Partida Rol por web

Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Lo que aconteció en un principio. - Parte I.

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18/11/2013, 11:14
Ser Baltrigar "el Traidor".

AÑO 37 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Bastión de Tormentas.

Halbert Baratheon, nieto de Orys Baratheon y Argella Durrendon (hija de Argilac, último Rey Tormenta).

Los pasos de Harbert resonaban por los largos pasillos de la fortaleza. Estaba ansioso por llegar a la clase de esgrima. Las interminables horas de clases de historia, filosofía y religión le resultaban horriblemente aburridas. Lo único que salvaba aquellas lecciones era que luego tenía que practicar con la espada con su maestro de armas.

Sí, valía que su abuelo hubiera sido un gran guerrero. Sí, él había derrotado al último Rey Tormenta en combate singular y por el ello el rey Aegon le otorgó todos los títulos y posesiones del difunto Argilac. Y claro, desde aquello, el padre de Halbert había sido educado de forma estricta como un noble. Como alguien astuto, que debía ser capaz de entrever los entresijos de la política... y como un estratega para tiempos de guerra. Desafortunadamente para Halbert su padre había salido de constitución endeble.

No resultó ser un hombre fuerte, sino más bien enfermizo. No había heredado los rasgos de su padre. Pero Halbert sí. A sus 16 años era alto, muy alto, más que la mayor parte de los hombres que se paseaban por el castillo. Y había crecido fuerte y musculoso. Tenía la mente de un estratega... había sido educado como un noble, y Orys en persona, su abuelo, le había entrenado con la espada desde pequeño. El comandante de Aegon y Mano del Rey en persona.

El joven Baratheon llegó al patio de armas y varios soldados se cruzaron con él en su camino. Notó el ajetreo aún antes de llegar. La tensión se respiraba en el ambiente. Algo malo había pasado.

- Joven Halbert... - la voz de Halford, su maestro de armas, sonó a sus espaldas. Le había vuelto a sorprender, como siempre. - Hoy tendremos que aplazar la lección... Vuestro padre os espera en sus aposentos. -

La noticia impactó a Halbert. - ¿Qué ha ocurrido? - sabía que algo malo. No podía ser de otro modo.

- El rey Aegon ha fallecido. - las palabras de Halford resonaron en sus oídos como si se tratara del eco en una enorme caverna. Retumbaron una y otra vez hasta que el joven pudo asimilarlas.

Aquello significaba varias cosas, y nada bueno seguramente. ¿Qué ocurriría con su abuelo Orys? ¿Seguiría siendo la Mano del Rey? ¿Quién sería ahora el nuevo rey? ¿El hijo de Aegon?

Halbert asintió y se encaminó a toda prisa hacia los aposentos de su padre. Tenía tantas preguntas, pero sabía que cuando llegara debía callar. Callar y escuchar. A medio camino el ansia pudo con él, y el joven Halbert echó a correr por los pasillos de Bastión de las Tormentas. Sabía que no debía temer por el futuro de su casa pero aún así estaba intranquilo. El rey había muerto, sería el primer funeral Real al que asistiría en su vida... se preguntó cómo sería... y si podría ver a alguno de los príncipes, Aenys o Maegor... seguramente Aenys sería el nuevo rey... ¿o no? ¿Y quién sería la nueva Mano? ¿Mantendría Aenys a Oris? Por lo que Halbert había estudiado... seguramente no. El abuelo ya estaba mayor para ejercer como Mano del Rey... seguramente nombrarían al hermano del futuro rey, a Maegor.

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18/11/2013, 15:43
Randyl Lanzapartida, Guardia de Ser Pendrik

Año 37 de la Dinastía Targaryen. Tierras de los ríos. Antepasado por línea paterna:

Randall, tátara-tátarabuelo de Randyl Lanzapartida

El padre de Randall trabajaba fuera por ese entonces. Campotrigo estaba creciendo rápidamente y necesitaba muchas manos para trabajar la tierra. Por esto él y su madre, junto a su pequeña hermana que era aún un bebe, quedaban solos durante varios días seguidos, esperando con ansiedad al padre de la familia. El niño tenía 10 años.

Nunca supo cuándo empezó a avenir a la casa aquel soldado cuando su padre no estaba. Cuando llegaba él debía salir a jugar fuera por unas horas. No sabía qué pasaba en su casa, pero si se daba cuenta que este hombre hacía llorar a su madre. Su curiosidad lo llevó a espiar dentro de la casa y no le gustó lo que veía. El soldado maltrataba a su madre. Los dos estaban completamente desnudos y ella parecía a punto de llorar una vez más. El niño recordó las palabras de su padre antes de partir, él era el hombre de la casa, no podía permitir algo como aquello. Sin dudar tomo un largo cuchillo y entró a hurtadillas para clavar muy hondo el filo en el agresor. El ataque no hubiera hecho mayor daño, de no ser por que asestó justo bajo el brazo del hombre, en la axila. La sangre salía a chorros, el niño estaba cubierto de rojo mientras observaba  al hombre retorcerse y perder el color de la piel tan rápido que nunca llegó a entender bien qué había sucedido. Recién entonces Randall se dejó llevar por el miedo, o más bien no lo pudo evitar. Se vio a sí mismo totalmente ensangrentado, rompió en llanto y comenzó a correr. En principio deseaba llegar junto a su padre, pero corriendo extraviado no encontró Campotrigo. En cambio llegó al Bosque de los Secretos. Allí estuvo perdido varios días antes de regresar a su casa. No contó a nadie qué sucedió en el bosque o cómo logró sobrevivir, pero el niño nunca volvió a sonreír en su vida.

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18/11/2013, 16:39
Ser Madrigal Oakenshaf-Casagrande.

Año 37 de la Dinastía Targaryen. Tierras del Dominio (Puenteamargo). Gean Farwynd:

Hurlo Caswell subió las escaleras de la torre donde se encontraban sus aposentos. Al llegar, sólo los cuervos le dieron la bienvenida con sus graznidos. De su cuello pendía un eslabón de hierro negro, que lo identificaba como aspirante a Maestre, pero ahora se sentía como uno de ellos. Puente amargo había solicitado a la ciudadela un criador de cuervos, y a pesar de no tener el rango de maestre, como él era originario de allí y no había maestres para un castillo tan modesto, le habían permitido completar sus estudios en su lugar de origen. Recuperado del esfuerzo de subir los escalones, cerró la puerta, apoyó la espalda en ella y sonrió como pocas veces lo había hecho. Había logrado convencer a su primo, Ser Clayton Caswell, para que tomara como esposa a aquella muchacha de las Islas del Hierro, Gean.  

Había esperado impaciente la vuelta victoriosa de su primo Ser Clayton Caswell desde que se había enterado de la noticia. Los hombres del hierro, expulsados de las Tierras de los Ríos, se habían visto relegados de nuevo a sus áridas rocas bajo el mando de los Greyjoy. Esto había hecho que volvieran a las andadas, y un grupo de sangrientos piratas aún leales a los Hoare, liderados por  Gylian Farwynd, remontaran el Mander para abastecerse, mediante el pillaje, en las fértiles tierras del Dominio.  No se sabía cómo habían sobrepasado las Islas del Escudo, pero lo habían hecho y atemorizaban  a la población de las orillas del Mander.

Hurlo, en un intento por ser un buen consejero,  había investigado sobre Gylian antes de que su primo partiera a combatirlo. El León Marino, así era conocido, estaba rodeado de increíbles leyendas, la mayor parte fruto de su crueldad, su bravura y su falta de piedad. Se decía que adoptaba en combate la forma de un terrible león marino y que aplastaba hasta la muerte a sus mujeres de sal cuando  las violaba. Sin embargo, Hurlo, aficionado a las ciencias más ocultas, sopesaba la posibilidad de que parte fuera cierta. Conocía las leyendas de los cambiapieles y, en la ciudadela, había podido leer algo sobre isla Solitaria y sus peculiares habitantes.

