Partida Rol por web

Wolfgang, falsamente derrotado, vuelve a sentarse en la silla ante la reacción de los parroquianos. Había visitado muchas tabernas a lo largo de su vida y esta no estaba resultando de las mejores en cuanto a entretenimiento. Quizá tuviera mas suerte con la posadera.

- Amigos... En mi vida he dado con una taberna mas llena de cobardes y aburridos parroquianos... ¡Jamás! ¿Qué no se puede tumbar a un enano bebiendo? ¿Acaso eso es lo que les dicen las damas a sus caballeros de Bretonia cuando salen a dar muerte a los dragones que asolan nuestras fronteras? - Adopta una mueca de miedo y falsea la voz para sonar como una mujer de aguda voz - ¡Ooooh, no, mi caballero! ¡No vayáis a matar dragones! ¡Todo el mundo sabe que no se puede matar a un dragón! - Niega con la cabeza y se recuesta en la silla de madera, mirando con superioridad a los allí presentes - Me cuesta imaginarlo, ¿eh? Y eso que me habían dicho que las gentes del Imperio tenían los cojones y los hígados forrados de plomo... ¡Venid en grupo si tan cobardes sois! ¡Seguro que Hargim revientacráneos es capaz de vencer a cinco de vosotros al tiempo!... Pero ya veo que el único que tiene los redaños de enfrentarse a este reto, es el maese halfling, aquí presente.

Vuelve a levantarse con una amplia sonrisa y rodea la mesa para pararse al lado del pequeño mientras escucha como Hargim rechaza su atrevimiento. Posa una mano sobre el hombro del halfling, amistoso, y señala al enano con el mentón.

- Muy bien... Mi amigo el enano dice que no serás capaz de tumbarle bebiendo y tu quieres saber qué te espera de premio si lo vences... ¿Qué te parece si fijas un precio que ni el mismo enano pueda rechazar?

-Vaya, que me cuelguen.- Dice uno de los parroquianos, que se deja ver, un hombre mayor, con una barba larga y sucia, de aspecto hastiado, cansando, de ojos grises. -He visto muchas cosas, pero juro que nunca he podido ver a un enano rendirse ante un Halfling.- Da una risotada y bebe de su cerveza. Tardáis poco en notar que está ligeramente ebrio. -¿Por eso llevas el pelo naranja, enano?- Muchos humanos de entre ellos ríen ante el comentario. El halfling no se mueve. Mira al viejo, y luego otra vez a Hargin. 

-Parece que ahora lo que está en juego es su honor, maestro enano.- Dice el halfling. -El mío, sin embargo, parece ser cada vez mayor.- 

Gabriella miró al estaliano- Claro que le entiendo- dijo ella- Y ahora, por favor hablemos de negocios

Gabriella cogió la copa y volviendo la vista un segundo al espectáculo que tenía ante si, luego trás tomar una sorbo del delicioso nectar, se giró hacia su interlocutor.

Digame...

Se cruzo de brazos y observó fijamente al enano - menuda decepción constante... - dijo en voz baja pero audible.

Alfin parece que Gabriella esta dispuesta ha hablar, veamos hasta donde llegara nuestro acuerdo comercial:

-Mi señora, creo que por el contrato que firmamos nosotros hemos cumplido, tanto mi grupo y yo hemos terminado lo que se nos enconmendo y la hemos traido sana y salva hasta aqui ha usted y vustras pertenencias, inclusive ese enano que la acompaña. -respiro un segundo, que ahora llega lo gordo -ahora mismo estamos libres uno del otro y agradezco - mirando a Wolfgang y Lollenda - agradecemos que nos haya permitido pasar a la grandiosa AltDorf con usted, pero si no nos necesita para nada mas que cada uno coja sus cosas y siga el camino que mejor le convenga, a menos que aun nos necesite y podamos hablar de un nuevo contrato, en el cual pido que valga nuestra palabra, mas que una firma en un documento vacio, si usted me entiende - si realmente le interesa que sigamos juntos ahora es el momento, si no a sido un placer, quizas tenga que pasar por la escuaela de magia o hablar con algun superior lo que esta claro es que le dare un cierto margen, nos ha pagado bien y aunque hayamos estado cerca de que unos orkos nos comieran, aun parece que el negocio ha estado bien.

Apretaba los dientes con tanta fuerza que el rechinar debía de oírse desde Karaz-A-Karak, y casi podía verse el hueso de mis nudillos de cómo apretaba los puños al escuchar las mofas de los humanos.

