Partida Rol por web

Tarado por fin escuchó la orden que anhelaba. Estaba cansado, aburrido y demasiado desanimado como para hacer otra cosa que marcharse a hacer un trabajo mecánico y repetitivo. Fue mirando al vacío siguiendo los pasos de Lengua Negra. En su mente seguía vagando la sencilla de idea de irse, perderse en el vacío y dejar que esta turba de asesinos y corruptores se pudriese en su propia y violenta inmundicia. No sentía ningún vínculo con la compañía, había intentado verlo como una familia pero era imposible. Para el Nube Dispersa solo era una bandada de buitres que se alimentaban de carroña. Pensó en las consideraciones y en la ruptura con su anterior intento de asumir la cultura y espíritu de la Duodécima, lo encontró totalmente insustancial.

Cuando salia de la asamblea se decidió a limpiar su equipo, que remedio, y luego deambular por la ciudad. Perderse entre la masa y la enormidad del mundo sería quizás una cura para el desanimo, aunque temía que insuficiente. Meditaba lentamente sobre la deserción, Tarado se movía mejor en campo abierto quizás sería mejor marcharse del campamento abandonando una guardia o algo símilar.

Se maldijo a si mismo por su derrotismo, recordó haber hablado con Manta y haberle afirmado que no abandonaría porque tenía un objetivo. Ahora no sentía ningún objetivo cercano pero no podía renunciar así, de esa manera era inaceptable.

...¿Porqué lucha un hombre que no necesita luchar?¿Que impulsa a un hombre a destruir su equilibrio?...

Cuando abandonó el cuartel todo seguía igual en su cabeza, algo le decía que continuase adelante y por otro lado que saliese corriendo. Pensaba que la segunda voz era su sentido común, Tarado no era cobarde pero no veía la necesidad de luchar si no se defendía un hogar y ahora no tenía un hogar al que aferrarse. Miró los arboles con curiosidad, sería tan fácil y tan sencillo. Lo pensó durante medio segundo más, sería tan definitivo.

- "Aun no, Cabo Lengua Negra." - Responde Analista con gesto severo pero claramente cansado. - "El Sargento Gulg me ha mencionado antes de la reunión que los aspirantes a Reclutas podrían estar listos en breve. Aunque no podemos confiar por completo en estos nuevos Reclutas, es cierto que necesitamos tropas." - Expone el nuevo Capitán.

- "Quiero saber qué opináis la Sargento Vientos, el Teniente y tú, Lengua Negra." - Dice mirando a los tres mencionados. - "¿Nos llevamos a estos primeros cincuenta doloritas como el nuevo Pelotón de Dolorosos al Campamento Principal?" - 

- "Señor." - Interviene el Sargento Gulg. - "Hay también otros doscientos voluntarios, de los cuales calculo que unos cincuenta pueden servir. ¿Debo aceptarlos y comenzar a entrenar una nueva promoción de futuros Reclutas?" -

- "Eso dependerá de lo que decidamos hacer con los aspirantes actuales." - Replica Analista mientras vuelve a centrar su atención en los tres mandos mencionados.

- "Mi opinión es que sin duda debemos aceptar a los aspirantes actuales y llevarlos como tropas de refresco al Campamento Principal." - Responde sin dudar el Teniente.

La Sargento Vientos mira un momento a Teniente y luego asiente volviendo a mirar a Analista.

- "Opino lo mismo que Teniente." - No parece muy contenta por compartir opinión con Rompelomos. - "Necesitamos esas tropas." -

Una nueva voz interviene en la conversación antes de que Lengua Negra tenga tiempo de contestar.

- "Disculpad." - Interviene Virote. A nadie se le escapa que no ha añadido el nuevo rango de Analista a su llamada de atención. -"En lugar de aceptar a los Aspirantes del Culto del Dolor, ¿por qué no reclutamos libremente entre los pilluelos de la ciudad? Algún cortabolsas o mendigo joven habrá que quizá nos pueda servir." - Dice plenamente convencido.

El propio Analista titubea unos segundos y se vuelve hacia Lengua Negra. Mira también a la Sargento Falce y a Matagatos.

- "¿Qué opináis vosotros?" -

La Sargento Falce sonríe ante la propuesta de Virote y luego observa detenidamente a Analista.