Cuando se enteró de que Clayton había traído consigo, como rehén, a la hija de Gylian, un arriesgado pero  ambicioso plan se formó en su mente. Si conseguía convencer a su primo para que la tomara como esposa podría estudiarla y con suerte, en un proyecto a muy largo plazo, acabar siendo un respetado Maestre que pasara a la historia.  Había tenido la oportunidad de ver a la muchacha, Gean, cuando llegó a Puenteamargo. Era una chica tímida, muy simplona, a la que su padre había despreciado desde pequeña. Con su mujer de roca no había tenido más que aquella hija lo cual había agriado su tempestuoso carácter al no tener descendiente varón. Gean tenía señales de maltrato y parecía tener un carácter dócil, lo cual era de agradecer viniendo de donde venía. Decepcionado porque la chica no pareciera tener ninguna habilidad especial,  no se desanimó y convenció a su primo para que se casara con ella. Después de todo, ella era una doncella noble, lo cual daría a la descendencia de Ser Clayton Caswell ciertas ventajas. Además pensaba que el poder de la sangre, aunque se iba diluyendo con cada generación, podía hacer que los hijos fruto de aquel matrimonio ostentaran  cierto poder que los diferenciara de los demás. Con estos argumentos convenció a Clayton, que tomó a Gean como esposa. Como se pudo ver más adelante fue una decisión acertada

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18/11/2013, 19:51
[RIP] Malcom Ríos, Repostero de la Familia del Señor.
Sólo para el director

AÑO 37. LINEA MATERNA. EN ALGUN LUGAR DE LAS TIERRAS DE LOS RIOS:

(Esarina hija de Esaria, 35 años; Frey descendiente de alguien de nombre deconocido, 33 años; Lucila hija de Esarina, 7-8 años)

- Los tiempos en invernalia fueron duros pequeña, me acuerdo cuando mi padre cazaba en los bosques, era fuerte incluso para la edad que tenía. - Comentó con añoranza hacia aquel tiempo atrás. - Lástima que un Forestal lo confundiera con un furtivo, era una gran persona.

La niña miraba desconcertada, sin saber muy bien qué decir. No había llegado a conocer a aquél hombre, sólo sabía que era frío como el hielo, pero era al igual que el frío alguien que tras mucho contacto calaba hasta los huesos.

- Lo que tu madre quiere decir: Aquí se está mejor que allí, es un lugar más cálido. No tenemos que preocuparnos de la nieve. - Comentó el padre de la niña.

¿Qué había hecho? Se había quejado por una herida, no era para tanto. Su padre se preocupaba demasiado y su madre encima le apoyaba.

- Ponte algo en la rodilla y salte fuera a jugar. - Comenta su madre mientras le limpiaba la sal de las lágrimas secas que rondaban la cara de Lucila.

La niña coge un paño limpio y se lo ata a la rodilla, lo más fuerte que pudo. Su padre se acercó a revisarlo, mejorando la colocación del mismo. Luego la niña se aleja corriendo por la puerta, donde algunos chicos (y chicas) le esperaban.

- Sabes que no quiero que le pase como a mi madre. - Comentó Frey.

- Lo sé querido, no quiero que le pase eso tampoco. [...]

- Quién iba a pensar que un corte se infectaría tanto... Aquellos gritos de dolor en las noches... - Susurró la mujer mientras se acabó sacudiendo la cabeza para alejar el pensamiento.

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18/11/2013, 19:55
Forestal Darién "Piel de Lobo".

Año 37 de la Dinastía Targaryen. Tierras de los Ríos. Antepasado por línea paterna:

Dania, mujer de Selmer, tátara-tatara-tatara-abuela por línea paterna de Darién.

El camino había sido duro, largo y peligroso. Los brazos cansados de llevar sus pocas pertenencias, las piernas heridas con desgarros producidos por zarzas enganchadas, los pies con durezas tras haber superado las ampollas y la mente más perdida que centrada. Debía ser fuerte por sus dos hijos y su nieto. El pequeño Randyl cargaba con las mantas, un bulto casi más grande que él mientras que en su cadera llevaba la espada de madera que su padre le había hecho antes de partir. Robin, hijo de Selmer y Dania había nacido en Harrenhall durante el asedio de los Targaryen. Los reyes de los ándalos habían retirado todas sus tropas del norte del Tridente, los norteños no eran el problema en esos momentos y habían juntado todo en el mayor castillo jamás construído con la idea de detener el impresionante poderío de los dragones tras los muros inmensos del castillo. Por desgracia en aquella noche fatídica se aprendió algo, mientras las mujeres salían por la puerta norte en tromba llevando todo lo que podían con ellas, sus hijos llorando a su lado y sus maridos obligados a defender aquellas murallas ardiendo. Se descubrió que contra los dragones ninguna fortaleza era impenetrable.

Nunca volvió a ver a su amado Selmer. Lo había acompañado desde un pueblecito del norte del Tridente, una jovencita de pueblo que se enamoró locamente del soldado con brillante armadura y lanza. Su hijo había sido una bendición y la creencia en los dioses los había hecho duros ante la visión de los dragones sobrevolando las almenas.

El sueño acabó, en retirada los nobles ándalos perdieron sus ejércitos y aquellos que salieron con vida sólo tenían mujeres y niños hambrientos a su cargo. Habían intentado defenderse al principio. Con los pocos hombres que les quedaban los generales hicieron todo lo posible, pero al final todo fue en vano.

Los Tully se hicieron con el poder de los ríos y desplazaron a aquellos que no se quisieron rendir. Randyl crecía bien y comía mucho, Dania tuvo que encontrar consuelo en los brazos de uno de los soldados de los nombrados Tully y bajo él vivió cómodamente. Le dio una hija y durante un tiempo juntos pudieron encontrar consuelo. Por desgracia, aquel cabrón se cansó de la jóven Dania y viendo que ya no le daría varón decidió expulsarla del campamento y a llevarse consigo a sus dos hijos. No se habían casado bajo ningún dios y por tanto no tenía por qué cuidar de ella y estaba libre para casarse con la hija del tabernero que tenía tanto dinero como la dorada juventud.

Ahora, sin tierras, ni marido, ni amante, y vieja como para poder tener más hijos, deambula hacia el norte con su hija de doce años y su hijo de veintidós. Ya convertido en un hombre que intenta cuidar de su madre lo mejor posible. En una aldea más allá del Tridente una campesina se "enamoró" de él, se quedó preñada y tuvieron que salir todos corriendo de la aldea en la que habían estado malviviendo incluida la muchacha por ser repudiada por su familia.

Ahora con el tiempo los malditos hombres de los Siete habían prometido a su hijo riquezas y un paraíso, para él y su esposa si se unía a la religión del Guerrero y luchar contra los hijos del Dios Ahogado y los bastardos dragones. La promesa fue suficiente para él, la sangre de los ándalos le llamaba a la batalla y dejó a su familia atrás para unirse a las huestes de descastados que luchaban en nombre de los Siete.

Dania ahora se repetía que debía ser fuerte, su hija llevaba la comida que habían podido recolectar por el camino, su nuera llevaba algún utensilio de cocina y leña seca, su nieto rubio como su padre y como lo fue su abuelo llevaba las mantas y ella llevaba varos odres de agua y las pocas monedas de cobre que les quedaban.

El camino había sido dudo, pero por fin lo vieron. Al lado de un gran lago había una aldea, estaban intentando repoblar las tierras ahora abandonadas por los hombres del hierro que su hijo y chicos como él habían expulsado. En esa zona húmeda y olorosa podrían tener algo parecido a un hogar, a una vida, un futuro. Se tenía que repetir eso pues si dejaba de repetírselo se tumbaría en el suelo y no se volvería a levantar jamás.

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18/11/2013, 20:56
Haudrey Ríos, el Bastardo Rencoroso.

Año 37 de la Dinastía Targaryen. Tierras de los Ríos. Antepasado por línea paterna:

Parecía que, finalmente, Aegon El Conquistador había sido reclamado por el Desconocido. La muerte llegaba a todos, y El Dragón no iba a ser una excepción, por poderoso y grande que hubiera sido en vida. Sin embargo, la situación que dejaba detrás era, en el mejor de los casos, complicada. Los malditos monjes guerreros intentaban debilitar, de manera muy estúpida, el reinado Targaryen.