Los cobardes no deberían de hablar del honor de los demás humano respondo a las acusaciones del humano. Después centro toda mi atención en el Halfling ¿así que pones en duda mi honor? Muy bien, si eso es lo que quieres te reto a un concurso de bebidas, pero poniendo en juego únicamente nuestro honor, nada de oro ni joyas. ¿Aceptas pequeño Halfling o eres tan cobarde como el resto de humanos de la taberna?

Lollenda, que atendía a dos conversaciones miro al enano y sencillamente pensó en un perro pequeño ladrando con su "voz" pituda... una sonrisa se le dibujo en el rostro ante aquella imagen después de ponerle una cresta al pobre animal

- guau... guau...

-Claro, claro que acepto.- Añade el halfling. Se sienta en una mesa, con Hargin delante, y les sirven dos jarras de cerveza Bugman. Se empieza a formar alrededor un corro de parroquianos, que no quieren perderse el espectáculo. Entre ellos, empiezan a oírse algunas apuestas "una corona por el enano", "dos coronas por el pequeñajo". Parece que las apuestas van ha hacerse igual. 

Muy bien pequeño, veamos si eres tan duro como dices o eres solo palabrería como los humanos de esta taberna. Cojo la jarra de cerveza con la mano derecha y la acerco a mi boca. Inclino la cabeza hasta quedar mirando al techo y me bebo la cerveza de un solo trago. Una vez acabada, dejo la jarra en la mesa con un fuerte golpe y me limpio los restos de espuma de la barba con la mano izquierda. Tu turno pequeño.

Bien, vayamos al grano.- Grabriella miró a su interlocutor a los ojos y siguió hablando.

Me han robado algo que quiero recuperar. Estoy dispuesta  seguir usando sus servicios ¿ Les interesaría?- El tiempo y la experiencia le habían enseñado a ser parca en palabras, pero cuando lo hacía era para decir algo importante

Mas trabajo, eso siempre es bien venido, de algo tenemos que ganarnos la vida, ¿no?

-Recuperar algo, y donde esta ese algo, quien lo tiene y como podremos recuperarlo - mirando a un lado y otro -no es tanto que me interese lo que necesita, como quien lo tiene, 10 orkos, algunos lobos y muchisimos goblins, es algo arduo, algunos ladrones de poca monda, es algo a lo que estoy dispuesto a pelear, no es que me acobarde, pero mi intención si puede ser el terminar bien y quizas cobrar - con una pausa - creo que ya cuenta mi palabra, somos mas que de fiar y nos gusta la acción, pero no me gusta que me arrastren por un bosque sin tener muy claro a donde se va, nuestra querida Lollenda no siempre tendra facilidades para subirse a algun sitio donde otear - mirando a Lollenda y nuevamente a Gabriella - si le parece bien podemos calcular un pago por el siguiente viaje y las posibilidades de botin a media si puede ser, si usted me entiende.- cojo la copa como si fuera a beber y simplemente lo olfateo ligeramente miro al rededor, otra taberna otro lugar, y mucha acción.

Si, parece que tenemos un trato. Respecto al  precio, es dificil decir cuanto tiempo puede llevarnos la misión, por lo que hablar de un precio fijo podría ir en retrimento de vuestro.

Si algo he visto es que sois gente de la que me puedo fiar y, con talento. El precio no va a ser un problema.

Gabriella sonrió.- No soy rica, pero lo justo es lo justo, asi que si estáis de acuerdo, damos por renovado el contrato.

El halfling sonrío, y le guiño un ojo a Hargin, tomando la cerveza con una mano. 

-A su salud, señor enano.- Bebió sin problemas, más o menos igual que el enano. Trajeron dos jarras más. 

Una cerveza la puede aguantar hasta un flojucho de orejas picudas. Veremos a ver si te mantienes de tan buen humor después de unas cuantas más. Y dicho esto, cojo la jarra y la vuelvo a vaciar de un solo trago sin pestañear. Tu turno le digo con la mirada fija tras dejar la jarra vacía nuevamente en la mesa.

En ese instante, un hombre, fuerte, con dos brazos como dos troncos, se levanta. Se dirige hacia vuestra mesa, como poseso por una furia irrefrenable, y sin dar tiempo a reaccionar, empuja a Lollenda tirándola de la silla. 

-Maalditosh elfffosh... Osssh bréeeis los abos del bundo...- Por fuerte que parezca, es evidente que está muy borracho. Casi de inmediato, dos amigos suyos se levantan y los cogen por los brazos. 

