Partida Rol por web

El joven hijo del barón von Reinholn se acercó a buen paso hasta el peaje y saludó a los presentes.

- Buen día caballeros. Tenemos algo de prisa y queremos pasar cuanto antes. ¿Cuanto nos costará?- inquierió a los guardias.

Mientras tanto el hombre blanco y el negro se aproximaron de nuevo al puente.

¡Los Hijos te saludan, Von Reinholn! -le gritó, mostrando su conocimiento de la secta a la que el noble servía.

- ¡Lord Reinholn! - Exclamó estoicamente mientras desmontaba el guardaespaldas de granito, para luego desenvainar su rústica espada y la ponerla sobre su pecho en señal de reconocimiento y firmeza ante el noble a quién debía fidelidad.

Y por la pendiente descendían el grupo de hombres armados y otros tres jinetes.

Por fin estaban todos juntos, parecía que los dioses del Caos se habían cansado de jugar, por ahora, y los habían vuelto a reunir, por lo que parecía de una sola pieza a pesar de los apuros que habían pasado en Delberz donde tuvieron que separarse.

- Buenas compañeros - dice dirigiendose al mago y al grandullon - Os hemos echado de menos, suerte que el destino ha querido que nos volvamos a encontrar.

- La masacre de Delberz fue brutal. Creí que el mundo se derrumbaría trás la horda verde. Pero la fortuna nos sonríe ahora, y me alegra volver a verlos a todos nuevamente... - Confesó con sinceridad el guerrero, que sentía alivio de reencontrar aliados en medio de la hecatombe global. Aprovechó el alto también para reacomodarse un poco el improvisado vendaje sobre su malherido brazo. El dolor regresó con más intensidad que antes, pero el titán de granito no mostró señal alguna de perturbación. No era momento de mostrar debilibad, menos aún frente al amo.

Maximillian pagó lo que le dijeron y cruzó con sus compañeros. Al fin se habían reencontrado todos, después de multiples penalidades y riesgos innombrables, las aguas volvían a su cauce.

- Excelente, soberbio... volvemos a reencontrarnos. Parece que las cosas marchan.-

comentó exultante al juntarse con sus desaparecidos camaradas.

- Como podéis ver, hemos contratado algo de músculo extra. Nos vendrán bien para recuperar el objeto. Ahora la consigna es marchar hacia Middenheim lo más rápido que podamos. Seguro que está ahí.-

comenta por lo bajo con Ibrham y Marcus.

- ¡Aprisa, no hay tiempo que perder!-

dice señalando en dirección a la ciudad y espoleando a su caballo.

Farmiekh viendo de nuevo a sus compañeros alegró la cara, por fin una buena noticia en ese largo viaje.

Cabalgó rápidamente hasta acercarse a ellos para darles un fuerte abrazo. Luego les dijo:

- Os eche de menos compañeros, Max no me dejó ir con vosotros, es un poco antipático, creo que os daba por muertos - dijo sinceramente la elfa - Por fin esto tendrá un poco más de acción, desde que os fuisteis sólo hemos huido - dijo sin que los mercenarios la oyesen

El hechicero no tardó en separarse de la elfa con una mueca de disgusto ante la familiaridad que mostraba, pero sus labios esbozaron una pequeña sonrisa al escuchar sus palabras- Pues ya habéis conseguido más que nosotros -observó con seca ironía mientras señalaba a los hombres que les seguían a pie- Tendréis que disculparnos, pues ni siquiera tenemos monturas con las que seguiros a buen paso... me temo que tendremos que caminar junto a los mercenarios.

La mano de Ibrahm aferró con más fuerza las riendas de su mula, forzándola a darse la vuelta para encararla en la dirección que seguirían- ¡Von Reinholn! -llamó a su señor antes de que éste avanzara demasiado- ¿Os queda dinero suficiente para contratar a más hombres? -le preguntó bajando un poco la voz- Recordad que nuestros enemigos son numerosos...

- Yo creo que eran unos 18 cadáveres, pero tranquilos, tengo dinero de sobra para reclutar más mercenarios llegado el caso.-

comentó Maximillian con los suyos. Habían tenido suerte al haber cambiado la letra por la impresionante suma de 250 coronas. Con eso daba más que suficiente para llegar hasta Middenheim y hacerse con más "carne de cañón" con la que recuperar el objeto.

- Sigamos queridos, tenemos trabajo que hacer-

les dijo espoleando su montura.

- También recuerdo ese número, amo. - Comentó haciendo un poco de memoria el gigante de ónice, mientras cabalgaba lastimosamente sobre su mula a la par del joven Maximillian. - Pero no me fío del músculo a sueldo, su lealtad y valor flaquea cuando se los reúne de a docenas...

No habían avanzado mucho cuando las piernas del pobre animal flaquearon bajo el peso de su jinete, por lo que Marcus prefirió seguir a pie dando largos trancos antes que reventar su montura y dar por tierra en un espectáculo dantesco.

- Si no le molesta, mi señor Reinholn... - Requirió el estoico sicario entre resoplidos. - ¿Podría usted prescindir de algunas monedas para renovar mi equipo? Sabe que lucharía con uñas y dientes de ser necesario, pero es mejor no dar ventajas... - El guardaespaldas parecía tener algo de razón, sobre todo por su aspecto deplorable de esclavo recién fugado. El hombre vestía una mezcla de harapos desgarrados teñidos de rojo junto a una armadura de cuero que había visto mejores épocas. Lejos estaba de parecer un guardaespaldas digno de un noble respetable.

El líder de los mercenarios se acercó a los recién llegados y ofreció un breve saludo.

¿Son estos los compañeros perdidos? -el mercenario miró de arriba abajo a los dos hombres, uno negro, el otro blanco. Parecían salidos de un chiste malo.

El peajero se impacientaba con tanta gente armada cerca de él.

Me alegro de que hayan encontrado amistades pero les agradeceríamos que ahora que han abonado el peaje siguieran su camino. Hemos de prepararnos por si hay pielesverdes cerca.

- Nuestro querido capitán tiene razón, debemos proseguir sin mas dilación.-

dijo Maximillian. Sí, le dio al mercenario el rango de "capitán" -aunque juraría que no había pasado de cabo en ningún ejército regular- para alimentar su ego y que cumpliera como era debido. En el trato con mercenarios y escoria de ese calibre no solo era importante el dinero, también influían otros factores psicológicos que Max quería tener controlados.

- Aquí tiene, buen hombre, le pago la tarifa por todos los aquí presentes.-

le dijo al funcionario que aguardaba pacientemente y le entregó la cantidad debida. Luego subió a su caballo y señaló en dirección a Middenheim.

- Venga, tenemos trabajo.-

dijo antes de proseguir la marcha

El hechicero miró a Marcus con el cejo fruncido mientras emprendía la marcha tras Maximillian. Su propia túnica estaba tan gastada o más que las ropas del guerrero, cubierta por multitud de cortes y desgarrones propios de las dificultades que habían atravesado, pero en ningún momento se le había ocurrido siquiera la posibilidad de malgastar el dinero en una nueva- ¿Quieres también un jubón de seda? -preguntó entre dientes a sus espaldas, suponiendo que Bolt no le oiría.