cuando vuelve a montar en su corcel, indicándole que no permitiré otro fallo. El joven escudero lo hace bien esta vez y también logra descabalgar a los escuderos perdedores que le ponen en los lances menores, quedando finalmente clasificado. Sonrío ante el hecho de que ahora luchará junto conmigo.

Luego viene el turno de Gwraidd, quien pasa de largo sin golpear el objetivo. Me río un poco de forma cruel pero la segunda vez lo hace mejor, quedando clasificado después de vencer a los perdedores de siempre. Ahora todos los inscritos desde Aguasclaras participarán y se medirán con los otros nobles justadores. Será un buen torneo.

Finalmente Pendrik es la Mano Inocente del torneo, por lo cual es quien elige a las parejas al azar. Los emparejamientos me sitúan para medirme contra un banderizo del Valle, un tal Royce. Salgo sobre mi caballo y detengo con mi escudo su lanza mientras encajo la mía en el suyo. Mi fuerza descabalga al caballero sin muchos problemas y paso por tanto a segunda ronda. Gwraidd y Haudrey también pasa a la siguiente ronda, aunque ambos se dan contra el suelo para ello. En el caso de mi escudero, descabalga al favorecido Lannister con gran escándalo, a lo que aplaudo actitud desafiante para los dueños de casa, quienes están muy tristes por la descalificación del escudero local, sobre todo por manos del bastardo de Piedras Viejas.

Para el segundo lance me emparejan con el segundo hijo de Lord Tully, algo así como una familia lejana y a respetar. Me importa una mierda y cargo con lo que tengo contra él, astillando mi lanza y causándole una herida mortal en la garganta. Se salva solo por intercesión de un maestre, un septón, muchos criados y unos cuantos dioses. Mi rostro no muestra ninguna emoción pues esto es un deporte de hombres y todos sabemos que la muerte acecha en cada lance. Todos los que participan de la justa deben estar dispuestos a morir por su honor.

Haudrey  por su parte logra, con mucha suerte, vencer a Ser Goldwin Reyne de Castamere, el único pudo vencerme en Altojardín. Es un gran luchador, un gran justador pero parece que esta vez se venció solo. Gwraidd por su parte, carga contra Ser Rowley Bolton y le mata al astillarle la lanza contra el rostro. El escudero está muy afectado y me acerco a él para sacarlo del campo de justas. Le tomo de los hombros y le hablo:

 - “Vamos Gwraidd, no tienes de qué disculparte. Así es la vida de los hombres y el honor.”

Entiendo que debe sentirse afectado, creo que es el primer hombre que mata. Supongo que es más fácil cuando ya has matado a otros en combate. Aun así, le saco de ahí para que no cargue con una vergüenza que no merece.

Es una noche triste pero aun así brindamos en la tienda por nuestro buen desempeño y por como este torneo llega a octavos de final con los tres participantes de Aguasclaras aún en carrera.

Al día siguiente es hora de justar nuevamente. Haudrey descabalga con gran escándalo al Heredero del Valle de Arryn después de astillar su lanza en él, aunque sin efectos letales. A mí me toca justar contra Gwraidd por lo que le saludo con una sonrisa:

 - “Pase lo que pase ahora, te mereces tus espuelas. Se lo diré a tu padre cuando lleguemos. Ahora disfruta de la competencia.”

Comienzo mi carga mientras veo a Gwraidd cargar un poco distraído. Supongo que lo sucedido ayer le afecta aún, pero ese no es motivo alguno para ofenderlo conteniéndome. Mi lanza busca su pecho y lanzo al escudero contra el público unos módicos diez metros. Los aplausos rompen el ambiente mientras Gwraidd se pone de pie. Me bajo del caballo y le saludo con un fuerte apretón de mano para celebrar esta victoria que es de Aguasclaras.

Para las semifinales el  número es impar, por lo que paso directamente a la última ronda. Haudrey por su parte se bate contra Ser Sarmión Baratheon, Heredero de la Casa Baratheon. Ambos cargan pero pasan de largo el uno contra el otro, sin tocarse siquiera. Luego, en un segundo intento Haudrey no es impactado pero astilla su lanza contra el caballero, descabalgándolo con espectáculo y pasando a la final junto conmigo. Este torneo es de Aguasclaras.

Me acerco a Haudrey antes de la justa y le hablo, frente al resto de nuestros compañeros:

 - “Has hecho un gran torneo, Haudrey. Me siento muy orgulloso de haberte entrenado y ver como has llegado hasta este punto. Hemos vencido a todos los rivales de Aguasclaras y el trofeo se va con nosotros a casa.”

Me subo a mi caballo y le miro, mientras le sonrío, antes de hablarle:

 - “No creas que tendré piedad de ti. Si has de vencerme, me sentiré feliz de saber que te he entrenado hasta volverte mejor que yo.”

Miro de frente a mi oponente y sonrío. Estoy orgulloso del muchacho. Nunca antes había entrenado a alguien y en parte estoy feliz de ver que mis métodos, con los mismos que yo fui entrenado, sirven para educar a alguien que no sea de Dorne. Siempre pensé que estaba la posibilidad de que le matase o lo volviese estúpido de tanto golpe, pero al verlo allá ahora, sé que estuvo bien.

La carga comienza y acelero a mi caballo con la lanza lista para embestir. Veo como Haudrey se acerca, igual de decido y siento su golpe en mi escudo mientras que yo encuentro el suyo con mi lanza, pero mi fuerza es mayor y el escudero salta varios metros descabalgado. No me doy cuenta pero mi pie sale del estribo. Me giro para saludar al público pero entonces me caigo. Logro caer de pie y sigo saludando como si nada hubiese pasado mientras me acerco a Haudrey. Al llegar a su lado, le ayudo a levantarse con mi mano y le abrazo apretadamente antes de subir su brazo junto al mío. Ambos somos campeones y toda la gloria se va a Aguasclaras.

Mes 6, Castillo de Aguasclaras.

Entro a mi habitación cansado. Me he dado un baño después del largo camino a casa y por fin, tras varias semanas, puedo decir que estoy relajado. Llegar donde mi mujer y mi hogar, es una alegría que no había sentido desde que volví del anterior torneo, uno muy desafortunado por cierto. Esta vez, con el casamiento ya consumado hace tiempo, la felicidad del hogar es algo mucho mayor, más material. Casi puede tocarse con las manos.

Mi cabello largo y mojado cae por mi espalda mientras seco mi cuerpo con toallas. En la habitación está mi mujer y me acerco a ella dejando botado en el camino todo lo que sostengo en mis manos. La tomo entre mis brazos y la levanto mientras la beso, haciéndola girar junto a mí en una danza cuyo ritmo es el latir de nuestros corazones.

La deposito nuevamente en el suelo y le sonrío con ternura. La amo y vuelvo a estar a su lado una vez más, por fin. Tomo delicadamente la prenda que cubre sus hombros, pues siento deseos de sentirla y poseerla una vez más. Destapo su torso y me encuentro con un vientre abultado. Le miro a los ojos, incrédulo y sorprendido, alternando mis ojos entre los suyos y su vientre.

Un enorme sentimiento de amor y felicidad me inunda y, a diferencia de lo que sucede cuando lucho con terribles oponentes por mi propia supervivencia, esta vez me he quedado en blanco, sin saber qué hacer. Solo atino a seguir mi instinto y mi corazón. Me arrodillo de manera espontánea pero no menos ceremonial y beso aquella vida que viene y que es nuestro fruto, nuestra sangre. El beso y mi abrazo se extienden por minutos interminables mientras intento decirme a mí mismo que soy el hombre más feliz del mundo, que todo va a salir bien y que nada podrá alejarnos nuestra alegría.

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19/01/2015, 03:02
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

VIÑETA XVIII: AÑO 153 D.A.

Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

Mes 5, Castillo de Aguasclaras:

Cubro mis hombros con mi vestimenta mientras el Maestre Ammon niega con la cabeza. Mi cuerpo está sumamente famélico y mi piel muestra signos que a primera vista no se notan. Miro a mi amigo y sé qué es lo que piensa pues el dolor no es nada que haya pasado inadvertido.

Sonrío tristemente y le digo:

 - “Tantas cosas que hacer y tan poco tiempo. Temo que todos mis miedos se cumplan: Que Pendrik no esté listo, no ser capaz de dejar todo en orden, que mis enemigos sientan que es su oportunidad y yo no estar aquí para detenerlos. No es momento de enfermarse, es momento de trabajar para asegurar que mis temores jamás se hagan realidad.”

Tomo mis ropas y me cubro con ellas mientras tomo una pluma y comienzo a escribir. Hay mucho que hacer, mucho que asegurar y no demasiado tiempo para todo. Es hora de hacer mis jugadas finales en este eterno partido de ajedrez en el que aseguro a mi familia, los que amo y mi legado.

 

Finales del Mes 11, Castillo de Aguasclaras:

Un portazo deja entrar la luz del sol en el salón principal mientras sostengo la copa de vino en mi mano. He bebido un poco más de la cuenta y siento como mis sentidos, sobre todo mi sentido común, han comenzado a flaquear. Ser Baltrigar aparece completamente ataviado para el combate y levanto la ceja al verle.

Da un paso al frente y me increpa por no hacer nada desde la muerte de sus hijos. Se acerca a la mesa pero no se sienta en ella pues claramente no está interesado en la comida. Le miro con rabia y le hablo:

 - “¿Por qué está tu armadura y tus armas acá? Fui claro en ordenar que todas las armas y armaduras fuesen llevadas para un inventario completo del Castillo y para su mantención. ¿Por qué osas desafiarme?”

Me responde con evasivas, que le importa una mierda lo que yo diga. Que irá ahora mismo a acabar con Bonhart para vengar a sus hijos. Le grito con furia:

 - “¡No irás a ningún lado! ¡Yo soy el Señor de este castillo y si digo que no irás debes obedecerme!”

Sus palabras hablan de sus hijos, de su muerte y de su memoria. Dice que no dejará que su muerte quede impune y que mis acciones han dejado en claro de que no haré nada por revertir la situación. Colérico, le increpo:

 - “¡¿Desde cuando un Señor tiene que rendirle cuentas a su vasallo?! Te quedarás porque me sirves más vivo que muerto, aunque ahora solo seas un ebrio estúpido.”

Me pregunta si él es más importante que sus hijos y sus recuerdos, a lo que respondo con mucha ira y dejando que sea el alcohol el que hable por mí:

 - “Por supuesto que si. Tus hijos solo eran los hijos plebeyos de un bastardo. Les di tareas que no pudieron cumplir porque eran unos ineptos. Su futuro era limpiar la mierda del castillo así que no perdimos mucho cuando murieron buscando su propio final. Lo único que lamento ese día fue la muerte de Roy y de Jack por culpa de la idiotez de tus hijos.”

Ser Baltrigar no aguanta las palabras y se adelanta a mi posición mientras algunos de los presentes intentan deterle pero él los desprecia con sus puños metálicos antes de llegar a mi altura. Desenvaina su espada y apunta a mi pecho mientras me desafía para que repita aquellas palabras. Me pongo de pie, iracundo:

 - “Digo que tus hijos eran unos inútiles de mierda y que se buscaron la muerte que tuvieron. Y mejor que hayan muerto pues ahora por lo menos hacen algo bien: Alimentan a los gusanos mejor de lo que lo hubiesen hecho en vida.”

Nada más entiendo pues un dolor siento en el pecho. Un dolor frío y lacerante que se incrusta en el centro de mi pecho y me corta la respiración. El filo empuñado por Ser Baltrigar me ha atravesado y le veo entrar a través del centro de mi pecho mientras mi boca escupe sangre ante las miradas atónitas de todos los presentes.

