Partida Rol por web

El momentaneo reflejo de la luna sobre un casco o una armadura aqui y alla, asi como el sonido de pisadas algo torpes, les indican que estan siendo seguidos por algunos ashigaru, aunque no muchos, probablemente un numero igual a ustedes. Se deben manener en la oscuridad, entre los arboles a los lados del camino, mientras ustedes andan con antorchas por este, es por eso que su andar no es muy agil.

Parecen estarlos vigilando, pero a pesar del estado del grupo no estan haciendo nada hostil de momento.

Intentando no levantar la voz para que los ashigaru no les oigan, Junichiro susurra a sus compañeros

- Debemos apresurarnos. Muchacha, mantente pegada a mi y no te desvíes del camino

La mirada que le dirije el joven Shiba al cercano Yoritomo-san es como poco reprobatoria. Se aparta un poco, como si en vez de susurrarle le hubiera escupido, no queriendo ser partícipe en susurros y palabras ocultas. Para él un samurai no tiene nada que ocultar, y menos delante de escoria bandida.

No entienden por qué les siguen, ya que si trabajaban por dinero, su pagador seguramente sería el encapuchado, y lo mataríamos al menor ataque, y por ideales, lo mismo, su líder caería al primer intento. Pero de cualquier manera no iba a permitir que esa situación continuase.

Sin perder la atención sobre sus emboscadores, pero para hacer tiempo y que tengan interés en lo que se habla, el joven comienza a hablar con el ashigaru.

-¿Quién os contrató para el secuestro, ashigaru-san? ¿Tanto os pagó que incluso en la derrota buscáis la muerte? Como si tuviérais honor...

Dado que había dado su palabra de que el ashigaru lo lamentaría si no cumplía sus órdenes, se adelanta y dejando a yoritomo un segundo le asesta un golpe con el puño cerrado debajo de las costillas. Y vuelve a llevar a Yoritomo-san.

-El siguiente no será con el puño- anuncia sin perder la calma.

Higetora pudo observar a los hombres que habían huido escurriéndose por el bosque, intentando ... ¿que? Bueno, quisiesen lo que quisieran, no le encontrarían desprevenido.

El Shiba trata de golpear al ashigaru, pero esta demasiado lastimado, y el otro no tiene inconveniente en esquivar su lento golpe, riendose con desden.

-Jaja... No te dire nada, eta... Y si me matas perderas la unica forma de saber la verdad... Asi que, estoy a salvo.

Su sonrrisa de desprecio y confianza es muy similar a la del hombre que carga Kuni. Es mas que evidente que hay algo tras ellos, pero que?

La casa de Hirohisa finalmente aparece a la vista. Hay luces encendidas en todo el perimetro, que la iluminan como una posada casi...

Junichiro observó el intento de golpear al bandido y trató de calmarlo

- Bankunaruchi-sama, no dejéis que las burlas de esa sabandija os hagan perder los estribos. No merece la pena.

Al divisar las luces, respiró aliviado

- Al fin hemos llegado. Vamos, aprisa

Sin detenerse, siguió hacia la casa

Hasta que haya un cambio en la situación, Higetora sigue a lo suyo, vigilando que no nos flanqueen y se nos echen encima.

Sin poder permitir que un bandido le trate sin el respeto que se merece, Bankunaruchi desenvaina su arma. Pero no es tan descuidado como quiere creer su enemigo y tiene siempre un ojo para aquellos que pueden acechar entre los árboles.

-La proximidad a la muerte te ha dado insolencia, escoria, y temo que lo hayas confundido con coraje. Deberías haber elegido mejor tus últimas palabras en este reino, antes de ocupar tu puesto en lo más bajo del Orden Celestial, miserable.

- Shiba-san. Le estás dando exactamente lo que pide. - Dijo Higetora cuando vio a su compañero echar mano a la espada.- Sabe que cuando la justicia llegué a él será azotado, vejado y cuarteado, ejecutado públicamente para ejemplo e ignominia. Ello dejará su alma mancillada, una mancha que tardará diez mil años en borrarse de su kharma, condenándolo a un centenar de reencarnaciones abyectas. Si muere ahora bajo la espada, habra muerto una muerte de guerrero.- Ahogó un gruñido de dolor entre dientes con un siseo. La herida se le había abierto y con la carga no la mejoraba, pero era un Cangrejo, y no iba a lamentar su suerte. En lugar de ello concluyó- No le déis lo que quiere.

Junichiró resopló fastidiado y se volvió hacia la escena. No era un hombre que perdiera fácilmente los estribos, pero su paciencia tenía un límite.