¿Es que no se acuerdan de como eran las cosas antes? Todos los reinos estaban siempre en conflicto, regando con sangre las tierras. Por no mencionar la tiranía de los malnacidos de los Hoare, que hicieron sangrar a estas tierras y a sus habitantes. ¿Y quieren volver a esa etapa? Parece que el humo de las velas y los incensarios les ha afectado al cerebro. 

Y, para ponernos en una mejor situación todavía, Aenys es un pusilánime. Parece imposible pensar que Aegon haya podido engendrar a alguien tan débil. Tampoco es que fuera un tullido o algo así, pero desde luego no tenía la fuerza que requería ser un Rey, y menos en estos tiempos convulsos. Al menos, tenía a Maegor con él...

Éstos y otros pensamientos rondaban la cabeza de Valmer Tully, mientras perdía su mirada en el agua en movimiento de los ríos. Hacía apenas un par de días que un cuervo había llegado con la noticia del fallecimiento del antiguo Rey y la coronación del nuevo, y bien sabía él que eso sólo traería problemas. A los reinos, a sus habitantes... Y, por supuesto, a su familia. Aunque no tuviera opciones para ser el Señor del Tridente, Valmer seguía amando a su familia, y desde luego, haría todo lo que fuera necesario para salvaguardarla. Y bien sabía que su lealtad estaba con los Targaryen. Antes muertos que volver a vivir bajo la bota de los Hombres del Hierro.

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19/11/2013, 14:46
[OUT] Bresa la Costurera, esposa de Russ.

AÑO 37 DE LA DINASTÍA TARGARYEN. LINDE DEL BOSQUE DE LOS SECRETOS.

 

- No te atreves, ¡Gallina! Jajajaja - ¡Gallina, gallina! - Coreó el resto de niños. ¡Mucho querer ser caballero, mucho atizar a los juncos del río con esa estúpida espada de madera, pero te asustan cuatro árboles! - Galliiiinaaaaa Galliiiinaaaaa *Coook coo co-co-cooook* - Coreó el resto de niños. 

Una niña no coreaba con los demás. Miraba como Sepp sujetaba entre sus dos manos la vieja espada de su padre, su cara del mismo color que el óxido de ésta. Eso es lo que más vergüenza le daba: no lo que Robb y el resto de sus estúpidos amigotes le corease, sino que Elya lo estuviese viendo. Y que le mirase de aquella forma. 

- ¡No me da miedo el bosque! ¡Y no me dan miedo las brujas! ¿Partiré en dos a cualquiera que se me acerque! - Dijo enfadado, intentando levantar la espada de su abuelo. -¡Ya veréis!. Casi tuvo que obligarse a entrar en el bosque: No quería parecer un cobarde delante de Elya, pero ese lugar tenebroso... Esos ruidos extraños... La mayoría de los adultos del lugar pensaban que eran solo leyendas estúpidas para asustar a los críos y evitar que se perdieran en el bosque, pero Sepp usaba el camino que pasaba junto al linde del bosque al anochecer, cuando volvía con las ovejas. Nunca había visto nada, pero había algo. Algo que no salía del bosque, pero cuyos ojos parecían clavarse en su nunca cuando no miraba. Algo ominoso, una oscuridad demasiado profunda. 

Pero no podía dejar a Elya creyendo que era un gallina. Se echó la espada al cinto, notando su increíble peso en la cintura (¿En serio una espada de verdad pesaba tanto?) y se adentró en el bosque. El resto de niños le vieron marchar.

Robb se dio la vuelta y miró al resto de la cuadrilla, una vez Sepp desapareció en el bosque - ¡Vamos a ir detrás de él y darle un susto! ¿Ya veréis, seguro que se lo hace todo en los pantalones! - Sí sí, como cuando hicimos creer a Monty que había un huargo bajo su cama - rió un niño - ¡Dejó la cama tan manchada que vi a su padre quemando el jergón a la mañana siguiente! - El resto de los niños rieron, Monty incluído. No se destacaba por ser el más listo de la manada, al fin y al cabo.

- Igual deberíamos dejarlo. El bosque es peligroso. Y gritar a Sepp para que vuelva - La voz de Elya sonaba débil, asustada de enfrentarse al resto de los niños. - Bah, las niñas sois unas cobardes, ¡Cállate! - le gritó Robb - ¡Vete a jugar con tu estúpida muñeca!

Robb se adentró en el bosque, mientras el resto de niños esperaban a la linde en silencio, deseosos de ver a Sepp salir corriendo asustado como un conejo, y probablemente sin esa estúpida espada. Unos minutos más tarde, Elya le siguió. El bosque también le daba miedo, pero estaba preocupada por Sepp y no quería que unos niños estúpidos destruyeran su sueño de convertirse en caballero. Al fin y al cabo Robb no paraba de meterse con él porque un día le Sepp le dio una paliza protegiéndola - Un caballero siempre ha de proteger a su dama - le dijo orgulloso.

Tardó un rato en encontrar a Sepp, que se había adentrado bastante en el bosque. Estaba agachado bajo unos arbustos, pero el pequeño destello de la espada le delataba. Elya se acercó en silencio, llamando suavemente al chico para que se diera cuenta de su llegada. 

- Shhhh... No hagas ruido - le susurró el chico cuando ella se agachó a su lado - Robb está escondido tras esa piedra. Seguro que intenta asustarme. Elya miró en la dirección a la que señalaba Sepp, y efectivamente, la estúpida cara de Robb se podía ver entre unas piedras. Su corazón empezó a ir muy rápido - Sepp... Robb iba detrás de ti, no delante... -Empezó a respirar rápidamente, incapaz de controlar su miedo - Sepp... Robb no pestañea. Su cara no se mueve... ¿Hace cuánto que no se mueve?

Robb miró a la niña sorprendido, y después otra vez hacia Robb. Quería gritarle, pero no se atrevía. Se levantó y se acercó poco a poco a las piedras, hablando casi en un susurro - Vamos Robb, déjalo. Estás asustando a Elya. Es suficiente. ¿Robb? - Con una mano temblorosa, Sepp apartó el ramaje que escondía la cara de Robb. Eso es todo lo que encontró. Mientras miraba la cabeza atónito, Elya se había acercado tras él en silencio. Robb hubiera esperado que ella gritase cuando apartó las ramas, pero hizo algo peor: señaló lo que quedaba del destrozado cuello del niño y titubeó - ¿Sepp? La cabeza no...no está cortada. Está arrancada... Arrancada con uñas.

En ese momento, Robb se dió la vuelta, agarró a la niña de la mano y echaron a correr. No miraron atrás. 

 

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19/11/2013, 17:35
[RIP] Jack "Pequeño Cuervo".

Año 37 de la dinastía Targaryen. El Norte. Antepasado materno de Jack "Pequeño Cuervo". Malcom "Tres colmillos".

No era un hombre sabio, y lo poco que había aprendido, no lo había aprendido en los libros. Lo había aprendido de la tierra bronca e ingrata, de la dureza de la soledad, de los golpes. Había vivido la vida de un hombre odiado por todos. Tal vez, de niño, hubiera deseado el amor de una madre, la familiaridad de un padre. Pero era hijo de la violencia y de la rabia, y su madre fue tan incapaz de amarle como había sido incapaz de limitar los golpes y las violaciones que lo habían concebido.

Creció solo. En el Norte. ¿Alguien puede extrañarse que se hiciera bandido?

En todo caso la suerte le había sonreído. Se unió a otros malhechores, por violencia, ferocidad y pura desesperación, sobrevivió a los mismos. Vivió del robo, del pillaje, de la extorsión y sus manos se mancharon de sangre muchas veces. Dio un largo suspiro, y miró las brasas del fuego de campamento. ¿Acaso hubiera sido mejor morir al nacer? El peso de una vida de sangre, de pronto, hizo inesperada mella en él, y se removió inquieto, maldiciendo su debilidad. 

¿Qué importaba? Él al menos mataba por dinero. No por fe, no por ideas, no por poder. Sólo por dinero. Esta misma tarde sus cautivos le habían indicado que en el Sur la guerra entre distintos adoradores de distintos dioses producía más muertes que las que él y sus hombres podrían provocar en varias vidas.