Una mano fuerte del caballero se apoya en mí y arranca la espada de mi carne. El dolor es inmenso pero casi nada siento pues las medicinas que el Maestre Ammon me ha dado para mis dolores logran apaciguar en gran parte la herida.

Lo único que siento es el frío, un frío intenso que comienza por mis pies y mis manos y comienza a tomar el control de mi carne hasta el momento de no sentir nada más, ni dolor, ni molestias, ni siquiera ese miedo que nunca sentí. Solo la oscuridad y la paz de saber que he tenido una buena vida y de que todos los cabos han quedado atados. No es temprano para morir sino el momento apropiado. He dejado un legado, he dejado a mí familia protegida y me voy en paz aunque ahora solo puedo pensar en que el dolor se está marchando y por fin podré descansar.

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19/01/2015, 12:35
Jeremyed el Herrero.

Viñeta XVIII. La cual transcurre a lo largo del año 153 D.A.

Los ojos empañados del fornido herrero otorgaban dos puntos de luz titilante a su rígido rostro. La mirada perdida.

 Se acabó, había sido un buen noble. Un buen señor. Jeremyed arropó los hombros a Aisa con su propio chal y se giró en pos de regresar a la sempiterna herrería. Los caminos principales del castillo estaban libres de nieve y hielos a costa de lomos quebrados, sin embargo los callejones de umbría permanecían glaseados de rocas de puro hielo. Sucio y traidor, como aquel invierno. Jerem se había cansado de poner puntas y tachuelas en botas y alpargatas a modo de improvisados crampones a los trabajadores del castillo y a campesinos, cosa que le reconfortaba, algún alma se escaparía del quebranto por acción de ellos. Aquel mísero invierno... El herrero, de un modo espontaneo, repasó en su mente aquello vivido de un modo latente para él en esos últimos tiempos.

-Gracias maestre Ammon, otra vez. - La carta arrugada en las manos de Jerem estaba gastada, manida... sobada. De algún modo la vitela en la que estaba escrita parecía un simple trozo de paño desvaído, con las marcas de los pliegues a punto de desmoronarse. La devolvió a su hatillo cosido al pantalón y realizó una leve reverencia al Maestre antes de retirarse. Desconocía las veces, que con Aisa, y en solitario había acudido al anciano a que le escudriñara aquella carta, que a decir verdad tenía grabada a fuego hace mucho en la memoria. Sin embargo regresaba una y otra vez cada quince días en pos de oír de boca de Ammon, aquellas palabras que su hijo le transmitía con anhelo desde la Ciudadela.

El herrero entornó la puerta y salió de aquella pajarera de cuervos en la que el Maestre parecía disfrutar pasando su tiempo. Un suspiró le asaltó mientras descendía. Posó una de sus gastadas manos en la soga que actuaba de baranda de apoyo en el acceso de la torre. Los horadados escalones alcanzaron la horizontalidad en un recibidor triste, vacío. La solitaria y débil antorcha que presidía aquella estancia se marchitaba, carente de más combustible como casi todo lo que aquél Invierno estaba petrificando en su gélido abrazo. Atrás quedaban los años de júbilo de Aguasclaras, los años del estío.

Herrería del castillo.

¿Cuántas veces me he mirado las manos hoy? Jerem recapacitó. Aisa pulía unas pequeñas piezas de estaño sentada junto al fuego, la mirada clavada en el trabajo. Mientras, Jodd que había adquirido gran maestría en el oficio de la herrería, marcaba el ritmo con la cadena del fuelle mientras meneaba una barra de hierro hincada en las brasas. Jeremyed fijó los ojos en aquellos callos, quemaduras, tiznados y cicatrices. No había sido una mala vida. Sin embargo el orgullo le llenaba el pecho cada vez que inspiraba y recordaba que su pequeño Aaron podría ser un hombre de provecho, quizá, incluso un Maestre de Antigua. Un sabio.

Metió las manos en el barril, en aquella salmodia diaria de gestos y detalles. Se secó el agua con un trapo que bailaba de su cintura y con las palmas aún húmedas se pasó ambas por sus sienes, peinándolas, una vez más.

Los encargos estaban saliendo de un modo monótono y rutinario. El encargo de las espadas para rememorar a los caídos en Solaz del Soldado había resultado un aliciente. Decidió que fuera Jodd el que se encargara de aquellas tres espadas grabadas. Poco a poco, con una irritante pausa, el maestro herrero iba adiestrando a su hijo en los secretos de aquella metalurgia primigenia. Pronto llegaría el día en que podría tratar a su hijo como a un igual, como a un maestro. Quizá, quizá aún existía una oportunidad para él. Una oportunidad para que Aisa y Jeremyed partieran hacia desembarco del Rey para aprender la mejor herrería, esa herrería de la que tantas veces habían departido Ammon y el herrero, secretos de fuego y hielo.

Aquella noche, en aquella semana en que se había producido el desposorio inesperado de su señor Pendrik con aquella Swann, a Jeremyed se le había iluminado una parte de la mente dormida mucho tiempo atrás. ¿Y si esa era la oportunidad? La última quizá rondando los cuarenta, para alcanzar ese codiciado cáliz del conocimiento de la herrería. ¡Allí, con los mejores...!

Le asaltó entonces el amargo trago de Solaz...

Cuestión de vida o muerte.

El griterío, en lugar de mitigarse aumentaba. Jerem echó las manos a su mandil y se las secó del sudor que las bañaba. Abrió las contraventanas de la herrería. Una carroza, la del sepulturero si no se equivocaba se arrastraba por el barro helado botando desvencijada y resbalando. Tiraba de ella un jamelgo extenuado y sudoroso del que emanaba una nube onírica de neblina producida por su acelerada transpiración. Sin duda habían forzado a la bestia en demasía. Anuncios de sangre y muerte herrero.

De un modo mecanizado buscó las herramientas que tantas veces le había requerido el Maestre Ammon en tales casos. Pinzas, barras de metal candente, un brasero de ascuas. Todo ello se limpió, y calentó en la forja. Pocos latidos después un grito del exterior ya le requería los citados materiales y la ayuda en la improvisada sala de operaciones.

Caster y Armase. Estaban jodidos de verdad. Por los Siete, de aquí no salen... observó con cierta complacencia que el Metetripas como lo llamaban, había atado aquí y allá los cortes que no sangraban demasiado. Jerem no entendía si bien era por la falta de vino tinto ya en los odres, o si bien aquello hacía bien de tapón en la sangría. Las horas pasaron. El maestre, sin entender él bien, no sabía de donde sacaba las fuerzas en aquél enjuto y sarmentoso cuerpo, todo tendones y rodillas. La cuestión es que se usaron las barras candentes a conciencia, que se grapó en algún sitio y que el propio herrero acabó agotado. Ammon y Metetripas, habían conseguido esquivar el abrazo de la parca en aquellos dos de un modo imposible de entender a decir verdad.

Robar dos almas al Desconocido era un logro, pero semejante contrincante nunca olvidaría aquella ofensa...

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19/01/2015, 13:25
[RIP] Brandon, 2º hijo de Ser Baltrigar.

VIÑETA XVIII: AÑO 153 D.A.

FINALES DEL MES 1:

Mi hermano Carlysle entra a formar parte de la Guardia de Aguasclaras. Me siento orgulloso de ello y Russ me encomienda la tarea de enseñarle todo. Cosa que hago lo mejor que puedo.

Poco a poco voy ganándome el respeto del resto de la Guardia. Incluso Russ me ha reconocido mi labor en el tiempo que llevo sirviendo a sus órdenes, hecho que me llena de orgullo.

MES 2:

La Boda entre Lady Rowenta Swann y el Escudero Pendrik Tully lo único que provoca es malestar en el seno de la familia Crackehall, y con razón, claro.

¿Que pasaría por la cabeza de Ser Hadder para hacer eso? Esa era sin duda la pregunta que resonaba en muchas de las cabezas de los asistentes a la misma.

No obstante las cosas de los nobles a mi no me importaban, yo estaba feliz con la idea de mi próxima boda con Ruyara, la hija mediana de Russ, que se celebraría en torno al mes 11 aunque todavía la fecha no estaba cerrada.

FINAL DEL MES 4:

Russ me hace llamar, al llegar observo que Roy y mi hermano Carlysle están presentes.

- ¿Que pasa? - me pregunto extrañado al ver la presencia de ambos.

Las dudas me son despejadas rápidamente aunque el shock me duraría bastante tiempo.

- ¿Acaso se han vuelto locos mi hermano y Russ?

La misión que Carlysle solicitó a Russ me pareció un suicidio cuando lo oí de boca del Jefe de la Guardia, el futuro abuelo de mis hijos, y cuando estaba preparado para partir y ví aparecer a Roy y mi hermano con las lanzas y escudos me lo pareció aún más.

- ¿Se puede saber a donde vais con las Lanzas y Escudos? - les pregunto más no obtuve respuesta alguna por su parte así que me resigné. Que sea lo que los Dioses Nuevos y Antiguos deseen.

Una vez todos "preparados" salimos del Castillo en dirección a Solaz intentando pasar desapercibidos aunque cualquiera que viera a esos dos con las lanzas y escudos se fijaría en ellos más de lo deseado tal y como pasó en un par de ocasiones durante el trayecto.

Al llegar a Solaz todo fué peor. Las miradas fueron contínuas a lo que había que sumar nuestra inexperiencia y la "brutalidad" y brusquedad usada en bastantes más ocasiones de las deseadas provocaron que no sólo no pasaramos desapercibidos sino que llamaramos la atención de quien no debíamos.

Deambulabamos por Solaz cuando de repente nos encontramos en con un callejón sin salida mas cuando nos dimos la vuelta un viejo nos cortaba el paso. Antes de poder preguntarme que estaba pasando el anciano sacó una espada y se dirijió hacia mi con una velocidad impensable para alguien de su edad.

Apenas consigo desenfundar mi daga cuando la espada del tipo ese traza un arco y secciona mis dos manos a la vez.

- ¡¡¡AHHHH!!! - grito al mirar los muñones, convertidos en surtidores de sangre, y las manos en el suelo.

Mas mi grito no duró mucho pues un segundo tajo atraviesa mi estómago de lado a lado sacando las entrañas. Intento contenerlas pero los muñones no llegan siquiera a alcanzar su objetivo. Estaba perdiendo demasiada sangre.

Un sólo pensamiento vino a mi mente.

- Padre, lo siento. Os he fallado.

Luego todo se tornó negro y el silencio se hizo presente.

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19/01/2015, 13:34
[RIP] Jack "Pequeño Cuervo".

VIÑETA XVIII: AÑO 153 D.A.

Los últimos instantes de su vida, Jack los pasó en ese estado de sueño febril que precede a la muerte. Para él, fueron largos aunque sólo duraron los escasos minutos que tardó en desangrarse. 

¡Y el día había empezado tan bien! Para Jack el mundo eran simple. Había encontrado su razón de ser. Tras ser acogido en el castillo de niño, el joven bastardo hijo de un guardia de la noche, el "pequeño cuervo" había encontrado en la lealtad y la astucia sus modos de pagar el bien que Ser Hadder había tenido para con él y para con su madre. No dudaba que de haberse quedado en el viejo prostíbulo la vida de su madre, y la suya, hubiera seguido cayendo en el espiral de degradación que moraba en ese lugar. Ahora, sin embargo... 

