Partida Rol por web

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).
DÍA: SEGUNDO DE MES.

El estrépito de los que se levantan (o caen) después de la  noche de excesos, unido a las voces de Preocupado me acaba de sacar de mi sopor. Algo desorientado, me froto las sienes intentando concentrarme, recordar las escenas  de la noche anterior y conectarlas entre sí. Por fin las piezas parecen encajar en mi mente, tras un esfuerzo y agarrar una vasija de agua y usarla para lavarme la cara. Y entonces recuerdo. Vienen a mí las imágenes de los soldados y sacerdotes, acabando eficientemente con las vidas de los esclavos que estaban en la fiesta. Estaban condenados desde un principio, nunca tuvieron la menor oportunidad de supervivencia, salvo que fueran otorgados como dádivas. El arrancar de raíz todas sus vidas puede obedecer a los retorcidos modos de pensar de los chondelorianos, y sus cultos alienantes. Puede que tampoco quieran tener la semilla de la Compañía Negra gestándose en el interior de su Imperio, y que en el futuro pueda crearles problemas, debido a un carácter menos manso. He visto mucha mierda en algunas batallas, pero esa manera de matar, a sangre fría, sin motivos es algo con lo que no comulgo. Malditos sean.

Miro a Preocupado, mientras agarro una tela para secarme la cara. – Hola Hermanos, ¿una noche dura, eh? – Sonrío a la Infantería, que se va levantando de sus lugares de reposo. - ¿Preparados para empezar a tomar el toro por los cuernos? Os veo en el campo de entrenamiento dentro de un rato – agarro unas sobras de la noche anterior a modo de improvisado desayuno y voy poniendo en orden mis ideas para el nuevo día. Tengo mucho que hacer y gente con quién hablar.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).
DÍA: SEGUNDO DE MES.

La noche anterior se habá vuelto bastante entretenida, y en cierto momento había acabado rodeado de la mayoría de mis primos, bromeando, observando los tatuajes de Campaña (que me habían sorprendido bastante, pero de algún modo, me habán gsutado también). Sin embargo poco recordaba después de aquello. No tomé ninguna de las drogas y estupefacientes que ofrecían (eso eran cosas de chamanes, y yo no quería tener nada que ver con eso), pero al parecer había bebido más de lo que creía, o había algo más que vino en mi copa. O tal vez fue que mi cuerpo se había desacostumbrado y seguía algo débil, o que había comido menos de lo que pretendía. Fuera como fuese, en algun momento incierto que no lograba recordar, había acabado durmiendo en una montaña de cojines. Era probablemente el lugar más cómo en el que había dormido desde hacía quién sabe cuánto, pero fue una de las peores noches que había pasado. Las pesadillas confusas y desagradables me habían dejado con una sensación de malestar, imágenes inconexas tras mi retina y mal sabor de boca.

Cuándo los ruidos y los gritos de la mañana me despertaron, me llevé ambas manos a la cabeza. Me dolía la cabeza, pero seguramente ni la mitad que a la mayoría de soldados presente. Confuso, vi que sólo los miembros de La Compañía seguían presentes, y que ni siquiera quedaba un esclavo a la vista. Ni durmiendo, ni dándole placer a alguien ni limpiando. A decir verdad, lo último era lo que más me llamaba la atención. El tiempo que habíamos pasado aquí me había dado una imagen relativamente ordenada y limpia de los Chondelorianos (o al menos dentro de sus edificios importantes) y me parecía además poco hospitalario dejar comida a medio roer en las estancias de unos invitados.

Me incorporé sentado mientras miraba a mi alrededor, tratando de aclarar en mi mente qué había ocurrido pero sin mucho éxito. Tenía la lengua pesada y pastosa, así que me levanté en busca de algo de agua.

Fue más o menos en ese momento cuando el ermitaño, Keropis, apareció con la que parecía la esclava muda que había pedido. Por un momento me congelé en el sitio, notando el vello de mis brazos erizarse, al mirar a la muchacha. A pesar de que su cara estaba cubierta, su tamaño y su piel me habían recordado a los de la pequeña Codorniz, quien hacía meses que había muerto a mi lado en batalla. Negué con la cabeza para quitarme la imagen de la pequeña Oscura de mi mente y aparté la vista mientras Loor iba a hablar con el siempre extraño soldado. Me centré en beber para aclararme la boca y tal vez la mente.