¿Y entonces por qué te importa? ¿Acaso no es cierto que debías matarlos? Todo hombre que te conozca es un peligro para tu vida. No puedes tomar prisioneros. 

A pesar de sus pensamientos su mente volvió a la chica que había guardado para sí, la que estaba atada junto a su tienda. ¿Era eso? ¿Por eso estaba mal? ¿Acaso hacía algo distinto a lo que otros habían hecho antes que él? 

La fuerza daba la razón. Su única diferencia con los nobles, es que él no disimulaba.

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19/11/2013, 19:02
[RIP] Bethan "Caratorcida".

AÑO 37 DE LA DINASTIA TARGARYEN, ALREDEDORES DE ORILLA AZUL:

Veintidós años habían pasado de la muerte de su captor. Aquella pequeña niña, que vivió toda su vida en una cabaña apartada, había enloquecido mientras asumía el papel de mujer y madre. Hasta tal fue el punto, que abandonó el nombre con el que la llamaban sus padres para adoptar el nombre de Vallis, el único modelo femenino que tuvo de referencia en su vida.

Era verano, y pasaba el día con las ventanas abiertas, asomada a un exterior que hace mucho empezó a asustarla. Tenía una vista perfecta de los campos abandonados, infestados de hierbajos y culebras, pero que a sus ojos seguían brillando con el dorado del trigo de antaño. Su vida cotidiana consistía en cantar viejas nanas mientras se peinaba por enésima vez cada pulgada de su larga melena. Era un alma que había sobrepasado su hora y que, confundida, esperaba la llegada de una muerte que le diera algo de sentido a su mundo.

Ernst Yaker, por contra, era un espíritu vital. Disfrutaba del vino o la cerveza, de la música o del baile, de las mujeres o de los hombres... todo a partes iguales. En un mundo duro, un joven e impetuoso recaudador de impuestos era uno de los pocos afortunados con suficientes monedas como para comprar el estilo de vida que quería. Y no todos sus ingresos entraban por su nómina legalmente establecida, sino que se consideraba lo suficientemente astuto para que la corrupción no le llevase a la horca.

Aquel día la avaricia susurró al oído de Ernst. Había recaudado una buena suma en Orilla Azul, pero sabía que la coronación de Aenys I necesitaría financiarse opulentamente a costa del pueblo. Si no quería levantar suspicacias al sisar de los cofres, esta vez necesitaba más monedas que nunca. Eso llevó al joven Yaker a ordenar a los soldados que le custodiaban una inspección minuciosa de los alrededores del pueblo buscando casas que normalmente le pasarían inadvertidas. Como aquella mohosa cabaña junto al río. Rezumaba pobreza por todas sus paredes, pero por probar...

Encontró a una mujer de mediana edad, absorta, tarareando. No le iba a temblar el pulso. Los soldados empezaron a revolver todo, retirar tablones, buscar en la chimenea. Y de la chimenea fue de donde salió aquel monstruo: dos ojos salvajes en una encorvada silueta peluda, con cabellos tiznados de gris por dormir en verano sobre la ceniza. Uno gritó: "¡Caminante blanco! ¡Caminante blanco!", y las garras de la bestia le rajaron la garganta. Veloz, la criatura escapaba del acero de las espadas, y era atraído por la carne de los espadachines.

Ernst, con la astucia que en él era habitual, intuyó un vínculo entre la mujer de la ventana y la pérfida mascota que vivía bajo su mismo techo. Sujetó a Vallis, y posó el filo sobre su cuello. Amenazó con matarla, mientras la mujer no paraba de tararear. El hijo de Vallis habría accedido al chantaje para salvar la vida de la desconocida que desde pequeño vió cantar en la ventana. Si tan solo ella no estuviese tan loca como para enseñarle a hablar... si le hubiera explicado el significado de los sonidos que salen de los labios humanos...

La criatura saltó sobre la mujer y el hombre. Ernst la degolló. Luego el recaudador sufrió un intenso martirio. Solo, el monstruo aprovechó la carne para no tener que salir a cazar. En cuanto a los cofres de oro que llevaba Yaker, no eran más que piedras sin valor para el hijo de Vallis. Los arrojó al río, junto a su cabaña, donde quedaron como un gran tesoro hundido para aquel que lo quisiese reclamar.

Las autoridades estimaron que Ernst Yaker y los suyos huyeron con la recaudación. Por supuesto, los buscaron. Fueron esas patrullas las que obligaron al monstruo a abandonar su hogar a la primavera siguiente, y a vagar sin rumbo fijo por los bosques de la zona.

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19/11/2013, 20:21
[RIP] Probis el Mayordomo.

Cedrick, nieto de Jeor y abuelo de Probis por línea paterna.

Año 37 de la Dinastía Targaryen. Aldea de Orilla Azul.

-¡DRAGONES!

Mi abuelo, durante un segundo se queda callado con los ojos fuera de sus órbitas, como le pasa siempre que recuerda esta historia. Y como siempre, tengo que apremiarle: -¿Y qué más, abuelo?

En ese momento, como parte de la historia, recupera su mirada normal y continúa: -Levanté la mirada y vi tres enormes dragones, los más formidables monstruos que puedas jamás ver. A pesar de que el terror invadió todas las membranas de mi cuerpo, conseguí llegar hasta los aposentos de Lord Hoare, mejor conocido por ti como Harren el Negro, el peor tirano que ha pisado esta tierra jamás. Cuando llegué estaba ahí reunido todo el servicio doméstico y él tenía la peor mirada que he visto yo nunca, la mirada de un asesino loco. Ahí fue cuando dió la orden de acabar con todos. Imagínatelo.

Cuando llega a esta parte siempre calla durante un momento para levantarse e ir a la otra punta de la habitación a coger una escoba que utiliza como espada para enfatizar lo que me cuenta. Se acerca hacia mí lentamente, con cara de férrea determinación y blandiendo el palo. A pesar de que debo de haberle escuchado mil veces, siempre consigue que una gota de sudor corra por mi espalda cuando se encuentra a un palmo de distancia. Entonces, levanta la espada para clavarmela y cae desplomado al suelo. Tras unos segundos se levanta con una sonrisa y termina con mi parte favorita del relato:

-Cuando vuelvo a abrir los ojos, ya que los cerré para esperar la muerte, vi a Lord Tully, seguido de una veintena de sus mejores soldados, con el arco en la mano. Me había salvado, deshaciéndose del soldado que iba a ejecutarme. Y el resto de la historia ya te la conoces de sobra porque a día de hoy Lord Tully sigue siendo el mejor señor que yo he conocido y, probablemente tú llegues a conocer. Además es demasiado sangrienta para un niño de siete años, así que... ¡A dormir, pequeño hombretón!

-Pero... abuelo, ya soy mayor para escuchar el resto -replico, a pesar de saber que no va a ceder en esa parte.

-Buenas noches, Cedrick. - Se despide con un beso, haciendo caso omiso de mis palabras.

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19/11/2013, 20:40
[RIP] Nana la Comadrona.

AÑO 37 DE LA DINASTIA TARGARYEN, ALREDEDORES DE ORILLA AZUL:

 

Los vecinos alertaron a la familia Brey de Yaker,

pero el recaudador Ernst nunca llegó a visitarles.

A los varones de los Brey se los llevaron las fiebres,

y solo quedaban por aquel entonces tres mujeres.

 

Dos de ellas eran hermanas que rondaban diez lustros.

Otra era hija y sobrina, y dentro de poco sería madre.

Pero las viejas hermanas temían del parto unos sustos,

y buscaron en los Antiguos Dioses alumbramiento estable.

 

Que no sale gratis rogar la intervención divina lo sabían.

Una vida por otra debe de ser dada, para ser escuchadas.

Si tenía que nacer un bebé, una de las hermanas moriría.

No importa cual, si la madre o la tía... ¡O la embarazada!

 

La madre quería matar a su hermana, la tía a su sobrina.

Siendo el enfrentamiento a muerte, solo una ganó la riña.