Era curioso, sí, lo bien que había comenzado la mañana. Jack como de costumbre se había levantado muy temprano, y había revisado por si era necesario mandar algún correo a alguna parte. Luego, había desayunado frugalmente, y había disparado algunas flechas con su nuevo arco. Había intercambiado algunas bromas con las criadas y se había quedado unos instantes hablando y mirando a las mismas mientras trabajaban. Tras la negativa de Russ a darle la mano de su hija por estar esta prometida ya a uno de los hijos de Ser Baltrigar, había que buscar a una posible nueva mujer; Jack era consciente que ya iba teniendo una edad y quería tener mujer y descendencia. Entendámonos, Jack era un guardia, no era casto, y como casi todos iba de tanto en tanto a los burdeles, pero aunque estar con las chicas de los mismos era agradable, y Jack las trataba bien, le daba cierto reparo la existencia de tales antros, al recordar las duras condiciones de vida que había experimentado de niño. Sí, pensó mientras miraba a una de las nuevas doncellas que había traído la mujer de Pendrik, hay que buscar a alguna mujer con la que casarse, es cierto.

La expedición a Solaz del Soldado no le gustaba. Ya se lo había dicho a Russ. "Remover nidos de serpientes solo tiene sentido si uno tiene un plan para exterminarlas". Era evidente que ni Russ ni Caster tenían la menor gana de hacer tal cosa, y que sólo habían accedido por la insistencia de los hijos de Ser Baltrigar. Jack había ido varias veces a Solaz del Soldado. Sabía que era peligroso. Temía que podían resultar malheridos, o incluso muertos.

Pero no había imaginado cuán mortífero podía ser. El deseo de darse lustre de los hijos de Ser Baltrigar iba a resultar más caro para Aguasclaras que la gripe. O casi.

Fuera como fuese, Jack cumplió órdenes. ¿Resultaba curioso que fuera el apoyo de quien se iba a casar con la chica que pretendía? ¿tuvo pensamientos de cumplir quizás algo peor su trabajo? Afortunadamente para Brandon, Jack no era un romántico. Ruyara era bonita, y "echada para delante". Ambas cosas le gustaban a Jack. Pero Jack no creía que el amor fuera otra cosa que una sublimación de las ganas de follar, de tener descendencia, y de tener compañía, así que no le daba demasiada importancia. Ni siquiera se le pasó por la cabeza traicionar a Ser Hadder o a Russ para hacer tal cosa.

Ya en Solaz del Soldado, ¡todo fue tan rápido!. Estaba apostado observando como se movían las gentes cuando de pronto comprobó que había perdido de vista a los tres "pipiolos". Un estremecimiento le recorrió de parte a parte, como un cuchillo. Había demasiado silencio. Miró alrededor, y vio a varias personas, que le miraban. Problemas. Graves problemas. Empezó a desplazarse para avisar a Caster. Nunca llegó a cumplir su deseo. Eran unos siete. Armados con puñales. Sintió la saeta atravesarle, y luego todos cayeron sobre él. Un empujón, una zancadilla, y un puñal atravesándole las costillas.

¿Eso era todo? ¿Así iba a morir?

Sí, eso era todo. Si hubiera podido hubiera empezado a reírse. No había muerto por sus errores. No había muerto por equivocarse. Tenía tantas cosas por vivir. Tanto por hacer. Era curioso, recordaba ahora a su madre (¿quién le daría la noticia, cómo?, pobre, pobre madre, llevaba meses queriendo ir a hacerle una visita); pensó también en Caster; y en Vesania, avisándole que los soldados morían pronto. 

Ahora no importaba. ¿Los vería a todos? ¿o había distintos cielos o infiernos? ¿y él que había adorado a unos dioses y a otros, sin demasiada fe, pero con respeto a quienes adoraban, a donde iría? ¿Qué pasaría ahora? Notaba la sangre deslizarse por su cuerpo, y caer, blandamente al suelo. Los pasos se alejaban. Como su consciencia. Como su vida.

Jack muere.

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19/01/2015, 13:55
Ser Madrigal Oakenshaf-Casagrande.

VIÑETA XVIII: AÑO 153 D.A.

Mes 6.- Ser Madrigal, junto con su hijo Maegor y Edder Clavopié, van en busca de Gwraidd Tully a Orilla Azul.

En cuanto tuvieron el permiso del Señor del Castillo y tras aprovisionarse como es debido, los dos hombres y el niño salieron hacia Orilla Azul. Alé había accedido sin demasiadas objeciones, a pesar de su estado, contenta porque Madrigal hubiera conseguido el permiso de Ser Hadder para que pudiera tener su hijo en Casagrande, rodeada de los suyos.

Para Madrigal era una oportunidad sin igual para seguir entrenando a su hijo fuera de las protectoras faldas que suponían las murallas del castillo. El chico tenía que ver mundo si no quería que se convirtiera en un paleto que no viera más allá de sus propias narices.

- Tienes que ir concentrado, pichón. Ya sabes lo que le ha pasado a Grwaidd y a su caballo.  No quiero que te pase lo mismo y menos que tengan que sacrificar a Greq por tus descuidos.- La noticia del sacrificio del nuevo caballo de Grwaidd había sido un duro golpe para el caballero. Juntos lo habían elegido y criado para que tuviera una montura correspondiente con su persona.- Siempre las piernas tensas, hijo mío.- Sabía que la travesía hasta Orilla azul iba a dejar al chico baldado, con tremendos dolores en las piernas e incluso ampollas generadas por el constante roce. Pero así era la vida de un caballero. Si realmente su hijo quería llegar a ser uno debía poder soportarlo. Ser Madrigal confiaba en su palafrén ciegamente, pero prefería asustar al chiquillo como parte de su aprendizaje.

- Si haces todo lo que te digo llegarás a ser un gran jinete y puede que a la vuelta te deje ir sobre Galán, ¿sabes? A tu edad yo ya montaba como si Greq y yo fuéramos uno solo. Creo que va siendo hora que te cuente sobre los orígenes de nuestra familia.

 

Mes 7.- En orilla Azul Ser Madrigal se reencuentra con Grwaidd y comunica a Maegor que pasará a ser su escudero desde el momento en el que Grwaidd Tully obtenga sus espuelas.

- La ceremonia tendrá lugar en el mes once, Grwaidd. Te lo mereces.- Habían entrenado mucho para que llegara ese momento. Pero lo que más le alegraba a Ser Madrigal era la capacidad del joven por realizar tareas en bien del feudo. Allí tendido, con la pierna entablillada, no podía evitar verse reflejado como en la superficie mansa de un lago.- ¡Serás bribón! Sé que soy un ejemplo al que seguir pero podías haberte ahorrado todo este episodio de la pierna.- Durante la convalecencia de Madrigal por el mismo problema, había conocido a Maege Tyrell y había engendrado a su hijo bastardo.-¡Por el Guerrero, eres un Tully! No te hace falta todo este paripé para pillar cacho.- El caballero se acercó a la oreja de su aún escudero.- ¿Y bien? ¿No le vas a contar a Ser Madrigal, cuál de todas es la mejor criada?- Tras la habituales chanzas entre los dos compañeros y amigos, Madrigal se puso algo más serio.- Verás Grwaidd, temo que deba dejarte de nuevo en uno de los momentos más dulces de tu corta vida. Alé está preocupada por su embarazo. Los dos pensamos que Sysa no tiene la experiencia suficiente y, cuando regresemos al castillo, volveré a partir junto a ella a Casagrande. Me duele en el alma no estar para tu ceremonia.- Ya le había fallado una vez, al no ir al torneo de Lannisport, y ahora volvía a hacerlo por el bien de su descendencia.- Sé que lo entenderás, pero esta vez, deja que envíe a Hugin para que esté contigo en esos momentos. Para mí sería importante, pues es como parte de mí mismo.- Tras mantener la conversación con Grwaidd, Madrigal hizo llamar a Maegor.

- Mi jilguero, es hora de que te comunique algo, aquí junto al hijo de nuestro Señor. A partir de que Grwaidd sea nombrado caballero pasarás a ser mi escudero.

 

Mes 12.- Madrigal emprende el regreso al Castillo de Aguasclaras, dejando atrás a su mujer, Alethéia embarazada de 8 meses.

Antes de que el enviado del castillo llegara a la casa de los Casagrande, Madrigal ya llevaba esperando un buen rato con todo preparado. Unos días antes había llegado Hugin con un terrible mensaje: el asesinato de Ser Hadder a manos de Ser Baltrigar.

La primera reacción del caballero había sido partir de inmediato, pero acabó calmándose y pensando fríamente sus próximos movimientos. ¿Qué le había pasado a Baltrigar para actuar de semejante manera? Era cierto que Ser Madrigal se había distanciado del que había sido uno de sus más grandes apoyos a su llegada a Aguasclaras. Podía entender su sufrimiento y frustración, pero no entendía cómo había llegado hasta tal punto.

Los siguientes días se los pasó junto a Alethéia que parecía que iba a explotar de un momento a otro. Su cabeza iba dando vueltas al asesinato, pensando en Pedrik, en Gwraidd y en Haudry. Algo no le encajaba en todo aquel asunto. ¿Cómo había podido darse la situación? ¿Nadie había podido parar a un viejo borracho? Entonces se le ocurrió algo. Ser Hadder no había actuado contra Solaz de Soldado, lo cual hacía comprensible el odio y sensación de impotencia del caballero. Ahora que tenía un hijo y otro en camino, llegaba a comprender el vínculo que se formaba entre un padre y un hijo. Pero Ser Madrigal no creía que Ser Hadder fuera a dejar impune todo aquello. No, tenía que haber algo más. Sabía que estaba muy enfermo, a punto de morir, como había podido averiguar meses antes de partir hacia Casagrande.

Quizás…

Las palabras de su hijo Maegor resonaban en su cabeza como un eco que se repetía una y otra vez, cada vez más lejano y suave.

¿El odio es buen argumento para matar a alguien?

Y luego estaba el asunto de la muerte de Ammon. Ese viejo diablo. Parecía que Aguasclaras estaba sentenciada a muerte, con un heredero blando, un primogénito bastardo exiliado, y todo tipo de intrigas que lo acosaban como a un zorro en una partida de caza. Fue así como Ser Madrigal se aferró a la esperanza de que todo fuera un plan urdido por los dos viejos pero inteligentes hombres. Un plan con un único objetivo: acabar con Solaz de Soldado de una vez por todas.

- Debo volver al castillo, Palomita. Volveré en cuanto pueda, espero que para ver el nacimiento de nuestro hijo.

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19/01/2015, 14:39
[OUT] Lady Olenna Crakehall, viuda de Ser Hadder Tully.

VIÑETA XVIII.

AÑO 153.

Mención de: Ser Trycian, Arianna, Haudrey, Lady Patricya, Ser Hadder, Escudero Pendrik, Lady Rowenta, Escudero Gwraidd, Theresa Nieve. 

El nuevo año se presentaba como el fin de una larga oscuridad. La luz al final del túnel se me presentaba como agua de mayo, y estaba ilusionada. Si bien era cierto que hacía aún mucho frío, y el invierno no quería aún irse, me encontraba feliz. Qué ilusa.  

Mi familia había ampliado sus miembros, y consideraba a Ser Trycian como una persona a la que hubiera conocido toda mi vida. El hecho de que hiciera feliz a mi hija Arianna, me llenaba de felicidad. Cada vez que la veía le preguntaba por su nueva vida, y, aunque ya hablábamos en nuestras sesiones de costura o cuando comíamos en el comedor, me gustaba ver cómo se le iluminaban los ojos, o cómo se emocionaba al hablar de su marido y el giro que había dado su vida.

