Partida Rol por web

-Shhh-dijo la semi elfa llevándose un dedo a los labios mientras le apuntaba con el filo a la garganta-Оставайтесь спокойными и ничего не проходит. 'D лучше говорить друг с другом для моих товарищей по команде не будет нервничать, хорошо?

-Parece que este Kóbold y sus amigos tragones están dispuestos a colaborar-dijo Khastal a sus compañeras con una sonrisa- A ver, estamos buscando a unos bandidos. Bandidos humanos-aclaró- al menos en su mayoría por lo que sabemos. ¿los habéis visto?-le preguntó con una voz suave y amable, incluso demasiado forzada-Вы лучше colaboréis, мои коллеги могут подумать, что ayudais тех, кто ищет.

Se me ha olvidado ya lo que he puesto XD

Primero les digo que mantengan la calma y nadie saldrá herido, que solo quiero hacerles unas preguntas y que será mejor que hablemos en idioma común para no poner nerviosas a mis compañeras.

Lo ultimo: Será mejor que colaboreis, mis compañeras podrían pensar que ayudais a los que buscamos.

Al ver que Khastal entendía el lenguaje de estas criaturas, la miró con el ceño fruncido, pero con una amplia sonrisa.

Quizás también sepan algo del clan ese Kobold, el que comentaron que querían entablar conversaciones para comerciar con ellos a pesar de que hablaran en ese idioma, estaba claro que algo entendían, por lo que preferí decirle a Khastal lo de la,banda Kobold, pero sin decir nuestras verduras intenciones.

Podríamos llevarles al puesto comento finalmente encogiéndome de hombros mientras seguían hablando en ese idioma extraño.

Khastal recordó entonces lo del clan de Kobolds que querían comerciar. Menos mal que no estaba ella sola con aquellas criaturas o no sería capaz de decirles nada.

-Mi compañera quieres saber si vuestro clan es pacífico y busca comerciar con humanos o si conocéis a algún clan que busque eso-le preguntó al Kobold.

- Quizá, si son pacíficos. Aunque no se si llevarles al puesto de momento sería una buena idea antes de hablar con el propio jefe kobold, no son criaturas muy populares y estaría bien no levantar polvareda a menos que veamos voluntad de colaborar. ¿No creeís? - Mara observaba a los kobold bajo ella mientras sujetaba su arco y sonreía a los kobold, dispuesta a ser diplomática siempre y cuando se comportasen. 

El kobol de la derecha se lleva las manos a la cabeza al escuchar a su compañero... -Si, tu ser mas tonto que piedra... El kobold se gira hacia vosotros mirandoos con las manos en alto. -No hablar bien común, pero no, nosotros no ser amenaza... De los humanos bandidos sabemos que tienen un campamento dentro del bosque junto al río... El kobol señala hacia el Sur-oeste... -Están en esa dirección... Nosotros nunca nos acercamos, para que no nos ataquen... Y nosotros ser de los escamahollín, pero clan pasar por malos tiempos... Veis como el kobold duda y mira a su alrededor... -Nuestro clan sufre una maldición... nuestras pieles se vuelven amarillas y morimos... Todo desde que... El kobold se queda callado y mira con miedo alrededor... Si... si vosotros queréis, puedo hablar al jefe Escamahollin de vosotros... El seguro que estaría interesado en hablar con vosotros...

-Vaya, que Kobold más solícito. Pues no estaría mal, no me gustaría entrar en guerra con un clan entero si puedo evitarlo-le respondió para acto seguido girarse hacia sus compañeras- ¿Vosotras que opinais? No me gusta nada eso de la maldición, pero digo yo que por comerciar con ellos no pasaría nada, ¿no?

Asiento a las palabras de Khastal

Efectivamente, algo deberíamos de hacer. Además, quizás si eliminamos esa maldición podríamos entablar mejores relaciones comerciales.

¿Qué opinarían si les nombrçaramos embajadores del clan? así podrían venir con nosotros al puesto de Oleg y ver en qué condiciones podemos establecer las futuras relaciones comerciales

Y ya de paso digo girándome hacia Iskal para que me entregara el mapa, cogiéndolo con una mano quizás nos pudiera orientar por la ubicación de su clan. Para ver las distancias y posibles inconvenientes que tuviéramos que salvar para un buen acuerdo continuo hablando mientras le entrego el mapa a Khastal, deplegado, de forma que el kobold pudiera decirnos dónde está el clan aproximadamente

Ambos os encontrabais viajando junto al carromato que se encargaba de abastecer el puesto comercial de Oleg, ya que al parecer dos de los miembros del primer grupo, habían tenido que abandonar la misión encomendada... Se os había contratado como los mercenarios sustitutos. La misión era sencilla, Los señores de la espada de Restov querían explorar y colonizar las tierras del Cinturón Verde, y para ello, primero había que expulsar a todas las amenazas que allí se habían asentado.

Al igual que al primer grupo, os entregaron una patente, en la cual se aclaraba que los señores de la Espada de Restov, os autorizaban a explorar el Cinturón Verde, asi como de combatir el bandidaje y cualquier conducta ilegal.

