Partida Rol por web

Mara avanzaba junto al grupo escuchando el grito. Ante la respuesta de Caerwyn asintió ya que ella también se sentía un poco incauta y además, acabar con una avanzada de bandidos facilitaría su trabajo con el hombre ciervo pero por otra parte debían sobrevivir para seguir explorando.

La mención del Lobo Huargo me hizo sonreir. Eso era aún mejor para su historia que los bandidos así que la idea de acercarse se le antojó mas emocionante. - De acuerdo, Shallana. - asentí a mi compañera desenfundando mi arco mientras permanecía con los ojos bien abiertos. Preparada para lo que pudiese ocurrir. 

Conforme os habeís acercado, has notado 3 olores distintos, los cuales no eran humanos. pero por los matices, dirías que se trata de la misma raza, aunque no eres capaz de discernir su procedencia.

Iskal no se bajó del caballo cuando los demás lo hicieron, en lugar de eso estiró el cuello, se abstrajo de lo que le decían por un momento y olfateó el aire.

—No es sólo un huargo—dijo. Y esperó sólo lo suficiente para captar la atención del grupo antes de aañadir:—. Detecto tres olores distintos y no son humanos. Pero por los matices diría que se tratan de la misma raza... aunque no soy capaz de discernir su procedencia.

Caerwyn titubeó.

—¿Cómo de peligrosos son los huargos? —dijo.

—Si según Shallana'ha son más grandes que un lobo, más peligrosos que un lobo, y por lo visto, inteligentes. Yo diría que uno sólo ya parece un enemigo peligroso—comentó Iskal—. Si lo que hay son tres huargos, no creo que sea una buena idea lanzarnos de cabeza dentro de su trampa. Sugiero volver más tarde cuando estemos mejor preparados... y mientras tanto, marcar esta zona en nuestro mapa como "peligrosa".

Cuando os acercasteis a la zona vislumbrasteis un enorme lobo negro que se alzaba sobre una roca, y el cual media cerca de un metro hasta la cruz. El lobo os miraba con sus inteligentes ojos rojos mientras su hocico se deformaba en lo que juraríais que era una cruel sonrisa. 

-Por favor... Auxilio... Noooo... mi hijo no... no... mi niño... 

El huargo os miraba con sus ojos rojos mientras hablaba tranquilamente imitando a la perfección el tono de mujer desesperada, a la vez que con la pata empujaba hasta hacer caer por el borde de la roca hasta el suelo un pequeño y destrozado cráneo humano.

Desde el flanco derecho, no era consciente de lo que nos estaba comentando Iskal, pues no era capaz de ver nada y, mucho menos, oler, a ninguna criatura a parte de la que obvia.

Mientras asiento a las palabras del explorador y, comienzo a dar un paso hacia atrás, me doy cuenta que estamos frente al huargo. Sin darnos cuenta nos habíamos acercado lo suficiente para descubrir nuestra posición. En esta nueva tesitura, miro a mi alrededor, esperando encontrarme con los otros dos huargos de que había sentido Iskal, aunque no era capaz de hallarlos. ¿Y si había sido otro truco de los huargos? ¿o si el viento le había confundido a Iskal sus sentidos? sea como fuera, estábamos en una posición en la que huir, sería atraer a los huargos a una persecución que, seguramente, acabaría con algunas de nosotras en el suelo, debajo de sus enormes zarpas, y mordidas por sus grandes colmillos.

- ¿Y bien? comento abriendo y cerrando las manos sobre la empuñadura de mi espada, esperando que, en cualquier momento, o los huargos o nosotros, nos lanzáramos al ataque.

-Será mejor que nos largemos cuanto antes-dijo la semielfa tratando de parecer calmada- no podemos contra los tres. Solo espero que este sea su territorio y no deambulen o se acerquen al puesto o tendríamos problemas-reflexionó la chica, aunque todos los animales migraban de un sitio a otro por lo que sería dificil no volver a encontrarse con ellos. ¿Cuantas criaturas asi o aún mas terribles habría en esas tierras?

- Opino lo mismo que Khastal. No podemos contra tres. Son demasiados para nosotros. Hay que marcar la zona para venir a ocuparse del problema en otro momento. - respondí en susurros a Shallana. - Todavía no ha reparado en nosotros, deberíamos marcharnos sigilosamente. - dije pues de momento estaba a una distancia prudencial.