Aquel primer día del año traté de reunirme con el hijo de mi marido, Haudrey. Quería que supiera que deseaba esclarecer el turbio asunto de su ascendencia y saber quién era su madre. Le prometí que me iba a encargar de tal cosa, y miré a mi marido para que se diera cuenta de que debía hablar conmigo. Debía decirme con quién tuvo a Haudrey.

No sabía si quería entablar tan conversación. Tampoco me importaba. Era su hijo. Y Haudrey merecía saber quién era su madre. No iba a ceder en tal asunto.

Sin embargo, aquel pensamiento desapareció de mi mente en cuanto se sucedió la desgracia en el castillo. Tras ver la pesadilla ante mis ojos y no poder esquivarla ni despertarme entre jadeos y temblores, la cabeza de aquel leñador me perseguía. Sentí que debía de haber hecho algo para salvarle la vida. Haberle convencido de que el Muro no era mala idea. Iba a seguir con vida, y a disfrutar de sus pequeños regalos que ésta otorgaba. Pero, prefirió la muerte.

Un escalofrío me recorría el cuerpo entero cuando recordaba la escena. Tragaba con dificultad y la mirada de aquel hombre se me quedó grabada en la retina. Así era la mirada de un hombre que iba a morir. Y yo no hice nada para evitarlo.

Tras aquel acontecimiento, me sumí un poco más en un pozo de oscuridad que creía había conseguido cerrar y olvidarme de él. Pero, me di cuenta de que no. En cuanto llegó el momento que preferí sentarme en mis aposentos, quedarme entre las mantas de la cama, leer o coser en soledad, fue cuando pensé que la vida me estaba poniendo en mi lugar, que me estaba haciendo mayor, y que debía dejar pasar a la siguiente generación.

Lo asumí con entereza, y no con desesperación o miedo. Lo entendía, y me enorgullecía saber que la siguiente generación eran mis hijos, totalmente educados, entrenados y adiestrados en lo concerniente a las tierras de mi señor esposo, y a la administración del castillo. Confiaba en ellos ciegamente.

El momento en que más tiempo salí de mi letargo y de mi pequeña oscuridad terrenal fue cuando se anunció la llegada de los Swann al castillo. Compartí momentos con Patricya, y me sentí muy feliz por ella, y por el enlace de su hijo y mi sobrino.

Sin embargo, llegó todo como una tormenta de verano, y se desató con fuerza, ruido, destellos y rapidez.

La vida de varias personas habían cambiado cuando mi señor esposo dio el anuncio. Yo lo sabía de antes, pero no estaba segura ni del porqué, ni del cómo, ni del cuándo. En realidad, no entendía muy bien nada de aquello. Lo que llegué a sentir en mi interior cuando la noticia se propagó como un resfriado por la sala empedrada no puedo explicarlo con palabras. Es como tratar de explicar el amor. Es algo que se siente, no que se explica. Si pudiera decirse a través de palabras, los poetas ya no tendrían trabajo.

Me sumí de nuevo, pues, en un mutismo deliberado. No quise hablar con mi marido acerca de aquel parecer, y mucho de menos de que lo decidiera de tal manera. Sin consultar con su propio hijo o con su mujer. Fue un: “escucha, atiende, calla, no opines”.

Miré los ojos de mi hijo durante el enlace, y noté un pinchazo en mi corazón. Sentía que lo estaba haciendo mal, que todo estaba saliendo al revés, que aquella no era la manera correcta. Y, si era la correcta, no era la que el corazón quería.

Mantuve mis labios sellados en una fina línea en mi rostro. No dije nada. No quería hacerlo. Sonreí cuando debía, inclinaba la cabeza cuando tocaba, y aplaudí cuando se terció. Pero, en cuanto pude, en cuanto era protocolariamente educado irse sin ser descortés, me retiré a mis aposentos, alegando un malestar en la cabeza.

Tuve que contenerme para no correr y huir de allí.

A partir de ese momento, me fui sumiendo más y más en la oscuridad. Me sentía atraída por las sombras, y la penumbra de mis aposentos. Apenas solía hablar con la gente, y cualquier voz más alta de lo normal, hacía que frunciera el ceño, molesta. Me fui apartando, poco a poco, de mis más allegados para concentrarme sólo en los pensamientos de mi mente mientras mis manos se concentraban en la labor que iba aumentando día tras día.

La presencia en el castillo de ciertas personalidades hacía que me recluyera aún más en mi habitación, pues tal era mi deseo de no verlos. Mi nuera, quien seguramente no tenía nada de culpa, me estomagaba. Ya solo su sonrisa me hacía encoger el corazón, y hacer una mueca en mi rostro. Me odiaba por ello, pues aquella muchacha era la felicidad de mi hijo.

Las reuniones con Patricya o con mi hija Arianna cada vez iban más en descenso, y terminé por tomar las comidas dentro de mi habitación con tal de evitar a los demás mi desazón y mal humor. Lo sentía, sobre todo, por mi hija, quien esperaba con ilusión un hijo, un nieto, y yo no le di ni el apoyo necesario, ni el interés requerido. Mis funciones como madre iban decayendo, y me sentía culpable, además de sola y desdichada.

Los días se sucedían sin ningún cambio para mí. Todos parecían iguales y, pese a que había noticias que me perturbaban como madre, como el accidente de mi hijo Gwraidd, mi mutismo siguió imperando, como si fuera una cuestión de orgullo.

Tampoco me preocupé por los demás acontecimientos que asolaban el castillo, como en racionamiento, el malestar de los guardias, la tensión constante, y la prisión que estaba siendo el feudo para muchos.

No asistí a la ceremonia de mis hijos. Aquel día, me quedé en la penumbra de mis aposentos, pensando sobre los días que pasaban, sobre los dioses, y sobre el camino que debía de seguir a partir de ese momento. Por ello, me pasó por alto el enfrentamiento que tuvieron mi hijo y mi marido. Llegaron los rumores a mis oídos algo después, y, para mi desconcierto, me enorgullecí de mi hijo, porque así lo consideraba, y de que pusiera en su sitio al arrogante de su padre quien, decisión tras decisión, estaba sumiendo al castillo en la mayor de las sombras.

Fue una mañana fría, clara y brillante cuando tomé la decisión. Mi lugar ya no estaba en aquel castillo. Las circunstancias y los acontecimientos que, recientemente, habían sucedido, me llevaron a tomar el camino del silencio.

Lo estuve pensando durante todo aquel día, y, pese a que me hubiera gustado consultarlo con alguien, en el fondo, sabía que debía de afrontarlo yo sola. Porque, si lo compartía, si le decía a algún ser querido lo que iba a hacer, no daría el paso jamás. Y yo no estaba cómoda ya en el castillo. Hacía mucho tiempo que mi estrella se había apagado, y debían de brillar otras en mi lugar. Lo entendía, y lo afronté. Era la vida misma la que me ponía en mi sitio.

—Es la hora— murmuré, asintiendo para mí misma.

Mi señor esposo estaba cada vez peor de salud, mis hijos ya estaban crecidos, educados, y podían valerse por sí mismos, el castillo podía vivir sin mí desde hacía tiempo, si es que no lo había hecho siempre.

La vida me llamaba a hacer un cambio. Las Hermanas Silenciosas eran mi nueva familia.

Sin embargo, quiso el destino que nos tejen los Siete que mi partida se retrasara. La vida de mi señor esposo se esfumó de su interior para reunirse con sus antepasados. En mitad de un caos, sentí que mi corazón se dividía cuando ocurrió. Me sentí culpable porque no sabía si el dolor que sentía era el suficiente que debía sentir una esposa.

Estuve a punto de ausentarme del funeral, y no asistir, pero, armándome de un coraje que creía que no tenía, aguanté de manera estoica toda la ceremonia.

Contemplé a las Hermanas Silenciosas, y quiso el destino que no fuera yo quien se encargara del sepelio de mi marido como una de ellas.

Dejé que los días pasaran hasta que, finalmente, di el paso final. Me despedí de cada uno de mis seres queridos, donde los besos y los abrazos no faltaron. Sonreí, o, al menos, lo intenté, y asumí mi nuevo sino con la barbilla alta, y el alma rota. 

Fui acompañada de la mujer que cuidó hasta el último aliento de mi señor esposo. La conocí un poco más, y me pareció una muchacha increíble.

-No tienes la culpa- le dije, mirándola de manera intensa-. No le des vueltas, porque tú no tienes la culpa.

Quizá, no estaba pensando en nada, y sólo velaba por mi seguridad, pero, si creía conocerla como pensaba, aquella muchacha se atormentaría de la muerte de su señor, y, de la misma manera que yo amé a Hadder, ella también lo había hecho. Cada una a su modo. 

-Gracias, Theresa. Gracias, de verdad- murmuré, sonriente.

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19/01/2015, 15:46
Lady Rowenta Tully, esposa de Ser Pendrik Tully.

VIÑETA XVIII: AÑO 153 D.A.

MES 2: La Boda

Aquel castillo, tan frío y tan gris, que disgusto el mío que llegáramos. Ya tenía edad para casarme y sin bien todas mis amigas lo habían hecho ya, estaban en Tierras de las Tormentas. Para mayor desgracia, era un escudero y no un caballero, veía el final de mi vida de asistencia torneos y abundantes banquetes. Todavía no podía creer que mi padre hubiera aceptado aquella propuesta, aunque no sería yo quien le disgustara con discusiones al respecto de su decisión. Ya solo me quedaba preguntarme, entre otras tantas cosas: ¿Sería un bruto? ¿Me respetaría quizá? ¿Tendría buen porte?  O eso creía yo, hasta que llegaron nuevas preguntas cuando mi padre se inclinó en aquel banquete, apenas unos instantes antes del anuncio.  Me casaría con un escudero, pero no con Horace Crakehall, sino con Pendrik Tully. Era el heredero del feudo, sin duda debía haberme alegrado más de lo que me alegré pero… era de esperar que aquello no fuera bien recibido por los Crakehall. Inocente doncella era la que creía que con un matrimonio solo llegaban dichas e hijos… pero lo cierto es que podía no llegar ni lo uno, ni lo otro. En este caso aún podía añadirse la añoranza a otras tierras.

 

MES 4: Solaz del Soldado

El día empezaba mal, con la torpeza de Crann en las cuadras, haciéndome entrar a por mi yegua si pretendía poder salir del Castillo antes de una semana ¿Cómo era posible que se tardara tanto en embridar un animal? Era una de las pocas veces que permitía a Gerrik acompañarme, pese a su deber de escoltarme, si hubiera sabido que aquella sería la última vez que montaría a mi yegua en muchos meses… la llegada fue desoladora, todos aquellos cadáveres, los heridos en aquel carromato. ¿Qué se había torcido tanto en el feudo?¿Tan ciega estaba para no darme cuenta… de todo? Aquel comentario fugaz de Horace al pasar a mi lado fue la confirmación de que había estado muy ciega todo este tiempo, definitivamente me había perdido muchas cosas.

Tras las ceremonias por los muertos, y la visita a los heridos junto con mi esposo Pendrik, no pude sino invitar a compartir una infusión a Horace, demasiadas cosas por aclarar como para ignorarlo. Pese a que nuestro encuentro se dio en el Salón Principal a la vista de cualquiera que pasara por allí, fue un momento bien aprovechado por esa víbora de Lady Patricya para envenenar a mi suegra Lady Olenna con historia sobre infidelidad y traición. Nada que tuviera grandes consecuencias después de todo, pues tanto el señor del Feudo como mi esposo estaban convenientemente informados de lo ocurrido. Solo las locuras y desvaríos de una mujer ofendida, que solo podía pensar en hacer daño sin pensar en las consecuencias. Mucho era lo mal que hablaba de los Swann, mucho era lo que hablaba…

 

MES 6: Regresan los Caballeros del Torneo

Dos meses. Ya habían transcurrido casi dos meses desde el cierre del Castillo. La alegría en los ojos de los caballeros y las noticias de victoria hubieran traído algo de calor al frio invierno del castillo, todavía no sabían nada… fue fácil poner remedio a su ignorancia aunque tardaron algunas jornadas en comprender hasta donde llegaba el problema: mucho más allá de las muerte.