Ambos viajabais en la parte trasera del carro, junto a los suministros y materiales solicitados por el puesto de Oleg, el camino era aburrido, pues el cochero era un hombre parco en palabras y las veces que no respondía con monosílabos o gruñidos, era para decir dos o tres palabras seguidas y volver a lo suyo.

En el momento que había escuchado la petición de los Señores de la Espada Rennor sabía que estaba hecho para ese trabajo; sus años persiguiendo y rastreando bandidos iban a dar su fruto y además lo haría legalmente. Había hecho parte del camino montado en Brisa pero ahora lo llevaba atado a la parte trasera del carro para darle un descanso.

El cochero era parco y gruñón, cosa que no le molestaba, prefería que no le dirigiera la palabra pero su compañero tampoco parecía dado a la conversación y aunque en condiciones normales no le hubiera importado ahora sentía que debía aprender a trabajar con otros y al menos no era humano.

- No parece buena señal que dos de los miembros del primer equipo hayan abandonado, esperemos que no de pie al resto para hacer lo mismo...no me importaría quedarme solo pero creo que esta labor es muy grande y me llevaría demasiado tiempo.

El camino en aquél carro estaba resultando tedioso, y tenía la sensación de que hasta los caballos se aburrían de tan pocas emociones. Mientras permanecían en las fronteras de Brevoy se había igualmente mantenido acorde a tamaña tranquilidad, silencioso y cubierto por su embozo, con los ojos cubiertos por la capucha y a escasos centímetros de uno de los laterales del carro de suministros; su compañero, por su parte, había estado también apartado, montado en su corcel, durante casi todo el trayecto.

Ahora sin embargo ya no estaban en Brevoy realmente, ante ellos se extendían kilómetros de tierras por explorar y pronto llegarían a su destino. El otro mercenario había desmontado y estaba junto a él, dispuesto a entablar una conversación. Él era agradable con quien le daba la oportunidad, le gustaba hablar y contar historias, pero no solía hacerlo si no se le daba pie; su aspecto siempre había sido un estigma para él, algo de lo que todos huían o a lo que atacaban, y no quería estropear tan pronto una posible alianza con aquél grupo al que iban a unirse. Tampoco quería asustar al cochero y hacer que huyera despavorido de allí, así que se limitó a responder afablemente pero sin dejarse ver aún.

- Seguro que son hombres curtidos y bien preparados, como nosotros a todas luces - rió por lo bajo, un sonido agudo -. Esos dos habrían venido en busca de emociones rápidas y se habrán cansado pronto, eso es todo.

Tras decir eso dejó unos segundos de silencio, mientras debatía en su interior que hacer, y finalmente se giró de medio lado y miró al explorador, dejando ver así sus ojos rojos bajo la tela.

- Mi nombre es Malak por cierto... - Dejó la palabra en el aire, mientras tendía una mano de tono grisáceo que, al tacto, se notaba escamosa y dura. 

- Rennor - dice apretando la mano que le ofrece. Esperemos que tengas razón, se echa de nuevo para atrás para apoyar la espalda en la pared del carromato.Nunca he estado por esta zona ¿y tú?

Estaba claro que aquél humano debía haber visto su mirada, brillante como la sangre, y también notado el tacto de su piel. Sin embargo no había hecho gesto alguno de desagrado ni de suspicacia, y parecía tan tranquilo como hacía cinco minutos. 

Fue una buena señal, una que le hizo replantearse si debía quitarse o no la capucha; sin embargo, tras una mirada al conductor, decidió mantenerla donde estaba. Lo que si hizo fue relajarse, apoyarse también contra la pared del carromato y dejar que la tensión que acumulaba se disipara con un suspiro antes de responder.

- Nunca he viajado antes que ahora, no conozco nada de este lugar más que las historias que se cuentan frente al fuego de las tabernas... -Respiró profundamente, dejando que el aire fresco de un lugar desconocido le llenara los pulmones, y continuó con una pregunta directa-. Dime, ¿de qué huyes tú que vienes a este lugar? 

Rennor sintió que Malak tampoco estaba muy cómodo; se tapaba el rostro, el color de sus ojos y el tacto de su piel no era común pero él estaba acostumbrado a tratar con distintas razas. Vio como le echaba un vistazo de reojo al cochero y entendió que tampoco le gustaba el tipo hosco que les conducía al puesto del tal Oleg.

- En realidad no huyo, digamos que el destino ha puesto en mi camino esta oportunidad - a pesar de su gesto serio de alguna forma parecía que estaba disfrutando el momento. Tengo cuantas pendientes con la gente de esa calaña y que me paguen por cazarlos es casi ofensivo.

Asintió de manera mecánica, como si apenas fuera consciente de que aquello podía tener sentido para alguien. Él no era así, no tenía cuentas pendientes con nadie, las había dejado olvidadas por el camino y no las quería recuperar; era parte de sus enseñanzas, de su entrenamiento. 

No, él estaba huyendo, escapando de las miradas y acusaciones de gente que no le conocía más que por su aspecto. Hacía tiempo que habían dejado de importarles, o eso quería demostrar, pero cierto era que uno jamás se acostumbraba a aquél odio que no se había ganado. Pero todo eso eran cosas suyas, pensamientos que guardaba para él, no para los demás.