Esperé hasta que alguno de mis primos se levantase, los últimos que habían estado conmigo por lo que recordaba, para preguntarles cómo había terminado la noche. Eso o las órdenes de irnos de aquél lugar, lo que me parecía una idea brillante esa confusa mañana. 

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).
DÍA: SEGUNDO DE MES.

Rastrojo desvió su mirada hacia la esclava de Keropis. Habría estado bien que aquella prisionera fuese Khadesa, desprovista de lengua, y que Serpiente se tuviese que transformar en ella cada poco para que nadie la echara de menos. Aquel vago pensamiento matutino le aportó paz. Le sirvió para reencontrarse consigo mismo, y su carácter habitual, después de la debilidad de corazón mostrado anoche, que tan desvencijado le dejó.

¿Uh?-giró la cabeza, alertado por la interpelación de Preocupado-Ah, eres tú... el hombre del Pelotón de Infantería. Sí, te recuerdo. Mi noche ha ido bien: los espíritus guardan mis sueños. Además, no bebí mucho anoche, me centré más en comer.

Mordió su plátano. La petición de Preocupado, con el sol de un nuevo día, se veía con otro color. A Rastrojo le gustaba que viniesen a él, le hacía sentir un chamán de verdad, aunque la Compañía no le hubiese dado ese reconocimiento.

Me vienes de perlas, pues seguramente tu ayuda me vendrá bien para transportar luego mi cofre. Si quieres, podemos hablarlo aquí mismo. La gente aún se está desperezando, y cada cual, como un capullo, florece a un ritmo diferente. Tenemos tiempo para hablar distendidamente hasta que todos los pelotones estén listos para volver al Palacio de la Discordia. Cuéntame... ¿tu nombre era...?

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

Pipo apareció por ahí con cara de despistado. Llevaba la peluca bajo el brazo, estaba despeinado y tenía hambre. Hizo un gesto a todos los presentes y se puso a comer fruta como si no hubiera un mañana. Cuando pasó cerca de Keropis y su esclava muda en busca de vituallas, olfateó con curiosidad. Dejó por un momento sus pesquisas y se hizo con un cuenco o contenedor donde hubiera agua limpia. Lo acercó a Keropis y se lo entregó, sin más palabras. Luego siguió a sus cosas: la noche anterior no había probado bocado. ¿Resaca? ¿Qué era eso? A Pipo no le había dado por beber vino, y se había marchado antes de que llegaran los estupefacientes.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).
DÍA: SEGUNDO DE MES

Se sentía enfermo, cansado y mareado. Si un día tuviese que tener un accidente. Saludo personalmente a cada uno de sus hermanos; Lagrimita, Cielo, Preocupado, Romo, Desastre, Indómito y casi accidentalmente a si mismo. A lo largo de siete años como soldado se había emborrachado, fornicado y celebrado mucho pero no recordaba ninguna a esta escala. Hoy habría que felicitar al molinero, estaba totalmente molido.

¡Cerveza! Pensó en voz alta, mientras recordaba a si mismo que por prescripción médica no hay nada mejor que cereales para empezar el día y la cebada era un cereal. Nadie había aclarado sobre si fermentados o no, fuese como fuese y con un permiso de una hora, se ausentó del lugar para echar un trago de cerveza en el gaznate y tomar aire. Quería ordenar los pensamientos, los sueños y tratar de ver si había algo más tras la fastuosa puesta en escena. Antes de despedirse miró a Lagrimita con gesto sólido y ceñudo Estas para que te encierren, hermano.

Dicho esto regalo una amplia sonrisa, a la que le faltaban algunas muelas, mientras salía del recinto rezando por no tener ningún tropiezo por el camino.

AÑO: 201 de Khatovar.

MES: décimo mes, primero del otoño.

DÍA: segundo del mes.

Debido a su edad y siendo consciente de que su cuerpo ya no aguanta lo mismo que en su juventud, León Anciano había decidido no probar el alcohol en la noche anterior lo que hoy le permitía estar mucho más fresco que el resto de sus hermanos. 