Al menos, si es que algo bueno se podía sacar de aquellos tiempos, el nombre del Feudo se había dejado escuchar y las nuevas de Lannisport permitían soñar con tiempos mejores por venir. Aquel torneo, tan solo la narración de los lances lo hacía prometedor y las narraciones nunca eran comparables al espectáculo dado, si tan solo se me hubiera permitido acompañarles… de aquel torneo, tan solo le quedarían las historias de Gwraidd, que pese a su buen papel no había conseguido encontrar una esposa adecuada y el inesperado regalo de Haudrey.

 

MES 8: Visitas

Si la llegada de Ser Carlyon Swann, mi tío-abuelo, me entusiasma sobre manera… casi al punto de hacerme olvidar por unos días el encierro, las noticias sobre la llegada Ser Horwin Tully, por el que tras los rumores de las intenciones de Lord Tully de hacerle nuevo señor del Feudo desplazando a mi propio esposo  no siento gran aprecio, ensombrecen el momento.

Son muchas la horas de conversación con Ser Carlyon Swann, al que antes de su partida Lady Rowenta le entrega un cofre para que se lo haga llegar a su propio hermano y heredero de la casa Ser Gawen Swann, a Timón de Piedra.

 

MES 11: Exilio y Muerte

Lady Rowenta se mantiene impasible ante el desafío de Haudrey a su padre, limitándose a tomar la mano de su esposo e invitándole a tenerse sin intervenir. ¿Tal era el desprecio que sentía por el hermano bastardo de su esposo, que hacía por evitar cualquier apoyo que este pudiera conseguir? Cuando el bastardo es exiliado, se retira a sus aposentos, disgustada por la interrupción de la comida… quizá habiendo perdido el apetito.

No tardaría mucho en presenciar el asesinato del Señor del Feudo poco tiempo después, en el mismo lugar, a manos de un caballero enloquecido por el dolor de la pérdida de sus hijos. Se puso en pie junto a su esposo, ante la impactante escena, a tiempo para ver como el valiente Gerrik trataba de derribar al asesino. Sentimientos encontrados de orgullo por su servicio y desasosiego por lo ocurrido la invadieron en ese momento, aunque no le impidieron tratar de retener a su esposo Pendrik por un momento antes de dejarle acercarse al cuerpo de su padre. Ante el caos creado, pocos pudieron percatarse de que le susurraba algo mientras mantenía la mirada fija sobre Ser Horwin Tully.

 

MES 12: Tully - “Lazos de sangre indivisibles”

Durante la ceremonia a Ser Hadder, guarda estricto protocolo, del brazo de su esposo. Sería una de las últimas veces que vería a Lady Olenna antes de que se retirara con las Hermanas Silenciosas, algo a lo que sin duda Lady Rowenta nunca trataría de oponerse.

Es a final de año, tras la muerte de Ser Hadder y la partida de Lady Olenna, cuando Lady Rowenta renuncia sin duda voluntariamente a sus paseos a caballo para no apartar su vigilante mirada de su esposo Pendrik, como si esperara que algo fuera a ocurrir. Gerrik es enviado a diario a montar a la yegua de su señora, con instrucciones precisas sobre su cuidado, pero fuera de esos paseos lo requiere a su lado en todo momento.

Lady Rowenta en las breves ocasiones en que abandona a su esposo, tiene largas conversaciones con los miembros de servicio y la mayoría de las mujeres del castillo. Nadie tiene claro que asuntos trata, o si no busca más que una forma de pasar el tiempo.

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19/01/2015, 19:18
Haudrey Ríos, el Bastardo Rencoroso.

VIÑETA XVIII: AÑO 153

LUCES. Primera parte.

El año empezó relativamente bien, al menos desde el punto de vista de Haudrey. Brosten, responsable del alzamiento contra el castillo, había sido ejecutado, tras tener la opción de Vestir el Negro. Se mantuvo desafiante hasta el final, y ese acto de rebeldía contra su legítimo señor acabó costándole la vida. Algo que debería servir de ejemplo para futuros insurrectos, y que además era totalmente legítimo.

Sin embargo, los ánimos en el castillo estaban realmente bajos por aquel suceso, y el bastardo llegó incluso a discutir con Pendrik y Gwraidd la conveniencia de haber ejecutado ese castigo, y de que su cabeza permaneciera expuesta. Por desgracia, esto es algo que ninguno de los dos parecía entender, pero ya estaba hecho. El bastardo sí lo entendía, y se sentía más tranquilo ahora que el responsable de aquello había sido capturado. Igual que lo estaría si la cabeza de Isaura le estuviera haciendo compañía. Pero no todo salía bien en la vida, y ese no era sino otro ejemplo más. 

El invierno parecía empeñado en traer novedades, pues durante el siguiente mes llegaron nuevas caras al castillo. Una comitiva encabezada por Lord Allos Swann, en la que viajaba su hija Rowenta, para casarse con Horace Crakehall. A Haudrey, aquello le dejaba bastante indiferente, aunque le resultaba gracioso en cierto modo que Horace casara, y además con alguien de tan insigne apellido. Se notaba que los tejemanejes políticos pesaban más que otras cosas, pero no tenía por qué decir nada, y no lo hizo. Sin embargo, la situación dio un giro cuando en el banquete se anunció que sería Pendrik, y no Horace, quien se casara con la joven. 

Aquello casi hizo que Haudrey se atragantara, y luego disimuló lo mejor que pudo, aunque era evidente que no entendía muy bien qué ocurría, y por qué se realizaba aquella arriesgada maniobra. Acabaría entendiéndolo en el futuro, pero en aquel momento aquello le chocó. Era una afrenta para los Crakehall, y bastantes enemigos externos había ya, como para tener otros internos. Aquello iba a traer problemas, de eso estaba seguro. 

Al menos, la propia Lady Rowenta parecía alguien respetable, y mejor aún, educado y entretenido. El bastardo tuvo la ocasión de conversar con ella de vez en cuando, y por lo que fue conociendo de ella, algunas de sus preocupaciones se aliviaron. En un futuro, cuando Pendrik gobernara, al menos tendría alguien sensato casado con él, y con un poco de suerte podrían conservar el legado que Ser Hadder les dejaría. 

Sin embargo, el episodio más brillante del año para él, y probablemente uno de los mejores de su vida, llegó con el torneo de Lannisport. En primer lugar, el bastardo justó contra el "león" en cuyo nombre se celebraba el torneo. Todo empezó bien, pero aunque Haudrey derribó a su contrincante, este también le derribó a él. Y, peor aún, estuvo más cerca de lo que él hubiera deseado de acabar con su vida... Probablemente, de manera intencionada. Por suerte éso no ocurrió, y además aquel escudero fue derribado antes que él, por lo que pasó a la siguiente ronda.

Su siguiente oponente fue nada más y nada menos que el campeón de los Lannister, Ser Goldwin Reine de Castamere. Pero Haudrey, con habilidad, y algo de suerte de su parte, logró descabalgar también a aquel justador. Sólo esas dos victorias hicieron sonreír al bastardo, sintiéndose pletórico por semejante actuación en su segundo torneo como justador. Pero después vino Ser Jasper Arryn, y después Ser Sarmión Baratheon. Ambos descabalgados por el escudero con potentes golpes, tanto que las lanzas se astillaban hechas añicos. El hecho de estar haciendo que los Lannister se gastaran una pequeña fortuna en lanzas de justa también le reportó una cierta satisfacción que no podía negar.

Y así, llegó a la final. Donde se encontró frente a frente con su mentor, Ser Trycian de Dorne. Ambos espolearon sus monturas con ímpetu, y ambos encaminaron sus lanzas hacia el otro. Y ambos impactaron. Por desgracia, cuando se quiso dar cuenta, Haudrey ya estaba volando fuera de los estribos, mientras que Ser Trycian parecía continuar sobre su caballo. Aunque, como pudo comprobar desde el suelo con una leve sonrisa de satisfacción, mientras luchaba por recuperarse del impacto, su lanza no había estado tan errada, pues el dorniense acabó fuera de la silla cuando se giró para saludar.

Por supuesto, las felicitaciones de parte de sus hermanos y del caballero no se hicieron esperar, y Haudrey recogió orgullosamente el trofeo, el león de oro que le fue entregado por su segundo puesto. Se sentía tan pletórico que incluso decidió conseguir algunos regalos para aquellos cercanos a él que no habían asistido. Pero, incluso en esto, le sonrió la suerte, pues un magyster de Meereen que apostó por él le recompensó con unos pocos anillos con piedras preciosas, un lujoso tablero de un juego llamado Sytrang, y un cofrecito de azafrán. Regalos que llevaría al feudo, para hacer partícipes de su alegría a los demás.

Dos anillos de oro con un zafiro en cada uno, para sus dos hermanastras. Uno de plata con una turmalina negra para lady Rowenta, que le había tratado bien a pesar de su origen ilegítimo... Y, finalmente, uno de plata con un topacio de tonalidad castaña para su madrastra, pues consideraba apropiado hacerle un regalo... Además de que parecía haberle aceptado de un tiempo a esta parte. El cofrecito iría directo a la despensa del castillo, como regalo para Ser Hadder, para agasajar invitados nobles con una buena comida. En cuanto al tablero... Sin duda, el maestre Ammon lo disfrutaría mucho.

Con la alegría de la justa, y los pensamientos alegres sobre los regalos que acarreaba, llegó el momento de abandonar Lannisport, y Haudrey Ríos, el ahora conocido como Bastardo Afortunado de Piedras Viejas, no podía estar más feliz.

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19/01/2015, 20:10
Haudrey Ríos, el Bastardo Rencoroso.

VIÑETA XVIII: AÑO 153

SOMBRAS. Segunda parte.

Por desgracia, las alegrías no duraron mucho. Tuvo todo el viaje de vuelta para vivir aquel sueño, pero a primeros del sexto mes de aquel año, la burbuja fue reventada cuando llegaron a Aguasclaras. En su ausencia, había ocurrido una auténtica carnicería en una estúpida expedición a Solaz. En su ausencia, el feudo había tenido problemas. Otra vez en su ausencia, como con Isaura Pyke y los que asediaron el castillo. Malditos fueran los dioses, y aquellos que provocaban estas desgracias, o que permitían (o promovían) que sucedieran. 

Por supuesto, hizo entrega de sus regalos, algunos antes que otros, pero los cuatro anillos acabaron con sus dueñas, el tablero en los aposentos del maestre, y el cofrecito de azafrán en las despensas del castillo. Y las noticias del torneo también llegaron, pero la alegría que traían con ellos no era nada comparado con el pesar por la pérdida de las vidas de tantos jóvenes, y que además casi le habían costado la vida también a Caster y Armase. Aquella estupidez... Ésa la pagarían caro, todos y cada uno de los presentes, incluyéndole a él. De eso estaba seguro. 