Pero los dioses son caprichosos, y el parto complicado,

Quedó una nieta y su abuela; y de la abuela un pecado.

 

Mal vista por sus vecinos, la abuela y la nieta se fueron.

Dejaron el río y acabaron en el Bosque de los Secretos.

Un lugar para rendir culto a viejas costumbres oscuras,

a viejos dioses, hasta ser consideradas por otros brujas.

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19/11/2013, 20:47
[RIP] Din el Forestal.

AÑO 37 DE LA DINASTÍA TARGARYEN. TIERRAS DE LOS RÍOS: ANTEPASADO POR LINEA DIRECTA PATERNA DE DIN el Forestal:

Cadmus (45 años):

Cadmus respiró hondo. Había pasado mucho tiempo desde que fue por primera vez al bosque a entrenar con su padre. Aún recordaba sus primeras lecciones de arco. Las primeras trampas que montó.

Parpadeó. Las cosas habían cambiado. Hacía tiempo que ya no estaba en condiciones de hacer más que una ligera caminata por el bosque. Su hijo mayor, Renghar, en cambio, sí que se había dado al oficio de cazador como su padre. Y se le daba bien.

Cuando Renghar marchaba por motivos de trabajo, era tarea de Cadmus y su esposa cuidar de sus nietos. La mujer de Renghar había muerto tras el parto del segundo bebé, dejando al joven sólo con dos críos que cuidar en el mundo. Por suerte Cadmus y su esposa podían dedicarle todo el tiempo a los chavales. Cadmus recordaba la enegía que él mismo derrochaba cuando era pequeño... la energía y actividad que tuvo Renghar, pero lo de estos dos pequeños era algo inhumano.

Siempre estaban corriendo de un lado para otro, jugando, saltando, escondiéndose. No parecían agotarse nunca. En más de una ocasión les había pillado tratando de colarse en el huerto del vecino para hacer alguna trastada y le había tocado echarles una buena reprimenda.

Esta vez no fue para menos... - ¿Qué han hecho esta vez? - preguntó Cadmus al alguacil.

Éste respondió con el rostro serio. - Le robaron el pergamino al pregonero... - la cara del hombre se ensombreció ligeramente. Cadmus casi había respirado tranquilo... sólo parecía una travesura infantil y no era la primera vez que lo hacían pero algo en el semblante del guardia le decía que había algo más. - Traía noticias. De la muerte del Rey. - confirmó. - El jefe dijo que no podían quedarse sin castigo, aunque fueran unos niños. - el corazón de Cadmus dio un vuelco.

- ¿Qué? ¿Dónde están? ¿Están bien? - su mujer no cesó de preguntar.

El guardia asintió con la cabeza. - Sí, son sólo unos críos... Les han encerrado un rato en el calabozo. Solamente hasta que sus padres vinieran a por ellos. - Cadmus pensaba que no era forma de castigar a unos niños y estuvo a punto de replicar pero ahogó el comentario.

Ya tendría él unas palabras con el jefe de la guardia más adelante... y pobre de él como se enterara Renghar.

- De acuerdo, quiero ver a mis nietos. Llévanos con Valeris y Phelis. - negó con la cabeza mientras rezongaba - Espero que al menos de ésta escarmienten y se dejen de travesuras. -

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19/11/2013, 21:00
Aisa, mujer del herrero.

AÑO 37 DE LA DINASTIA TARGARYEN

EL MURO

Jan, antepasado por vía materna de Aisa. Nieto de Jeyne Greyhawk e hijo de su hijo, Umbren Greyhawk.

Un hombre se removía en el lodo. No recordaba bien como había llegado allí. Tenía imágenes y sonidos vagos, algo sobre un demonio, gritos, sonidos metálicos, caballos, una espada rompiéndose al golpear un brazo… no sabía distinguir muy bien que era real o imaginario…

Ahora, yacía inmóvil en el barro. Extraño, se suponía que debería de estar cansado, pero se sentía lleno de una extraña energía. Algo lo impulso a levantarse, pero apenas se puso de pie, olvido que era por el susto, cuando vio que había saltado casi dos metros en el aire. Es cierto que era ágil, pero nadie enfundado en una armadura de hierro habría podido saltar así, y menos con esa facilidad. De pronto noto también que la armadura era demasiado ligera, como si fuera de papel.

Miro a su alrededor. Estaba en un bosque muy frondoso que recordaba vagamente. Había estado antes allí pero no lo reconocía totalmente. Miro ahora sus manos y vio que solo una tenía un guantelete. Entonces al ver el negro de su uniforme recordó: El era un miembro de la guardia de la noche, y el y otros habían sido enviado por el Lord Comandante a investigar la desaparición de varios compañeros.

Preocupado les buscó con la vista. Recordó que su caballo se había vuelto loco de alguna extraña manera y salio encabritado a toda marcha. Solo alcanzó a ver lo que estaba pasando Adhara, la curandera que los había atendido. Se preguntó si no le estarían buscando. No quería que lo tomaran por un desetor. Aunque que se hubiera unido por voluntad propia más que por escapar de un crimen tenía que hablar en favor de su honor. ¿O si?

Honor. ¿Como podía pensarse con honor? ¡Si hacía apenas unas noches había roto juramento retozando con Adhara! Y Adhara por lo mismo se iba, así lo había anunciado la noche anterior. Por eso estaba en el caballo, había intentado convencerla de quedarse.

Pero ella ya se había marchado.

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19/11/2013, 21:06
Ser Gwraidd Tully.

Año 37 de la Dinastía Targaryen, aldea de Aguas Turbias. Antepasado por línea directa paterna de Gwraidd Tully

No había lugar para el arrepentimiento. Los hombres del hierro eran salvajes violadores, indignos de pisar la tierra y corromperla. El caballero desconocía hasta qué punto podría o no su fe compensar todo lo que había hecho esa tarde, todo lo que había ordenado hacer... pero no se arrepentía. Tanto los que osaban afirmar que poseían el mar, como los que pretendían poseer los cielos, debían arrodillarse bajo el poder de los Siete. 

¿Y no había sido su precisión la del mejor de los sanadores? ¿la del arquero mas prestigioso? ¿No les había llevado a una trampa perfecta, tras hacerles beber vino hasta hartarse, y luego había matado a todos usando para ello tanto a hombres, como a mujeres o niños? El caballero desdeñó la voz que en su cabeza le reprochaba la ruptura de las leyes de la hospitalidad. Desdeñó, igualmente, los pensamientos sobre el poco honor de su actuar. Al fin y al cabo no hay hospitalidad alguna contra el invasor. Y el honor no era cosa para mantener cuando la vida y la libertad se ponían en la balanza

Que otros pusieran palabras bonitas. Lo importante era esto: que no había más bastardos piratas buscando esclavas en las tierras de su familia 

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19/11/2013, 22:44
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

AÑO 37 DE LA DINASTIA TARGARYEN: TIERRAS DE LOS RÍOS, RUINAS DE PIEDRAS VIEJAS
ANTEPASADOS SER HADDER TULLY: EDMYN TULLY(57 AÑOS) Y HENLY (48 AÑOS)

No recordaba la pendiente tan empinada, ni tan siquiera había previsto parar en aquella ocasión tras empezar a remontar el Tridente. Pero algo había tirado poderosamente de su interior aquella mañana para desviarse del camino real en dirección a Piedras Viejas. La edad ya no dejaba indemne a un viejo que se tomaba licencias, pese a que este fuese a caballo y escoltado. Sencillamente era algo que sentía que debía hacer. ¿Por qué ese día? Que más daba, La Vieja lo sabría.

Picó espuelas en los cuartos traseros de su montura y subió al galope dejando atrás al resto de la comitiva. Todos entendían ese gesto, deseaba permanecer a solas.