-Por favor, les ruego que disculpen a mi amigo. Ha pasado por una mala época, y ha bebido muchas copas de más.- Con algún esfuerzo, los dos hombres se llevan al borracho de nuevo hacia su mesa, murmurándole algo. 

El Halfling, sin apenas prestar atención a lo ocurrido con el borracho, se lleva la jarra a la boca y se la bebe, de un trago, sin inmutarse. 

-Ya he bebido unas cuantas...- Dice, sonriendo. Todos se han quedado helados, esperando la reacción de una elfa sombría que podría, sin siquiera sudar, degollar a todos los presentes y salir antes de que la sangre llegara al suelo.

Wolf estaba muy, muy atento a las apuestas que se iban realizando en la taberna. Si jugaba bien sus cartas podría salir con la bolsa de dinero bien abultada. Moviéndose aquí y allá, apuesta siempre a favor del Halfling, pues algo en el fondo de su cráneo le decía que ese pequeño rechoncho estaba haciendo trampas, aunque el charlatán aún no sabía cómo.

Sin embargo, cuando estaba a punto de acercarse de nuevo a la mesa para averiguar cómo pretendía el Halfling vencer al enano, un borracho se abalanza contra Lollenda, tirándola de la silla. Lollenda había castigado a Wolf muy duramente por mucho menos. No se le olvidará la gripe que pilló por llamarla Lolli, aquel frío mes de enero. Y eso que ya empezaban a ser amigos. Ese pobre diablo seguro que no se volvía a acercar a una elfa en su vida después de que Lollenda le ajustara las cuentas.

Aún así, Wolf no le quita ojo al halfling cuando se acerca a ayudar a su compañera. Le dirige a esta una mirada de advertencia, para que no fuera demasiado dura, y vuelve a centrar su atención en el duelo. Wolf estaba extrañamente silencioso, y Álvaro y la sombría sabían perfectamente que eso significaba que algo no encajaba.

Todo tiene un valor y el tiempo si puede llegar a ser un problema, empiezo a atusarme el bigote pesativo, podemos estar semanas incluso meses si no encontramos eso que busca, empizo a balancearme muy ligeramente en la silla, miro a Gabriella:

-Señora mia, le doy 20 días con sus soles y lunas, si hasta entonces no tenemos botin ni dinero para retribuir nuestros servicios y no tenemos expectativa de encontrar nada, nos marcharemos como hemos venido, dejandonos a deber la suma de 100 monedas de oro, en caso de que haya expectativas de encontrar algo y la misión llegue a su fin, hablaremos de un precio a convenir - pensativo nuevamente ante tal espectaculo de palabras -  y el botin que encontremos sera a medias, si esto le parece bien me vale con su palabra y que estrechemos las manos, si usted me entiende.- la palabra de una mujer no vale tanto y menos si es maga, no me fio nada, pero si en 20 días consigo 100 monedas de oro por seguir fantasmas, sera mejor que nada, aunque siempre podemos quedarnos en AltDorf creo que aqui no habra tanto problemas como fuera de estos majestuosos muros, y seguro que encontramos una buena manera de gastar unas pocas monedas.

Miro de reojo mientras pienso y me atuso el mostacho como empujan ha Lollenda, creo que de esta puede salir alguna buena, tarde o temprano, pero ya se sabe con los borrachos y este tiene dos buenos brazos y dos amigos mas para permitirse armar jaleo!

Entre tanto sigo hablando de negocios con Gabriella, en mi cara no asoma ninguna emoción neutra y atusandome el descuidado bigote, continuamente, como cuando ando por el camino.

 - vale...

Fue una única palabra que salió de su boca mientras se levantaba... ella sola, pues había apartado a Wolf cuando este intentó ayudarla a incorporarse. Aquella palabra voló por todo el establecimiento como un veneno... lento y letal. El rostro de la elfa estaba tranquilo, pero sus ojos verdes iridiscentes brillaban con una luz peligrosa, mortal... y su mirada iba dirigida al tipo que acababa de tirarla al suelo.

Se atusó el pelo con tranquilidad mientras no le quitaba ojo y obviaba las disculpas de sus amigos... no estaba dispuesta a pasar eso por alto y no dudaba en "contraatacar". Terminó de colocarse el rubicundo pelo que poseía y cogió un taburete vacío y sin mediar palabra ni dar tiempo a reacción alguna lo lanzó, directo a aquel tipo y directo a su entrepierna...