Por supuesto, las cosas iban a ir a peor. El buen humor de Haudrey se había oscurecido tras volver y conocer los sucesos de Solaz... Pero las siguientes noticias consiguieron empeorarlo aún más. Pronto se empezó a hablar de una ceremonia de nombramiento, en la que se otorgaría las espuelas a los nuevos caballeros. Pendrik y Gwraidd. Su nombre no se había mencionado en absoluto. A partir de ese punto, el humor y el carácter del bastardo no hicieron más que ir a peor. Mantuvo una actitud fría y distante en el mejor de los casos, con un punto de furia reflejado en el fondo de sus ojos. En los peores, era abiertamente hosco y hostil. No llegaba al nivel de Ser Baltrigar, desde luego, pero tampoco era nada agradable de ver. Ambos, caballero y escudero, se dedicaron a evitarse mutuamente, quizás sabiendo que cualquier encuentro entre ellos, con su situación actual, podría acabar en una tragedia no deseada por ninguno. 

Poco a poco se acercó la ceremonia, con su carácter agriándose por momentos. Y, finalmente, el día llegó. Varios nobles, y otros que se hacían llamar así pero no eran más que escoria, vinieron a la ceremonia, en la que ya era absolutamente evidente que Haudrey no participaría, pues no veló sus armas con sus hermanastros. Y el colmo llegó cuando, al empezar todo aquello, fue enviado a los malditos establos, a atender los caballos. Salió del salón dando un portazo y con la furia reflejada en el rostro, pero sin decir palabra ninguna. Y fue a los establos, claro, a tratar con mierda de caballo, pues parecía que ese era su lugar. Cualquiera diría que había sido el segundo en el torneo y que casi derribó a su propio mentor. Cualquiera diría que había entrenado duramente, que había procurado servir siempre al feudo, que recibió auténticas palizas a manos de Ser Trycian para ser quien era ahora. Cualquiera diría nada de eso. 

Tras un rato, Ser Baltrigar apareció en los establos, borracho como una cuba, el que parecía ser su estado habitual últimamente. El bastardo le recibió con hostilidad en la mirada, y la mano cerca de su daga. 

-¿Vos también venís a reíros de mí? El jodido bastardo, que es más hombre y mejor guerrero que tres cuartas partes de los que hay reunidos en ese puñetero salón... Y más inteligente y hábil que prácticamente todos los que se encuentran entre estos muros. Y aquí me mandan, a limpiar mierda de caballo. ¿Os parece divertido?-preguntó con un enfado creciente, finalmente arrojando la horca del heno por los aires, más cerca de la cabeza de Crann de lo que a éste le habría gustado. 

-Ah, a la mierda. Traed esa botella. Brindemos, a la salud del amor familiar y las recompensas justas-dijo, cargado de ironía, antes de dar un buen trago, y después otro. La botella pronto quedó medio vacía, y tras soltar un par de imprecaciones más, se escabulló de los establos, de vuelta al salón. 

Abrió las puertas de una patada, interrumpiendo la ceremonia, ante la vista de todos los asistentes. Las mejillas levemente sonrosadas, probablemente por efecto de la botella medio vacía que portaba en su mano. Esbozo una irónica sonrisa antes de exclamar:

-¡A la salud de los nuevos caballeros!-y dar un trago, para después arrojar la botella por los aires, estrellándose a pocos metros del lugar que ocupaba Ser Hadder, y haciéndose añicos contra el suelo. 

-Y ahora, "querido" padre, permitid... Permitid que os haga una pregunta. ¿Dónde están mis jodidas espuelas? ¿Dónde están las espuelas de aquel que se ha dejado el alma entrenando y trabajando para esta familia y este castillo, aquel que ha quedado segundo en el maldito torneo de Lannisport, descabalgando al triste intento de asesino de Jaesin Lannister y a otros tantos gilipollas que no sabrían ni mear sin ayuda de sus criados?

La respuesta de Ser Hadder no se hace esperar, diciendo, en resumen, que ambos han sido más merecedores de las espuelas que Haudrey. En ese momento, el bastardo rompe a reír a pleno pulmón. Una risa clara y cristalina, como si le acabaran de contar el mejor chiste del mundo. Aunque, tras unos segundos, para al ver que el rostro de Ser Hadder sigue igual de inmutable.

-¿Más méritos? No voy a entrar a valorar lo que han hecho ellos, pero eso es mentira y lo sabéis, Ser Hadder. Maldita sea, por supuesto que lo sabéis-reclamó, enojado. La respuesta del Señor de Aguasclaras no se hizo esperar, proclamando que Haudrey no era el mejor de sus hijos, cosa que hizo aparecer una sonrisa torcida en el rostro de este, por lo irónico de lo que iba a preguntar, pero que era la única posible explicación-¿es por qué soy bastardo?

Y la respuesta de Ser Hadder fue demoledora. Sí, efectivamente era por éso. Si Haudrey ya había entrado enfadado, ahora prácticamente sudaba furia y la expulsaba al hablar, habiendo perdido ya toda medida.

-Oh, claro, un bastardo. Y supongo que Gwraidd y Pendrik son muy merecedores de ser caballeros, ¿no? ¡Son unos perdedores! ¡Todos lo sabéis! Especialmente, para desgracia de todos, Pendrik, el futuro señor-dijo, expresando esas dos últimas palabras con un tono burlón-de Aguasclaras. ¡Maldita sea, no tuvo los arrestos necesarios de inscribirse a la justa! Aunque quizás deberíamos agradecerlo, porque ni siquiera la victoria de Ser Trycian habría podido tapar la enorme vergüenza que nos habría acarreado verle herido de muerte, por el puñetero estaferno, o por su propia e inútil mano. No es capaz ni de derribar un espantapájaros, ¿con qué fuerza va a gobernar este lugar?

En ese momento, Ser Hadder se levantó de su asiento, furioso. Podría decirse que como un resorte, pero se mentiría, pues la edad y los achaques no le permitieron tal velocidad. Sin embargo, sí que cargó verbalmente contra Haudrey, descalificándolo, insultándolo e incluso manifestando su deseo de que muriera y de ningunearle por siempre.

-Es cierto, padre. Puede que yo sea un bastardo fruto de una entrepierna que no has sabido domar... ¿Pero qué demonios eres tú, sino otro bastardo?-a estas alturas, las miradas de horror e incredulidad ante el escándalo que se está formando pueblan prácticamente todos los rostros que hay en la sala, mientras Haudrey sigue contestando las duras palabras del canalla de Ser Hadder.

-Por muy legitimado que estés, éso es lo que eres: ¡un puñetero bastardo Tully con aires de grandeza, que solo porque de joven mató a un par de personas se cree alguien! Y claro, como los idiotas tienen suerte, además fuiste legitimado. ¿Pues sabes qué? ¡Estoy aburrido! ¡Aburrido de ser el hijo del bastardo, en el puñetero castillo del bastardo! ¡Aguasturbias lo llaman, y con razón! ¡Hay tanta mierda a nuestro alrededor, mierda real y mierda con forma humana, que no sé como no se nos han llevado ya las fiebres a todos! Estamos dirigidos por un inútil que no sabe usar ni valorar a los hombres que tiene, y con un heredero que ni siquiera es capaz de gobernar a su maldito caballo... Mucho menos lo será de llevar adelante el feudo. ¿¡Cuando cojones me vas a dar ese sobrino, Pendrik!? Mira, ¿sabes qué? Me da igual. Estoy rodeado de imbéciles que son incapaces de hacer las cosas bien aunque los Siete les iluminen, y de viejas estiradas que se han dedicado a amargarme la vida, sólo por que salí de alguna fulana que mi padre debió tirarse. 

Tras esas palabras, el bastardo escupió al suelo con evidente desprecio, pero no cesó con sus palabras.

-¡Estáis todos condenados! ¡Cada vez que abandono este infecto montón de mierda, alguna de las lumbreras que habitan en él se las ingenia para joderla más todavía! ¡En serio, es absolutamente sorprendente! Me pregunto cual será vuestra próxima gran jugada. ¿Quién sabe? Lo mismo consideráis que el veneno le da un toque especiado al vino y os matáis todos así. A mí, particularmente, no me sorprendería nada, viendo la inteligencia que reina entre estas paredes. Pero os haré un favor antes de irme. Oh sí, ya lo creo. Quizás si quitamos de en medio al heredero más inútil que Poniente ha visto, aún tengáis alguna posibilidad de manteneros a flote...

Y, con esas palabras, Haudrey Ríos, al que probablemente ya nadie considerara escudero, quizás ni siquiera hijo de Ser Hadder, echó mano de la daga que llevaba al cinto y se lanzó a por su hermanastro mayor. El salón, en ese momento, estalló en una oleada de actividad. Gran parte de los guardias presentes, así como los caballeros, se interpusieron entre él y su objetivo. Y el puño de Caster se estrelló con fuerza contra un lado de su rostro, derribando en el suelo al joven, aunque, sin embargo, aún consciente. 

Mientras Caster le arrastraba fuera del salón del castillo, Haudrey pudo escuchar con claridad las palabras del orgulloso Ser Hadder, aquel a quien ya no podía considerar su padre, bramando que quedaba expulsado y desterrado del castillo, y que si volvía a ver su cara le haría ejecutar. 

Aquella misma noche, prácticamente nada más salir, un furibundo Haudrey echó mano de sus caballos, y enfundado en una de las armaduras que ganó en el torneo, y con las otras cargadas en otro caballo, salió de aquel condenado castillo al trote. De él solo quedaron atrás el trofeo de Lannisport, y la capa que Vesania tejió, que siempre solía llevar, en la que se apreciaba el pez Tully en colores negros. 

A nadie sorprendió que, a la mañana siguiente, Haudrey no estuviera allí... Pero para muchos si fue una sorpresa que Caster tampoco estuviera. Los centinelas dijeron que se había marchado con el bastardo, seguramente éste había convencido al enorme guerrero de alguna forma para que le siguiera. De ese modo, el que probablemente era el mejor guerrero de todo el castillo, y su escudero más prometedor, abandonaron las puertas de Aguasclaras, expulsados al mundo en mitad de un inclemente invierno. 

Al poco de atravesar las puertas, sólo rompió el silencio con unas pocas palabras.

-Yo ya he pagado mi precio...

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20/01/2015, 00:34
Ser Orsey Crakehall.

VIÑETA XVIII: AÑO 153

Mes 1

No puedo decir que aquel comienzo de año fuera el mejor, pero desde luego me alegro de que empezase de aquella forma y no de otra. Aquellos ojos vidriosos, pútridos y a medio devorar por los cuervos, ocupando lo que quedaba de la hedionda cabeza de Brosten y clavándose en mí desde lo alto de aquella pica cada vez que atravesaba el patio no eran precisamente de mi agrado, pero eran la única solución.

Asistí en silencio al juicio, atento a las palabras y sobre todo a la actitud y la postura de mi Padre, de quien ahora debía aprender todo lo referente al puesto de Castellano. No contesté a la pregunta de Ser Hadder, por supuesto, esperando que mi padre se pronunciara.No dudé en intervenir como testigo presencial de los hechos que se trataban, contestando al maestre.

-Es bien cierto que la reacción de Royne fue desmesurada, pues no había motivos para sacar la espada de la vaina, ni mucho menos para cortar en dos a aquel viejo y arrojarlo bajo mi caballo. Sin embargo, no debemos perder de vista el hecho de que era el padre de Brosten quien empezó a ponerse violento, increpándonos y profiriéndonos insultos, sin duda pretendiendo alimentar las ascuas del fuego de la revolución que inevitablemente no puede apagarse en ese nido de víboras que es Solaz del Soldado y que se extendían hacia Villamanzano. Si por "defender la memoria de su padre asesinado" entendéis alimentar el odio hacia el feudo y hacia Ser Hadder entre el pueblo llano, me temo que habrá que impartir injusticia, en caso de que se demuestre que Brosten hizo tal cosa.