El último trecho trajo a su mente recuerdos de su juventud, cuando su padre todavía vivo le había llevado por primera vez a aquel lugar. Eran los tiempos anteriores a Aegon el Conquistador, no mucho antes del Desembarco del Rey. Aquella siempre había sido una tierra de supervivientes, sus gentes habían luchado por sobrevivir frente a los Ándalos, para luego asimilar su cultura, más tarde lucharon por sobrevivir a la tiranía y finalmente lucharon por liberarse de su yugo a sangre, acero y fuego junto al nuevo rey. Tal vez los últimos acontecimientos habían turbado su espíritu, la muerte del gran conquistador se había propagado como una gran vibración por todo Poniente, similar a la de que provocaría un martillo contra el yunque. El nuevo rey era débil, de todos era sabido y todavía estaba por comprobar si un Reino con tan corta vida sobreviviría a un rey tan joven e inexperto como el propio Reino. Las viejas rencillas podrían aflorar, los viejos enemigos resurgir de la tierra y el polvo, quien sabe...

Aquellas zarzas no hacían más que engancharse en la capa y al final optó por sentarse en un viejo pilar desgastado no mayor que un banco. Se llevó las manos a la cara mientras el sol arrancaba finas vetas plateadas del borde de su armadura, tan similar a las escamas de un pez que podría decirse que estuviese dispuesto a saltar de su emblema.

Tal vez estar allí no era más que una triste alegoría, tal vez sus pasos habían sido dirigidos por su propia mente advenediza que le decía a su cuerpo lo que el mismo no se atrevía a pronunciar en alto. A fin de cuentas la tumba de Tristifer no solo era el monumento olvidado al recuerdo de un gran hombre, un enemigo de su propia sangre lo sabía, pero grande al fin y al cabo, sino que también era el vivo recuerdo de la mala herencia de una sangre agotada, de la debilidad de una dinastía que en medio de todo su esplendor podía caer en el más ruin olvido bajo los designios de un rey equivocado.

- No debo dejar que las dudas turben mi juicio – pensó Ser Edmyn llevándose las manos a la cara para restregársela.
- La sangre puede correr fuerte aunque la carne sea débil – se decía a sí mismo aunque bien sabía que este no era el caso.

Tras renovar su juramento de fidelidad frente al Trono de Hierro, había podido ver con los ojos de sus antepasados, notado con la sangre de los Ándalos, como la Sangre del Dragón era débil en ese joven. Funesta era la visión, cuando a su lado se alzaba un auténtico dragón en toda su crueldad y poder, Maegor. Desde la primera mirada había sabido Lord Tully donde residía el poder y como de agradecidos debían sentirse los advenedizos enemigos de los Reinos.

- Mi señor padre decía los mismo que vos Señor – se escucho una voz a espaldas de Ser Edmyn.

Sorprendido sus músculos actuaron como un resorte bien engrasado pese a su apariencia oxidada, llevando rápidamente la mano diestra a su vaina.
El hombre que se alzaba a escasos pasos levanto ambas manos, después se inclinó en una leve reverencia.
- Por los Siete, que temeridad te lleva a rondar a un hombre armado que está perdido en sus reflexiones – dijo Lord Tully.

Aquel hombre era sin duda alguna natural del Tridente, pero había mucho de los primeros conquistadores en su porte. Rubio, gallardo y con un cuerpo curtido en largos años de oficio, fuese cual fuese el mismo.

- No me atrevería a decir que solo sois un hombre armado mi Lord – contestó el hombre.
- Me has reconocido pues – sentenció Lord Tully.
- Es difícil no reconocer esa librea en estas tierras señor – confirmó el desconocido.
- Habla pues, quién eres y cual es la razón de tu presencia en este lugar. ¿No conoces las historias?¿No te preocupa perturbar el descanso de un muerto? - inquirió el noble.
- Mi nombre es Henly mi señor y las razones...no se decirlas, sólo cumplo con una tradición entre padre e hijo señor. Sobre las historias...las piedras gastadas no hacen ningún mal a nadie y los olvidados agradecen que alguien les recuerde – dijo el hombre.

Lord Tully suspiró y destenso su cuerpo bajando la diestra a la altura de la pierna. Aquel hombre le transmitía cierta serenidad, como si lo reconociese en su fuero interno.
- Sé de lo que hablas, las tradiciones existen por algo, yo mismo estoy aquí por algo similar -
De repente Lord Tully recordó las palabras del Henly.
- ¿A que te referías con lo que dijiste? -
- Bueno señor, sus palabras me recordaron a algo que solía decir mi padre... -
- ¿Y bien? ¿Debe el Señor del Tridente usar el mismo para desenrollar ahora tu lengua? Habla de una vez ya que has tenido la desfachatez de interrumpirme -

Henly pareció acusar el golpe, a fin de cuentas estaba ante su señor, a quien el propio conquistador
había otorgado el gobierno de aquellas tierras. El hombre parecía esperar, tratando de medir muy bien sus palabras.

- Mi padre decía que un hombre es dueño de aquello que puede conquistar y defender...Era un viejo testarudo pero... -

-¡Era un hombre sabio sin duda! - terminó la frase ser Edmyn cortando al otro - ¿Y en qué se supone que respeta tu presencia aquí el legado de tu padre? ¿Sabes quién yace en este lugar? - preguntó el noble poniendo a prueba al hombre. Ser Edmyn empezaba a estar interesado, al menos sus preocupaciones se habían mitigado por un momento.

El hombre, Henly, suspiró, tal vez porque el mismo no había contado con ser interrumpido en su visita a la tumba de Piedras Viejas, tal vez porque era uno de los pocos momentos en los que se podía sentir unido a su padre, recordarle tal y como era antes de su muerte. Resignado Henly se sinceró con su señor.
- Soy barquero señor, hijo de barquero y a mi muerte si los Siete quieren mi hijo seguirá mi camino. Venir aquí, es una forma de honrar ni herencia mi señor. A un barquero no se le levantan monumentos, no se llora en canciones , ni se le nombra en historias de caballeros, si me permite la franqueza mi señor. Este lugar, quién aquí descansa, es el recuerdo más parecido que nunca habrá a su memoria -

Lord Tully no terminó de entender al barquero.

- Aquí yace la ruina de una gloriosa familia caída en desgracia, este es el monumento de un padre cuya herencia no supo prolongar el camino antes recorrido...Este lugar ha sido olvidado – sentenció Lord Tully con cierta rabia en sus palabras sopesando lo que podía estar por llegar.

- Me temo que se equivoca mi señor – dijo insolentemente Henly – Este lugar no es nada de eso...este lugar no ha sido olvidado, solo permanece oculto. Aquí, yace un hombre que pese a caer nunca falló en su propósito, aquí yace un rey que supo defender lo que era suyo por derecho, aquí yace un padre que lucho cada batalla para permitir que en el futuro su hijo pudiera librar las suyas propias. Señor, este lugar olvidado no es la vergüenza a la caída, es el recuerdo de que lo que cae vuelve a levantarse, que lo olvidado solo está dormido. La sangre llama a la sangre señor, en estas tierras eso se sabe – termino de decir el hombre.

Lord Tully dejo su mirada fija en los ojos de aquel desconocido. Buscaba el aquel profundo azul un atisbo de duda, hasta que parpadeo y casi sintió vergüenza de su momento de debilidad. Por suerte, aquel momento sería un secreto entre dos desconocidos para el resto de sus días.

- ¿Tienes familia barquero? - preguntó el señor del Tridente.
- Esposa y tres hijos señor -
- ¿Tienes hogar? -
- Tengo todo lo que un hombre necesita mi señor -

Aquella respuesta arrancó una sonrisa del caballero.

- Si llegase el día en que sintieses necesidad, búscame -

La propuesta hizo que aquel hombre enarcase las cejas por el asombro.

- Señor...puede que eso nunca ocurra...y el tiempo hace olvidar...-

El señor del Tridente se sacudió el polvo y se dio la vuelta, comenzó a descender con calma la pendiente, más liviana ahora.

- Lo olvidado solo está dormido Henly el Barquero –

Ese fue el primer y último día que Henly el Barquero hablaría con su señor.

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20/11/2013, 00:35
Gallo el Alfarero.

Año 37 de la Dinastía Targaryen, Valle de Arryn.