- "Yo creo que la opción del Sargento Virote es buena, Señor." - Replica educadamente.

-Necesitamos efectivos y esta es la cantera de la que disponemos. No rechazaría aquello que pueda servirnos y menos en las actuales circunstancias -dijo Lengua Negra.

-Tal como están las cosas, reclutaría prácticamente a cualquier cosa capaz de sostener un arma... O de atraer un golpe-dijo Matagatos, con cierto desánimo ante lo que sabía que les esperaba. Sí, había ganado Analista, pero ante ellos aún tenían la Puerta de Galdan, que sin duda se cobraría un buen tributo en vidas... Si es que no se las llevaba todas-así que sí, no me parece mala idea. 

Analista asiente ante las palabras de los oficiales y jefes de pelotón.

- "Está bien. Cuando regresemos al Campamento nos llevaremos a estos nuevos Reclutas." – Mira un momento al Sargento Gulg. – "Sargento. Tiene mi visto bueno para continuar adiestrando cada tres o cuatro meses una nueva promoción de otros cincuenta Aspirantes. Hasta un tope de doscientos más." –

Gulg asiente sin pronunciar una palabra desde el interior de su casco.

Analista alza una mano para captar la atención de todos. – "Hemos acabado por hoy. Descansad y no olvidéis las órdenes para mañana. Disfrutad de esta celebración." – Pide a todos los presentes, sabiendo que tardarán mucho en tener otra celebración similar. Los soldados necesitan desfogar y desahogarse. Liberarse del estrés acumulado en las pasadas batallas. – "Podéis retiraros." – Dice finalizando la reunión.

Poco a poco la gente comienza a reaccionar y se levanta siguiendo a sus respectivos jefes de pelotón.

Campaña se encogió de hombros tras la respuesta de Ponzoña. En el fondo estaba satisfecho, al menos su propuesta no había resultado una estupidez, a pesar de que se hubiera desestimado por otros motivos. Más tarde tendría que dedicar un rato a pensar qué iba a pedir, aunque ya tenía una idea bastante clara. Antes de abandonar el salón se acercó a su primo Matagatos.

- Primo, Campaña cree que los Hostigadores deberían entrenar a los nuevos - dijo Campaña.- Ya sabes, como cuando los otros pelotones entrenaron a los Hostigadores. Campaña aprendió mucho de eso, Campaña cree que es bueno.

Conservaba buenos recuerdos de aquellos entrenamientos, y seguramente habían determinado de algún modo que aún siguiera vivo y que se hubiera convertido en la persona que era en aquellos momentos. Por esa razón pensaba que podía ser interesante, además de que ayudaba a estrechar los lazos con los compañeros.

- ¡Oh! Campaña casi olvida, primo - dijo, levantando el dedo índice.- Campaña puede afilar las armas de los Hostigadores para que estén bonitas para el desfile... y también puede ayudar a pulir las armaduras, Campaña sabe mucho de eso.

-Campamenteros, regresemos. Formación de a dos. Cuando lleguemos, quiero hablar con todos vosotros. En marcha.

Los votos han sido contabilizados y tenemos un nuevo Capitán, provisional, pero un Capitán. Sonrío satisfecho sabiendo que es Analista y que con ello, es la razón la que se impone aún en el seno de la Compañía. Yo mismo voté por Portaestandarte pero me alegra que mi voto no haya causado algo de lo que pudiese arrepentirme. De lo que todos nos arrepintiésemos.

De pronto, el nuevo tema eran los Reclutas y el Capitán empieza a preguntar acerca de las opiniones: Todos coinciden con que deben ser aceptados pues necesitamos tropas pero a la vez son pocos los que realmente confían en ellos. Pienso un momento en una solución y esta llega a mi mente sin mucha dificultad, por lo que levanto la mano para hablar ya que no se me ha pedido la palabra.

Analista ve la mano alzada del nuevo Cabo Ridvan mientras muchos de sus Hermanos comienzan ya a marcharse. No dice nada pero con un gesto conmina a Ridvan a que se acerque para hablar con él más en privado.

- "Espera un momento, Cabo." – Pide Analista mientras deja que el grueso de los Hermanos se marchen y espera a que se queden a solas.

La sonrisa del joven se ensanchó y asintió con la cabeza, como si se cumpliera a la perfección el orden natural de las cosas. Las leyes inmutables. La lógica y el sentido común. 