Recordando el asesinato de los esclavos acontencido durante la noche, no echaba de menos el bullicio de los mismos sirviendo durante la fiesta de la noche anterior. Paseo entre mis compañeros para salir al patio a respirar aire puro

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

Todo sucedió relativamente rápido. En poco más de una hora.

Tras su disputa con Derviche, Guepardo permaneció apartado, sentado en un taburete. Pensativo. Contemplando la armadura: origen de burlas y de esperanzas.

Entonces sonó aquella música. Melodía vibrante y hermosa, salvaje y embriagadora, que llevó a buena parte de los asistentes a rendirse a ella y a dejarse llevar por su melodía, guiando los pasos de todos. Incluso de aquellos que no sabían bailar. El hostigador no tenía gana alguna de bailar, pero notó que su cabeza subía y bajaba levemente, siguiendo el ritmo. Cerró lo ojos y se dejó transportar a otra época, a otro lugar, donde parecidas melodías eran interpretadas a la lumbre de hogueras, para deleite de un pequeño jaguar. Tiempos mejores, sin duda. Y se relajó.

Perdió su concentración y al abrir los ojos, todo había cambiado: penumbras llenaban la estancia y sombras se movían por doquier. Llamas negras envolvían a las imprecisas figuras que emitían estridentes chillidos, coreando una música escalofriante que retumbaba en sus oídos.

El hostigador trató de concentrarse para disipar aquella visión y volver a contemplar a sus compañeros de una manera normal, libres de esos mantos de negrura. No obstante abortó el intento al observar con detenimiento la escena y al escuchar detenidamente los sonidos. Nunca antes lo había hecho. Nunca antes había prestado atención ya que consideraba todo como una horrible visión caótica. Pero para su sorpresa comenzó a percibir cierto sentido a todo ello: las sombras, grotesca y rítmicamente bailaban, como ánimas en pena, formando diversos corros concéntricos, donde dos espectros oscuros, en el centro, articulaban el eje del baile: espíritus de las sombras ávidos de vidas. Danza de la muerte, baile macabro, aterrador y perfectamente armónico. Ritual siniestro, maldiciendo a aquellos que se les interpusieran, ofreciendo las almas que segasen a una entidad perversa y desconocida. Música hipnotizánte, ruido blasfemo, capaz de despertar las pasiones más oscuras ocultas en la naturaleza humana y avivarlas con fascinante deseo.

Y Guepardo tuvo que hacer un esfuerzo titánico para disipar el tétrico espectáculo. Por miedo. Temor, no por lo que veía u oía, terroríficamente hermoso: temor por sucumbir al placer de esa vorágine oscura. Se llevó la mano a las sienes, fijó la mirada, parpadeó y poco a poco las sombras se fueron disipando, dando paso a la luz, a personas conocidas y a una animada música, que tocaba a su fin.

"Bailan a la vida. Bailan a la muerte", pensó el jaguar entendiendo que la Compañía Negra compartía esa contradictoria dicotomía. Contempló las variados actos carnales que se sucedieron por doquier con los esclavos, reforzando su idea de la vitalidad presente en unos segadores de vidas.

Profundamente conmocionado, hiperventilando, con las manos en sus sienes, tratando de asumir la visión, no reparó en que la mayor parte de la gente fue abandonando el lugar, poco a poco. Aun permaneció un rato, tranquilizándose, absorto en lo que había visto, cuando unos ruidos metálicos captaron su atención: ruidos de armaduras.

Con rapidez, una partida de soldados y sacerdotes del Señor del Dolor, se adentraron en la estancia reduciendo y estrangulando a los esclavos presentes. El hostigador se puso en pie y contempló la escena, asqueado. Varios soldados de la ciudad se interpusieron entre los pocos presentes de la Compañía, acaso para evitar cualquier problema, con un oficial al frente. Guepardo se plantó frente a ellos con evidente cara de disgusto.

"Sacrifican a estos pobres diablos que, al menos, han servido de una manera. No como estos soldados fofos, que llevan toda la guerra engordando tras estos muros inexpugnables", pensó para sus adentros, antes de darles las espalda y comenzar a abandonar el lugar.

Se cruzó con Loor y Keropis, este último con su nueva mascota, intercambiando palabras y logrando oírlas. El nauseabundo olor de su esclava le resultó familiar. Ese olor que despedían los enemigos empalados y en descomposición de las fronteras del territorio de los jaguares asesinos: olía a muerte. 