- Así que una deuda... - Sonrió - ¿Bandidos? ¿Eres un cazarrecompensas o simplemente un justiciero de los bosques? - El gesto afable se convirtió en una risa ligera, alegre, que duró unos segundos antes de volver a silenciarse -. Yo solo quiero probarme, ver a hasta donde llegan mis conocimientos, adquirir la experiencia que solo la vida y la aventura pueden darme.

Estaba claro que mentía, o al menos que, a juzgar por lo dicho antes, también huía de algo. Pero no quería contarlo y era mejor no preguntar, pues a su tiempo se entendería. 

Malak se guardaba cosas, como todos, algo le perseguía aunque fueran recuerdos y por ahora no estaba preparado para contarlo....dioses, si solo llevaban unos días de viaje.

- Quiero ayudar a limpiar la región, la gente tiene derecho a vivir su vida tranquilos y las autoridades no tienen tiempo, ganas ni recursos para ayudarles - se había puesto serio y había perdido la mirada como si recordara algo de hace muchos años.

El kobold se quedo pensativo y visteis como le comentaba a sus compañeros en su idioma lo que les ibais diciendo... -Ummmm... Yo no ser jefe de tribu, pero yo creer que si kobold consiguen el apoyo de los pieles suaves podríamos ganar importancia... Los kobold siempre hemos sido despreciados por las razas grandes... Pero si ahora conseguimos tener la aceptación de los pieles suaves... ¡Podríamos incluso ser primera ciudad kobold!... Notais como el kobold se va emocionado el solo en su propia ensoñación de grandeza. -Esta bien... Yo seré em... en... eso que has dicho tu... Os acompañaré al fuerte y que compañeros míos vayan a cueva del clan para informar al gran jefe... ¿Pareceros bien?

Cuando sacais el mapa y le pedís al kobol que marque donde se encuentra su guarida, este se queda mirando el mapa girando la cabeza de un lado a otro.

-Ummmmm... no saber que ser eso... Nuestra cueva esta a un día caminando en esa dirección. Veis como el kobold mira a su alrededor unos instantes antes de señalar hacia el sur. -Es una cueva bastante cercana a un río... Hay que pasar un enorme árbol, el cual es el hogar de nuestros odiados enemigos los canijos... Estamos en guerra con ellos, ya que nos atacaban constantemente... 

-Eh eh, alto ahi. No hemos dicho que te vayamos a decir donde esta nuestro campamento... Pero hagamos una cosa, id a decirle a vuestro jefe que queremos la paz y que estamos dispuestos a comerciar con vosotros-confirmó la semielfa- nos reuniremos aquí dentro de dos días. Y por cierto, también queremos una cesta de esos rabanos que os estabais comiendo. ¿Que quereis a cambio?-le preguntó pensando en que pocas cosas llevaba encima que pudiera intercambiar. Quizás el vial de aceite para lamparas...

Con una sonrisa, voy asintiendo ante las palabras del Kobold, conforme con todo lo que había dicho y, mucho más con la información de la ubicación de su clan.

Todo iba bien hasta que Khastal hace un giro en las negociaciones. A pesar de no estar demasiado de acuerdo, no pensaba que fuera el momento de mostrar diferencias entre nosotros. Al menos de momento.

Esperaría a ver qué decía el Kobold para intentar volver a insistir en la idea de llevar a alguno de esos pequeñajos al puesto, donde podríamos retenerle y sonsacarle información sobre el asentamiento. Al fin y al cabo, cada uno de estos seres que no lleguen allí, sería un ser menos contra el que tengamos que enfrentarnos más adelante.

De esta forma, paso la mirada entre Mara y Khastal, intentando descifrar cualquier intención oculta que pudiera estar pasando por alto, antes de centrar mi atención de nuevo sobre el Kobold, esperando su respuesta.

Notó como los recuerdos, al igual que a él mismo, inundaban la mente de su compañero, y decidió no romper aquél momento de silencio en el que Rennor parecía haberse sumido, seguramente muy lejos de allí. La tranquilidad del camino volvió a hacer acto de presencia mientras el ligero aburrimiento hacía mella de nuevo en él.

Con un gesto perezoso se recostó contra la madera y se ajustó bien la capucha, cerrando los ojos una vez más para meditar acerca de lo que estaba por llegar. No debía de quedar mucho hasta llegar al puesto comercial que tenían como destino, y donde seguramente encontrarían al resto del grupo al que habían ido a reforzar. Los pensamientos acerca de como serían corrían de un lado para otro en su cabeza, y al final decidió que sería mejor esperar y verlo con sus ojos, que hacerse una falsa idea de con quien tendría que tratar las próximas semanas, tal vez meses.

Llevaba tiempo sin sentirse tan nervioso, pero aquello era, tal como se dijo a sí mismo, algo bueno y necesario, pues significaba que dejaba atrás todo lo que conocía e iniciaba una vida diferente, llena de experiencias y conocimientos que pronto albergaría y le harían poderoso y sabio.