- "Aunque por muy poco", admitió y se recordó que su realidad no era extensible a todos. El hecho innegable era que la sabiduría de los ancianos prevalecería y Jaguar de Bronce, su brazo fuerte y mano ejecutora, obedecería. 

Pero claro, de nuevo el paralelismo podía no ser tan contundente, según lo visto en la votación. Un líder jaguar asumiría y aceptaría las indicaciones de los sabios. Un oscuro y en especial un irascible e imprevisible Portaestandartes... era harina de otro costal.

Guepardo se preguntó sobre la lealtad del temible guerrero al nuevo Capitán.

"¿Será fiel, hasta el final, a la decisión de sus hermanos? ¿O solo hasta que Analista cometa un error que él emplee como motivo para socavar la nueva autoridad? El tiempo lo dirá", pensó mientras dirigió una mirada de soslayo a ambos, antes de comenzar a retirarse junto al resto.

¿Quiere hablar con nosotros? ¿De que?...

Fue el primer pensamiento de Derviche ante las palabras de su jefe.

¿Otra charla inútil de moral? ¿De que todos somos la compañía?...

A medida que los pensamientos bullían en su mente, se iba enojando más y más.

¿Hacer un motín? ¿Hablarnos de su padre y que le debemos respeto a él, aún convaleciente?...

Mientras se formaba la fila, en vez de ponerse la primera, como siempre, se metió al medio, con los puños y dientes apretados.

No se porqué estoy con esta pandilla de desgraciados, con este jefe inepto y sus tonterías...

Ni siquiera miró a Manta o a Lengua Negra, como con anterioridad, para mostrarles su enfado con su rostro.

¿Acaso todos quieren vivir en felicidad? Por la Diosa! somos guerreros, y estamos aquí para matar, no para hablar

Le estaba perdiendo todo el respeto al hijo del capitán, y antes de que emprendiesen la marcha, pateó el suelo.

Yo debería de estar en otro pelotón, no aquí con los asustados y llorones...

Esperó el inicio de la marcha, aún mirando al suelo, roja de rabia.

La votación había terminado y para sorpresa de muchos, Analista había salido vencedor. No estaba seguro de cómo sentirme ante eso teniendo en cuenta que yo había puesto una ficha negra en la vasija. Ahora sólo quedaba esperar y tal vez rezar para que Capitán se recuperase y todo volviese a su cauce. Ante Capitán, ni Portaestandarte ni Analista eran una opción, él tenía lo que ambos les faltaba. Tal vez si fuesen capaces de colaborar entre ambos serían capaces de estar a su altura... Pero eso era imposible.

Una vez terminó la reunión esperé a que Matagatos hablase. Era probable que quisera reunir al pelotón para ultimar detalles sobre el desfile y la fiesta, o sobre nuestro posible futuro tras los cambios en La Compañía. También era posible que estuviese cansado y no quisiera abrir la boca ya en todo el día.

Había estado cerca de mi primo toda la reunión, así que cuando Campaña se acercó con sus propuestas pude escucharle perfectamente. Tenía entendido que el gigante, a pesar de no sentir dolor, seguía en mal estado desde el punto de vista médico. Dudaba que Matagatos le dejase ponerse a trabajar. Su propuesta sobre entrenar a los nuevos reclutas con nosotros me provocaba sentimientos encontrados. Por un lado era otro modo de demostrar que estaba dispuesto a ser responsable, de confianza y un buen hermano. Por otro, no estaba seguro de querer pasar días junto a uno de los locos seguidores del Señor Dolor. Y aún recordaba a Codorniz y su muerte. No se lo había merecido.

Esperé al resto del pelotón para abandonar la sala.

Matagatos escuchó a Campaña mientras la reunión se daba por concluida. Todos empezaban a abandonar la reunión, y ellos debían hacer lo mismo, dado que parecía que Analista quería tener unas palabras con Ridvan. 

-No es mala idea, Campaña, pero aún estás herido. Cuando te recuperes un poco más, y tengamos algo de tiempo entre tanta celebración y compromiso, intentaremos hacer algo-respondió en oscuro al gigantón, para después dar una orden en K'hlata.

-Hostigadores, de a dos y en marcha.