 

- Padre, debo ir a ver a Jannes, parece que esta vez le ha tocado a él. Dice que no hay marcas de mordiscos como en las otras ocasiones, pero como siga así quizá debamos deshacernos del ganado, e ir en busca de un lugar menos traicionero. Si, ya se que este es su hogar, y que mi abuelo volvió aquí incluso después de muerto, me ha contado la historia cientos de veces. Pero un hogar donde si duerme una noche pierde la mitad de sus reses o se encuentra a cuatro marranos muertos. puede ser cualquier cosa menos un hogar. Por favor estése por Nessa y Yarus, supongo que estaré aquí antes del ocaso, pero déles cena, quizá montemos una vigilancia, otra vez. Que Yarus se lo coma todo, últimamente no tiene apetito y desprecia todo cuanto provee La Madre, lo único que conseguirá desperdiciándolo de ese modo es dejarnos sin comida, fíjese como están ya las cosas. Cuando no tenga un plato de judías en la mesa se dará cuenta de que no tiene más que tonterías en la cabeza. Sí, quizá no sea una mala idea, mejor déle cena solo a Nessa, a ver si empieza a comportarse como es debido esa silla de dos patas.

Luren se alejó del cobertizo, continuaba sermoneando, pero nadie lo escuchaba ya.

- ¿Abuelo, donde está la abuela? - Preguntó la pequeña de los hermanos tras asegurarse que no se encontraba en casa. Llevaba un vestido de lana que le habían regalado en su día del nombre, era de color ocre, con unas líneas azul claro en puños y mangas.

- Ha ido comprar algo de verduras, desde que los dragones se hicieron con el trono, cada vez son más escasas las cosechas, si no llegas al mercado antes que despunte el sol, puede que ya no encuentres nada, y dentro de poco ni eso. Si el septo está enemistado con los dragones es que nada bueno aportan, solo desgracia y terror. Pero no es momento de hablar de esas cosas. ¿Os he contado alguna vez que fue de los caballos y la granja de mi padre?

Los dos nietos corrieron hacia el fuego colocaron el sillón de paja en frente y esperaron a su abuelo. No tardó demasiado en llegar, arrastraba la pierna izquierda, completamente destrozada por un accidente un año atrás cuando intentaba desembarrancar un carro, el eje estaba carcomido y se soltó de la rueda, cayendo el mismo sobre la rodilla de Ganos. Cuando ya estuvo sentado, los niños corrieron a sentarse sobre su regazo, como hacían siempre.

- Uuuhh, cada día estáis más grandes, dentro de poco ya no podré aguantaros encima, o me destrozareis la otra pierna.

Les dedicó una sonrisa tierna y cálida mientras ellos se acurrucaban en su pecho, escuchando la historia que contaba el corazón, no la que transmitían los labios. Ganos decía que para sentir una historia no bastaba con escucharla. Del mismo modo en que la respuesta a los rezos llegaban al corazón, el único modo de conocer la verdad en una historia era escucharla antes que las palabras salieran por la boca, ya que los hombres mentían más que hablaban, y en esto hasta las mujeres podían ser expertas. Una expresión que enfurecía a Nessa sobremanera cada vez que la oía. Una vez llevado a término su ritual empezó a contar la historia.

- Vuestra bisabuela, Malya, madre... - Nessa lo interrumpió.

- ¿El abuelo tiene madre? ¡Pero debe ser muy mayor! ¿Donde está?

- Está muerta. Cómo quieres que viva, sería tan vieja como... Como... Los árboles, no se puede tener madre y nietos, cuando se tienen nietos se mueren las madres. - Contestó Yarus a la estúpida de su hermana que no sabía nada.

- ¿Y entonces por que madre ha muerto? Ella no tenía nietos.

-Porque se le agrió la sangre con una hija tan tonta como tú, ella no... - Ganos le dio un manotazo en la nuca a su nieto, se calló al instante. Se habían separado ambos del pecho del abuelo cuando empezó la discusión, el chico culpaba de la muerte de su madre a su hermana, y en parte tenía razón pues no sobrevivió al parto, pero el pequeño le atribuía al accidente la malicia inherente en su hermana, no la soportaba. El cansado abuelo cogió a ambos del rostro con unas manos recias y grandes, y les colocó la cabeza junto a su pecho en una presa de la que no podrían zafarse ni que quisieran. Prosiguió con la historia, a Yarus le caía una lágrima por la mejilla, y lo peor de todo es que a un centímetro de su rostro tenía a Nessa y cerrar los ojos no era suficiente para no verle la cara.

- Madre no podía hacerse cargo de los establos, de la granja y de mi ella sola, por lo que tuvo que venderlo, pero no fue una venta y ya está. El comprador accedió a retornarnos una cantidad igual a dos quintos de su rebaño al mismo precio por cabeza que él pagó, a cualquier miembro de su familia directa, lo que os incluye a vosotros, y a vuestros hijos y a sus hijos.

- Yo no dejaré que mis hijos tengan hijos. - Replicó Nessa. Ganos apretó la cara de la niña contra su pecho con más fuerza. Se calló al instante.

- A cambio se quedó con la granja aunque, nosotros vivimos allí hasta que me casé con vuestra abuela. Y yo empecé de bien pequeño a aprender el oficio, no me dieron mi primera paga hasta mi decimoquinto día del nombre. Y poco era, si hubiera podido reunir el dinero sin duda ahora tendríamos una granja con caballos, pero lo malo es que el trato eran dos quintas partes, ni más ni menos. Y ese mal beleño no se ha cuidado de criar caballos sanos y buenos, se limita a tenerlos de cualquier forma, pasando hambre, frío, los tiene sin espacio. -  Carraspeó y continúo por otro camino. - La cuestión es que cuando os hagáis mayores, tenéis que cobraros la otra parte del trato, es un deber que os impongo y que no eludiréis. Le enseñareis a su estirpe que un caballo criado por nuestra familia vale por diez de los suyos. Le enseñaréis...

La puerta se abrió y los niños saltaron del regazo de su abuelo y corrieron hacia la entrada.

- ¡Abuela! - Gritaron al unísono mientras la abrazaban, Yarus se había olvidado de cuánto odiaba a su hermana, almenos hasta que hiciera algo o dijera cualquier cosa que lo exasperaba.

- Nessa, Yarus, venid, acompañadme a la cocina que he conseguido un poco de mijo, y voy a haceros unas galletas. No hagáis caso a vuestro abuelo, seguro que ya estaba hablándoos de Xanos, ese viejo cascarrabias.

Ganos se asomó a recibirla con una sonrisa, ella se la devolvió y se encaminó a la cocina con los niños empujándola, querían galletas, y las querían ahora.

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20/11/2013, 22:06
"A Sangre y Fuego".

VIÑETA II: AÑOS 37 A 48 DE LA DINASTIA TARGARYEN:

Aegon el Conquistador sometió y unificó seis de los Siete Reinos de Poniente bajo su mandato.

Con las espadas de sus enemigos y el fuego de su dragón, Balerion, construyó un trono de hierro que posteriormente sería conocido en todo Poniente. Según se dice, el trono está hecho con más de mil espadas.

También inició la construcción de la Fortaleza Roja, culminada con el Torreón de Maegon por Maegon el Cruel.

Rey Aenys I:

AENYS I

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MAEGOR EL CRUEL:

El rey Maegor I Targaryen, apodado Maegor el Cruel, fue el hijo de Aegon I y Visenya. Fue el medio-hermano menor de Aenys I y sirvió como Mano durante su gobierno. A su muerte, se convirtió en Rey de los Seis Reinos.

Apariencia:

Maegor es descrito como un hombre alto y robusto. Era un guerrero, de hombros anchos, cuello grueso y enormes brazos. Mantenía su cabello corto y una barba apenas se vislumbraba en su mandíbula cuadrada. Usaba la corona de conquistador de Aegon I. Montaba al dragón de su padre, Balerion.

Historia:

Maegor usurpó el Trono de Hierro de su sobrino, Jaehaerys, bajo circunstancias desconocidas. Durante su reinado, aplastó las rebeliones de la Fe Militante con métodos brutales y amorales, ofreciendo un dragón de oro por cada Hijo del Guerrero y un trono de plata por cada Clérigo Humilde, ganándose el apodo de el Cruel. Sin embargo, la batalla con la Fe Militante sólo terminó con el reinado de su sucesor.