No estaba del todo de acuerdo con Caster, pero sin duda había que parar aquello.

Sin embargo, Ser Hadder no hizo si no evitar un mal mayor, una rebelión del campesinado que habría llevado a toda Aguasclaras a la ruina: las cabezas de los hombres del Castillo adornarían las picas donde ahora se consumía la cabeza de Brosten, y las mujeres habrían sido asesinadas, violadas, o quizá ambas cosas, y sólo los Siete saben en qué orden. La región entera sería pasto de los bandidos, del pillaje y el caos.

No, aquello era una locura. El pueblo llano es como un perro, que si no recibe mano dura, no tarda en asalvajarse. Aquella gente no entendía hasta qué punto era necesario el feudo.

Pero aquel fuego de rebelión pareció apagarse conforme la horriblemente deformada cabeza del leñador se convertía en un hervidero de alimañanas, fruto de la corrupción. Poco tardó en parecer algo perteneciente al pasado, y ni me di cuenta de que había transcurrido todo un mes cuando la comitiva de los Swann llegó a Aguasclaras: durante aquel tiempo, el hijo de Ser Baltrigar se convitió en mi pupilo.

El sol despuntaba ya en el horizonte y el sueño me atacaba como una jaqueca. No había dormido bien esa noche, pero hube de acudir al campo de entrenamiento a cumplir mi labor como tutor de Beldyr.

Debía respeto a mi mentor y acepté de buena gana, por él y solo por él, que su hijo fuera mi escudero. Sin embargo, estaba convencido de que el chico no tenía potencial. Aunque fuese agua pasada, ya me pareció un malcriado cuando tuvimos aquel enfrentamiento años atrás, fruto de mi inmadurez y la suya, y también escuché que en el castillo habían empezado a llamarle "el mimado". No me gustaban los chismes de criadas, pero hube de reconocer que al menos era un apodo ingenioso y, en mi experiencia, acertado.

Con desgana me planté frente a él, que esperaba ansioso, y le ordené lo primero que se me ocurrió. Debía marcharme pronto para continuar junto a Padre mi formación como futuro Castellano, y no tenía tiempo que perder con algo que sabía que no iba a ninguna parte.

-Te encargarás de fortalecer tu cuerpo hoy. Antes de empuñar una espada, hay que tener la fuerza suficiente para empuñarla, muchacho. Quiero que pases la mañana corriendo, dando vueltas al patio del castillo y a los alrededores de las murallas. Cuando estés cansado, dejarás de correr, pero descansarás con un saco de tierra a tus espaldas. Si no fortaleces tu cuerpo, no podrás dominar jamás la técnica.

Cuál fue mi sorpresa ante la descarada respuesta del muchacho, citando mi derrota en el torneo e intentando quedar por encima mía. Crucé de un guantazo la cara de Beldyr sin dudarlo. No pensaba tolerar aquel comportamiento; me debía un mínimo de respeto como Escudero. Y sin mediar palabra, mientras el muchacho se llevaba las manos a la cara, donde le había golpeado, fui a por las espadas de madera para el entrenamiento y le arrojé una. Adopté una postura de combate.

-Espero que tu habilidad pueda sostentar esas bravuconadas.

Sonreí cuando el muchacho cayó de rodillas ante mí, y lancé mi espada de práctica frente a él. No era rival para mí, y tampoco quise ser muy duro, pero sin duda aquel muchacho había mejorado. Me recordaba a mí hacía unos años, lleno de ansia, de vigor, de pasión por el combate, pero también observé muchos de los ademanes de su padre. El chico tenía potencial, en contra de mi primera impresión, sin duda los torneos le habían curtido.

-Te convertiré en un poderoso caballero -dije, seco, sin dejar entrever mis sentimientos más allá de por la sonrisa tras la batalla-. Esto no ha sido más primera lección: el respeto que me debes. Nunca lo olvides. Esos moratones te lo recordarán durante unos días.

Desde luego, mis métodos no eran como los del padre del muchacho. Ser Baltrigal me había enseñado mucho y bien, pero mi estilo era mucho más brutal y estricto.

-Mañana volveremos a vernos aquí, a la misma hora.

No pensaba dejar que el muchacho tuviese días para sanar las heridas como un niño mimado. En el campo de batalla, cada herida debe hacerte más fuerte, hasta alcanzar la victoria o expirar el último aliento.

Y allí estábamos de nuevo al día siguiente, a la misma hora. Lancé la espada al escudero en cuanto apareció, y adopté una postura de combate mientras éste la atrapaba en el aire y se preparaba. La primera estocada llegó antes de que el chico pudiera recomponerse.

-Esta primera semana va a ser especialmente dura, zagal -dije, mientras volvía a golpear con la espada de madera sobre la mano que el chico se llevó al costado donde recibió el primer golpe-. Has de aprender la fiereza del combate, la nula piedad que te mostrará tu adversario, y a estar siempre preparado.

Dí algo más de tiempo para que se preparara y la lucha fuese algo más justa, aunque de nuevo llevé la iniciativa con la siguiente estocada.

-Eso mismo habrás de mostrar tú al enemigo. Ninguna piedad mientras no pida clemencia o se rinda, ningún remordimiento de acabar con su vida. Eres tú o él -desvié su golpe con la espada, pero aun así Beldyr casi me alcanzó en un rápido contraataque-. Eso es, lo vas pillando.

 

Mes 2

Y, como decía, llegó casi sin darme cuenta el día de la recepción de los Swann. Me mantuve al margen en todo momento, tras mis padres, sabiendo el lugar que debía ocupar. Apenas me dirigí a Lord Swan con una inclinación de cabeza, esperando que, durante su estancia, fuera mi Padre quien me presentara con el fin de empezar a establecer mis primeras relaciones exteriores como futuro Castellano. Acompañé a los invitados junto a Ser Hadder, manteniendo en todo momento el semblante serio e intentando no llamar la atención. No quería precipitarme, y pensé que suficiente jodienda estábamos haciéndole ya a Lord Swan casando a su hija con Horace. No, no es que no tenga estima a mi hermano. Le quiero como sangre de mi sangre que es, pero desde luego, hemos de reconocer que no era un buen partido en aquel momento. El hijo menor de un Castellano de una rama secundaria de una Casa también menor... No era desde luego un caballo ganador.

La recepción fue tal como se esperaba, cordial y con el propio Ser Hadder y demás gente de bien dando la bienvenida a los huéspedes. Lo que me sorprendió fue el valor de Horace para acompañar a la hija de Lord Swann. ¿Acaso sería más lanzado con las féminas que en otros aspectos de la vida? Por un momento reflexioné, y me di cuenta de lo poco que podía llegar a conocer a mi hermano pequeño.

Bebí en silencio, junto a mi amada esposa, durante toda la noche. Intenté conversar con ella y pasarlo bien, pero mis sentimientos eran encontrados. Me alegraba por el casamiento de mi hermano, claro, pero por otro lado seguía viéndole demasiado verde, muy lejos de lo que se podía esperar de un Crakehall. No me dirigí a Lord Swan y su comitiva apenas, sólo contestando cortésmente cuando se terciaba la ocasión, y no dando pie a demasiada conversación. Tampoco me sentía demasiado seguro en el avance de mi formación por parte de Padre como para empezar a entablar relaciones por mí mismo, de modo que dejé que el Castellano y Ser Hadder llevaran la iniciativa. Sin embargo, Ser Hadder alzó la voz, e hizo el anuncio. El anuncio. Aquella, más diríase, por la fealdad de su rostro, jabata, que mujer, no iba a casarse con mi hermano, si no con el hijo de Ser Hadder, con el Heredero.

No me molesté en fingir esa alegría que no sentía, y me limité a mantener el semblante serio. Aquello no era más que un insulto por parte de Ser Hadder hacia los Crakehall, y no pensaba reírle la gracia. Pasados unos minutos, agarré a mi esposa del brazo.

-Me temo que Lydia no se encuentra bien, caballeros. Será mejor que la acompañe a nuestros aposentos, en busca de un descanso reparador que seguro le hará bien.

Abandoné el salón, llevándome a mi esposa, porque sabía que si no me marchaba en breve, iba a formar un espectáculo. Pude ver cómo tanto mi pupilo como mi maestro, padre e hijo, me observaron, conociendo mi temperamento, pero no por ello me detuve en abandonar aquella estancia.

Cuando llegué a la casa familiar, mi madre ya estaba allí, e incluso había acostado al niño. No tardaron en hacer acto de presencia el resto de mis familiares, y, como siempre, fue Madre quien rompió el hielo: "No deberíamos asistir a la boda. Al menos yo no asistiré."

-Lo que no deberíamos, Madre -dije, furioso- es tolerar este insulto por parte de Ser Hadder. Se ha meado en nuestro apellido, se ha limpiado el culo con nuestro nombre. Se ha reído de nosotros, y nos ha humillado ante todo el castillo.

Observé a Padre. Él seguía siendo el Castellano de Aguasclaras y el cabeza de familia, y suyo era el deber de tomar una decisión, mas fuera cual fuera, Orsey Crakehall no estaba dispuesto a olvidar aquel insulto. Y en mi opinión, mi Padre era el último que debía olvidarlo: él mismo, junto a aquel asqueroso traidor Tully, fue quien organizó el matrimonio con Lord Swann. Sin embargo, no hizo otra cosa que sugerir calma, con su tono habitual.

-Que el Castellano y su familia no acudan a la boda sería un insulto tan grande como cagar en su alcoba -dije, sincero-, tanto para Ser Hadder como para Lord Swann. Si vamos a ir con pies de plomo, como sugiere Padre, no nos queda otro remedio que ir a la boda. Sin embargo, no creo que esa sea la actitud que debemos acatar. Nuestra rama es fuerte, llevamos la sangre de los Crakehall, y no podemos permitir que Ser Hadder nos ningunee como hace nuestra familia lejana. Por nuestro apellido, y por todo lo que hemos hecho por este feudo, merecemos algo más. Mucho más -me calmé un poco, intentando mantener la cabeza fría como Padre, cosa que no habría hecho hace sólo unos meses si no hubiese sido por la formación que estaba recibiendo de Ser Otter-. Cuanto menos, los Tully nos deben una explicación, y os aseguro que si no es convincente, nada podrá sofocar este insulto.

Pero finalmente fue Padre quien decidió que no se acudiría a la boda, y que sería él quien llevaría el asunto, a su manera. La rabia me consumía por dentro y por un momento pensé que empezaría a escupir espuma por la boca como un jabato rabioso. No podía entenderlo.

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20/01/2015, 03:28
Lady Lidya Crakehall, esposa de Ser Orsey.

VIÑETA XVIII: AÑO 153

Mes 1

Estaba casi tan furiosa como Orsey, que no solo acepté (cosa que no habría hecho tan calmadamente en otra circunstancia) irme, sino que le dirigí una mirada de rencor a mi madre al retirarme.

Llamaran víbora a los dornienses, pero la verdadera serpiente tiene tu cara. Ni tu sangre eres capaz de respetar.

Ahora, estoy escuchando a mi familia política, cuyos apellido ahora comparto, y cuya afrenta siento también, decidiendo que hacer. No hablaba, pero hervía por dentro. Sabía que más intereses habían movido aquello. Sabía que el hecho de que un lord deseara dar a su hija a una rama lejana de otra familia, por más cara-de-ardilla que sea, era improbable. Sabía que cualquier lord al ver la oportunidad de ofrecer a su hija a un heredero, y más, un heredero con el apellido de los gobernantes de uno de tantos reinos, aunque tras Aegon el Conquistador solo fueran guardianes, lo haría.