No había comido ni bebido nada, de lo contrario, con el estómago ya revuelto por todo lo que había sido testigo, habría vomitado. Aquella noche, sin duda, no la olvidaría con facilidad.

- Estamos, Keropis. Estamos - intervino corrigiéndole con una mirada de evidente rechazo, antes de abandonar la estancia.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).
DÍA: SEGUNDO DE MES.

Loor no responde de inmediato a las palabras de Keropis, como si las meditara. Luego niega con la cabeza. No parece afectarle el hedor que desprendía la muchacha más de lo que le han afectado la masacre de los otros esclavos.

- Nosotros ya somos tus hermanos y compañeros, Keropis. Y ella es tu objeto. El por qué has sentido la necesidad de convertirla en un objeto, y encadenarla a ti, es cosa tuya. Pero no creo que sea sano ni para ella ni para ti confundir hermanos con objetos. Como ya dije, te felicito por tu dávida. Esperemos que sea útil para ti y para la Compañía. Y si quieres un consejo, lávala y aliméntala. Muerta de hambre o enferma, te servirá de bien poco.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

Tarado pudo contemplar lo que había ocurrido en la sala durante el duermevela de sus compañeros. Él no consumió alcohol durante la noche y aunque se encontraba bastante cansado, sus sentidos estaban totalmente despiertos. Lo que hicieron con los esclavos eran totalmente innecesario, nada tenía que ver con las muertes que sucedían irremediablemente en las batallas. Se quedó contemplando la escena, perplejo. ¿Para que tipos de demonios estaban trabajando? No entendía como los oficiales de la Compañía permitían aquel acto de crueldad. Cerró los ojos y deseó que los espíritus de los sacrificados maldijeran y atormentaran a sus ejecutores durante el resto de su vida. La impotencia que Tarado sentía al saber que nada estaba en su mano para detener aquella situación, acabó por abrumarle, así que decidió volver a su lecho, intentado olvidar lo que había visto.

Cuando despertó se dirigió a la sala, todavía compungido por lo presenciado horas antes. Tenía un hambre atroz, así que rebuscó entre los restos sobrantes, devorando toda la fruta en buen estado que pudo encontrar. Observó algunos de sus hermanos que se encontraban por la estancia pero decidió no entablar conversación con ninguno de ellos. Le esperaba un día bastante largo y su humor esa mañana dejaba mucho que desear. Cambió de opinión cuando divisó a su Hermano de Capa Pipo, así que se acercó a su lado, casi arrastrando los píes en cada paso que daba.

-Buenos días Pipo. Ayer ambientastes bien la fiesta, hermano.-Ya que no tuvo ocasión de decírselo, aprovechó sus primeras palabras para intentar romper el hielo. -¿Vistes lo que pasó anoche con los esclavos?. -Tarado no sabía si alguien, aparte de los oficiales, contempló la triste escena ocurrida. Se quedó expectante ante la reacción que éste pudiera tener.

Un nuevo día, otra oportunidad de morir. Todos se han levantado pero pocos con tan buen aspecto como el mío beben demasiado, eso es malo, si hoy tenemos una batalla dura nuestras fuerzas están mermadas. Grito me saluda al igual que al resto de hermanos, observó su rostro, sus ojos. Esa voz que hoy parece que proviene del otro lado del mundo vivo -Debes de cuidarte más, en un día como hoy incluso alguien como yo podría vencerte- Me dirijo a Grito, no sé cómo racionará con esta broma, conocedor de su superioridad, aunque en los campos de entrenamiento se han visto tantas cosas que en los días de resaca... ¿Porque no voy a ser capaz?.
En la cara de Lagrimita veo la misma repugnancia que debe apreciarse en la mía. Somos soldados, mercenarios que matamos por dinero, pero hasta esto es demasiado para alguno de nosotros.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

La escena de la noche anterior todavía me asaltaba. Sabía que nada podría haber hecho por ellos, pero ese modo de... no, no quería recordar. No había pasado buena noche, desde que me despertó un grito ahogado y descubrí lo que estaba pasando. Y encima ese día tenía entrenamiento, empezaba mis prácticas.