Completó la construcción de la Fortaleza Roja con el Torreón de Maegor. Hizo ejecutar a los constructores para que no se revelaran los pasajes secretos dentro de la construcción.

Maegor mantuvo varias esposas al mismo tiempo y ejecutó a algunas por no poder producir un heredero. Entre estas esposas estuvieron Jeyne Westerling, Tyanna de Pento, Alys Harroway, la mayor de las hijas de su padre y la reina Rhaenys y la hija mayor de su hermano Aenys. Además, hizo ejecutar a tres Grandes Maestres durante su reinado.

Fue asesinado en el Trono de Hierro en circunstancias desconocidas, aunque algunos dicen que el trono mismo lo mató.

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Año 42: Maegor el Cruel sucede a Aenys I en el Trono de Hierro.

Año 48.

Muerte del Rey Maegor el Cruel. El Rey Jaehaerys acaba con la rebelión gracias a la diplomacia, prometiendo amnistía si la Fe Militante se disuelve. Aceptan. Jaehaerys es conocido como "El Conciliador".

Notas de juego

REY AEGON I EL CONQUISTADOR:

Aegon I

REINA RHAENYS TARGARYEN (HERMANA Y ESPOSA DE AEGON):

Rhaenys

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20/11/2013, 23:45
[RIP] Din el Forestal.

AÑO 42 DE LA DINASTÍA TARGARYEN: Aldea de Aguasturbias.

Valerisantepasada directa de Din el Forestal y Dhur, su hijo.

Valeris notaba el corazón agitado. La niña llevaba corriendo pocos segundos... pero para ella había sido eterno. Phelis, su mejor y quizás único amigo, le había gritado que corriera en cuanto el guardia le puso la mano encima. El chico pataleó, se retorció, intentó zafarse pero no lo había conseguido.

Habían pensado que no era mala idea intentar robar algo de comida en aquel puesto del viejo cazador. Siempre estaba despistado, algo senil quizá, y estaban seguros de que podían haber conseguido una liebre o algo para llevar a casa para la cena. Sus padres estaban enfermos, no tenían trabajo y apenas tenían un techo que se caía a pedazos donde pasar la noche. El robo fue el plan más inteligente que se les había ocurrido a los chicos.

Pero no contaban que la guardia estuviera vigilando. Ya era mala suerte. Tres días llevaba el cazador en su puesto, tres días que los guardias no habían pasado por el mercado. Y al cuarto día, justo cuando lo estaban intentando, zas, aparecieron y les pillaron in fraganti.

Valeris continuó corriendo, esquivando en zig zag a numerosos transeúntes, ninguno reparaba en la pequeña cría que huía. No sabía cuánto tiempo había pasado ni dónde estaba exactamente, pero se encontraba sola en un callejón, con la espalda apoyada contra la pared y el corazón palpitando tan rápido que parecía que iba a salírsele de la boca. Lo había logrado, había escapado.

Un sentimiento mezcla de orgullo y alegría comenzó a recorrer todo el cuerpo de Valeris... hasta que un estremecimiento la recorrió. Su amigo, Phelis. Dudaba que el guardia hubiera visto mucho del pequeño cuerpo de Valeris, así que la niña decidió volver sobre sus pasos con cuidado para investigar. Apenas un par de calles antes de llegar de vuelta a la plaza del mercado, los cuchicheos y la gente comenzaban a aumentar. Se estaban congregando por algo.

Entró en la plaza por una esquina, pero con la cantidad de gente que había apenas podía ver nada. Encontró un carromato parado y se aupó hasta la cima para tratar de tener una mejor visión. Usando una caja a modo de taburete se aupó aún más y logró ver algo por encima de las cabezas de la muchedumbre.

Uno de los guardias tenía a Phelis junto a un tocón de un árbol. Habían sujetado su mano con una cuerda y tenía el brazo extendido encima de los restos del árbol. Los ojos de Valeris se abrieron con horror cuando vio el filo del arma alzarse...

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20/11/2013, 23:46
Dhur el Cazador.

AÑO 42 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Aldea de Aguasturbias.

Phelis, antepasado directo de Dhur y su padre, Din el Forestal.

Me cogieron, había sido rápido, había practicado junto a Valeris. Grité, grité el nombre de Valeris. Le imploré que corriese que no se acercase hasta que la vi desaparecer entre la gente. Ahora estábamos yo y el guardia, le di una patada en la espinilla y durante un momento me soltó. De nuevo lanzó una mano en su busca, alcanzó el objetivo. Por poco tiempo, por suerte el guardia tropezó con alguien que pasaba.

Se zafó, vio un callejón, seguramente Valeris habría ido por allí, era la misma dirección por donde la vio desaparecer. Su instinto le dijo que no fuese por allí, a ella no le debía pasar nada, si le cogían cerca del callejón... Podrían buscarla. Antes de tomar una dirección alternativa una mano salió a su paso, atenazó su cuerpo y lo levantó en el aire.

Daba patadas en el aire, la gente empezaba a hablar, algunos incluso señalaban. Sabía que su esfuerzo era inútil, pero no podía estar allí sin intentar escaparse. Lo llevaban hacia un tocón, ya había visto para qué valía aquél tocón. Sus nervios empezaban a aflorar, gritó, fuerte como pudo. Alguien debía haber que acudiese en su ayuda. ¿O eran todos unos cobardes? Quizás el morbo les podía, querían ver aquello, no les importaba de ningún modo que él fuera a ser 'castigado'.

Finalmente se rindió, en un momento dejó de ver, empezó a vislumbrar una neblina, la adrenalina le fluía por el cuerpo, inútilmente. Estaba consciente en su inconsciencia. Oyó los gritos de aquel al que habían robado, lejanos, distantes. En cierto modo se encontraba en otro mundo, en una burbuja que apenas dejaba traspasar la luz en destellos blanquecinos y el sonido cerrado, el resto de sus sentidos no recibían nada.

Su brazo estaba en el tocón, lo habían atado con una cuerda. Su muñeca expuesta y desnuda. No miró hacia arriba, no hacía falta. Un par de piernas se colocaron al lado suyo, botas de cuero marrón moteadas de rojo. A lo lejos vislumbró a Valeris. Estaba allí, horrorizada. Su mala suerte hizo que se despertase de aquel estado al verla. Un instante después se escuchó un ruido sordo contra la madera. Y un grito.

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21/11/2013, 01:20
Ser Orsey Crakehall.

AÑO 42 DE LA DINASTIA TARGARYEN: DESEMBARCO DEL REY

La pequeña Anna saltaba sobre la cama de sus padres poco después del amanecer. Robert despertó con una sonrisa en su rostro, y pronto se fundió en un abrazo con su querida hija. El sol resplandecía en la ventana y el día parecía prometedor.

Tras un abundante desayuno que preparó su esposa, el bastardo besó en la mejilla a su hija mayor, Dynna, y volvió a achuchar a Anna para despedirse. Salió por la puerta tras asegurar que hoy volvería antes del trabajo.

Llevaban ya cinco años viviendo en la nueva Capital. Robert, quien se criara en la costa de Dorne entre cañas, redes y tripas podridas de pescado, había conseguido al fin una nueva vida. Su viejo padre había sido arrastrado de sus recuerdos como las olas arrastran las rocas de la playa, y también las penurrias que Dorne le había traído durante tantos años. La "Gran Ciudad", como a Dynna le gustaba llamarla cuando llegaron, le había brindado la oportunidad de encontrar nuevas gentes, nueva casa, nuevo oficio y una felicidad renovada de la que jamás había hecho gala.

Había conseguido trabajo como constructor en la fortaleza roja. Para él era todo un honor, pues aunque en un principio sólo trataba de alejarse de los muelles y los barcos, que amargos recuerdos aún le traían, pronto comprendió que estaba construyendo parte importante de la historia de Poniente. Él, con sus propias manos.

Lo que Robert nunca llegó a saber es que ese día, cuando terminó la construcción del Torreón de Maegor, sería su último día. Sus últimos pensamientos, mientras sus ojos se cerraban por última vez, fueron para su mujer y sus hijas. Os quiero.