Asiento al resto, aunque todavía un poco extrañada porque no hubiera ni rastro de los otros dos huargos. Sin dejar de mirar hacia todos los lados, un tanto paranoica, miro durante unos instantes a Iskal, evaluando por un momento si se puede haber equivocado al evaluar la amenaza.

Sea como sea, quizás fuera mejor volver en otro momento y, como habían dicho, marcar la zona para tenerla controlada a la par que avisar a cualquier del peligro que entraña.

Caerwyn aceptó el consejo de aquellos que sabían más que ella y retrocedió. No es que le apeteciera especialmente luchar contra algo parecido a un lobo pero aún más feroz. Las cicatrices de su rostro lo atestiguaban. 

El huargo descendió de la roca con un ágil salto y os miro con sus inteligentes y malévolos ojos rojos... -Ohhhh... ¿Los cobardes guerreros humanos van a huir? ¿Van a dejar a a sus hembras y sus cachorros abandonados para ser nuestras presas?... Ohhh... Será delicioso ver su desesperación al saber que fueron abandonados por aquellos luchadores que deberían haberlos defendido... El negro lobo os mira relamiéndose y riéndose desagradablemente. -Huid... Huid sabiendo que he perdonado vuestras tristes y miserables vidas, pues en vuestra cobardia yo hallaré mayor placer devorando a vuestra gente débil.

A Iskal le importaron tres ardites las palabras de aquella cosa, es más, ni pensaba malgastar saliva en responderlas. Era tan evidente que trataba de hacerles caer en una trampa la cual habían sido capaces de detectar antes de que saltara del todo que casi se sentía insultado.

Suspiró y aceleró la retirada. Que absurdo era el orgullo.

—De ser cobarde a ser sensato hay un abismo—le susurró a Shallana'a cuando notó que los ojos de esta se posaban en él, para corroborarle que estaba totalmente seguro de lo que había olido—. Hay que ser muy estúpido para hacer caso a una provocación así.

Él desde luego no pensaba intentar saltar dicho abismo. Menos aún sabiendo que había dos cosas más de aquellas por allí escondidas, en alguna parte. Era paciente: cuando volviesen a aquella zona lo harían preparados y podrían limpiarla de una vez como los dioses mandaban.

-Se han debido pensar que somos hombres y que nos meteremos en la trampa por orgullo-sonrió Khastal- vamonos, dejad a "las hembras y los cachorros" por su cuenta-la semielfa se dio media vuelta en el caballo y esperó a que el resto de su grupo la siguiera. Aquel intento de los huargos por atraerlos a una trampa resultaba gracioso, pero no estaban fuera de peligro y lo mejor era marcharse cuanto antes.

- Opino lo mismo que Khastal, cree que vamos a caer en la trampa mas vieja del mundo. Vámonos ya.. - dije mientras giraba junto a mis compañeros. - Volveremos y limpiaremos esta zona cuando llegue el momento. Si nos matan ahora de poco servirá para sus futuras víctimas. - dije mientras me alejaba junto a ellos, esperando que no se cobrase demasiadas vidas en el tiempo que tardaríamos en volver. 

Conforme os ve marchar el huargo da un aullido cargado de rabia al ver fracasada su emboscada y sale en vuestra persecución seguido por otros dos huargos algo mas pequeños que el primero, pero a pesar de ser rápidos, no son rivales para la velocidad de vuestros caballos y rápidamente los dejáis atrás, mientras escucháis sus aullidos cargados de odio y rabia.

Marcando esa zona del mapa como peligrosa y aun sin explorar por completo, marchaís a la siguiente zona para explorarla y la zona no da mayores problemas, diversos animales se alejan al percibir vuestra presencia y vuestro único incidente es una avispada ardilla que os roba un trozo de pan antes de volver a su árbol a toda velocidad. 

El anochecer llega y todos estáis en el campamento cenando bajo el árbol que servia de hogar para la pequeña y solitaria ardilla. Tras la acabar con las provisiones recuperadas de los bandidos, os disteis cuenta de que o bien empezabais a cazar vuestra propia comida, o volvíais al puesto a reponer víveres.