Me dirigí al salón. Como imaginaba, nadie había limpiado aún. Cogí lo primero que pude, que estuviera más o menos bien para comer, y me volví a mi habitación, para comerlo rápidamente y prepararme para el día que me esperaba. Tanta prisa tenía que ni siquiera saludé a nadie de los que estaban allí. Quizá ni siquiera les vi, tan concentrada en mis pensamientos...

Sonrió ante la broma de Romo. Antes de salir dijo a su compañero.

Me contaron que en una aldea nació un niño sin manos, ni pies. dijo con voz cavernosa Sus padres lo criaron porque el chamán auspició que sería importante para el poblado.

Se dió la vuelta encaminandose hacía la salida, de súbito, se detuvo y miró nuevamente al cauteloso y enjoyado soldado a la par que se rascaba impúdicamente los genitales.

Ahora mismo, hasta ese niño podría vencerme. dijo riendo Especialmente si se pone a tocar un tam-tam con la cabeza, entonces yo mismo me rendiré.

Hizo un gesto de despedida mientras salía del patio hacía la ciudad, cada ruido era una molesta prueba para su voluntad y cada paso un día completo de marchas forzadas. En la primera taberna de mala muerte que encontró se metió dentro, se acodó contra algo y bebió lentamente cerveza hasta sentirse mínimamente vivo.

¡Hola Tarado! ¿Esclavos? No. Pipo no vio lo que pasaba con unos esclavos. ¿Qué pasaba? Esperó la respuesta interesado, mientras comía manzanas y plátanos.

Antes de recibir la respuesta sintió necesidad de explicarse, así que interrumpió: Pipo estaba sediento, pero Pipo quería agua fresca y a Pipo le gusta el agua que corre por las acequias, así que Pipo fue allá. Luego Pipo anduvo por aquí y por allá... y un poquito por más allá. Psst... ¡Atención! ¿Qué paso con unos esclavos? Ahora ya parecía preparado para escuchar la respuesta.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

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DÍA: SEGUNDO DE MES.

-Maldita sea, no sabe nada... Un escalofrío recorrió el cuerpo de Tarado al escuchar a su Hermano de Capa. Dudó por un momento si contárselo delante de los que allí se encontraban. Quizás alguien pudo ver lo acontecido, pero Tarado decidió apartar un poco del lugar a Pipo para revelarle de forma privada lo ocurrido con los sirvientes, y así poder opinar con sinceridad. Tras el acto de jura, Tarado consideraba a todos como sus hermanos, pero la confianza que tenía con el músico, era difícil de igualar.

Le gustó saber que a Rastrojo le habían acompañado los buenos espíritus aquella noche, eso era porque estaba en plena comunión con ellos y para un chamán era esencial. Ante la oferta de hablar allí mismo se acercó a él y se sentó a su lado.

-Me alegra oír eso y haces bien en ser comedido con la bebida, podría nublar tu juicio al hablar con los espíritus. Me llamo Preocupado. En cuanto a tu cofre... Tendré que hablar con el Cabo Lemur, supongo que volveremos en formación, pero algunos de nuestros hermanos ahora tienen esclavos quizás puedan ayudarte a llevarlo. -Preocupado no tenía problema en ayudar al aprendiz de chamán, pero si debían volver en formación no le sería posible, lo de los esclavos sería algo más factible pues no irían mezclados entre las formaciones.- Como te dije ayer, tu maestro Caratótem me dio este amuleto. -Preocupado se lo enseñó de nuevo y lo tocó un poco para que le diera buena suerte.- Y me dijo que debía hablar contigo sobre un asunto importante, sobre los enemigos de la Compañía.

El chamán no le había dicho mucho más así que esperaba que fuera Rastrojo el que diera un poco de luz a todo aquello. A veces los chamanes no eran muy claros o quizás Preocupado no tenía la capacidad de entenderlos bien, los asuntos de los espíritus eran complicados.

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MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

Una vez Tarado lo llevó al rincón apartado, habló a Pipo. Entonces Pipo calló, se sentó en el mismo suelo, con las piernas cruzadas, y esperó un buen rato mientras miraba a Tarado hasta que comprendiera que Pipo deseaba que Tarado también se sentara así.

Tras semejante actuación, Pipo comenzó a hablar a Tarado con mucho gesto y teatro. Todavía tenía la peluca bajo el brazo y los jugos de la fruta se iban resecando en su mentón.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
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DÍA: SEGUNDO DE MES.