Vaya que lo sabía. Pero no podía creer que madre se hubiera quedado tan... tranquila...

¡Y más cuando los afectados eran de su sangre!

Aunque no escuché la conversación, estaba enterada de lo que le había costado a Patricya concertar ese compromiso. Más tras el tropiezo de mi cuñado. Sigo sin poder creer...

En ese momento, una luz se forma.

Cuando pensé la idea, mi cara cambió. Pasé del enojo, que había enrojecido mi cara, a la duda, que me aclaró la piel. Lo volví a pensar, varias veces, preguntandome si no sería eso lo ocurrido.

SOMBRAS. (Lidya).

Para el momento en que mi suegro se decidió, casi estaba segura, pero tenía que confirmarlo. Si era así, entonces algo estaba pasando con mi padre. Porque el hombre legendario de quien me sentí orgullosa habría evitado aquello si supiera el lance oculto. ¡Se ha enfrentado contra los Lannister! Si estuviera cuerdo, habría mantenido su palabra, porque hubo un tiempo en que fue honorable. Pero ha envejecido.

Estaba feliz por Grwaidd... y desconcertada por Pendrik y Haudrey. Mi mente no estaba en la ceremonia: volvía a acordarme de lo que había pensado tras el asunto del anuncio de la boda, una y otra vez. Desde mis pasos, hasta el flujo de mis pensamientos.

Lo que me había extrañado más, era no ver a Haudrey ni siquiera presente. ¿Qué estaba pasando?

Crucé los brazos y entrecerré los ojos, aun pensando. Trataba de encontrarle sentido a todo, aunque me daba miedo mi respuesta. Porque implicaría que habíamos perdido a padre... en vida.

Por primera vez, me pregunto si no estará comenzando a decaer. Lo he visto con el ánimo bajo, lo he visto deprimirse ultimamente, y ya está viejo, ya sus huesos y su mente no son los de antes, pero decaer hasta ignorar una simple cuestión de honor, por más complicada que sea, es quizá el comienzo de una debacle. De una espiral en descenso, que se aproxima.

No creería, si así fuera, que no se hubiera dado cuenta.

O quizá, esta ya tan desesperado, que aceptó casar en esa circunstancia a Pendrik, porque el tiempo pasa y la descendencia necesita asegurarse.

Porque la conclusión a la que acababa de llegar, era en que el plan de Lord Swann, todo este tiempo, era casar a Rowenta con Pendrik, y comprometerla con el hijo del castellano fue su manera de llegar al lord.

Sin hacer ruido, regresé a las habitaciones que compartía con Jobato, sola. Caminé, cruzando la estancia varias veces, aun pensándolo. Podría estar equivocada. Claro que podía estarlo. Más... ¿qué pasaría si era eso?

Tenía un mal presentimiento.

- ¡Haudrey, no!

El grito salió de mi garganta cuando se abalanzó contra Pendrik. Las cosas ocurrieron demasiado rápido: los hombres comenzaron a correr, rodeándolo. Eran casi todos los caballeros y guardias, lo estaban rodeando, Caster lo golpeó tan fuerte que ya estaba en el suelo y creí que lo siguiente que iba a pasar era que lo iban a atravesar con una espada. Rompiendo todo protocolo, corrí hacia los guardias, hasta que sentí a alguien detenerme. Intentaba zafarme. Lo iban a matar, estaba segura que lo iban a matar.

- ¡Basta! ¡Déjenlo!

Vi como lo arrastraban, y creí que eso confirmaba mi peor temor. Era mi hermano, lo amaba, había jugado desde niña con él, lo quería proteger de mi desaprobadora madre, por él, en el fondo, era que estaba resentida contra ella. Él me quiere también. Todos nuestros momentos juntos pasaron frente a mis ojos, mientras aun intentaba llegar a él.

- ¡No, Haudrey!

...

Pasaron las horas. El día. Ahora es la noche. No estoy caminando: estoy recargada en la pared. Mi garganta está cerrada. Siento frío, pero no se trata del invierno.

No habían matado a Haudrey, pero se había ido. Tomó su caballo, y se fue.

Abracé a cada uno de mis hermanos, desde Pendrik hasta Haudrey, aunque a este último lo abracé con mayor fuerza. Jamás dejaré de pensar que mi señor padre debería de legitimarlo.

- De haber sabido, habría movido cielo y tierra por acompañarte, pero siempre hay un próximo año para el próximo campeón - le susurro, antes de separarme de él.

El bastardo correspondió al abrazo recibido por su hermanastra con una sonrisa, que se ensanchó al escuchar las palabras que esta le dedicó.

- Muchas gracias, Lidya  -dijo el chico, que antes de que se fuera echó mano de su bolsillo y sacó algo pequeño. - Por cierto, se te ha caído esto - dijo, poniendo en sus manos un anillo de oro con un pequeño zafiro engarzado en él. 

El anillo continuaba en mi mano. Volteado. Con su zafiro girado hacia mi palma, ya que estaba apretando el puño.

Mis ojos se ensancharon, lo mismo que mi sonrisa.

- Vaya, debería de tirar cosas más a menudo - comenté, con un brillo cómplice y burlón a partes iguales - Gracias... - besé la mejilla de mi hermano con un candor propio de los mejores amigos.

No sentí cuando había comenzado a resbalar por la pared. Apenas sentí cuando llegué al suelo, quedando sentada en él. En cambio sentí vacío. Todo el vacío del mundo.

Sin poder aguantarlo más, comencé a llorar.

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20/01/2015, 13:27
Dhur el Cazador.

VIÑETA XVIII: AÑO 153 D.A.

Dhur.

Mi mente realiza un paso atrás a cada instante de este año. He recorrido muchos caminos, y aunque tengo la fortuna de poder seguir aquí para contarlo, otros muchos no. Ha sido un año duro. Ya comenzó todo mal con la muerte de un habitante del castillo. La ejecución de Brosten, merecida o no, pudo con el ánimo de muchos. A nosotros nos tocó cerca. En los últimos tiempos había sido nuestro compañero. Había recorrido los bosques con nosotros. Casi como un hermano. Que nos ocultara sus actos y sus intenciones estuvo mal. Que tuviera motivos para hacerlo es otro tema. Creo que a nosotros nos decepcionó… y también lloramos su pérdida.

Cada vez que miro a Darién veo lo duro que fue para él. Lo duro que es ocupar su cargo. Un cargo menor y sin importancia para muchos, pero primordial para la supervivencia del castillo. Yo lo sé. Nuestros compañeros cazadores lo saben.

Los primeros meses del año pasaron rápido. Los rigores del tiempo fueron un suplicio aguantable. Pero lo peor estaba por llegar. El sufrimiento causado por los propios humanos es el mayor y peor sufrimiento que se puede tener que soportar. Allá por el cuarto mes pude divisar cómo salían del castillo tres muchachos de la guardia. Eran jóvenes, novatos. Di por sentado que tendrían algún cometido. Vi la vida en sus ojos, el color en sus mejillas, el ánimo de su juventud. No me esperaba verlos regresar muertos y apagados en la parte trasera de un carromato.

Es algo incomprensible e inconcebible. Como muchos otros me hago la misma pregunta, ¿por qué?

No sabemos qué ha pasado. Dudo que nos lo digan. Los grandes señores no hablan con el pueblo llano de esas cosas. Ha sido una desgracia. Pero una desgracia que traerá tiempos duros. Miro a Darién y él me devuelve la mirada. En todo este tiempo he pasado muchos ratos con él. A veces a solas a veces con otros de los chicos. Ya nos conocemos y en nuestros silencios mantenemos conversaciones enteras. Conversaciones que sólo él y yo entendemos. Esta desgracia no va a venir sola. Lo tenemos claro. Ser Hadder impondrá duras medidas y habrá represalias, en uno u otro sentido. Y nos tocará trabajar.

Los siguientes meses el castillo permaneció cerrado a cal y canto, con aperturas puntuales de las puertas para permitir el paso a nuevos trabajadores. Nada ni nadie se movía fuera de los muros del castillo sin que nosotros lo supiéramos. Nada ni nadie se acercó a nuestros muros.

En una de nuestras muchas conversaciones a la luz de la luna, Darién comenta que hay un severo racionamiento en el interior del castillo. Le miro y sonrío. Al menos aquí fuera no nos falta sustento. Los bosques nos proveen de todo cuanto podemos necesitar. Tenemos comida y agua limpia. Con eso y cobijo no necesito nada más.

La situación se prolonga hasta casi final de año. Al menos mi hermano y yo estamos juntos. En armonía con la naturaleza y veo que va aprendiendo más y más cada día. Algún día será un excelente cazador. Estoy orgulloso de él. Dentro del castillo siguen pasándolo mal. Casi me dan pena. Si pudiera les pasaría algo de comida aunque en los bosques tampoco es que nademos en la abundancia.

Ha pasado demasiado tiempo desde los asesinatos de Solaz del Soldado, y aquí nadie ha movido ficha para comenzar un ataque. Ni nosotros ni los enemigos del feudo. Nuestra labor – la de los cazadores – se ha vuelto bastante rutinaria. Por eso me alegro de recibir un nuevo cometido. Darién regresa de hablar con Ser Hadder. Tenemos que patrullar cerca de Cabaña de Brom y de Sept de la Bahía, pues últimamente ha habido robos y atracos. Los caminos vuelven a ser inseguros y los rumores sobre los atacantes son preocupantes.

Iremos. Iré junto a Dinnas para enseñarle y protegerle. Más si el tipo grande y brutal de la cicatriz en la cara es quien sospecho. Me extraña que el antiguo amigo de nuestro padre se haya convertido en un forajido. No le recordaba así. ¿Qué le habrá movido a hacer eso? Era un hombre de gustos simples, que se conformaba con lo que tenía. Fiel a un juramento y a su Señor. Un hombre leal a sus amigos hasta la muerte. ¿Cuándo habría cambiado?

Pensamientos sombríos cruzan mi mente pero me arrebujo en mi capa para protegerme de ese extraño frío que cala en mis huesos. Aunque sea un acto inútil. Pues no es el frío del invierno lo que me hiela, sino el temor de lo que está por venir.

Nos hemos desperdigado. Estamos en grupos de dos, tal y como Darién nos ha ordenado. He oído un leve ruido a mi izquierda, a nuestra espalda. En el más absoluto de los silencios hago una seña a Dinnas para que permanezca escondido. Mientras, yo me giro y me coloco a un lateral, con la lanza lista.

El hombre no es sigiloso, ni se molesta en serlo. Tan sólo avanza con rapidez, movido por la urgencia por lo que la punta de lanza asomando frente a su cuello le sorprende.

- ¿Quién va? – Pregunto urgiéndole una respuesta con la mirada.

El tipo tiembla visiblemente. Y tartamudea un poco al comenzar a responder.

- Me envían de Aguasclaras. Quieren que Darién y los cazadores regresen de inmediato.

Le miro sopesando la veracidad de sus palabras. - ¿Por qué? – gruño en voz baja.

- Ser Hadder ha muerto. – Las palabras caen a plomo sobre mi pecho, como una losa de granito con intención de aplastarme y dejarme sin respiración. No me lo esperaba. Debo avisar a Darién cuanto antes. Hemos de regresar. Este año ha sido el más largo de toda mi vida. Casi diría que peor que el año en que la gripe se llevó a tantos, padre incluido.

Los años venideros no pueden ser tan malos. Ya sólo puede mejorar, ¿o no?