- Bien, estoy empezando a cansarme de todo esto. Bankunaruchi-sama, no quiero faltaros al respeto pero vuestros súbitos ataques de bravuconería ya nos han causado problemas en dos ocasiones, y solo hemos dado un paseo por el bosque ¿Podéis dejar ese asunto para más tarde y seguir hacia la casa, por favor? ¿O debo recordaros que no estáis solo y que llevamos a una muchacha y a un herido grave? Y vos mismo no estáis en muy buenas condiciones. El bandido está atado y no va a ir a ninguna parte; podréis saldar cuentas con él más tarde, cuando estemos en un lugar seguro.

Cruzó los brazos y continuó con la puya

- Además, si lo ejecutáis, le daréis una muerte honorable, cosa que no merece. Y si asesináis a un hombre maniatado, ¿donde queda el honor?

Viendo que sus compañeros no entienden de materias de honor y lo confunden con bravuconeria, enfunda su arma con calma y solemnidad, respirando. Tal vez los Grulla que se dedican a caminar "sigilosos" se dejen insultar por cualquiera,  pero no así Bankunaruchi que ha sido educado en una sociedad de respeto y jerarquías bien establecidas, por lo que les dedica una intensa mirada a Junichiro-san y Higetora-sama, adornada al final del todo por una muda sonrisa de amabilidad, antes de volver a ayudar al samurai Mantis a caminar.

Su sable no lo han detenido sus compañeros, si no el recuerdo, por unos instantes de las enseñanzas de Shiba, que enuncian que toda vida es preciosa y debe ser preservada. Todos tendrán su juicio a la hora de volver a la gran rueda.

Pero no puede permitir que el insulto de su compañero quede impune, así que por último añade, con tranquilidad y sin eliminar la sonrisa de su cara:

-Hay un libro algo antiguo y muy interesante, Junichiro-san, habla sobre el bushido y el Orden Celestial. Es interesante e instructivo. Os sugiero su lectura para que conozcáis el significado de dichos términos.

Junichiro sonrió sardónicamente. El intercambio de puyas era algo a lo que estaba acostumbrado; los cortesanos de su clan lo hacían continuamente.

- Cuidado con el orgullo, Bankunaruchi-sama. Es bueno en su justa medida, pero en exceso... De todos los pecados que puede cometer un samurai, es el más peligroso, pues puede sacarle de la senda del Bushido sin que llegue siquiera a darse cuenta. Y si hemos terminado con esta pelea de gallos, sugiero que sigamos adelante.

Se dio la vuelta y siguió hacia la casa, sin perder la sonrisa.

En medio de un ambiente tenso el grupo llega a la casa de Hirohisa... Adentro hay silencio, pero ni bien abren la puerta ven al anciano solo, sentado en un banco del patio interior, contemplando una pelota de kemari abstraido... Al ruido de vosotros alza la vista, y su cara apatica se ilumina al reconocer a Suzue...

-Hija mia!!!

Abandonando todo decoro deja caer el juguete y corre al encuentro de su niña... La misma no dice nada, pero sollozando se aparta de Daidoji y entierra la cabeza en el pecho de su padre, estrechandolo con fuerza... Los dos se abrazan firmemente, delante de los samurai y sus prisioneros, sin importar nada mas...

Aliviado por haber conseguido traer a la muchacha sana y salva y por poder descansar un rato, Junichiro se dirigió hacia el anciano

- Buen hombre, no hemos conseguido encontrar al pequeño. Habríamos continuado la búsqueda, pero unos bandidos habían secuestrado a vuestra hija y Yoritomo-sama resultó severamente herido en la lucha, no sin antes demostrar un gran valor al herir gravemente al líder de los bandidos. Shiba-sama y Kuni-sama también están heridos, y aunque sus heridas son menos severas, también dieron buena cuenta de aquellos miserables. En cuanto consigamos reponernos un poco y entregar a dos de aquellos indeseables a la justicia, proseguiremos con la búsqueda.

  Anzai se sentó donde pudo para no molestar más a Shiba San, también herido y que necesitaría descansar. Miró al anciano hombre, y a su joven hija, reencontrados de nuevo, ¿Un trabajo completo? No, aun faltaba el niño.

- Hiroisa-Sama, siento romper este momento tan bello, pero necesito que envíe a alguno de sus criados hasta donde se encuentra mi Señor, para que le transmita la petición a Tsuruchi-Sama de si su amabilidad es tan grande de enviar a un Shugenja a sanar a mis compañeros aunque sea, para que podamos completar la misión. Debemos recuperar a su hijo y llegar al fondo de esta intriga. No puedo permitirme caer por mis heridas sin haber completado este trabajo, no es por honor... Es por Deber. Si no fuera por mis heridas, habríamos llegado hasta el chico, no puedo manchar mi karma con sangre inocente... Suficiente sangre inocente cayó sobre él ya. - Dijo solemnemente, con aire melancólico.