Tsk. Claro. Este tipo volverá con su propio pelotón. Tal vez debería encasquetarle la tarea a un Hostigador. Guepardo es bastante pusilánime y parece fácil de engatusar, luego le convenceré a él. Después de todo, en el viaje en carro a Cho'n Delor me dió la impresión de que le caí muy bien.

Preocupado... Sí. Recordaré tu nombre. Para la explicación necesitaré que me prestes tu mano... ¿puedo?

Sin esperar a recibir respuesta, cogió la muñeca de Preocupado. No es que Rastrojo estuviese demasiado agobiado por las prisas, pero tampoco tenía todo el tiempo del mundo. Colocó la palma mirando hacia su dueño, y empezó a impartir la lección para poder pasar pronto a otra cosa.

¿Estás familiarizado con las Lineas de Ley? Oh, qué tontería... por supuesto que lo estás. Quién no haya oído hablar a estas alturas de las Lineas de Ley, debería empezar a preocuparse.

Imagina que la palma de tu mano es todo el mundo conocido. Estas líneas...-siguió con la yema de su dedo índice las lineas de la mano de Preocupado-o lo que en la jerga de los chamanes conocemos como "Lineas de Ley", son canales intangibles que recorren toda la sabana, y más allá. Cuando se incinera un cuerpo y sus cenizas se mezclan con la tierra... o cuando enterramos un cadáver, estamos impregnando el suelo con energía espiritual. Esa energía espiritual se supura por los poros de la tierra y se eleva hacia el cielo. Pero no lo hace en vertical, ¿entiendes? Como un río, que circula siempre pendiente abajo, por donde la orografía le es propicia, la energía espiritual crea meandros y se alabea. Esa energía espiritual como un afluente, desemboca en las Lineas de Ley, y empiezan a fluir en la Gran Red Mundial de las Lineas de Ley. Lo sé, los chamanes somos malísimos poniéndole nombre a las cosas místicas. Pero... dime, Preocupado... ¿Has entendido mi explicación hasta aquí? ¿O necesitas que vaya más despacio?

A lo largo de la explicación, los dedos dejaron de seguir el surco de las lineas de la mano. Al final, Preocupado cayó en la cuenta de que los dedos dibujaban garabatos en su mano, como si fuesen letras. La pregunta era... ¿los esfuerzos de Rastrojo estaban sirviendo para algo? ¿Sabía Preocupado leer, y por tanto reconocer las letras y desvelar el mensaje que el chamán le estaba transmitiendo?

Ignoraba para que necesitaba el aprendiz de chamán su mano, pero se la dio con gusto o más bien iba a hacerlo cuando Rastrojo se tomó la libertad de cogerla y empezó a explicar algunas cosas evidentemente chamánicas y que el guerrero no entendía del todo, o del nada, por mucho que para su interlocutor parecieran evidentes, por eso él era una persona conectada con los espíritus y Preocupado no. Preocupado abrió mucho los ojos pues por más que abriera los oídos la explicación seguía sin cobrar sentido. Cuando el chamán le preguntó negó con la cabeza.

-Me temo que soy demasiado ignorante para comprenderte Rastrojo, tan solo deseo cumplir la voluntad de los espíritus, pero ignoro como interpretar sus designios o la forma en la que se comunican con nosotros. Por eso es una suerte que tu estés aquí y puedas explicármelo.

Le preocupaba no entender aquello, pero él no había sido uno de los privilegiados elegidos por los espíritus para interpretarlos y no sabía nada sobre Líneas de Ley o los extraños caminos que recorrían los dedos de Rastrojo sobre su mano.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

El dolor de cabeza no le dejó pasar más tiempo descansando. Cuando por fin despertó, Piojillo buscó algo de agua que llevarse a la garganta, y es que el alcohol hacía estragos al día siguiente. Con la cabeza aún dándole algo de vueltas, escuchó a uno de sus compañeros campamenteros. Era Tarado que preguntaba a Pipo sobre el destino de los esclavos de la pasada noche. Sin pensarlo intervino en la conversación.

- Hey, Tarado. Yo si que ví a esos pobres diablos anoche... No quise decir nada porque creí que la mayoría lo pasó por alto... Así que, ¿Lo viste tu también?